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EL APEGO AL PASADO, CON SUS RECUERDOS Y TRADICIONES, ES LA CONTINUACIÓN DE UN CENTRO ESTÁTICO QUE IMPIDE LA EXPERIENCIA DE LA VERDAD

  

   “… Ayer hablábamos de la dependencia, de sus apegos y temores. Creo que esta puede ser una cuestión importante en nuestra vida, de modo que deberíamos examinarla con bastante profundidad. Después de todo, vemos que no es posible la libertad cuando hay alguna clase de dependencia. Existe la dependencia fisiológica y la psicológica. Hay dependencia biológica de alimento, ropa y albergue, que es una dependencia natural. Pero existe un apego que surge a raíz de una necesidad biológica, como la de poseer una casa, a la cual uno se apega psicológicamente; o se apega a determinados alimentos, al comer de forma compulsiva, debido a otros factores de temor que no han sido descubiertos, y así sucesivamente. Hay dependencias físicas de las cuales uno puede darse cuenta fácilmente, como el fumar, el ingerir drogas, el beber y el recurrir a diversos tipos de estimulantes físicos de los que uno depende fisiológicamente. Luego están las dependencias psicológicas. Uno tiene que observarlas con mucho cuidado porque están entrelazadas, relacionadas entre sí. Se depende de una persona, de una creencia, de una relación establecida, o de un hábito psicológico de pensamiento. Creo que uno puede darse cuenta de todo esto bastante fácilmente. Y puesto que hay dependencia y apego, tanto físico como psicológico, el miedo de perder aquello a lo que estamos apegados engendra temor.

   … Hay apegos superficiales, psicológicos, y estratos profundos donde puede haber alguna forma de apego. ¿Cómo se descubren? ¿Cómo puede ver la verdad y las implicaciones de esa verdad, la mente que tal vez observe conscientemente sus muchos apegos y se dé cuenta de la naturaleza de estos? Puede que tenga otras formas de apegos ocultos. ¿Cómo va a descubrirlos? Una mente que está atada a algo experimenta conflicto al darse cuenta que debe desapegarse; de otro modo sufre y, por consiguiente, se apega a alguna otra cosa, y así sucesivamente. Esta es nuestra vida. Descubro que estoy apegado a mi mujer y puede que vea todas las consecuencias de ello. Como estoy apegado a ella, veo que inevitablemente ha de haber temor involucrado. Por lo tanto, surge el conflicto del desapego y el intento de relacionarse, el conflicto en la relación. Es bastante fácil observar eso claramente y ponerse a sí mismo al descubierto. Nuestra pregunta es: ¿cuán profundamente apegados estamos a alguna forma de tradición, cualquiera que sea, en los ocultos intersticios de la mente? Escuchen, por favor, porque verán que la libertad implica liberarse completamente de todo esto; de lo contrario tiene que haber temor. Y la mente que está agobiada por el temor es incapaz de comprender, de ver las cosas como son y trascenderlas.

   … ¿Cómo se observan los apegos ocultos? Puede que me obstine creyendo que no estoy atado a nada; puedo haber llegado a la conclusión de que no dependo de nada. Esa conclusión lleva a la terquedad. Pero si uno está aprendiendo, buscando, vigilando, en este acto de aprender no hay conclusión. La mayoría de nosotros estamos apegados a alguna forma de conclusión todo el tiempo y funcionamos de acuerdo con dicha conclusión. ¿Puede la mente dejar de formar conclusiones? Todo el tiempo, no sólo en raras ocasiones.

   … Yo digo que jamás encontrarán la verdad cambiando gradualmente el objeto del deseo. Pero si comprenden que sólo en la percepción inmediata, en el discernimiento instantáneo se encuentra la plenitud de la sabiduría, entonces desaparecerá esta idea del cambio gradual de los objetos del deseo.

   ¿Qué es lo que hacemos, pues? Pensamos: “yo era diferente ayer, soy diferente hoy y seré diferente mañana”; por lo tanto, prestamos atención a las diferencias, a los cambios, no al discernimiento. Tomemos, por ejemplo, la idea del desapego. Nos decimos: “hace dos años yo estaba mucho más apegado, hoy estoy menos apegado y dentro de unos cuantos años lo estaré menos aún; finalmente llegaré a un estado en el cual me habré desapegado por completo”.  Pensamos así que hemos evolucionado desde el apego al desapego, a través del constante impacto de la experiencia, y a esto lo llamamos progreso, desarrollo del carácter.

   Para mí, esto no es progreso. Si uno percibe con todo su ser la plena significación del apego, entonces no progresa hacia el desapego. La mera persecución del desapego no revela la superficialidad del apego, la cual puede ser comprendida sólo cuando la mente y el corazón no escapan a través de la idea del desapego. Esta comprensión no se origina en el tiempo, sino comprendiendo que en el apego mismo están tanto el dolor como la dicha pasajera. Entonces ustedes me preguntan: ¿no me ayudará el tiempo a percibir eso? El tiempo no lo hará. Lo que hará que perciban es, ya sea la transitoriedad de la dicha o la intensidad del dolor que hay en el apego. Si están plenamente atentos a esto, entonces ya no se hallan atrapados en la idea de que son diferentes ahora de como lo fueron varios años atrás, y de que luego serán de nuevo diferentes. Se vuelve ilusoria la idea del tiempo progresivo.

   … Les aseguro que, mediante este proceso de apego, no pueden encontrar la verdad, la liberación, el nirvana, el cielo o como gusten llamarlo. Esto no quiere decir que todos deben volverse indiferentes, lo cual significaría solo que se han marchitado, sino que traten de descubrir francamente, con honestidad y sencillez, si aquello a lo que se aferran con tan inflexible espíritu posesivo, tiene alguna significación, algún valor; para descubrir si tiene algún valor, no puede haber deseo alguno de aferrarse a ello. Y cuando realmente lo consideren de ese modo, encontrarán algo que es indescriptible. Descubrirán algo real, perdurable, eterno. Entonces no habrá necesidad alguna de maestro y discípulo. Habrá un mundo feliz, cuando no haya ni maestros ni discípulos.

   … La verdad es una experiencia disociada del pasado. El apego al pasado, con sus recuerdos y tradiciones, es la continuación de un centro estático que impide la experiencia de la verdad. Cuando la mente no está cargada de creencias, deseos, apegos, cuando se halla creativamente vacía, existe una posibilidad de experimentar lo real.”

   J. Krisnamurti

                
            Audiotexto:

           

SE HA DICHO QUE ES EL DESEO DE ALEJARSE DEL TEMOR LO QUE ENGENDRA CONSTANTEMENTE MÁS TEMOR

     

   “… Temo perder la imagen que he construido de mí mismo, que está llena de conocimientos y es una entidad muerta. No, señor. No me dé ninguna explicación. Me doy cuenta de que tengo miedo, ¿por qué? ¿No es acaso porque veo que estoy muerto? Estoy viviendo en el pasado y no sé lo que significa observar y vivir en el presente, por lo tanto, esto es algo totalmente nuevo y temo hacer algo nuevo; ¿qué significa esto? Que mi cerebro y mi mente han seguido el viejo patrón, el viejo método, el viejo modo de pensar, de vivir y de trabajar. Pero para poder aprender la mente tiene que liberarse del pasado; hemos establecido esto como verdad. Ahora, mire lo que ha ocurrido. He establecido el hecho como verdad de que no hay verdadero aprendizaje si el pasado interviene. También me doy cuenta de que tengo miedo. Así pues, hay una contradicción entre el hecho de haberme dado cuenta de que para aprender la mente tiene que librarse del pasado, y de que al mismo tiempo tengo miedo de lograrlo. En esto hay dualidad. Veo y tengo miedo de ver.

    Así es que nos aferramos a lo viejo, lo cual inevitablemente engendra temor, ya que la vida está cambiando; hay trastornos sociales, motines, guerras. Por lo tanto, hay temor. Ahora bien, ¿cómo he de aprender acerca del temor? Nos hemos alejado del movimiento anterior. Ahora queremos aprender sobre el movimiento del temor. ¿Cuál es el movimiento del temor? ¿Se da usted cuenta de que siente miedo? ¿Se da cuenta de que tiene temores?

   … No hablo de si el vigilar es el resultado del pasado. Estoy vigilando, me doy cuenta del miedo. Me doy cuenta de que temo perder dinero, enfermar, tengo miedo de que mi esposa me abandone y Dios sabe de qué más. Y quiero aprender al respecto. Por lo tanto, estoy observando, y como es natural, mi pregunta es: ¿Quién está vigilando este miedo? 

   … Es la misma cosa, sólo que usted nos hace volver más hacia atrás. Ahora bien, por favor, escuche; esta es la manera más práctica de proseguir con el asunto. Usted verá que, si sigue la discusión con mucho cuidado, la mente se liberará del miedo. Pero usted no lo está haciendo. Temo perder dinero y, por lo tanto, ¿qué hago? Huyo del miedo, evitando pensar en ello. Me doy cuenta de lo absurdo que es evitarlo, porque mientras más resisto, más miedo tengo. Lo estoy vigilando y surge la pregunta: ¿Quién está vigilándolo? ¿Es el deseo el que quiere librarse del miedo, trascenderlo, librarse de él, el que lo está vigilando? Lo es. Y sé que el vigilarlo de esa forma sólo crea división y, por lo tanto, lo fortalece. Veo pues, la verdad de este hecho, y así el deseo de librarme del miedo desaparece, ¿me comprende? Es como ver una serpiente venenosa, el deseo de tocarla desaparece. El deseo de tomar drogas se acaba cuando veo su verdadero peligro, no las probaré. Mientras no vea el peligro, seguiré. Del mismo modo, mientras no vea que el huir del miedo lo fortalece, continuaré huyendo. Tan pronto lo veo dejo de huir. Entonces, ¿qué ocurre?

   … Desde el momento en que le asuste mirar el miedo, no lo comprenderá, y si desea comprenderlo, no se asuste. Es así de sencillo. Si no sé nadar no me sumergiría en el río. Cuando sé que no es posible terminar con el temor teniendo miedo de mirarlo, si es que quiero mirar realmente diré: "No me importa, lo observaré". 

   … Se ha dicho que es el deseo de alejarse del temor lo que engendra constantemente más temor. Cuando tengo miedo quiero alejarme de él; así, lo que hago siempre es permitir que tenga relativa importancia para poder identificarme con él, de modo que pueda sentirme unido a él.

   ¿Lo ve? Son todas esas tretas con las que jugamos. Escuche de verdad, señor. ¿Quién está diciendo todo esto? Usted hace un esfuerzo por identificarse con el miedo.

   … ¿Es entonces el miedo una de las causas del desorden? Obviamente lo es, miedo al fracaso, miedo a no ser capaz de realizarse, miedo a perder, a no ganar. Tenemos toda clase de miedos. Uno le teme al gurú, ¿han notado ustedes cómo se arrastran delante de un gurú? En cierto modo se vuelven inhumanos, están amedrentados. Desean algo del gurú y por eso lo adoran. En esa adoración hay miedo. Existen pues, muchas formas de miedo, no estamos hablando de una forma particular. Nos preguntamos cuál es la raíz del miedo. Si podemos descubrir la raíz del miedo, entonces todo el árbol está ahí. Pero si sólo me interesa mi pequeño temor privado a la oscuridad, o el temor a mi esposa o esposo, a esto o aquello, entonces mi cerebro no participa en el descubrimiento de la raíz completa del miedo. Eso está claro. Entonces, ¿cuál es la raíz del miedo? ¿Cómo surge este? Se trata de un problema muy complejo. Todo problema complejo debe ser abordado muy sencillamente, cuanto más sencillamente mejor. Y esto implica decir: “No sé cómo habérmelas con el miedo”. Entonces comienza uno a descubrir. Si ya han llegado a una conclusión acerca de cuál es la raíz del miedo jamás descubrirán la raíz. Tienen que abordar el miedo de una manera muy simple, el tronco y la raíz del miedo, no las ramas. Nos estamos preguntando cuál es la causa o el proceso que da origen al miedo.

   … ¿Cuál es la causa del miedo? ¿Cómo se engendra el miedo? ¿Cuál es su proceso y cómo se expresa? Tiene que haber miedo mientras exista el proceso del "yo", la conciencia del deseo que limita la acción. Todo acto que nace de la limitación producida por el deseo sólo crea nuevas limitaciones. Este constante cambio de deseos con sus múltiples actividades no libera del miedo a la mente, sino que da identidad y continuidad al proceso del ''yo". La acción que emana del deseo debe crear siempre miedo y, debido a eso, impide la inteligencia y el ajuste espontáneo a la vida. En vez de preguntarme si es bueno o malo que uno se discipline, tome conciencia de su propio deseo; verá, entonces, cómo surge el miedo y cómo se perpetúa. En vez de desear librarse del miedo, dese cuenta profundamente del deseo y hágalo sin ningún tipo de compulsión. Entonces cesará el miedo, despertará la inteligencia y existirá la honda plenitud de la vida.

   ¿Tiene conciencia de que en su vida el miedo y el deseo son causa de lucha e infelicidad?”

      J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

EL PENSAMIENTO Y EL TIEMPO VAN UNIDOS, NO SON DOS MOVIMIENTOS INDEPENDIENTES, SINO QUE SON UN ÚNICO Y CONSTANTE MOVIMIENTO

                           

   “… El tiempo psicológico es diferente del tiempo común. No sé si usted lo ve. ¿Lo ve? El tiempo de ese reloj, el tiempo del sol, el tiempo para cubrir una distancia física. No nos conocemos el uno al otro, pero si nos encontramos con frecuencia nos conoceremos. O podemos conocernos el uno al otro instantáneamente. Está pues, el tiempo físico y está el tiempo psicológico. Hablamos del tiempo psicológico. A una semilla le toma tiempo fructificar, a un niño el volverse hombre. Y aplicamos esa clase de tiempo a la psique. Soy esto, pero seré aquello; no soy valiente, pero denme tiempo y lo seré. Nosotros hablamos del tiempo en el campo de la psique.

   … ¿Tiene el hombre que vivir condenado al conflicto, sufriendo, sin nunca saber lo que significa ser completamente libre y, quizá, sin nunca conocer lo que es el amor? Si uno se da cuenta que el tiempo, el pensamiento, no son el camino para terminar con el sufrimiento, ¿qué sucede entonces? Darse cuenta, ¿saben lo que significa darse cuenta? Cuando se dan cuenta que cierta carretera no conduce a su casa, dan media vuelta y buscan otra, no insisten en seguir avanzando por esa carretera. Si insisten en continuar por esa carretera que no conduce a su casa es porque padecen alguna clase de desequilibrio mental, no están en su sano juicio; si insisten en que esa carretera lleva a su casa están sordos, están ciegos. Exactamente eso es lo que estamos haciendo; insistimos en que el pensamiento, el tiempo, la evolución, nos sacará de este caos, de este sufrimiento.

   … Pero en el momento que acepta el tiempo, acepta la continuación del sufrimiento. Si no quedara tiempo, ¿qué esperanza le quedaría sabiendo que es viejo, que está fuertemente condicionado, que le resulta muy difícil soltar sus hábitos, ¿incluso el hábito más insignificante? Por eso es necesario soltar nuestros hábitos instantáneamente, no mañana; no sólo los hábitos superficiales, sino los más profundos, nuestra forma de pensar, nuestras creencias y dogmas. Tenemos que romper esos hábitos que están profundamente arraigados, pero decimos: «No es posible hacerlo de forma inmediata, necesitamos tiempo». En consecuencia, esperamos hacerlo en la próxima vida o la próxima semana, viene a ser lo mismo porque admitimos el tiempo.

   … Lo que estamos diciendo es, el cerebro ha evolucionado en el tiempo y solo puede pensar en términos de tiempo, en que la crisis, «se solucionará»; en el momento en que utiliza las palabras, «se solucionará», ya está pensando en términos de tiempo. No sé si lo entienden. ¿De acuerdo? Señor, ambos estamos hablando juntos. Decimos que esa actividad del cerebro que ha sido cultivada a través del tiempo, puede detenerse cuando afrontamos la crisis y nos liberamos de la idea, del concepto, del deseo, del «finalmente lo cambiaremos». ¿Entiende este punto?

   … Si dedicamos nuestra mente y corazón a terminar con la enfermedad de la ignorancia y el egoísmo, crearemos un mundo sano y feliz. No debemos pensar y sentir horizontalmente, sino verticalmente. Es decir, en vez de seguir la corriente de la pereza, del egoísmo, de la ignorancia del pensar y del sentir gradual, del lento proceso a través del tiempo para tener claridad, de seguir esta corriente de constante conflicto y desdicha, de asesinatos en masa y de ciertas treguas llamadas paz, con la idea final de tener un paraíso en la Tierra; en vez de pensar y sentir a lo largo de estas corrientes horizontales, ¿podemos dejar de pensar y sentir horizontalmente? ¿Podemos pensar y sentir verticalmente? ¿Es posible salirse de esa continuidad horizontal de confusión y lucha, para pensar y sentir de forma diferente, nueva, vertical, sin intervención del tiempo?

   … La percepción y la comprensión no pertenecen al tiempo. La percepción es cuestión de intensidad en el ver, un ver que es total. ¿Cuál es la naturaleza de ese ver algo totalmente? ¿Qué es lo que a uno le da la capacidad, la energía, la vitalidad, el impulso de encarar algo de inmediato con toda su energía no dividida? En el momento que uno ha dividido la energía surge el conflicto y, por lo tanto, no existe el ver, no existe la percepción de algo en su totalidad. Ahora bien, ¿qué es lo que le da la energía para hacerlo saltar cuando ve una cobra? ¿Cuáles son los mecanismos que hacen que todo el ser, orgánico y psicológico, salte sin vacilación alguna, de manera que la reacción sea inmediata? ¿Qué es lo que ha intervenido en esta inmediatez? Han intervenido varias cosas en esa acción inmediata, miedo, protección natural, los cuales deben estar presentes, el conocimiento de que la cobra es mortífera. 

   … Para percibir de forma directa se requiere una mente que no sea esclava del tiempo. Por favor, comprendan esto pues, una vez entiendan este hecho, la estructura entera del pensamiento cambiará. Para percibir y comprender el tiempo no es necesario en absoluto; lo único que se necesita es ver con claridad, y para ver con claridad uno ha de tener espacio, no sólo espacio externo, sino espacio interior, es decir, espacio en la mente. Porque cuando la mente parlotea se llena de conocimiento, entendiendo por conocimiento no la información técnica, obvia y necesaria, sino el pasado; cuando la mente está atestada del conocimiento de ayer, de los hechos de ayer, del dolor y de los diversos recuerdos de ayer, no hay espacio en ella, y cuando no hay espacio hay conflicto.

   … ¿Cómo relaciono lo que he entendido lógica e intelectualmente con lo que he escuchado? ¿Cuál es la verdad? Así, ya ha creado una división entre el entendimiento intelectual y la acción. ¿Se da cuenta de ello? Escuche, tan solo escuche. No haga nada al respecto. No pregunte: ¿Cómo puedo conseguir algo? ¿Cómo puedo terminar con el pensamiento y el tiempo? No puede hacerlo. Sería absurdo, porque usted es el resultado del tiempo, del pensamiento, y lo único que haría seria dar vueltas en un mismo círculo. Escuche, no reaccione, no pregunte cómo, tan sólo limítese a escuchar como escucharía una hermosa música o el canto de un pájaro, esa afirmación de que cualquier tiempo está contenido en el ahora, y que el pensamiento es un movimiento. El pensamiento y el tiempo van unidos, no son dos movimientos independientes, sino que son un único y constante movimiento. Eso es un hecho. Escúchelo.”

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

UNO REPRESENTA A LA CULTURA EN LA QUE HA NACIDO, FORMA PARTE DE ELLA, Y PARA CAMBIAR ESENCIALMENTE ESA ESTRUCTURA, UNO TIENE QUE CAMBIARSE A SÍ MISMO

   “… Sobre lo que sí tenemos que conversar juntos es sobre la revolución interior. Porque es obvio que no podemos seguir viviendo con nuestra actual actitud psicológica, deben producirse inmensos y drásticos cambios, no sólo en la estructura externa de la sociedad, sino en nosotros mismos, dado que la sociedad en la que vivimos, la cultura en la que se nos ha educado, forma parte de nosotros. Esa estructura social y esa cultura son lo que nosotros hemos creado, nosotros somos la cultura y la cultura es lo que nosotros somos; somos el mundo y el mundo es nosotros. Es obvio que uno representa a la cultura en la que ha nacido, forma parte de ella, y para cambiar esencialmente esa estructura, uno tiene que cambiarse a sí mismo.

   … Es extraordinariamente difícil observarse a sí mismo, observar lo que hacemos, lo que pensamos, cuáles son nuestros motivos e incentivos, y no condenar ni justificar; es extraordinariamente difícil hacerlo, porque toda nuestra cultura se basa en la condena, el juicio y la evaluación; hemos sido educados en el «haz esto y no aquello». Pero si podemos mirar en el espejo de la relación, sin crear el opuesto, entonces descubriremos que la autognosis no tiene fin.

   … Creo que deberíamos examinar la importancia de que los seres humanos se transformen a sí mismos, en este momento en que nuestro entorno, la sociedad y la cultura son tan corruptos y se están desintegrando. Vemos que es necesario cambiar el medio en el que vivimos, entendiendo por medio, la sociedad, la religión, la cultura, etc. ¿Puede un individuo, un ser humano solo, cambiar por completo la estructura social, la comunidad y el mundo que le rodea? Se preguntarán qué importancia puede tener que un individuo, un ser humano, se transforme cuando a su alrededor reinan el caos, la miseria, la confusión y la locura; no creo que sea desacertado usar estas palabras. A mi entender, no es la pregunta adecuada. Ese ser humano es el resultado de la cultura en la que vive; él ha construido la cultura, la sociedad, el medio, luego al transformarse el ser humano que es, está transformando el medio, puesto que él es el mundo, y el mundo que lo rodea es él. No hay división entre él y el mundo.

   … Usted es el resultado de ese enorme lastre de la sociedad, con su cultura y sus religiones, y ella le está gobernando, tanto en el nivel económico como en el interno. O usted hace las paces con la sociedad, lo que significa aceptar sus males y vivir con ellos, o la descarta totalmente y busca una nueva forma de vida. Pero no puede encontrar el nuevo camino sin abandonar el viejo. Lo que usted realmente desea es seguridad, ¿no es cierto? Esa es la búsqueda total del pensamiento, ser diferente, más ingenioso, más sagaz, más hábil. En este proceso usted está tratando de hallar una profunda seguridad, ¿no es así? ¿Pero es que tal cosa existe en alguna forma? La seguridad rechaza el orden. No hay seguridad en la relación, en la creencia, en la acción; y como uno la está buscando, crea el desorden. La seguridad engendra el desorden, y cuando nos enfrentamos al aumento siempre creciente del desorden en uno mismo, queremos terminarlo por completo. 

    … La comparación es la base de lo que llamamos educación y de toda nuestra cultura. Por eso el profesor insiste continuamente en que uno debe ser tan bueno como este o aquel otro estudiante, de manera que uno tiene que esforzarse para ser tan listo como ellos. Pero, ¿qué sucede entonces? Uno empieza a preocuparse más y más, enferma físicamente y se agota mentalmente. Sin embargo, si el profesor no le compara con nadie y le dice: «Mira, amigo, cada cual debe ser uno mismo; vamos a descubrir qué te interesa, qué aptitudes tienes, pero no imites a nadie, no trates de parecerte a Rama, a Sita o a Gandhi; cada uno es lo que es. Comienza a partir de ahí». Si el profesor dice eso, entonces cada estudiante es importante en sí mismo, no los demás. Lo que importa es el individuo, pero si el profesor compara a un estudiante con otro que es más listo, lo está humillando, le hace sentirse inferior, torpe. La función del profesor es ayudar a cada uno a descubrir lo que es, y no puede ayudar si les compara a unos con otros. La comparación es destructiva, por tanto, no se compare con nadie. Cada uno es tan valioso como cualquier otro, cada uno debe comprenderse a sí mismo y, a partir de ahí, empezar a descubrir cómo puede ser más capaz, más libre, más comunicativo de lo que es. 

   … La envidia es fomentada y respetada, ¿verdad? El espíritu de competencia es nutrido desde la infancia. La idea de qué tenéis que hacer y ser mejores que otros se repiten constantemente en diferentes formas; el empleo del éxito, el héroe y su bravo acto, son incesantemente pregonados a la mente. La actual cultura se basa en la envidia, en la adquisitividad. Si no sois adquisitivo de cosas mundanas, y en vez de ello seguís a algún instructor religioso, se os promete el lugar adecuado en el más allá. A todos se nos cría sobre esta base, y el deseo de triunfar está hondamente establecido en casi todos. Se busca el éxito en diferentes formas, éxito como artista, como hombre de negocios, como aspirante religioso. Todo esto es una forma de envidia, pero es sólo cuando la envidia se vuelve penosa, dolorosa, que uno trata de desembarazarse de ella. Mientras da compensaciones y es placentera, la envidia es una parte aceptada de la propia naturaleza. No vemos que en este mismo placer hay dolor. El apego da placer, pero también engendra celos y dolor, y no es amor. En este género de actividad uno vive, sufre y muere. Es sólo cuando el dolor de esta acción autoaisladora se vuelve insoportable, que uno lucha para salir de ella.

   … Aquellos que quieren reformar la sociedad siguen atrapados en la sociedad, sin embargo, el hombre que está libre de la sociedad, como está libre de condicionamiento, actúa con independencia y con esa independencia actuará en la sociedad. De modo que nuestro problema no es reformar ni ver cómo mejorar la sociedad, cómo lograr un estado de mayor bienestar, ya sea comunista, socialista o lo que gusten; no se trata de una revolución económica o política, ni de una paz impuesta mediante el terror. El verdadero problema del hombre serio es descubrir si la mente puede estar completamente y totalmente libre de todo condicionamiento y, a partir de ahí, quizá descubrir en ese extraordinario silencio aquello que está más allá de toda-medida.”

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: