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AMAR ES ESTAR EN COMUNIÓN CON ALGUIEN. EL AMOR ES ALGO GOZOSO, CREATIVO, NUEVO

 

   “Investiguemos el problema, no la respuesta, porque la respuesta está en el problema, no fuera de él. Cuanto más comprendo el problema, más claramente veo la respuesta. Si solo buscan una respuesta no la hallarán, pues habrán buscado una respuesta alejada del problema. Consideremos el matrimonio, pero no teóricamente o como un ideal, lo cual sería más bien absurdo. No idealicemos el matrimonio, mirémoslo tal cual es, porque entonces podremos hacer algo al respecto. Si lo pintan color de rosa no podrán actuar; pero si lo consideran y lo ven exactamente como es, entonces tal vez puedan actuar. Ahora bien, ¿qué es lo que realmente ocurre? Cuando uno es joven el impulso biológico o sexual es muy fuerte, y para delimitarlo tienen la institución llamada matrimonio. Como el impulso biológico existe por ambas partes, se casan y tienen hijos. Se atan a un hombre o a una mujer por el resto de sus vidas, y haciendo eso tienen una fuente permanente de placer, una seguridad garantizada, con el resultado de que empiezan a desintegrarse. Viven en un ciclo de hábito, y el hábito es desintegración. Para comprender este impulso biológico, sexual, se requiere gran dosis de inteligencia, pero no se nos educa para ser inteligentes.

   Nos limitamos a soportar a un hombre o a una mujer con quien tenemos que vivir. Me caso a los veinte o a los veinticinco años y tengo que pasar el resto de mi vida con una mujer a la que no he conocido. No tengo la menor idea de cómo es y, sin embargo, me piden que viva con ella por el resto de mis días. ¿A eso le llaman matrimonio? A medida que crezco y observo, encuentro que ella es completamente diferente de mí. Sus intereses difieren de los míos; le interesan los clubes, y a mí me interesa ser muy serio, o viceversa. A pesar de lo cual tenemos hijos, y eso es lo más extraordinario. Señores, no se sonrían mirando a las señoras, es problema de ustedes. De forma que he establecido una relación cuyo significado desconozco. No lo he descubierto ni lo he comprendido.

   La relación matrimonial tiene significado solo para un número muy reducido de personas que aman, y entonces es indestructible, no es mero hábito o conveniencia, ni se basa en la necesidad biológica o sexual. En ese amor, que es incondicional, las identidades se fusionan, y en una relación así hay remedio, hay esperanza. Mas para la mayoría de ustedes, en la relación matrimonial no hay fusión. Para fusionar las entidades separadas es preciso que usted se conozca a sí mismo, y ella tiene que conocerse a sí misma. Eso significa amar. Pero no hay amor, lo cual es un hecho evidente. El amor es lozano, nuevo, no es mera satisfacción, mero hábito. Es incondicional. A su esposo o esposa no les tratan de ese modo, ¿verdad? Usted vive en su aislamiento y ella en el suyo, y han establecido sus hábitos de placer sexual asegurado. ¿Qué le ocurre a un hombre que tiene una renta asegurada? Se deteriora, por supuesto. ¿No lo han advertido? Observen a un hombre que tiene unos ingresos asegurados y pronto verán con cuánta rapidez su mente se marchita. Puede que tenga una gran posición, la reputación de ser astuto, pero ha perdido la plena alegría de vivir.

   De modo análogo, para ustedes el matrimonio es una fuente permanente de placer, un hábito sin comprensión, sin amor, y se ven obligados a vivir en ese estado. No les estoy diciendo lo que deberían hacer, sino que consideren primero el problema. ¿Creen que eso está bien? Lo que no significa que deba echar a su esposa y buscarse otra. ¿Qué significa esta relación? Me parece evidente que amar es estar en comunión con alguien, ¿pero está en comunión con su esposa, excepto físicamente? ¿La conoce, salvo en el sentido físico? ¿Lo conoce ella a usted? ¿No están ambos aislados, cada cual, persiguiendo sus propios intereses, ambiciones y necesidades, esperando obtener el uno de la otra satisfacción, seguridad económica o psicológica? Una relación semejante no es en absoluto una relación; es un proceso de aislamiento mutuo por necesidad psicológica, biológica y económica, y el resultado evidente es conflicto, desdicha, recriminación, temor posesivo, celos, etc. ¿Creen que semejante relación pueda producir otra cosa que inquietantes criaturas y una peligrosa civilización?

   Lo importante, por lo tanto, es ver todo el proceso no como algo desagradable, sino como un hecho real que ocurre bajo sus propias narices; y al darse cuenta de eso, ¿qué van a hacer? No pueden quedarse ahí, pero como no desean examinarlo, se dedican a la bebida, a la política, a una mujer de al lado, a cualquier cosa que los aleje del hogar y de esa esposa o esposo recriminatorios, y de ese modo creen haber resuelto el problema. Esa es su vida, ¿no es así? Por consiguiente, tienen que hacer algo al respecto, lo que significa que tienen que hacerle frente, y eso implica, si fuera necesario, romper la relación. Porque cuando un padre y una madre están constantemente recriminándose y peleándose, ¿creen que eso no afecta a los niños? 

   De modo que el matrimonio como hábito, como cultivo del placer habitual, es un factor de deterioro. Porque en el hábito no hay amor. El amor no es hábito, el amor es algo gozoso, creativo, nuevo. El hábito, por lo tanto, es lo contrario del amor, pero están atrapados en el hábito y, naturalmente, su relación habitual con otra persona es algo muerto. O sea, que volvemos nuevamente al problema fundamental, y es que la reforma de la sociedad depende de ustedes, no de la legislación. La legislación solo puede contribuir a crear más hábito o conformismo. Ustedes, por consiguiente, como individuos responsables en la vida de relación, tienen que hacer algo, tienen que actuar y solo pueden hacerlo cuando se produce un despertar de su mente y corazón. Veo que algunos mueven afirmativamente la cabeza en señal de acuerdo conmigo, pero lo que está claro es que no quieren asumir la responsabilidad de la transformación, del cambio, no quieren hacer frente a la convulsión de descubrir cómo vivir rectamente. Y, por lo tanto, el problema continúa, se pelean y van tirando, y finalmente mueren; y cuando mueren, alguien llora, no por la otra persona, sino por su propia soledad. Continúan existiendo sin cambio y creen que son seres humanos capaces de legislar, de ocupar altos cargos, de hablar acerca de Dios, de hallar un modo de poner fin a las guerras, etc. Ninguna de esas cosas significa nada, porque no han resuelto ninguna de las cuestiones fundamentales.”

   J. Krishnamurti

       Audiotexto:

           


HA DE TENER LA ENERGÍA PARA VER, LO QUE SIGNIFICA OBSERVAR CON TODO SU CORAZÓN Y SU MENTE

  

   “… El hecho de que el hombre haya aceptado los sistemas como inevitables, es uno de los mayores impedimentos de la mente humana. Estos sistemas han sido creados por el hombre en su búsqueda de seguridad. La búsqueda de seguridad por medio de sistemas está destruyendo al hombre, cosa evidente cuando uno ve lo que pasa en el mundo exterior, y lo mismo ocurre internamente; mi gurú, el de usted, mi verdad y la de usted, mi sendero y el suyo, mi familia y la suya. Todo esto está impidiendo que el hombre sea libre. Ahora bien, el ser libre da a la vida un sentido totalmente distinto. El sexo puede tener un significado del todo diferente. Entonces habrá paz en el mundo, y no esta división entre hombre y hombre. Mas usted ha de tener la energía para ver, lo que significa observar con todo su corazón y su mente, no observar con palabras, con los ojos llenos de miedo.

   … Hemos estado diciendo que un ser humano que se ha abierto camino a través de todos los problemas de la vida, tanto físicos como psicológicos, y de veras ha captado la significación plena de la libertad respecto de los recuerdos psicológicos, y los conflictos y afanes del vivir, llega a un punto donde la mente se encuentra libre, pero no ha reunido esa energía suprema necesaria para ir más allá de sí misma. ¿Puede la mente, el cerebro, toda la estructura psicológica, estar libre alguna vez de todo conflicto, de todo vestigio de perturbación? ¿O la idea de libertad completa es una ilusión?

    … Me parece que antes de empezar deberíamos dejar claro lo que entendemos por discusión. Para mí consiste en un proceso de descubrimiento a través del encuentro con el hecho. Es decir, en la discusión me descubro a mí mismo, el hábito de mi pensamiento, mi forma de pensar, mis reacciones, mi modo de razonar, no solo en el plano intelectual, sino interiormente. Siento que, si pudiésemos ser serios durante una hora y de verdad profundizar, penetrar en nosotros mismos tanto como podamos, seríamos capaces de liberar, no por medio de ninguna acción de la voluntad, cierta cualidad de energía que está siempre despierta, que se encuentra más allá del pensamiento.

   … Pero es mucho más importante averiguar quién es usted, quién es usted, no quién es el que habla, y para descubrirlo tiene que investigar. Usted es la historia de la humanidad. Si usted realmente ve eso, le proporcionará tremenda vitalidad, energía, belleza, amor, porque usted ha dejado de ser una pequeña entidad luchando en un rincón de la Tierra. Usted es parte de toda esta humanidad. Eso conlleva una enorme responsabilidad, vitalidad, belleza, amor. Pero la mayoría de nosotros no alcanzaremos a ver esto, la mayoría de nosotros nos preocupamos por nosotros mismos, por nuestro pequeño problema personal, nuestro pequeño sufrimiento particular y demás. Y salirse de ese círculo estrecho parece casi imposible, porque estamos tan condicionados, tan programados como los ordenadores, que no podemos aprender algo que sea nuevo. 

   … Así que eso es lo primero que hay que comprender, que no podéis depender de nadie para que os condicione. Cuando comprendéis esto, o bien os atemorizáis porque no podéis descansar en nadie, sino que tenéis que hacerlo por vosotros mismos y eso es algo temible, o bien perdéis todo temor y sabéis que tenéis que trabajar porque nadie puede ayudaros; por consiguiente, tenéis vitalidad, energía, el impulso para ello. Y sólo podéis tener esa energía, ese impulso, esa vitalidad, cuando no dependéis de nadie. Entonces sois vuestros propios maestros, vuestros propios discípulos; estáis aprendiendo, descubriendo.

   … En caso de que lo estén haciendo en este momento verán que, si entregan su corazón, eso es una acción total, no una acción fragmentaria, forzada, ni una acción conforme a determinado patrón, modelo o fórmula. Si entrega todo su corazón a algo verá que lo comprende de inmediato, al instante, lo cual no tiene nada que ver con el sentimentalismo, la emotividad o la devoción; todo eso es demasiado pueril. Para entregar el corazón se necesita inmensa comprensión, energía, mucha claridad, y uno no puede ver con claridad si no está libre de su tradición, autoridad, cultura, civilización y de todos los modelos de la sociedad. No se trata de escapar de la sociedad, de retirarse a las montañas o hacerse ermitaño si quiere comprender la vida; todo lo contrario. Para comprender hasta el final el extraordinario movimiento de la vida, el cual es relación, acción, uno debe tener esa libertad que sólo llega cuando entrega su mente, su corazón y todo su ser. En ese estado hay comprensión, y la vida es acción cuando hay comprensión, no hay esfuerzo, es un acto instantáneo.

   … Devenir y ser no tienen relación entre sí; se mueven en direcciones enteramente distintas; uno no conduce al otro. En la quietud del ser no existe el pasado en forma de observador, experimentador. No hay ninguna actividad del tiempo. No es un recuerdo que se esté comunicando, sino el movimiento efectivo mismo, el movimiento del silencio hacia lo inmensurable. Es un movimiento que no parte de un centro, que no va de un punto a otro; no tiene centro, ni observador. Es un viaje del ser total, y el ser total no tiene ninguna contradicción del deseo. En este viaje de la totalidad no hay punto de partida ni de llegada. Toda la mente está quieta, y esta quietud es un movimiento que no es el viajar de la mente.

   ¿Queréis decir algo más sobre este ser total? Es el sentimiento de ser entero, no dividido, no fragmentado, una intensidad en la que no hay tensión, ningún tirón del deseo con sus contradicciones. Esta intensidad, este profundo y no premeditado impulso, es lo que derribará el muro que la mente ha erigido en torno suyo. Este muro es el ego, el ‘yo’, el sí mismo. Toda actividad del ‘yo’ es separativa, aisladora, y cuanto más pugna por abrirse paso a través de sus propias barreras, más fuertes se vuelven estas. Los esfuerzos del ‘yo’ para liberarse sólo contribuyen a intensificar su propia energía, su propia pena. Cuando se percibe la verdad de esto, sólo entonces existe el movimiento del todo. Este movimiento carece de centro, no tiene principio ni fin; es un movimiento que trasciende la medida de la mente, la mente que se ha formado a través del tiempo.”

   J. Krishnamurti

    
        Audiotexto:

           


ES SOLO LA ACCIÓN TOTAL, QUE PARTE DE LA TOTALIDAD DE NUESTRO SER, LA QUE TIENE UN EFECTO INMENSO SOBRE EL MUNDO

 

   “Para transformar el mundo debe haber regeneración en cada uno de nosotros. Nada puede conseguirse por la violencia, por la fácil destrucción de unos contra otros. Podemos encontrar alivio temporal organizándonos en grupos, estudiando métodos de reformas sociales y económicas, promulgando legislación o elevando nuestras oraciones al cielo; pero hagamos lo que hagamos, sin el conocimiento propio y sin el amor que le es inherente, nuestros problemas crecerán y se multiplicarán. Mientras que, si aplicamos nuestras mentes y nuestros corazones a la tarea de conocernos a nosotros mismos, indudablemente resolveremos nuestros numerosos conflictos y tristezas.

   En vez de que yo les diga qué es Dios, averigüemos si ustedes pueden lograr ese estado extraordinario, no mañana o en algún futuro distante, sino ahora mismo mientras estamos aquí juntos, sentados tranquilamente. Eso es, por cierto, mucho más importante. Para descubrir qué es Dios, toda creencia debe llegar a su fin. La mente que quiera descubrir qué es lo verdadero, no puede «creer» en la verdad, no puede tener teorías o hipótesis acerca de Dios. Por favor, escuchen. Ustedes tienen hipótesis, creencias, dogmas, están llenos de especulaciones. Habiendo leído este o aquel libro acerca de lo que es Dios o la verdad, sus mentes están asombrosamente inquietas. Una mente repleta de conocimientos es una mente inquieta; no está tranquila, solo está cargada, y la mera lentitud de movimientos no indica una mente en calma. Cuando una creencia llena la mente, ya sea la creencia de que Dios existe o de que Dios no existe, la mente está cargada, y una mente cargada jamás puede descubrir qué es lo verdadero.

   Para descubrir lo verdadero, la mente tiene que estar libre, libre de rituales, creencias, dogmas, conocimientos y experiencias. Solo entonces la mente puede dar con aquello que es la verdad. Porque una mente así está quieta, ya no se mueve hacia afuera y hacia adentro, lo cual constituye el movimiento del deseo. No ha reprimido el deseo, que es energía. Por el contrario, para que la mente esté quieta, en silencio, tiene que haber abundancia de energía; pero no puede existir la madurez que implica la plenitud de energía, si hay cualquier forma de movimiento externo y, debido a eso, una reacción interna. Cuando todo eso se serena, la mente está quieta.

   Al descubrir que las antiguas creencias, tradiciones e ideales ya no tienen ningún significado profundo, buscan ustedes nuevos ideales, una nueva ética y nuevos conceptos para reemplazar a los viejos. Así, van de un maestro a otro, de una secta o religión a otra, esperando que, al juntar muchos finitos, tendrán el infinito, como la abeja que junta miel. O bien buscan un cambio que redituará una sensación nueva y más intensa; o en lugar de eso existe el deseo de una profunda seguridad interna por medio de un nuevo sistema de creencias e ideales y de sus exponentes. ¿Cuál de estas cosas están buscando?

   Si no buscan ninguna de estas cosas, ni sensación ni seguridad, entonces hay en ustedes un profundo anhelo de comprender la vida misma, porque se dan cuenta de que únicamente desde esta comprensión puede haber un nuevo concepto de moralidad y acción.

   Fijaos, la reforma social es indispensable. Pero hay muchas personas que actúan en la reforma social; y ¿por qué lo hacen? ¿Es por amor? ¿O es esa particular actividad que se llama reforma social, un medio para su propia autorrealización? Darse cuenta del mendigo en la calle, ver la espantosa pobreza y degradación en los pueblos y sentirla, tener amor, compasión por el mendigo, por el aldeano, no es buscar la propia realización en la actividad de la reforma social, aunque podáis ser activo socialmente. Mas cuando llegáis a ser importante en la obra social, ¿no es porque estáis dando plenitud a vuestra persona mediante esa acción? Cuando hacéis eso, dejáis de amar; y amar, tener compasión, ser sensible a la belleza y a la fealdad, es mucho más importante que realizaros en alguna presuntuosa obra a la cual llamáis reforma social.

   Es pues el hombre religioso el verdaderamente revolucionario, no el que trata de producir una revolución en el sentido económico. El hombre religioso carece de autoridad, no es codicioso, ambicioso, no está buscando un resultado, no es político; por consiguiente, sólo el hombre religioso es quien puede producir la verdadera clase de reforma. Por eso es importante que todos nosotros, no como grupo, sino como individuos, nos liberemos inmediatamente de las creencias y los dogmas, la codicia y la ambición. Entonces hallaréis que la mente se vuelve asombrosamente sensible; y un hombre así es un reformador en un sentido enteramente diferente, su acción tiene un significado totalmente distinto, porque él ayuda a liberar la mente para descubrir, para ser creativa. La mente que está ocupada nunca puede ser creadora; la mente interesada en su propia realización jamás podrá hallar lo desconocido. Tan solo la mente que está completamente desocupada puede descubrir y comprender lo eterno, y una mente semejante producirá su propia acción sobre la sociedad.

   Siempre estamos hablando de pobreza, desigualdad y reforma, porque nuestros corazones están vacíos. Cuando haya amor no tendremos problemas, pero el amor no puede surgir a la existencia mediante ninguna práctica. Puede surgir solo cuando «uno» deja de ser, o sea, cuando uno ya no se interesa por sí mismo, por su posición, por su prestigio, por sus ambiciones y frustraciones, cuando uno deja completamente de pensar en sí mismo, no mañana, sino ahora. Esta ocupación consigo mismo es igual, ya sea que pertenezca al hombre que persigue lo que él llama Dios, o al hombre que trabaja por la revolución social. Y una mente tan ocupada jamás puede saber qué es el amor. 

   Yo hablo de la revolución psicológica; y cuando existe esa revolución, hay también acción total, no la acción parcial que arranca de los diferentes niveles de nuestra conciencia. Es solo la acción total, que parte de la totalidad de nuestro ser, la que tiene un efecto inmenso sobre el mundo.”

   J. Krishnamurti        

    
        Audiotexto:

           


SI USTED ESTÁ CARGADO NO PUEDE CAMINAR MUY LEJOS

            

   “…. Como ya saben, una de las tareas más difíciles que existen es hablar sobre esto. Es como emprender un viaje juntos. Para caminar junto a otra persona ha de haber amistad, se ha de disfrutar de verdad del hecho de caminar juntos, ha de haber amor, y eso es algo muy difícil. Aprender sobre uno mismo no consiste en acumular conocimientos sobre uno mismo, para aprender sobre lo que soy tengo que observarme. Si aprendo sobre mí mismo a base de acumular conocimientos, en realidad no aprendo nada. Hay dos formas de aprender. Está el aprender cuyo fin es acumular información y posteriormente aprender a través de ella, lo cual significa observarlo todo a través del filtro del pasado. Es decir, mi forma de aprender es observándome a mí mismo, teniendo experiencias y acumulando conocimiento sobre esas experiencias, y observándome luego a través de ellas; o sea, por medio del pasado, porque el conocimiento no es sino eso. Esta es una forma de observarse a uno mismo. La otra es observar la actividad del pensamiento entero, estar atento a él, a todos sus motivos y nunca acumular; por tanto, aprender es un movimiento constante.

   … Cuando ustedes dicen: “Yo pienso", "yo siento", están reaccionando al medio y no tratan de abrirse paso por ese medio. Pero la inteligencia es el proceso de abrirse paso por el medio que los rodea, no es la reacción al medio. O sea, cuando dicen "yo pienso", quieren decir que tienen cierto grupo de ideas, dogmas, creencias y credos. Y así como un animal atado a un poste se mueve dentro del largo de su cuerda, ustedes se mueven dentro de la limitación de estas creencias, dogmas y credos. Eso, por cierto, no es pensar. Es meramente reaccionar al estado de servidumbre, a las creencias, dogmas y credos; estas reacciones implican un esfuerzo, un conflicto, y a ese conflicto lo llaman ustedes pensar, pero es meramente como caminar dando vueltas una y otra vez dentro de los muros de una prisión. La acción de ustedes no es sino un modo de reaccionar a esta prisión y produce más temor, más limitación, ¿no es así?

   … De manera que espacio significa total ausencia de centro y de periferia, de límites. ¿Poseemos un cerebro que no pertenece, que no está apegado a nada, a la experiencia, a conclusiones, esperanzas e ideales, de manera que está real y completamente libre? Si usted está cargado no puede caminar muy lejos. Si el cerebro es basto, vulgar, egocéntrico, no puede tener inmenso espacio. Y el espacio significa vacuidad, palabra que uno emplea con muchísimo cuidado.

   Estamos tratando de averiguar si es posible vivir en este mundo sin ningún temor, sin conflicto alguno, con un tremendo sentido de compasión, lo cual requiere mucha inteligencia. No puede haber compasión sin inteligencia. Y esa inteligencia no es la actividad del pensamiento. Uno no puede ser compasivo si está apegado a una ideología específica, a un estrecho tribalismo en particular o a cualquier concepto religioso, porque esas cosas limitan. Y la compasión solo puede surgir, estar ahí, cuando hay un final del sufrimiento, que es el cese del movimiento egocéntrico. De modo que el espacio significa vacío, la nada. Y porque no hay ninguna cosa puesta ahí por el pensamiento, ese espacio posee una energía tremenda. De manera que el cerebro debe poseer la cualidad de la libertad completa y del espacio. Es decir, uno debe ser nada.

   … Así pues, ¿puede la mente estar libre de toda medida, especialmente en nuestra relación con otro, lo cual es bastante difícil? Cuando estamos libres de toda medida entonces sucede algo por completo distinto. En el momento en que describimos aquello que ha sucedido más allá de toda medida, deja de ser inconmensurable. Podemos describir una montaña, su forma, sus líneas, las sombras; podemos pintarla o dedicarle un poema, pero todo eso no es la montaña. Si nos sentamos en el valle y decimos: «Por favor, háblenos acerca de la montaña», no caminaremos hacia ella, preferiremos la comodidad. Pero hay algo más allá de toda medida.

   … Si realmente quiero saber qué hay en la cima de la montaña y más allá, debo ir y averiguarlo. De nada sirve que esté sentado aquí especulando, construyendo templos, iglesias, y excitándome al respecto. Lo que tengo que hacer es tomar impulso, levantarme, caminar, luchar, llegar allá y descubrir; pero como muy pocos de nosotros estamos dispuestos a hacerlo, nos satisfacemos con estar sentados aquí especulando sobre algo que no conocemos. Y yo digo que la especulación es un obstáculo, deteriora la mente y no tiene ningún valor; solo trae más confusión, más dolor al hombre. 

   … La meditación es realmente muy simple, nosotros la complicamos. Tejemos una red de ideas en torno a ella, de lo que es y lo que no es, pero no es ninguna de estas cosas. Debido a que es tan sumamente simple nos elude, debido a que nuestras mentes son tan complicadas se fundamentan en el tiempo y el tiempo las desgasta, y esta mente dicta la actividad del corazón y entonces empiezan las dificultades. Pero la meditación emerge de manera natural, con extraordinaria facilidad, cuando se camina sobre la arena, se mira por la ventana o se ven esas maravillosas colinas quemadas por el Sol del último verano. ¿Por qué somos unos seres humanos tan atormentados, con lágrimas en los ojos y risa falsa en los labios? Si pudiéramos caminar solos entre aquellas colinas, en los bosques o a lo largo de los extensos arenales blancos y descoloridos, en esa soledad sabríamos lo que es la meditación.

   … Ustedes piden ayuda solo cuando están confundidos, cuando no saben qué hacer, cuando se sienten inseguros. Pero cuando observan, cuando perciben no solo externamente, sino mucho más en lo interno, cuando ven las cosas con gran, gran claridad, no necesitan ninguna ayuda, eso está ahí. Y de ahí surge la acción. ¿Estamos juntos en esto? Repitámoslo si no les importa. Quien les habla no les dice cómo hacerlo. No pregunten nunca cómo, porque entonces siempre habrá alguien que les tirará una cuerda. Uno no está ayudándoles de ninguna manera, solo que juntos recorremos la misma senda, tal vez no a la misma velocidad. Regulen su propia velocidad y caminaremos juntos.

   Para averiguar todo esto uno debe ser capaz de escuchar, no con el intelecto sino con el corazón. Escuchen a fin de comprender, intentar averiguar; porque deben aprender por sí mismos y no de lo que dicen otros.”

   J. Krishnamurti

        
        Audiotexto:

           


¿SABÉIS LO QUE SIGNIFICA SER AUSTERO?

  

   “… Los gigantescos edificios que construimos, las grandiosas catedrales, todo son indicios de esa sensación de poderío. Me pregunto si han visto esas inmensas construcciones, observado cuál es su reacción al verlas. Puede que tengan cierta belleza, pero para mí la belleza es algo enteramente distinto, para que haya belleza debe haber austeridad, soltarlo todo; no es posible soltar si existe la menor ambición, que se expresa a sí misma como un logro personal.

   Cuando hay austeridad también hay sencillez, y solo la mente que es sencilla puede soltar lo que ella es; de este soltar nace el amor, ese estado que es belleza, pero somos totalmente inconscientes de esto. Nuestra civilización, nuestra cultura se basa en la arrogancia, en la sensación de logro; una sociedad que nos enfrenta unos a otros, compitiendo violentamente para alcanzar una meta, para acaparar, para dominar, para llegar a ser alguien. Todos estos son hechos psicológicos evidentes.

   … Para los más de nosotros, la belleza es un estímulo, una reacción. Dependemos de un estímulo que nos haga sentir la belleza o verla. Decimos: «Qué encantadora puesta de sol», o «qué bello edificio». Pero existe una belleza que no es estímulo en absoluto, que no es resultado de un estimulante, y esa belleza no puede existir sin gran sencillez. La sencillez no es cuestión de lo mucho o lo poco que uno tenga, sino que sobreviene cuando existe la claridad del autoconocerse, del aprender sobre uno mismo; y esta sencillez es la naturaleza de la humildad, que es austeridad.

   La mente sencilla es austera. ¿Sabéis lo que significa ser austero? Se entiende en general por mente austera la que es duramente disciplinada, sometida a control, reprimida, una mente que se ajusta sin piedad a un modelo. Pero una mente así no es sencilla ni austera, realmente está asustada, y por estarlo, se ajusta. Su conformidad se llama austeridad, mas nosotros hablamos de una austeridad en la cual no hay ajuste de ninguna clase, en absoluto.

   Utilizamos la palabra «austera», no en el sentido de estar disciplinada con arreglo a un modelo, sino en el sentido de percibir todas las implicaciones del placer y de la imagen o el centro. Esa percepción misma produce una disciplina espontánea, que es la austeridad de que estoy hablando. No podéis ser austero sin ser apasionado. Ya sabéis, los más de nosotros traducimos la pasión como sensualismo o hablamos de tener pasión por el trabajo, por expresarse, por llegar a ser algo. Mas yo utilizo la palabra en el sentido de intensidad. Hay una acumulación de energía en uno mismo, que llega a ser enormemente intensa y eso es pasión. Sin esta pasión no hay austeridad ni, por tanto, sencillez.

   … La austeridad no es mera negación, el tener solo pocas cosas, el dominarse; cosas todas que son demasiado pequeñas y mezquinas. La austeridad viene por el autoabandono y con este hay pasión y, por lo tanto, hay belleza. No la belleza concebida por el hombre, no la que crea el artista, aunque no digo que no haya belleza en eso. Mas yo hablo de una belleza que está más allá del pensamiento y del sentimiento. Y eso solo puede existir cuando hay alta sensibilidad del cerebro, así como del cuerpo y de la mente. Y no puede haber sensibilidad de esa naturaleza y calidad cuando no hay completo abandono, cuando el cerebro no se entrega por completo a la totalidad que la mente ve. Entonces hay pasión. 

   … Ustedes conocen la palabra pasión. Esa palabra significa muy a menudo sufrimiento; los cristianos la han utilizado para simbolizar ciertas formas de sufrimiento. En modo alguno estamos usando la palabra pasión en ese sentido. En este estado de negación completa, existe la forma más elevada de pasión. Esa pasión implica olvido de sí mismo. Para ese completo olvido de uno mismo, tiene que haber una tremenda austeridad, austeridad que no es la aspereza angustiosa de los monjes, de los santos que se han infligido torturas, que se han vuelto austeros porque han embrutecido sus mentes. La austeridad es realmente una sencillez extraordinaria, no en las ropas, no en la comida, sino en lo interno. Esta austeridad, esta pasión, es la forma más elevada de la negación total.

   …. La observación, la percepción alerta de cada pensamiento, de cada sentimiento, sin refrenarlos, sin controlarlos, sino observándolos como observamos un pájaro que vuela, sin introducir en tal observación los propios prejuicios y distorsiones; ese observar da origen a un extraordinario sentido de austeridad que está mucho más allá de toda restricción, de tanto engañarnos a nosotros mismos y de toda esta idea del mejoramiento propio, de la propia realización personal. Todo eso es más bien infantil. En este observar existe una gran libertad y en ella reside el sentido de dignidad que hay en la austeridad. Pero si uno dijera todo esto a un moderno grupo de estudiantes o niños, ellos probablemente mirarían hacia afuera por la ventana llenos de aburrimiento, porque este mundo sólo está dispuesto a la persecución del propio placer.

   … Cuando predomina la industria del entretenimiento, tal como gradualmente lo está haciendo en la actualidad; cuando los jóvenes, los estudiantes, los niños son constantemente instigados al placer, a la fantasía, a la sensualidad romántica, las palabras «moderación» y «austeridad» se dejan a un lado y ni siquiera se les dedica nunca un solo pensamiento. La austeridad de los monjes, de los sanyasis que renuncian al mundo, que visten sus cuerpos con alguna clase de uniforme o simplemente con un pedazo de tela, su renuncia al mundo material ciertamente no es austeridad. Es probable que usted ni siquiera escuche esto, que no preste atención a las implicaciones que tiene la austeridad. Cuando desde la infancia se nos ha enseñado a divertirnos y a evadirnos de nosotros mismos mediante los entretenimientos, religiosos o de otra índole, y cuando la mayoría de los psicólogos dicen que debemos expresar todo cuanto sentimos, y que cualquier forma de abstinencia o restricción es nociva y conduce a diversas clases de neurosis, es natural que entremos cada vez más en el mundo del deporte, de la diversión y del entretenimiento, todo lo cual nos ayuda a escapar de nosotros mismos, de lo que somos.”

   J. Krishnamurti

        Audiotexto: