“… Una mente que está
aprendiendo nunca dice: «yo sé», porque el conocimiento es siempre parcial,
mientras que el aprender es completo todo el tiempo. El aprender no implica
empezar con cierta cantidad de conocimientos y agregarle nuevos conocimientos.
Eso no es aprender, en absoluto; es un proceso puramente mecánico. Para mí, el
aprender es algo por completo diferente. Estoy aprendiendo acerca de mí mismo,
de instante en instante, y el «sí mismo» es extraordinariamente vital. Es algo
vivo, en movimiento, no tiene comienzo ni final. Cuando digo: «me conozco a mí
mismo», el aprender ha llegado a su término en el conocimiento acumulado. El
aprender nunca es acumulativo, es un movimiento de conocer que no tiene
comienzo ni final.
… Parece que no
aprendemos en absoluto. Esta palabra «aprender» tiene gran significación. Hay
dos clases de aprendizaje. Para la mayoría, aprender significa acumulación de
conocimiento, de experiencia, de tecnología, de habilidad, de un idioma. Hay
también el aprendizaje psicológico, el aprender a través de la experiencia, ya
sean las experiencias inmediatas de la vida que dejan cierto residuo, un
almacén de conocimientos, o el residuo psicológico de la tradición, de la raza,
de la sociedad. Existen estas dos formas de aprender; cómo hacer frente a la
vida psicológica y fisiológica; habilidad interna y habilidad externa. No hay
en realidad una línea de demarcación entre las dos, pues ellas se interponen.
No estamos considerando por el momento la habilidad que adquirimos mediante la
práctica, el conocimiento tecnológico que adquirimos por el estudio.
… Señor, tiene que ponerse activo para aprender, de lo contrario, no puede aprender. Si está dormido y dice: "creo en mi prejuicio, me gusta mi prejuicio, mi condicionamiento es maravilloso", en tal caso usted está dormido, no despierto. Pero tan pronto cuestiona, empieza a aprender, empieza a estar activo.
… La ignorancia es una cosa y el estado de
no saber es otra muy distinta, las dos no están relacionadas en forma alguna.
Podéis ser muy instruido, hábil, eficiente, talentoso, y sin embargo ser
ignorante. Hay ignorancia cuando no hay conocimiento de uno mismo. El ignorante
es el que no se da cuenta de sí mismo, el que no conoce sus propios engaños,
vanidades, envidias, etc. El conocimiento de sí mismo es libertad. Podéis
saberlo todo sobre las maravillas de la tierra y de los cielos y, sin embargo,
no estar aún libre de envidia, de dolor. Pero cuando decís: “no sé”, estáis
aprendiendo. Aprender no es acumular, ya sea conocimientos, cosas o relaciones.
Ser inteligente es ser sencillo, pero ser sencillo es extraordinariamente
arduo.
… ¿Es necesario creer
para descubrir? Aprender es mucho más importante que saber; aprender lo que es
la creencia es terminar con la creencia, y cuando la mente está libre de creencias,
entonces puede mirar. Lo que ata es el creer o el no creer, porque ambos son
iguales, son el anverso y el reverso de la misma moneda; por tanto, podemos
descartar completamente la creencia positiva y la negativa, porque el creyente
y el no creyente son lo mismo. Si realmente hacemos esto, la pregunta de si
Dios existe tiene un significado muy distinto. La palabra dios, con toda su
tradición, sus memorias, sus connotaciones intelectuales y sentimentales, no es
Dios; la palabra no es lo real. Así pues, ¿puede la mente estar libre de la
palabra?
… ¿Entiende usted que
la gente necesita ser guiada? Yo digo que la gente no necesita guía, necesita
despertar. Si usted es guiado hacia ciertas acciones virtuosas, esas acciones
dejan de ser virtuosas, son meramente imitativas, obligadas. Pero si usted
mismo cuestiona, si está continuamente alerta y descubre los valores genuinos,
y eso sólo usted mismo puede hacerlo y nadie más, entonces toda la cuestión del
seguir, del ser guiado, pierde su significación. La sabiduría no es una cosa
que adviene por medio de la guía, del seguimiento, de la lectura de libros. Uno
no puede aprender sabiduría de segunda mano, si bien esto es lo que ustedes
tratan de hacer. Dicen: “guíeme, ayúdeme, libéreme”. Pero yo digo que se cuiden
del hombre que los ayuda, que los libera.
El aprender no tiene fin, y esa es la belleza ..., lo sagrado de
la vida. La acción no está separada de la comprensión, de la percepción o del
aprender.
… Uno de nuestros condicionamientos es la
idea de que debemos analizarnos nosotros mismos, observarnos a nosotros mismos
introspectivamente. En este análisis existe siempre el censor, el que controla,
guía, modela; y existe siempre el conflicto entre el analizador y la cosa a ser
analizada. Por lo tanto, tenemos que ver eso, no como una teoría, no como algo
que hemos acumulado en calidad de conocimiento. El conocimiento es excelente en
su propio lugar, pero no cuando tratamos de comprender la estructura total de
nuestro ser. Si usamos el conocimiento a través de la asociación, la
acumulación y el análisis como medio de comprendernos, entonces hemos dejado de
aprender sobre nosotros mismos. A fin de aprender tiene que haber libertad para
observar sin el censor.
… En el momento en que alguien dice que
sabe, es que no sabe. La verdad no es para conocerse. Lo conocido es una cosa
del pasado, ya está muerto. La verdad es algo viviente, no estático; por lo
tanto, ustedes no pueden conocer la verdad. Esta es un movimiento constante, no
tiene morada fija; y una mente atada a una creencia, al conocimiento, a un
condicionamiento particular, es incapaz de comprender qué es la verdad.
… Nos agrada repetir y
seguir lo que dicen y hacen otras personas, porque esa es la forma más cómoda
de obrar en la vida, ajustarse al viejo modelo o a uno nuevo. Nosotros hemos de
descubrir qué significa no amoldarse jamás, y qué significa vivir sin temor.
Esta es la vida de ustedes, y nadie va a enseñarles a vivir, ningún libro,
ningún gurú. Eso han de aprenderlo por sí mismos, no de los libros. Es una gran
cosa aprender acerca de uno mismo, es algo que no cesa jamás, algo fascinante,
y cuando ustedes aprenden por sí mismos acerca de sí mismos, desde ese aprender
adviene la sabiduría. Entonces pueden vivir una vida de lo más extraordinaria,
bella y feliz.”
J. Krishnamurti