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HA DE TENER LA ENERGÍA PARA VER, LO QUE SIGNIFICA OBSERVAR CON TODO SU CORAZÓN Y SU MENTE

  

   “… El hecho de que el hombre haya aceptado los sistemas como inevitables, es uno de los mayores impedimentos de la mente humana. Estos sistemas han sido creados por el hombre en su búsqueda de seguridad. La búsqueda de seguridad por medio de sistemas está destruyendo al hombre, cosa evidente cuando uno ve lo que pasa en el mundo exterior, y lo mismo ocurre internamente; mi gurú, el de usted, mi verdad y la de usted, mi sendero y el suyo, mi familia y la suya. Todo esto está impidiendo que el hombre sea libre. Ahora bien, el ser libre da a la vida un sentido totalmente distinto. El sexo puede tener un significado del todo diferente. Entonces habrá paz en el mundo, y no esta división entre hombre y hombre. Mas usted ha de tener la energía para ver, lo que significa observar con todo su corazón y su mente, no observar con palabras, con los ojos llenos de miedo.

   … Hemos estado diciendo que un ser humano que se ha abierto camino a través de todos los problemas de la vida, tanto físicos como psicológicos, y de veras ha captado la significación plena de la libertad respecto de los recuerdos psicológicos, y los conflictos y afanes del vivir, llega a un punto donde la mente se encuentra libre, pero no ha reunido esa energía suprema necesaria para ir más allá de sí misma. ¿Puede la mente, el cerebro, toda la estructura psicológica, estar libre alguna vez de todo conflicto, de todo vestigio de perturbación? ¿O la idea de libertad completa es una ilusión?

    … Me parece que antes de empezar deberíamos dejar claro lo que entendemos por discusión. Para mí consiste en un proceso de descubrimiento a través del encuentro con el hecho. Es decir, en la discusión me descubro a mí mismo, el hábito de mi pensamiento, mi forma de pensar, mis reacciones, mi modo de razonar, no solo en el plano intelectual, sino interiormente. Siento que, si pudiésemos ser serios durante una hora y de verdad profundizar, penetrar en nosotros mismos tanto como podamos, seríamos capaces de liberar, no por medio de ninguna acción de la voluntad, cierta cualidad de energía que está siempre despierta, que se encuentra más allá del pensamiento.

   … Pero es mucho más importante averiguar quién es usted, quién es usted, no quién es el que habla, y para descubrirlo tiene que investigar. Usted es la historia de la humanidad. Si usted realmente ve eso, le proporcionará tremenda vitalidad, energía, belleza, amor, porque usted ha dejado de ser una pequeña entidad luchando en un rincón de la Tierra. Usted es parte de toda esta humanidad. Eso conlleva una enorme responsabilidad, vitalidad, belleza, amor. Pero la mayoría de nosotros no alcanzaremos a ver esto, la mayoría de nosotros nos preocupamos por nosotros mismos, por nuestro pequeño problema personal, nuestro pequeño sufrimiento particular y demás. Y salirse de ese círculo estrecho parece casi imposible, porque estamos tan condicionados, tan programados como los ordenadores, que no podemos aprender algo que sea nuevo. 

   … Así que eso es lo primero que hay que comprender, que no podéis depender de nadie para que os condicione. Cuando comprendéis esto, o bien os atemorizáis porque no podéis descansar en nadie, sino que tenéis que hacerlo por vosotros mismos y eso es algo temible, o bien perdéis todo temor y sabéis que tenéis que trabajar porque nadie puede ayudaros; por consiguiente, tenéis vitalidad, energía, el impulso para ello. Y sólo podéis tener esa energía, ese impulso, esa vitalidad, cuando no dependéis de nadie. Entonces sois vuestros propios maestros, vuestros propios discípulos; estáis aprendiendo, descubriendo.

   … En caso de que lo estén haciendo en este momento verán que, si entregan su corazón, eso es una acción total, no una acción fragmentaria, forzada, ni una acción conforme a determinado patrón, modelo o fórmula. Si entrega todo su corazón a algo verá que lo comprende de inmediato, al instante, lo cual no tiene nada que ver con el sentimentalismo, la emotividad o la devoción; todo eso es demasiado pueril. Para entregar el corazón se necesita inmensa comprensión, energía, mucha claridad, y uno no puede ver con claridad si no está libre de su tradición, autoridad, cultura, civilización y de todos los modelos de la sociedad. No se trata de escapar de la sociedad, de retirarse a las montañas o hacerse ermitaño si quiere comprender la vida; todo lo contrario. Para comprender hasta el final el extraordinario movimiento de la vida, el cual es relación, acción, uno debe tener esa libertad que sólo llega cuando entrega su mente, su corazón y todo su ser. En ese estado hay comprensión, y la vida es acción cuando hay comprensión, no hay esfuerzo, es un acto instantáneo.

   … Devenir y ser no tienen relación entre sí; se mueven en direcciones enteramente distintas; uno no conduce al otro. En la quietud del ser no existe el pasado en forma de observador, experimentador. No hay ninguna actividad del tiempo. No es un recuerdo que se esté comunicando, sino el movimiento efectivo mismo, el movimiento del silencio hacia lo inmensurable. Es un movimiento que no parte de un centro, que no va de un punto a otro; no tiene centro, ni observador. Es un viaje del ser total, y el ser total no tiene ninguna contradicción del deseo. En este viaje de la totalidad no hay punto de partida ni de llegada. Toda la mente está quieta, y esta quietud es un movimiento que no es el viajar de la mente.

   ¿Queréis decir algo más sobre este ser total? Es el sentimiento de ser entero, no dividido, no fragmentado, una intensidad en la que no hay tensión, ningún tirón del deseo con sus contradicciones. Esta intensidad, este profundo y no premeditado impulso, es lo que derribará el muro que la mente ha erigido en torno suyo. Este muro es el ego, el ‘yo’, el sí mismo. Toda actividad del ‘yo’ es separativa, aisladora, y cuanto más pugna por abrirse paso a través de sus propias barreras, más fuertes se vuelven estas. Los esfuerzos del ‘yo’ para liberarse sólo contribuyen a intensificar su propia energía, su propia pena. Cuando se percibe la verdad de esto, sólo entonces existe el movimiento del todo. Este movimiento carece de centro, no tiene principio ni fin; es un movimiento que trasciende la medida de la mente, la mente que se ha formado a través del tiempo.”

   J. Krishnamurti

    
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