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CUANDO ESTAMOS APENADOS, EN CONFLICTO PSICOLÓGICO, RECURRIMOS A ALGUIEN

   “…Veamos qué entendemos por oración, luego averiguaremos cuál es su objeto. ¿Qué entendéis por oración? ¿Cuándo oráis? No cuando sois felices, ni cuando estáis deleitados, ni cuando en vosotros hay alegría o placer. Rezáis tan solo cuando os halláis en confusión, en dificultades, y entonces vuestra plegaria es una petición. Un hombre en dificultades reza, lo cual significa que él implora, que necesita ayuda. Suplica, pide que se le consuele. De suerte que el hombre que está contento, que es feliz, el hombre que ve muy claramente y comprende la realidad en la acción de cada día, un hombre así no tiene necesidad de rezar. No rezáis cuando estáis gozosos, no rezáis cuando hay deleite en vuestro corazón. Solo rezáis cuando hay confusión, o bien vuestro rezo es una súplica mendicante, un pedido de ayuda, de consuelo, de alivio. ¿No es así? En otros términos, estáis confusos, y queréis que alguna fuerza externa os saque de esa confusión. Deseáis que alguien os ayude, y cuantos más elementos psicológicos hay en vuestro problema tanto más urgente es el reclamo de ayuda exterior. De suerte que imploráis a Dios o si sois personas modernas recurrís a un psicólogo; o bien, para escapar a esa confusión, repetís una cantidad de palabras.

   Asistís a diversas reuniones donde se reza, y donde sois pastoreados y colocados en cierto estado hipnótico, y creéis que tenéis la respuesta. Se trata de hechos reales. No estoy inventando, no hago sino mostrar lo que implica eso que entendéis por oración. Así como recurrimos a un médico en caso de dolencia física, cuando nos hallamos en estado de confusión psicológica nos evadimos hacia el hipnotismo en masa, o imploramos ayuda a alguna fuerza externa. Es eso lo que hacemos, ¿verdad? Estoy pensando en alta voz por vosotros, nada os impongo. De suerte que nuestra oración no va dirigida a la verdad, sino a una fuerza externa que llamamos guía, 'gurú' o Dios. Esto es, cuando estamos apenados, en conflicto psicológico, recurrimos a alguien. Es el instinto natural de un chico que recurre a su padre para que lo ayude. Cuando no comprendo mis relaciones con la gente, cuando me hallo en estado de confusión, llamo a alguien que me ayude. Eso es un instinto natural, ¿no es cierto? 

   … ¿Qué sucede cuando rezáis? ¿Qué hacéis cuando rezáis? Repetís ciertas palabras, ciertas frases. ¿Qué le ocurre a la mente cuando repetís sin cesar ciertas oraciones? Mediante la repetición de frases la mente es aquietada. No está quieta, sino aquietada. Hay una diferencia entre una mente quieta y una mente aquietada. La mente aquietada por la repetición ha sido hipnotizada, compelida al silencio. ¿Y qué ocurre cuando la mente hipnotizada entra en silencio? ¿Qué sucede cuando la mente es aquietada de un modo artificial? ¿Lo habéis pensado? Pensadlo bien y ved adónde ello conduce. Tenéis que prestar un poco de atención, que experimentar con vosotros mismos, y no ser distraídos por los que entran y salen.

   Bueno, ¿qué le sucede a una mente que es aquietada? Esto es, tenéis un problema y deseáis hallar una respuesta. Por eso rezáis, lo cual es una repetición de ciertas frases, y gracias a eso la mente se ve aquietada. ¿Qué relación hay entre esa mente hipnotizada y el problema? Os ruego prestéis a esto un poco de atención. Deseáis hallar una respuesta al problema, y por lo tanto empleáis, cantáis ciertas palabras para aquietar la mente; es decir, queréis una respuesta satisfactoria al problema, una respuesta que resulte grata, no una respuesta que os contradiga. Así pues, cuando oráis y aquietáis la mente por medio de palabras buscáis una respuesta que sea satisfactoria. Ya habéis concebido la respuesta, que tiene que ser satisfactoria; hallaréis, por consiguiente, tal respuesta. Ved, señores, por favor, la importancia de esto. Vosotros creáis lo que deseáis, embotando y aquietando la mente. Forzando la mente a rezar ya habéis establecido lo que queréis, una respuesta que sea satisfactoria, apacible, completamente grata. Por lo tanto, la mente que busca una respuesta al problema mediante la oración encontrará la respuesta que sea satisfactoria; ello está pues, arreglado, y decís que la respuesta es de Dios. Es por eso, que los dirigentes políticos gritan que ellos representan a Dios, o que Dios les ha hablado directamente; por haberse identificado con el país, obtienen una respuesta satisfactoria.

   ¿Qué le sucede pues a una mente que no está dispuesta a comprender el problema y de ese modo busca la respuesta de una fuerza externa? Consciente o inconscientemente ella consigue una respuesta satisfactoria, de otro modo rechazaría la respuesta. Esto es, los que rezan buscan satisfacción, y son por lo tanto incapaces de comprender el problema en sí. Cuando la mente es aquietada mediante la oración, lo inconsciente, que es el residuo de vuestras propias conclusiones satisfactorias, se proyecta en la mente consciente, y por eso vuestra oración recibe respuesta. Cuando rezáis pues, buscáis una evasión, la felicidad; y la fuerza externa que os responde es vuestra propia satisfacción, vuestra propia identificación, consciente o inconsciente, con un determinado deseo que queréis satisfacer.

   … Así pues, el hombre que quiere comprender cualquier problema, sólo puede comprenderlo cuando la mente está quieta y no toma partido. Cuando queréis comprender el problema del desempleo, de la miseria humana, no podéis tomar partido. Pero vuestros políticos desean que lo toméis. Si es que habéis de comprender el problema no puede haber bandos, porque el problema no es asunto de opinión, no exige una ideología. Exige que lo consideréis claramente para comprender su contenido; y no podéis comprender el contenido de un problema si tenéis un tamiz ideológico entre vosotros y el problema. De un modo análogo, la oración sin conocimiento propio conduce a la ignorancia, a la ilusión. El conocimiento propio es meditación, y sin conocimiento propio no hay meditación. La meditación no consiste en fijar la mente en algún objeto; meditar es comprender `lo que es´, en la vida de relación. Entonces la mente no necesita que se la fuerce a estar quieta. Entonces la mente es en extremo sensible, y por lo tanto altamente receptiva. Pero el disciplinar la mente para que esté quieta destruye la sensibilidad.”

        J. Krishnamurti







DEJE DE COMPARAR Y DESCUBRA LO QUE SIGNIFICA VIVIR SIN NINGÚN MOVIMIENTO DE COMPARACIÓN

   “… Y bien, ¿qué es la meditación? Si conscientemente meditamos, si tenemos una dirección, un motivo, un deseo de alcanzar algo, es evidente que eso no es meditación, ¿verdad? Viene a ser lo mismo que si un empleado quiere llegar a ser el gerente, las dos cosas son lo mismo, una la puede llamar ‘negocios’ y a la otra ‘un logro religioso’, pero son exactamente lo mismo. Los que meditan, ¿se dan cuenta de esto? Por supuesto que no, significaría que deben ‘soltar’ su disfrute y entretenimiento preferido.

   Estamos diciendo que meditar de forma consciente no es meditación, porque nace de un deseo de alcanzar algo, de convertirse en algo, que no es otra cosa que el ego queriendo ser algo, el ego, el ‘yo’ queriendo ser Dios. Parece tan ridículo, discúlpenme por utilizar esa palabra. Entonces, ¿qué es meditación? Si no medita conscientemente, ¿qué es meditar? La palabra ‘meditación’ significa ponderar, reflexionar, y también medida; esas son partes de la raíz etimológica de la palabra ‘meditación’ en sánscrito. Ahora bien, ¿puede el cerebro dejar de medir? O sea, ser una cosa y querer ser otra, compararme con usted que es más apuesto, más elegante, tiene mejor cerebro, mejores cualidades, más sagacidad, lleva puesta una ropa maravillosa, y yo no soy ni tengo nada de eso, lo cual es medir, es comparar; por tanto, ¿puede dejar de comparar? No diga que sí, deje de comparar y descubra lo que significa vivir sin ningún movimiento de comparación.

   … Saben que en todo el mundo están esas escuelas y esos swamis y yoguis que enseñan diversas formas de meditación, no se rían, todos ustedes lo hacen a su manera. Piensan que repitiendo ciertas palabras van a alcanzar el más extraordinario de los estados, que repitiendo un mantra obtendrán alguna experiencia milagrosa. Eso no es en absoluto meditación, es una insensatez, es autoengaño y autohipnosis. La meditación es algo mucho más inmenso, más profundo. Pero ustedes no pueden dar con ella jugando meramente con ‘palabras’ y ‘energías’; sin embargo, tienen que dar con ella, porque sin la meditación jamás sabrán lo que es el amor, jamás asomarán lágrimas de pura alegría a sus ojos, jamás sabrán lo que es la belleza.

   … Nuestro mundo interno se halla en un estado de ocupación constante con una cosa u otra. No hay espacio y, porque falta espacio, la presión que ejercen nuestras ocupaciones se vuelve cada vez mayor y, por lo tanto, el cerebro se deteriora cada vez más. Es sólo cuando disponemos de tiempo libre que podemos aprender. Pero cuando el cerebro o la mente están tan ocupados, no tenemos tiempo libre y así jamás aprendemos nada nuevo. Ningún aire fresco puede entrar y, por consiguiente, el deterioro que la presión ocasiona en el cerebro es cada vez mayor. Ese es uno de los problemas de la meditación, descubrir si la conciencia puede liberarse de todas las presiones, lo cual implica una mente libre.

   … Haga lo que haga, el hombre que depende de creencias o dogmas no puede penetrar en la profundidad de la meditación. Para meditar es necesaria la libertad; no es que la meditación venga primero y luego la libertad; la libertad, la negación total de la moralidad y de los valores sociales, es el primer movimiento de la meditación. La meditación no es una actividad pública, no es la actividad de una multitud que se reúne y eleva una plegaria; se sostiene sola y está siempre más allá de las fronteras de la conducta social, porque la verdad no se encuentra en las cosas del pensamiento ni en lo que el pensamiento ha elaborado y llama ‘la verdad’. La completa negación de toda esta estructura del pensamiento es la cualidad positiva de la meditación.

   … Hombre que quiera meditar debe conocerse a sí mismo. Sin conocerse a sí mismo usted no puede ir lejos. Por mucho que intente llegar lejos sólo puede llegar hasta donde se lo permite su propia proyección, y su propia proyección está muy cerca y no lo conduce a ninguna parte. La meditación es ese proceso de echar las bases instantáneamente, de inmediato, y dar origen naturalmente, sin esfuerzo alguno, al estado de quietud mental. Sólo entonces existe ahí una mente que se encuentra más allá del tiempo, de la experiencia, del conocimiento.

   … La meditación es un movimiento que no tiene fin. Uno nunca debería decir que está meditando o que ha fijado un período para meditar. La meditación no se subordina a nuestra conveniencia; su bendición no se manifiesta por que llevemos una vida sistematizada, una rutina o moralidad particular; adviene sólo cuando el corazón está realmente abierto. No abierto por la llave del pensamiento ni resguardado por el intelecto, sino cuando está abierto como los cielos sin nubes; entonces esa bendición llega de improviso, sin ser invitada, pero uno nunca puede controlarla, retenerla o adorarla. Si intenta hacerlo nunca regresará de nuevo, no importa lo que haga, la meditación se alejará.

   En la meditación uno no es importante, no tiene cabida en ella. La belleza de la meditación no es uno, está en ella misma, y sobre eso no es posible sacar o añadirle nada. No mire por la ventana esperando apresarla de improviso ni la espere sentado en un salón oscuro; únicamente adviene cuando uno no está, y su dicha no tiene continuidad.

   … El amor es meditación. El amor no es un recuerdo, una imagen sustentada como placer por el pensamiento, ni es la imagen romántica que fabrica la sensualidad, es algo que está más allá de todos los sentidos y más allá de las presiones económicas y sociales de nuestra vida. La realización inmediata de este amor que no tiene raíces en el ayer es meditación, porque el amor es la verdad y la meditación es el descubrimiento de la belleza de esta verdad. El pensamiento no puede descubrir esto. Nunca puede decir: ‘he descubierto’ o ‘he capturado ese amor que es del cielo’.

   … La meditación es el silencio que surge cuando el meditador y su proceso son comprendidos. Ese silencio es inagotable, no pertenece al tiempo; por lo tanto, es inmensurable. Sólo el meditador compara, juzga y mide, pero cuando no hay medida surge lo inmensurable.”

        J. Krishnamurti



ESTO ES REALMENTE MUY SIMPLE, PERO PARECE COMPLICADO CUANDO SE PONE EN PALABRAS

    “… Para que haya plenitud de realización tiene que existir el más alto nivel de inteligencia. Esta inteligencia es diferente del conocimiento. Ustedes pueden leer muchos libros, pero eso no les dará inteligencia. La inteligencia puede despertarse solo mediante la acción, comprendiendo la acción como un todo integrado.

   Discutir y descubrir intelectualmente qué es la inteligencia sería, en mi sentir, un desperdicio de tiempo y energía, porque eso no eliminaría la carga de ignorancia e ilusión. En vez de indagar qué es la inteligencia, descubramos por nosotros mismos cuáles son los obstáculos impuestos a la mente que impiden el pleno despertar de la inteligencia. Si yo les diera una explicación de lo que es la inteligencia y ustedes aceptaran mi explicación, sus mentes harían de ella un sistema bien definido y, a causa del temor, se deformarían para poder encajar en ese sistema. Pero si cada uno descubre por sí mismo los múltiples impedimentos fijados en la mente, entonces, por medio de la percepción alerta, no del autoanálisis, la mente comenzará a liberarse, despertando de este modo la verdadera inteligencia, que es la vida misma.

   … Toda criatura viviente es una fuerza, una energía única para sí misma. Esta fuerza o energía crea sus propios materiales, que pueden ser llamados cuerpo, sensación, pensamiento o conciencia. Esta fuerza o energía, actuando por sí misma, en su desarrollo se convierte en conciencia. De esta surge el proceso del ‘yo’, el movimiento del ‘yo’. Entonces comienza el ciclo de crear su propia ignorancia. El proceso del ‘yo’ empieza y continúa en la identificación con sus propias limitaciones autocreadas. El ‘yo’ no es una entidad separada como cree la mayoría de nosotros; es tanto la forma de la energía como la energía misma. Pero esa fuerza en su desarrollo crea su propio material y la conciencia es una parte de ese material; y gracias a los sentidos la conciencia se reconoce como individuo. Este proceso del ‘yo’ no es del momento, no tiene comienzo. Pero mediante la constante percepción alerta y la comprensión es posible ponerle fin.

   … Por favor, lo que digo acerca del proceso del ‘yo’ no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto, al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libre de prejuicios.

   El proceso del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia; como la llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del ‘yo’, la energía del ‘yo’, la conciencia del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del ‘yo’ es el resultado de esa fuerza única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y esta llega a identificarse como el ‘yo’. Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras.

   Si, por ejemplo, uno es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si uno tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas limitaciones se convierten en el proceso del ‘yo’.

   La acción en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.

   … Explicaré este proceso del ‘yo’, de la individualidad. Hay una energía que es única para cada individuo, la cual no tiene comienzo. Esta energía, por favor, no la atribuyan a ninguna divinidad ni le otorguen ninguna cualidad especial; en su proceso de desarrollo espontáneo crea su propia sustancia o material, el cual está constituido por la sensación, el discernimiento y la conciencia. Este es el carácter abstracto de la conciencia. El concreto es la acción. Por supuesto, no existe tal división absoluta. La acción procede de la ignorancia, la cual existe donde hay prejuicios, tendencias, anhelos que inevitablemente se derivan en dolor. Por eso la existencia llega a ser un conflicto y una fricción constantes. Es decir, la conciencia es tanto discernimiento como acción. La fricción, el proceso del ‘yo’, surge a causa de la constante acción recíproca entre tales anhelos, prejuicios, tendencias y limitaciones.

   … Cuando comprendemos que somos el resto de la humanidad, ello trae consigo una energía inmensa; uno se ha abierto paso por el angosto surco de la individualidad, el círculo estrecho del yo y el tú, el nosotros y el ellos. Estamos examinando juntos esta muy compleja conciencia del hombre, no del hombre europeo ni del hombre asiático ni del hombre del Medio Oriente, sino que examinamos juntos este extraordinario movimiento en el tiempo, movimiento que ha estado desarrollándose en la conciencia por millones de años.

   … Aquello que es inmortal está más allá del tiempo. No hay, por lo tanto, relación alguna entre el ‘yo’ y lo atemporal. Nos agrada creer que la hay, pero ese es otro engaño de la mente.”

        J. Krishnamurti