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SI ESTÁN ESCUCHANDO Y NO ACTÚAN, ES COMO UN HOMBRE QUE SIEMPRE ESTÁ LABRANDO Y NUNCA SIEMBRA

                         

   “… Se nos ha dicho que todos los caminos llevan a la verdad, usted tiene su camino como hindú, otro su sendero como cristiano, otro como musulmán y todos se encuentran en la misma puerta, lo cual es, cuando bien se mira, evidentemente absurdo. La Verdad no tiene sendero, y eso es la belleza de la Verdad que es vivencia. Una cosa muerta tiene un sendero porque es algo estático, pero cuando usted ve que la verdad es algo viviente, que se mueve, que no tiene lugar de descanso, que no está en templo alguno, en la mezquita o en la iglesia adonde ninguna religión, sacerdote o filósofo, nadie nos puede llevar, entonces se verá también que esa cosa viviente es lo que usted realmente es, su cólera, su brutalidad, su violencia, su desesperación, la agonía y el dolor en que vive. En la comprensión de todo eso está la verdad, y usted puede comprenderla sólo si sabe mirar esas cosas en su vida. Y usted no puede mirarlas a través de una ideología o de una pantalla de palabras, a través de esperanzas y temores.

   Así usted ve que no puede depender de nadie. No hay guía, ni maestro, ni autoridad. Hay solamente usted, sus relaciones con otros y con el mundo, no hay nada más. Cuando usted se da cuenta de esto, o bien siente una gran desesperación de la cual viene el cinismo y la amargura o bien, al enfrentarse al hecho de que usted y nadie más es responsable del mundo y de usted mismo, por lo que piensa, por lo que siente, por su modo de actuar, toda lástima de sí mismo desaparece. Normalmente arrojamos la culpa sobre los otros, lo cual es una forma de autocompasión.

   … ¿Qué es la culpa? ¿Cuál es su relación con el ego, con toda la conciencia de la humanidad, del hombre, de la mujer y demás? ¿Qué es la culpa? ¿Por qué tiene uno este enorme sentimiento de culpa? Puede ser muy superficial o estar muy hondamente arraigado desde la infancia, y al que se le deja crecer conforme uno se hace mayor. Y ese sentimiento de culpa hace que uno se sienta muy vacío, ya conocen todo esto, con una sensación de no ser capaz de hacer nada. Y esa pared impide cualquier otra comunicación. O tengo miedo de esa culpa, usted me ha dicho, desde mi niñez, que haga algo y no puedo hacerlo, pero siento que debo hacerlo y si fracaso me siento culpable. Y los padres juegan un papel terrible en esto. Lo siento. Ellos alientan esta culpa consciente o inconscientemente, de modo que esta culpa se convierte en parte del ego, parte de mí.

   Creo que sería erróneo plantear la pregunta de cuál es la relación entre ambos. ¿Comprenden cómo está evolucionando la cuestión? No son dos cosas separadas. El resultado de sentirse culpable, junto con otros factores, es lo que constituye el ego. No son dos actividades separadas o dos reacciones distintas. De modo que la culpa forma parte de la psique, parte del ego, parte del «yo».

   Ahora bien, ¿por qué siente uno culpa? La gente le hace sentirse culpable y lo mantiene en ese estado porque es muy conveniente para ellos; les gusta abusar de usted y producir un sentimiento de culpa, el sentimiento de que debe resignarse, debe aceptar, debe obedecer. Aunque usted se rebele contra ello, lo mantiene soterrado y se aferra a su culpa. Y otros factores constituyen el ego, el «yo». La culpa hace que uno se sienta tremendamente solo, con una sensación de depresión, y si esa culpa es muy profunda y fuerte, uno no puede resolverla. Por consiguiente, acudo a usted y le digo: «Por favor, ayúdeme a superar esta culpa». Y entonces usted impone, si es el que manda, otra reacción de culpa. Y así va la cosa.

   Estoy, estamos preguntando, ¿por qué existe siquiera este sentimiento? Es alentado en las religiones ortodoxas, ¿verdad? En el cristianismo existen el pecado original y el salvador, y por consiguiente debo sentirme culpable, confesarme y empieza todo el circo. Perdónenme si empleo esa palabra. Adopta formas distintas. En el mundo cristiano es la confesión y la absolución; y en el mundo asiático tiene una forma diferente; acuden a los templos, ya saben, hacen toda suerte de cosas. Pero, ¿es necesario sentir eso? ¿Puede haber una educación en la cual no haya nada de esto? Me lo pregunto. Estamos jugando juntos, por favor. ¿Existe una forma de criar al niño en la que no se fomente el sentimiento de culpa? Cómo resolver la culpa, cómo superarla, se convierte en un problema. En ella tienen su origen toda suerte de cosas y la convertimos en un problema. Ahora bien, ¿qué es un problema? Al parecer, los seres humanos tienen miles de problemas, políticos, religiosos, económicos, sexuales, en la relación. La vida, vivir se convierte en un problema, y una parte del mismo generalmente está asociada con la culpa. ¿Es posible no tener ni un solo problema sexual, religioso, político, económico, en la relación, etc?

   … Señores, si están escuchando y no actúan, es como un hombre que siempre está labrando y nunca siembra. Es mejor no escuchar una verdad que escuchar sin actuar, porque entonces se convierte en un veneno. El que aprueben o desaprueben los detalles de lo que aquí se está diciendo es irrelevante; lo que importa es ver la verdad de que mientras funcionen dentro del campo de la actividad egocéntrica, inevitablemente tendrán varios tipos de frustración y sufrimiento.

   El sufrimiento y la frustración sólo cesan cuando están viviendo totalmente, con la intensidad de todo su ser, de su mente, corazón y cuerpo; y no pueden vivir con esa plenitud, con esa intensidad, si están preocupados por su propia virtud. Pueden estar libres del sentimiento de culpa hoy, pero surgirá de otra forma mañana, o dentro de dos días. Prueben esto, señores, hagan un pequeño intento por vivir intensamente cada día, con toda su mente, corazón y cuerpo, con toda su capacidad, sentimiento y energía. El deseo es contradictorio en sí, pero si aman intensamente con su cuerpo, mente y corazón, con todo lo que tienen, entonces descubrirán que no hay contradicción alguna, que no hay ningún pecado. Es el deseo, la envidia, la ambición lo que crea contradicción, y la mente atrapada en la contradicción nunca puede encontrar lo que es real.”

   J. Krishnamurti            

        Audiotexto:

           


LA CREENCIA PROYECTA LO QUE UNO CREE QUE DEBERÍA SER DIOS, LO QUE UNO CREE QUE DEBERÍA SER LA VERDAD

 

   “… ¿Me estoy hablando a mí mismo, o estamos todos juntos en esto? Quien les habla acostumbra a hacerlo al aire libre, bajo los árboles o en una gran tienda, sin estas luces intensas y molestas; en esas circunstancias podemos tener una comunicación intima entre nosotros. De hecho, sólo existimos dos seres humanos, ustedes y yo, que conversamos uno con otro, no este enorme auditorio en un vasto salón, sino ambos sentados en un banco junto a las márgenes de un río considerando juntos esta cuestión. Y uno de nosotros le está diciendo al otro que no somos sino memoria, y que es a esta memoria que nos apegamos, mi casa, mi propiedad, mi experiencia, mis relaciones, la oficina o la fábrica a la que concurro, la destreza que me gusta practicar por un cierto periodo de tiempo; yo soy todo eso. Y el pensamiento se halla apegado a todo eso. Y a eso es a lo que llamamos vivir. Y este apego engendra toda clase de problemas; cuando estamos apegados hay miedo de perder; estamos apegados porque nos encontramos aislados en un constante y profundo sentimiento de soledad que nos ahoga y deprime. Y cuanto más apegados estamos a otro, lo cual es meramente memoria, porque el otro es en nosotros sólo una imagen, un recuerdo, más problemas hay. Yo estoy apegado al nombre, a la forma; mi existencia es el apego a esos recuerdos que he acumulado durante mi vida. Donde existe el apego observo que hay corrupción. Cuando estoy apegado a una creencia, esperando que en ese apego haya cierta seguridad, tanto física como psicológica, tal apego impide cualquier examen ulterior. Cuando uno está fuertemente apegado a algo, a una persona, a una idea, a una experiencia, teme examinar. Por consiguiente, donde hay apego, hay corrupción.

   Toda nuestra vida es un movimiento dentro del campo de lo conocido. Esto es obvio. La muerte implica el fin de lo conocido. Significa el fin del organismo físico, el fin de toda la memoria que soy ‘yo’, porque ‘yo’ no soy más que memoria, siendo la memoria lo conocido. Y nos asusta soltar todo eso, lo cual implica muerte. Pienso que esto es bastante claro, al menos verbalmente. Pueden aceptarlo con el intelecto, porque es lógico, cuerdo. Se trata de un hecho.

   Por lo tanto, una mente que investiga algo, necesita tener una gran sensibilidad y libertad; ello exige un cerebro estable, no un cerebro inconstante, desordenado. No sé si han advertido ustedes lo desordenadas que son nuestras mentes. Vamos de un gurú a otro, especialmente en este país. Toleramos cualquier cosa, la suciedad, la escualidez, la corrupción, la tradición que está muerta, y todas las construcciones de templos que se están extendiendo por el mundo y que carecen en absoluto de significación. Ustedes miran todo esto, lo observan; y una mente que inquiere debe ser extraordinariamente libre, debe tener una gran sensibilidad. No sé si se han dado cuenta de lo limitados que son nuestros sentidos. Los sentidos, o sea, el observar ópticamente, visualmente; el oír, oír a otro de manera tan completa que uno comprenda instantáneamente lo que se dice. Una mente así debe tener simpatía, empatía, el sentimiento de cooperación, de afecto, de amor. Aquí no tenemos eso. Pero ustedes ‘aman’ a Dios, les gusta acudir a un templo, cubrirse de cenizas, pertenecer a algún dios tribal porque tienen miedo, y donde hay miedo no hay libertad para investigar.

   … Creo que todos estamos de acuerdo en que existe degeneración, en que hay un proceso de corrupción tanto moral e intelectual como físico. Hay caos, confusión, dolor y desesperación. Pensar es ser invadido por el dolor. Ahora bien, ¿cómo nos acercaremos a esta condición presente? ¿Lo haremos como cristianos, budistas, hindúes, musulmanes o comunistas? ¿O bien trataremos el problema sin adoptar ninguna posición, ninguna postura? Los comunistas concuerdan con que el dolor es la carga de la humanidad, y que si queremos cambiar ese estado es necesario reacondicionar la sociedad. Si logramos dejar de lado todos nuestros puntos de vista, tal vez podamos, realmente, enfrentarnos al problema de la degeneración. El problema es muy serio. El conocimiento, ya sea el del mundo tecnológico o del psicológico, o el obtenido a través de la tradición, de los libros, etc., parece encontrarse en la raíz de todo el proceso de degeneración. Investiguemos este punto. Observo el caos que existe por doquier, la inseguridad, la enorme confusión y desesperanza. ¿Cómo debo acercarme a ellas? Está completamente claro que carezco de respuesta para este problema de degeneración que existe dentro de mí. Supongamos que he leído el Vedanta y que ahí encuentro la respuesta, o que soy marxista y que pienso que la solución está allí y que sólo es necesario hacer modificaciones en el sistema. Tales posiciones viciarán la indagación. Por eso no quiero afirmar nada que no se base en hechos observables.

   … Cuanto más ancladas están las creencias, más fuertes son los dogmas, y cuando examinamos estas creencias, la cristiana, la hindú, la budista, nos damos cuenta de que dividen a las personas. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, una serie de obligaciones que atan y separan al hombre. Así, empezamos a investigar para descubrir qué es la verdad, cuál es el significado de esta desdicha, lucha, este dolor; pero enseguida quedamos atrapados en creencias, rituales y teorías. La creencia es corrupción porque detrás de la creencia y de la moralidad esconde la mente el "yo", un "yo" cada vez más grande, más poderoso y fuerte. Pensamos que creer en Dios, creer en algo es religión, pensamos que creer es ser religioso, ¿comprenden? Y si uno no cree se le considera ateo, la sociedad lo condena; una sociedad condena a los que creen en Dios y otra condena a los que no creen, pero ambas son lo mismo. De modo que la religión se convierte en una cuestión de creencia, y la creencia actúa, tiene su correspondiente influencia en la mente, por eso la mente nunca puede ser libre. Sin embargo, sólo en libertad es posible descubrir la verdad, a Dios, y no a través de una creencia, porque la creencia proyecta lo que uno cree que debería ser Dios, lo que uno cree que debería ser la verdad.”

   J. Krishnamurti

    Audiotexto:

           


ENTONCES DESCUBRIRÁ QUE UNA DE LAS PRINCIPALES RAZONES DEL MIEDO ES QUE NO QUEREMOS VIVIR CON LO QUE SOMOS

 

   “… Supongamos que temo alguna cosa, le temo a la oscuridad, temo que mi mujer me abandone, le tengo miedo a la soledad, a esto o aquello. Estoy profundamente atemorizado. Vienen ustedes y me explican todo el movimiento del temor, el origen del temor, que es el tiempo. Experimenté un dolor, sufrí un accidente o me sucedió algo que ocasionó dolor y que se registró en el cerebro; y el recuerdo de un acontecimiento del pasado produce el pensamiento de que ello podría volver a ocurrir y, en consecuencia, hay temor. Así que ustedes me han explicado esto. Yo he escuchado muy atentamente la explicación que me dieron, veo la lógica, la cordura de esa explicación y no la rechazo; escucho y eso implica que el escuchar se vuelve un arte. No rechazo lo que ustedes me dicen, ni lo acepto, sino que observo. Y observo que lo que ustedes me dicen acerca del pensamiento y el tiempo es un hecho. No digo: “Debo detener el tiempo y el pensamiento”, sino que al haberme ustedes explicado eso, observo simplemente cómo el temor aparece, veo que es un movimiento del pensar, del tiempo. Sólo observo este movimiento y no me aparto de él, no escapo del temor, sino que vivo con él, lo miro, pongo toda mi energía en el mirar. Veo entonces que el temor comienza a disolverse porque no he hecho nada al respecto, simplemente he observado, le he concedido al temor mi atención total. Esa atención misma es como arrojar luz sobre el temor. Atención quiere decir que uno pone toda su energía en esa observación.

   … Usted dice que tiene miedo de lo desconocido, bien sea de lo desconocido de mañana o de lo realmente desconocido. ¿Es que usted tiene miedo de algo que desconoce? ¿O es que tiene miedo de algo que conoce y a lo cual está atado? ¿Tiene usted, por lo tanto, miedo de abandonar lo conocido? ¿Ha comprendido, señor? Cuando tiene miedo de la muerte, ¿tiene miedo de lo desconocido? ¿O tiene miedo de que terminen todas las cosas que ha conocido, sus placeres, su familia, sus logros, su éxito, sus muebles? ¿Cómo es posible tenerle miedo a algo que no se conoce? Y si le teme a ello, el pensamiento desea trasladarlo al campo de lo conocido, de manera que comienza a imaginar. Por lo tanto, su Dios es producto de su imaginación o de temor. Señor, no especule pues, sobre lo desconocido. Comprenda lo conocido y líbrese de lo conocido. 

   … El miedo a la muerte solo cesará cuando lo desconocido entre en su corazón. La vida es lo desconocido, como la muerte es lo desconocido y como la verdad es lo desconocido.

   … Yo digo, levante la alfombra y mire. Está ahí. Eso es lo que planteo. Está ahí y se halla despierto. De modo que no necesita un reto que lo despierte. Todo el tiempo tengo miedo de no ser, de morir, de no triunfar. Ese es el miedo básico de nuestra vida, está ahí, en nuestra sangre, siempre vigilando, montando guardia, protegiéndose. Pero está sumamente despierto. No duerme jamás, ni siquiera por un momento. Así que no se necesita un reto. Lo que usted haga con respecto al miedo y el modo como lo aborde, eso viene después. 

   … Sí. Es decir, reconocer que uno es el pasado, el presente y el futuro; reconocer que uno es el hacedor del tiempo y que es un esclavo del tiempo, siendo el tiempo, el pasado. Es ver la gran complejidad de todo eso y permanecer con esa complejidad sin tratar de evitarla, de escapar de ella o de actuar sobre ella. Sólo permanecer con el hecho, el hecho de que uno es un esclavo del tiempo. El tiempo es una parte del miedo. Vea, yo tengo miedo del futuro, tengo miedo del pasado, no tengo miedo del presente. Me atemoriza algo que podría ocurrir en el futuro o algo que ha ocurrido en el pasado. En el segundo mismo que es el presente, no hay miedo en absoluto. 

   … Pero vivir con algo vivo como los celos o la envidia, significa que nunca puedo aceptarlo, nunca podré acostumbrarme a ello, debo cuidarlo como cuidaría de un árbol recién plantado. Debo protegerlo del Sol, de la tormenta. Del mismo modo, tengo que convivir con esta ansiedad y envidia, debo cuidarlas, no acostumbrarme a ellas, no condenarlas. Así empiezo a amarlas y a cuidarlas, lo cual no significa que me encante ser envidioso o ansioso, sino más bien que lo que me interesa es observar. Es como vivir con una serpiente en la habitación, gradualmente empiezo a ver mi relación inmediata con ella y no hay conflicto. ¿Podemos usted y yo vivir con lo que realmente somos, insensibles, envidiosos, temerosos, creyendo que tenemos gran afecto, cuando no lo tenemos, sintiéndonos heridos, adulados o aburridos con facilidad? ¿Podemos vivir con estas realidades sin aceptarlas ni negarlas, sino observándolas, viviendo con ellas sin volvernos morbosos, deprimidos o eufóricos? Entonces descubrirá que una de las principales razones del miedo es que no queremos vivir con lo que somos. 

   … Los cerros y los árboles, los prados y los huertos continuarán en tanto la tierra exista, a menos que el hombre en su crueldad y desesperación lo destruya todo. El torrente, el manantial del que proviene, tienen una continuidad, pero uno nunca se pregunta si los cerros y las cosas que están más allá de los cerros poseen su continuidad propia. Si la continuidad no existe, ¿qué es lo que hay? No hay nada. Uno tiene miedo de ser nada. ‘Nada’ significa ninguna cosa, ninguna cosa creada por el pensamiento, ninguna cosa proyectada por la memoria, por los recuerdos, ninguna cosa que uno pueda poner en palabras y después medir. Sin duda alguna, con absoluta certeza, existe un área donde el pasado no proyecta ninguna sombra, donde el tiempo, pasado, presente y futuro, no significa nada.

   … No pueden practicar el amor ni adquirirlo a través de la meditación. Sólo se manifiesta cuando no hay miedo, cuando esa sensación de ansiedad, de soledad, ha cesado, cuando no hay dependencia ni adquisición. Y eso llega tan sólo cuando nos comprendemos a nosotros mismos, cuando somos plenamente conscientes de nuestros móviles ocultos, cuando la mente puede penetrar en sus propias profundidades sin buscar una respuesta, una explicación, cuando ya no nombra.”

   J. Krishnamurti


        Audiotexto:

           


UNA MENTE QUE PIENSA DE ACUERDO CON LA TRADICIÓN NO PUEDE DESCUBRIR LO QUE ES NUEVO

   

   “… Se ha dicho que el conocimiento de uno mismo es la más alta sabiduría, pero pocos lo hemos logrado. No tenemos la paciencia, la intensidad o la pasión para averiguar lo que somos. Tenemos la energía, pero hemos transferido esa energía a otros, y por eso necesitamos que nos digan lo que somos. Vamos a averiguar esto observándonos nosotros mismos, porque tan pronto ocurra un cambio radical en lo que somos, traeremos la paz al mundo. Tenemos que vivir libremente, no para hacer lo que nos guste, sino para vivir felices, jubilosos. Un hombre que tiene el corazón lleno de júbilo no siente odio, ni violencia, ni acarreará la destrucción de otro. Ser libre significa que no hay condenación, en forma alguna, de lo que vemos en nosotros mismos. La mayoría de nosotros condenamos o interpretamos, o justificamos; nunca miraremos sin justificar o condenar. Por lo tanto, la primera cosa que tenemos que hacer, y probablemente es la última que tengamos que hacer, es observar sin condenar en forma alguna. Esto va a ser muy difícil porque toda nuestra cultura, nuestra tradición consiste en comparar, justificar o condenar lo que somos. Decimos «esto es correcto», «esto está equivocado», «esto es cierto», «esto es falso», «esto es bello», lo cual nos impide observar lo que realmente somos.

   … En esta batalla constante que llamamos vida tratamos de establecer un código de conducta de acuerdo con la sociedad en que hemos crecido, ya sea una sociedad comunista o una llamada sociedad libre. Aceptamos una norma de conducta, que es parte de nuestra tradición como hindúes, musulmanes, cristianos, sea lo que seamos. Recurrimos a alguien para que nos diga cual es la conducta correcta o equivocada, cual es el pensamiento recto o errado, y siguiendo este patrón, nuestra conducta y nuestro pensamiento se vuelven mecánicos, y nuestras respuestas, automáticas. Podemos observar esto muy fácilmente en nosotros mismos.

   … Sí que nos preguntamos, ¿puede la mente liberarse del condicionamiento social y cultural, de la comparación y de la medida, del condicionamiento del miedo y el placer, de la recompensa y el castigo? Todas nuestras estructuras morales y religiosas están basadas en todo esto, pero... ¿por qué seguimos condicionados? Vemos que las influencias externas nos condicionan y también las demandas internas voluntarias lo hacen; ahora bien, ¿por qué aceptamos el condicionamiento? ¿Por qué la mente en sí misma ha permitido condicionarse? ¿Cuál es el factor que hay detrás de todo esto? ¿Por qué yo, que he nacido en un determinado país y cultura, me llamo a mí mismo hindú y cargo con toda la superstición y la tradición que me ha impuesto mi familia y la sociedad, por qué acepto ese condicionamiento? ¿Qué se esconde detrás de esto? ¿Cuál es el factor que está constantemente exigiendo o permitiendo, cediendo o resistiendo este condicionamiento?

   … ¿Qué ocurre cuando nos damos cuenta, sin alternativa alguna, de este condicionamiento que hemos descubierto por nosotros mismos? No hay reacción. Es entonces cuando uno está aprendiendo acerca de este condicionamiento, aprendiendo por qué se origina. Dos mil años de propaganda nos han hecho creer en una forma particular de dogma religioso. Nos damos cuenta de cómo por siglos y siglos, por la tradición, por la repetición, por los diversos rituales y entretenimientos, la Iglesia ha condicionado nuestras mentes. Esta repetición ha tenido lugar día tras día, mes tras mes, desde la infancia, con el bautismo y todas esas cosas. Y otra variedad de lo mismo tiene lugar en países como la India, China, etc.

   … Los nuevos están tan muertos como los viejos porque sólo están repitiendo la tradición; repiten cómo sentarse, cómo meditar, cómo sostener la cabeza, cómo respirar. Finalmente, nosotros obedecemos lo que dice el gurú viejo o lo que dice el gurú joven. Que es exactamente lo que ocurre en el mundo católico y en el mundo protestante. Ellos niegan eso y, sin embargo, aceptan lo otro. A causa de que desean seguridad quieren que alguien les diga lo que deben hacer, lo que deben pensar, jamás cómo pensar.

   … Si ustedes ya tienen prejuicios en favor de algo y luego proceden a investigarlo, obviamente no puede haber investigación. Sólo reforzarán su punto de vista, su sesgo, sus prejuicios. Así, es muy importante que los maestros comiencen a descondicionarse a sí mismos, y también ayuden a los niños a liberarse del condicionamiento. Conociendo la influencia del condicionamiento de los padres, de la tradición, de la sociedad, el maestro debe estimular a los niños a no aceptar sin pensar, sino a investigar, a preguntar. Si se observan a sí mismos conforme crecen, verán cómo diversas influencias los moldean y no se les ayuda a pensar, sino que se les dice qué pensar. En última instancia, si no se rebelan contra este proceso, se convierten en máquinas automáticas, funcionan sin creatividad, sin mucho pensamiento original.

   … El pensamiento guía nuestras vidas, crea nuestros fines y controla nuestras acciones. Ahora bien, para el que habla, lo que llamamos pensamiento no tiene importancia alguna porque es la mera respuesta de la memoria, la voz de la tradición, de las experiencias acumuladas del pasado, y el pasado no puede hacer frente al siempre cambiante presente. Para afrontar el presente, la mente debe vaciarse por completo de pensamiento para que haya observación sin idea, y es esta observación sin idea la que da la inmensa energía para que la mutación pueda producirse. Es decir, la mente debe vaciarse de todas las cosas que la memoria ha puesto en ella.

  … Cuando somos interiormente dependientes, entonces la tradición tiene mayor dominio sobre nosotros, y una mente que piensa de acuerdo con la tradición no puede descubrir lo que es nuevo. Al adaptarnos nos convertimos en mediocres imitadores, en piezas de una cruel máquina social. Lo que importa es lo que nosotros pensamos, no lo que otros quieren que pensemos. Cuando nos adaptamos a la tradición, al poco tiempo nos volvemos meras copias de lo que deberíamos ser.”

   J. Krishnamurti

    Audiotexto:

           

DONDE HAY VERDADERA COMPRENSIÓN NO SE HABLA ACERCA DE LA TOLERANCIA

  

   … Entre tantos remedios, ideales y teorías en conflicto, ¿cuál es la verdadera cura para nuestras complejidades y crueldades sociales, para los profundos malentendidos que están creando confusión y caos en el mundo? Hay numerosos maestros con sus métodos, muchos filósofos con sus sistemas. ¿Cómo elegir lo que es verdadero? Cada sistema, cada maestro, hace hincapié en alguna parte de la existencia humana total.

   ¿Como ha de hacer uno, entonces, para comprender el proceso total de la vida y cómo ha de liberar la mente de modo tal que pueda haber percepción de lo verdadero? Cada líder tiene su propio grupo en conflicto con otro grupo, con otro líder. Hay desacuerdo, desorden, caos. Ciertos grupos se vuelven despiadados y otros tratan de ser tolerantes, liberales, porque sus líderes les dicen: "Cultiven la tolerancia, ya que todos los caminos conducen hacia la realidad". Así, tratando de desarrollar el espíritu de tolerancia, de hermandad, poco a poco se vuelven indiferentes, perezosos e incluso brutales.

   … Tal como la sociedad está organizada no podemos tener hermandad internacional. No podemos permanecer siendo usted neozelandés, yo hindú y hablar de hermandad. ¿Cómo puede haber verdadera hermandad si estamos limitados por las condiciones económicas, por este patriotismo que es una cosa tan falsa? Es decir, ¿cómo puede haber hermandad si usted permanece siendo un neozelandés aferrado a sus prejuicios particulares, a sus vallas arancelarias, a su patriotismo y demás, y yo un hindú que vivo en la India con mis propios prejuicios? Podemos hablar de tolerancia, dejarnos mutuamente tranquilos, o yo enviándole misioneros y usted enviándome misioneros, pero no puede haber hermandad. ¿Cómo podría haberla cuando usted es cristiano y yo soy hindú, cuando usted está dominado por los sacerdotes y yo también estoy dominado por los sacerdotes, cuando usted tiene una forma de adoración y yo tengo otra? Lo cual no quiere decir que usted deba adoptar mi forma de adoración o que yo deba adoptar la suya.

   … Ahora bien, señores, me gustaría decirles que, a mi entender, la verdad no tiene aspectos. Creo que especialmente los teósofos, y también algunos otros, están habituados a afirmar que la verdad tiene muchos aspectos; el cristianismo es un aspecto, el budismo otro, el hinduismo otro y así sucesivamente. Esto no hace sino demostrar que queremos apegarnos a nuestro propio temperamento particular, a nuestros propios prejuicios, y ser tolerantes con los prejuicios de otras personas. Mientras que, para mí, reitero, la verdad no tiene aspectos. No es como una luz con muchas lámparas coloreadas. O sea, ustedes hacen pasar esa luz por lámparas con vidrios de colores y después tratan de ser tolerantes con una luz roja si ustedes son una luz verde; inventan esa desafortunada palabra tolerancia, tan artificial, tan árida y carente de valor. Por cierto, ustedes no son tolerantes con sus hermanos, con sus hijos; cuando hay verdadero afecto no hay tolerancia, es sólo cuando el corazón se ha marchitado que hablamos acerca de tolerancia. A mí, personalmente, no me importa en qué creen o no creen ustedes, puesto que mi afecto no se basa en la creencia. La creencia es una cosa artificial, mientras que el afecto es una condición innata, y cuando ese afecto se marchita tratamos de diseminar hermandad por el mundo y hablamos de tolerancia, de la unidad de las religiones. Pero donde hay verdadera comprensión no se habla acerca de la tolerancia.

   … Cada religión sostiene que sólo hay una religión verdadera, ella misma, y trata de atraer dentro de su redil, de su limitación, a las personas que sufren. De este modo, las religiones crean división entre los hombres. La pregunta es: ¿Por qué desean ustedes tener una religión, cualquiera que sea, siendo la religión un sistema organizado de creencias, dogmas y credos? Se aferran a ella porque esperan que actuará como una guía, que les dará consuelo y solaz en tiempos de infortunio. Así, la religión organizada se convierte en un refugio, un modo de escapar del continuo impacto de la experiencia y de la vida. A causa de su propio deseo de protección crean ustedes una estructura artificial a la que llaman religión, la cual es, en esencia, una droga consoladora contra la realidad.

   Si la mente discierne su propio proceso de construir refugios y así eludir la vida, comenzará a desenredarse de todos los valores incuestionables que ahora la limitan. Cuando el hombre comprenda de verdad esto, no tendremos el espectáculo de una religión compitiendo con otras, porque entonces estará libre de las ilusiones que él mismo ha creado, y así habrá despertado en sí mismo esa genuina inteligencia, lo único que puede destruir todas las discriminaciones artificiales y las múltiples crueldades de la intolerancia.

   … Casi todos deseamos un mundo en el que haya paz y hermandad, en el cual no tengan cabida la crueldad y la guerra, en el que haya bondad y tolerancia, ¿Cómo hemos de lograrlo? Es indudable que para obtener buenos fines debemos emplear buenos medios. Si ustedes desean que haya tolerancia  deben ser tolerantes, tienen que acabar con la intolerancia desde sí mismos. Si quieren tener paz deben emplear medios correctos para ello, no los métodos falsos de la brutalidad y la violencia. Esto es obvio, ¿verdad? Si usted quiere ser amigo de alguien debe ser cortés y bondadoso con él, no ha de haber ira ni causa alguna de enemistad. Debe pues, emplear buenos medios para crear buenos fines, porque en el medio mismo está el fin. No están separados, no se hallan distantes el uno del otro.

   … La tolerancia no es compasión, es una cosa creada por la astucia de la mente. La tolerancia es la reacción de la intolerancia, pero ni el tolerante ni el intolerante serán nunca compasivos. Sin amor, toda la llamada buena acción sólo puede conducir a mayor daño y desdicha. Una mente ambiciosa, que busca poder, no conoce el amor y nunca será compasiva. El amor no es reforma, sino acción total.”

   J. Krishnamurti

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