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Reflexiones de Juan Crisos, Zaragoza Después del Encuentro de Segovia 2014


Reflexiones de Juan Crisos, Zaragoza
Después del Encuentro de Segovia 2014

Dualidad y sufrimiento
Leyendo a K nos dice muchas veces aquello de que el sufrimiento nace de la distancia entre lo que somos y lo que queremos ser. Soy violento y quiero dejar de ser violento. Ahí nace el sufrimiento. En el descontento al mirar lo que soy.
Pero no hay que perder de vista que tanto “lo que (yo) soy” y “lo que (yo) quiero ser” son dos “imágenes” que mi mente conceptual realiza sobre “mi”.
Estas dos imágenes están en la ilusión, siguen en el “plano” de la mente conceptual, del pensamiento, diría K. Por lo tanto es un sufrimiento que, aparentemente, se puede corregir con la mera intención (voluntad) de abandonar la idea de querer ser (no violento) lo que uno no es (violento), ambas cosas según mi propia imagen de mí mismo (yo). Pero no nos funciona.
Cuando K nos dice “mira lo que es” (y no hagas nada), creo que se refiere a mirar más allá de las imágenes, a mirar por detrás de la aparente dualidad “soy violento-no soy violento”. Ambas opciones son los extremos de una sola cosa: la violencia.
Entonces te puedes dar cuenta que la dualidad profunda reside en la oposición entre el espectro “soy violento-no soy violento”, que es una imagen de mí mismo y la no-violencia esencial, el vacío de violencia como juicio, como imagen. Entonces sí cesa el sufrimiento.
Gracias Paco, gracias Alfonso

Juan Crisos
Meditaciones sobre el encuentro de Segovia

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Apuntes sobre el encuentro de Segovia

Sobre si los grupos son grandes.
En este andar en el intento de crecer personalmente todos nos necesitamos. Si nos damos, si nos servimos unos a otros, sin esconder nada conscientemente, en un grupo heterogéneo se configura más claramente la realidad que somos: el intuitivo, el que habla más, el retraído que le cuesta participar, aunque recibe, el que sólo atiende a lo llamativo, etc.
En estos grupos es más difícil seguir un diálogo con sus premisas, sus argumentos y sus conclusiones, eso es cierto. Los diversos puntos de vista interactúan y no facilitan el discurso. Pero eso es lo que somos en conjunto, al margen de la limpieza del discurso conceptual y la apariencia de confusión.
En otras corrientes, para evitar esa diversidad, esos distintos niveles de dominio de las enseñanzas o técnicas, se articulan grados: los novicios, los iniciados, los maestros, los maestros de los maestros… etc. y en sus organizaciones hacen encuentros según niveles. Parecen más apropiadas estas estructuras sin tener en cuenta, quizás, que son producto de la mente, del pensamiento, que nada más y nada menos ha aportado un patrón (las figuras del novicio, del iniciado, etc.), trabaja el juicio y la valoración (fulano es ya un iniciado), articulan “ceremonias” de paso de nivel a nivel (puro halago egóico), etc.
En estos casos el nivel de los diálogos, de las sesiones de meditación, de las interpretaciones de las enseñanzas, etc. es más grato y provechoso… para la mente. Digo bien: es más grato para la mente, la mente que ha organizado. Pero por lo mismo son procesos reafirmadores del yo al que añaden, por lo menos, una nueva máscara: maestro, iniciado, novicio, etc.
Por eso están bien los grupos numerosos, informes, amalgama de nosotros mismos, donde se vive lo que somos, no cada uno, sino lo que todos somos. Hay que tener paciencia en sus dinámicas y hay que estar alerta para captar esos momentos mágicos impulsados por el amor y que vienen de más allá de la mente.


Sobre el compartir.
El encuentro ha sido nuevamente una plataforma para compartir, para compartirnos.
Sólo se puede dar lo que uno no es. Solo podemos dar aquello que no nos configura, lo añadido. Lo que somos, nosotros, cada uno, sólo se puede compartir.
Hemos disfrutado en ese ejercicio de cooperar entregándonos, sumando en un “todos”.
Como contraste se intercaló el partido de futbol de la final. Unos ganaron y se alegraron de la victoria. A cambio, otros perdieron y lamentaron su derrota. La alegría de unos se fundamenta en la pena de los perdedores. No suman, no son un solo grupo, son dos enfrentados. Es la dinámica de la competición.
Esa dinámica competitiva –que está en la base de la organización de nuestra vida económica, del trabajo, personal, etc.- nos divide. Nos abanderan en grupos, en opiniones contrapuestas que se discuten y nos debilitan como comunidad.
Por eso mi agradecimiento al momento del encuentro presidido por compartirnos.


Gracias a todos,
Juan Crisos

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Amigos K en Zaragoza