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¿BUSCAMOS SEGURIDAD?

   “… Me pregunto si han advertido que casi todos deseamos alguna clase de seguridad psicológica. Queremos seguridad, alguien en quien apoyarnos. Como un niño pequeño se toma la mano de su madre, así queremos algo a lo cual aferrarnos; queremos que alguien nos ame. Sin una sensación de seguridad, sin una garantía mental, nos sentimos perdidos, ¿no es así? Estamos acostumbrados a apoyarnos en otros, a esperar que otros nos guíen, nos ayuden, y sin esta sustentación estamos confundidos, atemorizados, no sabemos qué pensar, cómo actuar. En el momento en que quedamos abandonados a nosotros mismos, nos sentimos solos, inseguros, perplejos. De esto surge el temor, ¿no es cierto?
   … Nos gusta pensar que estamos a salvo en nuestras ideas, en nuestras creencias, en nuestros prejuicios, pero ¿lo estamos? Son muros que carecen de realidad, son meramente nuestras concepciones, nuestras sensaciones. Nos gusta creer que hay un Dios que cuida de nosotros, que vamos a renacer más ricos, más nobles de lo que ahora somos. Puede que sea así, puede que no lo sea. De modo que podemos ver por nosotros mismos, si investigamos tanto las seguridades externas como las internas, que en la vida no hay en absoluto seguridad alguna.
   … Lo importante no es lo que cree, sino por qué cree en algo. ¿Por qué cree usted? Tanto si cree una cosa como otra, ¿cambiará eso realmente «lo que es»? Ni la creencia ni la no creencia cambian los hechos, de modo que debe preguntarse por qué cree en algo y en qué se basa esa creencia. ¿Es el miedo, la inseguridad de la vida, el temor a lo desconocido, la falta de seguridad en este mundo siempre cambiante? ¿Es la inseguridad en la relación? ¿Es porque al afrontar la inmensidad de la vida y no comprenderla se encierra a sí mismo en el refugio de la creencia; o sea, si me permite preguntarle: ¿si no tuviera ningún miedo tendría la necesidad de creer?
   … Necesitamos seguridad. Pero la seguridad física se niega a millones y millones de personas que apenas tienen una comida al día. Y nosotros, la llamada gente educada, adinerada, siempre estamos buscando, conscientemente o no, cierta clase de seguridad que nos brinde una completa satisfacción. Queremos seguridad, puesto que ésta es necesaria tanto física como psicológicamente. Sin embargo, al buscar esa seguridad nunca intentamos averiguar qué es la inseguridad. Si juntos podemos descubrir qué es la inseguridad y por qué nos sentimos inseguros, entonces, al revelarse ésta, de forma natural llega la seguridad.
   … Para descubrir esa verdad, por supuesto, uno tiene que estar en comunión con ella. No puede decírmelo otra persona; eso sería demasiado ridículo. Uno tiene que aprenderlo por sí mismo, tiene que investigarlo y descubrirlo; ha de estar en completa intimidad con esa exigencia de seguridad; si no, nunca sabrá uno si existe o no la seguridad. Éste es probablemente el gran problema para la mayoría de nosotros. Si uno descubre que la seguridad no existe en absoluto, no hay problema, ¿verdad? Entonces uno se sitúa fuera de esa batalla por la seguridad, y, por tanto, su acción en la relación humana es enteramente distinta.
   … ¿Por qué he vivido cuarenta, cincuenta, sesenta años, o cualquiera que sea el número de años que he vivido, acumulando y almacenando lo que pienso, lo que siento, lo que soy, lo que debería ser, acumulando experiencias y conocimiento? De no haber acumulado todo esto, ¿qué hubiera sucedido? ¿Comprenden? Si no tuviera ninguna opinión de mí mismo, ¿qué sucedería? ¿Seguramente me sentiría perdido, ¿no es cierto? Me sentiría inseguro, terriblemente temeroso de la vida. Por eso construyo una imagen, un mito, un concepto, una conclusión de mí mismo, porque sin esa protección la vida para mí se vuelve demasiado insignificante, incierta, aterradora, perdería toda seguridad.
   … Nos aferramos al pasado, y eso es lo que llamamos lo conocido. Y lo desconocido es la muerte, la cual nos atemoriza. Hay, pues, un ancho abismo entre lo conocido y lo desconocido. Preferimos aferrarnos a lo conocido antes que penetrar en el campo de lo desconocido, porque nuestras mentes operan siempre dentro de lo conocido debido a que allí hay seguridad. Pensamos que hay seguridad, pensamos que hay certidumbre, pensamos que hay permanencia; y cuando observamos, vemos que lo conocido es impermanente, que es totalmente inseguro. Sin embargo, nos aferramos a ello porque es todo cuanto conocemos. O sea, sólo conocemos el pasado.
   … es muy importante comprender que el cerebro está buscando constantemente la seguridad. Debe tener seguridad. Por eso poseen una significación extraordinaria la tradición, la memoria, el pasado. ¿Correcto? El cerebro necesita seguridad. El bebé necesita seguridad. La seguridad es el alimento, la ropa, la vivienda, y también nuestra fe en Dios, nuestra fe en algún ideal, nuestra fe en una sociedad mejor en el futuro. Así que el cerebro dice: "Debo tener una profunda seguridad; de lo contrario, no puedo funcionar". ¿De acuerdo? Tan sólo considérelo.
   … Así, pues, el cerebro solo puede funcionar libremente, plenamente, en completa seguridad. Debe tener seguridad, ya sea real o falsa, ilusoria o inexistente; por lo tanto, inventará una seguridad. Ahora bien, yo veo que no hay seguridad en la creencia, en una conclusión; no hay seguridad en ninguna persona, en ninguna estructura social, en ningún líder, en nadie a quien pueda seguir. Veo que no hay seguridad en nada de eso. Por consiguiente, la seguridad está en el ver, en el discernimiento. Hay seguridad en el discernimiento, no en la conclusión. ¿Lo han captado? No por lo que yo digo, sino por sí mismos. ¿Han captado esto, es verdadero para ustedes?
   … Sólo en la inteligencia hay completa seguridad, no en nuestras creencias, en nuestros mitos e ideales. Descubrir esta inteligencia, que no es de ustedes ni de quien les habla, es inteligencia, es ver lo falso como falso y terminar con lo falso. Es ver “lo que es”, realmente, no imaginarlo o escapar de ello, sino ver lo que de hecho somos; y en esa exploración está el despertar de la inteligencia.”   
    J. Krishnamurti