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CONOCERSE A SÍ MISMO ES ESTUDIARSE EN ACCIÓN, EN LA CONVIVENCIA

   “… Yo hablo a individuos, no a organizaciones o grupos de individuos. Hablo a cada uno de ustedes como individuo, no a un conjunto de personas que sostienen ciertas creencias. Si mi plática ha de tener algún valor para ustedes, traten de pensar por sí mismos, no con la conciencia grupal. No piensen en los términos con los cuales ya se han comprometido, porque son meramente formas sutiles de consuelo. Dicen: “yo pertenezco a tal sociedad, a tal grupo. He hecho ciertas promesas a ese grupo y he aceptado de él ciertos beneficios. ¿Cómo puedo pensar aparte de estas condiciones y promesas? ¿qué debo hacer?” Yo digo: No piensen en términos de compromisos, porque estos les impiden pensar creativamente. Donde hay mera aceptación no puede haber un pensar libre, fluido y creativo; sólo este pensar es inteligencia suprema, felicidad. El así llamado conocimiento al que rendimos culto, por el cual, a fin de obtenerlo, nos esforzamos leyendo libros, impide el pensamiento creativo.

    Pero porque yo diga que tal conocimiento y tal lectura impiden el pensar creativo, no se vuelvan inmediatamente a lo opuesto. No pregunten: ¿no debo leer en absoluto? Hablo de estas cosas porque quiero mostrarles su significado intrínseco, no quiero instarles a que hagan lo opuesto.

   Ahora bien, si la actitud de ustedes es de aceptación, viven con el temor al juicio crítico, y cuando surge la duda, como debe surgir, la destruyen esmerada y diligentemente. Sin embargo, es sólo mediante la duda, mediante el juicio crítico, que pueden llegar a la plena realización; y el propósito de la vida, como lo explicaré enseguida, es esa realización plena, no el acumular, el lograr cosas. La vida es un proceso de búsqueda, búsqueda no de un objetivo particular, sino de liberar la energía creativa, la inteligencia creativa en el hombre; es un proceso de movimiento eterno, no limitado por creencias, por conjuntos de ideas, por dogmas o por el así llamado conocimiento.

   Por lo tanto, cuando hablo de juicio crítico, tengan la bondad de no ser prosélitos. Yo no pertenezco a sus sociedades, no sostengo opiniones e ideales. Estamos aquí para examinar, no para tomar partido. Por consiguiente, tengan la bondad de seguir imparcialmente lo que diga, y tomen partido, si es que deben hacerlo, después de que hayan concluido estas pláticas. El hecho de pertenecer a un grupo determinado les da un sentimiento de bienestar, de seguridad. Piensan que, porque muchos de ustedes sostienen ciertas ideas o principios, por eso crecerán internamente. Pero por ahora traten de no tomar partido. Traten de no estar influidos por el grupo al que hoy pertenecen y traten también de no tomar partido por mí. Todo lo que tienen que hacer durante estas pláticas es examinar, ser críticos, dudar, descubrir, investigar, profundizar en los problemas que tienen ante sí.

   … Antes pues, de que podamos descubrir cuál es el propósito final de la vida, qué significa todo esto: las guerras, los antagonismos nacionales, los conflictos, toda esa baraúnda, debemos ciertamente empezar por nosotros mismos, ¿verdad? Ello suena tan sencillo, pero es extremadamente difícil. Para seguirse uno mismo, para ver cómo opera el propio pensamiento, hay que estar extraordinariamente alerta. Así, a medida que uno empieza a estar cada vez más alerta ante los enredos del propio pensar, ante las propias respuestas y los propios sentimientos, empieza uno a ser más consciente, no sólo de sí mismo sino de las personas con las que está en relación.

   Conocerse a sí mismo es estudiarse en acción, en la convivencia. Mas la dificultad está en que somos muy impacientes; queremos seguir adelante, queremos alcanzar una meta. Y a causa de ello no tenemos tiempo ni ocasión de brindarnos a nosotros mismos una oportunidad de estudiar, de observar. O nos hemos comprometido en diversas actividades: ganarnos el sustento, criar niños, o hemos asumido ciertas responsabilidades en diversas organizaciones. Tanto nos hemos comprometido de distintas maneras, que casi no tenemos tiempo para reflexionar sobre nosotros mismos, para observar, para estudiar. De tal modo, la responsabilidad de la reacción depende en realidad de uno mismo, no de los demás. Y el seguir, como se hace en el mundo entero, a los “guías espirituales” y sus sistemas, el leer los últimos libros sobre esto o aquello, etc., paréceme de una total vacuidad, absolutamente vano. Podréis, en efecto, recorrer la tierra entera, pero tendréis que volver a vosotros mismos.

   Y como casi todos somos totalmente inconscientes de nosotros mismos, es en extremo difícil empezar a ver claramente el proceso de nuestro pensar, sentir y actuar.

   Cuanto más os conocéis a vosotros mismos, más claridad existe. El conocimiento propio no tiene fin, no alcanzáis una realización, no llegáis a una conclusión. Es un río sin fin. Y a medida que se lo estudia, que en él se ahonda de más en más, encuéntrase la paz. Sólo cuando la mente está tranquila mediante el conocimiento propio, no mediante una autodisciplina impuesta, sólo entonces, en esa quietud, en ese silencio, puede advenir la realidad. Es sólo entonces cuando puede existir la beatitud, cuando puede haber acción creadora.

   Y a mí me parece que, sin esa comprensión, sin esa experiencia, el mero hecho de leer libros, de asistir a conferencias, de hacer propaganda, es del todo infantil, es simplemente una actividad carente de significado. Empero, si uno logra comprenderse a sí mismo, y con ello producir esa vivencia de algo que no es de la mente, entonces, tal vez, puede haber una transformación inmediata en la convivencia alrededor nuestro y, por lo tanto, en el mundo en que vivimos. 

  … La gente no quiere dar paso alguno. Están acostumbrados a esta organización externa y descuidan por completo lo que ocurre internamente. Cuando comprendo que el mundo es lo que yo soy y que yo soy el mundo, entonces mi acción no es separativa, no se trata del individuo opuesto a la comunidad, ni de la importancia del individuo y su salvación. Cuando se comprende que el mundo es uno y que uno es el mundo, entonces cualquier acción, cualquier cambio que tenga lugar, cambiará la totalidad de la conciencia humana.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           


DONDE HAY MIEDO ES OBVIO QUE NO HAY LIBERTAD, Y SIN LIBERTAD NO HAY AMOR

   “… Me gustaría hablar acerca de algo con lo cual es posible que algunos de ustedes no estén muy familiarizados; es la cuestión de vaciar del miedo a la mente. Quisiera investigar esto bastante a fondo, pero no con demasiados detalles, porque los detalles puede aportarlos cada uno por su cuenta. ¿Es posible para la mente vaciarse por completo del miedo? El miedo, de cualquier clase que sea, engendra ilusión, embota la mente, la torna superficial. Donde hay miedo es obvio que no hay libertad, y sin libertad no hay amor. Y casi todos experimentamos alguna forma de miedo, miedo a la oscuridad, a la opinión pública, a las serpientes, al dolor físico; miedo a la vejez, a la muerte. Tenemos, literalmente, muchísimos miedos. ¿Es posible, entonces, estar totalmente libres del miedo?

   … Así que tenemos toda esa cuestión del miedo, y una vida que se vive con miedo es una vida en las tinieblas, una vida horrible. La mayoría de nosotros tenemos diferentes miedos, ¿puede la mente estar por completo libre del miedo? Nadie quiere liberarse del placer, pero todos queremos liberarnos del miedo porque no vemos que ambos van juntos, son las dos caras de la misma moneda que el pensamiento alimenta; por eso es tan importante comprender el pensamiento. Como saben, existen diferentes clases de miedos, miedo a la muerte, a la vida, a la oscuridad, al vecino, a nosotros mismos, a perder el empleo, y todos los miedos inconscientes que se esconden en las profundas interioridades de la propia mente; y al sentirnos inseguros buscamos seguridad, pero ¿es posible que la mente esté por completo libre del miedo, de manera que, al estar libre disfrute de la vida, no para perseguir el placer, sino para gozar de la vida? Mientras haya miedo no es posible gozar de la vida.

   … Cuando usted, a causa del miedo cree en una cosa, y cuando otro a causa de su miedo cree en otra distinta, el dios de él y el suyo, el país de él y su país, él es indio, usted es pakistaní; eso es desorden. De modo que sus creencias, sus religiones e ideologías, sus comunidades, sus familias, han creado este desorden; sólo mírenlo. En este desorden tratamos de producir orden.

   … De modo que, mirando el temor y dejándolo en libertad, termina el temor. Uno espera ver la verdad escuchando todo esto en esta mañana, escuchando, otorgando auténtica atención, no a las palabras o a los razonamientos, no a su secuencia lógica o ilógica, etc., sino escuchando efectivamente. Y si usted ve la verdad de esto, de lo que se está diciendo, al salir de este edificio estará libre del temor.

   Ya saben, este mundo está tiranizado por el miedo, y este es uno de los más monstruosos problemas que tiene cada uno de nosotros. Miedo de ser descubierto, miedo de arriesgarse, miedo de que se repita lo que dijo usted hace años, y está usted nervioso y miente. Tiene que conocer la extraordinaria naturaleza del temor, y saber que cuando vive uno en el temor vive en tinieblas. Es una cosa terrible. Lo percibe uno, pero no sabe qué hacer con él; con el miedo a la vida, el miedo a la muerte, el miedo a los sueños.

   … Si sólo pudiéramos mirar dentro de nosotros mismos. Muchos de nosotros, por desgracia, no parecemos dispuestos a hacerlo. Queremos hallar algo extraordinariamente bello, algo noble, pero sin querer admitir ‘lo que es’, lo real, conocido consciente o inconscientemente, aunque la mayoría de nosotros no lo sabemos. Tenemos tanto miedo de ir más allá de esto ‘conocido’. Para ir más allá, tenemos que examinarlo, tenemos que estar en completa intimidad y familiarizarnos con ello, comprender su estructura y naturaleza. La mente no puede trascender los hechos de lo conocido si no los ha comprendido y vivido totalmente, por completo, en íntimo contacto con los movimientos del pensamiento y del sentimiento, con la brutalidad, con los instintos animales. Sólo entonces puede uno ir más allá y encontrar algo que puede llamarse la verdad, y una belleza que no está separada del amor; un estado, una dimensión diferente, donde hay un movimiento siempre nuevo, fresco, joven, decisivo.

   … El dolor físico es una respuesta nerviosa, pero el dolor psicológico surge cuando me aferro a cosas que me dan satisfacción, porque entonces tengo miedo de que alguien o algo pueda quitármelas. Las acumulaciones mentales evitan el dolor psicológico en tanto permanecen inalteradas; es decir, soy un haz de acumulaciones, experiencias, que previenen cualquier forma seria de perturbación, y yo no quiero que me perturben. Por lo tanto, temo que alguien pueda alterar algo de eso. Así que mi miedo es a lo conocido; siento temor por las acumulaciones, físicas o psicológicas, que he reunido como medios para evitar el dolor o prevenir el pesar. Pero el pesar está en el proceso mismo de acumular para impedir el dolor psicológico. El conocimiento también ayuda a prevenir este dolor. Tal como el conocimiento médico previene el dolor físico, así las creencias ayudan a evitar el dolor psicológico; por eso tengo miedo de perder mis creencias, aunque no tenga un conocimiento perfecto o pruebas concretas de la realidad de tales creencias. Puede que rechace algunas de las creencias tradicionales que me han impuesto, porque mi propia experiencia me da fuerza, confianza, entendimiento; pero tales creencias y el conocimiento que he adquirido son básicamente la misma cosa, un medio de evitar el dolor.

   … Después de todo, el hombre ha abordado durante siglos este problema del temor y no estamos libres de él. Y las formas extremas del miedo llevan a diversas formas de neurosis, etc. Ahora la cuestión es: ¿podemos, vosotros y yo, viendo todo esto, quedar enteramente libres del miedo, en el instante, no hipnotizándonos y diciendo: ‘ahora estoy libre de temor’? Porque esto sería simplemente tonto. El ver la totalidad del miedo significa esencialmente, ¿no es cierto?, un estado de ‘no ser’.

   … El miedo es tanto innato como adquirido, se relaciona con el pasado y, para liberar del miedo al pensamiento-sentimiento, el pasado debe ser comprendido a través del presente.

   … El miedo surge en el proceso de huir de lo que es. Solo la mente que en su interior está libre de miedo puede conocer la bendición de la realidad, y la mente puede estar libre de miedo solo cuando no hay dependencia alguna.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:


           

A FIN DE OBSERVARSE, LA MENTE DEBE AMINORAR SU RITMO

   “… Todas las cosas surgen a la existencia gracias al proceso de la energía, la cual es única para cada individuo. Ustedes y yo somos los resultados de esa energía que, en el curso de su desarrollo, crea esos prejuicios, tendencias y anhelos que hacen algo único de cada individuo. Ahora bien, este proceso que no tiene comienzo, en su movimiento, en su acción, se convierte en conciencia mediante la sensación, la percepción y el discernimiento. Esta conciencia es perceptible a los sentidos como individualidad. Su acción nace de la ignorancia, que es fricción. Esta energía, única para cada individuo, no es algo que deba ser glorificado.

   Tenemos que darnos cuenta de este proceso por el que la ignorancia se perpetúa como conciencia perceptible a los sentidos en la forma de individualidad, de modo tal que ello se vuelva un hecho para nosotros y deje de ser una teoría. Sólo entonces habrá un cambio fundamental de valores; este cambio es lo único que producirá una relación verdadera del individuo con su medio, con la sociedad. Si somos capaces de discernir este proceso de la ignorancia, el cual no tiene comienzo, y de comprender también que puede ponérsele fin mediante la cesación de su propia actividad volitiva, percibiremos que somos enteramente los dueños de nuestro destino, confiados por completo en nosotros mismos y sin depender de las circunstancias o de la fe para nuestra conducta y nuestra relación.

    Para dar origen a este cambio profundo de valores y establecer la relación correcta del individuo con la sociedad, el individuo, que es uno mismo, debe liberarse conscientemente del enfoque mecanicista de la vida, con sus numerosas implicaciones y sus estructuras de ajuste superficial. Uno también debe liberarse de los impedimentos que genera la fe, con sus temores, creencias y doctrinas.

   … El descubrimiento que radica en el conocimiento propio es una tarea ardua, porque el comienzo y el final se encuentran en nosotros. Buscar la felicidad, el amor, la esperanza, fuera de nosotros mismos, nos conduce a la ilusión, al dolor; para encontrar la felicidad, la paz, la alegría interna, es esencial que uno se conozca a sí mismo. Somos esclavos de las presiones y exigencias inmediatas del mundo, todo eso nos arrastra y en eso disipamos nuestras energías y, por consiguiente, tenemos poco tiempo para estudiarnos a nosotros mismos. El conocer profundamente nuestros motivos, nuestros deseos de lograr cosas, de llegar a ser, exige un estado constante de percepción interna. Sin comprendernos a nosotros mismos, los planes superficiales de reformas sociales y económicas, por necesarios y beneficiosos que sean no producirán unidad en el mundo, sino sólo mayor confusión y desdicha.

   … El estudio de uno mismo es extremadamente difícil, porque uno es muy complejo. Usted debe tener una paciencia inmensa, no una apática aceptación de las cosas, sino una capacidad alerta y pasiva para la observación y el estudio. Es muy difícil objetivar y estudiar lo que uno es subjetivamente, internamente. Casi todos nos encontramos en medio de un torbellino de actividades, confundidos y errantes en lo interno, desgarrados por múltiples deseos, negando y afirmando.

   ¿Cómo puede ser estudiada y comprendida esta máquina enormemente compleja? Una máquina que se está moviendo muy rápidamente, girando a una enorme velocidad, no puede ser estudiada en detalle. Sólo cuando es posible disminuir su velocidad puede uno empezar a estudiarla. Si uno puede disminuir la velocidad de su pensamiento-sentimiento, sólo entonces es capaz de observarlo, así como en una película puede estudiar el movimiento de un caballo mientras corre o salta una valla. Si detenemos la máquina no podemos comprenderla, porque entonces tan sólo se convierte en una cosa muerta; y si anda demasiado rápido no podemos seguir su movimiento. Para examinarla en detalle, para comprenderla a fondo debe moverse lentamente, girar con suavidad. Exactamente así debe trabajar la mente para que pueda seguir cada movimiento del pensar y del sentir. A fin de observarse sin fricción alguna la mente debe aminorar su ritmo.

   Limitarse a controlar el pensamiento-sentimiento, aplicarle un freno, es desperdiciar la energía indispensable que se requiere para comprenderlo; en tal caso, la mente se interesa más en controlar, dominar, que en considerar a fondo, en percibir y comprender cada pensamiento-sentimiento.

   ¿Ha intentado usted alguna vez examinar de ese modo cada pensamiento-sentimiento? Cuán extremadamente difícil resulta. Porque la mente divaga de un lado a otro, ningún pensamiento, ningún sentimiento, se completan jamás. Revolotean de un tema a otro, como esclavos arreados de acá para allá. Si la mente misma no puede aminorar su ritmo es imposible descubrir la implicación, el significado interno de sus pensamientos y sentimientos. Controlar sus divagaciones es tornarla estrecha y mezquina; entonces, el pensamiento-sentimiento se derrocha en refrenar y restringir, antes que en estudiar, examinar y comprender. La mente tiene que aminorar pues, su propio ritmo. ¿Cómo ha de hacerlo? Si se fuerza para tornarse lenta da origen a la oposición, la cual crea más conflicto y ulteriores complicaciones. Cualquier clase de compulsión anulará su esfuerzo. Es extremadamente difícil estar alerta a cada pensamiento-sentimiento; reconocer lo que es trivial y desasirse de ello, darse cuenta de lo que es significativo y seguirlo de manera penetrante y profunda requiere tenacidad y una concentración amplia y extensa.

   … No sé si usted ha visto una máquina o una dínamo, algo que se mueve a una gran velocidad, lleno de energía. De la misma forma, la mente que está por completo tranquila se encuentra totalmente llena de energía. Y puesto que esa energía carece de nombre no tiene nacionalidad, no hay conflicto. Esa energía es anónima, no es suya ni mía. Y en consecuencia, cuando a tal energía se le permite moverse libremente llega muy lejos, puede ir más allá del tiempo.

   … ¿Por qué, mientras está usted escuchando, no tiene energía para observar? A fin de tener la energía necesaria para observar ha de estar atento, ha de poner su mente y corazón en la observación. ¿Por qué no lo hace?”

    J. Krishnamurti 

            Audiotexto: