"… Siempre
estamos preguntando, preguntando, preguntando, y en este preguntar, en ese
mismo inquirir deseamos que alguien nos responda, alguna autoridad, alguien que
sabe, alguien que tenga una profunda comprensión de la vida. Nos volvemos hacia
otros y, por consiguiente, dependemos de ellos y somos presa de las opiniones
de los más astutos, de los viejos maestros; o bien, de los más recientes
eruditos. Interesan las opiniones, pero las opiniones no son la verdad;
discutirlas tiene poco sentido. Ello sólo conduce a la argumentación
dialéctica, astuta e intelectual.
… En primer
lugar, tenemos que ver muy claramente que la libertad es esencial -no el estar libre
de algo-. Un prisionero anhela la libertad, lo que implica que
primero está encerrado en una prisión, y después anhela la libertad para dejar esa prisión. Esa es tan sólo una reacción.
Y esa reacción no es libertad.
… Donde hay
orden en nuestra vida, orden total, ese orden es virtud, y ese orden mismo es
libertad. Todos emplean mal la palabra ‘libertad’. Está la libertad con respecto
a algo, y está la libertad. Estar libre de algo no es
libertad. Examinaremos eso. Soy un prisionero de mis propias ideas, de mis
propias teorías, de mis propias concepciones -mi cerebro es un prisionero de
eso-. En tales condiciones, la libertad consiste para mí en estar libre de una
prisión para caer en otra prisión. Me libero de un condicionamiento particular
y, sin advertirlo o inconscientemente, caigo en otro condicionamiento. De esa manera,
me libero de algo -de la ira, de los celos-. Nada de eso es
libertad en absoluto. Libertad significa ser libre, no estar libre de
algo. Esto requiere mucha investigación; quiere decir que nuestro cerebro está
condicionado como una computadora, programado para ser hindú, musulmán,
cristiano, y así sucesivamente. La computadora es programada; nuestro cerebro
ha sido programado por miles de años, y eso constituye nuestro
condicionamiento. La libertad es el fin de ese condicionamiento. Cuando llega a
su fin el condicionamiento, sólo entonces hay libertad. Si no existe esa
libertad, tiene que haber desorden. Cuando eso llega a su fin, hay orden.
… El hombre ha vivido biológicamente por cerca de dos
millones de años. Ha acumulado muchísimas experiencias, muchos conocimientos, y
ha vivido a través de muchas civilizaciones, pasando por innumerables presiones
y esfuerzos. Cada uno de ustedes, lo sepa o no, lo reconozcan o no, es ese
hombre, es el resultado de millones de años. O bien continúa evolucionando
lentamente, interminablemente; a través del dolor, del sufrimiento, de la
ansiedad, de toda clase de conflictos, o se sale por completo de esa corriente
cuando quiera, como bajándose de un bote a la orilla de un río; puede hacerlo
en cualquier momento. Y es sólo la mente libre la que puede hacerlo.
… La libertad
se revela a sí misma, no puede ser buscada. Aparece cuando no hay temor, cuando
hay amor en nuestro corazón. Ustedes no pueden amar y pensar desde el punto de
vista de un hindú, un cristiano, un musulmán, un parsi. La libertad nace sólo cuando
la mente ya no busca seguridad para sí misma, ni en la tradición ni en el
conocimiento. Una mente mutilada por el conocimiento o cargada de
conocimientos, no es una mente libre. La mente es libre sólo cuando es capaz de
afrontar la vida a cada instante, afrontar la realidad que revela cada suceso,
cada pensamiento, cada experiencia. Y esa revelación no es posible cuando
la mente se halla mutilada por el pasado.
… Para mí, la libertad no es una cuestión de
tiempo; no hay un mañana en el cual librarse de la envidia o adquirir alguna
virtud. Y si no hay mañana, no hay temor. Sólo hay un vivir completo en el
ahora; todo tiempo ha cesado y, por consiguiente, no hay formación de hábitos.
Con esa palabra ahora me refiero a lo inmediato, y este estado de lo inmediato
no es una reacción al pasado ni una evitación del futuro. Es sólo el instante
de percepción total: toda la atención de uno está aquí en el ahora. Por cierto,
toda la existencia está en el ahora; ya sea que uno experimente un júbilo
inmenso, o un gran dolor, o lo que fuere, ello ocurre solamente en lo inmediato.
Pero, por medio de la memoria, la mente recoge la experiencia desde el pasado y
la proyecta dentro del futuro. Sin libertad respecto del pasado no hay libertad
en absoluto, porque la mente jamás es nueva, pura, inocente. Sólo una mente pura
e inocente es libre. La libertad no tiene nada que ver con la edad, no tiene
nada que ver con la experiencia, y me parece que la esencia misma de la
libertad radica en la comprensión de todo el mecanismo del hábito, tanto del
consciente como del inconsciente. No es cuestión de terminar con el hábito,
sino de ver totalmente su estructura. Uno tiene que observar cómo están
formados los hábitos cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro
hábito. Lo que importa es estar totalmente conscientes del hábito; porque
entonces, como lo verán por sí mismos, no hay más formación del hábito.
Resistir el hábito, combatirlo, negarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando
uno combate un hábito particular, da vida a ese hábito, y entonces el hecho
mismo de combatirlo se convierte en un hábito ulterior. Pero si ustedes están
simplemente atentos, sin resistencia ninguna, a toda la estructura del hábito,
encontrarán que se han liberado del hábito, y en esa libertad tiene lugar algo
nuevo.
… La libertad no es hacer lo
que se nos antoja, porque un hombre no puede vivir aislado de los demás. Ni
siquiera el monje, ni siquiera el sanyasi es libre para hacer lo que desee,
porque debe luchar por lo que desea, debe disputar consigo mismo, argüir
internamente. Ser libre requiere enorme inteligencia, sensibilidad,
comprensión. Sin embargo, es absolutamente necesario que todo ser humano,
independientemente de su cultura, sea libre.
… La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a nuestro dolor. La paz se encuentra en la percepción y el conocimiento de nosotros mismos, y en esa serenidad existe lo inmortal."
… La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a nuestro dolor. La paz se encuentra en la percepción y el conocimiento de nosotros mismos, y en esa serenidad existe lo inmortal."