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DE UN EXTREMO AL OTRO DEL MUNDO, TODOS ESTAMOS INTERESADOS EN NOSOTROS MISMOS. ESO SIGNIFICA AISLARNOS DEL RESTO DE LA HUMANIDAD

              

   “… ¿Creéis que hay alguna relación entre el individuo y la masa, entre vosotros y lo colectivo? Al Estado, al gobierno le gustaría que nosotros fuésemos tan solo ciudadanos, lo colectivo. Pero primero somos hombres y después ciudadanos, no ciudadanos primero y hombres después. Al Estado le agradaría que no fuésemos hombres, individuos, sino masa. Porque, cuando más ciudadanos seamos, mayor será nuestra capacidad, mayor nuestra eficiencia; nos convertimos en el instrumento que los burócratas, los Estados autoritarios, los gobiernos, quieren que seamos.

   Debemos pues, distinguir entre el individuo particular y el ciudadano, entre el hombre y la masa. El individuo, el hombre, tiene sus propios sentimientos, esperanzas, fracasos, decepciones, anhelos, sensaciones, placeres. Y existe el punto de vista que quiere reducir todo eso a lo colectivo, porque es muy sencillo habérselas con lo colectivo. Se pasa un edicto y ya está. Se da un decreto y él se cumple. De suerte que cuantas más agrupaciones haya y más eficientemente estén organizadas, más se desconoce al individuo, ya sea por la iglesia o por el Estado. Entonces somos todos cristianos, todos hindúes, no individuos. Y con esa mentalidad, en ese estado de cosas que casi todos deseamos, ¿queda sitio alguno para la realidad individual? Reconocemos que ha de haber nación colectiva. ¿Pero se logra acaso la acción colectiva con la negación del individuo? ¿Está el individuo en oposición a lo colectivo? ¿No es acaso ficticio lo colectivo? ¿La masa no carece de realidad? Viendo la dificultad de habérnoslas con el individuo creamos lo opuesto, la masa, y entonces tratamos de establecer una relación entre el individuo y lo colectivo. Si el individuo es inteligente, cooperará. Ese, sin duda, es nuestro problema, ¿verdad? Primero creamos la masa, y luego tratamos de encontrar la relación entre el individuo y la masa. Pero investiguemos si la masa es real. El grupo aquí presente puede ser transformado en lo colectivo por medio del hipnotismo, de la propaganda; por diversos medios podemos ser incitados a actuar colectivamente en favor de una ideología, de un Estado, de una iglesia, de una idea, y así sucesivamente. Es decir, la acción colectiva puede ser exteriormente impuesta, dirigida, forzada, mediante el temor, la recompensa y todo lo demás. Habiendo producido esa situación, tratamos de establecer la relación del individuo, que es lo real, con aquello que es un producto. ¿No es posible, antes bien, que el individuo pierda su sentido separativo mediante la comprensión definida de todo lo que implica la “separatividad” y, por lo tanto, actúe cooperativamente? Pero como eso es tan difícil, los Estados, los gobiernos, las iglesias, las religiones organizadas, obligan e inducen al individuo a convertirse en lo corporativo.

   ¿Qué lugar ocupa el individuo en la historia? ¿Qué importancia tiene lo que vosotros y yo hagamos? El movimiento histórico sigue su curso. ¿Qué lugar ocupa la realidad en este movimiento? Probablemente ninguno, en absoluto. Vosotros y yo para nada contamos. Este movimiento es gigantesco y prosigue; tiene el impulso de los siglos, y habrá de proseguir. ¿Cuál es vuestra relación, como individuos, con este movimiento? ¿Algo de lo que vosotros hagáis podrá afectarlo? ¿Podréis impedir una guerra por el hecho de ser pacifistas? No sois pacifistas porque haya una guerra ni porque hayáis descubierto que algo tenéis que ver con ella, sino porque la guerra en sí es un mal, y sentís que no podéis matar, y ahí termina todo. Pero el tratar de encontrar una relación entre vuestro entendimiento, entre vuestra inteligencia y ese lógico y monstruoso movimiento de la guerra, paréceme absolutamente vano. Yo puedo ser un individuo y ello, no obstante, ver lo que crea en mí sentimientos antisociales, y de ese modo librarme de acciones separativas. Puede que posea una pequeña propiedad, mas eso, ciertamente no me convierte en un ente separativo. Pero lo que es calamitoso, lo que es destructivo, es todo ese estado psicológico de estar separado, de estar aislado, de ser algo. Y para sobreponernos a eso es que tenemos todos los decretos, sanciones e imposiciones externas.

   Estamos formulando todas estas preguntas como verdaderos amigos, no como un gurú. Quien habla no tiene en absoluto intención alguna de impresionarlos, de decirles lo que deben hacer o de ayudarles. Por favor, tengan esto presente durante todas las pláticas. Él no tiene ninguna intención de ayudarles. Les diré por qué, la razón, la lógica de ello. Ustedes han tenido muchísimos gurús, miles de ellos, muchísimos ayudadores (cristianos, hindúes, budistas, toda clase de líderes), no solo políticos, sino también los que se llaman religiosos. Han tenido líderes más grandes y más pequeños. Y al final de esta larga evolución, ¿dónde se encuentran?

   Se supone que hemos vivido sobre esta tierra por millones de años, y durante esa larga evolución hemos seguido siendo bárbaros. Podemos ser más limpios, más rápidos en las comunicaciones, tener más higiene, mejores transportes, etc., pero moralmente, éticamente y, si puedo usar esa palabra, espiritualmente, continuamos siendo bárbaros. Nos matamos unos a otros no solo en la guerra, sino también mediante palabras, mediante gestos. Somos muy competidores, muy ambiciosos. Cada cual se preocupa por sí mismo. El interés propio es la nota dominante en nuestra vida, interés en nuestro bienestar personal, en nuestra propia seguridad, en las posesiones, en el poder, etc. ¿Acaso no nos interesamos en nosotros mismos, espiritualmente, religiosamente, en los negocios? De un extremo al otro del mundo, todos estamos interesados en nosotros mismos. Eso significa aislarnos del resto de la humanidad. Es un hecho, no estamos exagerando. No decimos nada que no sea verdadero.

   … Una mente sencilla comprenderá en qué consiste la perfección porque es parte de la misma perfección. Una mente retorcida no puede comprender la Verdad. Una mente complicada y repleta de conocimientos entresacados de los libros, aunque estos conocimientos valgan algo, está propensa a cristalizarse. En todas las grandes obras de arquitectura, pintura y escultura hay sencillez y sobriedad. La sencillez mental es, por lo valiosísima, muy difícil de adquirir, y para ello se necesita mucha experiencia.

   La genuina sencillez es la suprema forma de espiritualidad.” 

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

CUANDO ME COMPRENDO A MÍ MISMO COMPRENDO AL OTRO, GRACIAS A ESA COMPRENSIÓN ADVIENE EL AMOR

                    

   “… Creo que la mayoría vemos la urgencia de una revolución interna, la única capaz de generar una transformación radical en lo externo, en la sociedad. Este es el problema que nos ocupa a mí y a todas aquellas personas con intenciones serias. Nuestro problema es cómo producir una transformación fundamental y radical en la sociedad, porque esa transformación externa no puede suceder sin una revolución interna. Debido a que la sociedad siempre es estática, cualquier acción, cualquier reforma que se realice sin esa revolución interna será igualmente estática. Por eso, sin esa permanente revolución interna no hay esperanza; sin ella la acción externa es reiterativa y tradicional. La acción de relacionarse con los demás, con unos y otros, eso es la sociedad, y esa sociedad será estática, no tendrá cualidades vivificantes mientras no se dé una revolución interna permanente, esa transformación psicológica creativa. Como no se da esa revolución interna permanente, la sociedad sigue siendo estática, cristalizada, y por eso tiene que ser demolida constantemente.

   … La sociedad no cambia por el ejemplo. La sociedad puede reformarse, puede producir ciertos cambios por medio de la revolución política o económica, pero solo el hombre religioso puede crear una transformación fundamental en la sociedad; y el hombre religioso no es aquel que practica el ayuno como ejemplo para impresionar la sociedad. El hombre religioso no se interesa nada por la sociedad, porque esta se basa en la adquisividad, la envidia, la codicia, la ambición, el miedo. Esto es, la mera reforma del modelo de la sociedad cambia solo la superficie, produce una forma más respetable de ambición. Por el contrario, el hombre verdaderamente religioso está totalmente fuera de la sociedad porque no es ambicioso, no tiene envidia, no sigue ningún rito, dogma ni creencia; y es solo un hombre así el que puede transformar fundamentalmente la sociedad, no el reformador. El hombre que se pone a dar ejemplo no hace más que engendrar conflicto, reforzar el temor y producir diversas formas de tiranía.

   Es muy extraño cómo adoramos los ejemplos, los ídolos. No queremos lo que es puro, verdadero en sí mismo; queremos intérpretes, ejemplos, maestros, gurús, como medio a través del cual alcanzar algo, todo lo cual es puro disparate, y se utiliza para explotar a la gente. Si cada uno de nosotros pudiera pensar claramente desde el principio mismo, o nos pudiéramos reeducar para pensar claramente, entonces todos estos ejemplos, maestros, gurús, sistemas, serían absolutamente innecesarios, como lo son de todos modos.

   Como veis, el mundo es, desgraciadamente, demasiado para la mayoría de nosotros; nuestras circunstancias pesan demasiado; nuestras familias, nuestro país, nuestros líderes, nuestros puestos de trabajo nos atan, nos sujetan al engranaje, y esperamos vagamente encontrar de alguna manera felicidad. Pero esta felicidad no viene vagamente, no viene si estáis sujetos por la sociedad, si sois esclavos del ambiente; viene solo cuando hay libertad de la mente, que no es libertad de pensamiento. El pensamiento nunca es libre; pero la mente puede serlo, y esa libertad viene, no mediante la penetración en las muchas capas de lo inconsciente, analizando el recuerdo de incidentes y experiencias, sino tan solo cuando hay completa atención. En el proceso de autoanálisis siempre tiene que estar el analizador; pero el analizador es parte de lo analizado, como el pensador es parte del pensamiento; y si no comprendéis la cuestión central, no haréis más que aumentar los problemas y producir más desdicha.

    … El patrón social lo establece el hombre; no es independiente del hombre, aunque tiene vida propia, y el hombre no es independiente de él; se encuentran interrelacionados. El cambio que se opere dentro de ese patrón no será cambio en lo más mínimo; será solo la modificación, una reforma. Solo separándonos del patrón social sin generar ningún otro patrón podremos «ayudar» a la sociedad. Mientras pertenezcamos a la sociedad, solo contribuiremos a su deterioro, Todas las sociedades, incluyendo las más maravillosamente utópicas, poseen dentro de sí mismas las semillas de su propia corrupción. Para cambiar la sociedad es necesario primero alejarnos de ella. Debemos dejar de ser lo que la sociedad es, codiciosa, ambiciosa, envidiosa, buscadora del poder, etc.

   … En un mundo de vastas organizaciones, enormes movilizaciones de personas, grandes movimientos de masas, tememos actuar en pequeña escala; nos atemoriza ser personas sin importancia que limpian y despejan su propia parcela. Nos decimos: «¿Qué puedo hacer personalmente? Para poder hacer reformas debo unirme a un movimiento de masas». Por el contrario, la verdadera revolución tiene lugar no por obra de movimientos de masas, sino por medio de una revolución interna de la relación; solo esa es una verdadera reforma, una revolución radical y constante. Tememos comenzar a actuar en una escala pequeña. Debido a que el problema es tan vasto, pensamos que debemos encararlo con gran cantidad de personas, con una gran organización, con movimientos de masas. Por cierto, tenemos que empezar a abordar el problema a una escala pequeña, y la escala pequeña es el «yo» y el «tú». Cuando me comprendo a mí mismo, comprendo al otro, gracias a esa comprensión adviene el amor. El amor es el factor ausente; hay falta de afecto, de calidez en la relación. A causa de que nos falta ese amor, esa ternura, esa generosidad, esa piedad en la relación, escapamos hacia la acción de masas, la cual produce más confusión, más desdicha. Llenamos nuestros corazones con planes para la reforma del mundo, y no prestamos atención a ese único factor resolutivo, que es el amor.

   Ahora bien, el hecho de que esto está ocurriendo en todas partes del mundo, significa que nosotros, los ciudadanos y educadores que somos responsables de los gobiernos existentes, no nos preocupamos fundamentalmente con respecto a si hay libertad o esclavitud, paz o guerra, bienestar o miseria para el hombre. Queremos una pequeña reforma aquí y allá; pero la mayor parte de nosotros tememos destruir la sociedad actual y edificar una estructura completamente nueva, porque esto necesariamente conllevaría una transformación radical en nosotros mismos.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

DEBEMOS SER SENCILLOS EN NUESTRA VIDA INTERNA Y EN NUESTRAS NECESIDADES EXTERNAS

    

   “… Para mirar, para observar, para prestar atención completa a algo hermoso, la mente debe estar libre de pensamientos, de problemas, de especulaciones, de preocupaciones, ¿verdad? Tan sólo cuando la mente está en completa calma uno puede observar de verdad, porque entonces la mente es sensible a esa belleza extraordinaria, y quizá esa es la clave para resolver el problema de la libertad. Ahora bien, ¿qué significa ser libre? ¿Consiste la libertad en hacer lo que a uno le conviene, ir adonde uno quiere, pensar lo que uno quiere? Eso es exactamente lo que hacen. El simple hecho de tener independencia, ¿es eso libertad? Muchas personas en el mundo son independientes, pero muy pocas son libres. Libertad significa enorme inteligencia. Ser libre es ser inteligente. Sin embargo, la inteligencia no llega con solo desear ser libre; surge únicamente cuando uno empieza a comprender todo su entorno, las influencias sociales, religiosas, familiares y tradicionales que constantemente nos bloquean.

   Para comprender estas múltiples influencias: la influencia de nuestros padres, del gobierno, de la sociedad, de la cultura a la que pertenecemos, de las creencias, de los dioses, de las supersticiones y de la tradición a la que uno se amolda sin reflexionar; para comprenderlas, para liberarse de todas esas influencias se requiere una percepción directa y profunda, pero normalmente uno claudica porque internamente tiene miedo. Tiene miedo de no conseguir una buena posición en la vida, de lo que pueda decir el sacerdote, de no seguir la tradición, de no hacer lo correcto. Pero, en realidad, la libertad es un estado de la mente en el cual no existe ningún miedo, ninguna coacción, ningún ansia de sentirse seguro.

   Ya sea en el mundo de los políticos, del poder, de la posición y de la autoridad, como en el llamado «mundo espiritual», donde uno aspira a ser virtuoso, noble y santo, en el momento en que deseamos ser alguien dejamos de ser libres. Sin embargo, en el hombre o en la mujer que se da cuenta de lo absurdo de todas estas cosas, su corazón se mantiene inocente y, en consecuencia, deja de moverse por deseo de ser alguien. Si comprende la sencillez de esto también verá su extraordinaria belleza y magnitud. No importa si sigue el ejemplo de un gurú, de un santo, de un maestro, de un familiar, o se aferra a una tradición particular; en todo eso está implícita la exigencia de llegar a «ser algo», y tan solo cuando uno realmente comprende este hecho tiene libertad.

   … De manera que el propósito de la educación es ayudarle desde la infancia a no imitar a nadie, ayudarle a que sea uno mismo todo el tiempo. Esa es una de las cosas más difíciles de hacer, ser siempre lo que uno es y comprenderlo, tanto si uno es feo o atractivo, envidioso o celoso. No es fácil ser uno mismo, porque pensamos que es despreciable ser lo que somos, y si pudiéramos cambiarlo por algo noble sería maravilloso, pero eso nunca sucede. No obstante, si miramos lo que realmente somos y lo comprendemos, esa misma comprensión es, entonces, transformación. De modo que la libertad no consiste en intentar llegar a ser algo diferente de lo que somos, ni en hacer todo lo que queremos hacer, ni tampoco se trata de seguir la autoridad de la tradición, de los padres o del gurú; la libertad significa comprender lo que uno es de instante en instante.

   Como saben, no nos educan de esa manera, sino que la actual educación nos incita a que seamos esto o aquello, pero eso no es comprenderse uno mismo. El «uno mismo» es algo muy complejo, no es simplemente la entidad que va a la escuela, que riñe, que juega, que tiene miedo; también es algo más oculto, no tan palpable; está constituido no solo por todos los pensamientos que uno tiene, sino también por todas aquellas cosas introducidas en nuestra mente por otras personas, por los libros, los periódicos, los líderes, y únicamente es posible comprender todo esto cuando uno no desea ser alguien, cuando no imita, cuando no sigue; es decir, cuando se rebela contra toda esa tradición de intentar llegar a ser algo. Esa es la única revolución verdadera que conduce a una libertad extraordinaria, y fomentar esa libertad es el verdadero propósito de la educación. La esperanza de un nuevo mundo está en aquellos que empiezan a darse cuenta de lo falso y se rebelan contra ello, no solo verbalmente sino, de hecho; por eso deben buscar una clase de educación correcta, porque sólo creciendo en libertad se puede crear un mundo nuevo que no esté basado en la tradición, ni moldeado según la visión particular de algún filósofo o idealista. No puede haber libertad mientras uno esté tratando de llegar a ser alguien o de imitar algún ejemplo noble.

   … Cuando la mente descarta el factor externo, divino o místico, o cualquier cosa que sea invención de una mente que no ha podido resolver el problema de liberarse de su propio condicionamiento; cuando descarta ese agente exterior, inventa otro, el «yo», el «observador», que dice: «voy a librarme de mi condicionamiento». Pero, de hecho, sólo existe una mente que se halla en estado condicionado, no la dualidad de una mente que dice que está condicionada, que tiene que ser libre, que tiene que ejercer la voluntad sobre su estado condicionado. Sólo existe una mente condicionada. Por favor, escuche esto con mucho cuidado. Si realmente escucha con atención, con todo su corazón, con toda su mente, verá lo que pasa. La mente está condicionada, solo eso. No hay nada más. Todas las invenciones psicológicas, relación permanente, divinidad, dioses, todo lo demás, nacen de esta mente condicionada. Sólo hay eso y ninguna otra cosa más. ¿Es esto un hecho para usted? Esta es la cuestión. Si usted puede llegar a este hecho es en verdad una cosa de extraordinaria importancia. Porque en la observación de eso solamente, y nada más, empieza el sentido de libertad, que es la liberación del conflicto.

   ... Educar a un niño es ayudarlo a comprender la libertad y la integración. Para tener libertad tiene que haber orden, que solo la virtud puede dar; y la integración sólo se produce en medio de una gran sencillez. Partiendo de innumerables complejidades debemos llegar a la sencillez. Debemos ser sencillos en nuestra vida interna y en nuestras necesidades externas.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LA VERDAD ES UNA TIERRA SIN CAMINOS, Y LLEGA A NOSOTROS CUANDO NOS HEMOS LIBERADO TOTALMENTE DEL CONDICIONAMIENTO

    

    “… El cerebro, ubicado en el interior del cráneo, es un instrumento extraordinario. Ha acumulado un enorme conocimiento de casi todo, ha inventado las cosas más increíbles, como las computadoras, los veloces medios de comunicación y los instrumentos de guerra. En ese campo, el cerebro tiene libertad absoluta para inquirir, para inventar y para investigar. Empieza con el conocimiento y acumula más y más saber. Si cierta teoría no funciona la descarta. Sin embargo, el cerebro no es tan libre a la hora de investigar el «yo»; está condicionado, moldeado, programado para ser hindú, musulmán, cristiano, budista, etc. Como una computadora, el cerebro humano está programado, que si son necesarias las guerras, que si hemos de pertenecer a cierto grupo, que si nuestras raíces son parte del mundo, etc. Y eso es verdad, no es una exageración. Todos estamos programados por la tradición, por la constante repetición en los periódicos y revistas, por miles de años de presión. El cerebro tiene libertad en una dirección, en el mundo de la tecnología; pero ese mismo cerebro que es enormemente capaz se ve limitado por su propio interés. Nuestro cerebro, que es por completo libre en una dirección, en lo psicológico está atrofiado.

   … Los seres humanos acumulan el conocimiento y le rinden culto, no solo el conocimiento científico sino también el así llamado conocimiento espiritual. Piensan que el conocimiento es de suma importancia en la vida, el conocimiento de lo que ha sucedido y de lo que va a suceder. Todo este proceso de acumular información, de rendir culto al conocimiento, ¿no surge de un trasfondo de temor? Tememos que sin el conocimiento estaríamos perdidos, que no sabríamos cómo conducirnos. Así, leyendo lo que los sabios han dicho, mediante las creencias y experiencias de otras personas y también mediante nuestras propias experiencias, paulatinamente construimos un trasfondo de conocimiento que se vuelve tradición, y buscamos refugio detrás de esta tradición. Pensamos que este conocimiento o que esta tradición es esencial, y que sin eso estaríamos perdidos, no sabríamos qué hacer.

   … El conocimiento es la acumulación de experiencias, no sólo la experiencia personal, sino la acumulación de la experiencia pasada que llamamos tradición. La tradición se nos transmite a cada uno de nosotros. Hemos acumulado no solo el conocimiento psicológico individual, personal, sino el conocimiento psicológico que se ha estado transmitiendo y que ha ido condicionando al hombre durante milenios. Nos preguntamos si ese conocimiento psicológico puede alguna vez transformar radicalmente al hombre, como para convertirlo en un ser humano totalmente incondicionado. Porque si hay cualquier forma de condicionamiento en lo psíquico, en lo interno, es imposible dar con la verdad. La verdad es una tierra sin caminos, y llega a nosotros cuando nos hemos liberado totalmente del condicionamiento.

   … ¿Por qué obedecemos? No sé si se han preguntado a sí mismos alguna vez por qué obedecen a alguien. El significado etimológico de la palabra obedecer es "escuchar". Cuando, día tras día, a uno se le repite que es hindú, musulmán, budista, cristiano o comunista, eso que escucha condiciona su mente, ¿no es cierto? Atiendan, por favor. En este país, y es algo que por desgracia está extendiéndose también a otros países, se les ha inculcado la idea de que necesitan un gurú. Esa es la tradición repetida una y otra vez; eso es lo que ustedes han sentido, repetir, e instintivamente se han sumado a ello, han obedecido. Pero vean qué se han hecho a sí mismos, qué le ha sucedido a la mente. Una mente que obedece, que se conforma y compara no es una mente religiosa. Antes de seguir razónenlo, pues si lo hacen no podrán pasar por alto la lógica de estas palabras. Quizá no les guste lo que digo, están en su derecho, pero primero deben examinarlo. Uno debe ser capaz de escuchar, no con el intelecto sino con el corazón. Escuchen a fin de comprender, intenten averiguar por qué deben aprender por sí mismos, y no de lo que dicen otros.

   … Ningún libro, ni el Gita ni las Upanishads puede enseñarles sobre sí mismos; ningún profesor, ningún filósofo ni psicólogo puede enseñarles salvo lo que cada uno de ellos piensa sobre lo que son ustedes, o lo que piensa que deberían ser; es decir, sólo pueden ofrecerles sus opiniones y conclusiones o sus percepciones, que no son las de ustedes. Durante siglos y siglos han aceptado la autoridad de los demás, de los gurús, de la tradición, de lo que otros han dicho; por eso están tan faltos de energía, tan faltos de sensibilidad, tan embotados; por eso son personas de segunda mano. Se ríen, pero esa risa es indicio de que no comprenden el significado de lo que se está diciendo; es como el joven que tras años de universidad se licencia, encuentra un trabajo y se asienta en su posición segura por siempre jamás. Por eso la autoridad les ha destruido, por eso les han destruido las religiones. Dense cuenta de eso, por favor.

   … A medida que escuchan observen el hecho de que, dado que la base de la creencia es el deseo de seguridad y certidumbre, dado que la creencia es resultado del miedo, una mente ofuscada por la creencia no tiene posibilidad alguna de percibir qué es la verdad, por más que la busque. A medida que escuchan esto, ¿ven que es verdad? Si lo ven, el condicionamiento ha desaparecido y sus mentes tienen ahora libertad para observar. A medida que escuchan, ¿observan sus propias creencias, sus propias conclusiones? ¿Se dan cuenta de que una mente en ese estado es incapaz de mirar y percibir con claridad? Si quieren percibir con claridad, su mente debe estar libre por completo de cualquier creencia, ya sea su Dios o mi Dios. Al escuchar, ¿se han desprendido de todo eso en lo que creen, o hasta tal punto están condicionados que, sin algo en lo que creer, se sienten perdidos, atemorizados, y no tienen más remedio que seguir aferrados a ello? Es obvio que una mente así no es una mente religiosa.

   … ¿Verdad que no necesitan creer que el Sol saldrá mañana? Saben que lo hará. Solo la mente que vive en la incertidumbre, en la confusión, y que busca seguridad y consuelo, necesita creer; de modo que uno ha de estar libre de toda creencia, de toda clase de conclusiones y, como es obvio, de todo tipo de ideales.” 

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: