“… Esta mañana quiero
abordar la idea de los valores. Toda nuestra vida es puramente un movimiento de
valor en valor, pero pienso que hay un modo, si puedo usar esa palabra con
consideración y delicadeza, por el cual la mente puede verse libre del sentido
de valuación. Estamos acostumbrados a los valores y a su continuo cambio. Lo
que consideramos esencial pronto se vuelve no esencial, y el conflicto radica
en el proceso de este continuo cambio de valores. Mientras no comprendamos lo
fundamental en el cambio de los valores y la causa de ese cambio, estaremos
siempre atrapados en la rueda de los valores en conflicto.
… Quiero abordar la
idea básica de los valores; si es fundamental, si la mente, que es
inteligencia, puede actuar siempre espontánea y naturalmente sin impartir
valores al medio que la rodea. Ahora, dondequiera que hay insatisfacción con el
medio, con las circunstancias, ese descontento tiene que inducir el deseo de
cambios, de reformas. Lo que ustedes llaman reforma es meramente la creación de
nuevos conjuntos de valores y la destrucción de los viejos. En otras palabras,
cuando hablan de reforma se refieren a una nueva sustitución. En lugar de vivir
en la vieja tradición con sus valores establecidos, desean, mediante el cambio
de las circunstancias, crear nuevos grupos de valores, es decir, donde existe
este sentido de valuación tiene que existir la idea del tiempo y, por ende, un
cambio continuo de valores.
… En períodos de estancamiento, en períodos
de cómoda estabilidad, a aquello que no es sino la transformación gradual de
los valores, lo llamamos la lucha entre la generación vieja y la generación
nueva. O sea que, en tiempos de paz y tranquilidad, ocurre una transformación
gradual de valores, en su mayoría inconsciente, y a este cambio, a este cambio
gradual lo llamamos la lucha entre los jóvenes y los viejos. En períodos de
revueltas sociales, de grandes conflictos, tienen lugar cambios violentos y
crueles de valores y a eso lo llamamos revolución. El rápido cambio de valores
que llamamos revolución es violento y despiadado. El cambio lento, gradual de
los valores, es la continua batalla que se desarrolla entre la mente cómoda,
afirmada, estancada, y las circunstancias que imponen nuevas condiciones a esa
mente estancada, como lo es el crear un conjunto nuevo de valores.
… Así pues, estas circunstancias cambian
lenta o rápidamente, y la creación de nuevos valores no es sino el resultado de
ajustes al medio en permanente cambio. Por lo tanto, los valores son solo el
patrón del amoldamiento a ese medio. ¿Por qué deben ustedes tener valores en
absoluto? Por favor, no digan: ¿Qué nos ocurrirá si no tenemos valores? No he
llegado a eso, todavía no he dicho eso. Así que tengan la bondad de seguir
esto. ¿Por qué deben tener valores? Toda esta idea de buscar valores, ¿qué es
sino una lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre lo antiguo y lo moderno? ¿Acaso
los valores no son tan solo un molde establecido por uno mismo o por la
sociedad, un molde al cual la mente, en su pereza, en su falta de percepción,
desea amoldarse? La mente busca una certeza, una conclusión, y en esa búsqueda
actúa; o se ha adiestrado para desarrollar un trasfondo y funciona desde ese
trasfondo; o tiene una creencia y desde esa creencia empieza a colorear sus
actividades. La mente exige valores a fin de no sentirse perdida, a fin de
tener siempre una guía a la cual seguir, imitar. En consecuencia, los valores
se vuelven meramente los moldes en los cuales la mente se estanca, e incluso el
propósito de la educación parece ser el de obligar a la mente y al corazón a
aceptar nuevos amoldamientos.
… Por lo tanto, todas
las reformas en la religión, en los patrones morales, en la vida social y en
las organizaciones políticas, son simples dictados del deseo de amoldarse al
medio siempre cambiante. Eso es lo que ustedes llaman reforma. Las condiciones
que nos rodean cambian constantemente; las circunstancias están en continuo
movimiento y las reformas se hacen sólo a causa de la necesidad de ajuste entre
la mente y el medio, no porque la mente se abre paso a través del medio y por
eso lo comprende. A estos valores nuevos se los exalta como fundamentales,
originales y genuinos. Para mí, son nada más que sutiles formas de coerción y
amoldamiento, sutiles formas de modificación; y estos nuevos valores sólo
ayudan a producir, infructuosamente, una reforma fragmentaria, una engañosa
transformación de cubiertas superficiales a la cual calificamos de cambio.
… Así es como, a causa
de este conflicto siempre creciente, se originan las divisiones y las sectas.
Cada mente crea un nuevo grupo de valores de acuerdo con sus propias reacciones
al medio, y entonces comienza la división de los seres humanos; surgen a la existencia
las distinciones de clase y fieros antagonismos entre credos, entre doctrinas.
Y desde la inmensidad de este conflicto, entran en actividad los expertos que
se llaman a sí mismos reformadores de la religión, y sanadores de males
sociales y económicos. Siendo expertos, están de tal modo cegados por su propia
condición, que sólo aumentan la división y la lucha. Estos son los reformadores
religiosos, los reformadores sociales, económicos y políticos, todos los expertos
con sus propias limitaciones, todos ellos dividiendo nuestra vida y nuestro
funcionamiento humano en compartimientos y conflictos.
… Encarar la vida de manera completa y comprender plenamente su significado requiere una mente no condicionada por el ayer, y esto puede ocurrir sólo gracias a una intensa percepción alerta, gracias al discernimiento. A diferencia de lo que ocurre con la mente del primitivo, esto exige una acción integrada en el presente sin la presión del temor o la búsqueda de una recompensa. Esa acción es la inteligencia de la completa y madura soledad del ser. El éxtasis de la verdad existe sólo cuando la mente y el corazón, vulnerables y libres de toda carga, se enfrentan a la vida, a lo desconocido, a lo inmensurable. Cuando la mente no está cargada de valores, de recuerdos, de ideas preconcebidas y es capaz de encontrarse con lo desconocido, en ese encuentro de la mente con lo desconocido nace la sabiduría, la bienaventuranza del presente.
… Si uno está viviendo sin el sentido del ‘yo’, lo cual implica el descubrimiento de los valores genuinos, entonces ya no está limitado por el tiempo. Ahora estamos limitados por el tiempo."
J. Krishnamurti
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