“… Solo el recto pensar conduce a la paz. Lo que yo desearía con estas
pláticas es desarrollar algo que considero como el proceso de un recto pensar;
y ello con el fin de que cada uno de nosotros sea realmente creador y no continúe
encerrado en un círculo de ideas o prejuicios. ¿Cómo empezaremos, entonces, a
descubrir por nosotros mismos qué es el recto pensar? Sin éste, no es posible
que haya felicidad. Sin el recto pensar no hay base para nuestras acciones,
nuestra conducta y nuestros afectos. El recto pensar no puede ser descubierto
por medio de libros, o asistiendo a unas cuantas pláticas, o limitándose a
escuchar las ideas de ciertas personas acerca de lo que es el recto pensar. El
recto pensar ha de ser descubierto por nosotros mismos y en nosotros mismos.
… Para descubrir qué es el recto pensar, descubramos primero qué hay de
falso en nuestro pensamiento. Si podemos conocer por nosotros mismos aquello
que es falso en nuestro pensar, entonces sabremos, naturalmente, sin imposición alguna, qué es lo verdadero. A través de
la masa de ideas falsas, a través de la pantalla de múltiples ilusiones, no
puede haber una percepción de lo verdadero. Por lo tanto, tenemos que ocuparnos
en tratar de descubrir qué es lo falso.
… Puedo pensar, o por lo menos creo que puedo pensar. Puedo sustentar
opiniones, tener innumerables creencias, pertenecer a esta o aquella sociedad,
organización o iglesia, poseer vastos conocimientos. Pero nada de eso, por
cierto, constituye una base para el recto pensar. Conduce a la ilusión. Lleva a
mayores conflictos y confusión. Para pensar rectamente resulta entonces
esencial, ¿no es así?, que haya conocimiento propio, el cual consiste en
conoceros a vosotros mismos tales como sois de instante en instante; en daros
cuenta de todo lo que va ocurriendo, de todas las reacciones íntimas ante cada
reto externo y cada experiencia. Pero no podéis conoceros de un modo pleno,
completo, profundo, extensivo, si en vosotros hay creencias de cualquier
índole, cualquier forma de adhesión a una experiencia de ayer.
… Comprendernos requiere un estudio objetivo, bondadoso, imparcial, de
nosotros mismos, siendo nosotros el organismo como un conjunto: nuestro cuerpo,
nuestros sentimientos y pensamientos. Éstos no están separados, se relacionan
entre sí. Sólo cuando comprendemos el organismo como un conjunto inseparable,
podemos ir más allá y descubrir cosas más lejanas, más grandes, más inmensas.
Pero sin esta comprensión fundamental, sin echar los cimientos apropiados para
el recto pensar, no podemos proseguir a mayores alturas.
… Si nos tornamos conscientes de nosotros mismos, y así cultivamos el
conocimiento propio del cual surge el recto pensar, crearemos dentro de
nosotros un espejo que reflejará, sin distorsión alguna, todos nuestros
pensamientos-sentimientos. Es extremadamente difícil ser conscientes de
nosotros mismos, dado que nuestra mente está acostumbrada a divagar y
distraerse. Sus divagaciones y distracciones provienen, de sus propios
intereses y son de su propia creación. Comprendiéndolas y no limitándonos a
hacerlas a un lado, damos origen al conocimiento propio y al recto pensar. La
comprensión llega sólo mediante la inclusión, y no por exclusión, no aprobando
ni condenando ni comparando.
… Las ideas que ustedes piensan son el producto de lo que otros han
pensado, lo cual se combina con el presente. La verdadera unicidad radica en
descubrir lo verdadero y vivir en ese descubrimiento. Esta unicidad, esta
alegría y liberación, que advienen con el descubrimiento, no pueden encontrarse
en la arrogancia de las posesiones, del nombre, de los atributos físicos y de
las tendencias. La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio
que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el
descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a
nuestro dolor. La paz se encuentra en la percepción y el conocimiento de
nosotros mismos, y en esa serenidad existe lo inmortal.
… ¿Acaso no es importante descubrir por nosotros mismos cómo pensar
apropiadamente acerca de la guerra y la paz, de las condiciones económicas y
sociales, de la relación que establecemos con nuestros semejantes? Existe, por
cierto, una diferencia entre el recto pensar y el pensamiento correcto o
condicionado. Podemos producir en nosotros, imitativamente, un pensamiento
correcto, pero eso no es el recto pensar. El pensamiento correcto o
condicionado no es creativo. Pero cuando sepamos por nosotros mismos cómo
pensar apropiadamente, lo cual implica ser vitales, dinámicos, entonces será
posible dar origen a una cultura nueva y más feliz.
… Se torna esencial generar en cada uno de nosotros la capacidad de
descubrir qué es verdadero, porque aquello que se descubre es liberador,
creativo. Es decir, si tan sólo nos amoldamos a un patrón de lo que deberíamos
ser o cedemos ante un anhelo, ello produce ciertos resultados que son
conflictivos, confusos, pero en el proceso de estudiarnos a nosotros mismos
estamos en un viaje de descubrimiento propio que nos trae felicidad.”
J. Krishnamurti