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¿ES NATURAL QUE LOS HOMBRES SE MATEN UNOS A OTROS EN LA GUERRA?

  

   … ¿Es natural que los hombres se maten unos a otros en la guerra?

   Para descubrir si eso es natural o no, usted debe descubrir si la guerra es esencial, si es el modo más inteligente de resolver los problemas políticos o económicos. Debe cuestionar todo el sistema que culmina en la guerra.

   Ahora bien, como dije, el nacionalismo es una enfermedad. El nacionalismo es usado como un medio de explotar a la masa. Es la consecuencia de los intereses creados. Por favor, piensen sobre esto y actúen individualmente. Está el nacionalismo, con sus gobiernos soberanos, separativos, que no consideran a la humanidad como un todo y que se basan en las distinciones de clase y en los intereses creados. ¿Piensan ustedes que este nacionalismo es natural, humano, inteligente? ¿Acaso no es el resultado de la explotación? ¿No es el instrumento para incitar a los pueblos a combatir para que unos pocos puedan beneficiarse? Además, hemos desarrollado una necesidad psicológica por las guerras, necesidad que es la forma más grosera de la estupidez. Mientras sea posible incitarnos por medio del patriotismo, nos entregaremos, inevitablemente, a una relación falsa de la cual se derivan innumerables problemas. Si ustedes cuestionan a fondo toda la idea del nacionalismo y del afán adquisitivo, jamás preguntarán si la guerra es natural. Hay algunos que están en contra de lo que digo porque piensan que ello perturba su interés creado; y otros se sienten complacidos cuando hablo contra el nacionalismo, sólo porque tienen sus intereses creados en otros países.

   Para vivir inteligentemente, sin las discriminaciones de nacionalidades, de clases, sin las divisiones que las religiones crearon entre los hombres, ustedes como individuos, tienen que liberarse del espíritu adquisitivo. Esto les exige gran percepción alerta, interés y acción. Mientras el individuo no se vea libre de la búsqueda de seguridad propia, habrá confusión, guerras y sufrimiento.

   … La relación es un proceso de revelación propia y de liberación. Estando dentro del círculo de la limitación, es inútil inquirir acerca del alma, la realidad, Dios, la inmortalidad, porque entonces estas palabras, imágenes e ideas pertenecen al mundo del odio, la codicia, el miedo, el anhelo. Cuando uno se ha liberado de la sociedad, del grupo, de la raza, de la familia, de todo condicionamiento separativo, y se ha convertido en un ser indiviso, integral, los problemas que hoy atormentan a los ciudadanos de diversos Estados en particular habrán perdido por completo su importancia. En tanto el hombre pertenezca a grupos, clases, credos, no puede haber amor, tiene que haber antagonismo, guerra.

   Así pues, el problema nos concierne a todos, a cada uno de nosotros. Existe el hambre, hay guerras; la religión ha fracasado totalmente y ya no tiene sentido, excepto para algunas personas. La creencia organizada está perdiendo su poder aun cuando la propaganda en nombre de la religión, en nombre de Dios, en nombre de la paz, sigue siempre pregonándose en los periódicos y por doquier. Así que la educación, la religión y la política han fracasado completamente en la resolución del problema, de igual modo que la ciencia. Y no vale la pena recurrir a ninguna de ellas ni a ningún guía o maestro, porque el hombre ha perdido la fe en todo ello. Y porque ha perdido la fe está temeroso y por consiguiente es violento. No sólo en este país, sino en todo el mundo, la gente es violenta; de ahí los conflictos que tienen lugar en América entre blancos y negros, y las cosas espantosas que ocurren en ese país. Esencialmente el hombre ha perdido la fe, no sólo en las creencias, en los ideales y en los valores que se han establecido para él, sino también en sí mismo. Ha perdido la fe por completo. No sabe hacia dónde volverse, en qué dirección buscar la luz. Como ha perdido la fe tiene miedo, y como tiene miedo su sola contestación al miedo es la violencia. Esto es lo que está ocurriendo.

   Así pues, nuestro problema es como la fuente de nuestro ser, la fuente de nuestra existencia, se está secando, ha perdido su sentido, ahora tenemos que encontrar por nosotros mismos lo que todo esto significa. ¿Sabéis qué está ocurriendo en Occidente? Los jóvenes han aprobado brillantes exámenes, ven la guerra, observan las grandes corporaciones comerciales, llegan a ser ejecutivos, etc., y se preguntan: ¿cuál es el objetivo de todo esto?, ¿cuál es el objeto de la guerra?, ¿para qué llegar a ser muy astutos o tener mucho dinero, cuando la vida en sí misma no tiene ya sentido alguno? Así, esos jóvenes recurren a drogas diversas que les dan un tremendo sentido de una experiencia nueva y con eso quedan satisfechos.

   … ¿Qué le sucedería a un maestro que de verdad enseñara todo el significado y la estupidez de la guerra? Pronto se quedaría sin trabajo. Así que, sabiendo eso, comienza a transigir. Todos se ríen, dicen que eso es perfectamente cierto, pero ustedes son las mismas personas que mantienen todo este sistema de pensamiento. Si realmente, humanamente, sintieran el horror y la crueldad de la guerra, no contribuirían como individuos a dar todos los pasos que llevan al nacionalismo y, finalmente, a la guerra. Al fin y al cabo, la guerra es tan solo el resultado de un sistema que se basa en la explotación, en el espíritu adquisitivo. Esperamos que este sistema cambie por algún milagro. No queremos actuar individualmente, voluntariamente, libremente, sino que confiamos en que otros creen un sistema en el cual no tendremos ninguna responsabilidad individual. Si eso ocurre, nos convertiremos simplemente en esclavos de otro sistema. Si un maestro siente de verdad que no debe educar para la guerra, porque comprende todo lo que ella significa, entonces actuará. Un hombre que siente profunda e inteligentemente la crueldad inherente de una cosa, actuará sin tomar en consideración lo que pueda sucederle.

   … La guerra es la expresión del conflicto interno. Hay una guerra que se está desarrollando todo el tiempo en el mundo de los negocios, en el mundo de la política, en el mundo de los religiosos, entre diversos gurús, sectas y dogmas.”

   J. Krishnamurti

        Audiotexto:

           

¿QUÉ ES LO QUE PIENSAS TÚ? EN VEZ DE PREGUNTÁRMELO Y ESPERAR MI RESPUESTA, ¿POR QUÉ NO AVERIGUAS LO QUE TÚ SIENTES AL RESPECTO?

     

   “… Afronten los hechos, señores. Nosotros hemos producido esta sociedad, somos los responsables de ella, no dios, no determinados factores externos, sino que cada uno de nosotros ha creado esta sociedad. Usted pertenece a este grupo y yo pertenezco a otro grupo; usted adora a un dios y yo adoro a otro dios; usted sigue a un gurú y yo sigo a otro. De este modo hemos dividido la sociedad, y no solo la hemos dividido socialmente sino también religiosamente. Hemos dividido geográficamente el mundo, Europa, América, Rusia; hemos dividido la cultura; tenemos divisiones en los gobiernos, socialistas, democrático, republicano, comunista, etc. Comprende, señor, cómo opera nuestro cerebro? Divide, divide y divide. ¿No ha advertido este hecho? Y a causa de esta división, surge el conflicto. Así que son ustedes los que han creado esta sociedad, ustedes son la sociedad. Por lo tanto, a menos que ustedes cambien radicalmente, jamás cambiarán a la sociedad. Los comunistas han tratado de cambiarla, obligando al hombre secretamente, perversamente, a someterse ante diversas formas de compulsión. Ustedes deben conocer todo esto, es historia. Donde hay división pues, tiene que haber conflicto, esa es la ley. Y aparentemente, el conflicto nos gusta, vivimos en perpetuo conflicto. Así que tenemos que volver y descubrir cuál es la causa de todo esto. ¿Es el deseo? ¿Es el miedo? ¿Es el placer? ¿Es la evitación de toda pena y su consecuente sentimiento de culpa? Comencemos descubriendo por nosotros mismos qué es el deseo. Esa es la base, deseo de poder, deseo de realizarse, deseo de llegar a ser alguien. No estamos contra el deseo, no tratamos de reprimir el deseo o trascenderlo, como hacen los monjes. Juntos tenemos que comprender qué es el deseo.

   … ¿Qué es lo que piensas tú? En vez de preguntármelo y esperar mi respuesta, ¿por qué no averiguas lo que tú sientes al respecto? ¿Piensas que es algún proceso misterioso al que llamas karma? En una vida anterior has vivido noblemente y, debido a eso, ahora estás siendo recompensado con riqueza y posición, ¿es así? O habiendo actuado mal en una vida anterior, estás pagando por ello en esta vida.  

   Mira, este es realmente un problema muy complejo. La pobreza es culpa de la sociedad, una sociedad en la que los codiciosos y los astutos prosperan y alcanzan la cúspide. Nosotros queremos la misma cosa, también queremos trepar por la escalera y llegar a la parte de arriba. Y cuando todos queremos llegar arriba, ¿qué sucede? Pisamos a alguien, y el hombre al que pisan, al que destruyen, pregunta: ¿por qué la vida es tan injusta? Ustedes lo tienen todo y yo no tengo capacidad, no tengo nada. En tanto sigamos trepando por la escalera del éxito, siempre existirán el enfermo y el mal alimentado. Es el deseo de éxito el que tiene que ser comprendido y no por qué hay ricos y pobres o por qué algunos tienen talento y otros no tienen ninguno. Lo que tiene que cambiar es nuestro deseo de trepar, nuestro deseo de ser grandes, de alcanzar el éxito. Todos aspiramos al éxito, ¿no es así? Allí radica la culpa y no en el karma o en alguna otra explicación. El hecho real es que todos nosotros deseamos estar en la cima, quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto en la escalera como seamos capaces de treparla. En tanto exista este impulso de ser grande, de ser "alguien" en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados.

   … El amor, por cierto, no admite disputas ni celos. Cuando poseéis, hay temor, y aunque le llaméis amor, está lejos de serlo. Vivenciad esto, señores y señoras, a medida que proseguimos. Sois casados y tenéis hijos, tenéis esposa o esposo a quien poseéis, a quien utilizáis, a quien teméis o de quien estáis celosos. Daos cuenta de eso y ved si es amor. Puede que veáis un mendigo en la calle, le deis una moneda y expreséis una palabra de simpatía. ¿Es eso amor? ¿La simpatía es amor? ¿Qué significa eso? Por el hecho de darle una moneda al mendigo, de simpatizar con su situación, ¿habéis resuelto el problema? No digo que no debáis simpatizar; estamos investigando la cuestión del amor. ¿Es amor el que deis una moneda al mendigo? Tenéis algo que dar y, cuando lo dais, ¿es eso amor? Es decir, cuando tenéis conciencia de que dais, ¿es eso amor? Es obvio que, cuando dais conscientemente, sois vosotros los importantes, no el mendigo. De suerte que, cuando dais y expresáis simpatía, vosotros sois importantes, ¿no es así? ¿Por qué habríais de tener algo para dar? Dais una moneda al mendigo, el multimillonario también da, y siempre simpatiza con la pobre humanidad. ¿Cuál es la diferencia entre vosotros y él? Vosotros tenéis diez monedas y dais una, él tiene gran cantidad y da unas cuantas más. Él ha llegado a tener ese dinero adquiriendo, multiplicando, revolucionando, explotando. Cuando da  llamáis a ello caridad, filantropía; decís "qué noble". ¿Es eso noble? No riais, señores, también vosotros deseáis hacer lo mismo. Cuando tenéis y dais algo, ¿es eso amor? ¿Por qué ocurre que vosotros tenéis y otros no tienen? Decís que es culpa de la sociedad. ¿Quién ha creado la sociedad? Vosotros y yo. Por lo tanto, para atacar la sociedad debéis empezar por vosotros mismos.

   … Esto es muy simple si tan sólo pudieran ustedes considerarlo muy sencillamente. Hay una mutación, para hacerlo un poco más complejo, en las células cerebrales mismas, no mediante esfuerzo alguno, no por medio de la voluntad o a causa de algún motivo, sino cuando hay percepción. La percepción ocurre cuando hay observación sin movimiento alguno del pensar, cuando hay un silencio absoluto de la memoria, la cual es tiempo, pensamiento. Miren algo sin que intervenga el pasado. Háganlo. Miren a quien les habla sin todos los recuerdos que han acumulado acerca de él. Obsérvenlo u observen de ese modo a sus padres, a sus esposas y maridos, a sus amigos, etc., no importa a quién, observen sin que se introduzca en la observación ningún recuerdo del pasado, ninguna ofensa, ningún sentimiento de culpa y demás. Simplemente observen. Cuando observan así, sin prejuicio alguno, están libres de aquello que ya ha sido, están libres del pasado”.

   J. Krisnamurti

                
            Audiotexto:

           

. . . VERÁN QUE POSEEN UNA EXTRAORDINARIA ENERGÍA PARA CAMBIAR LA ESTRUCTURA ENTERA DE SU SER, DE SU SOCIEDAD

    

   “… No quiero teorizar. Deseo descubrir si uno puede vivir realmente de un modo distinto, que no sea mecánico. ¿Cómo va uno a hacerlo? La única manera, tal como lo veo ahora, quizá eso cambie a medida que profundizo más en ello, es que debe cesar todo desperdicio de energía, porque para acabar con cualquier cosa necesito una energía enorme, como la necesito para escuchar. El ver sin la interferencia del pensamiento, sin la interferencia de mi condicionamiento, sin prejuicio; el ver mismo, es energía total. Para escuchar ese automóvil que pasa necesito una atención en la que no haya interferencia alguna; para atender por completo hace falta una energía inmensa, porque la atención total requiere energía no sólo neurológica, sino también mentalmente.

   … Hemos dividido la energía en humana y cósmica; uno es de cierta manera en su trabajo, y en su casa es una persona distinta; uno dice una cosa y hace la contraria; si es rico, quiere que se le adule; si es pobre, vive atemorizado. Todo esto es un hecho. Obsérvelo en su vida. Dividimos la energía constantemente. Y cuando se divide la energía, hay conflicto. Observen también esto en sí mismos, señores. Hay conflicto cuando uno crea una división entre su vida religiosa, su vida como empresario, como científico, político, cocinero, o lo que sea; forzosamente ha de ser así. ¿Lo ven? Y donde hay conflicto, la energía se disipa, se pierde.

   Cuando uno opone resistencia está malgastando su energía, y lo mismo sucede cuando escapa de lo que es, y cuando sigue a un gurú que le dice lo que debe hacer y lo que no, y vive sumido en esa histeria colectiva, en esa farsa que se ha creado en nombre de la religión. Entre lo que deberían ser y lo que son hay conflicto, puesto que hay división y, por tanto, lucha, dolor y miedo. Vemos, por una parte, que el conflicto es un derroche de energía, y por otra, que en el instante en que la energía se divide surge el conflicto.

   … Sé que eso lo complica, ¿no es así? ¿Por qué no ser muy sencillo? La energía del cuerpo, la energía del sexo, la energía del pensamiento... todo es energía. Es una sola cosa, únicamente nosotros la dividimos. ¿Por qué? Descúbralo, señor, ¿por qué la dividimos?

   … Es decir, dos clases distintas de energía, una para la llamada vida religiosa, espiritual, y otra clase de energía para la vida mundana. Y bien, no voy a contestar la pregunta. Vamos a averiguar si lo que usted está diciendo es un hecho. Usted dice que esas personas que son religiosas, que se ponen encima esas ridículas vestiduras, necesitan una clase de energía por completo diferente de la que requiere un hombre que viaja por ahí y gana dinero, o el hombre pobre que vive en una aldea. ¿Por qué divide las dos energías? ¿Puedo formular esa pregunta? La energía es energía, ¿verdad?, ya sea la energía eléctrica, o la que impulsa un motor, o la energía solar, o la energía de un río que fluye. ¿Por qué, entonces, divide usted la energía? ¿Es que el hombre con barba, con ropas extrañas, tiene más energía, o él está tratando de concentrar su energía en un punto particular? ¿Comprende, señor?

   … Usted relaciona el interés con la energía, y la falta de interés con la falta de energía. Muy pocos de nosotros nos interesamos verdaderamente en lo que hacemos. Los más derivamos nuestra energía del deseo de seguridad, de los ideales, de buscar un resultado, de realizar lo que ambicionamos, etc. Para casi todos eso es energía. Para el hombre que se ocupa en hacer el bien, su actividad le proporciona enorme energía, y cuando no tiene éxito se desespera; ambas cosas van siempre juntas. Esa energía siempre trae consigo depresión, frustración.

   Al darse cuenta de que esta forma de energía es muy destructiva, ¿no investigaría usted a fin de descubrir una energía que no esté acompañada de depresiones, frustraciones y desesperación? ¿Existe una energía semejante? Uno conoce la energía ordinaria con sus complicaciones, y ve esa energía que se produce al buscar un resultado; y si al verla uno la descarta, ¿eso en sí mismo no daría entonces origen a una investigación acerca de si hay otra forma de energía que no esté acompañada por la desesperación? Ese es el problema. Mire eso por un rato, considérelo, y retornemos a la primera pregunta.

   Al ver este mundo en llamas, el mundo en total confusión, y a cada político tratando de remendarlo, y cada remiendo con su agujero; si vemos la totalidad de esta situación, debemos tener una respuesta que también sea total. ¿Y de qué modo responde a esto usted como educador? ¿Responde con la energía que es destructiva o con la energía que no es destructiva?

   … Miren, ¡la energía es tan inmensa! La energía humana es energía cósmica; es la misma energía, la energía explosiva del universo. Nosotros hacemos uso de una parte ridículamente ínfima de ella, e incluso esa pequeñísima parte la hemos fragmentado al dividir nuestras vidas en «mi país y su país, mi dios y su dios, mis creencias y sus creencias, mi familia y la suya»; la poca energía que tenemos, la desperdiciamos, y nos morimos como seres miserables. Vean esta fragmentación, tan sólo vean que es un hecho. No pueden hacer nada al respecto, así que simplemente observen esa fragmentación en sus vidas. Si la observan en su totalidad, y la observan en silencio, desde la quietud, sin la más leve actividad del pensamiento, verán que poseen una extraordinaria energía para cambiar la estructura entera de su ser, de su sociedad.

   … El mundo soy yo, el mundo es el sí mismo, el mundo son las diferentes personalidades. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando esto tiene lugar, no teóricamente sino de hecho? En primer lugar, hay una energía tremenda, una energía sin límites; no la energía generada por el pensamiento, no la energía nacida de este conocimiento, sino una clase totalmente distinta de energía, y entonces esa energía actúa. Esa energía es compasión, es amor. Ese amor y esa compasión son inteligencia, y esa inteligencia actúa”.

    J. Krishnamurti 

                
            Audiotexto:

           

¿QUÉ BASE REAL EXISTE PARA ESTABLECER DIFERENCIAS ENTRE LOS SERES HUMANOS?

    

   “… Vivimos en un mundo de incomprensión. Se dice una cosa y usted la interpreta de acuerdo con su trasfondo, con sus deseos, con su compleja naturaleza, y así se crean conceptos falsos. Esta división entre un hecho y la forma en que usted lo interpreta, lleva a la desavenencia. Y ese asunto que vamos a examinar en la mañana de hoy es necesariamente complejo; sin embargo, tiene que expresarse en palabras. Las palabras tienen una forma y un contenido, tanto para usted como para el que habla; y si esa forma y contenido no están muy claros en la mente de ambos, habrá desavenencia y usted puede vivir en un mundo suyo, lejos de lo que se está diciendo.

   Tenemos, por lo tanto, que ser muy claros al comunicarnos unos con otros, cómo escuchamos la palabra y la imagen que el signo crea en nuestra mente. Después de todo, uno usa palabras para comunicarse, y si el contenido, la imagen, la forma de la palabra, no son muy claros para nosotros, entonces vivimos en mundos separados. Cada uno la entiende a su manera, lo que puede, o no, ser incomprensión. Así pues, las palabras llegan a ser extraordinariamente peligrosas, a menos que las usemos sin motivo alguno, como cuando meramente se le dice a usted que el árbol es verde, que el día es hermoso. Pero cuando yo digo: «he tenido la más maravillosa experiencia de la realidad», la intención y el motivo entonces es despertar envidia en usted: «yo la he tenido, usted no; he poseído esta cosa tan valiosa que usted también debe poseer». En este caso, mi motivo es suscitar su envidia, su agresividad, y de este modo tal vez me siga usted o me ponga en un pedestal. Esto está ocurriendo continuamente a nuestro alrededor. Alguien dice: «he llegado a la realidad de Dios», o bien, «he tenido la suprema experiencia». Esto se dice con el motivo (como es evidente, porque de lo contrario no lo diría) de despertar una envidia agresiva en usted. De manera que ambos, el que dice que ha tenido la más maravillosa experiencia y usted, que codicia alcanzarla, viven en un mundo de incomprensión; entonces no es posible comunicarse. Esto está bastante claro.

   Del mismo modo, no es posible que su mente esté muy serena si tiene intención o motivo alguno; cuando usted camina por los bosques a solas, entonces no hay palabra, no hay dicho, no hay «observador», con toda la compleja naturaleza de su condicionamiento, sus exigencias, su envidia, su deseo de oprimir y explotar, y todo eso. Se limita a estar allí, caminando tranquilo, sin pensar en sí mismo. No hay «observador», y por ello está totalmente en relación con todo lo que le rodea. En eso no hay separatividad ni división, ni juicio, sino una completa unidad, que tal vez pueda llamarse amor.

   No hay diferencia esencial entre el viejo y el joven, pues ambos son esclavos de sus propios deseos y placeres. La madurez no es cuestión de edad, viene con la comprensión. El espíritu ardiente de investigación se encuentra tal vez más fácilmente en los jóvenes, porque los viejos han sido ya vapuleados por la vida, gastados por los conflictos, y solo les espera la muerte en una u otra forma. Esto no significa que no sean capaces de hacer investigaciones, con un propósito, sino que estas cosas les ocasionan más dificultad.

    … Una de las principales causas de odio y lucha es la creencia de que una raza o clase particular es superior a otra. El niño no tiene conciencia de raza ni de clase. Es el hogar o el ambiente escolar, o ambos, los que le hacen sentirse inclinado a la separatividad. Al niño no le importa que su compañero de juego sea negro, judío o brahmán u otra cosa; pero la influencia de la total estructura social está constantemente influyendo en su mente, afectándolo y modelándolo.

   Aquí, una vez más el problema no está en el niño, sino en los adultos, que han creado un ambiente absurdo de separación y falsos valores.

   ¿Qué base real existe para establecer diferencias entre los seres humanos? Nuestros cuerpos pueden ser diferentes en estructura y color, nuestros rostros pueden ser distintos, pero dentro de nosotros somos bastante parecidos: orgullosos, ambiciosos, envidiosos, violentos, sexuales, anhelosos de poder, y así sucesivamente. Quitémonos el rótulo y quedaremos bien desnudos; pero no queremos enfrentarnos a nuestra desnudez y es por eso que insistimos en la etiqueta, lo cual indica cuán inmaduros y cuán infantiles realmente somos.

   Para que el niño crezca libre de prejuicios, tenemos primero que destruir todo prejuicio dentro de nosotros y luego los de nuestro ambiente, lo cual significa destruir completamente la estructura de esta sociedad insensata que hemos formado. En el hogar podemos decirle al niño qué absurdo es estar consciente de la clase o raza a que uno pertenece, y él convendrá probablemente con nosotros; pero cuando va a la escuela y juega con otros niños, se contamina del espíritu separatista. O puede suceder lo contrario, el hogar puede ser tradicional, de criterio estrecho, y la influencia de la escuela puede ser liberal. De cualquier manera, siempre hay una constante batalla entre el ambiente del hogar y el de la escuela, y el niño se encuentra cogido entre las dos influencias.

   Para criar al niño cuerdamente, para ayudarlo a ser perceptivo, de modo que capte estos estúpidos prejuicios, tenemos que estar en íntimo contacto con él. Tenemos que hablar con él de estas cosas, y dejarlo que escuche conversaciones inteligentes; tenemos que avivarle el espíritu de investigación y de rebeldía que ya existen en él, para así ayudarle a descubrir por sí mismo lo que es verdadero y lo que es falso.

   … La mayor parte de nosotros perseguimos la seguridad y el éxito; y una mente que busca la seguridad, que ansía el triunfo, no es inteligente y es por lo tanto incapaz de la acción integrada. Sólo puede haber acción integral si uno comprende su propio condicionamiento, sus prejuicios raciales, nacionales, políticos y religiosos; es decir, si uno se da cuenta de que las modalidades del “yo” tienden siempre a la separatividad.

   … Es necesaria la sencillez de mente, pero la sencillez no significa tosquedad. No debemos desdeñar, sino utilizar los resultados del progreso y de la evolución”.

   J. Krishnamurti                 

            Audiotexto:

           

Para reconocer nuestra verdadera individualidad, ¿necesitamos adorar a un dios personal?