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¿CUÁL ES LA CUESTIÓN ESENCIAL EN LA VIDA?

  

    “… Preguntábamos, cuando nos reunimos la última vez: «¿Cuál es la cuestión esencial en la vida?» No sé si ustedes han examinado esto y si han pensado sobre ello. Pero, ¿cuál creen ustedes que es el problema central en la vida humana tal como se vive en este mundo, con todo este desorden, el caos, la desdicha, la confusión, con personas que tratan de dominarse unas a otras, ¿etc.? Yo me pregunto cuál es para ustedes la cuestión central, o el único reto, al que se ha de responder cuando uno ve realmente lo que está pasando por todo el mundo, el conflicto de varias clases, el conflicto estudiantil y político, las divisiones entre hombre y hombre, las diferencias ideológicas por las cuales estamos dispuestos a matarnos unos a otros, las religiosas que engendran la intolerancia; las diversas formas de brutalidad, etc.

   … Viendo todo eso desplegado ante nosotros, en realidad, no en teoría, ¿cuál es la cuestión central? El que habla va a señalar cuál es la cuestión central. Y les ruego que no muestren asentimiento ni disconformidad con lo que diga. Examínenlo, mírenlo, vean si es verdad o falso. Para descubrir lo que es verdadero, uno tiene que mirar objetivamente, con rigor, y también con penetración. Tiene uno que mirarlo con el interés personal que se concede cuando está uno pasando por una crisis en su vida, cuando todo el ser se enfrenta a un reto. La cuestión central es la completa y absoluta libertad del hombre, primero en el aspecto psicológico o interno, y luego en el externo. No hay división alguna entre lo interno y lo externo, pero para verlo claramente uno tiene que comprender primero la libertad interna.

   … Tenemos que descubrir si de alguna manera es posible vivir en este mundo en libertad psicológica, sin retirarse neuróticamente a algún monasterio, ni apartarse en una torre aislada de la propia imaginación. Viviendo en este mundo, ese es el único reto que uno tiene, la libertad. Si no hay libertad interior, entonces empieza el caos y surgen los innumerables conflictos psicológicos, las oposiciones e indecisiones, la falta de claridad y de penetración profunda que, evidentemente, se expresan en lo exterior. ¿Puede uno vivir en este mundo libremente, sin pertenecer a ningún partido político, ni al comunismo ni al capitalismo; sin pertenecer a ninguna religión, sin aceptar ninguna autoridad exteriormente? Uno tiene que acatar las leyes del país, seguir hacia la derecha o hacia la izquierda al conducir, pero la decisión de obedecer, de consentir, viene de la libertad interna; la aceptación de los requerimientos del mundo exterior, de la ley externa, es la aceptación que brota de una libertad interna. Esa es la cuestión central, no otra.

   … Ahora bien, habiendo establecido sus ideales religiosos, que son en realidad sus seguridades, deben tener formas particulares de conducta, prácticas, ceremoniales y creencias, a fin de alcanzar esos ideales. Al tratar de llevarlas a la práctica, surge la división en el pensamiento religioso, la cual se deriva en cismas, sectas, credos. Usted tiene sus creencias y el otro tiene las suyas; usted se aferra a su forma particular de religión y el otro a la suya; usted es cristiano, otro es mahometano, otro es hindú. Así es como tienen ustedes estas discusiones y discriminaciones religiosas; pero, no obstante, hablan de amor fraternal, de tolerancia, de unidad; no dicen que tiene que haber uniformidad de pensamientos e ideas.

   … La tolerancia de la que hablan es tan sólo una hábil invención de la mente; esta tolerancia indica nada más que el deseo de aferrarse a sus propias idiosincrasias, a sus propias ideas limitadas y a sus prejuicios, permitiendo que el otro persiga los suyos. En esta tolerancia no hay diversidad inteligente, sino sólo una especie de superior indiferencia. Esta tolerancia contiene en sí una absoluta falsedad. Ustedes dicen: “Continúe a su propio modo y yo continuaré al mío; pero seamos tolerantes, fraternales”. Cuando hay verdadera fraternidad, amistad, cuando hay amor en nuestro corazón, no hablamos de tolerancia. Sólo cuando nos sentimos superiores en nuestra certidumbre, en nuestra posición, en nuestro conocimiento, sólo entonces hablamos de tolerancia. Somos tolerantes sólo cuando hay discriminación. Cuando cese la discriminación, no hablarán de tolerancia. Entonces no hablarán de hermandad porque serán hermanos en el corazón.

   … ¿Cómo puede haber una verdadera comprensión entre las personas, cuando usted se considera a sí mismo un neozelandés y yo me considero un hindú? ¿Cómo podemos entrar en contacto el uno con el otro? ¿Cómo puede haber entre nosotros una relación vital, una comprensión humana? O si nos separamos mediante ciertos rótulos y usted se titula cristiano y yo me titulo hindú, cada cual, con ciertos prejuicios, dogmas, credos, ¿cómo puede haber verdadera hermandad? Podemos hablar de tolerancia, que es una invención intelectual para mantenerlo a usted donde está y a mí mantenerme donde estoy, y tratar de ser amigables. Esto no quiere decir que yo fomente la uniformidad; es ahora cuando hay uniformidad. Todos ustedes pertenecen a una creencia, a una idea, a un dogma, aunque puedan variar dentro de esa prisión pintando cada reja de un color diferente, pero es una prisión. Ustedes quieren retener su prisión con sus decoraciones y el hindú quiere retener su prisión con sus decoraciones, y tratan de ser fraternales; ese intento de ser fraternales así llamado tolerancia.

   … Los seres humanos están condicionados por la propaganda, por la sociedad en que se han criado, donde cada religión afirma que su propio sendero es el mejor. Y hay miles de gurús que sostienen que sus métodos, su sistema, su forma de meditación es el único sendero que conduce a la verdad. Y si uno observa, cada discípulo tolera condescendientemente a los discípulos de otros gurús. La tolerancia es la aceptación civilizada de una división entre las gentes, política, religiosa y social. El hombre ha inventado muchos senderos para conveniencia de cada creyente, y de ese modo el mundo se ha fragmentado.”

   J. Krishnamurti

UNO DEBE IR A LA RAÍZ DEL MIEDO

  

   “… Vamos ahora a ver el miedo. La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a analizar el miedo, sus causas y sus consecuencias; pero, ¿qué hace que uno sienta miedo? De entrada buscamos la causa, eso es un proceso de análisis, pero puede haber miles de causas, o a lo mejor sólo hay una; sea como sea, ese proceso tiene un efecto que se convierte en la causa del próximo miedo, de modo que hay causa, efecto, y ese efecto se convierte en una causa; por tanto, si busca la causa quedará atrapado en una cadena, en una cadena que no tiene salida; eso es parte del análisis. De modo que uno pregunta, si no analizamos, ¿qué sucederá con el miedo? Puede que haya docenas de miedos, pero nosotros estamos interesados en la raíz y no en las ramas del miedo, porque si podemos arrancar la raíz, se acabó, muere todo el árbol; por consiguiente, ¿cuál es la raíz del miedo?

 Una de las formas del tiempo es la cronología, el tiempo del reloj, las veinticuatro horas, la salida y la puesta del Sol, pero también hay otra forma que es el tiempo psicológico, el tiempo del "mañana" psicológico, solucionaré mis problemas pasado mañana; ahora bien, ¿es el miedo el resultado del tiempo? Si ayer o la semana pasada tuve un dolor, ese dolor queda registrado en el cerebro, y entonces tengo miedo de que ese dolor se repita la semana próxima; sin embargo, si no registro ese dolor no hay miedo. 

   … Ahora vamos a investigar y descubrir por nuestra cuenta cómo librarnos de esta fricción, de este conflicto. Ustedes y yo vamos a aventurarnos en ello, explorando, inquiriendo, preguntando, nunca siguiendo a otro. Por lo tanto, para investigar tiene que haber libertad. Y no hay libertad cuando hay miedo. Cargamos con el miedo no sólo externa sino interiormente. Existe el miedo externo a perder el empleo, a no tener suficiente para comer, a perder nuestra posición, a que nuestro superior se comporte de manera ofensiva. Por dentro también existe mucho miedo, miedo a no ser, a no alcanzar el éxito, miedo a morir, miedo a la soledad, miedo a no ser amado, miedo al aburrimiento total, etc. Así que este temor existe, y a él se debe que no se investiguen todos los problemas ni que nos libremos de ellos. Es este miedo lo que impide una honda investigación en nuestro interior. De modo que nuestro principal problema, nuestro problema realmente esencial, es librarnos del miedo. ¿Saben lo que el miedo causa? Ofusca la mente. La insensibiliza. Del miedo brota la violencia. Del miedo surge esta adoración de algo que ustedes desconocen por completo; por lo que se inventan ideas, imágenes hechas a mano o por la mente, y distintas filosofías. Y cuanto más astuto sea uno, cuanta más autoridad tenga en su voz y sus gestos, tanto más le siguen los ignorantes. Así que nuestra primera preocupación es si es posible librarse por completo del miedo. Por favor, háganse esa pregunta y averigüen la respuesta. 

   … Por lo tanto, uno tiene que librarse del temor y ésa es una de las cosas más difíciles de llevar a cabo. La mayoría de nosotros no nos damos cuenta de que estamos asustados, y no somos conscientes de aquello a lo que tememos. Y cuando sabemos de qué tenemos miedo, no sabemos qué hacer y huimos de él. ¿Comprende, señor? Huimos de lo que somos, que es el miedo; y aquello a lo que recurrimos aumenta el temor. Y hemos desarrollado, desafortunadamente, una red de evasiones. De modo que uno debe darse cuenta no sólo de los miedos que uno tiene, sino también de la red que uno ha establecido mediante la cual se evade.

   … ¿Comprende todo esto? Por favor, no se limite a aceptar palabras. No se limite a escuchar ciertas palabras. Más bien escuche porque es asunto suyo. Es su problema cotidiano éste del miedo, tanto si está durmiendo como despierto. Cada uno tiene que resolverlo por sí mismo; nadie lo va a hacer por usted. Ninguna fórmula mágica o mantra, ninguna meditación, ningún dios, ni sacerdote, ni gobierno, ni analista, nadie va a resolverlo por usted. Por lo tanto, tiene que comprenderlo, tiene que trascenderlo. Así que haga el favor de escuchar. No con su mente astuta. No diga: «Escucharé y compararé lo que dice con lo que ya sé, o con lo que ya se ha dicho.» Entonces usted no está escuchando. Para escuchar tiene que prestar completa atención. Prestar total atención significa que le importa. Sólo puede haber atención cuando hay afecto, cuando se ama; lo que significa que usted quiere resolver este problema del miedo. Cuando lo haya resuelto se convertirá en un ser humano, un hombre libre capaz de crear un oasis en un mundo en decadencia. 

   … La pregunta es: “¿Cómo librarse del miedo?” En primer término, cualquier cosa que sea vencida tiene que ser subyugada una y otra vez. No es posible vencer, sobreponerse a un problema; el problema puede ser comprendido, no vencido. Esos son dos procesos completamente diferentes; y el proceso de vencer conduce a mayor confusión, a mayor miedo. Resistir, dominar, batallar con un problema o erigir contra él una defensa es sólo crear mayor conflicto. Si en lugar de ello podemos comprender el miedo, penetrarlo plenamente paso a paso, explorar todo su contenido, el miedo jamás volverá en forma alguna.

   … Por lo tanto, para librarse del miedo preste toda su atención. La próxima vez que el miedo surja en su mente, miedo a lo que va a suceder o miedo a que algo que ha sucedido pueda volver a ocurrir, preste toda su atención, no huya de ello, no intente cambiarlo, no trate de controlarlo ni suprimirlo, quédese completa y plenamente con él, con toda su atención. Entonces verá que, puesto que no hay observador, no hay miedo en absoluto. 

   … Los diferentes miedos tienen un factor común, es como un árbol con muchas ramas y hojas; el miedo también tiene muchas ramas, muchas hojas, muchas expresiones con sus propios brotes y sus propios frutos, los cuales se convierten en acciones. Así que uno debe ir a la raíz del miedo y no tomar las diversas expresiones del miedo, sino ir a su raíz. 


   … Ahora bien, son conscientes de su propio miedo, saben que tienen miedo, ¿pueden mirarlo sin condena o aprobación, mirarlo sin la palabra miedo, verlo sin la sensación de la palabra?”

   J. Krishnamurti




EL APRENDER DA ORIGEN A LA IGUALDAD ENTRE LOS SERES HUMANOS

 

   “… ¿Qué entendemos por aprender? ¿Hay un aprender cuando tan sólo acumulamos conocimiento, reunimos información? Ésa es una clase de aprender, ¿verdad? Como estudiante de ingeniería, usted estudia matemáticas, etc.; está aprendiendo, se informa acerca del tema. Está acumulando conocimiento a fin de usar ese conocimiento en la práctica. Su aprender es acumulativo, aditivo. Ahora bien, cuando la mente no hace sino tomar, adquirir, agregar, ¿es eso aprender? ¿O el aprender es algo por completo diferente?

Yo sostengo que el proceso aditivo que hoy llamamos aprender no es aprender, en absoluto. Es tan sólo un cultivo de la memoria, el cual se vuelve mecánico; y una mente que funciona de manera mecánica, igual que una máquina es incapaz de aprender. Una máquina jamás puede aprender, excepto en el sentido aditivo. El aprender es algo completamente distinto, como trataré de mostrárselo. Una mente que está aprendiendo jamás dice: «Yo sé», porque el conocimiento es siempre parcial, mientras que el aprender es completo todo el tiempo. Aprender no significa empezar con cierta cantidad de conocimientos y agregarle más conocimientos. Eso no es aprender en absoluto, es un proceso puramente mecánico.

   Como dije, para mí el aprender es algo por completo diferente. Estoy aprendiendo acerca de mí mismo, de instante en instante, y el «mí mismo» es extraordinariamente vital, está activo, se mueve, no tiene comienzo ni final. Cuando digo: «Me conozco a mí mismo», el aprender ha llegado a un final que consiste en conocimiento acumulado. El aprender jamás es acumulativo, es un movimiento de conocer  que no tiene principio y no tiene fin.

   … Los grandes poetas, pintores, compositores, jamás se satisfacen con lo que han hecho. Siempre están aprendiendo. No se trata de que dejen de aprender una vez que han aprobado sus exámenes y han ido a trabajar. Hay una gran fuerza y vitalidad en el aprender, especialmente en el aprender acerca de uno mismo. Aprendan, observen, de modo que no quede en ustedes un solo lugar que no haya sido visto, descubierto. Esto implica, verdaderamente, liberarse del propio condicionamiento particular. El mundo está dividido a causa de este condicionamiento, uno como indio, otro como americano, otro como inglés o ruso o chino, y así sucesivamente. Debido a este condicionamiento existen las guerras, la matanza de millares de personas, la desdicha y la brutalidad. Así que tanto el educador como el educando están aprendiendo en el profundo sentido de esa palabra. Cuando ambos están aprendiendo, no existen el educador y uno que deba ser educado. Sólo existe el aprender. El aprender libera al cerebro y al pensamiento, los libera del prestigio, de la posición y del nivel social. El aprender da origen a la igualdad entre los seres humanos.

   … El observar y el escuchar constituyen un gran arte, observar y escuchar sin reacción alguna, sin ningún sentido del ‘escuchador’ o del ‘observador’. Observando y escuchando aprendemos infinitamente más que a través de cualquier libro. Los libros son necesarios, pero el observar y el escuchar agudizan nuestros sentidos. Porque, después de todo, el cerebro es el centro de todas las reacciones, de todos los pensamientos y los recuerdos. Pero si nuestros sentidos no están intensamente despiertos, no podemos realmente observar y escuchar y aprender, no sólo acerca de cómo actuar, sino acerca del aprender en sí; y todo ello es el terreno donde puede germinar la semilla de la bondad.

   … Ustedes necesitan ser libres, porque verán que una mente libre contiene en sí la esencia de la humildad. Esa mente libre y, por consiguiente, humilde, es la que puede aprender; no así una mente que ofrece resistencia. El aprender es algo extraordinario; aprender, no acumular conocimientos. Acumular conocimientos es una cosa por completo diferente. Lo que llamamos conocimiento es comparativamente fácil, porque es un movimiento de lo conocido a lo conocido. Pero aprender es un movimiento desde lo conocido a lo desconocido. Sólo así aprende uno, ¿verdad?

   … ¿Puede practicarse la humildad? Por cierto, ser consciente de que uno es humilde implica no ser humilde. Usted quiere saber que ha «llegado». Esto indica, ¿no es así?, que escucha con el fin de alcanzar un estado especial, un lugar donde jamás se vea perturbado, donde pueda encontrar la felicidad perpetua, una bienaventuranza permanente. Pero, como dije antes, no hay tal llegar, sólo existe el movimiento del aprender, y en eso radica la belleza de la vida. Si usted ha llegado, ya no hay nada más. Y todos ustedes han llegado o desean llegar, no sólo en sus negocios, sino en todo lo que hacen; por eso se sienten insatisfechos, frustrados, infelices. Señor, no hay lugar alguno al cual llegar, sólo existe este movimiento del aprender, el cual se vuelve penoso únicamente cuando hay acumulación. Una mente que escucha con atención completa jamás buscará un resultado, porque está abriéndose, desplegándose constantemente; como un río, se halla siempre en movimiento. Una mente así es por completo inconsciente de su propia actividad, en el sentido de que no hay perpetuación de un «sí mismo», de un «yo», que busca llegar, alcanzar un objetivo. 

   … El conocimiento no es comparable con la inteligencia. El conocimiento no es sabiduría. La sabiduría no está en el mercado, no es una mercancía que puede adquirirse por el precio del aprendizaje o de la disciplina. La sabiduría no puede encontrarse en los libros, no puede acumularse ni aprenderse de memoria, ni almacenarse. La sabiduría surge de la abnegación del yo. Tener una mente abierta es más importante que el aprendizaje; nosotros podemos tener una mente receptiva, no atiborrándola de información, sino comprendiendo nuestros propios pensamientos y sentimientos, observándonos cuidadosamente a nosotros mismos y estudiando las influencias que nos rodean, oyendo a los demás, observando a los ricos y a los pobres, a los poderosos y los humildes. La sabiduría no se logra a través del miedo ni de la opresión, sino de la observación y de la comprensión de todos los incidentes en las relaciones humanas.”

    J. Krishnamurti



CAMINAR SOLO ES IR MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES DE LA MENTE

            

   “… Vamos a viajar juntos y a adentrarnos en este asunto tan complejo que es comprenderse a uno mismo. Les ruego que vean la importancia de esa comprensión, y que nadie puede enseñarles sobre sí mismos excepto ustedes. Tienen que ser su propio gurú, el discípulo, el maestro, y aprender de sí mismos. Lo que aprenden de otros no es verdad; han de averiguar por sí mismos lo que son y aprender a observarse. Como ya saben, una de las tareas más difíciles que existen es hablar sobre esto. Es como emprender un viaje juntos. Para caminar junto a otra persona ha de haber amistad, se ha de disfrutar de verdad del hecho de caminar juntos, ha de haber amor; y eso es algo muy difícil. Aprender sobre uno mismo no consiste en acumular conocimientos sobre uno mismo; para aprender sobre lo que soy tengo que observarme. Si aprendo sobre mí mismo a base de acumular conocimientos, en realidad no aprendo nada. 

   … Habiendo sido condicionados por la tradición, por los temores, como lo expliqué ayer, pronto encontraréis, si se os deja librados a vosotros mismos, que el quedaros solos es el mayor peligro. Nunca deseáis estar solos. Nunca queréis pensar algo cabalmente por vosotros mismos. Nunca deseáis salir a caminar solos. Todos deseáis ser activos como hormigas, hablar, charlar, hacer algo. Cuando se os deja solos para reflexionar sobre algún problema, para hacer frente a alguna de las cosas que la vida reclama, vosotros, que habéis sido educados al amparo de ideas, de vuestros padres, de los sacerdotes, de los guías espirituales, os sentís totalmente perplejos y os asustáis. Y estando asustados, hacéis las cosas más caóticas y absurdas; aceptáis como lo hace un hombre con una escudilla de mendigo, que acepta cualquier cosa irreflexivamente.

   … Pero yo no soy vuestro maestro, ni vosotros sois mis seguidores, ¡líbrenos Dios!, porque en el momento en que seguís a alguien habéis destruido la verdad. Así que todo lo que podemos hacer es considerar juntos la jornada, no que yo os conduzca a lo largo de un sendero u os lo muestre, sino que juntos participemos, que compartamos juntos este problema, y entre todos descubramos los distintos retos y su solución. 

   … Entonces, participación no quiere decir meramente extender las manos y recibir algo. Participar significa que debéis estar extraordinariamente dispuestos, ser perspicaces para descubrir; de lo contrario no podéis participar. Alguien puede obsequiaros la más bella joya; pero si no sabéis que es la cosa más preciada, la arrojaréis y no podréis participar de ella. De modo que para viajar juntos debéis ser capaces de caminar al unísono. Pero la capacidad para caminar, para participar y observar depende de vuestro interés. Y ese interés, esa seriedad, llega cuando contempláis la inmensidad del problema. Es el problema lo que os hace ser serios, no se trata de que os volváis serios. ¿Comprendéis la diferencia? Decimos que somos serios y entonces atacamos el problema. No es así en absoluto. El problema en sí mismo es tan grande que esa misma grandeza hace que seamos serios. Entonces esa seriedad tiene vitalidad, tiene una enorme fuerza, flexibilidad y uno puede llegar hasta el fin mismo del problema.

   … Muy bien, señor. Como usted ve, todo eso implica que hay un sendero hacia la verdad, el sendero cristiano, el hindú, el zen, los de los diversos gurúes y sistemas; hay un sendero hacia la iluminación o la verdad o lo inmensurable, hacia una cosa u otra. Y eso está allí, todo lo que uno tiene que hacer es caminar, caminar y caminar hacia ello. Lo cual significa que la cosa está establecida, que es fija, estática, que no se mueve, que no está viva. 

   … En nosotros mismos no somos plenos, completos, y la fusión en otro sólo es posible cuando hay integración interna. Nos da miedo la soledad porque ella abre la puerta a nuestra insuficiencia, a la pobreza de nuestro propio ser; pero es la soledad la que cura la herida, cada vez más profunda, de la sensación de soledad. Caminar solo, no estorbado por el pensamiento, por el rastro de nuestros deseos, es ir más allá de los límites de la mente. Es la mente la que aísla, separa y destruye la comunión. La mente no puede hacerse plena; no puede hacerse completa porque ese esfuerzo mismo es un proceso de aislamiento, es parte de la soledad que nada puede encubrir. La mente es el producto de los muchos y lo que es compuesto nunca puede estar solo. La verdadera soledad no es el resultado del pensamiento. Únicamente cuando el pensamiento está completamente en calma existe el vuelo de lo solo hacia lo único.

   … La meditación es esa capacidad del cerebro que ha dejado de funcionar parcialmente, del cerebro que se ha liberado a sí mismo de su condicionamiento y, por tanto, funciona como un todo. La meditación de ese cerebro es diferente de la mera contemplación de la persona que está condicionada como cristiano o como hindú, cuya contemplación viene del trasfondo de una mente condicionada. La contemplación no nos libera del condicionamiento. La meditación requiere investigar mucho, y se vuelve enormemente seria para no funcionar de forma parcial. Parcial quiere decir funcionar en una especialización u ocupación concreta, lo cual limita el cerebro porque acepta creencias, tradiciones, dogmas y rituales; todo eso son inventos del pensamiento. Los cristianos utilizan la palabra "fe", fe en Dios, fe en la providencia para que todas las cosas mejoren. Los asiáticos tienen sus propias formas de fe, el karma, la reencarnación y la evolución espiritual. Meditar y contemplar son diferentes, en el sentido que la meditación requiere que el cerebro actúe como un todo, y deje de estar condicionado a funcionar de forma parcial. Ese es el requisito para meditar; de lo contrario, no tiene ningún sentido.”

   J. Krishnamurti


EL HOMBRE HA DIVIDIDO LA TIERRA. LAS RELIGIONES TAMBIÉN HAN DIVIDIDO AL HOMBRE

 

   “… Uno debe preguntarse por qué existe esta división, el ruso, el americano, el británico, el francés, el alemán, etc., por qué esa división entre hombre y hombre, entre raza y raza, por qué se enfrenta una cultura con otra, una serie de ideologías contra otra. ¿Por qué? ¿Por qué existe esta división? El hombre ha dividido la Tierra en “suya” y “mía”, pero, ¿por qué? ¿Se debe a que buscamos seguridad, protección en un grupo concreto, en una creencia o fe particular?

   Las religiones también han dividido al hombre, han enfrentado al hombre contra el hombre; hindúes, musulmanes, cristianos, judíos, etc. El nacionalismo, con su lamentable patriotismo, es en realidad una forma glorificada y ennoblecida del espíritu tribal. Tanto si la tribu es pequeña o grande existe el sentimiento de unión, de compartir un mismo idioma, unas mismas supersticiones, un mismo sistema político y religioso. De ese modo uno se siente seguro, protegido, satisfecho, cómodo y, debido a esa seguridad, a esa comodidad, estamos dispuestos a matar a otros que también tienen el mismo deseo de sentirse seguros, de sentirse protegidos, de pertenecer a algo. Ese terrible deseo de identificación con un grupo, una bandera, un ritual religioso, etc., nos hace sentir que estamos bien arraigados, que no somos vagabundos sin hogar. Esa es la razón de que exista ese deseo, esa necesidad apremiante de encontrar nuestras raíces.

   … Vivir en el aislamiento es cosa inexistente; no hay país, ni pueblo, ni individuo, que pueda vivir aislado. Ello, no obstante, como buscáis el poder de tantas maneras diferentes, engendráis aislamiento. El nacionalista es una maldición porque con su espíritu de nacionalismo, de patriotismo, erige un muro de aislamiento; está tan identificado con su patria que construye un muro contra los demás. ¿Y qué ocurre cuando levantáis un muro en contra de algo? Ese algo golpea constantemente contra vuestro muro. Cuando resistís a algo, esa misma resistencia indica que estáis en conflicto con lo otro. De suerte que el nacionalismo, que es un proceso de aislamiento, que es el resultado del afán de poder, no puede traer paz al mundo. El hombre que es nacionalista y habla de fraternidad dice una mentira, vive en estado de contradicción.

   … Ahora bien, al menos por el momento, no existe de hecho una guerra. Cuando la guerra llega, cuando se hace propaganda para enardecer los ánimos, se dicen mentiras contra el supuesto enemigo; se agitan el patriotismo y el odio, las personas pierden la cabeza en la supuesta devoción a su país. “Dios está de nuestro lado”, gritan, y “el diablo está con el enemigo”. Y en el curso de los siglos han gritado las mismas palabras. Ambos lados pelean en el nombre de Dios; en ambos lados los sacerdotes bendicen, maravillosa idea, los armamentos.

   Ahora bendecirán incluso los planes de bombardeo, tan corroídos están por esa enfermedad que da origen a la guerra; el nacionalismo, la propia clase social o la seguridad individual. Por lo tanto, mientras estamos en paz, aunque “paz” es una extraña palabra para describir la mera cesación de las hostilidades armadas; mientras, de todos modos, no nos matamos de hecho el uno al otro en el campo de batalla, podemos comprender cuáles son las causas de la guerra y desenredarlos de esas causas. Y si uno está claro en su comprensión, en su libertad, con todo lo que esa libertad implica, que uno puede ser fusilado por negarse a cumplir con la manía de la guerra, entonces actuará correctamente cuando llegue el momento, cualquiera que pueda ser esa acción.

   La cuestión no es, entonces, qué harán ustedes cuando llegue la guerra, sino qué están haciendo ahora para impedir la guerra. Ustedes, que siempre me gritan por mi actitud negativa, ¿qué están haciendo ahora para eliminar la causa misma de la guerra? Hablo de la verdadera causa de todas las guerras, no sólo de la guerra inmediata que nos amenaza inevitablemente mientras cada nación siga amontonando armamentos.

   En tanto exista el espíritu del nacionalismo, el espíritu de las diferencias de clase, del individualismo y del afán posesivo, tendrá que haber guerra. Ustedes no pueden impedirla. Si de verdad se enfrentan al problema de la guerra, como deberían hacerlo ahora, tendrán que tomar una acción definida, positiva; y mediante su acción ayudarán al despertar de la inteligencia, que es lo único que puede prevenir la guerra. Pero para hacer eso, deben librarse de esta enfermedad de “mi Dios, mi país, mi familia, mi casa”.

   … Se ha dicho que no hay paz en la tierra, que sólo la hay en el cielo. Esto se repite de distintos modos, tanto en Oriente como en Occidente. Los cristianos han matado más que nadie en la tierra. Observemos estos hechos, estas realidades, sin tomar partido. Y están las diferentes religiones; en el budismo no hay dios; en el hinduismo, alguien calculó que hay alrededor de trescientos mil dioses. Esto es bastante divertido, uno puede elegir el dios que más le agrade. En el cristianismo y en el islam hay un solo dios, que se basa en dos libros la Biblia y el Corán. Y así las religiones han dividido al hombre, tal como el nacionalismo, que es una forma de glorificación tribal, ha dividido al hombre, nacionalismo, patriotismo, fervor religioso. Y los fundamentalistas en Medio Oriente, aquí y en Europa, están reviviendo sus tradiciones religiosas. No sé si alguna vez han considerado ustedes la palabra revivir. Uno sólo puede revivir algo que está muerto o muriendo. No puede revivir una cosa viva.

   … Si desean poner fin a las guerras, entonces debe tener lugar en ustedes una profunda revolución basada en la compasión y la tolerancia; en tal caso, el pensamiento-sentimiento debe liberarse del patriotismo, de su identificación con cualquier clase de grupos, así como de la codicia y de aquellas causas que engendran enemistad.”

   J. Krishnamurti