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NO TIENE SENTIDO QUE NOS CUBRAMOS MERAMENTE DE POSESIONES, DE PODER Y POSICIÓN, PORQUE SEGUIREMOS SIENDO INFELICES

   

   “… Deseamos el éxito, que se nos respete, que se nos ame, que se nos estime, queremos tener poder, queremos ser poetas, santos, oradores famosos, primeros ministros, presidentes. ¿Por qué? ¿Lo han examinado alguna vez? ¿Por qué queremos todo esto? No es que debamos estar satisfechos con lo que somos, no quiero decir eso. Sería torpe, tonto. ¿Pero por qué este anhelo constante de más, y más y más? El anhelo indica que estamos insatisfechos, descontentos, pero, ¿con qué? ¿Con lo que somos? Soy esto, no me gusta y quiero ser eso otro. Pienso que me veré mucho más hermoso con una nueva chaqueta o que me veré más bella con un nuevo sari, de modo que lo deseo. Esto significa que estoy insatisfecho con lo que soy, y pienso que puedo escapar de mi descontento adquiriendo más ropa, más poder, etc. Pero la insatisfacción sigue ahí, ¿verdad? Sólo la he tapado con ropas, con poder, con automóviles. Tenemos pues, que comprender lo que somos. No tiene sentido que nos cubramos meramente de posesiones, de poder y posición, porque seguiremos siendo infelices.

   … Nuestra educación desde la infancia se ha estructurado alrededor de esta idea, de llegar a ser alguien, de alcanzar éxito, y muy pocos de nosotros hemos aprendido jamás a amar lo que estamos haciendo. Ya sabéis, cuando amáis lo que estáis haciendo trabajáis sin motivo, sin el impulso a tener éxito. Cuando amáis a alguien, no pensáis qué vais a conseguir de esa persona. No amáis a esa persona porque él o ella os dé dinero, o posición, o alguna otra forma de satisfacción. Simplemente amáis, si es que existe tal amor. Ahora bien, si yo amo realmente lo que estoy haciendo, no hay ambición. Entonces nunca me comparo con otro, nunca digo que algún otro lo está haciendo mejor o peor que yo. Amo mi trabajo, y por lo tanto mi mente, mi corazón, todo mi ser está en él. Pero no estamos educados de esa manera.

   … Vemos pues, al hombre como un prisionero, encerrado dentro de las murallas de su propia creación, de su propia hechura; dentro de estos encierros, de estas murallas del medio en que vive, dentro de la limitación de sus ideas, ambiciones y aspiraciones, trata de funcionar, a veces exitosamente y a veces en medio de una lucha espantosa. Y al hombre que tiene éxito en obtener comodidades en la prisión lo llamamos triunfador, mientras que al que sucumbe en la prisión lo llamamos un fracasado. Pero tanto el éxito como el fracaso se encuentran dentro de los muros de la prisión. Cuando miramos el mundo de ese modo, vemos al hombre en esa limitación, en ese encierro. Y, ¿qué es ese hombre, ¿qué es esa individualidad? ¿Qué es su medio y qué son sus acciones?

   …Todavía trata usted con los resultados. Yo quiero atacar el problema de la mente misma. Tal vez las analogías sean aburridas. La semilla de un roble no puede transformarse en un pino. Usted dice: «no sé qué clase de semilla soy, pero deseo convertirme en pino, o en fresno, o en roble». Nosotros no conocemos la semilla o el estado de la mente en sí, pero nos preocupa lo que ella debería ser.

   Experimentemos la cosa antes que verbalizarla. Nosotros competimos, adoramos el éxito porque sentimos que, si no compitiéramos, nos estancaríamos. Esa es una respuesta meramente especulativa, no es un hecho real. Usted no sabe qué es lo que ocurriría. Cuando ve lo que usted es, sea ello lo que fuere, entonces comienza a aprender. El agua es agua en todas las circunstancias, sea que esté en el río o en una simple copa. Actualmente no tenemos base desde la cual aprender. Lo que hacemos es meramente añadir. A este proceso aditivo lo llamamos aprender. Eso no es aprender.

   … Es obvio que la mente se aferra a la autoridad porque le da miedo la incertidumbre y la inseguridad, le da miedo lo desconocido, lo que pueda pasar mañana. Pero, ¿podemos ustedes y yo vivir sin la más mínima autoridad, autoridad en el sentido de dominación, aserción, dogmatismo, agresividad, querer tener éxito, querer ser famoso, querer ser alguien? ¿Podemos vivir en este mundo, ir a la oficina, etc., en un estado de completa humildad? Es algo muy difícil de descubrir, ¿verdad? Aunque yo creo que solo en dicho estado de completa humildad, que es el estado de una mente que está siempre dispuesta a no saber, puede uno aprender. De lo contrario, siempre se estaría acumulando y, por tanto, dejando de aprender.

   … La meditación no es la simple vivencia de algo que está más allá del pensamiento y las emociones cotidianas, ni es la búsqueda de fantasías y deleites. Una mente mediocre, inmadura y miserable, puede tener, y de hecho tiene visiones cuando la conciencia se desborda, así como experiencias que luego reconoce según su propio condicionamiento. Esa inmadurez puede perfectamente lograr éxitos en este mundo, conseguir fama y notoriedad. De igual forma, los gurús que acostumbramos a seguir tienen esa misma habilidad y condición. Pero la meditación no tiene nada que ver con estas personas o esta inmadurez; no es posible buscarla, porque el buscador encuentra lo que quiere, y la satisfacción que obtiene de ello es la base de sus propios temores.

   … Investiguen, señoras y señores. ¿Es el amor deseo? ¿Es el amor algo que uno recuerda? ¿Es una imagen que uno ha creado de la otra persona y ama esa imagen? ¿Es eso amor? ¿Puede haber amor si hay conflicto, ambición, la necesidad de éxito? Por favor, investiguen todo esto, mírenlo en sus propias vidas. Conocemos el amor a la naturaleza, a los libros, el amor a la poesía, el amor a esto o aquello, pero estamos hablando de lo psicológico, que es mucho más importante, porque eso distorsiona nuestras vidas, y por tanto distorsiona nuestras actividades y nuestras acciones. Y sin amor no hay nada.

   … Existe entonces una posibilidad de tener una experiencia directa de la realidad, que es lo único que disolverá todos nuestros problemas, pues no los disolverán nuestros astutos esfuerzos, nuestro gran intelecto, nuestro profundo y amplio saber.”

    J. Krishnamurti 

            Audiotexto:

           


CUANDO SEAMOS CONOCEDORES DE NUESTRAS ESCAPATORIAS, SÓLO ENTONCES PODREMOS CONOCER NUESTRO CONDICIONAMIENTO

    

   “… ¿Cómo va uno a darse cuenta de su propio condicionamiento? Solamente es posible mediante la comprensión de otro proceso, el del apego. Si podemos comprender por qué estamos apegados, entonces acaso podamos darnos cuenta de nuestro condicionamiento.

   … Trate simplemente de darse cuenta de su condicionamiento. Solo lo podrá conocer indirectamente, en relación con otra cosa. No puede percibir su condicionamiento como una abstracción, porque entonces será meramente verbal, sin mucho sentido. Solo percibimos el conflicto. El conflicto existe cuando no hay integración entre el reto y la respuesta. Este conflicto es el resultado de nuestro condicionamiento. El condicionamiento es apego, apego al trabajo, a la tradición, a la propiedad, a las personas, a las ideas y a todo lo demás. Si no hubiera apego, ¿habría condicionamiento? Desde luego que no. Entonces, ¿por qué estamos apegados? Estoy apegado a mi país porque, mediante la identificación con él, consigo ser alguien. Me identifico con mi trabajo, y el trabajo se vuelve importante. Yo soy mi familia, mi propiedad, estoy apegado a ellas. El objeto al que me apego me proporciona el medio de evadirme de mi propia vacuidad. El apego es evasión y es la evasión lo que fortalece el condicionamiento. Si estoy apegado a usted es porque usted se ha convertido en el medio de escaparme de mí mismo, por eso es usted muy importante para mí y yo tengo que poseerlo, aferrarme a usted. Usted se convierte en el factor condicionante, y la evasión es el condicionamiento. Si podemos darnos cuenta de nuestras evasiones, entonces podremos percibir los factores, las influencias que contribuyen al condicionamiento.

   … El apego al trabajo es su forma de evasión. Hay evasiones a todos los niveles de nuestro ser. Usted se evade por medio del trabajo y otros lo hacen mediante la bebida, las ceremonias religiosas, el conocimiento, Dios, y la adicción a las diversiones. Todas las evasiones son iguales. No hay evasiones superiores o inferiores. Dios y la bebida están al mismo nivel, mientras sean formas de evadirnos de lo que somos. Cuando seamos conocedores de nuestras escapatorias, solo entonces podremos conocer nuestro condicionamiento.

   … Sin posesiones, el ‘yo’ no existe; el ‘yo’ es la posesión, los muebles, la virtud, el nombre. En su miedo a no ser, la mente se apega al nombre, a los muebles, al mérito; y abandonará estas cosas con el fin de alcanzar un nivel superior, siendo eso superior lo más gratificante, lo más permanente. El miedo a la incertidumbre, a no ser, contribuye al apego, a la posesión. Cuando la posesión es insatisfactoria o penosa, renunciamos a ella por un apego más placentero. La máxima posesión satisfactoria es la palabra Dios, o su sustituto, el Estado.

   … Asumo que usted está interesado en los apegos psicológicos internos. Mientras más apegado está uno, mayor es la dependencia. El apego no es solo a personas, sino también a cosas y a ideas; uno se apega a un ambiente en particular, a un país concreto, etc., y de ahí surge la dependencia y, en consecuencia, la resistencia.

   … Cualquier usurpación de mis posesiones conduce a la violencia, sea de forma legal o psicológica, de manera que el apego es violencia, resistencia, aislamiento, el aislamiento de uno mismo y del objeto al que estamos apegados. El apego significa «esto es mío y no suyo, no se acerque». Esa relación es resistencia contra otros. El mundo entero está dividido entre lo mío y lo suyo, mi opinión, mi conclusión, mi consejo, mi Dios, mi país y una infinidad de tonterías similares. Viendo cómo todo eso sucede, no de forma abstracta, sino como un hecho en la vida diaria, nos preguntamos por qué existe ese apego a personas, a cosas e ideas, por qué dependemos. Toda persona está relacionada y toda relación se basa en esa dependencia, con su violencia, resistencia y dominación. Hemos convertido el mundo entero en eso, y donde hay posesión tiene que haber opresión. Aunque nos encontremos con algo bello y surja el amor, de inmediato lo convertimos en apego y comienza toda esa desdicha, mientras el amor se esfuma por la ventana; entonces es cuando nos preguntamos: ¿qué ha sucedido con nuestro gran amor? Esto es exactamente lo que ocurre en nuestra vida diaria, y al ver todo esto preguntamos ahora: ¿por qué el hombre siempre se apega, no solo a lo que es agradable, sino también a toda forma de ilusión y a tantas fantasías estúpidas? La libertad no es un estado de no dependencia, es un estado positivo en el cual no hay ninguna dependencia. La libertad no es un resultado, no tiene causa. Debemos comprender esto de forma muy clara antes de que podamos investigar la cuestión de por qué el hombre depende, o cae en la trampa del apego con todas sus desdichas. Porque al estar apegados tratamos de cultivar un estado de no dependencia, que es otra forma de resistencia.

   … Uno vive lo que llamamos una vida individual, preocupado por sí mismo y por sus problemas particulares. Esos problemas nunca terminan, todo lo contrario, aumentan. Así es como uno vive. He crecido, he sido educado y condicionado a esa clase de vida. Llega usted como amigo, le agrado o siente afecto por mí, y me dice: «mire, su conciencia no es suya, sufre como cualquier otra persona». Al escuchar eso, no rechazo lo que me dice porque es sensato, cuerdo, y veo que eso que me dice, tal vez, puede generar paz en el mundo. De modo que me pregunto: «ahora mismo, ¿puedo liberarme del miedo?». Veo que soy completamente responsable de toda la conciencia. Veo que, si investigo el miedo, estoy ayudando a la totalidad de la conciencia a reducir el miedo. Entonces la muerte tiene un significado muy diferente. He dejado de tener fantasías, de que voy a sentarme cerca de Dios, o de que iré al cielo a través de alguna nebulosa peculiar. Vivo una vida que no es mía particular. Vivo una vida que pertenece a toda la humanidad, y si comprendo la muerte, si comprendo el dolor, estoy limpiando toda la conciencia humana. Por eso es tan importante comprender el significado de la muerte, y descubrir que la muerte tiene una enorme importancia, una gran relación con el amor, porque donde usted pone fin a algo, ahí está el amor. Cuando pone un fin definitivo al apego, entonces hay amor.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           


SIEMPRE ANDÁIS EN BUSCA DE RESPUESTAS EXTERNAS, PERO SOLO CUANDO ESA CONFUSIÓN SE DISIPE CONOCERÉIS LA SIGNIFICACIÓN DE LA EXISTENCIA

   

   “… ¿Cuál es el objeto de la vida? Descubrid la verdad al respecto y no os detengáis hasta descubrirla, porque, al parecer, “lo que es el objeto de la vida” os interesa. ¿Cómo lo descubrirás y quién te lo mostrará? ¿Puedes descubrirlo leyendo? Si tú lees un autor podrá darte un método y otro autor podrá ofrecerte un método diferente. Si acudes a un hombre que sufre él te dirá que el objeto de la vida es ser feliz, porque él mismo está sufriendo; el objeto de la vida para él es ser feliz. Si te diriges a un hombre, a una persona que padece hambre, que durante años no ha tenido una comida completa su objeto en la vida es llenarse el estómago. Si hablas con uno de los políticos su meta es llegar a ser uno de los dirigentes, de los gobernantes del mundo. Si le preguntas a una mujer ella te dirá: mi objeto es tener un bebé. Si acudes a un “sanyasi” (santo), su meta es encontrar a Dios. El deseo general, el objeto que la gente persigue, es hallar algo que sea un gran consuelo, es hallar alguna seguridad, algo que los ponga en salvo para no tener temor, ni ansiedad, ni dudas, ni preguntas que hacer. La gente quiere algo permanente a que pueda aferrarse. ¿No es así? De suerte que, en general, el objeto de la vida es para el hombre alguna clase de esperanza, de seguridad, de permanencia. Tú no puedes decir: ¿y eso es todo? Eso es lo que ocurre, debes en primer término enterarte de eso.

   Acerca de todo eso debes inquirir, lo cual significa que debes interrogarte a ti mismo. El objeto general de la vida es consubstancial contigo mismo, porque tú formas parte de la vida total, tú deseas seguridad, permanencia, felicidad, quieres algo a qué aferrarte. Ahora bien, para hallar algo que esté más allá, alguna verdad que no pertenezca a la mente ni a las ilusiones de la mente, todo esto debe terminar; es decir, debes comprender todo esto y dejarlo de lado. Sólo entonces descubrirás lo que es real y si hay una meta. Pero el estipular que tiene que haber una meta, el creer que la hay, es simplemente otra ilusión. Si, en cambio, tú puedes inquirir acerca de todos los conflictos, las luchas, las penas, las vanidades, las ambiciones, los temores y las esperanzas, y pasar a través de ellos, ir más allá y por encima de ellos, entonces descubrirás.

   … ¿Estás realmente interesado en ello? ¿Qué entiendes tú por “creación”? ¿Qué objeto tiene el vivir? ¿Qué entendemos por “vivir”? ¿Qué objeto tiene tu existencia, con qué fin lees, estudias, pasas exámenes? ¿Qué objeto tiene la relación de padres, esposa, hijos? ¿Qué es la vida? ¿Es eso lo que quieres significar? ¿Qué objeto tiene la creación? ¿Cuándo hacéis esa pregunta? Cuando no veis claramente, cuando estáis confusos, cuando estáis en la oscuridad, cuando estáis ciegos, cuando no sabéis ni sentís esto por vosotros mismos; entonces queréis saber cuál es el objeto de la existencia. Cuando en vosotros no hay claridad interna, cuando hay desdicha, entonces preguntáis: ¿qué objeto tiene la vida?

   Hay mucha gente que te dirá qué objeto tiene la vida; te dirán lo que dicen los libros sagrados. Gente lista continuará inventándole objeto a la vida. Para la agrupación política tendrá ella un objeto, para el grupo religioso tendrá otro, y así sucesivamente. ¿Cuál es pues, el objeto de la vida cuando tú mismo estás confuso? Cuando estoy confuso pregunto “¿qué objeto tiene la vida?”, porque a través de esa confusión espero hallar una respuesta. ¿Cómo puedo hallar una verdadera respuesta estando yo confuso? ¿Comprendes? Si estoy confuso sólo puedo recibir una respuesta también confusa. Si mi mente está confusa, si mi mente está perturbada, si mi mente no es bella ni está serena, cualquier respuesta que yo reciba lo será a través de ese tamiz de confusión, ansiedad y temor; por lo tanto, la respuesta estará pervertida. Lo importante pues, no es preguntar: ¿qué objeto tiene la vida, la existencia?, sino disipar la confusión que hay dentro de ti. Es como un hombre ciego que pregunta: ¿qué es la luz? Si yo le digo qué es la luz él escuchará de acuerdo a su ceguera, a su propia oscuridad. Pero supongamos que él pueda ver; nunca, entonces, hará la pregunta ¿qué es la luz? Ella está ahí.

   Similarmente, si puedes aclarar la confusión dentro de ti mismo encontrarás qué objeto tiene la vida, no necesitarás preguntar por ese objeto ni buscarlo; todo lo que tendrás que hacer es verte libre de las causas que traen confusión. Las causas de confusión son muy claras, ellas están en el “mí”, en el “yo”, que constantemente quiere expandirse mediante la envidia, los celos, el odio, la imitación; y los síntomas son los celos, la envidia, la codicia, el miedo, el querer imitar, etc. Mientras internamente sea así habrá confusión. Siempre andáis en busca de respuestas externas, pero solo cuando esa confusión se disipe conoceréis la significación de la existencia.

   … Para la realización de la propia felicidad y también de lo sublime, es necesario no ser impulsado por el deseo, no estar preso en su agitación y confusión. Para tener el deseo bajo control, es esencial alguna forma de sujeción. En vez de ir a la procura de las cosas triviales de la vida, ese mismo deseo puede ir en busca de lo sublime.

   Usted puede cambiar el objeto del deseo, de una casa al conocimiento, de lo bajo a lo más alto, pero sigue siendo la actividad del deseo, ¿verdad? Puede que uno no quiera reconocimiento mundano, pero el anhelo de alcanzar el cielo sigue siendo la búsqueda de la ganancia. El deseo está siempre buscando realización, logro, y es este movimiento del deseo lo que ha de ser comprendido y no rechazado o sometido. Sin comprender las modalidades del deseo, el mero control del pensamiento tiene poca importancia. Pero debo volver al punto de partida. Incluso para comprender el deseo se necesita concentración, y ahí está toda mi dificultad. Me resulta imposible controlar mis pensamientos. Se extravían por todas partes, atropellándose unos a otros. No hay un solo pensamiento que sea dominante y continuo entre todos los pensamientos irrelevantes.

   … Para alcanzar la liberación, nada es necesario. No es posible alcanzarla negociando, a través del sacrificio o de la eliminación, ni es algo que se pueda comprar. Si hacemos alguna de estas cosas obtendremos un objeto de mercado, y por lo tanto no verdadero.” 

    J. Krishnamurti

            Audiotexto: