“… la inteligencia no tiene causa, es inteligencia, no la inteligencia
de ustedes o mi inteligencia. Es luz. Cuando hay luz, no es mi luz o la luz de
ustedes. El sol no es el sol de ustedes o mi sol; es la claridad de la luz.
¿Tiene el amor una causa? Si no la tiene, entonces el amor y la inteligencia
marchan juntos.
… está mucho más allá de todos
los países y todos los senderos, más allá de toda actividad religiosa, social y
política. No pertenece a ninguna sociedad o grupo en particular. La
inteligencia sólo se manifiesta con la comprensión de uno mismo, lo cual, por
cierto, no significa poner énfasis en el individuo. Es todo lo contrario.
… La inteligencia es una sensible y lúcida percepción de la totalidad de
la vida; la vida con sus problemas, contradicciones, desdichas, alegrías. Darse
cuenta de todo esto sin preferencia alguna y sin ser atrapado por ninguno de
sus eventos, sino fluir con la totalidad de la vida, es inteligencia. Esta
inteligencia no es el resultado de influencia alguna ni del medio circundante;
no es la prisionera de ninguna de estas cosas y, por lo tanto, puede
comprenderlas y así estar libre de ellas.
… es percibir lo ilusorio, lo
falso, lo irreal, y descartarlo; no afirmar meramente que es falso y continuar
en lo mismo, sino descartarlo por completo. Eso forma parte de la inteligencia.
Ver, por ejemplo, que el nacionalismo, con todo su patriotismo, su aislamiento,
su estrechez de ideas, es destructivo, que es un veneno en el mundo. Y ver la
verdad de ello, es descartar lo falso.
Inteligencia no es la ingeniosa
búsqueda de argumentos, de opiniones contradictorias que se oponen unas a
otras, como si por medio de opiniones pudiera encontrarse la verdad, lo cual es
imposible, sino que es la comprensión de que el pensamiento con todas sus
capacidades, con todas sus sutilezas, con su extraordinaria e incesante
actividad, no es inteligencia. La inteligencia está más allá del pensamiento.
… no es sólo la capacidad de comprender lo que se explica de modo
racional, verbal, sino que implica también que reunamos la mayor información
posible, sabiendo, no obstante, que esa información jamás puede ser completa
acerca de nada ni de nadie. Cuando hay inteligencia, hay duda, hay observación
y existe la claridad de un pensar racional e impersonal. La comprensión de la
totalidad del hombre, de todas sus complejidades, de todas sus respuestas
físicas, de sus reacciones emocionales, de sus capacidades intelectuales, de su
afecto y sus afanes; la percepción de todo eso, en una sola mirada, en un solo
acto, es suprema inteligencia.
… La función de la educación es crear
seres humanos integrados y, por lo tanto, inteligentes. Podemos adquirir
títulos y ser eficientes, en el aspecto mecánico, sin ser inteligentes. La
inteligencia no es mera información; no se deriva de los libros ni consiste en
la capacidad de reaccionar hábilmente en defensa propia o de hacer afirmaciones
agresivas. Uno que no haya estudiado puede ser más inteligente que un erudito.
Medimos la inteligencia en términos de títulos y exámenes y hemos desarrollado
mentes astutas que esquivan los vitales problemas humanos. Inteligencia es la
capacidad para percibir lo esencial, lo que “es”, y educación es el proceso de
despertar esta capacidad, en nosotros mismos y en los demás.
… Adiestrar el intelecto no da
como resultado la inteligencia. Antes bien, la inteligencia adviene cuando uno
actúa en perfecta armonía, tanto intelectual como emocionalmente. Hay una
diferencia inmensa entre intelecto e inteligencia. El intelecto es meramente
pensamiento que funciona independientemente de la emoción. Cuando el intelecto,
sin tener en cuenta a la emoción, es adiestrado en una dirección particular,
uno puede tener un gran intelecto, pero no tiene inteligencia, porque en la
inteligencia hay una capacidad inherente tanto de sentir como de razonar; en la
inteligencia ambas capacidades están igualmente presentes de manera intensa y
armónica.
… La inteligencia no es discernimiento, ni juicio o evaluación crítica.
La inteligencia es ver lo que es y, lo que es, cambia a cada instante; por eso,
cuando el acto de ver depende del pasado, la inteligencia, que surge del ver,
cesa; y entonces, lo que dicta nuestras acciones es el peso muerto de la
memoria y no la inteligencia de la percepción. El acto de ver instantáneamente
todo esto, es meditación; y para ver, tiene que haber silencio, porque de ese
silencio emana la acción, que es diferente de las actividades del pensamiento.
… Después de considerar todo esto, nos preguntamos: ¿existe un aprender,
un despertar de la inteligencia, un sentido de orden en nuestras vidas, o vamos
a volver a la misma rutina? Si ustedes tienen esa inteligencia, esa bondad, ese
sentido de amor inmenso, entonces crearán una maravillosa sociedad nueva, donde
todos podremos vivir dichosamente. Es nuestra Tierra, con la tierra india,
inglesa o rusa; es nuestra Tierra en la que podemos vivir con felicidad,
inteligentemente, no estrangulándonos unos a otros. Así que, por favor,
dediquen la mente y el corazón a descubrir por qué no cambian, ni siquiera en
las pequeñas cosas. Tengan la bondad de prestar atención a sus propias vidas.
Poseen capacidades extraordinarias. Todo aguarda a que ustedes abran la puerta.”
J.Krishnamurti