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DIÁLOGO: AUTORIDAD

                      VIERNES, 28 de FEBRERO           c/León, 3           Hora 19:00
  
    “… Todo alrededor de ustedes, si lo han observado, refleja un estilo de vida en el que la autoridad se halla muy bien afirmada. Está la autoridad del gurú, la autoridad del grupo político, la autoridad de los padres y de la opinión pública. Cuanto más antigua es una civilización, tanto mayor es el peso de la tradición, con su serie de imitaciones y, estando agobiada por ese peso, la mente de ustedes jamás es libre. Pueden hablar de libertad política o de cualquier otro tipo de libertad, pero como individuos nunca son libres para descubrir por sí mismos; siempre están siguiendo, siguiendo un ideal, siguiendo a algún gurú o maestro, alguna superstición absurda.
 … La tradición les dice lo que deben hacer; y la tradición, después de todo, es conocimiento, ¿verdad? Están los libros que les dicen lo que hay que hacer, sus padres les dicen lo que hay que hacer, la sociedad y la religión les dicen lo que hay que hacer. ¿Y a ustedes qué les ocurre? Quedan aplastados, abatidos. Jamás piensan, jamás actúan y viven vitalmente, porque todas estas cosas les atemorizan. Dicen que tienen que obedecer, de otro modo estarán indefensos. ¿Qué significa esto? Significa que han creado la autoridad, a causa de que están buscando un modo seguro de conducirse, una manera segura de vivir. La persecución misma de la seguridad crea autoridad, y así es como nos volvemos meros esclavos, dientes en las ruedas de una maquinaria, viviendo sin ninguna capacidad para pensar, para crear.
    … Existe la autoridad externa del estado, de la ley, del policía. Somos nosotros los que creamos exteriormente esta autoridad, porque tenemos propiedades que proteger. La propiedad es nuestra y no queremos que ningún otro la tenga, y así creamos un gobierno para que proteja lo que poseemos. El gobierno se convierte en nuestra autoridad; es nuestra invención, para que nos proteja, para que proteja nuestro estilo de vida, nuestro sistema de pensamiento. Gradualmente, a través de siglos, hemos establecido un sistema de leyes, de autoridad: el estado, el gobierno, la policía, el ejército, para que "me" proteja y proteja lo "mío".
    … Tener confianza en los gobiernos, buscar en las organizaciones y autoridades la paz que debe empezar por la comprensión de nosotros mismos, es crear nuevos y más complicados conflictos; y no puede haber felicidad duradera mientras aceptemos un orden social en el que hay lucha sin fin y antagonismo entre los hombres. Si queremos cambiar las condiciones existentes, tenemos que empezar por transformarnos nosotros mismos, lo cual significa que debemos comprender nuestras acciones, pensamientos y sentimientos en la vida diaria.
   … En nuestra vida interior aceptamos muy fácilmente la autoridad. Por supuesto, tenemos que aceptar la autoridad de los científicos, la autoridad del tecnócrata, del médico, del cirujano. Pero internamente, psicológicamente, ¿por qué aceptamos la autoridad en absoluto? Esta es una pregunta importante que debe formularse.
   … Cuando buscan una autoridad que los conduzca a la espiritualidad, se obligan ustedes automáticamente a crear una organización alrededor de esa autoridad. Por la creación misma de esa organización que piensan ha de ayudar a esta autoridad para que les guíe hacia la vida espiritual, quedan ustedes atrapados en una jaula.
   … Ahora bien, para descubrir la verdad en este asunto, podréis rechazar las autoridades externas y confiar en vuestra propia experiencia, en vuestro propio saber, en vuestro propio estudio; ¿pero vuestra propia experiencia os brindará esa verdad? Podéis decir que no tenéis otra cosa para proseguir; que para juzgar si el individuo es el instrumente de la sociedad, o el resultado, el producto de la sociedad; para hallar la verdad al respecto, debéis confiar en vuestra propia experiencia. ¿Pero el descubrimiento de la verdad depende de la experiencia? Después de todo, ¿qué es vuestra experiencia? Es el resultado de la acumulación de creencias, influencias, recuerdos, condiciones, etc. Es el pasado: la experiencia es el conocimiento acumulado del pasado; y a través del pasado procuráis hallar la verdad acerca de esto. ¿Podéis, pues, confiar en vuestra experiencia? Y si no podéis, ¿por qué medio juzgaréis?
    … Uno tiene que comprender la necesidad de estar libre de toda autoridad -incluyendo la de quien habla- para que la mente, esa forma más elevada de suprema inteligencia, sea una luz para sí misma. Y esa inteligencia no aceptará ninguna autoridad, ya sea la del salvador, del maestro, del gurú o de cualquiera. Tiene que ser y lo es, una luz para sí misma. Puede que cometa un error, que sufra, pero justamente en el proceso de sufrir, de cometer un error, está aprendiendo y, por lo tanto, se está convirtiendo en una luz para sí misma.
    … Podéis tener muchos conocimientos, información, sobre el hecho, pero el hecho mismo es enteramente distinto. Dejad de lado el libro, la descripción, la tradición, la autoridad, y emprended el viaje del autodescubrimiento. Amad, y no os enredéis en opiniones e ideas acerca de qué es el amor o qué debería ser. Cuando améis, todo saldrá bien. El amor tiene su propia acción. Amad, y conoceréis sus bendiciones. Manteneos apartados de la autoridad que os dice qué es y qué no es el amor. Ninguna autoridad lo sabe; y el que lo sabe no puede decirlo. Amad, y habrá comprensión.
   … Así, pues, nuestra dificultad en estas discusiones y pláticas es que no tomamos todo esto muy en serio. Desearíamos que las cosas se alteren, pero lentamente, gradualmente, y de acuerdo a nuestra comodidad. No queremos vernos demasiado perturbados, y por eso nuestro interés en una nueva civilización no es realmente básico. El hombre que sí se interesa ve como falsas las cosas evidentemente perniciosas, tales como la autoridad, la creencia, el nacionalismo, el espíritu jerárquico en su totalidad. Y cuando se prescinde de todo eso, ¿qué sucede? Sois simples ciudadanos, seres humanos sin autoridad; y cuando no tengáis autoridad, tal vez entonces tendréis amor, y por lo tanto comprensión. Eso es lo que se requiere; un grupo de personas que comprendan, que tengan afecto, cuyo corazón no esté lleno de palabras huecas y frases vacías, cosas de la mente. Resulta, pues, muy importante que cada uno de nosotros se vea en el espejo de la convivencia, puesto que solamente de ahí puede surgir una nueva cultura.” 
   J. Krishnamurti

DIÁLOGO: DEPENDENCIA

                       VIERNES, 21 de FEBRERO           c/León, 3           Hora 19:00

   "¿Por qué dependemos? Psicológicamente, internamente, dependemos de una creencia, de un sistema, de una filosofía; pedimos a otro que nos indique una forma de conducta; buscamos instructores para que nos muestren un estilo de vida que pueda brindarnos cierta esperanza, cierta felicidad. Así, siempre vamos en busca de alguna clase de dependencia, de seguridad, ¿no es así? ¿Puede la mente liberarse alguna vez de este sentido de dependencia? Lo cual no quiere decir que la mente deba tratar de alcanzar la independencia; eso es sólo la reacción a la dependencia. No hablamos de independencia, de libertad con respecto a un estado en particular. Si somos capaces de investigar sin la reacción que implica el procurar librarnos de un estado particular de dependencia, entonces podemos penetrar más profundamente en ello.
   … Aceptamos la necesidad de la dependencia, decimos que es inevitable. Jamás hemos cuestionado todo el asunto, por qué cada uno de nosotros busca alguna clase de dependencia. ¿No es porque, en el fondo, lo que realmente exigimos es permanencia, seguridad? Hallándonos en un estado de confusión, anhelamos que alguien nos saque de esta confusión. Por eso, estamos siempre interesados en cómo escapar del estado en que nos encontramos, o en cómo evitar tal estado. En el proceso de evitarlo, estamos obligados a crear alguna clase de dependencia, la cual se convierte en nuestra autoridad. Si para nuestra seguridad, para nuestro bienestar interno, dependemos de otro, esa dependencia da origen a innumerables problemas; y entonces tratamos de resolver tales problemas, los problemas del apego.
   … Cuando somos jóvenes estamos en la época de sentir el descontento, no sólo con nosotros mismos, sino también con todo lo que nos rodea. Debemos aprender a pensar con claridad y sin prejuicios, para no sentirnos interiormente esclavizados y temerosos. La independencia no es para esa sección coloreada del mapa que llamamos nuestro país, sino para nosotros como individuos; y aunque exteriormente seamos dependientes unos de otros, esta mutua dependencia no se hace cruel ni opresiva, si internamente, estamos libres del anhelo de poderío, posición y autoridad.
   … ¿Para qué queremos tener amigos? No es que no debamos tener amigos; mas cuando sentimos necesidad de tener amigos, cuando existe esa dependencia de otros, ¿qué es lo que ello indica? ¿No indica insuficiencia en uno mismo? ¿La soledad no indica pobreza interior? Y estando solos, siendo interiormente pobres, insuficientes, recurrimos a los amigos, al amor, a la actividad, a las ideas, a las posesiones, al conocimiento y a la técnica. Es decir, siendo interiormente pobres, dependemos de las cosas externas, por lo cual éstas se tornan muy importantes para nosotros. Cuando nos servimos de algo como medio de huir de nosotros mismos, es evidente que eso adquiere mucha importancia. Nos apegamos a las cosas, a las ideas, a las personas, porque en lo psicológico dependemos de ellas; y cuando nos las quitan, como cuando nuestros amigos nos rehúyen, estamos perdidos y tenemos miedo. La dependencia, pues, indica incertidumbre interior, pobreza íntima; y mientras utilicemos a otros o dependamos de ellos, tiene que existir el temor a la pérdida.
   … La dependencia hace que me apegue a ustedes y que tenga miedo de perderlos. Me asusta haber hecho algo en el pasado, algo que lamento o de lo que me avergüenzo, y no quiero que lo sepan, así que tengo miedo de eso, de que se enteren. Y me siento culpable. O me siento tremendamente ansioso respecto a la muerte, a la vida, a lo que dice la gente, a lo que no dice, a cómo me miran; tengo una profunda sensación de presentimiento, de ansiedad, de inferioridad, de vivir una vida carente de todo sentido.
   … Dondequiera que lo intentemos, siempre existe este deseo de depender de algo, de una persona, de determinada idea, de un partido político, de un sistema, o de una experiencia, para darnos fuerzas. Así que siempre tenemos una dependencia de algo para sostenernos; y como dependemos cada vez más, lo que se cultiva es el temor. La dependencia surge porque en nosotros mismos somos insuficientes, nos sentimos solos, estamos vacíos. Dependo y, en consecuencia, cultivo la fe; por lo tanto, debemos tener más conocimientos; y conforme nos hacemos cada vez más civilizados, más eruditos, más materialistas o espirituales, debemos tener fe o nos volvemos cínicos.
   … Para comprender el significado de la vida con sus conflictos y dolores, tenemos que pensar con independencia de toda autoridad, inclusive la autoridad de la religión organizada.
   … Una vez hayáis cultivado estas capacidades, hallaréis que se afirman otras cualidades igualmente importantes para la comprensión de la vida. La paciencia que os dará un sentimiento de mental bienestar; la restricción y el equilibrio, tan necesario para expresar externamente vuestra comprensión de la Verdad y la cooperadora independencia. Debéis ser independientes; debéis ser libres mental, emocional y físicamente; y, sin embargo, habéis de aprender a cooperar. Porque todos caminamos por el mismo sendero hacia el mismo fin y obedecemos a la misma Ley y a la misma Voz. Una vez hayáis reconocido la universal Ley de la única vida en todas las cosas, entonces viviréis con verdadera amistad y afecto hacia todos los seres. Solamente entonces podréis daros cuenta de la dicha o del infortunio de los demás. Quienes de nosotros buscamos este Reino no debemos esclavizarnos a tradiciones antiguas o recientes, sino que debemos vivir una nueva vida porque hemos comprendido el propósito o finalidad de la vida."
   J. Krishnamurti

DIÁLOGO: LA LIBERTAD

                     VIERNES, 14 de FEBRERO           c/León, 3           Hora 19:00

   "… Siempre estamos preguntando, preguntando, preguntando, y en este preguntar, en ese mismo inquirir deseamos que alguien nos responda, alguna autoridad, alguien que sabe, alguien que tenga una profunda comprensión de la vida. Nos volvemos hacia otros y, por consiguiente, dependemos de ellos y somos presa de las opiniones de los más astutos, de los viejos maestros; o bien, de los más recientes eruditos. Interesan las opiniones, pero las opiniones no son la verdad; discutirlas tiene poco sentido. Ello sólo conduce a la argumentación dialéctica, astuta e intelectual.
   … En primer lugar, tenemos que ver muy claramente que la libertad es esencial -no el estar libre de algo-. Un prisionero anhela la libertad, lo que implica que primero está encerrado en una prisión, y después anhela la libertad para dejar esa prisión. Esa es tan sólo una reacción. Y esa reacción no es libertad.
   … Donde hay orden en nuestra vida, orden total, ese orden es virtud, y ese orden mismo es libertad. Todos emplean mal la palabra ‘libertad’. Está la libertad con respecto a algo, y está la libertad. Estar libre de algo no es libertad. Examinaremos eso. Soy un prisionero de mis propias ideas, de mis propias teorías, de mis propias concepciones -mi cerebro es un prisionero de eso-. En tales condiciones, la libertad consiste para mí en estar libre de una prisión para caer en otra prisión. Me libero de un condicionamiento particular y, sin advertirlo o inconscientemente, caigo en otro condicionamiento. De esa manera, me libero de algo -de la ira, de los celos-. Nada de eso es libertad en absoluto. Libertad significa ser libre, no estar libre de algo. Esto requiere mucha investigación; quiere decir que nuestro cerebro está condicionado como una computadora, programado para ser hindú, musulmán, cristiano, y así sucesivamente. La computadora es programada; nuestro cerebro ha sido programado por miles de años, y eso constituye nuestro condicionamiento. La libertad es el fin de ese condicionamiento. Cuando llega a su fin el condicionamiento, sólo entonces hay libertad. Si no existe esa libertad, tiene que haber desorden. Cuando eso llega a su fin, hay orden.
   … El hombre ha vivido biológicamente por cerca de dos millones de años. Ha acumulado muchísimas experiencias, muchos conocimientos, y ha vivido a través de muchas civilizaciones, pasando por innumerables presiones y esfuerzos. Cada uno de ustedes, lo sepa o no, lo reconozcan o no, es ese hombre, es el resultado de millones de años. O bien continúa evolucionando lentamente, interminablemente; a través del dolor, del sufrimiento, de la ansiedad, de toda clase de conflictos, o se sale por completo de esa corriente cuando quiera, como bajándose de un bote a la orilla de un río; puede hacerlo en cualquier momento. Y es sólo la mente libre la que puede hacerlo.
   … La libertad se revela a sí misma, no puede ser buscada. Aparece cuando no hay temor, cuando hay amor en nuestro corazón. Ustedes no pueden amar y pensar desde el punto de vista de un hindú, un cristiano, un musulmán, un parsi. La libertad nace sólo cuando la mente ya no busca seguridad para sí misma, ni en la tradición ni en el conocimiento. Una mente mutilada por el conocimiento o cargada de conocimientos, no es una mente libre. La mente es libre sólo cuando es capaz de afrontar la vida a cada instante, afrontar la realidad que revela cada suceso, cada pensamiento, cada experiencia. Y esa revelación no es posible cuando la mente se halla mutilada por el pasado.
   … Para mí, la libertad no es una cuestión de tiempo; no hay un mañana en el cual librarse de la envidia o adquirir alguna virtud. Y si no hay mañana, no hay temor. Sólo hay un vivir completo en el ahora; todo tiempo ha cesado y, por consiguiente, no hay formación de hábitos. Con esa palabra ahora me refiero a lo inmediato, y este estado de lo inmediato no es una reacción al pasado ni una evitación del futuro. Es sólo el instante de percepción total: toda la atención de uno está aquí en el ahora. Por cierto, toda la existencia está en el ahora; ya sea que uno experimente un júbilo inmenso, o un gran dolor, o lo que fuere, ello ocurre solamente en lo inmediato. Pero, por medio de la memoria, la mente recoge la experiencia desde el pasado y la proyecta dentro del futuro. Sin libertad respecto del pasado no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, pura, inocente. Sólo una mente pura e inocente es libre. La libertad no tiene nada que ver con la edad, no tiene nada que ver con la experiencia, y me parece que la esencia misma de la libertad radica en la comprensión de todo el mecanismo del hábito, tanto del consciente como del inconsciente. No es cuestión de terminar con el hábito, sino de ver totalmente su estructura. Uno tiene que observar cómo están formados los hábitos cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito. Lo que importa es estar totalmente conscientes del hábito; porque entonces, como lo verán por sí mismos, no hay más formación del hábito. Resistir el hábito, combatirlo, negarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando uno combate un hábito particular, da vida a ese hábito, y entonces el hecho mismo de combatirlo se convierte en un hábito ulterior. Pero si ustedes están simplemente atentos, sin resistencia ninguna, a toda la estructura del hábito, encontrarán que se han liberado del hábito, y en esa libertad tiene lugar algo nuevo.
   … La libertad no es hacer lo que se nos antoja, porque un hombre no puede vivir aislado de los demás. Ni siquiera el monje, ni siquiera el sanyasi es libre para hacer lo que desee, porque debe luchar por lo que desea, debe disputar consigo mismo, argüir internamente. Ser libre requiere enorme inteligencia, sensibilidad, comprensión. Sin embargo, es absolutamente necesario que todo ser humano, independientemente de su cultura, sea libre.
   … La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a nuestro dolor. La paz se encuentra en la percepción y el conocimiento de nosotros mismos, y en esa serenidad existe lo inmortal."
   J. Krishnamurti



DIÁLOGO: ¿QUÉ ES EL YO?

                     VIERNES, 7 de FEBRERO           c/León, 3           Hora 19:00

   "La búsqueda de poder, de posición, la autoridad, la ambición y demás, son formas del «yo» en todas sus diferentes expresiones. Pero lo que importa es comprender el «yo», y estoy seguro de que todos estamos convencidos de eso. Si me permiten agregar algo aquí, seamos serios con respecto a esta cuestión; si ustedes y quien les habla, como individuos, no como un grupo de personas que pertenecen a clases sociales, a ciertas sociedades, a determinadas divisiones climáticas, podemos comprender esto y actuar sobre ello, yo siento que habrá una verdadera revolución. Tan pronto eso se vuelve universal y se organiza mejor, el «yo» se refugia ahí; mientras que si ustedes y yo, como individuos, podemos amar, podemos llevar a cabo esto de manera efectiva en nuestra vida cotidiana, entonces surgirá a la existencia esa revolución que es tan fundamental.
… ¿Saben ustedes qué entiendo por el «yo»? Entiendo por el «yo» la idea, el recuerdo, la conclusión, la experiencia, las diversas formas de las intenciones, tanto las que se pueden nombrar como las innombrables, el esfuerzo consciente de ser o de no ser esto o aquello, la memoria acumulada del inconsciente: lo racial, el grupo, el individuo, el clan, y la totalidad de ello, ya sea proyectado exteriormente en la acción o proyectado espiritualmente como virtud; el esforzarse tras todo esto es el «yo». Ello incluye la competencia, el deseo de ser. Ese proceso íntegro es el «yo»; y cuando nos enfrentamos con él, sabemos realmente que es algo maligno. Uso la palabra maligno intencionalmente, porque el «yo» es divisivo; el «yo» lo encierra a uno en sí mismo; sus actividades, por nobles que sean, separan y aíslan. Sabemos todo esto. También sabemos cuán extraordinarios son los momentos en que el «yo» se halla ausente, en que no hay sentido alguno de esfuerzo; ello ocurre cuando hay amor.
… El yo se esconde de muchas maneras, en cualquier rincón. El yo puede esconderse en la compasión, en irse a vivir a la India para cuidar de los pobres, porque entonces el yo se vincula a cierta idea, a una fe, a una conclusión, a una creencia. El yo posee muchas máscaras: la máscara de la meditación, la máscara de lograr lo más elevado, la máscara de estar iluminado y creer saber de lo que se está hablando. Todas esas preocupaciones por la humanidad son también otra máscara. Por tanto, uno ha de tener un cerebro extraordinario, sutil y rápido para ver dónde se esconden las máscaras. Se requiere una gran atención, mucha, muchísima observación.
… El yo está hecho de los propios deseos, codicias, ambiciones, motivos, envidias, y de las creencias a que se aferra la mente. Y es, por cierto, esencial conocer todo ese proceso, consciente tanto como inconsciente, antes de que pueda uno descubrir nada nuevo. Y, sin embargo, no nos interesa eso. No nos interesa el autoconocimiento, el conocer las modalidades de nuestras propias mentes. Por el contrario, siempre estamos escapando de eso, e imponiendo a la mente ciertas normas, con arreglo a las cuales tratamos de vivir.
… Lo que debemos reconocer es que no sólo estamos condicionados por el entorno, sino que somos el entorno, no existimos aparte de él. Nuestros pensamientos y respuestas están condicionados por los valores que la sociedad, de la que formamos parte, nos ha impuesto. Nunca vemos que somos la totalidad del entorno, porque en nosotros hay varias entidades, todas ellas evolucionando alrededor del yo, del ego. El ego está compuesto de estas entidades, las cuales sólo son deseos en distintas formas. De esta conglomeración de deseos surge la figura central, el pensador, la voluntad del "yo" y de lo "mío", y de esa forma se establece una división entre el ego y el no-ego, entre el yo y el entorno o sociedad. Esta separación es el inicio del conflicto interno y externo. Darse cuenta de todo este proceso, tanto del consciente como del oculto, es meditación; y a través de esta meditación, el ego, con sus deseos y conflictos, es trascendido. El autoconocimiento es necesario, si uno va a liberarse de las influencias y valores que cobijan al ego; y sólo en esta libertad hay creación, verdad, Dios o lo que se les antoje.
… Desde luego que el principio de la sabiduría es el conocimiento de sí mismo. Sin conocer nuestro yo, el cual es una entidad muy compleja, todo pensar tiene muy escaso sentido. Si la mente no conoce sus propios prejuicios, vanidades, temores, ambiciones, codicias, ¿cómo podrá ser capaz de descubrir lo que es verdadero? Lo único que puede hacer es especular sobre qué es verdad, tener creencias, dogmas, ponerse restricciones, pensar mecánicamente, seguir la tradición y crear por ello cada vez más y más problemas. Por consiguiente, lo importante es comprender los hábitos del yo; y comprender el yo no es cambiarlo, ni negarlo o dominarlo, sino observarlo. Si quiero comprender algo, no puedo condenarlo, ¿verdad? Si quiero comprender a un niño, no debo condenarlo ni compararlo con otro chico; tengo que estudiarlo, observarlo, darme cuenta de todos sus hábitos.
… Ante la majestad de las grandes rocas y de los hermosos valles y ríos, en ese momento, el yo está ausente. Así, la montaña ha alejado al yo, tal como el juguete aquieta al niño. Esa montaña, ese río, la profundidad de los valles azules, disipan por un segundo todos nuestros problemas, nuestras vanidades y afanes. Entonces decimos: “¡Qué bello es eso!” ¿Pero existe la belleza sin que uno esté absorto por cosa alguna? O sea, la belleza está donde no está el yo."
   J. Krishnamurti