traductor para el blog blogger web

UNO REPRESENTA A LA CULTURA EN LA QUE HA NACIDO, FORMA PARTE DE ELLA, Y PARA CAMBIAR ESENCIALMENTE ESA ESTRUCTURA, UNO TIENE QUE CAMBIARSE A SÍ MISMO

   “… Sobre lo que sí tenemos que conversar juntos es sobre la revolución interior. Porque es obvio que no podemos seguir viviendo con nuestra actual actitud psicológica, deben producirse inmensos y drásticos cambios, no sólo en la estructura externa de la sociedad, sino en nosotros mismos, dado que la sociedad en la que vivimos, la cultura en la que se nos ha educado, forma parte de nosotros. Esa estructura social y esa cultura son lo que nosotros hemos creado, nosotros somos la cultura y la cultura es lo que nosotros somos; somos el mundo y el mundo es nosotros. Es obvio que uno representa a la cultura en la que ha nacido, forma parte de ella, y para cambiar esencialmente esa estructura, uno tiene que cambiarse a sí mismo.

   … Es extraordinariamente difícil observarse a sí mismo, observar lo que hacemos, lo que pensamos, cuáles son nuestros motivos e incentivos, y no condenar ni justificar; es extraordinariamente difícil hacerlo, porque toda nuestra cultura se basa en la condena, el juicio y la evaluación; hemos sido educados en el «haz esto y no aquello». Pero si podemos mirar en el espejo de la relación, sin crear el opuesto, entonces descubriremos que la autognosis no tiene fin.

   … Creo que deberíamos examinar la importancia de que los seres humanos se transformen a sí mismos, en este momento en que nuestro entorno, la sociedad y la cultura son tan corruptos y se están desintegrando. Vemos que es necesario cambiar el medio en el que vivimos, entendiendo por medio, la sociedad, la religión, la cultura, etc. ¿Puede un individuo, un ser humano solo, cambiar por completo la estructura social, la comunidad y el mundo que le rodea? Se preguntarán qué importancia puede tener que un individuo, un ser humano, se transforme cuando a su alrededor reinan el caos, la miseria, la confusión y la locura; no creo que sea desacertado usar estas palabras. A mi entender, no es la pregunta adecuada. Ese ser humano es el resultado de la cultura en la que vive; él ha construido la cultura, la sociedad, el medio, luego al transformarse el ser humano que es, está transformando el medio, puesto que él es el mundo, y el mundo que lo rodea es él. No hay división entre él y el mundo.

   … Usted es el resultado de ese enorme lastre de la sociedad, con su cultura y sus religiones, y ella le está gobernando, tanto en el nivel económico como en el interno. O usted hace las paces con la sociedad, lo que significa aceptar sus males y vivir con ellos, o la descarta totalmente y busca una nueva forma de vida. Pero no puede encontrar el nuevo camino sin abandonar el viejo. Lo que usted realmente desea es seguridad, ¿no es cierto? Esa es la búsqueda total del pensamiento, ser diferente, más ingenioso, más sagaz, más hábil. En este proceso usted está tratando de hallar una profunda seguridad, ¿no es así? ¿Pero es que tal cosa existe en alguna forma? La seguridad rechaza el orden. No hay seguridad en la relación, en la creencia, en la acción; y como uno la está buscando, crea el desorden. La seguridad engendra el desorden, y cuando nos enfrentamos al aumento siempre creciente del desorden en uno mismo, queremos terminarlo por completo. 

    … La comparación es la base de lo que llamamos educación y de toda nuestra cultura. Por eso el profesor insiste continuamente en que uno debe ser tan bueno como este o aquel otro estudiante, de manera que uno tiene que esforzarse para ser tan listo como ellos. Pero, ¿qué sucede entonces? Uno empieza a preocuparse más y más, enferma físicamente y se agota mentalmente. Sin embargo, si el profesor no le compara con nadie y le dice: «Mira, amigo, cada cual debe ser uno mismo; vamos a descubrir qué te interesa, qué aptitudes tienes, pero no imites a nadie, no trates de parecerte a Rama, a Sita o a Gandhi; cada uno es lo que es. Comienza a partir de ahí». Si el profesor dice eso, entonces cada estudiante es importante en sí mismo, no los demás. Lo que importa es el individuo, pero si el profesor compara a un estudiante con otro que es más listo, lo está humillando, le hace sentirse inferior, torpe. La función del profesor es ayudar a cada uno a descubrir lo que es, y no puede ayudar si les compara a unos con otros. La comparación es destructiva, por tanto, no se compare con nadie. Cada uno es tan valioso como cualquier otro, cada uno debe comprenderse a sí mismo y, a partir de ahí, empezar a descubrir cómo puede ser más capaz, más libre, más comunicativo de lo que es. 

   … La envidia es fomentada y respetada, ¿verdad? El espíritu de competencia es nutrido desde la infancia. La idea de qué tenéis que hacer y ser mejores que otros se repiten constantemente en diferentes formas; el empleo del éxito, el héroe y su bravo acto, son incesantemente pregonados a la mente. La actual cultura se basa en la envidia, en la adquisitividad. Si no sois adquisitivo de cosas mundanas, y en vez de ello seguís a algún instructor religioso, se os promete el lugar adecuado en el más allá. A todos se nos cría sobre esta base, y el deseo de triunfar está hondamente establecido en casi todos. Se busca el éxito en diferentes formas, éxito como artista, como hombre de negocios, como aspirante religioso. Todo esto es una forma de envidia, pero es sólo cuando la envidia se vuelve penosa, dolorosa, que uno trata de desembarazarse de ella. Mientras da compensaciones y es placentera, la envidia es una parte aceptada de la propia naturaleza. No vemos que en este mismo placer hay dolor. El apego da placer, pero también engendra celos y dolor, y no es amor. En este género de actividad uno vive, sufre y muere. Es sólo cuando el dolor de esta acción autoaisladora se vuelve insoportable, que uno lucha para salir de ella.

   … Aquellos que quieren reformar la sociedad siguen atrapados en la sociedad, sin embargo, el hombre que está libre de la sociedad, como está libre de condicionamiento, actúa con independencia y con esa independencia actuará en la sociedad. De modo que nuestro problema no es reformar ni ver cómo mejorar la sociedad, cómo lograr un estado de mayor bienestar, ya sea comunista, socialista o lo que gusten; no se trata de una revolución económica o política, ni de una paz impuesta mediante el terror. El verdadero problema del hombre serio es descubrir si la mente puede estar completamente y totalmente libre de todo condicionamiento y, a partir de ahí, quizá descubrir en ese extraordinario silencio aquello que está más allá de toda-medida.”

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: