“… Estamos discutiendo algo que requiere su atención, no su
acuerdo o desacuerdo. Miramos la vida, la consideramos de una manera muy
rigurosa, objetiva y clara, no conforme a su sentimiento, a su fantasía, a lo
que le agrada o desagrada. Lo que nos agrada y lo que nos desagrada es lo que
ha dado origen a toda esta desdicha. Todo cuanto estamos diciendo es esto:
«¿Cómo terminamos con el miedo?» Ése es uno de nuestros grandes problemas,
porque si un ser humano no puede terminar con el miedo, vive perpetuamente en
la oscuridad, no «perpetuamente» en el sentido cristiano, sino en el sentido
corriente, con una vida, basta. Para mí, como ser humano, tiene que haber una
salida ahora, no creando esperanzas en algún futuro. ¿Puedo, como ser humano,
terminar con el miedo totalmente, no con pequeños fragmentos de él? Es probable
que jamás se haya formulado esta pregunta, y quizá no lo haya hecho porque no
sabe cómo salirse de él. Pero si se planteara esa pregunta muy seriamente, no
con la intención de averiguar cómo terminar con el miedo, sino con la intención
de descubrir su naturaleza y estructura, en el instante de descubrirla, el
miedo terminaría por sí mismo; usted no tendría que hacer nada al respecto.
Cuando nos damos cuenta
del miedo y entramos en contacto directo con él, el observador es lo observado.
No hay diferencia entre el observador y la cosa observada. Cuando el miedo es
observado sin el observador hay acción, pero no es la acción del observador
que actúa sobre el miedo.
… ¿Puede terminar el
miedo no durante un día o unas horas, sino para siempre? Uno se da cuenta de
las consecuencias del miedo, oscurece toda nuestra vida, paraliza nuestro
pensar, contrae el físico, produce tensión nerviosa. Uno sabe muy bien qué es
el miedo, conocemos varias clases de miedo, pero no me interesan los diferentes
miedos, porque si puedo eliminar la causa, entonces no tengo que preocuparme
por podar las ramas del miedo. No me interesa podar las ramas del miedo, se
trata de terminar con el miedo. ¿Es eso posible? ¿O uno está condenado a vivir
con el miedo para siempre? El ser humano ha vivido con miedo miles de años y
ahora viene usted y dice que el miedo puede terminar, ¿cómo puede decir eso?
¿Es otra imaginación verbal o es un hecho? Vamos a investigarlo juntos. Uno
debe verlo por sí mismo; no se trata de que yo lo vea y se lo diga para que
luego lo acepte o lo rechace. Se trata de emprender juntos la tarea de
descubrir si es posible terminar totalmente con el miedo psicológico. De ser
así, eso tendrá sus propios efectos en lo externo. Cuando termina el miedo
psicológico, ese terminar tiene su propia expresión en lo externo, no al revés.
El tiempo es el factor del miedo, eso es un hecho. También el pensamiento es un
factor del miedo; pienso que el mañana puede ser peligroso, que puedo enfermar,
pienso en lo que pueden decir los demás, que tengo un trabajo y puedo perderlo.
El tiempo y el pensamiento son la raíz del miedo.
… Tenemos miedo de morir. Para terminar con
el miedo a la muerte debemos entrar en contacto con la muerte, no con la imagen
que el pensamiento ha creado de la muerte, sino que de verdad debemos percibir
el estado de muerte. De lo contrario no hay final para el miedo, porque la
palabra muerte genera miedo, y ni siquiera queremos hablar de ella.
… El temor es algo que podemos observar y
resolver, porque la raíz del temor, no las ramas y las hojas de ese árbol, es
el tiempo. Tenemos miedo del mañana y tenemos miedo de lo que ha sucedido. El
dolor físico que hemos padecido ya pasó, pero queda el temor de que se repita.
Desde el punto de vista psicológico, si hemos hecho algo malo, deshonroso, nos
sentimos temerosos. En lo psicológico el temor es tiempo: «Tengo miedo de morir;
ahora estoy vivo, pero me aterra lo que pueda suceder»; ésa es la medida del
tiempo. Las raíces del temor son el tiempo y el pensamiento. Tener una
percepción directa de eso es el final completo del temor. Terminar con el temor
significa comprender el tiempo y el cese del sufrimiento. Si la mente y el
cerebro están libres del sufrimiento y del temor, entonces puede haber otra
cosa. Pero nosotros queremos tener seguridad, queremos una garantía, como si se
tratara de un buen reloj; ésa es la mentalidad comercial. Pero no hay garantía
y ésa es su belleza. Uno debe hacerlo por sí mismo, no por una recompensa; y
eso es algo muy difícil para la mayoría de las personas, porque si recibimos
algo a cambio eso es un acto de medición.
… Así que el tiempo es
un factor en el miedo. Y el miedo es un factor común a toda la humanidad.
¿Puede ese miedo, no una rama de él sino la raíz del miedo, ser totalmente
destruida? O sea, ¿es posible no tener miedo de ninguna clase? Quien les habla
dice que ello es eminentemente posible, que puede hacerse de una manera
radical, que uno puede terminar totalmente con el miedo. No digan que eso es
para el hombre iluminado y toda esa insensatez. Ustedes pueden terminar con el
miedo si entregan a ello el cerebro, el corazón, completamente, no
parcialmente. Y entonces verán por sí mismos qué inmensa belleza hay en ello,
un sentido de libertad total, no la libertad de un país o de algún gobierno,
sino un sentido de la inmensidad y grandeza de la libertad.
¿Lo harán ustedes hoy,
ahora? Desde hoy, ver la causa del miedo y terminar con él. Mientras el miedo
está ahí, biológicamente, físicamente, psicológicamente, el miedo nos destruye.
Por lo tanto, si uno puede preguntarlo, después de escuchar esto, que es un
hecho, no una teoría, ¿qué van a hacer? El tiempo es el factor del miedo y del
pensamiento; así que, si no cambian ahora, jamás cambiarán. Habrá una constante
postergación.
… Para aquél que se
realiza plenamente todo el tiempo no existe el miedo a la muerte. Si somos realmente
completos en cada instante, en cada día, no conocemos el miedo al mañana. Pero
nuestras mentes crean insuficiencia en la acción y, de ese modo, generan el
miedo al mañana. La religión, la sociedad, nos han educado para la
insuficiencia, para la postergación, y ésta nos sirve para escapar del miedo,
porque tenemos el mañana a fin de completar lo que no podemos realizar
plenamente hoy.”
J. Krishnamurti