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TODA ACCIÓN VERDADERA SÓLO PUEDE SURGIR DEL INDIVIDUO QUE COMPRENDE

 

   “… En cualquier acción creativa, el individuo es quien importa. Estoy hablando al individuo, porque sólo el individuo puede cambiar, no la masa; sólo uno puede transformarse a sí mismo. Por tanto, el individuo es infinitamente importante. Sé que está de moda hablar de grupos, de masa, de raza, como si el individuo no importara en absoluto; pero en cualquier acción creativa, el individuo es quien importa. Toda acción verdadera, toda decisión importante, como la búsqueda de libertad, el investigar lo que es la verdad, sólo puede surgir del individuo que comprende…; si alguno de nosotros es realmente un individuo, en el sentido de que está tratando de comprender el proceso completo de su mente, entonces será una entidad creativa, una persona libre, no condicionada, capaz de buscar la verdad por sí misma y no como un resultado.

   … Mientras uno sea codicioso, envidioso, ambicioso, busque poder, posición y prestigio, la sociedad le apoyará, y uno basará su acción en eso; esa acción se considerará respetable, moral, pero no tiene nada de moral. El poder en cualquiera de sus formas es dañino, ya sea el poder del esposo sobre su esposa, de la esposa sobre su esposo o el poder de los políticos. Cuanto más tiránica, más fanática sea y más fuerza tenga la religión, más dañina será, lo cual es un hecho, un hecho que puede observarse y comprobarse. La sociedad lo aprueba; todos veneran a la persona que tiene poder y actúa con poder. Si uno observa que su propia acción se basa en la ambición de poder, en el deseo de triunfar, de ser alguien en este mundo corrupto, entonces, si afronta ese hecho, actuará de forma completamente diferente; ésa será la verdadera acción, y no la acción que la sociedad impone al individuo. De modo que la moralidad social no es moralidad en absoluto; es inmoral, es otra forma de defendernos a nosotros mismos, y de esa manera destruimos la sociedad de forma gradual.

   El hombre que quiera comprender lo que es la libertad, debe dejar de depender de la sociedad con determinación, no física, sino psicológicamente. Físicamente, uno no puede dejar de depender de la sociedad, porque para cualquier cosa necesita a la sociedad, para conseguir la ropa que lleva, para tener dinero, etc.; en lo externo, no en lo psicológico, uno depende de la sociedad. Sin embargo, no depender psicológicamente de la sociedad significa tener libertad, es decir, estar completamente libre de ambición, envidia, codicia, deseo de poder, de posición y de prestigio.

   … Cualquier clase de conflicto, el conflicto entre naciones, entre distintos grupos sociales, entre individuos, o el conflicto dentro de uno mismo. ¿No es inevitable el conflicto mientras no haya una integración entre el actor y su acción, entre el reto y la respuesta? Nuestro problema es el conflicto, ¿verdad? No un conflicto en particular, sino cualquier conflicto, la lucha entre ideas, entre creencias, entre ideologías, entre opuestos. Si no hubiera conflicto no habría problemas.

   … Sufro. Psicológicamente estoy terriblemente perturbado y tengo una idea al respecto, qué debería hacer, qué no debería hacer, cómo debería cambiarse eso. Esa idea, esa fórmula, ese concepto me impide mirar el hecho de lo que es. La ideación y la fórmula son maneras de escapar de lo que es. Cuando existe un gran peligro, hay acción inmediata. Entonces no tengo una idea al respecto. No formulo una idea y después actúo conforme a esa idea. La mente se ha vuelto perezosa, floja, a causa de una fórmula, la cual le ha proporcionado un medio para escapar de la acción con respecto a lo que es. Viendo por nosotros mismos toda la estructura de lo que se ha dicho, y no porque ello nos haya sido señalado, ¿es posible enfrentarse al hecho, al hecho de que somos violentos, por ejemplo? Somos seres humanos violentos, y hemos elegido la violencia como nuestro estilo de vida, la guerra y todo eso.

El escuchar es, en sí mismo, una acción completa; el puro acto de escuchar trae su propia libertad. Pero, ¿estamos realmente interesados en escuchar, en transformar nuestra confusión interna? Si usted escuchara... en el sentido de estar alerta a sus conflictos y contradicciones, sin forzarlos dentro de ningún patrón particular de pensamiento, tal vez estos conflictos y estas contradicciones podrían cesar por completo. Vea, estamos constantemente tratando de ser esto o aquello, de lograr un estado especial, de capturar una clase de experiencia y de evitar otra, de modo tal que la mente está siempre ocupada con algo, jamás está quieta para escuchar el ruido de sus propias luchas y dificultades. Sea sencillo... y no trate de llegar a ser alguna cosa o de capturar alguna experiencia.

   … Únicamente cuando la mente se comprende totalmente a sí misma, tan profundamente que muere a todo lo conocido y no queda en ella ninguna barrera, sólo entonces la verdad se manifiesta. De manera que la transformación del individuo sólo puede suceder cuando se comprenden por completo los movimientos de la mente, lo cual es meditación. Comprenderse uno mismo es un proceso en el cual no hay condena ni justificación; significa simplemente ver lo que uno es, observando sin juicio, sin interferencia, sin control y sin distorsión. Percibir lo que uno es, sin ninguna valoración, lleva a la mente hacia una extraordinaria profundidad, y sólo en esa profundidad puede haber transformación. Como es lógico, esa acción que surge de una comprensión profunda, nada tiene que ver con la acción de adaptarse.

   … Cuando tenéis una clara conciencia, veis el proceso total de vuestro pensar y de vuestra acción; pero esto puede ocurrir tan sólo cuando no hay condenación alguna. Cuando yo condeno algo, no lo comprendo; y este es un modo de evitar toda comprensión. Creo que la mayoría de nosotros lo hace adrede; condenamos inmediatamente y creemos haber comprendido. Si en vez de condenar algo, lo consideramos, nos damos cuenta de lo que es, entonces el contenido de esa acción, su significado, empieza a revelarse. Experimentad con esto y lo veréis por vosotros mismos. Daos cuenta simplemente, sin sentido alguno de justificación, lo cual podría aparecer más bien negativo, pero no lo es. Por el contrario, tiene la cualidad de la pasividad, que es acción directa. Esto lo descubriréis si lo ponéis a prueba.”

   J. Krishnamurti


DEBE HABER UN CAMBIO FUNDAMENTAL EN NUESTROS PROPIOS VALORES Y EN NUESTRA VISIÓN DE LA VIDA


   “… Vemos cómo la estructura actual de la sociedad en India, en Europa, en América, en cualquier parte del mundo, se está desintegrando rápidamente. También lo vemos en nosotros mismos. Podemos observarlo paseando por la calle. No necesitamos grandes historiadores que nos revelen el hecho de que nuestra sociedad se desintegra; necesitamos nuevos arquitectos y constructores para crear una nueva sociedad. Es preciso levantar una nueva estructura sobre nuevos cimientos, sobre hechos y valores nuevos. Estos arquitectos y constructores aún no existen; no hay nadie que, al observar, al darse cuenta del hecho de que la estructura se desploma, se transforme a sí mismo y se convierta en arquitecto. Ésa es nuestra responsabilidad, ver que la sociedad se derrumba y nosotros, usted y yo, tenemos que ser los arquitectos; tenemos que redescubrir los valores y edificar sobre cimientos más profundos y más sólidos, porque si recurrimos a los arquitectos profesionales, a los constructores políticos y religiosos, seguiremos exactamente igual que siempre. 

   … No podemos ser inteligentes sustituyendo simplemente un gobierno por otro, un partido o grupo por otro, un explotador por otro. Las revoluciones sangrientas no pueden resolver jamás nuestros problemas. Sólo una profunda revolución interna que altere todos nuestros valores puede crear un ambiente diferente, una estructura social inteligente; y tal revolución sólo la podemos hacer usted y yo. Ningún nuevo orden surgirá hasta que individualmente destruyamos nuestras barreras psicológicas y nos liberemos.

   … Lo que es el individuo, eso es la sociedad. Lo que uno es tiene una importancia infinita, y no se trata de un simple eslogan. Si profundizamos de verdad, descubriremos la importancia de nuestras acciones, veremos cómo lo que somos influye en el mundo en el que vivimos, ese mundo de relaciones, por muy pequeño o limitado que sea. Si somos capaces de producir un cambio fundamental, una revolución radical en nosotros, en nuestro interior, entonces podremos crear un mundo diferente, un conjunto de valores distintos. 

   … Para descubrir la mente nueva, no sólo es necesario que comprendamos las respuestas del viejo cerebro, sino que también es indispensable que el viejo cerebro esté quieto. Debe estar activo, pero quieto. ¿Entiende lo que estoy diciendo? Mire, señor, si usted quiere descubrir por sí mismo, de primera mano, no según lo que dice algún otro, si hay una realidad, si existe una cosa como Dios, la palabra Dios no es el hecho, su viejo cerebro, nutrido en una tradición, ya sea esta anti-Dios o pro-Dios, en una cultura, en una influencia ambiental y propagandística, en siglos de afirmación social; ese viejo cerebro debe estar quieto. De lo contrario, sólo proyectará sus propias imágenes, sus propios conceptos y valores. Pero esos valores, esos conceptos, esas creencias son el resultado de lo que a usted le han dicho, o son el resultado de sus propias reacciones a lo que le han dicho; de modo que, inconscientemente, usted dice: «Ésta es mi experiencia».

   Tiene que cuestionar, pues, la verdadera validez de la experiencia, de su experiencia o de la experiencia ajena, no importa de quién sea. Así, mediante el cuestionar, investigar, interrogar, requerir, mirar, escuchar atentamente, el viejo cerebro se aquieta. Pero el cerebro no está dormido; se halla muy activo, aunque quieto. Ha llegado a esa quietud a través de la observación, de la investigación. Y para investigar, para observar, usted debe tener luz; la luz es su constante estado de alerta.

   … Para entendernos nosotros mismos debemos estar alertas a nuestras relaciones, no sólo con la gente, sino con la propiedad, con las ideas y con la naturaleza. Si hemos de hacer una verdadera revolución con respecto a las relaciones humanas, que son la base de toda la sociedad, debe haber un cambio fundamental en nuestros propios valores y en nuestra visión de la vida; pero evitamos la necesaria y fundamental transformación de nosotros mismos, y tratamos de provocar revoluciones políticas en el mundo, lo que sólo trae desastres y derramamiento de sangre. 

   … La existencia es relación; y tanto si pertenecemos a una organización religiosa o no, o si somos mundanos o idealistas, nuestros sufrimientos sólo podrán resolverse entendiéndonos a nosotros mismos en nuestras relaciones. Sólo el autoconocimiento puede traer tranquilidad y felicidad al hombre, porque el autoconocimiento es el principio de la inteligencia y de la integración. La inteligencia no es un simple ajuste superficial; no es el cultivo de la mente, ni la adquisición de conocimientos. La inteligencia es la capacidad para entender los procesos de la vida; es percepción de los verdaderos valores. 

   Es la investigación constante, la verdadera insatisfacción, lo que despierta la inteligencia creadora; pero mantener despierto el espíritu de investigación y descontento es extremadamente difícil; y la mayor parte de la gente no quiere que sus hijos tengan esa clase de inteligencia, porque es muy embarazoso vivir con alguien que constantemente está cuestionando los valores aceptados.

   J. Krishnamurti


LA PERCEPCIÓN DIRECTA NO CONTIENE NINGÚN ELEMENTO DE TIEMPO NI DE MEMORIA

 

   “… La serenidad de la mente es esencial para comprender toda la significación de la vida. El pensamiento nunca puede estar tranquilo; el pensamiento, que es el producto del tiempo, jamás podrá encontrar lo que es atemporal, jamás podrá conocer aquello que está más allá del tiempo. La naturaleza misma de nuestro pensar es una contradicción, porque siempre pensamos en términos de pasado o de futuro; y por ello nunca podemos ser plenamente conocedores, plenamente conscientes del presente. Ser plenamente consciente del presente es tarea extraordinariamente difícil, porque la mente es incapaz de enfrentar un hecho de un modo directo, sin engaño. El pensamiento es producto del pasado, y por eso sólo puede pensar en términos de pasado o de futuro; el pensamiento no puede ser completamente consciente de un hecho en el presente. Así, pues, mientras el pensamiento, que es producto del pasado, trate de eliminar la contradicción y todos los problemas que ella origina, él persigue tan sólo un resultado, procura lograr un fin; y semejante pensamiento sólo crea más contradicción, y con ella conflicto, desdicha y confusión en nosotros y por lo tanto en torno nuestro.

   … Si uno pone atención, toda la conciencia permanece en silencio, el pensamiento no interfiere, y esa es la manera de descubrir, de aprender. Así, pues, ¿existe una dimensión más allá y por encima de esta conciencia? No salten a la conclusión de que es Dios, eso es absurdo. Una mente consciente que piensa en Dios sigue estando dentro de los límites de su propia conciencia, ¿entienden? Si piensan en Dios, ese Dios es una creación de su propio pensar, y como su pensar es el resultado del tiempo, su Dios también es tiempo, no tiene ningún valor. Aun así, creemos, queremos tener claridad, queremos encontrar la verdad, todo a través del proceso del pensamiento. Uno puede preguntarse si existe una dimensión diferente, esa no es una pregunta teórica, sino una pregunta muy válida, una pregunta fundamental cuando uno ha comprendido la naturaleza del tiempo. ¿Comprenden?

   … Si la mente no está en silencio, quieta, ¿cómo puede comprender algo? ¿Cómo puede captar, mirar, estar en completa intimidad y familiarizada con la muerte, con el tiempo o con el dolor? Y, ¿qué es eso que dice: «estoy apenado», «soy desdichado», «he pasado días en conflicto, en sufrimiento, en completa desesperación»? ¿Qué es esa cosa que sigue repitiendo: «no puedo dormir», «no me he sentido bien», «soy esto, soy aquello», «soy infeliz», «usted no me ha mirado», «usted no me ha amado»? ¿Qué es esa cosa que sigue hablándose a sí misma? Seguramente, es el pensamiento.

   … Cuando está hambriento, eso es un hecho; nadie necesita decirle que tiene hambre; ni describir lo que es el hambre. Así pues, el hecho revela la estructura del desorden, del tiempo, y a menos que uno llegue a ese punto en que su comprensión es un hecho, no puede seguir adelante. Cuando la mente se da cuenta de que el tiempo engendra desorden y que eso es un hecho real, no una teoría, una afirmación verbal ni un concepto intelectual, esa misma percepción produce una revolución enorme porque uno ha negado el tiempo psicológico.

   … Para percibir de forma directa se requiere una mente que no sea esclava del tiempo. Por favor, comprendan esto, pues una vez entiendan este hecho, la estructura entera del pensamiento cambiará. Para percibir y comprender, el tiempo no es necesario en absoluto; lo único que se necesita es ver con claridad, y para ver con claridad uno ha de tener espacio, no sólo espacio externo, sino espacio interior; es decir, espacio en la mente. Porque cuando la mente parlotea se llena de conocimiento, entendiendo por conocimiento, no la información técnica, obvia y necesaria, sino el pasado; cuando la mente está atestada del conocimiento de ayer, de los hechos de ayer, del dolor y de los diversos recuerdos de ayer, no hay espacio en ella; y cuando no hay espacio hay conflicto.

   … Escuche, si como decíamos hace un momento, la percepción directa no contiene ningún elemento de tiempo ni de memoria, sino que simplemente sucede, ya que es intemporal, está claro que no es posible llegar a ella gradualmente, que no es algo que el pensamiento pueda cultivar. Para tener una percepción directa de uno mismo, ha de suceder instantáneamente, no paso a paso; y pregunto, ¿es eso posible? 

   … Lo que estamos diciendo es, el cerebro ha evolucionado en el tiempo y solo puede pensar en términos de tiempo, en que la crisis «se solucionará»; en el momento en que utiliza las palabras «se solucionará», ya está pensando en términos de tiempo. No sé si lo entienden. ¿De acuerdo? Señor, ambos estamos hablando juntos. Decimos que esa actividad del cerebro, que ha sido cultivada a través del tiempo, puede detenerse cuando afrontamos la crisis y nos liberamos de la idea, del concepto, del deseo, del «finalmente lo cambiaremos». ¿Entiende este punto?

   … De suerte que la regeneración sólo es posible en el presente, no en el futuro ni mañana. El hombre que confía en el tiempo como medio por el cual puede lograr la felicidad, comprender la verdad o Dios, sólo se engaña a sí mismo; vive en la ignorancia, y por lo tanto en conflicto. Pero el que ve que el tiempo no es la salida de nuestra dificultad, y por lo tanto está libre de lo falso, un hombre así, naturalmente, tiene la intención de comprender; su mente, por consiguiente, está quieta espontáneamente, sin compulsión, sin ejercitación. Cuando la mente está serena, tranquila, sin buscar respuesta ni solución alguna, sin resistir ni esquivar, sólo entonces puede haber regeneración, porque entonces la mente es capaz de captar lo que es verdadero; y es la verdad lo que libera, no vuestro esfuerzo por ser libres.

   J. Krishnamurti


LA INTENSA ENERGÍA DE LA VIDA ESTÁ SIEMPRE AHÍ, DÍA Y NOCHE

 

   “… Hay una gran diferencia entre ser informado que uno tiene hambre y el estar en realidad hambriento. Los dos estados son completamente distintos. En el segundo caso usted sabe que está hambriento al percibir y sentir el hambre directamente, entonces actúa. Pero si alguien le dice que puede que usted tenga hambre, llevará a cabo una actividad completamente distinta. De igual manera tenemos que observar y ver por nosotros mismos lo que realmente somos. Y eso es lo que vamos a hacer, conocernos a nosotros mismos. Se ha dicho que el conocimiento de uno mismo es la más alta sabiduría, pero pocos lo hemos logrado. No tenemos la paciencia, la intensidad o la pasión, para averiguar lo que somos. Tenemos la energía, pero hemos transferido esa energía a otros, y por eso necesitamos que nos digan lo que somos.

   … Y para explorar hay que disponer de energía, no sólo energía física, sino energía mental, de modo que el cerebro funcione con agilidad y no embotado por la repetición. Sólo cuando hay fricción hay desgaste de energía. Por favor, préstenle un poco de atención a esto. No acepten lo que dice el que habla, porque eso no tiene sentido. Lo que nos concierne es la libertad, no cierta clase de libertad, sino la libertad total del hombre. De modo que necesitamos energía, no sólo para llevar a cabo una revolución psicológica o espiritual en nosotros mismos, sino también para investigar, para observar, para actuar. Y en tanto haya fricción de cualquier tipo, fricción en la relación entre marido y mujer, entre un hombre y otro, entre una comunidad y otra, entre un país y otro, interior o exteriormente, en tanto haya conflicto en cualquiera de sus formas, por muy leve que sea, hay desgaste de energía. Pero cuando hay libertad, hay un máximo de energía.

   … Así que nuestro problema es, ¿puede el conflicto, la confusión, solucionarse a lo largo de un período de tiempo, ya sea de unos días, años o vidas? ¿Qué sucede cuando uno dice: «Voy a practicar la no violencia durante cierto período de tiempo»? El hecho mismo de practicarla indica que uno está en conflicto, ¿no es cierto? Uno no necesita practicar si no está en lucha con el conflicto, pero dice que es necesaria la lucha para poder superarlo, y para luchar se necesita tiempo; pero luchar con el conflicto es en sí mismo una forma de conflicto. Uno malgasta su energía luchando contra el conflicto, que se expresa en cierta forma, ya sea codicia, envidia o violencia, pero la mente sigue estando en conflicto. Por eso es tan importante ver la falsedad de este proceso, que depende del tiempo como un medio para superar la violencia y, en consecuencia, liberarse de ese proceso. Entonces uno puede ser ‘lo que es’.

   … El otro día explicaba que, para vivir con la muerte o para vivir con cualquier cosa, con vuestra esposa, con vuestro marido, vuestros hijos, vuestro prójimo, necesitáis energía. La necesitáis para vivir con una cosa bella o con una cosa fea. Si no tenéis energía para vivir con la belleza os habituáis a ella; y si no tenéis energía para vivir con algo feo, esa fealdad os corrompe, os corroe. Y del mismo modo, para vivir con la muerte, que es morir para todo, cada día, cada minuto, hace falta energía. Y entonces no hay miedo de la muerte, cosa que examinamos el otro día. Y esa misma energía se necesita en la comprensión de sí mismo. ¿Cómo podéis comprenderos a vosotros mismos si no tenéis la energía para ello? Y esta energía surge cuando no hay temor, ni apego a vuestra propiedad, a vuestro marido, esposa, hijos, país, dioses y creencias. Esta energía no es algo que pueda medirse poco a poco; tenéis que tenerla por completo para penetrar en esto. No hay diferencia entre energías, sólo hay energía.

   … Como la vida es incierta, nada está seguro, nada es permanente, ni la esposa, ni el marido, ni la familia, ni la nación; aunque tengamos una buena cuenta bancaria, nos durará sólo mientras vivamos. Comprende uno, pues, que no existe en absoluto nada que sea permanente, ninguna relación, nada, y de ahí nace el temor. El temor es una forma de energía, y esta energía es apresada por los que prometen y dicen: «yo sé y usted no sabe», «he tenido la experiencia y usted no», «esto es real y eso no lo es», «siga este sistema y encontrará lo que busca». Pues bien, para ver todo eso como lo falso por completo, usted ha de tener energía, y esa energía se disipa cuando no ha comprendido usted el temor. Cuando hay una parte de usted que tiene miedo y otra que dice: «he de tener algo perdurable», surge la contradicción, y esto es un desperdicio de energía.

   … La intensa energía de la vida está siempre ahí, día y noche. Es una energía sin fricción, sin dirección, sin opción ni esfuerzo. Está ahí con tal intensidad que el pensamiento y el sentimiento no pueden atraparla para moldearla de acuerdo con sus antojos, creencias, experiencias y requerimientos. Está ahí con una abundancia tal que nada puede disminuirla. Pero nosotros tratamos de usarla, de dirigirla, de atraparla dentro del molde de nuestra existencia, y de ese modo torcerla para ajustarla a nuestro patrón, a nuestra experiencia y conocimiento.

   … Sin embargo, sólo la mente que tiene esa energía intensa es capaz de seguir el rápido movimiento de la verdad. La verdad no es estática, es mucho más rápida que el pensamiento, y la mente no tiene ninguna posibilidad de alcanzarla. Para comprender la verdad es imprescindible tener esa inmensa energía que no puede almacenarse ni cultivarse. Esta energía no nace del sacrificio ni de la represión; todo lo contrario, exige dejar de protegerse por completo. Y no es posible dejar de protegerse a sí mismo, o abandonar todo lo que uno tiene, cuando se espera un resultado.

   … Donde hay silencio hay espacio, no la distancia de un punto a otro, como habitualmente imaginamos al espacio. Donde hay silencio no hay punto alguno, sino sólo silencio. Y ese silencio tiene la extraordinaria energía del Universo. El universo carece de causa; existe. Ese es un hecho científico. Pero nosotros, los seres humanos, estamos enredados en las causas.

   … El deseo de conservar la energía implica codicia. No es posible conservar o acumular esta energía esencial; llega al cesar la contradicción con uno mismo.”

   J. Krishnamurti

LA PERCEPCIÓN ALERTA CONSISTE EN VER SIN JUZGAR

  

 “… De suerte que lo que estamos procurando discutir y averiguar es si la vida tiene un objeto, y si ese objeto puede ser medido. Sólo puede ser medido en términos de lo conocido, en términos del pasado; y cuando yo mido el objeto de la vida en términos de lo conocido, lo mediré según mis simpatías y antipatías. El objeto de la vida, por consiguiente, estará condicionado por mis deseos, y por tal causa dejará de ser dicho objeto. Eso, ciertamente es claro, ¿verdad? Sólo puedo comprender cuál es el objeto de la vida a través del tamiz de mis prejuicios, necesidades y deseos; de otro modo no puedo juzgar, ¿no es así? Así pues, la medida, la cinta, el metro, es un condicionamiento de mi mente, y conforme a los dictados de mi “condicionamiento” decidiré cuál es el objeto.

   ¿Pero es ese el objeto de la vida? Él ha sido creado por mi necesidad y, por lo tanto, no es ciertamente el objeto de la vida. Para descubrir el propósito de la vida, la mente tiene que estar libre de medición; sólo entonces puede descubrir, pues de otro modo no hacéis sino proyectar vuestra propia exigencia. Esto no es mera intelección, y si lo ahondáis profundamente veréis su significado. Al fin y al cabo, es de acuerdo a mi prejuicio, a mi necesidad, a mi deseo, a mi predilección, que decido cuál ha de ser el objeto de la vida. Mi deseo, pues, crea ese objeto. Eso, por cierto, no es el objeto de la vida. ¿Qué es más importante, descubrir el objeto de la vida o libertar la mente de su propio “condicionamiento”, y entonces inquirir? Y quizá cuando la mente esté libre de su propio condicionamiento, esa misma libertad será el objeto. Porque, después de todo, es tan sólo en la libertad que puede descubrirse cualquier verdad.

   … ¿Por qué deseamos ideales? No digo que no sean verdades, pero ¿por qué los deseamos? Decimos que los necesitamos porque no podemos, sin un patrón, sin una medida, un ideal, guiar nuestras vidas en medio de estas constantes batallas y luchas de la existencia. ¿No es así? Por lo tanto, deseamos un patrón, una continua medida para poder juzgar nuestras acciones en la vida cotidiana. ¿Qué indica eso? Que estamos más interesados en el ideal, en la medida, en los conflictos, las luchas y los sufrimientos con que nos enfrentamos. Por consiguiente, como estas luchas son tan grandes, tan conflictivas, tan inmensas, establecemos los ideales como un medio de escapar de ellas. Yo considero que, para comprender el conflicto, las dificultades, los sufrimientos, para comprenderlos tal como son, no por medio de un patrón, de una medida, la mente debe estar libre.

   … ¿Puede mirarse a sí mismo, que es el pasado, sin ningún movimiento del pensamiento, que es el pasado? Si puede mirar sin pensar, sin evaluar, sin comparar, sin desaprobar o juzgar, entonces hay un mirar con ojos que no están mancillados por el pasado; es mirar en silencio sin el ruido del pensamiento, y en ese silencio no existe el observador ni la cosa que observa como pasado.

Para comprenderse a uno mismo debe haber observación, y esta solo puede tener lugar ahora. Y no es el movimiento del pasado observando el ahora. Cuando observo el ahora desde mis conclusiones, prejuicios, esperanzas y temores anteriores, esa es una observación del presente desde el pasado. Creo estar observando el presente, pero la observación del ahora solo puede tener lugar cuando no hay observador que sea el pasado. La observación del ahora es extraordinariamente importante. El movimiento del pasado debe terminar al encontrarse con el presente; eso es el ahora. Pero si usted deja que continúe, entonces el ahora se convierte en el futuro o en el pasado, pero nunca en el ahora actual. La observación solo puede tener lugar en el acto mismo de realizarla, cuando está enojado, cuando es codicioso, observarlo tal cual es. Lo que significa no condenar ni juzgar, sino observarlo y dejar que florezca y desaparezca. ¿Comprende la belleza de esto? 

   … Pero Dios, la verdad, no es una recompensa, una finalidad. Tiene ciertamente que venir a nosotros; nosotros no podemos ir hacia ella. Si hacemos un esfuerzo para ir hacia ella, buscamos un resultado, una realización. Mas, para que surja la verdad, el hombre debe ser pasivamente perceptivo. La percepción pasiva es un estado en el que no hay esfuerzo. Consiste en ser perceptivo sin juzgar, sin optar, no en algún sentido fundamental, sino de todas las maneras; en daros cuenta de vuestros actos, de vuestros pensamientos, de vuestras respuestas relativas, sin opción, sin condenación, sin identificaros ni negar, para que la mente empiece a comprender todo pensamiento y toda acción, sin juzgar. Esto induce a averiguar si puede haber entendimiento sin pensamiento.

   … Señor, la indiferencia es una forma de juicio. Una mente torpe, indiferente, no está alerta. La percepción alerta consiste en ver sin juzgar, en conocer exactamente lo que sucede. Es inútil, pues, buscar a Dios o la verdad sin estar alerta ahora, en el presente inmediato. Resulta mucho más fácil acudir a un templo, pero ése es un escape hacia el reino de la especulación. Para comprender la realidad debemos conocerla directamente, y resulta obvio que la realidad no es del tiempo y el espacio; se encuentra en el presente, y el presente es nuestro propio pensamiento, nuestra propia acción.”

   J. Krishnamurti