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INTELIGENCIA_1

  
   “… la inteligencia no tiene causa, es inteligencia, no la inteligencia de ustedes o mi inteligencia. Es luz. Cuando hay luz, no es mi luz o la luz de ustedes. El sol no es el sol de ustedes o mi sol; es la claridad de la luz. ¿Tiene el amor una causa? Si no la tiene, entonces el amor y la inteligencia marchan juntos.
   … está mucho más allá de todos los países y todos los senderos, más allá de toda actividad religiosa, social y política. No pertenece a ninguna sociedad o grupo en particular. La inteligencia sólo se manifiesta con la comprensión de uno mismo, lo cual, por cierto, no significa poner énfasis en el individuo. Es todo lo contrario.
   … La inteligencia es una sensible y lúcida percepción de la totalidad de la vida; la vida con sus problemas, contradicciones, desdichas, alegrías. Darse cuenta de todo esto sin preferencia alguna y sin ser atrapado por ninguno de sus eventos, sino fluir con la totalidad de la vida, es inteligencia. Esta inteligencia no es el resultado de influencia alguna ni del medio circundante; no es la prisionera de ninguna de estas cosas y, por lo tanto, puede comprenderlas y así estar libre de ellas.
   … es percibir lo ilusorio, lo falso, lo irreal, y descartarlo; no afirmar meramente que es falso y continuar en lo mismo, sino descartarlo por completo. Eso forma parte de la inteligencia. Ver, por ejemplo, que el nacionalismo, con todo su patriotismo, su aislamiento, su estrechez de ideas, es destructivo, que es un veneno en el mundo. Y ver la verdad de ello, es descartar lo falso.
   Inteligencia no es la ingeniosa búsqueda de argumentos, de opiniones contradictorias que se oponen unas a otras, como si por medio de opiniones pudiera encontrarse la verdad, lo cual es imposible, sino que es la comprensión de que el pensamiento con todas sus capacidades, con todas sus sutilezas, con su extraordinaria e incesante actividad, no es inteligencia. La inteligencia está más allá del pensamiento.
   … no es sólo la capacidad de comprender lo que se explica de modo racional, verbal, sino que implica también que reunamos la mayor información posible, sabiendo, no obstante, que esa información jamás puede ser completa acerca de nada ni de nadie. Cuando hay inteligencia, hay duda, hay observación y existe la claridad de un pensar racional e impersonal. La comprensión de la totalidad del hombre, de todas sus complejidades, de todas sus respuestas físicas, de sus reacciones emocionales, de sus capacidades intelectuales, de su afecto y sus afanes; la percepción de todo eso, en una sola mirada, en un solo acto, es suprema inteligencia.
   … La función de la educación es crear seres humanos integrados y, por lo tanto, inteligentes. Podemos adquirir títulos y ser eficientes, en el aspecto mecánico, sin ser inteligentes. La inteligencia no es mera información; no se deriva de los libros ni consiste en la capacidad de reaccionar hábilmente en defensa propia o de hacer afirmaciones agresivas. Uno que no haya estudiado puede ser más inteligente que un erudito. Medimos la inteligencia en términos de títulos y exámenes y hemos desarrollado mentes astutas que esquivan los vitales problemas humanos. Inteligencia es la capacidad para percibir lo esencial, lo que “es”, y educación es el proceso de despertar esta capacidad, en nosotros mismos y en los demás.
   … Adiestrar el intelecto no da como resultado la inteligencia. Antes bien, la inteligencia adviene cuando uno actúa en perfecta armonía, tanto intelectual como emocionalmente. Hay una diferencia inmensa entre intelecto e inteligencia. El intelecto es meramente pensamiento que funciona independientemente de la emoción. Cuando el intelecto, sin tener en cuenta a la emoción, es adiestrado en una dirección particular, uno puede tener un gran intelecto, pero no tiene inteligencia, porque en la inteligencia hay una capacidad inherente tanto de sentir como de razonar; en la inteligencia ambas capacidades están igualmente presentes de manera intensa y armónica.
   … La inteligencia no es discernimiento, ni juicio o evaluación crítica. La inteligencia es ver lo que es y, lo que es, cambia a cada instante; por eso, cuando el acto de ver depende del pasado, la inteligencia, que surge del ver, cesa; y entonces, lo que dicta nuestras acciones es el peso muerto de la memoria y no la inteligencia de la percepción. El acto de ver instantáneamente todo esto, es meditación; y para ver, tiene que haber silencio, porque de ese silencio emana la acción, que es diferente de las actividades del pensamiento.
   … Después de considerar todo esto, nos preguntamos: ¿existe un aprender, un despertar de la inteligencia, un sentido de orden en nuestras vidas, o vamos a volver a la misma rutina? Si ustedes tienen esa inteligencia, esa bondad, ese sentido de amor inmenso, entonces crearán una maravillosa sociedad nueva, donde todos podremos vivir dichosamente. Es nuestra Tierra, con la tierra india, inglesa o rusa; es nuestra Tierra en la que podemos vivir con felicidad, inteligentemente, no estrangulándonos unos a otros. Así que, por favor, dediquen la mente y el corazón a descubrir por qué no cambian, ni siquiera en las pequeñas cosas. Tengan la bondad de prestar atención a sus propias vidas. Poseen capacidades extraordinarias. Todo aguarda a que ustedes abran la puerta.”
   J.Krishnamurti



RECTO PENSAR_1


   “… Solo el recto pensar conduce a la paz. Lo que yo desearía con estas pláticas es desarrollar algo que considero como el proceso de un recto pensar; y ello con el fin de que cada uno de nosotros sea realmente creador y no continúe encerrado en un círculo de ideas o prejuicios. ¿Cómo empezaremos, entonces, a descubrir por nosotros mismos qué es el recto pensar? Sin éste, no es posible que haya felicidad. Sin el recto pensar no hay base para nuestras acciones, nuestra conducta y nuestros afectos. El recto pensar no puede ser descubierto por medio de libros, o asistiendo a unas cuantas pláticas, o limitándose a escuchar las ideas de ciertas personas acerca de lo que es el recto pensar. El recto pensar ha de ser descubierto por nosotros mismos y en nosotros mismos.
   … Para descubrir qué es el recto pensar, descubramos primero qué hay de falso en nuestro pensamiento. Si podemos conocer por nosotros mismos aquello que es falso en nuestro pensar, entonces sabremos, naturalmente, sin imposición alguna, qué es lo verdadero. A través de la masa de ideas falsas, a través de la pantalla de múltiples ilusiones, no puede haber una percepción de lo verdadero. Por lo tanto, tenemos que ocuparnos en tratar de descubrir qué es lo falso.
   … Puedo pensar, o por lo menos creo que puedo pensar. Puedo sustentar opiniones, tener innumerables creencias, pertenecer a esta o aquella sociedad, organización o iglesia, poseer vastos conocimientos. Pero nada de eso, por cierto, constituye una base para el recto pensar. Conduce a la ilusión. Lleva a mayores conflictos y confusión. Para pensar rectamente resulta entonces esencial, ¿no es así?, que haya conocimiento propio, el cual consiste en conoceros a vosotros mismos tales como sois de instante en instante; en daros cuenta de todo lo que va ocurriendo, de todas las reacciones íntimas ante cada reto externo y cada experiencia. Pero no podéis conoceros de un modo pleno, completo, profundo, extensivo, si en vosotros hay creencias de cualquier índole, cualquier forma de adhesión a una experiencia de ayer.
   … Comprendernos requiere un estudio objetivo, bondadoso, imparcial, de nosotros mismos, siendo nosotros el organismo como un conjunto: nuestro cuerpo, nuestros sentimientos y pensamientos. Éstos no están separados, se relacionan entre sí. Sólo cuando comprendemos el organismo como un conjunto inseparable, podemos ir más allá y descubrir cosas más lejanas, más grandes, más inmensas. Pero sin esta comprensión fundamental, sin echar los cimientos apropiados para el recto pensar, no podemos proseguir a mayores alturas.
   … Si nos tornamos conscientes de nosotros mismos, y así cultivamos el conocimiento propio del cual surge el recto pensar, crearemos dentro de nosotros un espejo que reflejará, sin distorsión alguna, todos nuestros pensamientos-sentimientos. Es extremadamente difícil ser conscientes de nosotros mismos, dado que nuestra mente está acostumbrada a divagar y distraerse. Sus divagaciones y distracciones provienen, de sus propios intereses y son de su propia creación. Comprendiéndolas y no limitándonos a hacerlas a un lado, damos origen al conocimiento propio y al recto pensar. La comprensión llega sólo mediante la inclusión, y no por exclusión, no aprobando ni condenando ni comparando.
   … Las ideas que ustedes piensan son el producto de lo que otros han pensado, lo cual se combina con el presente. La verdadera unicidad radica en descubrir lo verdadero y vivir en ese descubrimiento. Esta unicidad, esta alegría y liberación, que advienen con el descubrimiento, no pueden encontrarse en la arrogancia de las posesiones, del nombre, de los atributos físicos y de las tendencias. La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a nuestro dolor. La paz se encuentra en la percepción y el conocimiento de nosotros mismos, y en esa serenidad existe lo inmortal.
   … ¿Acaso no es importante descubrir por nosotros mismos cómo pensar apropiadamente acerca de la guerra y la paz, de las condiciones económicas y sociales, de la relación que establecemos con nuestros semejantes? Existe, por cierto, una diferencia entre el recto pensar y el pensamiento correcto o condicionado. Podemos producir en nosotros, imitativamente, un pensamiento correcto, pero eso no es el recto pensar. El pensamiento correcto o condicionado no es creativo. Pero cuando sepamos por nosotros mismos cómo pensar apropiadamente, lo cual implica ser vitales, dinámicos, entonces será posible dar origen a una cultura nueva y más feliz.   
   … Se torna esencial generar en cada uno de nosotros la capacidad de descubrir qué es verdadero, porque aquello que se descubre es liberador, creativo. Es decir, si tan sólo nos amoldamos a un patrón de lo que deberíamos ser o cedemos ante un anhelo, ello produce ciertos resultados que son conflictivos, confusos, pero en el proceso de estudiarnos a nosotros mismos estamos en un viaje de descubrimiento propio que nos trae felicidad.”
    J. Krishnamurti


LA MURMURACIÓN


   … “¿Y por qué los demás habrían de sernos revelados? ¿Por qué deseáis conocer a los demás? ¿Por qué ese interés extraordinario en los demás? En primer lugar, ¿por qué murmuramos? Es una forma de inquietud, ¿no es cierto? Al igual que la preocupación, indica una mente intranquila. ¿Y por qué ese deseo de meterse con los demás, de saber qué hacen o dicen? Es una mente muy superficial la que murmura, ¿no es así? Es una mente inquisitiva que está mal encaminada.
   El interlocutor parece creer que los demás le son revelados porque él se interesa en ellos, en lo que hacen, en lo que piensan, en lo que opinan. ¿Pero conocemos acaso a los demás si no nos conocemos a nosotros mismos? ¿Podemos juzgar a los demás si no conocemos nuestra propia manera de pensar, el modo como actuamos, nuestra manera de comportarnos? ¿Y por qué ese extraordinario interés en los demás? ¿No es en realidad un escape, ese deseo de averiguar lo que el prójimo piensa y siente, y acerca de qué murmura? ¿Eso no ofrece una evasión de nosotros mismos? ¿Y no está también en eso el deseo de inmiscuirnos en la vida de los demás? ¿No es acaso nuestra propia vida bastante difícil, bastante compleja, bastante dolorosa, aun sin ocuparnos de los demás, sin meternos con ellos? ¿Hay acaso tiempo para pensar acerca de los demás de esa manera chismosa, fea, cruel? ¿Por qué hacemos eso? Bien sabéis que todo el mundo lo hace. Toda persona, prácticamente, murmura acerca de alguien. ¿Por qué?
   … Creo, en primer lugar, que murmuramos de los demás porque no estamos bastante interesados en el proceso de nuestro propio pensar y de nuestros propios actos. Deseamos ver lo que otros hacen, y, para decirlo con suavidad, imitarlos. En general, cuando murmuramos es para condenar a los demás. Pero, haciendo una concesión caritativa, tal vez sea para imitarlos. ¿Y por qué queremos imitar a los demás? ¿No indica todo eso una extraordinaria superficialidad de parte nuestra? 
   Es una mente en extremo torpe la que desea excitación y la busca fuera de sí misma. En otras palabras, la murmuración es una forma de sensación en la que nos complacemos, ¿no es así? Puede que sea una clase diferente de sensación, pero siempre existe ese deseo de excitarse, de distraerse. Y así, ahondando realmente en esta cuestión, uno vuelve a sí mismo, lo cual demuestra cuán superficial uno es, en realidad, ya que, al hablar de los demás, lo que busca es excitación fuera de sí mismo.
   Ahora el siguiente problema es éste: ¿cómo poner fin a la murmuración? Esa es la segunda cuestión, ¿no es así? Cuando os dais cuenta de que murmuráis, ¿cómo pondréis coto a la murmuración? ¿Si ésta se ha convertido en un hábito, en una cosa repugnante que continúa día tras día, ¿cómo acabaréis con ella? ¿Pero surge acaso ese interrogante? Cuando sabéis que murmuráis, cuando os dais cuenta de que murmuráis y de todo lo que ello implica, os decís a vosotros mismos, ¿cómo he de terminar con esto? ¿No termina acaso espontáneamente, tan pronto os dais cuenta de que murmuráis?
   … El “cómo” no surge en absoluto. El “cómo” sólo surge cuando no os dais cuenta; y, sin duda, la murmuración indica falta de captación, de percepción. Experimentad con esto por vosotros mismos la próxima vez que murmuréis, y observad que la murmuración termina sin tardanza, de inmediato, cuando os dais cuenta de lo que estáis diciendo, cuando percibís que vuestra lengua os arrastra. No hace falta acción alguna de la voluntad para poner fin a la murmuración. Lo único que se requiere es que os deis cuenta, que seáis conscientes de lo que decís y que veáis lo que ello implica. No tenéis que condenar ni justificar la murmuración. Daos cuenta de ella, y veréis cuán rápidamente dejáis de murmurar, porque la murmuración le revela a uno las modalidades de la propia acción, la propia conducta, el propio tipo de pensamiento. Y en esa revelación uno se descubre a sí mismo, lo cual es mucho más importante que murmurar de los demás, de lo que hacen, de lo que piensan, de cómo se comportan.
   … La pregunta es, pues: ¿qué hacer? Es obvio, por supuesto, que uno no puede escapar, ya que eso es lo más absurdo y pueril. Mas cuando os enfrentáis con vosotros mismos, tal cuales sois, ¿qué debéis hacer? Ante todo, ¿es posible no negarlo ni justificarlo, sino quedaros simplemente con lo que sois? Ello es sumamente arduo, porque la mente busca explicaciones, condenación, identificación. Si no hace ninguna de esas cosas, sino que se queda con lo que sois, entonces es como admitir algo. Si yo admito que soy moreno, todo termina ahí; pero si estoy deseoso de cambiar a un color más claro, entonces surge el problema. Aceptar, pues, lo que es, resulta sumamente difícil; y uno puede hacer eso tan sólo cuando no hay escapatoria; y la condenación o la justificación son modos de evadirse. De ahí que, cuando uno comprende por qué murmura, el proceso total de ese hecho, y percibe lo absurdo que es, la crueldad y todas las cosas que encierra, entonces queda uno reducido a lo que uno es; y eso lo enfocamos siempre para destruirlo o para transformarlo. Mas si no hacemos ninguna de esas dos cosas, y enfocamos el hecho con la intención de comprenderlo, de estar en un todo con él, entonces encontraremos que ya no es la cosa que temíamos. Entonces existe una posibilidad de transformar aquello que es.
   … Sorprendeos a vosotros mismos la próxima vez que murmuréis de alguien, y si os dais cuenta de ello, muchísimo os será revelado acerca de vosotros mismos. No lo disimuléis diciendo que sois simplemente inquisitivos acerca del prójimo.”
   J. Krishnamurti

CONTRADICCIÓN_1

            
    “… Espero no estar haciendo afirmaciones absolutas; pero creo que es más o menos exacto, que nosotros muy rara vez conocemos momentos en que no haya conflicto, ni contradicción en nuestro interior; no sabemos de un estado en que la mente esté por completo en calma, y en que esa misma calma sea, en sí, acción.
   … El orden es algo vivo; no hay prototipos del orden. Si uno vive de acuerdo con un patrón de conducta, hay desorden, debido a la separación entre lo que uno es, y lo que debería ser; hay contradicción y, por tanto, conflicto. El conflicto es síntoma de desorden. El afecto también tiene sus contradicciones; un día usted me gusta, pero si hace algo que no me gusta, al siguiente día ya no me gusta. Le amo, pero estoy celoso porque es más hábil, más inteligente, más brillante, tiene mejor parecido que yo. Existen contradicciones, ¿entienden?
   … Si realmente toman consciencia de sí mismos, de sus actividades, de sus motivaciones, de sus pensamientos y deseos, verán que viven en un estado de contradicción interna: «quiero» y, al mismo tiempo, «no quiero», «debo hacer esto», «no debo hacer aquello», etc. La mente vive todo el tiempo en estado de contradicción, y cuanto más fuerte es la contradicción, mayor es la confusión que generamos al actuar; es decir, cuando aparece un reto que debemos afrontar, que no podemos eludir o escapar, debido a que la mente se encuentra en estado de contradicción, la tensión de tener que afrontar ese reto fuerza a actuar, y esa acción produce más contradicción, más desdicha.
   … Hablamos de paz, y nos preparamos para la guerra. Hablamos de no violencia, y somos fundamentalmente violentos. Hablamos de ser buenos, y no lo somos. Hablamos de amor, y estamos llenos de ambición, espíritu competitivo, despiadada eficiencia.
   … Podréis hablar acerca de la paz, podréis organizar partidos políticos, podréis gritar desde los techos de las casas, pero no podréis tener paz; porque en la mente está la base misma que crea contradicción, que aísla y separa. Un hombre de paz, un hombre de fervor, no puede aislarse y sin embargo hablar de fraternidad y paz. Ello resulta un simple juego, político o religioso, un sentido de logro y ambición.
   … Los pensamientos y las acciones que nacen de esta autocontradicción se consideran positivos, pero ¿es positivo que el pensamiento se contradiga a sí mismo? A causa de nuestra educación religiosa estamos seguros de que no debemos matar, pero nos descubrimos apoyando el matar y encontrando razones para ello cuando el Estado lo exige; un pensamiento niega al otro y, de ese modo, no hay pensar en absoluto. En un estado de autocontradicción cesa el pensar y sólo hay ignorancia. Descubramos, pues, si pensamos en absoluto o si existimos en un estado de autocontradicción en el cual el pensar deja de ser.
  … Cuando uno observa todos estos hechos, no sólo en lo externo, en las organizaciones, la economía y la sociedad, sino también en lo interno, aparte de toda la repetición de las tradiciones, aparte de las normas establecidas de pensamiento y de los innumerables lugares comunes que uno enuncia, cuando se profundiza más allá de todo esto interiormente, se descubrirá que también ahí hay un gran caos y contradicción.
      … Y donde hay división, tiene que haber conflicto, no sólo en el exterior, sino también dentro de cada uno. No es difícil ver con exactitud lo que está sucediendo en el mundo, el extraordinario progreso tecnológico, los cambios sociales, la permisividad y otros hechos parecidos; y en nuestro interior, somos un cúmulo de contradicciones.
   … Uno elimina de un solo golpe el conflicto de lo opuesto, si vive con el hecho y, por lo tanto, libera la energía para enfrentarse al hecho. Para la mayoría de nosotros, la contradicción es un campo extraordinario en el que la mente queda atrapada. Quiero hacer esto, y hago algo por completo diferente; pero si me enfrento al hecho de querer hacer esto, no hay contradicción alguna; en consecuencia, de un solo golpe he abolido íntegramente todo sentido de lo opuesto, y mi mente está entonces interesada por completo en lo que es y en la comprensión de lo que es.
   … ¿Qué es lo que busca, una vida diferente o una nueva vida que surja de comprender la vieja? Si desea vivir una vida diferente sin comprender el origen de esta confusión, siempre vivirá en la contradicción, en el conflicto, en la confusión, y eso desde luego no es en absoluto una nueva vida. Entonces, ¿está pidiendo una nueva vida o pide la continuidad modificada de la vieja, o bien quiere comprender esa vieja vida?
   … ¿Por qué, por lo tanto, no considerar la vida como una serie de fugaces deseos, siempre en contradicción unos con otros, en vez de considerarla como un deseo permanente? De ese modo la mente no necesita hallarse en un estado de contradicción. Si miro la vida, no como un deseo permanente sino como una serie de deseos temporarios que cambian constantemente, entonces no hay contradicción.
   … Así, pues, no es un problema fácil el observar algo pasivamente; pero al comprender eso, empieza uno a comprender el proceso íntegro de las modalidades de nuestro pensar y sentir. Y cuando uno percibe el significado total de la contradicción en uno mismo, ello produce un cambio extraordinario, sois entonces vosotros mismos, no algo que tratáis de ser. Ya no seguís un ideal, ya no buscáis felicidad. Sois lo que sois, y de ahí podéis proseguir. Entonces no hay posibilidad de contradicción.”
   J. Krishnamurti



ILUSIÓN_1


    … “Si tenemos una ilusión, una fantasía, una imagen, un concepto romántico acerca de la verdad o del amor, ése es, justamente, el verdadero obstáculo que nos impide seguir adelante. ¿Podemos investigar seriamente lo que es una ilusión? ¿Cómo surge una ilusión? ¿Cuál es su origen? ¿No nos indica que estamos tratando con algo que no es real?  Lo real es aquello que está sucediendo, ya sea que lo llamemos bueno, malo o indiferente; es lo que realmente está ocurriendo. Cuando somos incapaces de enfrentarnos con lo que en realidad sucede en nuestro interior, creamos ilusiones para escapar de eso. Si uno no quiere afrontar la realidad tal y como es, o se siente temeroso de ella, al eludirla crea la ilusión, crea una fantasía y una actividad imaginaria alejada de la realidad. La palabra ilusión significa 'alejarse de la realidad, de lo que es'. 
   … Para comprender lo que es, no debe interferir nuestra opinión personal, que siempre juzga, sino observar simplemente. Pero no podemos observar lo que en realidad está sucediendo, si nuestra creencia o condicionamiento juzga lo que observamos; porque eso impide comprender lo que es. 
   … Si pudiéramos mirar lo que en realidad está sucediendo, entonces evitaríamos por completo cualquier forma de ilusión. ¿Es posible hacer eso? ¿Podemos realmente observar nuestra dependencia, ya sea de una persona, de una creencia, de un ideal o de alguna experiencia que nos haya estimulado enormemente? La dependencia, inevitablemente, siempre crea ilusión.
   … El pensamiento crea la ilusión, y esa ilusión se desarrolla, crece, se extiende. La ilusión de toda la actividad religiosa debe de haber empezado muy, muy sencillamente, y vean adónde ha llegado, con su inmenso poder, sus enormes propiedades, la gran acumulación de las obras de arte, de las riquezas; y con la jerarquía religiosa exigiendo obediencia, apremiándonos para que tengamos más fe. Todo eso es la expansión, el cultivo y el desarrollo de la ilusión, lo cual ha tomado muchos siglos. Y la psique es todo el contenido de la conciencia, es la memoria de todas las cosas pasadas y muertas. ¡Qué importancia damos a la memoria! La psique es memoria. Toda la tradición es meramente el pasado. Nos aferramos a eso, queremos aprender acerca de todo eso, y pensamos que para ello el tiempo es tan necesario como lo es en el otro campo.
   … ¿Puede la mente ser completamente libre o está condicionada por su misma naturaleza? Si la naturaleza de la mente es estar condicionada, en ese caso no tiene ninguna posibilidad de descubrir lo que es la verdad, aunque siga repitiendo que hay o no hay un Dios, que esto es bueno y aquello es malo; todo esto estará dentro del patrón de una determinada cultura. Para averiguar la verdad sobre esa cuestión, uno debe investigar por sí mismo si la mente puede ser realmente libre. Yo digo que puede serlo, que la mente puede ser realmente libre; pero no se trata de que lo acepte o lo rechace. Puede que sea verdad o que sólo sea una opinión, una ilusión o una fantasía mía. Usted no puede basar su vida en el descubrimiento, la fantasía, la ilusión de otro, o en una simple idea; usted tiene que averiguarlo.
   … La inmortalidad es un devenir continuo, no de esa conciencia que llamamos el "yo", sino de esa inteligencia que está libre tanto de lo particular como del grupo, que está libre de la conciencia que crea las divisiones. O sea, cuando la mente se ha despojado de toda ilusión o ignorancia, es capaz de discernir el presente infinito. Eso es algo imposible de explicar, no se puede razonar al respecto. Está más allá de todo argumento. Tiene que ser experimentado, vivido. Requiere gran persistencia y constante determinación.
   … Cómo sabéis, tiene uno que estar libre de ilusión, es decir, libre del poder de la mente para crear valores que no son reales, valores que carecen de realidad con respecto a la vida, al vivir efectivo. La mente tiene un poder extraordinario de crear ilusión por medio de creencias, de evasiones, de dogmas. Proyecta toda clase de modelos, metas, ideales, mediante los cuales espera realizar. Y a esta identificación con algo que ha proyectado, la llama convertirse en lo más grande. Ahora bien, si no estamos libres totalmente de este poder de ilusión y de la creación de tal ilusión, nunca podremos descubrir lo que es real, lo verdadero, o si hay Dios, algo mucho más grande que esta terrible existencia superficial. 
   … ¿Cómo me convence usted de que estoy preso en una ilusión? No puede, a menos que yo lo vea por mí mismo. Y no puedo verlo debido a que mi ilusión es muy fuerte. Esa ilusión ha sido alimentada, cultivada por la religión, por la familia, etc. Está tan profundamente arraigada, que me niego a desprenderme de ella. Eso es lo que ocurre con un gran número de personas. Dicen: “Quiero hacer esto, pero no puedo”. Dada, pues, esa situación, ¿qué pueden hacer? ¿Les ayudarán las explicaciones, la lógica y todas las diversas teorías contradictorias? Obviamente, no.
   … Cuando la mente está presa en la ilusión, ¿se da cuenta de que eso es una ilusión? ¿O no sabe en absoluto que se trata de una ilusión? Si la mente no sabe que está viviendo en una ilusión, en un mundo falso; engañoso; ¿cómo ha de volverse consciente de ello? Supongamos que estoy preso en una ilusión, la palabra ilusión proviene de ludere, jugar con las ideas, jugar con cosas que no son reales, que son conceptuales. Juego con una serie de conclusiones y creencias que carecen de realidad. Si esta creencia no me conviene, adopto otra creencia. Juego con las creencias, y este juego es una ilusión. Como la mente no puede afrontar lo que de hecho ocurre, inventa. creencias, dogmas. Ahora bien, cuando me doy cuenta de eso, cuando sé que estoy en una ilusión, se terminó. Sólo cuando ignoro que estoy en una ilusión me resulta imposible salir de ella. Pero tan pronto percibo claramente que me encuentro atrapado en una ilusión, la percepción misma disipa la ilusión. Es obvio.
   … En la meditación, la imaginación no tiene cabida; es necesario dejarla completamente a un lado, porque la mente que se encuentra atrapada en la imaginación puede producir solamente ilusiones. La mente debe ser clara, sin movimiento; y es a la luz de esa claridad donde se revela lo eterno.”
   J. Krishnamurti


SÍMBOLOS_1


“… Los seres humanos, tanto en el pasado como en el presente, han preguntado siempre si existe algo trascendental, mucho más real que la existencia cotidiana con toda su monótona rutina, su violencia, desesperación y sufrimiento. Pero como no son capaces de descubrirlo, han adorado un símbolo, dándole gran significación. Para investigar si existe algo en realidad verdadero y sagrado, estoy usando la palabra más bien con vacilación. Tenemos que buscar algo que no sea creado por el deseo y la esperanza, por el temor y el anhelo; que no dependa del ambiente, de la cultura y la educación, sino algo que el pensamiento no haya tocado jamás; algo que es total e incomprensiblemente nuevo.
   … Creo que todo ser humano desea alguna experiencia trascendente, alguna emoción o un estado mental que no esté preso en la monotonía cotidiana, en la soledad y el fastidio de la vida. Todos queremos un objeto por qué vivir. Queremos dar un significado a la vida, porque la encontramos más bien aburrida, llena de turbulencia, y al parecer, sin sentido; por eso inventamos un propósito, una significación, llenamos la vida de palabras, de símbolos, de sombras. La mayoría de nosotros aceptamos involuntariamente una vida superficial, pero rodeándola de gran misterio.
   … Los objetos que persigo son las proyecciones de la mente como símbolos de los cuales ella deriva sensaciones. La palabra “Dios”, la palabra “amor”, la palabra “comunismo’, la palabra “democracia”, la palabra “nacionalismo”, todo esto son símbolos que despiertan sensaciones en la mente y, por lo tanto, la mente se apega a ellos. Como vosotros y yo sabemos, toda sensación termina, y así pasamos de una sensación a otra; y cada sensación fortalece el hábito de buscar más sensación. De tal suerte la mente llega a ser mero instrumento de sensación y memoria, y en ese proceso estamos atrapados.
   … La conciencia humana es una totalidad; no es la conciencia de ustedes o mi conciencia. Esto es lógico, cuerdo, racional; por donde uno vaya, cualquiera sea el clima en que viva, ya sea uno rico o sufra una degradante pobreza, si cree en Dios o en alguna otra entidad, esa creencia y fe son comunes a todos los seres humanos, las imágenes y los símbolos pueden ser diferentes en distintas localidades, pero emanan de algo que es común a toda la humanidad. Esto no es una mera declaración verbal. Si lo toman ustedes como una declaración verbal, como una idea, un concepto, entonces no verán la profunda significación que ello envuelve.
   … La palabra, el símbolo, la imagen y el culto de la imagen, la reverencia por el símbolo, el seguir las palabras y atribuirles significación, todo eso resulta muy destructivo porque entonces la palabra, el símbolo, la imagen, adquiere suprema importancia. Así es como los templos, “stupas” (santuario budista) e iglesias llegan a ser organizaciones muy importantes, y los símbolos, las ideas, los dogmas, llegan a ser los factores que impiden a la mente ir más allá y descubrir qué es la verdad. No os dejéis, pues, atrapar en palabras, en símbolos, que automáticamente cultivan el hábito.
    … Observen cómo funcionan nuestras mentes; primero inventamos el símbolo, la imagen de la iglesia o del templo, o bien los escritos de la mezquita, y de la veneración de aquello que hemos creado con nuestro pensamiento sacamos fuerzas. Observen lo que hacemos. El símbolo no es la realidad; esa realidad puede que nunca exista, pero el símbolo nos satisface y nos da vitalidad con sólo verlo, con sólo pensar en él o estando con él. Indudablemente aquello que hemos creado con el pensamiento debe ser una ilusión.
  … El hindú, el musulmán, el budista, el cristiano, todos tienen sus mundos de artificio hechos de símbolos e imágenes, y en esos mundos se hallan atrapados. Para ellos, el símbolo tiene mayor significación y es mucho más importante que el vivir; está incrustado en el inconsciente y juega un papel inmenso en la vida de todos aquellos que pertenecen a una u otra de las diversas culturas, civilizaciones o religiones organizadas. Por lo tanto, si queremos estar libres del dolor, pienso que es importante, antes que nada, comprender el mundo de artificio en que vivimos.
     … No podemos llevar un arma en una mano y a Dios en la otra. Dios es sólo un símbolo, una palabra que realmente ha perdido su sentido porque, las iglesias y los lugares dedicados a adorarle, lo han destruido. Por supuesto, si uno no cree en Dios, es igual que el creyente; ambos sufren y pasan por el infortunio de una vida corta y vana.
 … El lenguaje en sí mismo es un símbolo y estamos acostumbrados a símbolos. Vemos el árbol a través de la imagen que es el símbolo del árbol, vemos a nuestro vecino a través de la imagen que tenemos de él. Aparentemente, una de las cosas más difíciles para un ser humano es mirar cualquier cosa de manera directa, no a través de imágenes, opiniones y conclusiones, que todas ellas son símbolos. De forma similar, los símbolos juegan un gran papel en los sueños, por eso hay tanto engaño y peligro. El significado de un sueño no siempre es entendible para nosotros, aun cuando nos demos cuenta de que se manifiesta en símbolos y tratemos de descifrarlo.
 … Es evidente que la relación entre las imágenes nunca puede traer paz en la convivencia, porque tales imágenes son ficticias, y no podemos vivir en una abstracción. Sin embargo, esto es lo que todos hacemos: vivir de ideas, de teorías, de símbolos, de imágenes que hemos creado de nosotros mismos y de los demás, que no son realidades de manera alguna. Todas nuestras relaciones, ya sean con la propiedad, con las ideas o con las personas, se basan esencialmente en esta formación de imágenes, y de ahí que siempre haya conflicto.
      … Dándonos cuenta de esto, asignamos entonces significación y mérito a un símbolo, a una idea, a un Dios; es obvio que éstas son invenciones de la mente. Están los que desde la infancia han sido educados para negar a Dios, y están los que son educados para creer en Dios.”
   J. Krishnamurti