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LA REALIDAD DEBE VENIR A UNO, Y NO VENDRÁ MIENTRAS EXISTA LA CORRUPCIÓN DE LO COLECTIVO

     

   “… Escuchad, por favor, no os canséis. Esto es vuestra vida, tenéis que hacer frente a estas cosas. Y finalmente hay esa creación, no la de los hijos, esa creación que está más allá del tiempo y medida, que siempre hace nuevas todas las cosas porque está fuera del tiempo. Pero, no obstante, estamos siempre buscando nuevas expresiones en el mundo del arte, en el mundo de lo estético. Expresiones nuevas, eso es todo lo que nos preocupa. No nos interesamos en la creación.

   Así pues, son esos los muchos problemas que tenemos frente a nosotros, y vosotros debéis encontrar la respuesta precisa por vosotros mismos. Existe la respuesta precisa, y es que debe haber completa libertad para vosotros, completa libertad de esta estructura sociológica, la estructura psicológica de la sociedad, que es temor, codicia, envidia, ambición, búsqueda de poder, búsqueda de posición, dependencia del dinero; la corrupción de la sociedad, uno tiene que estar libre de ello. Y, no obstante, tiene uno que vivir en este mundo vitalmente, fuertemente, con energía; y para hacer eso tenéis que trabajar, debéis trabajar internamente, despiadadamente, para despojarnos de todas las escorias de la sociedad, de toda la corrupción de la sociedad. Cuando os convencéis de que tenéis que hacer eso por vosotros mismos, completamente, de que nadie va a ayudaros, disponéis de una tremenda energía. Entonces toda vuestra atención da a eso, entonces tenéis una mente, un corazón tremendamente vivo, activo.

   Así pues, el autoconocimiento es operante, no es cuestión de creencia; funciona, opera si vais tras de ello firmemente día tras día. Del autoconocimiento viene la perceptividad, es decir, darse cuenta de los pájaros, los árboles, la escualidez, lo sucio, de lo bello, del color, de todo lo que os rodea. Porque el movimiento externo os trae el movimiento interno. No podéis cabalgar en lo interno sin comprender el movimiento externo. Ellos son uno, son un proceso unitario, exactamente igual a la marea que va hacia fuera y hacia dentro, y sobre esa marea debéis cabalgar sin esfuerzo. Podéis cabalgar sin esfuerzo sobre esa marea cuando observáis y cuando escucháis todas las intimaciones del pensamiento y las implicaciones de vuestro ser, cuando simplemente escucháis. Eso no exige análisis e introspección, que son mortíferos; todo lo que demanda es que miréis, que escuchéis y que mantengáis ese espacio entre el observador y la cosa observada. Si conserváis ese espacio completamente vacío, no hay ni el observador ni lo observado, existe sólo un movimiento.

   Y partiendo de este autoconocimiento viene la libertad que nadie, ningún Dios, ningún santo, ninguna sociedad puede daros. Debéis tener esta libertad, porque de otra manera, las iglesias con su creencia organizada, y las diversiones, van a dominar; y viviréis mecánicamente, estúpidamente, de modo insignificante. De esta libertad viene ese estado de mente en que el cerebro está altamente sensitivo porque ha comprendido todo movimiento del pensamiento, cada ola del sentimiento, porque pensamiento y sentimiento no son dos cosas separadas, es un proceso total. Y de esa comprensión, de esa libertad la mente surge joven, fresca e inocente. Tan sólo partiendo de este vacío viene la mutación, y de allí solamente puede provenir la salvación para el hombre. Sólo cuando la mente ha pasado completamente por esta tremenda mutación fuera del tiempo, no dentro de los límites de la sociedad, sino fuera de ella, por completo, no convirtiéndose en un sannyasi, eso es demasiado falto de madurez; cuando la mente ha comprendido el tejido total de la sociedad que es vosotros mismos es cuando, naciendo de esa comprensión, viene este extraordinario sentido de soledad.

   Entonces estáis completa, indisolublemente solos. Y únicamente entonces, en ese estado de soledad completa, tiene lugar ese movimiento que es el principio y el fin de todas las cosas. Eso es religión y ninguna otra cosa. En ese estado hay amor, hay compasión y piedad infinita. Y en ese estado no existe ni dolor ni placer, sino una vida que es vitalmente viviente, fuerte, clara.

   … Existe en el mundo una gran corrupción y un gran desorden. La gente está muy, muy alterada. Resulta peligroso pasear por las calles. Cuando hablamos de estar libres del miedo queremos libertad exterior, libertad del caos, la anarquía o la dictadura. Pero nunca nos preguntamos si existe alguna clase de libertad interior, una libertad de la mente. ¿Es esa libertad real o teórica? Vemos al Estado como un impedimento a nuestra libertad. Los comunistas y otros sistemas totalitarios afirman que no existe eso que se entiende como libertad; el Estado, el gobierno, constituyen la única autoridad y suprimen cualquier forma de libertad. Entonces, ¿qué tipo de libertad queremos? ¿La que está fuera, o la que está dentro de nosotros? Cuando hablamos acerca de libertad, ¿nos estamos refiriendo a la libertad de poder escoger entre una u otra forma de gobierno, aquí y allí, entre la libertad interior o exterior? La psique, la estructura interna del hombre, sus pensamientos, emociones y ambiciones, su codicia y sus acciones, siempre están conquistando lo exterior. Por tanto, ¿dónde buscamos libertad? ¿Podríamos discutir esto? ¿Podemos obtener libertad de los nacionalismos, que nos ofrecen un sentido de seguridad? ¿Podemos obtener libertad de todas las supersticiones, las religiones y los dogmas? Sólo a través de la religión verdadera se podrá acceder a una nueva civilización, no a través de los dogmas, las supersticiones y las religiones tradicionales.

   … La realidad debe venir a uno, y no vendrá mientras exista la corrupción de lo colectivo. Por ese motivo la mente debe estar completamente sola, libre de influencias, de corrupción y, en consecuencia, libre del tiempo psicológico, porque sólo entonces aquello que es inconmensurable, intemporal, se manifestará”.

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LA MENTE EXIGE VALORES A FIN DE NO SENTIRSE PERDIDA, A FIN DE TENER SIEMPRE UNA GUÍA A LA CUAL SEGUIR, IMITAR

    

   “… Esta mañana quiero abordar la idea de los valores. Toda nuestra vida es puramente un movimiento de valor en valor, pero pienso que hay un modo, si puedo usar esa palabra con consideración y delicadeza, por el cual la mente puede verse libre del sentido de valuación. Estamos acostumbrados a los valores y a su continuo cambio. Lo que consideramos esencial pronto se vuelve no esencial, y el conflicto radica en el proceso de este continuo cambio de valores. Mientras no comprendamos lo fundamental en el cambio de los valores y la causa de ese cambio, estaremos siempre atrapados en la rueda de los valores en conflicto.

   … Quiero abordar la idea básica de los valores; si es fundamental, si la mente, que es inteligencia, puede actuar siempre espontánea y naturalmente sin impartir valores al medio que la rodea. Ahora, dondequiera que hay insatisfacción con el medio, con las circunstancias, ese descontento tiene que inducir el deseo de cambios, de reformas. Lo que ustedes llaman reforma es meramente la creación de nuevos conjuntos de valores y la destrucción de los viejos. En otras palabras, cuando hablan de reforma se refieren a una nueva sustitución. En lugar de vivir en la vieja tradición con sus valores establecidos, desean, mediante el cambio de las circunstancias, crear nuevos grupos de valores, es decir, donde existe este sentido de valuación tiene que existir la idea del tiempo y, por ende, un cambio continuo de valores.

   … En períodos de estancamiento, en períodos de cómoda estabilidad, a aquello que no es sino la transformación gradual de los valores, lo llamamos la lucha entre la generación vieja y la generación nueva. O sea que, en tiempos de paz y tranquilidad, ocurre una transformación gradual de valores, en su mayoría inconsciente, y a este cambio, a este cambio gradual lo llamamos la lucha entre los jóvenes y los viejos. En períodos de revueltas sociales, de grandes conflictos, tienen lugar cambios violentos y crueles de valores y a eso lo llamamos revolución. El rápido cambio de valores que llamamos revolución es violento y despiadado. El cambio lento, gradual de los valores, es la continua batalla que se desarrolla entre la mente cómoda, afirmada, estancada, y las circunstancias que imponen nuevas condiciones a esa mente estancada, como lo es el crear un conjunto nuevo de valores.

   … Así pues, estas circunstancias cambian lenta o rápidamente, y la creación de nuevos valores no es sino el resultado de ajustes al medio en permanente cambio. Por lo tanto, los valores son solo el patrón del amoldamiento a ese medio. ¿Por qué deben ustedes tener valores en absoluto? Por favor, no digan: ¿Qué nos ocurrirá si no tenemos valores? No he llegado a eso, todavía no he dicho eso. Así que tengan la bondad de seguir esto. ¿Por qué deben tener valores? Toda esta idea de buscar valores, ¿qué es sino una lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre lo antiguo y lo moderno? ¿Acaso los valores no son tan solo un molde establecido por uno mismo o por la sociedad, un molde al cual la mente, en su pereza, en su falta de percepción, desea amoldarse? La mente busca una certeza, una conclusión, y en esa búsqueda actúa; o se ha adiestrado para desarrollar un trasfondo y funciona desde ese trasfondo; o tiene una creencia y desde esa creencia empieza a colorear sus actividades. La mente exige valores a fin de no sentirse perdida, a fin de tener siempre una guía a la cual seguir, imitar. En consecuencia, los valores se vuelven meramente los moldes en los cuales la mente se estanca, e incluso el propósito de la educación parece ser el de obligar a la mente y al corazón a aceptar nuevos amoldamientos.

   … Por lo tanto, todas las reformas en la religión, en los patrones morales, en la vida social y en las organizaciones políticas, son simples dictados del deseo de amoldarse al medio siempre cambiante. Eso es lo que ustedes llaman reforma. Las condiciones que nos rodean cambian constantemente; las circunstancias están en continuo movimiento y las reformas se hacen sólo a causa de la necesidad de ajuste entre la mente y el medio, no porque la mente se abre paso a través del medio y por eso lo comprende. A estos valores nuevos se los exalta como fundamentales, originales y genuinos. Para mí, son nada más que sutiles formas de coerción y amoldamiento, sutiles formas de modificación; y estos nuevos valores sólo ayudan a producir, infructuosamente, una reforma fragmentaria, una engañosa transformación de cubiertas superficiales a la cual calificamos de cambio.

   … Así es como, a causa de este conflicto siempre creciente, se originan las divisiones y las sectas. Cada mente crea un nuevo grupo de valores de acuerdo con sus propias reacciones al medio, y entonces comienza la división de los seres humanos; surgen a la existencia las distinciones de clase y fieros antagonismos entre credos, entre doctrinas. Y desde la inmensidad de este conflicto, entran en actividad los expertos que se llaman a sí mismos reformadores de la religión, y sanadores de males sociales y económicos. Siendo expertos, están de tal modo cegados por su propia condición, que sólo aumentan la división y la lucha. Estos son los reformadores religiosos, los reformadores sociales, económicos y políticos, todos los expertos con sus propias limitaciones, todos ellos dividiendo nuestra vida y nuestro funcionamiento humano en compartimientos y conflictos.

   … Encarar la vida de manera completa y comprender plenamente su significado requiere una mente no condicionada por el ayer, y esto puede ocurrir sólo gracias a una intensa percepción alerta, gracias al discernimiento. A diferencia de lo que ocurre con la mente del primitivo, esto exige una acción integrada en el presente sin la presión del temor o la búsqueda de una recompensa. Esa acción es la inteligencia de la completa y madura soledad del ser. El éxtasis de la verdad existe sólo cuando la mente y el corazón, vulnerables y libres de toda carga, se enfrentan a la vida, a lo desconocido, a lo inmensurable. Cuando la mente no está cargada de valores, de recuerdos, de ideas preconcebidas y es capaz de encontrarse con lo desconocido, en ese encuentro de la mente con lo desconocido nace la sabiduría, la bienaventuranza del presente. 

   … Si uno está viviendo sin el sentido del ‘yo’, lo cual implica el descubrimiento de los valores genuinos, entonces ya no está limitado por el tiempo. Ahora estamos limitados por el tiempo." 

   J. Krishnamurti    

        Audiotexto:

           

DONDE HAY DEPENDENCIA Y APEGO NO HAY AMOR

  DIÁLOGO: JUEVES 18 de Mayo    Hora 18:00    Contacto: angel2vv@hotmail.com 

    “… ¿Por qué está usted apegado? ¿Qué significa esa palabra "apego"? Dependo de algo. Dependo de que ustedes acudan a este sitio para que yo pueda hablarles; estoy dependiendo de ustedes y, por tanto, me apego a ustedes, pues por medio de ese apego cobro cierta energía, cierto brío y demás tonterías. Así pues, estoy apegado, lo cual, ¿qué significa? Dependo de usted, dependo de los muebles. Al apegarme a los muebles, a una creencia, a un libro, a la familia, a una esposa, estoy dependiendo de todo eso para que me dé comodidad, para que me dé prestigio, posición social. La dependencia es una forma de apego. Ahora bien, ¿por qué dependo? No me conteste. Mírese a sí mismo. Usted depende de algo, ¿no es así? De su país, de sus dioses, de sus creencias, de las drogas que toma, de la bebida.

   Trata de huir por medio del apego, de la dependencia. Por tanto, regresa al viejo patrón. Pero si ve la verdad de que el apego y la dependencia encubren su vacío, no escapará, ¿verdad? Si no ve ese hecho, forzosamente escapará. Tratará de llenar ese vacío de otras maneras. Anteriormente lo llenaba con drogas, ahora lo llena con sexo o con cualquier otra cosa. Así pues, cuando ve este hecho, ¿qué sucede? Prosigan, señores, continúen. He estado apegado a la casa, a mi esposa, a los libros, a mis escritos, a la idea de hacerme famoso; veo que el temor surge porque no sé qué hacer con mi vacío y, por lo tanto, dependo; por lo tanto, estoy apegado. ¿Qué hago cuando me envuelve esta sensación de gran vacío dentro de mí?

   … ¿Me estoy hablando a mí mismo, o estamos todos juntos en ello? Quien les habla suele hablar al aire libre, debajo de los árboles, o de una gran carpa, sin estas luces deslumbrantes; entonces se puede tener una comunicación íntima. De hecho, solo estamos hablando usted y yo, no esa enorme audiencia en este amplio salón, sino que usted y yo estamos sentados en un banco junto a la orilla de un río, considerando juntos esta cuestión. Y uno le está diciendo al otro que solo somos memoria, y que nos apegamos a esa memoria, mi casa, mi propiedad, mi experiencia, mis relaciones, la oficina o la fábrica a la que debo ir, la habilidad que me gusta practicar durante cierto periodo de tiempo, eso es todo lo que soy. El pensamiento se apega a todo eso, y decimos que eso es vivir. Pero ese apego crea toda clase de problemas; si está apegado tiene miedo a perder; y está apegado porque se siente solo con esa constante soledad que le ahoga, que le aísla y le deprime. Cuanto más nos apegamos a otro, que de nuevo es memoria, al ser la otra memoria, más problemas hay. 

   Estoy apegado al nombre, a la forma; mi vida es el apego a los recuerdos que he acumulado a lo largo de toda mi vida. Observo que donde hay apego, hay corrupción. Cuando me apego a una creencia esperando que ese apego me aporte cierta seguridad, tanto física como psicológica, ese apego impide cualquier examen posterior. Cuando tengo fuerte apego a algo, a una persona, a una idea, a una experiencia, tengo miedo de investigar. Así pues, donde hay apego, hay corrupción. Toda nuestra vida es un movimiento dentro del campo de lo conocido. Es obvio. La muerte significa el cese de lo conocido. Significa que el organismo físico termina, terminan todos los recuerdos, que soy yo, porque yo no soy más que memoria, siendo la memoria lo conocido. Tengo miedo de perder todo eso, lo que significa morir. Creo que está bastante claro, al menos verbalmente. Intelectualmente lo puede aceptar con lógica, con sensatez; es un hecho.

   … Todos nosotros tenemos que vivir en este mundo, no podemos huir de él. Debemos comprenderlo y no escapar de él hacia consuelos ilusorios, teorías esperanzadoras y ensueños fascinantes. Somos el mundo y debemos comprenderlo con inteligencia y creatividad. Hemos creado este mundo de odio devastador, este mundo despedazado por creencias e ideologías, por religiones y cultos, por los líderes y sus seguidores, por las barreras económicas y las nacionalidades. Hemos creado este mundo por obra de nuestro anhelo y nuestro miedo individual, de nuestra ambición e ignorancia. Nosotros mismos debemos cambiar radicalmente, liberarnos de estas esclavitudes, de modo tal que podamos contribuir a crear un mundo verdaderamente cuerdo y feliz.

   Vivamos, entonces, dichosamente, sin apego ni envidia; amemos sin afán posesivo y no tengamos mala voluntad hacia nadie; no nos separemos en grupos estrechos y conflictivos. De este modo, gracias a nuestra propia, tenaz y constante percepción alerta, nuestro pensamiento se transformará desde lo limitado a lo completo.

   … Puede que uno posea un talento especial, como es el caso del músico, que está tremendamente apegado a su instrumento o al cultivo de su voz. Y cuando el instrumento o la voz fallan, se siente completamente perdido, está acabado. Tal vez asegure sus manos o su violín; o puede llegar a ser un director, pero sabe que debido a su apego le espera la inevitable sombra del miedo. Me pregunto si cada uno de nosotros, si somos del todo serios, ha examinado esta cuestión, porque la libertad significa estar libre de toda atadura y, por lo tanto, de toda dependencia. Una mente apegada a algo no es objetiva ni clara, no puede pensar cuerdamente ni observar directamente.

   … ¿Nos damos cuenta de esto? Eso es todo lo que estoy preguntando. ¿Soy consciente de mi apego a las experiencias que tuve, al recuerdo que tengo de ellas, sea placentero o doloroso, y que estoy apegado porque sin ellas me siento perdido? Les tengo apego porque me proporcionan placer. Siento apego por ellas porque me identifico con ellas, y en consecuencia me dan seguridad. Podría dar docenas de razones, pero ¿soy consciente de todo esto?

     … La virtud, como he explicado, consiste en liberar del anhelo al pensamiento-sentimiento; y para ello, también tiene que haber sencillez, imparcialidad. La dependencia destruye el amor. El anhelo personal debe crear siempre apego, afán posesivo, de lo cual surgen los celos, la envidia y esos conflictos con los que todos estamos muy familiarizados. Donde hay dependencia y apego no hay amor”.

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

¿CÓMO HA DE INVESTIGAR UNO EL MUNDO PSICOLÓGICO, ES DECIR, EL MUNDO DE LA CONCIENCIA?

    

    “… Como el pensamiento no es libre, no puede llegar lejos, se mueve dentro de los límites de su propio condicionamiento, dentro de las fronteras de su conocimiento y experiencia. Cada nueva experiencia se interpreta de acuerdo al pasado y por consiguiente fortalece el pasado que es tradición, el estado condicionado. El pensamiento no es pues, el camino hacia la comprensión de la realidad.

   … El problema es muy serio. El conocimiento, ya sea el del mundo tecnológico o del psicológico, o el obtenido a través de la tradición, de los libros, etc., parece encontrarse en la raíz de todo el proceso de degeneración. Investiguemos este punto. Observo el caos que existe por doquier, la inseguridad, la enorme confusión y desesperanza. ¿Cómo debo acercarme a ellas? Está completamente claro que carezco de respuesta para este problema de degeneración que existe dentro de mí. Supongamos que he leído el Vedanta y que ahí encuentro la respuesta, o que soy marxista y que pienso que la solución está allí, y que solo es necesario hacer modificaciones en el sistema. Tales posiciones viciarán la indagación. Por eso no quiero afirmar nada que no se base en hechos observables.

   … Y como este anhelo de seguridad es tan profundo y perpetuo en cada uno de nosotros, uno quiere descubrir la verdad acerca de la seguridad, pero esa es una cuestión muy difícil de investigar, porque no sólo desde la niñez, sino desde el principio mismo de los tiempos, siempre hemos querido sentirnos seguros, seguros con nuestro trabajo, con nuestros pensamientos y sentimientos, creencias y dioses, con nuestra nación, familia y propiedad. Por eso, la memoria, la tradición y toda la acumulación del pasado desempeñan un papel tan sumamente importante en nuestra vida.

   … La mente es influida todo el tiempo para que piense de una manera determinada. En cierta época, solo las religiones organizadas solían ocuparse de nuestra mente, pero ahora son los gobiernos los que se han hecho cargo ampliamente de esa tarea. Quieren moldear y controlar nuestras mentes. En la superficie, la mente puede resistirse a ese control. Superficialmente, tenemos alguna voz en el asunto, pero bajo la superficie, en lo profundo del inconsciente, está todo el peso del tiempo, de la tradición, impulsándonos en una dirección particular. La mente consciente puede, hasta cierto punto, controlarse y guiarse ella misma, pero en la inconsciente están aguardando, latiendo, apremiando nuestras ambiciones, nuestros problemas no resueltos, las compulsiones, las supersticiones, los temores.

   … Existe el pensar consciente e inconsciente, tanto uno como otro forman parte del campo de la conciencia, y aunque la dividamos por conveniencia, esa división no existe de hecho. Ahora bien, todo eso es el resultado de siglos de experiencia, conocimiento, información y tradición, ya sea la tradición de un pasado inmenso, de unos pocos años o de unos pocos días, de la influencia y del conocimiento tecnológico. Todo está dentro del campo de la conciencia, tanto consciente como inconsciente, y en ese campo actuamos, en ese campo sufrimos, tenemos placer, dolor, padecemos una desdicha consciente y una desdicha profunda, desconocida, agobiante.

   … Cuando exteriormente hay una gran perturbación, incertidumbre, inseguridad, el hombre se vuelve a la tradición, como lo está haciendo el mundo musulmán; ellos regresan al Corán, y en el mundo cristiano, en el hindú, hay tantos libros, que ahí no pueden regresar a los libros, pero regresan a sus tradiciones. Hoy tenemos dioses tribales en cada rincón del país, y es porque el mundo se ha vuelto tan inseguro y peligroso. Y todos nosotros hacemos lo mismo, queremos pertenecer a algún grupo, a alguna secta, a algún dios local. ¿Cómo, entonces, ha de investigar uno el mundo psicológico, es decir, el mundo de la conciencia? El contenido de esa conciencia es lo que somos cada uno de nosotros. Esta no es una afirmación dogmática, no es una conclusión, sino un hecho. Lo que somos es el contenido de nuestra conciencia, nuestras creencias, opiniones, experiencias, ilusiones, supersticiones, nuestros dioses, nuestro temor, nuestro placer, nuestra soledad, y el dolor y la gran aflicción y el miedo a la muerte. Eso es lo que somos.

   … Nos preguntamos si para esa conciencia existe en absoluto la evolución. La evolución implica devenir. O sea, soy codicioso, envidioso, violento. ¿Puede la codicia evolucionar en no codicia? ¿Puede la ira, la soledad, convertirse paulatinamente en alguna otra cosa? Toda nuestra tradición, toda nuestra educación religiosa, nuestra fe, nuestras creencias y la que llamamos literatura sagrada, nos dicen que ‘llegaremos a ser’ esto o aquello. Si uno hace un esfuerzo, si lucha por algo, si medita, se moverá de esto a aquello, de ‘lo que uno es’ a ‘lo que uno debería ser’. Eso es evolución. Quien les habla está negando todo eso, dice que la codicia jamás puede volverse una codicia ‘mejor’. Solamente existe el cese de algo, no el devenir de algo en otra cosa.

   … Lo otro, el ideal, no tiene ningún sentido, no es real. Resulta muy difícil liberar la mente del ideal, liberarla del opuesto, porque tradicionalmente, a través de siglos de una determinada cultura hemos sido educados a aceptar el ejemplo, el ideal del hombre perfecto, la figura del héroe, y a esforzarnos para conseguirlo. Así es como nos han educado, por eso queremos cambiar la envidia en no envidia, pero nunca lo conseguimos y seguimos atrapados en un conflicto interminable.

   … Cuando uno mira la vida de su existencia diaria, no la vida teórica, no la vida abstracta en la que «todos los seres humanos somos uno, todo es amor» y esa sarta de tonterías, sino cuando uno la observa, ve que la mira a través del conocimiento pasado, la mira a través de la tradición, de la acumulación de experiencia humana, y eso le impide a uno mirar de verdad. Es un hecho que se ha de reconocer; para observar la vida realmente deben mirarla con una mirada nueva, es decir, mirarla sin ninguna censura, sin ningún ideal, sin ningún deseo de reprimirla o cambiarla, tan sólo observarla.

   … Uno puede realizar la verdad, esa comprensión perdurable, sólo cuando el pensar está continuamente en movimiento, no sujeto por el pasado o por el futuro. Esto es tan simple que a menudo no lo percibimos”.

   J. Krishnamurti 

        Audiotexto:

           

¿CÓMO PUEDE HABER HERMANDAD SI ESTÁ PERSIGUIENDO DISTINCIONES ESPIRITUALES?

     

   “… ¿Por qué aceptamos a otros, por qué los seguimos? Seguimos la autoridad de otro, la experiencia de otro, y después dudamos de ella; esta búsqueda de autoridad y su consecuencia, la desilusión, es para la mayoría de nosotros un proceso doloroso. Culpamos o criticamos a la autoridad una vez aceptada, al líder, al instructor, pero no examinamos nuestro propio anhelo de una autoridad capaz de dirigir nuestra conducta. Una vez comprendido este anhelo, comprenderemos el significado de la duda.

   … Sin conocimiento propio, la experiencia engendra ilusión; con conocimiento propio, la experiencia, que es la respuesta al reto, no deja un residuo acumulativo como memoria. El conocimiento propio es el descubrimiento, de instante en instante, de las modalidades del «yo», de sus intenciones y de su actividad, sus pensamientos y apetitos. Jamás puede existir «su experiencia» y «mi experiencia»; la expresión misma «mi experiencia» indica ignorancia, demuestra que uno acepta la ilusión.

   … Sólo mediante la percepción, de instante en instante, de lo que es verdadero, existe el descubrimiento de lo intemporal, de lo eterno. Sin conocimiento propio no podemos dar con lo eterno. Cuando no nos conocemos a nosotros mismos, lo eterno se vuelve una mera palabra, un símbolo, una especulación, un dogma, una creencia, una ilusión por medio de la cual la mente puede escapar. Pero si uno empieza a comprender el «yo» en todas sus diversas actividades cotidianas, entonces, por obra de esa comprensión misma y sin que haya esfuerzo alguno, surge a la existencia lo innominado, lo intemporal. Pero lo intemporal no es una recompensa por el conocimiento propio. No se puede tratar de obtener lo eterno, la mente no puede adquirirlo. Se manifiesta a sí mismo cuando la mente está quieta, y la mente puede estar quieta sólo cuando es sencilla, cuando ya no acumula, ni condena, ni juzga, ni sopesa. Solo la mente sencilla puede comprender lo real, no así la mente repleta de palabras, conocimientos, informaciones. La mente que analiza, que calcula, no es una mente sencilla.

    … La mente debe explorar cada rincón de sí misma, sin dejar ni un recoveco por descubrir, porque si queda un solo rincón oscuro que uno tenga miedo de explorar, de ese rincón surgirá la ilusión. Cuando el cristiano, en su meditación, en su contemplación ve a Cristo, cree que ha logrado algo extraordinario; pero sus visiones son la simple proyección de su propio condicionamiento. Sucede lo mismo con el hindú que se sienta a la orilla del río y entra en un estado de éxtasis; también tiene visiones que nacen de su propio condicionamiento y, por tanto, lo que ve no es en realidad una experiencia religiosa. Sin embargo, a través del darse cuenta, a través de la observación sin elección, que solo es posible cuando la mente tiene espacio para observar, se disuelve cualquier forma de condicionamiento y, entonces, la mente deja de ser hindú, budista o cristiana, porque todas las ideas, las creencias, las esperanzas y los miedos han desaparecido por completo. De ahí surge la atención; no la atención hacia algo concreto, sino un estado de atención en el cual no hay un experimentador y, en consecuencia, no hay experiencia. Comprender esto es muy importante para el hombre que está realmente interesado en descubrir lo que es la verdad, lo que es la religión, lo que es Dios, lo que está más allá de lo que la mente ha creado.

   … Por tanto, lo primero es darse cuenta, observar sin elección todos los pensamientos y sentimientos, todo lo que uno hace. Como resultado, surge un estado de atención que no tiene fronteras, en el que la mente puede concentrarse, y en ese estado de atención, la mente está en silencio. Cuando la mente está en completo silencio, sin ninguna ilusión, sin ninguna clase de autohipnosis, surge algo que no es producto de la mente.

   … La estructura jerárquica ofrece una oportunidad excelente para la autoexpansión. Usted puede desear la hermandad, pero, ¿cómo puede haber hermandad si está persiguiendo distinciones espirituales? Podrá sonreírse ante títulos mundanos, pero cuando en el reino del espíritu admite al Maestro, al salvador, al gurú, ¿no está transfiriendo a ese reino una actitud mundana? ¿Puede haber divisiones jerárquicas o grados en el desarrollo espiritual, en la comprensión de la verdad, en la realización de Dios? El amor no admite divisiones. O uno ama, o no ama; pero no convierta la falta de amor en un largo y dilatado proceso cuyo objetivo final es el amor. Cuando usted sabe que no ama, cuando está pasivamente alerta ante ese hecho, entonces hay una posibilidad de transformación; pero cultivar diligentemente esta distinción entre el Maestro y el discípulo, entre aquellos que han logrado llegar y los que no lo han logrado, entre el salvador y los pecadores, es negar el amor. El explotador, que a su vez es explotado, encuentra un apropiado terreno de caza en esta ceguera, en esta ilusión.

   … Para ver cualquier cosa, para escuchar algo, la mente tiene que estar quieta, ¿no es así? El interés mismo que ustedes tienen en lo que se está diciendo, genera esta quietud de la mente que quiere escuchar.

   … Liberarnos de la distracción es más difícil cuando no comprendemos plenamente el proceso del pensar-sentir, que en sí mismo se ha vuelto el medio de distracción. Siendo este proceso siempre incompleto, proclive a la curiosidad y a la formulación especulativa, tiene el poder de crear sus propios obstáculos, sus ilusiones, todo lo cual impide la percepción de lo real. Así es como se convierte en su propia distracción, en su propio enemigo. Dado que la mente es capaz de generar ilusión, este poder debe ser comprendido antes de que la mente pueda liberarse de las distracciones que ella misma crea. La mente debe estar por completo quieta, silenciosa, porque todo pensamiento se vuelve una distracción.

   … La mente que ha comprendido el vivir cotidiano y ha generado orden en ese vivir y, por ende, belleza y amor, es una mente religiosa. Una mente así no conoce la pena, esa mente es una bendición, y hay en ella una bienaventuranza inmensa, inconmensurable”.

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: