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RECOMPENSA

   “… Una mente que desea comprender la verdad, debe estar libre de estas tres ilusiones: de la creencia organizada con su autoridad y sus dogmas, de las ceremonias con su boato y su sensación, y de esas ilusiones que, creadas por la propia mente, van acompañadas de satisfacciones y de una destructiva felicidad. Cuando la mente se halla en verdad exenta de todo prejuicio, cuando no busca una recompensa ni cultiva una deidad ni espera la inmortalidad, entonces, en esa claridad de discernimiento, surge a la vida la realidad.
   … Señor, ¿no piensa que nuestras mentes son tan mercantiles que, a menos que obtengamos una recompensa, no haremos nada? Nuestra mente vive en el mercado: yo te doy esto, tú me das aquello. Estamos tan acostumbrados al mercantilismo, tanto espiritual como físicamente, que no hacemos nada sin una recompensa, sin ganar algo, sin un propósito. Todo tiene que ser intercambio, no obsequio, sino intercambio: yo te doy esto y tú me das eso; me torturo a mí mismo religiosamente y Dios debe llegar a mí. Todo es un asunto comercial.
   … ¿Qué ha hecho que el hombre entregue tesoros enormes a un templo? ¿Qué le ha impulsado a hacer todas estas cosas? ¿Qué energía es la que se ha dedicado a todo esto? ¿Ha sido el miedo? ¿Ha sido la búsqueda de alguna recompensa del cielo, o como quieran ustedes llamarlo? ¿Fue su origen la búsqueda de una recompensa? Ustedes desean una recompensa; quieren alguna cosa en cambio; rezan tres o cinco veces al día y esperan que, en retribución, alguna entidad les dará algo, desde un refrigerador a un automóvil, una esposa mejor o un marido mejor; o esperan la gracia, algo que les dé esperanzas, algo a lo que puedan aferrarse. Ésta ha sido la historia de todas las religiones.
   … La mente religiosa no pertenece a ningún grupo, a ninguna secta, a ninguna creencia, a ninguna iglesia, a ningún circo organizado; por lo tanto, es capaz de mirar las cosas de manera directa y comprenderlas inmediatamente. Así es la mente religiosa porque es una luz para sí misma. Su luz no es encendida por otro, la vela que es encendida por otro puede apagarse muy pronto. Y la mayoría de nuestras creencias, dogmas, rituales son el resultado de la propaganda, que no tiene nada que ver con una vida religiosa. Una mente religiosa es una luz para sí misma y, por lo tanto, no existe para ella el castigo o la recompensa.
   … Un hombre de negocios está concentrado porque quiere amasar fortuna o poder, y cuando otro se concentra en la meditación, también va tras la realización, la recompensa. Los dos persiguen el éxito, que da confianza en uno mismo, y la sensación de estar seguro. Esto es así, ¿verdad?
   … Vosotros no deseáis rebelaros contra todo eso, ¿verdad? Cuando al pobre le pagáis tan poca cosa y vosotros tanto poseéis, ¿qué es lo que habrá de ocurrir? Gradualmente, pues, inventáis la palabra “karma”, o sea la aceptación pasiva de la desdicha en la vida. El hombre encumbrado, el triunfador, el que ha heredado, ha recibido educación y ha llegado a la situación más alta, dice a su vez: “también es mi karma; he hecho el bien en mi vida anterior y es por lo tanto mi karma el recoger la recompensa de mis pasadas acciones”. Entonces él quiere llegar a la cumbre, tener muchas casas, poder, posición y medios de corrupción. ¿Es eso el “karma”, aceptar las cosas tal como están? ¿Comprendéis? ¿Es “karma” eso de tener espíritu de aceptación de las cosas como están -espíritu que tenéis vosotros y muchos de los maestros-, sin una chispa de rebeldía, el hallarse uno dispuesto a aceptar, a obedecer? Veis, pues, cuan fácilmente, porque no estamos alertas, las palabras se convierten en redes para atraparnos.
   … Ninguna forma de compulsión externa o interna podrá ayudar, ¿verdad? Toda compulsión, por sutil que sea, es el resultado de la ignorancia; nace del deseo de recompensa o del miedo al castigo. Comprender la naturaleza total de la trampa es estar libre de ella; ninguna persona, ningún sistema, ninguna creencia puede liberarnos. La verdad de esto es el único factor liberador, pero uno tiene que verla por sí mismo, y no ser meramente persuadido. Tenéis que emprender el viaje por un mar inexplorado.
   … No existe el respeto a otra persona cuando por ello hay una recompensa; porque el soborno o el castigo resulta más significativo que el sentimiento de respeto. Si no le tenemos respeto al niño, y sólo le ofrecemos una recompensa o le amenazamos con un castigo, estimulamos la codicia y el temor. Puesto que nosotros mismos hemos sido educados a actuar con miras egoístas, no vemos cómo pueda haber acción libre del deseo de ganancia.
   … Uno tiene solamente una cabeza, y cuidarla es algo maravilloso. No hay maquinaria ni computadora electrónica que puedan compararse con ella. Es tan vasta, tan compleja, tan enteramente capaz, sutil y productiva ... Es el depósito de la experiencia, del conocimiento y la memoria. De ella brotan todos los pensamientos. Lo que ha producido es completamente increíble: el daño, la confusión, los padecimientos, las guerras, las corrupciones, las ilusiones, los ideales, el dolor y la desdicha; las grandes catedrales, las bellas mezquitas y los templos sagrados. Es fantástico lo que ha hecho y puede hacer la cabeza. Pero hay una cosa que aparentemente no puede hacer: cambiar por completo su comportamiento al relacionarse con otra cabeza, con otro hombre. Ni el castigo ni la recompensa parecen cambiar su conducta, ni parece transformarla el conocimiento. El ‘yo’ y el ‘tu’ permanecen invariables. Ella nunca se da cuenta de que el yo es el tú, de que el observador es lo observado.
   … Así pues, cuando se observan a sí mismos, está el observador y lo observado; es decir, uno que es el censor y aquello que condenan o justifican. Entiendan que ése es el verdadero trabajo; tienen que trabajar. Probablemente no estén acostumbrados a hacerlo, están acostumbrados a que se les guíe; y cuando una persona está habituada a dejarse llevar mediante coerciones y amenazas, lo que hace no es algo propio. Aquí, en cambio, no se les ofrece nada: ni recompensas ni castigos ni el cielo ni la dicha suprema, nada, salvo el fin del conflicto; pues una vez que hayan puesto fin al conflicto, ¡se les abrirá el cielo entero!
   … El ideal es una maravillosa y respetable evasión de lo real. El ideal de la no violencia, como la utopía colectiva, es ficticio; el ideal, lo que debería ser, nos ayuda a encubrir y evitar lo que es. Ir en pos del ideal es buscar recompensa.”
   J. Krishnamurti

                                   

CONOCIMIENTO PROPIO

   “… El conocimiento propio es el principio de la sabiduría; se cultiva mediante la investigación que uno hace respecto de sí mismo. No estoy poniendo al individuo en oposición a la masa. No son antitéticos. El uno, el individuo, es la masa, el resultado de la masa. En nosotros, como lo descubrirán si lo investigan a fondo, está tanto lo colectivo como lo particular, el uno y los más. Es como una corriente que fluye sin cesar dejando pequeños remolinos, y a estos remolinos los llamamos "individualidad", pero son el resultado de este constante fluir de las aguas. Nuestros pensamientos-sentimientos, esas actividades mentales y emocionales, ¿no son, acaso, la consecuencia del pasado, de lo que llamamos "lo colectivo"? Mis pensamientos-sentimientos, ¿no son similares a los de mi prójimo?
   … De modo que el conocimiento propio es el principio de la sabiduría, y sin él no podemos ir muy lejos. Buscar el absoluto, buscar a Dios, la verdad o lo que gusten, es meramente la búsqueda de una gratificación que nosotros mismos proyectamos. Por lo tanto, tienen que empezar cerca y examinar cada palabra que pronuncian, cada uno de sus gestos, el modo como hablan, como actúan, como comen; tienen que estar alerta a todo, sin condenarlo.
   … Recuerde no estancarse en sus descubrimientos, la vida y uno mismo cambian a cada momento. Solo observe lo que siente, no tiene que exteriorizarlo o reprimirlo para actuar más adelante. No es fácil no actuar desde el enojo o la codicia, pero, aunque sea difícil, no significa que algo ande mal en uno, se trata simplemente de la acción del condicionamiento de millones de años de espíritu tribal agresivo y depredador. Pero si uno puede aprender de un momento de enojo, entonces tiene sentido, y si lo hacemos, habrá una gota menos de veneno en el aire que respiramos. Esta forma de conocimiento propio y atención sobre la conducta genera libertad en nuestra vida y en nuestras relaciones; nunca más los caballos salvajes internos nos arrastrarán a lugares donde no queremos ir. El conocimiento propio es también la clave de la supervivencia; los cerebros humanos tienen más de parecido que de diferente y, comprenderse a sí mismo es comprender a todos los demás.
   … De suerte que nuestro problema consiste en actuar con comprensión; y esa comprensión sólo puede resultar del conocimiento propio. Después de todo, el mundo es la proyección de mí mismo. Lo que yo soy, eso es el mundo; el mundo no es diferente de mí mismo, el mundo no me es opuesto. El mundo y yo no somos dos entidades separadas. La sociedad soy yo mismo, no hay dos procesos diferentes. El mundo es mi propia extensión y, para comprender el mundo, debo comprenderme a mí mismo.
   … Es decir, si somos codiciosos, envidiosos, competitivos, nuestra sociedad será competitiva, envidiosa, codiciosa, lo cual genera desdicha y guerra. El Estado es lo que somos nosotros. Para originar orden y paz, debemos comenzar con nosotros mismos y no con la sociedad, no con el Estado, porque el mundo somos nosotros mismos.
   … Casi todos nos satisfacemos con un autoconocimiento superficial, el corriente ABC de la psicología. De nada sirve leer unos cuantos libros de psicología, arañar un poco en ellos y decir que uno sabe. Eso es tan sólo aplicar a la mente lo que uno ha aprendido. En consecuencia, ustedes deben empezar a preguntarse qué es el aprender. ¿Ven la relación entre el conocimiento propio y el aprender? Una mente que se conoce a sí misma está aprendiendo, mientras que una mente que tan solo añade a sí misma el conocimiento adquirido, está meramente acumulando.
   … Para mí, ignorancia es el no darse cuenta del funcionamiento de la propia mente. La falta de conocimiento propio es la esencia de la ignorancia. No digo que debáis rechazar todo conocimiento libresco. No podemos. Lo que señalo es que una mente despierta no necesita del estímulo del reto y la respuesta. Como está despierta, no busca ninguna experiencia. Es luz en sí misma.
   … El aprender exige una mente deseosa de aprender, pero no con el fin de añadir más a sí misma, porque tan pronto estamos empeñados en añadir a nosotros mismos, hemos cesado de aprender. De modo que el conocimiento propio no es un proceso de sumar. Lo que estamos aprendiendo es acerca del «yo», acerca de las modalidades de la mente. Aprendemos acerca de su astucia, sus sutilezas, sus motivos, sus capacidades extraordinarias, su profundidad, su vastedad. Y para aprender sobre algo, uno debe llegar a ello con una enorme humildad.
   … Es como emprender un viaje; a medida que avanzáis, empezáis a comprender la comarca, el paisaje. O como cavar un pozo y beber su agua. De un modo análogo, el conocimiento propio no es acumulativo; es un movimiento constante, un conocimiento de instante en instante que es siempre un descubrimiento, siempre viviente, siempre creador. Sólo cuando hay acumulación, cuando hay restos residuales que se convierten en recuerdo, ese conocimiento es un obstáculo para el vivir creador, para el ser creador.
   … Así, gracias a la constante percepción alerta, existe un conocimiento más amplio y profundo de nosotros mismos. Ésta es una obra de muchos volúmenes; en su comienzo está su final. No podemos pasar por alto ni un solo párrafo, ni una sola página, en nuestro codicioso afán de llegar rápidamente al final. Porque la sabiduría no se compra con la moneda de la codicia o de la impaciencia. Llega a medida que leemos diligentemente el libro del conocimiento propio, o sea, lo que somos de instante en instante, no en un momento determinado, particular. Esto significa, por cierto, un trabajo incesante, un estado de alerta que no sólo es pasivo, sino de permanente investigación sin la codicia de un objetivo final, Esta pasividad es, en sí misma, activa. Con la quietud de la mente advienen la suprema sabiduría y la bienaventuranza.
   … Para descubrir el verdadero significado de la felicidad debemos explorar el río del conocimiento propio. El conocimiento propio no es un fin en sí mismo. ¿Tiene un origen el río? Cada gota de agua, desde el principio al fin, hace al río. Imaginar que encontraremos la felicidad en el origen es un error. Ha de ser hallada allí donde nos encontramos en el río del conocimiento propio.”
   J. Krishnamurti

LLEGAR A SER

   “… El problema del esfuerzo, de la lucha, del afán por lograr algo, debería ser cabalmente entendido; porque, a mi parecer, cuanto más nos esforzamos, cuanto más luchamos por llegar a ser algo, tanto mayor es la complejidad que alcanza el problema. Nunca hemos ahondado realmente esta cuestión del esfuerzo en pos de algo. Realizamos grandes
esfuerzos, espirituales y físicos, en todos los órdenes de la vida. Nuestra existencia, positiva o negativamente, es un proceso de constante esfuerzo, ya sea por llegar a ser algo o por evitar algo. Toda nuestra estructura social, así como nuestra existencia religiosa y filosófica, se basa, ¿no es así?, en el afán de lograr o de evitar un resultado.
   … La mayoría de nosotros ansiamos la satisfacción de tener una posición en sociedad porque tememos ser un don nadie. La sociedad está estructurada de tal modo que un ciudadano que ocupa un lugar respetable es tratado con gran cortesía, mientras que un hombre sin posición es maltratado. Todos en el mundo quieren una posición, ya sea en sociedad, en la familia, o sentarse a la diestra de Dios, y esta posición, desde luego debe ser reconocida por los otros: de lo contrario, no es posición en absoluto.
   … en el así llamado sentido espiritual, quieren ustedes llegar a ser alguien, aunque puedan ocultar esa ambición bajo un montón de palabras. ¿No han advertido esto? Y piensan que todo eso está perfectamente bien, ¿no es así? Piensan que es perfectamente normal, justificable, correcto. Ahora bien, ¿qué es lo que la ambición ha hecho en el mundo? Muy pocos de nosotros hemos pensado alguna vez en eso. Cuando ustedes ven a un hombre luchando por sacar ventaja, por alcanzar y adelantarse a algún otro, ¿alguna vez se han preguntado qué hay en su corazón? Si miraran en su propio corazón cuando son ambiciosos, cuando están bregando por llegar a ser alguien, espiritualmente o en el sentido mundano, encontrarían allí el gusano del miedo.
   … Ustedes quieren que les aseguren que están progresando, que están creciendo, que sus esfuerzos tienen un fin y que producirán un resultado. Así, cuando eso es lo que buscan, es natural que surjan las personas que les dirán: “Hay resultados, te lo aseguro, puedes tener la certeza de ello”. Y entonces se sienten sumamente felices en su acción porque, al final de ella, van a obtener algo. O sea, si se comportan virtuosamente, si hacen ciertas cosas, obtendrán algo a cambio -que es la vieja idea primitiva de que matan a un animal para agradar a Dios-. Sólo que ahora lo hacemos intelectualmente, de una manera más sutil: matamos nuestro propio pensar individual, nuestra libertad, ese éxtasis del vivir, por una recompensa que buscamos.
   … Sabemos que el tiempo es necesario para aprender una habilidad, un idioma o un tema técnico. Pero, a la vez, han empezado a darse cuenta de que el hecho de «llegar a ser», el movimiento de «lo que es» a «lo que debería ser» implica tiempo, y que eso puede ser totalmente erróneo, que puede que no sea una verdad.
   … El tiempo es necesario para que crezca una planta, y creemos que también es necesario para que lleguemos a ser alguna cosa. Ahora bien, en ese "llegar a ser" residen todos nuestros problemas: yo debo ser mejor, más afectuoso. O soy codicioso de dinero, y siempre estoy buscando dinero, dinero y dinero; con el tiempo, dejaré de ser codicioso. Plantamos una semilla; deviene planta, árbol, lo cual toma tiempo. Así, el mismo movimiento es aceptado en el mundo psicológico. Estamos cuestionando eso. Decimos que cualquier forma de devenir psicológico no sólo impide la acción verdadera, sino que es una ilusión.
   … Si admitimos la posibilidad del progreso y de la evolución psicológica, entonces debemos admitir el tiempo, pero el tiempo es un producto del pensamiento. Cuando decimos: «De acuerdo, esto es lo que soy ahora», lo cual es un producto del pensamiento; «pero mañana, la próxima semana o en una fecha futura, seré del todo diferente», igualmente es una idea creada por el pensamiento; es obvio.
   … El pensamiento controla la psique: «no debo sentir esto», «debo llegar a ser aquello». Por eso, el llegar a ser, es el proceso psicológico inventado por el pensamiento. Y de ahí que todo el proceso sea mecánico.
   … Sólo hay cesación del devenir cuando existe la comprensión de lo que es, y la comprensión de lo que es, nos viene por medio del conocimiento propio, el cual revela exactamente lo que uno es. Y cuando cesa todo deseo (lo que sólo puede ocurrir mediante el conocimiento propio), la mente está serena.
   … Estamos acostumbrados a pensar en función del tiempo, para llegar a ser algo. Al encontrarnos confundidos, sufriendo, sin amor, llenos de la amargura de la frustración en la continua lucha por llegar a ser algo, decimos: «Debo tener tiempo para librarme de todo esto», pero nunca nos preguntamos: «¿Puedo librarme, no con el tiempo, sino inmediatamente?». Siempre es necesario hacerse preguntas fundamentales, pero sin buscar nunca respuestas, porque para esas preguntas no existen respuestas. En sí misma la pregunta, con su profundidad y claridad, constituye su propia respuesta.
   … ¿Acaso no es necesario tener una mente dúctil, alerta? ¿No debe uno tener una mente que sea supremamente flexible? ¿No debe la mente ser como un árbol que tiene sus profundas raíces en la tierra y, no obstante, se doblega al paso de los vientos? Es él mismo, por eso puede ser flexible. Ahora bien, ¿en qué nos ocupamos nosotros? Tratamos de llegar a ser alguna cosa y nos vanagloriamos de ello. Ese "llegar a ser" no es plenitud de realización, sino imitación, la copia de un modelo de lo que llamamos perfección; es un seguir, un obedecer a fin de lograr, de tener éxito. Esa no es verdadera realización. Una rosa o una violeta es una flor perfecta en su belleza, y eso, en sí mismo, es realización; sería vano desear que una violeta pudiera ser como una rosa. Nosotros hacemos un esfuerzo constante por ser esto o aquello, y así la mente-corazón se vuelve cada vez más rígida, limitada, estrecha e incapaz de una profunda flexibilidad. Por eso crea ulteriores resistencias de autoprotección contra el movimiento de la vida.
   … ¿es posible darse cuenta internamente del hecho real de que cualquier acción es una reacción, de que todas nuestras acciones nacen del afán de conseguir de alcanzar, de ser algo, de llegar a alguna parte? ¿Es uno capaz de darse cuenta de este simple hecho sin introducir el «qué haré», «qué sucederá con mi familia, con mi trabajo», y todas esas cosas? Porque si la mente ve el hecho sin interpretarlo basándose en lo viejo, entonces hay percepción inmediata, uno comprende esa acción que no es una reacción. Esa comprensión es la esencia de la nueva mente.
   … El hombre que dice que sabe ya está muerto; pero el hombre que piensa que no sabe, el hombre que descubre, que averigua, que no busca un fin, que ya no piensa únicamente en alcanzar el éxito y en llegar a ser alguien, ese hombre está vivo, y ese vivir es la verdad.”
    J. Krishnamurti

DIÁLOGO: AMOR, COMPASIÓN

                     VIERNES, 13 de MARZO           c/León, 3           Hora 19:00

                             ¡Hola amigos! Los Diálogos quedan suspendidos. 
                                  Ya comunicaremos la reanudación. Saludos.

   “… ¿Qué significa ser compasivo? No simplemente de manera verbal, sino ser compasivo en realidad. En el caso de la compasión, ¿se trata de hábito, de pensamiento, se trata de repetir mecánicamente que se es bondadoso, cortés, gentil, tierno? ¿Puede ser de algún modo compasiva la mente que está presa en la actividad del pensamiento con su condicionamiento, su repetición mecánica? Uno puede hablar de ello, puede fomentar la reforma social, ser bondadoso con el pobre pagano, etc. ¿pero es eso compasión? Cuando el pensamiento dicta, cuando el pensamiento está activo, ¿puede haber lugar para la compasión? La compasión es acción sin motivo alguno, sin interés personal, sin ningún sentido de temor, sin ningún sentido de placer.
   … El amor no tiene opuesto. El amor no puede existir donde haya celos, ambición y agresividad. Y donde existe la cualidad del amor, de eso surge la compasión. Donde existe esa compasión, hay inteligencia, pero no la inteligencia del interés propio, del pensamiento o de mucho saber. La compasión no tiene nada que ver con el conocimiento.
   … La compasión no es suya o mía, al contrario del pensamiento que es suyo y mío. Cuando hay inteligencia no existe el ‘yo’ ni el ‘usted’, y esa inteligencia no subsiste en su mente o en su corazón; esa inteligencia, que es suprema, está en todas partes. Esa es la inteligencia que mueve la tierra, los cielos y las estrellas, porque eso es compasión.
   … El amor es la única respuesta perdurable a los problemas humanos. No hagan una división artificial entre al amor a Dios y el amor al hombre, sólo existe el amor. El amor está restringido por múltiples barreras, pero sin el amor, la compasión, el perdón, la generosidad y la bondad no pueden existir; sin amor, todas las virtudes se vuelven crueles destructivas. El odio, la envidia, el rencor, impiden la plenitud del pensamiento-emoción, y tan sólo en la plenitud puede haber compasión y perdón.
   … Así que llegamos a la pregunta, ¿qué es el amor? ¿Es el amor un producto del pensamiento? Por desgracia, el amor se ha convertido en un producto del pensamiento, "amo" a Dios, "amo" a esa persona, pero destruyo la naturaleza. Uno debe investigar esa pregunta muy profundamente para descubrir por sí mismo lo que es el amor, porque sin amor, sin esa cualidad de la compasión, siempre sufriremos. Ahora bien, para descubrirlo, para que la mente tenga esa profunda compasión, uno debe comprender el sufrimiento, porque la pasión surge del sufrimiento; la raíz etimológica de la palabra "pasión" es sufrimiento, y la mayoría nos escapamos del sufrimiento, lo cual no significa que debamos aceptar el dolor físico o psicológico, sería una tontería.
   … De igual manera, la compasión sólo existe cuando uno se ha liberado del sufrimiento, no antes. Ustedes pueden hablar de la compasión, escribir libros sobre ella, discutir acerca de lo que es, pero sólo el fin del sufrimiento es el comienzo de la compasión. La mente humana se ha resignado a soportar el sufrimiento, sufrimiento sin fin: hemos visto a nuestros hijos morir en las guerras, y estamos dispuestos a aceptar el sufrimiento de guerras futuras; soportamos el sufrimiento generado por la educación, el inmenso dolor que trae consigo la educación moderna, cuyo único objetivo es alcanzar cierto conocimiento tecnológico, nada más. Por lo tanto, la compasión, que es amor, sólo puede llegar cuando uno comprende totalmente la complejidad del sufrimiento y su final. ¿Puede ese sufrimiento terminar, no en algún otro, sino en uno mismo?
   … Cuando existe este sentido de compasión, uno no matará de ninguna manera, no matará ni con la palabra ni con un gesto ni con una idea. Lo que decimos, pues, es que el amor surge a la existencia cuando comprendemos la relación. En la comprensión del amor cambiamos la estructura de la sociedad y el dolor llega a su fin. Sólo entonces hay compasión.
   … Si puede verse tal como es, sin evaluación alguna, entonces el temor llega a su fin y de ello surge un sentido extraordinario de amor. El amor es algo que no puede ser cultivado, no es una cosa que la mente pueda comprar. Si usted dice: "Voy a practicar la compasión", entonces la compasión es una cosa de la mente; por lo tanto, no es amor. El amor adviene secretamente, inadvertidamente, plenamente, cuando comprendemos todo este proceso de la relación. Entonces la mente está quieta, no llena al corazón con sus propias cosas; por lo tanto, eso que es amor puede surgir a la existencia.
   … Sólo donde haya espacio y silencio puede existir ese algo nuevo que no está tocado por el tiempo-pensamiento. Puede que eso sea lo más santo, lo más sagrado, puede. Usted no puede ponerle nombre. Es tal vez lo innominable. Y cuando eso existe, entonces hay inteligencia, compasión y amor. Por consiguiente, la vida no está fragmentada. Es un proceso íntegro y unitario, en movimiento, viviente.
   … Por “religión” queremos decir libertad absoluta. Libertad del miedo, del conflicto, de los problemas, del sufrimiento, de tal modo que el cerebro sea completamente libre. Solo entonces puede existir la cualidad del amor y la compasión; únicamente en ese estado puede descubrirse lo sagrado. Con la comprensión de esa verdad, con la percepción de esa verdad, llega la paz, la paz en uno mismo, la paz en la propia psiquis. Lo cual significa ningún conflicto.
   … He hablado acerca del amor; pero para mí lo importante no es discutir qué es el amor o qué es la compasión, sino liberar a la mente de todas las limitaciones que impiden el fluir natural de aquello que llamamos amor y compasión. Lo que es el amor, lo que es la compasión, lo sabrá usted por sí mismo cuando su mente y su corazón estén libres de la limitación que llamamos egoísmo, egolatría; entonces lo sabrá sin preguntar, sin discutir.
   … El abandono del ‘yo’ es amor, compasión: pasión por todas las cosas, por los que mueren de hambre, por los que sufren, por los que carecen de hogar y por el materialista y el creyente. El amor no es sentimentalismo o romanticismo; es tan poderoso y terminante como la muerte.”
   J. Krishnamurti

DIÁLOGO: ¿COMPARAMOS?

                     VIERNES, 6 de MARZO           c/León, 3           Hora 19:00

   “… Como la mayoría de la gente, ustedes han leído, han escuchado e imitado; han tratado de averiguar lo que otros han dicho acerca de la verdad y de Dios, acerca de la vida y la inmortalidad. De modo que tienen una representación mental, y ahora desean comparar esa representación con lo que voy a decir. O sea, que la mente de ustedes está buscando sólo descripciones; no tratan de descubrir nada nuevo, sino que sólo tratan de comparar. Pero dado que yo no intentaré describir la verdad -porque la verdad no puede ser descrita-, es natural que la mente de ustedes llegue a confundirse.
   … No obstante, uno puede encontrar la verdad sólo cuando empieza a cuestionar, a poner en duda los valores con los cuales la sociedad y la religión, antigua y moderna, nos han acorralado. Así que no comparen lo que yo digo con lo que dicen las escrituras; de ese modo jamás comprenderemos. La comparación no conduce a la comprensión. Sólo cuando consideramos una idea por sí misma y la examinamos profundamente, no de manera comparativa o relativa, sino con el propósito de descubrir su valor intrínseco, sólo entonces comprendemos.
   … Espero, pues, que no os molestará que siga repitiendo que es muy difícil aprender el arte de escuchar; es tan difícil como ver. Y tanto el ver como el escuchar son necesarios.
   … ¿Es, por tanto, posible vivir sin medir, sin comparar? Esta es una cuestión tremendamente complicada. Porque la palabra ‘mejor’ implica medida. La palabra ‘más’ implica medida. El mejoramiento de uno mismo implica medida. Averigüen si es posible vivir sin medir, lo que equivale a vivir sin comparar. Forma parte de la meditación investigar el significado del no devenir; el devenir, el llegar a ser, implica medida. ¿Es posible que, en nuestra relación de unos con otros, por intima que sea, no intervenga la medida?
   … El tiempo implica el «más»: «Mañana seré algo», «seré feliz en el futuro», «seré un hombre rico», «me realizaré», «seré amado», «amaré», etc. La mente comparativa, la mente que está pidiendo más, es la mente del tiempo, del mañana, ¿verdad? De manera que, cuando esa mente dice: «No debo ser envidiosa», eso es nuevamente otra forma de tiempo, ¿no es cierto? Otra forma de comparación es: «He sido esto, seré menos que eso». Por lo tanto, ¿puede la mente que está buscando el más, cesar completamente en su demanda del más, la cual es envidia? ¿Comprenden el problema, señores?
   … Cuando te comparo con alguien no te comprendo, meramente te juzgo, digo que eres esto o aquello. Así, la estupidez surge cuando hay comparación, porque comparar a alguien con alguna otra persona implica falta de dignidad. Pero cuando te miro sin comparar, entonces mi único interés es comprenderte, y en ese interés mismo, que no es comparativo, hay inteligencia, hay dignidad humana. En tanto la mente está comparando, no hay amor; y la mente está siempre comparando, sopesando, juzgando, ¿no es así? Está siempre mirando para descubrir dónde está la debilidad; por lo tanto, no hay amor.
   … Este proceso de comparación y condena te impide observar, estudiar. De manera que el verdadero estudiante es aquél que lo observa todo en la vida, tanto externa como internamente, sin comparar, aprobar ni condenar. No sólo es capaz de investigar en cuestiones científicas, sino que también puede observar las operaciones de su propia mente, de sus propios sentimientos, lo cual es mucho más difícil que observar un hecho científico. Comprender todo el funcionamiento de la propia mente requiere una gran dosis de discernimiento, muchísima investigación exenta de condena.
   … Aunque podamos acudir a todos los psicoanalistas, leer todos los libros, adquirir muchos conocimientos, asistir a las iglesias, orar, meditar, practicar distintas disciplinas, nuestras vidas son, a pesar de eso, muy superficiales, porque no sabemos cómo profundizar en ellas. Pienso que la comprensión, la vía de profundización, la manera de ahondar a fondo en la vida, radica en la percepción alerta, en darnos cuenta de nuestros pensamientos y sentimientos, sin condenar, sin comparar; simplemente, observando. Verán, si experimentan con ello, lo extraordinariamente difícil que es, debido a que toda nuestra educación nos ha enseñado a censurar, aprobar, a comparar.
   … El miedo existe cuando hay medida, cuando uno se evalúa a sí mismo comparándose con alguien más: «No soy tan inteligente como algún otro y quiero ser como él», «tengo miedo de no lograrlo», todo esto es el movimiento del tiempo, el cual es medida, es comparación. De modo que la medida, el tiempo, la comparación, la imitación generan miedo, y ese tiempo, esa medida, esa comparación son el movimiento del pensamiento, así que el pensamiento es la raíz misma del miedo; por favor, vean la lógica, el razonamiento de esto.
   … El sentimiento del "yo" es, por su misma naturaleza, un sentimiento de orgullo. Así, el orgullo crece con el éxito; uno está orgulloso de ser muy importante, comparado con otras personas. Esta comparación de uno mismo con otro existe también en nuestro seguimiento del ejemplo, del ideal, y nos brinda esperanza, nos da fuerza, propósito, impulso, lo cual sólo fortalece al "yo", al agradable sentimiento de que uno es mucho más importante que cualquier otro; y ese sentimiento, esa sensación de placer, es el principio del orgullo.
   … Mirad, señores, no sé si alguna vez habéis contemplado una gota de lluvia al caer del cielo. Esa gota única tiene la naturaleza de todos los ríos, de todos los océanos, de todos los arroyos, y del agua que bebéis. Pero esa gota única no está pensando que será el río: sencillamente cae, completa, total. Del mismo modo, cuando la mente ha pasado por todo este autoconocimiento es completo. En ese estado no hay comparación. Lo que es creación no es comparativo; y como es destructivo, no hay nada de lo viejo dentro de él. 
    … Somos incapaces de vernos de una forma profunda, dejando al margen nuestra vivencia condicionada desde la imagen para descubrir nuevas realidades, y entre ellas la realidad auténtica de lo que somos. No vemos porque la mente no puede ver, porque está obstaculizada por su propia confusión. No vemos porque nos miramos a nosotros mismos siempre condenando, comparando, evaluando. Por lo tanto, nunca nos vemos como somos. Vernos como somos es dar origen a un cambio radical en nosotros mismos.”
   J. krishnamurti