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LA MEDITACIÓN NO ES ALGO SEPARADO DE LA VIDA

  DIÁLOGO
    Viernes 26 Septiembre 18 a 20 h.
Metro Santo Domingo        
    Contacto: angel2vv@hotmail.com

 “… La verdad, ¿es la continuación, el cultivo de la memoria? ¿O la verdad puede descubrirse sólo cuando la mente se halla por completo quieta, silenciosa? Cuando mi mente no está presa en los recuerdos, cuando no cultiva la memoria como el centro del reconocimiento, sino que está atenta a todo lo que digo, a todo lo que hago en mis relaciones, en mis actividades, viendo la verdad de todo tal como se manifiesta de instante en instante, ese es, por cierto, el camino de la meditación, ¿verdad? Hay comprensión tan sólo cuando la mente está quieta, y la mente no puede estar quieta mientras se desconoce a sí misma. Ese desconocimiento no se disipa mediante ninguna forma de disciplina, ni yendo en pos de ninguna autoridad, antigua o moderna. Las creencias sólo generan resistencia, aislamiento, y donde hay aislamiento no es posible que haya serenidad. La serenidad interna adviene únicamente cuando comprendo todo el proceso de mí mismo, las diversas entidades que componen el «yo» y están en conflicto la una con la otra. Como esta es una tarea ardua, recurrimos a otros para aprender distintos trucos, a los que llamamos «meditación». Los trucos de la mente no son la meditación. La meditación es el principio del conocimiento propio; sin meditación, no hay conocimiento propio.

   … Voy a investigar, paso a paso, qué es la meditación. Por favor, no espere hasta el final confiando en tener una descripción completa de cómo meditar. Lo que estamos haciendo ahora forma parte de la meditación. Y bien, lo que uno debe hacer es estar atento al pensador, no tratar de resolver la contradicción produciendo una integración entre el pensamiento y el pensador. El pensador es la entidad psicológica que ha acumulado experiencia como conocimiento; es el centro que nos ata al tiempo, y es el resultado de la siempre cambiante influencia ambiental; desde este centro el pensador mira, escucha, experimenta. En tanto uno no comprenda la estructura y anatomía de este centro, el conflicto es siempre inevitable, y una mente en conflicto no puede comprender la profundidad y belleza de la meditación.

   En la meditación no puede haber un pensador, lo cual implica que debe terminarse el pensamiento, el pensamiento urgido por el deseo de alcanzar un resultado. La meditación no tiene nada que ver con alcanzar un resultado. No es cuestión de respirar de una manera especial o de mirarse la nariz o de despertar el poder de realizar ciertos trucos, y todo lo demás de ese inmaduro disparate. La meditación no es algo separado de la vida. Cuando usted conduce un auto, o se encuentra sentado en el autobús, cuando está charlando sin objeto, cuando camina a solas por el bosque o contempla una mariposa llevada por el viento..., si está pasivamente alerta a todo eso, ello forma parte de la meditación.

   … No sé si alguna vez ha considerado o examinado todo el proceso de la verbalización, el proceso de nombrar. Si lo ha hecho habrá encontrado que es una cosa interesante, sorprendente y muy estimulante. Cuando damos un nombre a cualquier cosa que experimentamos, vemos o sentimos, la palabra se vuelve extraordinariamente significativa, y la palabra es tiempo. El tiempo es espacio, y la palabra es el centro de ello. Todo pensar es verbalización, pensamos en palabras. ¿Puede la mente liberarse de la palabra? No diga: ¿cómo he de liberarme?

   Eso no tiene sentido. Formúlese esa pregunta a sí mismo y vea cuán esclavos son ustedes de palabras tales como India, Gita, comunismo, cristiano, ruso, estadounidense, inglés, la casta inferior y la casta superior a la de uno. La palabra amor, la palabra Dios, la palabra meditación; qué significado extraordinario hemos dado a estas palabras y cuán esclavos somos de ellas.

   … El pensamiento existe sólo en palabras o en imágenes. La meditación exige la más extraordinaria de las disciplinas, no la disciplina de la represión y el ajuste, sino esa que surge cuando uno observa su pensar, cuando hay una observación del pensamiento. Esa observación misma trae su propia disciplina, una disciplina extraordinaria, sutil, que es absolutamente necesaria.

   Señor, usted puede hacerlo en cualquier momento. Puede hacerlo cuando está sentado en un autobús; o sea, que puede prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa a su alrededor y a lo que ocurre dentro de usted, puede estar alerta a todo ese movimiento. Vea, la meditación es en realidad una forma de vaciar la mente de todo lo conocido. Sin esto, usted no puede dar con lo desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que vaciarse de todo el pasado. La Verdad, o Dios, o cualquier nombre que uno quiera darle, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda, del condicionamiento. El cristiano está condicionado por dos mil años de propaganda, el hindú, el budista, están igualmente condicionados. De modo que para ellos Dios o la Verdad es el resultado de la propaganda. Pero eso no es la Verdad. La Verdad es algo que vive día a día. Por lo tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la Verdad.

   … La persecución de su propia realización en el tiempo, es lo que impide la generosidad de la mente. Y uno necesita tener una mente generosa; no sólo una mente amplia, llena de espacio, sino también un corazón que se entregue sin pensarlo, sin un motivo, y que no busque ninguna recompensa a cambio. Pero ese dar, por poco o mucho que uno tenga, esa condición de espontaneidad expansiva sin restricción alguna, sin retener nada, es indispensable. No puede haber meditación sin generosidad, sin bondad, lo cual implica estar libre de orgullo, no trepar jamás la escalera del éxito, no saber nunca qué es ser famoso. Es morir para todo lo que uno ha logrado, morir en cada minuto del día. Sólo en un suelo así de fértil puede crecer y florecer la bondad. Y la meditación es el florecimiento de la bondad.

   … En la meditación, la imaginación no tiene cabida; es necesario dejarla completamente a un lado, porque la mente que se encuentra atrapada en la imaginación puede producir solamente ilusiones. La mente debe ser clara, sin movimiento; y es a la luz de esa claridad donde se revela lo eterno.”

    J. Krishnamurti 



EL AMOR ES LA VERDAD Y LA MEDITACIÓN ES EL DESCUBRIMIENTO DE LA BELLEZA DE ESTA VERDAD

    “… ¿Qué relación tiene la belleza con una mente religiosa? Podrían preguntarse por qué todas las tradiciones y los rituales religiosos nunca se han referido a la belleza, pero la comprensión de la belleza forma parte de la meditación, no la belleza de una mujer, de un hombre o la belleza de un rostro, que poseen su propia belleza, sino la belleza en sí, la verdadera esencia de la belleza. La mayoría de los monjes, los sanyasis, y las así llamadas personas con inclinaciones religiosas son por completo indiferentes a la belleza, y se vuelven insensibles hacia todo cuanto les rodea.

   Sucedió en cierta ocasión cuando estábamos en el Himalaya con unos amigos. Frente a nosotros había un grupo de sanyasis que descendían por un sendero mientras cantaban; en ningún momento miraron a los árboles, jamás una mirada a la belleza de la Tierra, a la belleza del cielo azul, a los pájaros, a las flores, al fluir de las aguas, solo estaban interesados en su propia salvación, en su propio entretenimiento; y esa costumbre, esa tradición, ha seguido así desde hace miles de años. Un hombre que se supone religioso debe rehuir, dejar de lado toda belleza, pero entonces su vida se vuelve insulsa, sin ningún sentido estético. Sin embargo, la belleza es uno de los deleites de la verdad.

   Cuando vemos una montaña maravillosa con la cumbre cubierta de nieve perfilándose en el cielo azul, y los valles profundos sombreados, esa grandiosidad y esa majestuosidad nos absorben por completo, por un momento estamos absolutamente en silencio porque su majestuosidad nos sobrecoge, nos olvidamos de nosotros mismos.

   … Como dijimos, la vida religiosa implica el no devenir, el no llegar a ser algo internamente, pero tenemos que ir mucho más a fondo que eso. La meditación es el cese de toda medida. Investigaré eso, qué es la meditación, no cómo meditar. Cuando ustedes plantean el ‘cómo’, cuando usan esa palabra ‘cómo’, ello quiere decir: “deme un sistema, por favor, dígame lo que debo hacer, muéstreme el sendero”. Si uno puede erradicar por completo de su mente esa palabra ‘cómo’ y después mirar, ¿qué es, entonces, la meditación? Los sistemas, métodos, las prácticas, ciertas formas de disciplina, el respirar correctamente, profundamente, etc., todo eso no es meditación. Es un trueque, una plaza de mercado donde el gurú les vende algo y ustedes lo practican.

   … Todo el sentido de la meditación es no seguir el sendero que el pensamiento ha trazado hacia lo que considera que es la verdad, la iluminación o la realidad. No hay sendero hacia la verdad. El seguir cualquier sendero conduce hacia lo que el pensamiento ya ha formulado y que, por placentero o satisfactorio que sea, no es la verdad. Es una idea falsa pensar que un sistema de meditación, la práctica constante de ese sistema en determinados momentos de nuestra vida cotidiana o su repetición durante el día, traerá consigo claridad o comprensión. La meditación está mucho más allá de todo esto y, como el amor, no puede ser cultivada por el pensamiento. En tanto exista el pensador para meditar, la meditación es meramente una parte de ese aislamiento propio que es el movimiento corriente de nuestra vida cotidiana.

   El amor es meditación. El amor no es un recuerdo, una imagen sustentada como placer por el pensamiento, ni es la imagen romántica que fabrica la sensualidad; es algo que está más allá de todos los sentidos y más allá de las presiones económicas y sociales de nuestra vida. La realización inmediata de este amor que no tiene raíces en el ayer, es meditación; porque el amor es la verdad y la meditación es el descubrimiento de la belleza de esta verdad. El pensamiento no puede descubrir esto. Nunca puede decir: “he descubierto” o “he capturado ese amor que es del cielo”.

   … No existe sendero para el descubrimiento de la verdad. Cuando usted quiere descubrir algo nuevo, cuando está experimentando con cualquier cosa, su mente ha de hallarse muy quieta, ¿no es así? Si su mente está llena, atestada de hechos, de conocimientos, estos actúan como un obstáculo para lo nuevo; la dificultad para la mayoría de nosotros es que la mente se ha vuelto tan importante, tan predominantemente significativa, que interfiere todo el tiempo con cualquier cosa que pueda ser nueva, que pueda existir simultáneamente con lo conocido. Este conocimiento y el aprendizaje son obstáculos para quienes quieren buscar, para quienes desean tratar de comprender aquello que es intemporal.

… La mente, por lo tanto, se vuelve sumamente serena, está tranquila. No es aquietada, no se ve compelida a estarse quieta por temor o por recompensa. Reina entonces un silencio en el que la realidad se manifiesta. Pero ese silencio no es silencio cristiano, hindú o budista. Ese silencio es silencio, sin calificativo. Por lo tanto, si siguen el sendero del silencio cristiano, hindú o budista, jamás estarán en silencio. En consecuencia, alguien que quiera encontrar la realidad debe abandonar completamente su condicionamiento, ya sea cristiano, hindú, budista o de cualquier otro grupo. Limitarse a fortalecer el condicionamiento mediante la meditación y el conformismo produce estancamiento y torpeza mentales; y no estoy del todo seguro de que no sea eso lo que queremos la mayoría de nosotros, porque es mucho más fácil crear un modelo y seguirlo. En cambio, librarse del condicionamiento exige constante vigilancia en la relación.

   Una vez que ese silencio existe, entonces hay un estado creativo extraordinario, lo que no significa que uno tenga que escribir poemas o pintar cuadros, eso podrá o no hacerse. Pero ese silencio no ha de ser buscado, copiado o imitado; en tal caso deja de ser silencio. No se puede llegar a él por sendero alguno. Sólo se produce cuando se comprenden las modalidades del yo, y este, con todas sus actividades y fechorías, deja de existir.

   Es decir, hay creación cuando la mente deja de crear. La mente, por lo tanto, debe volverse sencilla, debe aquietarse. Debe estar en silencio, si bien el término «debe» es erróneo, pues decir que la mente debe estar en silencio implica coacción. Y la mente solo está callada cuando todo el movimiento del yo se ha detenido. Cuando todas las modalidades del yo han sido entendidas, y por consiguiente han cesado las actividades del yo, sólo entonces hay silencio. Ese silencio es verdadera meditación y, en ese silencio, lo eterno se manifiesta.”

    Krishnamurti



EL CONTENIDO DE NUESTRA CONCIENCIA ES EL MOVIMIENTO DEL PENSAR, MOVIMIENTO EN EL TIEMPO Y EL ESPACIO

   “… Cuando prestamos atención completa a un insulto, no hay insulto. O si viene alguien y dice: “qué persona maravillosa es usted”, y prestamos atención, ello no produce efecto alguno. El movimiento del temor es pensamiento en el tiempo y el espacio. Eso es un hecho. No es algo descrito por quien les habla. Si lo han observado por sí mismos, entonces es un hecho absoluto, no pueden escapar de él. Uno no puede escapar de un hecho, está siempre ahí. Puede tratar de eludirlo, de reprimirlo, puede intentar toda clase de escapes, pero eso está siempre ahí. Si ustedes prestan atención completa al hecho de que el temor es el movimiento del pensar, entonces el temor no existe psicológicamente. El contenido de nuestra conciencia es el movimiento del pensar, movimiento en el tiempo y el espacio. Tanto si ese pensar es muy limitado, como si es amplio y extensivo, permanece siendo siempre un movimiento en el tiempo y el espacio.

   … Me responderéis, sin duda, que tomará demasiado tiempo la transformación de cada uno de vosotros y el convencer a todos vuestros semejantes en el mismo sentido; que la sociedad no está preparada para recibir esta idea; que a los políticos no les interesa; que los dirigentes son incapaces de concebir un gobierno o Estado mundial sin soberanías separadas. Diréis probablemente que solo un proceso evolutivo producirá gradualmente el cambio necesario. Si le respondiese de ese modo a un padre cuyo hijo está destinado a morir en una nueva conflagración, y si él quiere realmente a su hijo, ¿creéis que hallaría alguna esperanza en este proceso evolutivo gradual? Lo que quiere es salvar a su hijo, y por eso pregunta cuál es el medio más seguro de terminar con todas las guerras. No podrá quedar satisfecho con vuestra teoría de la evolución gradual. ¿Esta teoría evolucionista de la paz progresiva es verdadera o la hemos inventado para racionalizar vuestra pereza, la tendencia egoísta de nuestro pensar-sentir? ¿No es acaso una teoría incompleta, y por lo tanto falsa?

   … De manera que el tiempo es el pasado, el presente y el futuro. El pasado consta de todos los recuerdos, las experiencias, el conocimiento, y lo que los seres humanos han logrado. Todo lo que permanece en el cerebro como memoria es el pasado. Así de simple. El pasado (los recuerdos, el conocimiento, las experiencias, las tendencias) está actuando ahora, por eso usted es el pasado. Y el futuro es lo que usted es ahora, tal vez, algo modificado. El futuro es el pasado modificado. Por favor, adviértalo, compréndalo. El pasado, que se modifica en el presente, es el futuro. Sin un cambio radical en el presente, mañana usted será lo mismo que es hoy. Así que el futuro es el ahora; no me refiero al futuro necesario para adquirir conocimientos, sino al futuro psicológico. Así, la psique, el «yo», el ego, son el pasado, son memoria. Y esa memoria se modifica a sí misma en el ahora, y así sigue. Por tanto, el futuro y el pasado están en el presente. Todo tiempo (el pasado, el presente y el futuro) es una continuidad del ahora. Esto no es complicado, sino que es lógico. Si ahora no cambian, es decir, en este instante, el futuro será lo que son ahora, lo que han sido. Y bien, ¿es posible cambiar radical, fundamentalmente ahora? No en el futuro.

   … Quiero aprender; ¿es posible aprender todo el tiempo? Y bien, cuando pregunta eso, ya lo ha hecho difícil para usted mismo. ¿Correcto? «¿Puedo aprender todo el tiempo?». Es imposible. Ya lo ve, al formular una pregunta así, usted mismo se está impidiendo aprender. Mire, señor, no me interesa si voy a aprender todo el tiempo. Quiero descubrir. Lo que me interesa es, ¿estoy aprendiendo? Si estoy aprendiendo, no me preocupa si eso ocurre o no todo el tiempo, no hago de ello un problema. Cuando usted dice: «Dios mío, ¿cómo voy a prestar atención completa todo el tiempo?», eso es imposible. Pero si dice, «mire, estoy aprendiendo», no le interesa si va a aprender todo el día y toda la noche, está aprendiendo. Una mente que está aprendiendo jamás formula esa pregunta. Entonces esa pregunta no viene al caso. Si estoy aprendiendo, estoy aprendiendo todo el tiempo.

   … No comprendéis ni el presente ni el porvenir porque vuestra mente y corazón están atados por tradiciones y creencias, por los sagrados libros del pasado, por las densas sombras de los templos, por el recuerdo de los dioses. El tiempo, tal como el hombre lo comprende, os separa de vuestra meta. Por lo tanto, para emular el tiempo, debéis vivir ahora de tal modo que dominéis el futuro y lo convirtáis en presente.

   … En la meditación tenemos que descubrir también si hay algo o si no hay nada que sea eterno, intemporal. Lo cual implica: ¿puede la mente que ha sido cultivada en el área del tiempo, puede esa mente descubrir, ver o dar con esa cosa que existe de lo eterno a lo eterno? O sea, ¿puede la mente existir sin tiempo? Si bien el tiempo es necesario para ir de aquí hacia allá y todo lo demás, ¿puede esa mente, esa misma mente que opera en el tiempo yendo de aquí hacia allá, no psicológicamente sino físicamente, puede esa mente existir sin tiempo? Es decir, ¿puede la mente vivir sin el pasado, sin el presente, sin el futuro? ¿Puede la mente vivir en la nada absoluta? No se asusten de esa palabra. A causa de que la mente está vacía, tiene un espacio inmenso. ¿Han observado alguna vez su propia mente para ver si tienen allí algún espacio? Simplemente espacio, ustedes saben, un poco de espacio. ¿O todo está atestado? Atestado por sus preocupaciones, por su sexo o su falta de sexo, por sus ansiedades, sus pequeñeces..., atestado. ¿Cómo puede una mente semejante comprender o hallarse en ese estado del ser o tener ese espacio inmenso?

   La base de la meditación es la comprensión del pensamiento y del placer, con la moralidad de estos, y la disciplina que conforta. La dicha de la meditación radica fuera del tiempo y de la duración; está más allá de ambos y, por tanto, es inconmensurable. Su éxtasis no está en el ojo del espectador, ni es una experiencia del pensador. El pensamiento no puede tocarla con sus palabras y símbolos, ni con la confusión que él engendra; no es una palabra que pueda arraigar en el pensamiento y ser moldeada por él. Esta dicha emana del completo silencio.”

    J. Krishnamurti