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¿BUSCAMOS SEGURIDAD?

   “… Me pregunto si han advertido que casi todos deseamos alguna clase de seguridad psicológica. Queremos seguridad, alguien en quien apoyarnos. Como un niño pequeño se toma la mano de su madre, así queremos algo a lo cual aferrarnos; queremos que alguien nos ame. Sin una sensación de seguridad, sin una garantía mental, nos sentimos perdidos, ¿no es así? Estamos acostumbrados a apoyarnos en otros, a esperar que otros nos guíen, nos ayuden, y sin esta sustentación estamos confundidos, atemorizados, no sabemos qué pensar, cómo actuar. En el momento en que quedamos abandonados a nosotros mismos, nos sentimos solos, inseguros, perplejos. De esto surge el temor, ¿no es cierto?
   … Nos gusta pensar que estamos a salvo en nuestras ideas, en nuestras creencias, en nuestros prejuicios, pero ¿lo estamos? Son muros que carecen de realidad, son meramente nuestras concepciones, nuestras sensaciones. Nos gusta creer que hay un Dios que cuida de nosotros, que vamos a renacer más ricos, más nobles de lo que ahora somos. Puede que sea así, puede que no lo sea. De modo que podemos ver por nosotros mismos, si investigamos tanto las seguridades externas como las internas, que en la vida no hay en absoluto seguridad alguna.
   … Lo importante no es lo que cree, sino por qué cree en algo. ¿Por qué cree usted? Tanto si cree una cosa como otra, ¿cambiará eso realmente «lo que es»? Ni la creencia ni la no creencia cambian los hechos, de modo que debe preguntarse por qué cree en algo y en qué se basa esa creencia. ¿Es el miedo, la inseguridad de la vida, el temor a lo desconocido, la falta de seguridad en este mundo siempre cambiante? ¿Es la inseguridad en la relación? ¿Es porque al afrontar la inmensidad de la vida y no comprenderla se encierra a sí mismo en el refugio de la creencia; o sea, si me permite preguntarle: ¿si no tuviera ningún miedo tendría la necesidad de creer?
   … Necesitamos seguridad. Pero la seguridad física se niega a millones y millones de personas que apenas tienen una comida al día. Y nosotros, la llamada gente educada, adinerada, siempre estamos buscando, conscientemente o no, cierta clase de seguridad que nos brinde una completa satisfacción. Queremos seguridad, puesto que ésta es necesaria tanto física como psicológicamente. Sin embargo, al buscar esa seguridad nunca intentamos averiguar qué es la inseguridad. Si juntos podemos descubrir qué es la inseguridad y por qué nos sentimos inseguros, entonces, al revelarse ésta, de forma natural llega la seguridad.
   … Para descubrir esa verdad, por supuesto, uno tiene que estar en comunión con ella. No puede decírmelo otra persona; eso sería demasiado ridículo. Uno tiene que aprenderlo por sí mismo, tiene que investigarlo y descubrirlo; ha de estar en completa intimidad con esa exigencia de seguridad; si no, nunca sabrá uno si existe o no la seguridad. Éste es probablemente el gran problema para la mayoría de nosotros. Si uno descubre que la seguridad no existe en absoluto, no hay problema, ¿verdad? Entonces uno se sitúa fuera de esa batalla por la seguridad, y, por tanto, su acción en la relación humana es enteramente distinta.
   … ¿Por qué he vivido cuarenta, cincuenta, sesenta años, o cualquiera que sea el número de años que he vivido, acumulando y almacenando lo que pienso, lo que siento, lo que soy, lo que debería ser, acumulando experiencias y conocimiento? De no haber acumulado todo esto, ¿qué hubiera sucedido? ¿Comprenden? Si no tuviera ninguna opinión de mí mismo, ¿qué sucedería? ¿Seguramente me sentiría perdido, ¿no es cierto? Me sentiría inseguro, terriblemente temeroso de la vida. Por eso construyo una imagen, un mito, un concepto, una conclusión de mí mismo, porque sin esa protección la vida para mí se vuelve demasiado insignificante, incierta, aterradora, perdería toda seguridad.
   … Nos aferramos al pasado, y eso es lo que llamamos lo conocido. Y lo desconocido es la muerte, la cual nos atemoriza. Hay, pues, un ancho abismo entre lo conocido y lo desconocido. Preferimos aferrarnos a lo conocido antes que penetrar en el campo de lo desconocido, porque nuestras mentes operan siempre dentro de lo conocido debido a que allí hay seguridad. Pensamos que hay seguridad, pensamos que hay certidumbre, pensamos que hay permanencia; y cuando observamos, vemos que lo conocido es impermanente, que es totalmente inseguro. Sin embargo, nos aferramos a ello porque es todo cuanto conocemos. O sea, sólo conocemos el pasado.
   … es muy importante comprender que el cerebro está buscando constantemente la seguridad. Debe tener seguridad. Por eso poseen una significación extraordinaria la tradición, la memoria, el pasado. ¿Correcto? El cerebro necesita seguridad. El bebé necesita seguridad. La seguridad es el alimento, la ropa, la vivienda, y también nuestra fe en Dios, nuestra fe en algún ideal, nuestra fe en una sociedad mejor en el futuro. Así que el cerebro dice: "Debo tener una profunda seguridad; de lo contrario, no puedo funcionar". ¿De acuerdo? Tan sólo considérelo.
   … Así, pues, el cerebro solo puede funcionar libremente, plenamente, en completa seguridad. Debe tener seguridad, ya sea real o falsa, ilusoria o inexistente; por lo tanto, inventará una seguridad. Ahora bien, yo veo que no hay seguridad en la creencia, en una conclusión; no hay seguridad en ninguna persona, en ninguna estructura social, en ningún líder, en nadie a quien pueda seguir. Veo que no hay seguridad en nada de eso. Por consiguiente, la seguridad está en el ver, en el discernimiento. Hay seguridad en el discernimiento, no en la conclusión. ¿Lo han captado? No por lo que yo digo, sino por sí mismos. ¿Han captado esto, es verdadero para ustedes?
   … Sólo en la inteligencia hay completa seguridad, no en nuestras creencias, en nuestros mitos e ideales. Descubrir esta inteligencia, que no es de ustedes ni de quien les habla, es inteligencia, es ver lo falso como falso y terminar con lo falso. Es ver “lo que es”, realmente, no imaginarlo o escapar de ello, sino ver lo que de hecho somos; y en esa exploración está el despertar de la inteligencia.”   
    J. Krishnamurti

LA SOLEDAD

   "… Aunque uno pueda estar rodeado por su familia, por sus vecinos, aunque pueda estar paseando con amigos o viajando en un autobús atestado, experimenta de pronto una sensación de completo aislamiento. El recuerdo de esa experiencia hace que uno tema al aislamiento, la soledad. O, por estar apegados a alguien que muere, sentimos que nos hemos quedado aislados, solos. 
   … Y para escapar a eso, a esa sensación de enorme temor, a esa punzante inquietud de la soledad, hacemos toda clase de cosas, nos entregamos a las más variadas actividades: religiosas, políticas, científicas, etc. Y a esa fuga de nosotros mismos se le llama “actividad”. ¿Pero lo es? Es movimiento, es agitación, es algo para hacer; porque, si quedáis abandonados a vosotros mismos, os daréis cuenta de aquella soledad. Por eso escucháis radio, u os ponéis a leer un libro, o corréis detrás de alguien; y lloráis cuando esa persona se va o se muere, porque entonces quedáis a solas con vosotros mismos. 
   … Ese es nuestro proceso, esa es nuestra existencia. Ahora bien, cuando os dais cuenta de eso qué hacéis, ¿seguís creyendo que podéis llenar ese vacío? Habéis probado todos los medios de llenar ese vacío de la soledad. ¿Lo habéis logrado? Lo habéis intentado con el cine, sin éxito; y por eso seguís a vuestros guías espirituales o a vuestros libros, u os volvéis muy activos socialmente. ¿Habéis conseguido llenar el vacío, o simplemente lo habéis encubierto? Si sólo lo habéis encubierto, siempre está ahí; por lo tanto, volverá.
   … Es muy difícil comunicar a otro el significado o la cualidad de estar solo. La mayoría de nosotros nunca estamos solos. Podéis retiraros a las montañas y vivir como un recluso, pero cuando estáis a solas físicamente, aún tenéis con vosotros todas vuestras ideas, vuestras experiencias, vuestras tradiciones, vuestro conocimiento de lo que ha sido. El monje cristiano en una celda de monasterio no está solo; está con su Jesús conceptual, con su teología, con las creencias y dogmas de su particular condicionamiento. Del mismo modo, el sanyasi en la India que se retira del mundo y vive en aislamiento, no está solo, porque también él vive con sus recuerdos. Yo hablo de una soledad en la cual la mente está por completo libre del pasado; y sólo una mente así es virtuosa, porque únicamente en esta soledad hay inocencia.
   … El aislamiento es lo conocido, y así es la soledad que procede del aislamiento; son estados reconocibles porque han sido experimentados con frecuencia, real o imaginariamente. Su misma familiaridad engendra temor y cierto menosprecio santurrón, de lo cual surgen el cinismo y los dioses. Pero este autoaislamiento y su soledad, no conducen a la vital y madura soledad; debe terminarse con ellos, no con el fin de ganar algo, sino que deben morir tan naturalmente como el marchitarse de una flor. La resistencia engendra temor, pero también aceptación. El cerebro debe lavarse a sí mismo y quedar limpio de todos estos astutos artificios.
   … La mente tiene que encontrarse cara a cara con el hecho de la completa soledad interior, y no permitirse hacer nada respecto a ese hecho. Esa cosa extraordinaria llamada soledad es la esencia misma del ego, del yo, con todos sus embustes, su astucia, sus sustituciones, su telaraña de palabras en la que la mente está atrapada. Sólo hay libertad, la absoluta libertad del temor, cuando la mente es capaz de ir más allá de esa soledad última. Y sólo entonces descubrirá por sí mismo lo que es la realidad, esa energía inconmensurable que no tiene principio ni fin. Mientras la mente engendre sus propios miedos en términos de tiempo, será incapaz de comprender lo que es intemporal.
   … Estamos hechos de creencias, de “condicionamiento”, de influencias del ambiente: ése es nuestro “trasfondo”. Y desde ese fondo mental juzgamos, valuamos. Y cuando uno penetra y entiende el proceso íntegro de dicho “trasfondo”, llega a un punto en que se encuentra absolutamente solo. Uno debe estar solo para hallar la realidad, mas ello no significa evadirse ni aislarse de la vida. Por el contrario, es la intensificación completa de la vida porque uno entonces se ve libre del “trasfondo”, del recuerdo de las experiencias de evasión. En esa “unitotalidad”, en esa soledad, no hay opción ni temor alguno de lo que es. El miedo sólo se presenta cuando no estamos dispuestos a reconocer ni a ver lo que es.
   … ¿Estamos solos alguna vez? ¿O estamos cargando con todos los fardos del ayer? Esto es lo que hacemos. Siempre llevamos nuestra carga; nunca morimos para ella, nunca la dejamos atrás. Sólo disfrutamos de soledad interna cuando damos completa atención a cada problema y lo resolvemos inmediatamente sin arrastrarlo hasta el próximo día, hasta el próximo minuto. Entonces, aunque vivamos en una casa llena de gente o viajemos en autobús, tendremos soledad interna. Y esta soledad interna revela una mente fresca, una mente inocente.
   … Comprender la soledad, si sabe en realidad lo que significa y se vive en ese estado, es en verdad extraordinario en grado sumo, porque entonces la mente siempre es nueva y no depende de inclinación, o tendencia, ni está guiada por la circunstancia. Al comprender la soledad, empezará Vd. a comprender la necesidad de vivir consigo mismo tal como es en realidad, pues una de nuestras principales causas de temor es que no queremos vernos tal como en realidad somos. Por favor, mírense Uds. a sí mismos esta mañana tales como son realmente, no como crean que deberían ser, ni como han sido. Vea si puede mirarse serenamente, sin ninguna falsa modestia, sin ningún miedo, sin justificación ni condena, viva simplemente con lo que Vd. sea en realidad.
   … Poseer y ser poseído se considera que es una forma de amar. Este instinto de poseer, a una persona o un trozo de algo que sea propiedad de uno, no proviene meramente de las exigencias de la sociedad o de las circunstancias, sino que brota de una fuente mucho más profunda. Procede de las profundidades de la soledad. Cada cual intenta llenar esta soledad de diferentes maneras, con la bebida, con la religión organizada, las creencias, alguna forma de actividad, etc. Son todos escapes, pero eso aún sigue ahí.
   … El amor no es separativo, y así como el amor no puede ser cultivado, la soledad no es cosa del pensamiento. Cuando hay libertad con respecto a las actividades del pensar, la soledad llega tan naturalmente como la salida del sol."
   J. Krishnamurti


COOPERACIÓN

   “… Tenemos que crear un mundo nuevo. Estas no son meras palabras, una simple idea. Tenemos que crear, efectivamente, un mundo por completo diferente, en el que, como seres humanos, no estemos combatiendo unos con otros, destruyéndonos mutuamente; en que uno no domine al otro con sus ideas ni con sus conocimientos; en que cada ser humano sea libre en realidad, no en teoría. Y sólo en esta libertad es posible aportar orden al mundo. Vamos, pues, a desenredar si es que podemos, la red que hemos tejido en torno a nosotros mismos, la cual impide la cooperación y nos divide; y produce tan intensa ansiedad, dolor y aislamiento.
   … Solamente el hombre que es libre es el que puede cooperar, y es el hombre libre el que dice: no cooperaré. La cooperación, como generalmente se entiende, implica cooperar en torno de una persona, de una idea, o de una utopía; alrededor de la autoridad de una persona, o la autoridad de una idea, como la del Estado. Si lo observáis, esa clase de cooperación no es en absoluto cooperación, es un beneficio mutuo y cuando cambia la autoridad, cambiáis con el fin de derivar de ello vuestro beneficio; por lo cual es una forma compulsiva de ajuste.
   Hablamos de una cooperación que es enteramente distinta, porque el hombre debe cooperar. No podemos vivir sin cooperación. La vida es interrelación, la vida es cooperación. No es posible que vosotros y yo podamos existir sin cooperación. Pero para cooperar debe haber libertad. Usted debe ser libre y yo debo ser libre para cooperar. Libertad no quiere decir hacer lo que a uno le place: ser despiadado y todo el resto de la reacción estúpida conectada con esa palabra.
   … Si no trabajamos a favor de lo que es bueno, ¿de qué otro modo podrá realizarse? Lo bueno no vendrá si abandonamos la sociedad, al contrario, todos debemos colaborar, desde el mayor hasta el menor de entre nosotros, para lograrlo. Desde luego que tenemos que trabajar juntos, es muy natural; pero la cooperación no es cuestión de seguir una norma establecida por el Estado, por el jefe de un partido o de un grupo, ni por ninguna otra autoridad. Colaborar por miedo o por codicia de recompensa no es cooperación. La cooperación viene, natural y fácilmente, cuando amamos lo que estamos haciendo; y entonces ella es un deleite. Pero, para amar, debe primero extinguirse la ambición, la codicia y la envidia. ¿No es así?
   … Nadie puede enseñarle a amar; si fuera posible enseñar a la gente a amar, el problema del mundo sería muy fácil de solucionar, ¿no le parece? Si pudiéramos aprender de un libro cómo amar, igual que aprendemos matemáticas, el mundo sería algo maravilloso; no habría odio, explotación, guerras, ni división entre ricos y pobres; todos seríamos realmente afectuosos, los unos con los otros. Sin embargo, el amor no se consigue tan fácil; lo fácil es odiar, y el odio finalmente agrupa a las personas en costumbres, crea toda clase de fantasías, propicia diferentes clases de cooperación como puede ser la guerra.
   … Así como en una familia, cuando hay afecto, cuando hay misericordia, no se necesita una organización para la paz, lo que nosotros necesitamos es mutua comprensión, cooperación recíproca. Cuando no hay amor, es inevitable que haya guerra. Vosotros os aferráis a vuestros ejércitos, yo me aferro a los míos. ¿Existe buena voluntad entre dos salteadores? Lo que hay es cooperación para compartir el botín. La buena voluntad, por cierto, es algo enteramente diferente; no pertenece a ningún grupo, a ninguna nación, a ningún gobierno soberano.
   … Sentimos que, si tan sólo hubiera un buen líder, el mundo estaría perfectamente bien. Así, prestamos atención a los líderes y a la verdadera función de la individualidad. Cuando procuran comprender la verdadera individualidad, es inevitable que cooperen, porque eso forma parte de la comprensión. En ella no existe la individualidad como algo contrario a la cooperación. Ahora ustedes colocan a la cooperación como opuesta a la individualidad, y eso, en mi sentir, ocasiona el completo caos que reina en este mundo.
    … La unidad del hombre no se apoya en ninguna de las estructuras que ha inventado la mente humana. La cooperación no está en la naturaleza del intelecto. Entre el amor y el odio no puede haber unidad, sin embargo, eso es lo que la mente está tratando de encontrar y establecer. La unidad se halla totalmente fuera de este campo, y el pensamiento no puede alcanzarla. El pensamiento ha construido esta cultura de agresión, competencia y guerra y, sin embargo, este mismo pensamiento está buscando a tientas el orden y la paz. Pero haga lo que haga, el pensamiento no puede hallar el orden y la paz. Para que haya amor, el pensamiento debe estar silencioso.
   … Cuando examinen este proceso, discernirán que el "yo" se está reconstituyendo a sí mismo a cada instante, por medio de sus propias actividades volitivas basadas en la ignorancia, el deseo y el temor. Cuando comiencen a darse cuenta de que el "yo" carece, por lo tanto, de permanencia, habrá un cambio vital en su conducta y moralidad. Entonces no puede haber servilismo ni aquiescencia, sino sólo la acción de la inteligencia despierta, que crea condiciones siempre nuevas, sin que ustedes sean esclavizados por ellas. Sólo esta inteligencia puede producir cooperación verdadera sin frustración.
   … Con la comprensión del proceso total de la mente, hay una radical revolución interna, y de ella surgen las acciones de la verdadera cooperación, que no es cooperación de acuerdo con un modelo, con la autoridad, con alguien que «sabe». Cuando usted tiene bien en claro cómo cooperar, porque existe esta revolución interna, también sabe cuándo no cooperar, lo cual es de veras muy importante, quizá más importante aún. Ahora cooperamos con cualquier persona que ofrece una reforma, un cambio, y eso sólo perpetúa el conflicto y la desdicha; pero si sabemos qué es tener el espíritu de cooperación, que adviene con la comprensión del proceso total de la mente, que implica libertad con respecto al «yo», entonces hay posibilidad de crear una civilización nueva, un mundo por completo diferente, exento de espíritu adquisitivo, de envidia, de comparación. Esto no es una utopía teórica, sino el verdadero estado de la mente que, de manera constante, investiga y va en pos de aquello que es verdadero y bienaventurado.
   … Sólo podrá haber cooperación, cooperación inteligente, humana, creativa, no cooperación egoísta, cuando ustedes, como individuos, llegan a ser individuos completos. O sea, cuando vean que, para tener verdadera cooperación en el mundo, no tiene que existir la competitiva búsqueda de la seguridad propia. Eso implica transformar toda la estructura de nuestra civilización, con sus intereses creados, su espíritu posesivo de clase, sus nacionalidades, su conciencia racial, sus religiones que dividen a la gente.
   … Si cooperan con algo sin comprenderlo, están meramente imitando, copiando. Pero si comprenden, si descubren la verdad de algo, entonces al cooperar están viviendo, moviéndose con ello y ello forma parte de ustedes.”
   Jiddu Krishnamurti 



                                                              http://amigos-de-krishnamurti-zgz.blogspot.com/

RESPONSABILIDAD

    "… Esto no es una instrucción, una autoridad que les dice lo que deben hacer o pensar. Tenemos que mirar a la humanidad como un todo; tenemos que cuestionar cualquier autoridad física y psicológica: la autoridad de la guerra, la autoridad de los gobiernos, ya sean totalitarios o los llamados democráticos. Cuando investigamos, cuestionamos, exploramos, debemos tener un cerebro escéptico, que cuestione y no que haga preguntas desde un punto de vista particular o desde la pertenencia a una tribu, comunidad religiosa u otra. Juntos vamos a observar el mundo, lo que es, cómo es, y no lo que nos gustaría que fuera. Vamos a asumir la responsabilidad de observar los asuntos reales del mundo, el mundo tal cual es.
   … ¿Cómo vosotros y yo podemos, pues, abordar estos problemas de un modo nuevo? Es obvio que no podemos aguardar que alguna otra persona, un "gurú" o un líder, resuelva nuestras dificultades. Eso es infantil, es pensar sin madurez. La responsabilidad es vuestra y mía; y puesto que los dirigentes han fracasado, y los sistemas y las fórmulas carecen de sentido, no podemos quedarnos sentados como espectadores, esperando que se nos diga lo que hay que hacer. ¿Cómo, pues, vosotros y yo habremos de actuar con respecto a esos problemas? 
   … Vosotros creéis en una cosa, yo creo en otra; vosotros sois comunistas, yo soy capitalista, lo cual es simplemente cuestión de creencia; vosotros os llamáis hindúes, yo me llamo musulmán, y nos destrozamos unos a otros. La creencia, pues, es algo que pone al hombre contra el hombre y, reconociendo todos esos factores, ¿cuál es vuestra responsabilidad? ¿Puede uno aconsejar a otro lo que ha de hacer? Vosotros y yo podemos discutir; pero a vosotros os toca actuar, luego de examinar el asunto. Para examinarlo debéis prestar atención; y debéis hacer frente a las consecuencias de vuestra decisión. No podéis dejar eso a cargo mío o de alguna otra persona.
   … Debemos empezar por comprender nuestras relaciones con nuestros semejantes, con la naturaleza, con las ideas y las cosas, porque sin esta comprensión no hay esperanza, no hay solución del conflicto ni del sufrimiento. La paz no se alcanza por medio de ninguna ideología; no depende de ninguna legislación; sólo vendrá cuando nosotros, como individuos, comencemos a entender nuestros propios procesos psicológicos. Si evitamos la responsabilidad de actuar como individuos y esperamos que algún nuevo sistema establezca la paz, nos convertiremos simplemente en esclavos de este sistema.
   … La responsabilidad del individuo no es ante la sociedad sino consigo mismo, y si realmente es responsable consigo mismo, entonces actuará respecto a la sociedad, pero no a la inversa. Es evidente que el individuo no puede hacer mucho por la confusión social; sin embargo, en el momento en que empieza a aclarar su propia confusión, su propia contradicción interna, su violencia y sus miedos, entonces ese individuo adquiere una importancia extraordinaria en la sociedad; creo que muy pocos nos damos cuenta de esto. Cuando vemos que no podemos hacer nada a escala mundial curiosamente dejamos de actuar, lo cual en realidad es un escape para no actuar en uno mismo y producir ese cambio radical.
   … los individuos son quienes forman lo colectivo, y tan sólo la respuesta del individuo, la de usted, la mía, puede producir un cambio fundamental en el mundo. Pero si el individuo no se da cuenta de su responsabilidad y la deja en manos de lo colectivo, entonces el astuto político o el astuto líder religioso la administran. Sin embargo, si vemos que usted y yo somos responsables de cambiar la situación del mundo, en ese caso, el individuo se vuelve realmente importante y no un simple instrumento, una herramienta en manos de otro.
   … Si soy ineficaz no puedo responder, responder con propiedad. De modo que la responsabilidad significa responder adecuadamente al trabajo, al medio ambiente o a los sucesos que tienen lugar a mi alrededor. Debo responder con mi más alta capacidad; eso es lo que significa la palabra «responsable». Vea cuánto hay envuelto en esa sola palabra.
   … El cambio no se produce por medio de la recompensa o del castigo. La mente misma se da cuenta de lo absurdo de todo esto; ve la necesidad del cambio, no porque Dios, el sacerdote o algún otro le digan que cambie. Uno es consciente del caos a su alrededor y este caos ha sido provocado por los seres humanos; yo soy como el resto de los seres humanos; debo actuar, es mi responsabilidad y una responsabilidad de todos.
   … Todo esto implica la comprensión de nuestra responsabilidad en nuestras mutuas relaciones; pero para entender nuestra responsabilidad debe haber amor en nuestros corazones, no solamente ciencia y conocimiento. Cuanto más grande sea nuestro amor, más profunda será su influencia en la sociedad. Pero nosotros somos todo cerebro y nada corazón; cultivamos el intelecto y despreciamos la humildad.
   … La vida es un pozo de aguas profundas. Podemos llegar hasta él con baldes pequeños y sacar sólo poca agua, o podemos venir con grandes cubos y sacar mucha agua para alimentarnos y fortalecernos. Cuando se es joven se está en la época de investigar, de experimentar con todo. La escuela debe ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación y sus responsabilidades, y no meramente atiborrar sus mentes con datos y conocimiento técnico; debe ser la tierra en la cual puedan crecer sin miedo, feliz e íntegramente.
   … La paz es nuestra responsabilidad, es responsabilidad de cada uno de nosotros; no del político, del soldado, del abogado, del hombre de negocios, del comunista, del socialista, de nadie. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, de cómo vivimos nuestra vida cotidiana. Si uno quiere paz en el mundo, tiene que vivir pacíficamente, lo cual significa vivir sin odio, sin envidia, sin ansia de poder, sin perseguir la rivalidad porque el amor nace con esa libertad, nace de estar libre de todo eso. Y solo una mente capaz de amar conocerá lo que es vivir en paz." 
   J. Krishnamurti