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EL TEMOR ES EL PROCESO DEL PENSAMIENTO, Y EL PENSAMIENTO ES DEL TIEMPO

    

   “… Lo que ahora me pregunto es cómo estar libre del miedo a lo conocido, que es el miedo de perder a mi familia, mi reputación, mi carácter, mi cuenta bancaria, mis apetitos, etc. Usted puede decir que el miedo surge de la conciencia, pero su conciencia está formada por su condicionamiento, de modo que la conciencia sigue siendo el resultado de lo conocido. ¿Qué es lo que conozco? El conocimiento implica tener ideas, tener opiniones acerca de las cosas, tener un sentido de continuidad en cuanto a lo conocido, y nada más.

   … Para una mente agobiada por el miedo, por la conformidad, por el pensador, no puede haber comprensión de eso que puede llamarse lo original. Y la mente necesita saber qué es lo original. Hemos dicho que es Dios, pero esa es también una palabra que los seres humanos han inventado en su temor, en su infelicidad, en su deseo de escapar de la vida. Cuando la mente humana está libre de todo temor, entonces, en su exigencia de conocer lo original, no busca su propio placer, ni medios de escapar; por lo tanto, en esa investigación cesa toda autoridad. ¿Comprenden? La autoridad del que habla, la autoridad de la iglesia, de la opinión, del conocimiento, de la experiencia, de lo que dice la gente ..., todo eso llega por completo a su fin, y no existe la obediencia. Solo una mente así puede descubrir por sí misma qué es lo original; descubrirlo, no como una mente individual, sino como un ser humano total. No existe en absoluto la mente "individual"; estamos todos completamente relacionados. Por favor, comprendan esto. La mente no es algo separado, es una mente total; todos nos estamos amoldando, todos sentimos miedo, todos escapamos.

   … Para comprender, no como individuo, sino como ser humano total, qué es lo original, uno debe comprender la totalidad de la desdicha humana, todos los conceptos, todas las fórmulas que el hombre ha inventado en el curso de los siglos. Solo cuando nos liberamos de todo esto, podemos descubrir si existe algo que sea original. De lo contrario, somos seres de segunda mano y, como somos seres de segunda mano, seres humanos falsificados, el dolor no termina jamás. Por lo tanto, la terminación del dolor es, en esencia, el principio de lo original. Pero la comprensión que da origen a la terminación del dolor, no es tan solo la comprensión de mi dolor particular o del dolor particular de ustedes, porque el dolor de cada uno de ustedes y mi dolor están relacionados con todo el dolor de la humanidad. Esto no es mero sentimentalismo o emocionalismo, es un hecho crudo, real. Cuando comprendemos toda la estructura del dolor y, de tal modo ponemos fin al dolor, existe entonces una posibilidad de dar con ese "algo" extraño que es el origen de toda la vida; dar con ello no en un tubo de ensayo, como intenta descubrirlo el científico, sino que surge a la existencia esa extraña energía que no tiene movimiento en dirección alguna y que, por eso, se halla en estado permanente de explosión. 

   … Ahora estamos tratando de descubrir qué es el miedo, de aprender al respecto. ¿Está la mente libre para aprender acerca del miedo? Aprender observando el movimiento del miedo. Uno puede observar el movimiento del miedo solo cuando no está recordando los temores pasados y observa con esos temores. ¿Ve usted la diferencia? Puedo observar el movimiento. ¿Está usted aprendiendo acerca de lo que realmente ocurre cuando hay miedo? El miedo bulle en nosotros todo el tiempo. No parecemos capaces de liberarnos de él. Cuando usted tuvo temores en el pasado y estuvo consciente de ellos, ¿qué efecto tuvieron esos temores sobre usted y sobre el medio que lo rodea? ¿Qué ocurrió? ¿No se sintió separado de los demás? ¿Acaso los efectos de aquellos temores no lo aislaron? 

   … Por tiempo no entiendo el tiempo cronológico del reloj, segundo, minuto, hora, día, año, sino el tiempo como factor interno, psicológico. Ese hecho es el que da origen al miedo. El tiempo es miedo; como el tiempo es pensamiento, este debe engendrar miedo; el tiempo crea frustración, conflictos, porque la percepción inmediata del hecho, la acción de ver el hecho, es intemporal.  

   Para comprender pues, el miedo, uno debe estar atento al tiempo, el tiempo como distancia, espacio, «yo», tiempo que el pensamiento crea como ayer, hoy y mañana, usando la memoria de ayer para ajustarse al presente y así condicionar el futuro. Para la mayoría de nosotros, el miedo es una realidad extraordinaria; y una mente enredada en el miedo, en la complejidad del miedo, jamás puede ser libre, jamás puede comprender la totalidad del miedo sin comprender las intrincaciones del tiempo. El miedo y el tiempo marchan juntos.

   … De manera que nos aferramos a lo viejo y esto, inevitablemente, engendrará miedo porque la vida está cambiando, constantemente hay revueltas, disturbios sociales, hay guerras. En consecuencia, hay miedo. Ahora bien, ¿cómo he de aprender acerca del miedo? Nos hemos alejado del movimiento anterior, ahora queremos aprender qué es el miedo. ¿Qué es ese movimiento? ¿Se da cuenta usted de que tiene miedo? ¿Es consciente de sus temores?

   … Escapar del miedo, eludirlo, tomar una novela y leer sobre lo que hacen otras personas, mirar televisión, ir al templo o a la iglesia ..., todo eso sigue siendo una evitación del miedo, y cualquier evitación del miedo solo lo incrementa y fortalece. Eso es un hecho. Después de haber establecido ese hecho, no escaparé, no reprimiré. Estoy aprendiendo a no escapar. Por consiguiente, ¿qué ocurre cuando hay una clara percepción respecto del miedo?

   … Ante todo, es completamente inútil escapar del miedo. Podrá escapar mediante la adoración, la plegaria, mediante toda forma de entretenimiento, el así llamado religioso y otras formas; pero cuando se terminan todos los entretenimientos, todas las plegarias, etc., usted estará exactamente donde estaba. El miedo seguirá ahí. Básicamente, no lo habrá resuelto. De nada sirve pues, escapar del miedo. Ese es el primer hecho.

   … El temor solo surge cuando escapáis de la cosa que es, cuando la estáis eludiendo, rechazando. Cuando os enfrentáis de hecho con la cosa, cuando le hacéis frente, ¿hay entonces temor? El escapar, alejarse del hecho, produce temor. El temor es el proceso del pensamiento, y el pensamiento es del tiempo; y sin comprender todo el proceso del pensamiento y del tiempo no comprenderéis el temor. Mirar el hecho sin eludirlo es la terminación del miedo.”

    J. Krishnamurti            

                
            Audiotexto:

           

SI SOIS ÍNTIMAMENTE SANOS E ÍNTEGROS, DIFUNDIRÉIS LUZ Y PAZ

     

   “… Se ha dicho que no hay paz en la tierra, que solo la hay en el cielo. Esto se repite de distintos modos, tanto en Oriente como en Occidente. Los cristianos han matado más que nadie en la tierra. Observemos estos hechos, estas realidades, sin tomar partido. Y están las diferentes religiones; en el budismo no hay dios; en el hinduismo, alguien calculó que hay alrededor de trescientos mil dioses. Esto es bastante divertido, uno puede elegir el dios que más le agrade. En el cristianismo y en el islam hay un solo dios, que se basa en dos libros la Biblia y el Corán. Y así las religiones han dividido al hombre, tal como el nacionalismo, que es una forma de glorificación tribal, ha dividido al hombre, nacionalismo, patriotismo, fervor religioso. Y los fundamentalistas en Medio Oriente, aquí y en Europa, están reviviendo sus tradiciones religiosas. No sé si alguna vez han considerado ustedes la palabra revivir. Uno sólo puede revivir algo que está muerto o muriendo. No puede revivir una cosa viva. 

   … Si ustedes se interesan en la paz global, no solo en la propia pequeña paz dentro del corral, las naciones se han convertido en el corral, si se interesan realmente, como la mayoría de las personas serias debe interesarse, en que son el resto de la humanidad, esa es una responsabilidad muy grande.

   Debemos pues, volver y averiguar por nosotros mismos por qué los seres humanos han reducido el mundo a lo que es ahora. ¿Cuál es la causa de todo esto? ¿Por qué hemos hecho tal confusión de todo lo que tocamos? ¿Por qué hay conflicto en nuestras relaciones personales? ¿Por qué hay conflicto entre dioses, el dios de ustedes y el dios de los otros? Debemos pues, investigar juntos si es posible terminar con el conflicto. De lo contrario, jamás tendremos paz en este mundo. 

   … Mucho antes del cristianismo se hablaba de paz en la tierra. Mucho antes del cristianismo se rendía culto a los árboles, a las piedras, a los animales, al relámpago, al sol; no había sentido alguno de dios, porque se consideraba a la tierra como la madre que debía ser adorada, preservada, tratada con suavidad, no destruida como ahora lo estamos haciendo.

    … Porque las distintas religiones de todo el mundo han dicho: "Entréguenos su vida, nosotros le guiaremos, le daremos forma, le diremos lo que tiene que hacer. Haga esto, siga al salvador, siga a la Iglesia y alcanzará la paz". Pero, al contrario, las iglesias y las religiones de toda clase han producido guerras terribles y ocasionado la fragmentación de la mente. De manera que no se trata de liberarse de una autoridad en particular, sino de toda la aceptación conceptual de la autoridad. 

   … Para ayudar a los demás, habréis de conoceros a vosotros mismos. Los demás, al igual que vosotros, son el resultado del pasado. Estamos todos en relación los unos con los otros. Si padecéis en lo íntimo de vuestro ser la enfermedad de la ignorancia, la mala voluntad y la ira, inevitablemente difundiréis en torno vuestro enfermedad y sombras. Si sois íntimamente sanos e íntegros, difundiréis luz y paz; no siéndolo, contribuiréis a producir peor caos y mayor miseria. Entenderse a uno mismo requiere paciencia, tolerante y despierta conciencia. El “yo” es una obra en varios tomos que no puede leerse en un día; pero una vez comenzada esa lectura, hay que leer cada palabra, cada frase, cada párrafo, ya que en ellos están las insinuaciones del todo. El comienzo de esa obra es el final de la misma. Si sabéis leerla, encontraréis la suprema sabiduría.

   … La ignorancia, es decir, la falta de conocimiento propio, es el mayor de los males. La ignorancia impide el recto pensar y pone el principal acento en cosas que son secundarias, con lo cual la vida se torna vacía, monótona, mera rutina mecánica de la que buscamos salida en diversas formas, arrojándonos al dogma, a la especulación y a una serie de engañosos espejismos. Nada de eso es misticismo. Pero si procuramos entender al mundo externo, alcanzaremos el mundo interior; y este, cuando se lo busca acertadamente y se lo entiende de verdad, conduce a lo Supremo. Esta realización no es fruto de ninguna escapatoria, y solo esta realización traerá orden y paz al mundo.

   … En lugar de reforzar vuestras creencias e ideologías, daos plena cuenta de vuestro pensar y sentir, pues en él está el origen de los problemas que la vida os presenta. Lo que vosotros sois, lo es el mundo; si sois crueles, sensuales, ignorantes, codiciosos, así será el mundo. Vuestra creencia en Dios, o vuestra incredulidad a su respecto, muy poco significan. Sólo con vuestros pensamientos, sentimientos y acciones, en efecto, haréis del mundo una cosa terrible, cruel, bárbara, o un lugar de paz, de compasión y de sabiduría.

   … La paz no es una idea opuesta a la guerra. La paz es un modo de vida, pues solo puede haber paz cuando se comprende el vivir de cada día. Tan solo este modo de vida puede eficazmente hacer frente al reto de la guerra, de la clase, del progreso tecnológico siempre creciente. Este modo de vida no es el del intelecto. A todos nosotros, el culto del intelecto en oposición a la vida, nos ha llevado a la frustración actual con sus innumerables evasiones.

   Estas han llegado a ser mucho más importantes que la comprensión del problema mismo. La crisis del presente se ha producido por causa del culto del intelecto, y es el intelecto el que ha dividido la vida en una serie de acciones opuestas y contradictorias; es el intelecto el que ha negado el factor de unificación que es el amor. 

   … Hay sufrimiento en nuestras relaciones con otros, sufrimiento creado por el anhelo interno de bienestar, seguridad y posesión. Luego está ese sufrimiento causado por la profunda incertidumbre, el cual nos impulsa a la búsqueda de la paz, la seguridad, la realidad, Dios. En nuestro anhelo de certidumbre inventamos muchas teorías, elaboramos muchas creencias, y la mente se limita enredándose en ellas, exaltándose con ellas y, por consiguiente, es incapaz de ajustarse al movimiento de la vida.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

SÓLO CUANDO LA MENTE SE MUEVE, CUANDO FLUYE, HAY VIVIR

             

   “… Me pregunto, señor, qué significa realmente la palabra "comunicación". Comunicarse implica no sólo una comunicación verbal, sino un compartir, no aceptando algo que usted o yo decimos, sino compartiéndolo juntos. Todo eso abarca la palabra ''comunicación''. En esa palabra está incluido también el arte de escuchar. Este requiere una calidad de atención en la que existe el verdadero escuchar, un sentido genuino de discernimiento a medida que avanzamos, segundo a segundo, no al final, sino desde el comienzo mismo.

   … La comunicación en el nivel verbal es necesaria a fin de comprenderse unos a otros; pero lo importante es lo que se dice, cómo se lo dice, desde dónde se lo dice. Ahora bien, si cuando se hace una pregunta la respuesta lo es de una mente que ha acumulado experiencias y recuerdos, entonces ella es mera reacción, y por lo tanto no es razonamiento; mas cuando no hay acumulación, lo cual significa ninguna respuesta, entonces no hay frustración, ni esfuerzo ni lucha. El proceso acumulativo, el centro de acumulación, es como un árbol de hondas raíces en medio de una corriente, que junta desechos en derredor suyo; y el pensamiento, sentado en la copa de ese árbol, imagina que piensa, que vive. Una mente así acumula tan sólo, y la mente que acumula, ya sea conocimientos, dinero o experiencia, evidentemente no vive. Sólo cuando la mente se mueve, cuando fluye, hay vivir. 

   … Si hay algo sobre lo que de verdad resulta difícil aprender es sobre la comunicación. Decir que hay comunicación entre nosotros significa que compartimos un factor común, que reflexionamos juntos acerca de un problema; no se trata simplemente de recibir, sino de compartir, de crear juntos. La palabra comunicación lleva todo esto implícito, tomar un factor común a todos nosotros y examinarlo detenidamente; es decir, compartirlo.

   … Si usted piensa que es importante el conocimiento de sí mismo, sólo porque yo o cualquier otro se lo ha dicho, me temo que entonces toda comunicación entre nosotros ha terminado. Pero si estamos de acuerdo en que es vital que nos comprendamos a nosotros mismos completamente, entonces usted y yo tendremos una relación distinta, entonces podremos explorar juntos mediante una feliz, cuidadosa e inteligente investigación.

   … ¿Cómo puede una mente no ser atrapada por la ilusión?, porque podemos «meditar» interminablemente, creando nuestras propias ilusiones. El otro día nos encontramos con un hombre que había meditado por veinticinco años, y no casualmente había renunciado a todo, a su buena posición, dinero, familia, nombre, y durante veinticinco años practicó la meditación. Infortunadamente alguien lo trajo a una de las pláticas y al día siguiente vino a verme y se expresó así: «Lo que usted dijo sobre la meditación es perfectamente cierto, he estado hipnotizándome, teniendo mis propias visiones, disfrutando a mi manera de esas visiones de acuerdo con mi condicionamiento». Si uno es cristiano, tiene visiones de Cristo, etc.; si es hindú, tiene su propio Dios particular y está en comunicación directa con él, lo que significa que lo está, pero de acuerdo con su propio condicionamiento. 

   … Tenemos que vivir en relación; sin eso no es posible que existamos. Estar relacionado significa vivir totalmente, completamente; para ello tiene que ocurrir una transformación radical en nosotros mismos. ¿Cómo podemos transformarnos radicalmente? Si esto les interesa realmente, entonces tendremos comunicación unos con otros; entonces pensaremos juntos y sentiremos y comprenderemos juntos. Por lo tanto, ¿cómo puede el hombre, usted y yo, cambiar totalmente? Esa es la cuestión, y ninguna otra cosa es pertinente; es una cuestión que no es solo para los jóvenes sino también para los viejos. 

   … Hemos cultivado una mente que puede resolver casi cualquier problema tecnológico. Pero, al parecer, los problemas humanos nunca han sido resueltos. Los seres humanos están ahogados por sus problemas, los problemas de la comunicación, del conocimiento, de las relaciones, los problemas del cielo y del infierno; todo el problema de la existencia humana se ha vuelto un inmenso y complejo problema. Y aparentemente ha sido igual a lo largo de toda la historia; a pesar de su conocimiento, a pesar de sus siglos de evolución, el hombre jamás ha estado libre de problemas.

   … El conocimiento acumulado respecto de uno mismo es pequeño, trivial, limitador, pero el conocerse es infinito, no tiene límites. Nuestro problema es, entonces, abandonar en el instante los rumbos del hábito, de la costumbre, de la tradición, y nacer de nuevo. Una de nuestras dificultades en todo esto es el problema de la comunicación, de la comunión. Yo quiero decirles algo y, en el decirlo mismo, ello es falseado por la expresión, por la palabra que uno usa.

   … Evidentemente, la verdadera comunicación o comunión sólo puede tener lugar cuando hay silencio. Cuando dos personas se proponen seriamente comprender algo poniendo en ello toda su mente y corazón, sus nervios, sus ojos, sus oídos, con el fin de comprender, entonces en esa atención hay cierta cualidad de silencio; entonces tiene lugar la comunicación, la comunión real. En eso no sólo hay aprendizaje sino una comprensión completa, y esa comprensión no es algo distinto de la acción inmediata. Es decir, cuando uno escucha sin ninguna intención, sin ninguna barrera, poniendo a un lado todas las opiniones, conclusiones, experiencias, entonces, en ese estado, uno no sólo comprende si lo que se dice es verdadero o falso, sino que si es verdad hay acción inmediata, y si es falso no hay acción alguna.

   … La comunicación implica que estamos caminando juntos, pensando juntos, observando juntos, compartiendo juntos en el mismo nivel, al mismo tiempo, con la misma intensidad.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

¿CUÁL ES NUESTRO INTERÉS FUNDAMENTAL Y PERDURABLE EN LA VIDA?

 

   “… ¿Sabes qué es el progreso? Ahora bien, ten paciencia y examinemos esto lentamente. ¿Qué es el progreso? ¿Alguna vez lo pensaste? ¿Acaso el progreso es poder llegar a Europa por avión en unas cuantas horas, en vez de que tome semanas por barco? La invención de medios más rápidos de transporte y comunicación, el desarrollo de armas más grandes, de medios mejores y más grandes de destruirnos los unos a los otros, eliminar a miles de personas con una sola bomba atómica en vez de tirarles a uno por uno con flechas, a esto llamamos progreso, ¿verdad? Así, hubo progreso en el sentido tecnológico; pero, ¿acaso progresamos en otra dirección? ¿Pudimos impedir las guerras? ¿Es la gente más generosa, con más amor, más cortés, más reflexiva, menos cruel? No necesitas decir sí o no, solo examinar los hechos. Científica y físicamente realizamos un enorme progreso, pero en lo interior estamos estancados, ¿no es así? Para la mayoría de nosotros, la educación fue como alargar un solo soporte del trípode, y por ello no tenemos equilibrio; sin embargo, hablamos de progreso, todos los diarios están llenos de tal idea.

   … Para quien les habla, el progreso del hombre no radica en el conocimiento acumulado. Primero escuchen esto, no asientan ni disientan. Primero escuchen. Los científicos y otros han dicho que el hombre puede evolucionar solo teniendo más y más conocimientos, escalando, progresando. Pero el conocimiento es siempre el pasado, y si el hombre no está libre del pasado, su progreso tendrá siempre limitaciones. Estará siempre confinado a un patrón particular. Decimos que hay una manera diferente de aprender, la cual consiste en ver de manera comprensiva, total, holística, el proceso completo del conocimiento. El conocimiento es necesario, de otro modo no podríamos vivir, pero la comprensión misma de sus limitaciones implica un discernimiento en la totalidad de proceso. Quizás ustedes jamás han pensado acerca de esto. Hemos considerado el conocimiento como algo natural, vivimos a base de conocimiento y continuamos funcionando con el conocimiento durante el resto de nuestra vida. Pero jamás nos hemos preguntado qué es en sí el conocimiento, y qué relación tiene con la libertad y con lo que realmente ocurre. Hemos dado todo esto por hecho. Ello forma parte de nuestra educación y de nuestro condicionamiento.

   … ¿Cuál es nuestro interés fundamental y perdurable en la vida? Desechando todas las respuestas ambiguas y abordando esta cuestión de manera directa y franca, ¿qué contestarían ustedes? ¿Lo saben? Ese interés fundamental, ¿no es, acaso, nuestra propia persona? De cualquier manera, eso es lo que la mayoría de nosotros diría si contestáramos con la verdad. Yo estoy interesado en mi propio progreso, en mi empleo, en mi familia, en el pequeño rincón donde vivo, en obtener una posición personal mejor, más prestigio, más poder, más dominio sobre otros, etc. Creo que sería lógico admitir para nosotros mismos que en eso se interesa, fundamentalmente, la mayoría; ante todo, yo, ¿no es así? Algunos dirían quizá que está mal interesarse principalmente en uno mismo. Pero, ¿qué hay de malo en ello, excepto que rara vez lo admitimos honrada y francamente? Y si lo hacemos, nos sentimos más bien avergonzados. De modo que es así, uno se interesa fundamentalmente en sí mismo y, por distintas razones ideológicas o tradicionales, piensa que eso es malo. Pero lo que uno piensa está fuera de lugar. ¿Por qué introducir el factor de que tal cosa es mala? Eso es solo una idea, un concepto. El hecho es que uno está fundamental y permanentemente interesado en sí mismo.

   … Y tienen patrones de acción y de ideas, qué cosas deben hacer, cómo debe comportarse un sannyasi, que no debe casarse, que debe llevar una vida de celibato; todo esto es puro disparate. Ahora bien, ¿cómo hemos de afrontar, entonces, este problema? ¿Qué debemos hacer? En primer lugar, tenemos que percatarnos de que todos somos esclavos de las palabras. La palabra “ser” ha condicionado nuestra mente. Todo nuestro condicionamiento se basa en ese verbo “ser”, yo fui, yo soy, yo seré. El “yo fui” condiciona y moldea el “yo soy”, el cual controla el futuro. Todas las religiones de ustedes se basan en eso. Todo su progreso conceptual se basa en ese término “ser”. En el momento en que usamos la palabra, no solo verbalmente sino en su significación, inevitablemente afirmamos nuestra existencia como el “yo soy”, “yo soy Dios”, “yo soy lo eterno”, “yo soy hindú o musulmán”, etc. Al vivir dentro de esa idea o de ese sentimiento de ser, o llegar a ser o haber sido, somos esclavos de esa palabra.

   Una de las causas principales de que estemos de tal modo divididos, fragmentados, es que el cerebro es un esclavo del pensamiento, siendo el pensamiento limitado. Dondequiera que haya limitaciones tiene que haber fragmentación. Cuando me intereso en mí mismo, en mi progreso, mi realización, mi felicidad, mis problemas, he desintegrado en mí toda la estructura de la humanidad. De manera que uno de los factores por los que los seres humanos están fragmentados es el pensamiento.

   … Y así, olvidamos generalmente que el inmenso progreso de la humanidad se está haciendo en una sola dirección, la del mundo tecnológico, y que el mundo psicológico, el mundo del comportamiento humano, el mundo de la conciencia, se descuida completamente, de manera total. ¿Cuáles son las causas de todo esto? ¿Por qué los seres humanos han sido programados como cristianos por 2000 años, creyendo en ciertas doctrinas, profesando ciertas creencias, buscando un único Salvador; y los musulmanes, programados también por los últimos 1000 años o más, para creer en ciertos principios y llamarse a sí mismos ‘musulmanes’; y los hindúes, programados como tales quizá por los últimos tres o cinco mil años? Nuestros cerebros están pues, condicionados. ¿Se da cuenta uno de cómo su cerebro actúa, piensa, mira? Donde hay limitación, hay conflicto.

   … La estructura psicológica de la sociedad es lo que nosotros somos. Cuando se comprende esa estructura y se está libre de ella, entonces surge lo innombrable, aquello en lo cual no hay tiempo, no hay progreso.”

    J. Krishnamurti 

                
            Audiotexto:

           

CUANDO UNO TERMINA CON EL APEGO COMPLETAMENTE, ENTONCES HAY AMOR

    

   “… Por lo general, en nuestras relaciones nos sentimos apegados a una persona. ¿Podemos permanecer con el hecho de que estamos apegados y simplemente observarlo? Así permitimos que toda la naturaleza del apego se revele por sí misma, y dejamos que lo que uno observa cuente su propia historia, en vez de que sea uno quien le cuente lo que debiera ser.

   … ¿Qué es el apego? ¿Por qué tenemos una necesidad tan tremenda de apego? ¿Cuáles son las implicaciones del apego? ¿Por qué nos apegamos? Cuando uno está apegado a algo, siempre hay temor, temor de perder aquello a lo que uno está apegado. Hay siempre un sentimiento de inseguridad. Por favor, obsérvenlo en ustedes mismos. Siempre existe un sentimiento de separación. Estoy apegado a mi esposa, estoy apegado a ella porque me brinda placer sexualmente, me brinda el placer de su compañía. Ustedes conocen todo esto sin que yo se lo diga. Estoy pues, apegado a ella, lo cual implica que estoy celoso, que tengo miedo. Donde hay celos, hay odio. ¿Y es apego el amor? Ese es un punto a observar en nuestra relación.

   Nos preguntamos pues, ¿el pesar, la angustia, el dolor, son producidos por el aislamiento de la mente, del pensamiento, de la acción? ¿Es el dolor un resultado de nuestro apego diario, del modo en que nos apegamos a las personas? Por favor, despierten a todo esto, vean la verdad de todo esto. Tengan la bondad de explorar la naturaleza del apego. Este engendra ansiedad, temor, pesadumbre, celos, odio. Todas esas cosas son las consecuencias del apego. Uno está apegado a su esposa o a su marido. Vean las consecuencias de ello. Dependemos el uno del otro, y esa dependencia nos da una forma de seguridad. Cuando esa persona nos deja o muere, o huye de nosotros, entonces sufrimos, nos angustiamos. O tenemos sospechas y hay odio, dolor. ¿Acaso no conocen ustedes todo esto? No es nada nuevo. Es un hecho corriente de la vida. Puede no sucederles a algunos de ustedes, pero les está sucediendo a otros, a millones de otros que en su relación experimentan dolor, miedo, agonía.

    … Es natural y sano querer sentirse seguro. Todo el mundo necesita comida, ropas y un techo, es lo natural. Ahora bien, ¿existe esa seguridad en el nivel psicológico, que también queremos? Deseamos que haya seguridad en nuestras relaciones, íntimas o no; queremos estar seguros de que nuestra esposa, nuestro marido, permanecerá con nosotros. ¡Estamos tan terriblemente apegados! Si uno comprendiera la naturaleza del apego, con lo que de él se deriva, y viera el peligro que supone, puesto que imposibilita el amor, uno lo abandonaría inmediatamente, y quizá entonces podría tener lugar algún cambio, pero no lo hacemos. Escuchen esto. El apego en cualquiera de sus formas es enormemente contaminante, destructivo. Cuando uno está apegado a alguien o a un principio, un ideal, una creencia, no solo se separa a sí mismo del otro, sino que, de ese apego a la creencia, al ideal o a la persona, nacen el miedo, los celos, la ansiedad, un sentido de placer posesivo, y por tanto un permanente estado de inseguridad interior. Uno conoce las consecuencias del apego.

   … Dondequiera que lo intentemos siempre existe este deseo de depender de algo, de una persona, de determinada idea, de un partido político, de un sistema o de una experiencia, para darnos fuerzas. Así que siempre tenemos una dependencia de algo para sostenernos; y como dependemos cada vez más, lo que se cultiva es el temor. La dependencia surge porque en nosotros mismos somos insuficientes, nos sentimos solos, estamos vacíos. Dependo y, en consecuencia, cultivo la fe; por lo tanto, debemos tener más conocimientos; y conforme nos hacemos cada vez más civilizados, más eruditos, más materialistas o espirituales, debemos tener fe o nos volvemos cínicos.

   … Ahora bien, ¿podemos enfrentarnos al hecho de que estamos apegados, no solo a una persona, a una idea o a una creencia, sino a nuestras propias experiencias, lo cual es mucho más complicado? Porque nuestras propias experiencias nos aportan una sensación de excitación, una sensación de estar vivos.

   … Cuando uno termina con el apego completamente, entonces hay amor. Y uno de nosotros le está diciendo al otro que no somos sino memoria, y que es a esta memoria que nos apegamos, mi casa, mi propiedad, mi experiencia, mis relaciones, la oficina o la fábrica a la que concurro, la destreza que me gusta practicar por un cierto periodo de tiempo; yo soy todo eso. Y el pensamiento se halla apegado a todo eso. Y a eso es a lo que llamamos vivir. Y este apego engendra toda clase de problemas; cuando estamos apegados hay miedo de perder; estamos apegados porque nos encontramos aislados en un constante y profundo sentimiento de soledad que nos ahoga y deprime. Y cuanto más apegados estamos a otro, lo cual es meramente memoria, porque el otro es en nosotros solo una imagen, un recuerdo, más problemas hay.

   … Y, ¿es el apego la causa del dolor? Estoy apegado a mi esposa, a mi hijo, a mis recuerdos, a mis creencias, a mi experiencia. Estoy apegado a eso. Creo y estoy apegado, adherido a esa creencia; y cuando esa creencia es cuestionada, puesta en tela de juicio, perturbada, hay incertidumbre, angustia. ¿Es esa una de las causas del dolor?

   … Únicamente se apegan los que no son inteligentes, aquellos que no ven todas las consecuencias del apego. Los no inteligentes son los que dominan el mundo, son las personas fuertes de este mundo, y el resto estamos atrapados. Pero si uno lo examina de cerca, entonces deja de estar atrapado en todo esto y no malgasta energía en algo que no tiene sentido; en ese momento la energía está completamente enfocada en la observación y, como consecuencia, el apego se disuelve por completo. Hagan la prueba y lo descubrirán. Deben examinarlo con suma atención, a fin de que sus mentes al observar sean por completo transparentes. Solo los que no prestan atención caen por un precipicio; pero en el momento en que uno se da cuenta del peligro, actúa. El apego es un peligro porque genera temor, ansiedad, odio y celos, poseer y no poseer, todo lo cual es un peligro tremendo. Y cuando uno ve ese peligro, actúa.”

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

¿POR QUÉ PIENSA LA MENTE EN FORMA DE HÁBITO, EL HÁBITO EN LAS RELACIONES, EN LAS IDEAS, EN LAS CREENCIAS?

    

   “… Si no nos liberamos del pasado no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, fresca, inocente. Solo una mente así es libre. La libertad no tiene nada que ver con la experiencia, nada que ver con la edad; me parece que la esencia misma de la libertad radica en comprender todo el mecanismo del hábito, tanto de los hábitos conscientes como de los inconscientes. No es cuestión de terminar con el hábito, sino de ver totalmente su estructura. Ustedes tienen que observar cómo se forman los hábitos y cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito. Lo que importa es estar por completo conscientes del hábito; porque entonces, como verán por sí mismos, ya no hay más formación de hábitos. Ofrecer resistencia al hábito, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando combatimos un hábito en particular damos vida a ese hábito, y entonces el mero combatirlo se convierte en un nuevo hábito. Pero si uno está simplemente alerta, sin resistencia alguna a toda la estructura del hábito, encontrará que se ha liberado del hábito, y en esa libertad tiene lugar algo nuevo.

   Solo la mente embotada, adormecida, crea hábitos y se aferra a ellos. Una mente atenta de instante en instante, atenta a lo que se está diciendo, atenta al movimiento de las manos, de los pensamientos y sentimientos, descubrirá que la formación de nuevos hábitos ha llegado a su fin. Es muy importante comprender esto, porque en tanto la mente esté acabando con un hábito y, en ese proceso mismo, creando otro, no puede ser libre jamás; y solo la mente libre puede percibir algo que está más allá de ella misma.

   … Encontramos mucha seguridad psicológica y emocional cuando nos identificamos con una idea, una raza, una comunidad o una acción concreta. Es decir, nos comprometemos con cierta causa, con cierto partido político, con cierta manera de pensar, con ciertas costumbres, hábitos, rituales, como ser hindú, parsi, cristiano, musulmán, etc., y al comprometernos con una manera de pensar concreta nos identificamos con un grupo, con una comunidad, con una clase o con una idea concreta. Esta identificación, con la nación, con la familia, con un grupo, con una comunidad, proporciona una sensación de seguridad; uno se siente mucho más seguro cuando dice: «soy indio», «soy inglés», «soy alemán», o lo que sea. Así que, en primer lugar, ¿existe tal cosa como la seguridad? Tiene que descubrirlo, no a través de mí. Lo que yo digo es que, en lo psicológico, no existe seguridad alguna, en ningún nivel y a ninguna profundidad.

   … Una de nuestras más grandes dificultades consiste en descubrir qué es lo que contribuye a la mediocridad. ¿Saben ustedes qué significa esa palabra? Una mente mediocre implica, en realidad, una mente que se halla deteriorada, que no es libre, que está presa en el temor, en un problema; es una mente que solo gira en torno a su propio interés, a sus propios éxitos y fracasos, a sus soluciones inmediatas y a los sufrimientos que inevitablemente sobrevienen a una mente trivial. Una de las cosas más difíciles que hay, para una mente mediocre, es romper con sus propios hábitos de pensamiento, con sus patrones de acción, y tener libertad para vivir, para moverse de acá para allá, para actuar. Verán que nuestras mentes son, en su mayoría, muy pequeñas, muy insignificantes. Observen su propia mente y verán qué ocupada está, ocupada en cosas tan triviales como aprobar un examen, ocupada en lo que la gente pensará de ustedes, o en el temor que alguien les infunde, o en el propio éxito. Desean un empleo, y cuando tienen ese empleo desean uno mejor, y así sucesivamente. Si investigan su propia mente, encontrarán que todo el tiempo está ocupada en ese tipo de pequeñas y triviales actividades egocéntricas. Estando ocupada de ese modo, crea problemas, ¿no es así? Trata de resolver sus problemas de acuerdo con su propia pequeñez y, al no lograrlo, aumenta sus problemas. Me parece que la tarea de la educación es terminar con esta manera de pensar.

   … Todo el mundo asiático habla de meditación; es uno de sus hábitos, como lo es creer en Dios o en alguna otra cosa. Se sientan durante diez minutos al día en una habitación tranquila y «meditan», se concentran, fijan su mente en una imagen creada por ellos mismos o por otro que la ha ofrecido mediante la propaganda. Durante esos diez minutos tratan de controlar la mente, la mente quiere ir de un lado a otro y batallan con ella. Practican este juego interminablemente, y a eso lo llaman meditación. Si uno no sabe nada de meditación, entonces tiene que descubrir lo que es realmente, no según otro, y eso puede conducirle a uno a todo, o a nada. Uno debe indagar, plantear esa pregunta sin expectativa alguna.

   … Todos vamos envejeciendo, aun los jóvenes envejecen, y cuanto más envejecemos tanto más nos volvemos rígidamente fijos en nuestro condicionamiento. Nuestros hábitos de pensamiento se hacen más pesados, nuestros días se tornan más y más una rutina, y cualquier cosa que amenace lo habitual, la rutina, engendra ansiedad y temor. E inevitablemente, al final de todo eso está la muerte, que llega a ser otro tremendo dolor. No es pues la mente hábil, ni la infortunada, ni la que se ha vuelto filosófica racionalizándolo todo para no ser perturbada; no es ninguna de estas, sino solo la mente inocente la que puede comprender, la que puede conocer o darse cuenta de ese extraordinario algo que puede llamarse lo innominable, lo inmensurable, o como queráis.

   … ¿Por qué piensa la mente en forma de hábito, el hábito en las relaciones, en las ideas, en las creencias, etc.? ¿Por qué? Se debe a que básicamente busca seguridad, certeza, permanencia, ¿es eso? La mente odia sentirse insegura y obtiene de los hábitos la seguridad que necesita. No obstante, una mente que se siente segura nunca podrá liberarse del hábito, tan solo una mente que se siente totalmente insegura puede ser libre, lo cual no significa terminar en un asilo o en sanatorio psiquiátrico. Solo la mente que no tiene seguridad alguna, que vive en la incertidumbre, que indaga, que investiga sin cesar, que se libera cada día de toda experiencia, de todo lo que ha acumulado y, por tanto, está en un estado de no saber, tan solo una mente así puede liberarse del hábito, y esa es la forma más alta de pensar.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

UN ORDEN EXTERNO Y UNA PAZ CREADORA PUEDEN TENER LUGAR SÓLO SI CADA UNO CREA ORDEN Y PAZ DENTRO DE SÍ MISMO

   

   “… Al darnos cuenta perfecta de nosotros mismos en todas nuestras relaciones, empezamos por descubrir las confusiones y limitaciones que existen dentro de nuestro ser, de las cuales estamos ahora ignorantes; y al darnos cuenta de ellas las comprenderemos y las eliminaremos. Sin esta comprensión y el autoconocimiento que produce, cualquier reforma en la educación o en cualquier otro campo, sólo conducirá a más antagonismo y miseria.

   … Otro desastre más grande todavía se aproxima peligrosamente, y la mayoría de nosotros no hace nada para evitarlo. Seguimos nuestro curso día tras día, como lo hemos hecho anteriormente, no queremos despojarnos de nuestros falsos valores y empezar de nuevo. Queremos hacer una reforma de retazos, que solo nos conduce a problemas que requieren más reformas. Pero el edificio se nos está desmoronando, las paredes están cediendo y el fuego lo está destruyendo. Debemos abandonar el edificio y comenzar a construir sobre un solar nuevo con diferentes cimientos y con diferentes valores.

   … Una revolución dentro de esa estructura, dentro del marco de la sociedad, no es una revolución en absoluto; puede ser progresista o retrógrada, pero al igual que la reforma tan solo es la continuación, con alguna modificación, de lo que esa sociedad ha sido. Por muy buena y necesaria que sea la reforma solo puede producir un cambio superficial, que de nuevo necesitará de una reforma posterior. Ese proceso no tiene fin porque la sociedad está constantemente desintegrándose dentro del modelo de su propia existencia.

   … He estado tratando de señalar que, solo dando importancia a aquellas cosas que son primordiales, las cuestiones secundarias pueden ser comprendidas y resueltas. Los males sociales y económicos no pueden ser corregidos si no comprendemos sus causas. Para comprenderlas y, de ese modo, producir un cambio fundamental, primero tenemos que comprendernos a nosotros mismos, que somos la causa de estos males. Individualmente y en conjunto hemos creado la lucha y la confusión social y económica. Para actuar colectivamente, debemos empezar con lo individual; a fin de actuar como grupo, cada uno debe comprender y cambiar de manera radical dentro de sí mismo, aquellas causas que generan exteriormente conflicto y desdicha. Mediante la legislación, ustedes podrán obtener ciertos resultados beneficiosos, pero sin transformar las causas internas y fundamentales de conflicto y antagonismo esos resultados se irán a pique y surgirá nuevamente. La confusión, las reformas exteriores necesitarán siempre nuevas reformas, y este camino conduce hacia la opresión y la violencia. Un orden externo y una paz creadora pueden tener lugar solo si cada uno crea orden y paz dentro de sí mismo.

   … Así que ustedes, como individuos, tienen que averiguar qué se proponen hacer, habrán de pertenecer a una sociedad, a un sistema de pensamiento basado en este engrandecimiento propio con todos sus matices y sus delicadas sutilezas, o si, viendo que mientras exista ese estado de cosas tiene que haber guerras, crueldades, explotación, están dispuestos a cambiar completamente y no a tratar sólo con los síntomas. Como individuos, estamos enfrentados a este problema, a este interrogante: ¿trataremos con los síntomas, haremos una labor de remiendos, o produciremos un cambio completo en nuestro pensamiento, un cambio no basado en el espíritu posesivo y en la importancia propia? Una actitud así generará, necesaria y gradualmente, una nueva sociedad, un estado de cosas nuevo, una nueva conciencia en la cual no tendrán cabida la explotación y esta incesante lucha por existir, por meramente existir. Y podrá habérselas con este problema sólo si lo consideran de verdad, si les interesa, si realmente están sufriendo, no si se limitan a sentarse para discutir y observar de manera intelectual y teórica. Son ustedes pues, como individuos, los que deben decidir mediante el raciocinio y, por lo tanto, mediante la acción, si darán origen a una humanidad en la cual haya verdadera comprensión, o si continuarán con esta lucha incesante.

   … Sin relación, no hay existencia; ser es estar relacionado [...]. La mayoría de nosotros no parece darse cuenta de esto, que el mundo es mi relación con otros, ya sea con uno o con muchos. Mi problema es el problema de la relación. Lo que soy es lo que proyecto y, desde luego, si no me comprendo a mí mismo, toda mi relación es una confusión cuyos círculos se amplían cada vez más. Así pues, la relación adquiere una importancia extraordinaria, no mi relación con la así llamada masa, con la multitud, sino en el mundo de mi familia y mis amigos, por reducido que sea ese mundo; mi relación con mi esposa, mis hijos, mi vecino.

   … El espíritu religioso no piensa en función del tiempo, de resultados inmediatos, de una reforma inmediata dentro del patrón de la sociedad [...]. Dijimos que la mente religiosa no es una mente ritualista, no pertenece a ninguna iglesia, a ningún grupo, a ningún patrón de pensamiento. La mente religiosa es la mente que ha penetrado en lo desconocido, y uno no puede dar con lo desconocido excepto de un salto; no puede entrar en lo desconocido mediante un cálculo cuidadoso. La mente religiosa es la verdaderamente revolucionaria, y la mente revolucionaria no es una reacción a lo que ha sido. La mente religiosa es, en realidad, explosiva, creadora, no creadora en el sentido de lo que esa palabra implica para la poesía, la decoración, la arquitectura, la música, etc.; es una mente que se halla en estado de creación.

   … Ahora cooperamos con cualquier persona que ofrece una reforma, un cambio, y eso solo perpetúa el conflicto y la desdicha; pero si sabemos qué es tener el espíritu de cooperación que adviene con la comprensión del proceso total de la mente que implica libertad con respecto al «yo», entonces hay posibilidad de crear una civilización nueva, un mundo por completo diferente, exento de espíritu adquisitivo, de envidia, de comparación. Esto no es una utopía teórica, sino el verdadero estado de la mente que, de manera constante, investiga y va en pos de aquello que es verdadero y bienaventurado.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

¿TIENEN USTEDES CONCIENCIA DE LAS ILUSIONES?

           

   “… Buscan alguna nueva clase de experiencia porque han tenido experiencias de diversos tipos y han dicho: Es suficiente, ya he tenido todo eso, pero deseo alguna otra clase de experiencia, algo más grande, alguna experiencia que les proporcionará un gran deleite, una gran comprensión, una iluminación, una transformación. ¿Cómo lo descubrirán? Para descubrirlo tienen que estar libres de todas las ilusiones. Y eso implica completa honestidad a fin de que la mente no se engañe a sí misma. Para que no se engañen a sí mismos tienen que comprender toda la naturaleza del deseo. Porque es el deseo el que crea la ilusión; a causa del deseo quiere uno realizarse, espera siempre algo más. A menos que comprendan la total naturaleza y estructura del deseo, es inevitable que la mente engendre ilusiones. ¿Puede nuestra mente, habiendo comprendido la actividad del deseo, conocer su valor relativo y, por lo tanto, hallarse libre para observar? Ello implica observar sin ninguna clase de ilusión. ¿Tienen ustedes conciencia de las ilusiones? Cuando la mente está libre de ilusiones carece en absoluto de hipocresía, es clara y honesta; entonces pueden dar comienzo a la investigación, pueden investigar si hay una existencia intemporal, una verdad intemporal. Aquí es donde nace la meditación.

   … La meditación es como ir a un pozo cuyas aguas son inagotables, llevando un cántaro que está siempre vacío. El cántaro jamás puede llenarse. Lo que importa es beber las aguas y no cuán lleno está el cántaro. El cántaro debe ser roto para beber el agua. El cántaro es el centro que está siempre buscando, y así jamás puede encontrar. Buscar es negar la verdad que está justo frente a nosotros. Nuestros ojos deben ver lo que está más cerca, y el ver eso es un movimiento que no tiene fin. El que busca proyecta aquello que busca, y así vive en una ilusión, esforzándose siempre dentro de los límites de su propia sombra. No buscar es encontrar; y el encontrar no está en el futuro, está ahí, donde no miramos. El mirar es siempre el presente y en él tienen lugar toda vida y toda acción. La búsqueda es un impulso personal que proviene del centro, lograr algo, pertenecer o aferrarse a algo. En la investigación de esto hay libertad desde el comienzo mismo; mirar es liberarse del peso del ayer.

   … Por pequeña que sea la parte del cerebro que está funcionando, para funcionar bien, eficientemente, tiene que sentirse segura, a salvo. Que esa certidumbre, esa seguridad sea una ilusión o alguna invención del pensamiento, como lo son la fe y la creencia, carece realmente de importancia mientras esa parte limitada del cerebro se sienta asegurada, a salvo. En esta ilusión vivimos. Con la imagen, como lo son el nacionalismo y las imágenes que hay en todos los templos del mundo, vive el hombre y continúa con el conflicto, el placer, el dolor. Sólo cuando percibimos que ellas oscurecen e impiden nuestra verdadera y profunda relación con otro, o que están entre nosotros mismos y esa nube, ese árbol y aquellos niños, sólo entonces puede haber amor.

   De modo que el problema es: Soy un hombre lógico y, no obstante, siento que existe algo misterioso, pero no puedo aprehenderlo. Puedo entenderlo, puedo verlo lógicamente, pero no puedo contenerlo en mi corazón, en mi mente, en mis ojos, en mi sonrisa. El interlocutor dice: “ayúdeme”. Si se me permite señalar algo, no pida ayuda a nadie, porque todo el afán está en usted y en usted está todo el misterio, si es que existe un misterio. Todo aquello por lo que el hombre ha luchado, todo lo que ha buscado, encontrado, descartado como ilusión, todo eso forma parte de su conciencia. Cuando usted pide ayuda, perdóneme si señalo esto, lo hago con el mayor respeto, no cínicamente, cuando pide ayuda está solicitando algo de afuera, solicita algo de otro. ¿Cómo sabe que el otro tiene esa condición de la verdad? A menos que usted mismo la tenga, jamás sabrá si el otro la tiene o no. Por lo tanto, y esto lo digo con gran afecto y solicitud, lo primero es que, por favor, no pida ayuda. Si la pide, entonces los sacerdotes, los gurús, los intérpretes, todos ellos lo ahogarán con su verborrea. Mientras que si mira el problema ve que el problema es este: el hombre, durante siglos y siglos, ha estado a la búsqueda de algo sagrado, de algo no corrompido por el tiempo, por todos los afanes del pensamiento. Lo ha buscado, lo ha deseado con ansia, se ha sacrificado, se ha torturado físicamente, ha ayunado por semanas, pero no lo ha encontrado. Entonces viene alguien y dice: “yo te lo mostraré, yo te ayudaré”. Con lo cual uno está perdido. Vea, cuando usted pregunta si hay algo profundamente misterioso, sagrado, el misterio existe sólo como un concepto; pero si lo descubre, ya no es más un misterio, es algo que está mucho más allá de todo concepto de misterio.

   … Los biólogos nos dicen que al cerebro le ha tomado millones de años evolucionar hasta su etapa presente, y que le tomará millones de años seguir evolucionando. Ahora bien, la mente religiosa no depende del tiempo para su desarrollo. Lo que quiero comunicar es que, cuando el cerebro, que debe funcionar respondiendo a la existencia exterior, se aquieta internamente, ya no opera el mecanismo de acumular experiencias y conocimientos. Por lo tanto, el cerebro está internamente quieto, pero plenamente activo, y entonces puede obviar de un salto los millones de años.

   Para la mente religiosa pues, no existe el tiempo. Este sólo existe en ese estado de continuidad que avanza hacia una continuidad y un logro más extensos. Cuando la mente religiosa ha destruido la autoridad del pasado, las tradiciones, los valores que se le han impuesto, entonces es capaz de existir sin el tiempo. Entonces está completamente desarrollada. Porque, después de todo, cuando uno ha negado el tiempo, ha negado todo desarrollo a través del tiempo y el espacio. Por favor, esto no es una idea, no es una cosa para jugar con ella. Si han pasado por esto saben lo que es, se hallan en ese estado, pero si no han pasado por ello, entonces no pueden recoger meramente estas cosas como si fueran ideas y jugar con ellas.

 … Cuando la mente está en completo silencio, sin ninguna ilusión, sin ninguna clase de autohipnosis, surge algo que no es producto de la mente.”

    J. Krishnamurti


            Audiotexto:

           

CUANDO AMÁIS ALGO CON TODO VUESTRO SER LA PERCEPCIÓN ES INMEDIATA

                        

    “… Dándoos cuenta pues, de que vuestra mente es superficial, no intentéis volveros profundos. Una mente superficial jamás podrá conocer grandes honduras. Puede tener abundancia de conocimientos, de información, puede repetir palabras; ya conocéis todas las galas de una mente superficial que es activa. Mas si sabéis que sois superficiales, poco profundos, si os dais cuenta de la superficialidad y observáis todas sus actividades sin juzgar, sin condenar, pronto veréis que esa cosa superficial desaparece por completo sin que actuéis sobre ella. Pero eso requiere paciencia, vigilancia, no el ansioso deseo de un resultado, de un logro. Solo una mente superficial desea un logro, un resultado. Cuanto más percibáis todo este proceso, tanto más descubriréis las actividades de la mente; pero debéis observarlas sin tratar de darles término, porque no bien perseguís un fin os veis de nuevo atrapados en la dualidad del “yo” y del “no yo”, con lo cual continúa el problema.

   … Por ejemplo, la última moda es ahora interesarse en el Zen, esa es la manía. Y si durante estas pláticas tratáis de comparar lo que se está diciendo con lo que habéis leído, en ese proceso no estáis escuchando en absoluto, ¿verdad? Sólo estáis comparando, y esta comparación es una forma de pereza. Mientras que, si escucháis sin el intermedio de lo que habéis aprendido, oído o leído, entonces estáis escuchando y respondiendo directamente sin ningún prejuicio. Estáis viendo la verdad o la falsedad de lo que se está diciendo, y eso es mucho más importante que limitarse a comparar, valorar, juzgar.

   … Pues bien, si observáis vuestra propia mente mientras estáis sentados aquí, notaréis que estáis escuchando a través de diversas pantallas, la pantalla de lo que conocéis o de lo que habéis oído o leído, la pantalla de vuestras propias experiencias, y estas pantallas, de hecho, impiden escuchar. Realmente nunca escucháis, siempre estáis interpretando lo que oís, según vuestro trasfondo, vuestros prejuicios, según las conclusiones a que habéis llegado; por lo tanto, no escucháis. Y solamente hay transformación inmediata cuando uno escucha plenamente, esto es, no permite que se interpongan las cosas que uno ha aprendido. Escuchar completamente es no juzgar, no evaluar, de modo que todo vuestro ser está atento, y cuando estáis escuchando de esa manera hallaréis que hay esclarecimiento inmediato. Ese esclarecimiento es libertad atemporal, liberación.

   … El nombrar, la clasificación, la opinión, el juicio, la elección, todas esas cosas os impiden ver realmente. Del mismo modo, para ponerse en contacto emocional con un hecho, es preciso no nombrar, no ponerlo en una categoría, no juzgarlo; tiene que cesar todo pensamiento, toda reacción. Sólo entonces podéis mirar. Tratad alguna vez de mirar una flor, un niño, una estrella, un árbol o lo que queráis, sin todo el proceso del pensar, y entonces veréis mucho más. Entonces no habrá ninguna pantalla de palabras entre vosotros y el hecho y, por consiguiente, habrá un contacto inmediato con él. Valorar, condenar, aprobar, poner en una categoría ha sido nuestro ejercicio durante siglos; y darse cuenta de todo esto es comenzar a ver un hecho.

   … Nuestros ojos y cerebro registran las cosas externas, los árboles, las montañas, las rápidas corrientes; acumulan conocimiento, técnica, etc. Con esos mismos ojos y cerebro entrenados para observar, escoger, condenar y justificar, nos volvemos hacia adentro, miramos dentro de nosotros, reconocemos objetos, construimos ideas que se organizan en razonamientos. Esta mirada interna no llega muy lejos, porque está aún dentro de la limitación de su propio observar y razonar. Este fijar la mirada en lo interno sigue siendo la mirada externa y, por lo tanto, no hay mucha diferencia entre ambas. Lo que pueda aparecer como diferente, puede ser similar. Pero existe una observación interna que no es la observación externa vuelta hacia adentro. El cerebro y el ojo que observan solo parcialmente no contienen la visión total. Ellos deben estar completamente activos pero quietos, deben cesar de escoger y juzgar, pero tienen que hallarse pasivamente atentos. Entonces existe la visión total sin la frontera del tiempo-espacio. En este relámpago nace una nueva percepción.

   … La mayoría de nosotros estamos interesados en la solución, en la respuesta, de modo que prestamos al problema una atención dividida; por consiguiente, el problema nunca se comprende y así no hay respuesta. Para indagar sobre el problema se requiere una mente que no esté buscando una respuesta, sino que sea capaz de investigar sin juzgar ni condenar. ¿Podemos mirar algo sin comparar, juzgar, o condenar? Si queréis experimentar con ello veréis cuán extraordinariamente difícil es, porque todo el proceso de nuestro pensar se basa en la comparación, en el juicio, en la condenación. Mas si podemos indagar el problema sin esperar una respuesta, entonces el problema mismo se resuelve sin buscar respuesta.

   … El aprender no es un proceso de sentar las bases del conocimiento. El aprender es de instante en instante, es un movimiento en el cual uno se observa infinitamente a sí mismo, sin condenar, juzgar ni evaluar jamás, simplemente observa. Tan pronto condena, interpreta o evalúa, tiene un patrón de conocimiento, de experiencia, y ese patrón le impide aprender.

   … ¿Y existe progreso interiormente? Para mí, no. Solo existe el ver inmediatamente, y para ver de inmediato la mente no debe ser perezosa. No, por favor, no estéis de acuerdo conmigo, porque es muy difícil. Sólo seguidlo. Para ver claramente, lo cual ocurre siempre de inmediato, la mente ya no ha de tener la capacidad de elegir. Para ver las cosas como son, inmediatamente, la mente debe dejar de condenar, de evaluar, de juzgar. Eso no requiere progreso, no exige tiempo. Señor, cuando hay algo peligroso veis las cosas inmediatamente, vuestra respuesta es inmediata. En eso no hay progreso. Cuando amáis algo con todo vuestro ser la percepción es inmediata.” 

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

UNA MENTE SENSIBLE, UN CORAZÓN SENSIBLE, SON ESENCIALES, PUES ASÍ UNO ES CAPAZ DE PERCEPCIÓN RÁPIDA, DE PRONTA CAPTACIÓN

  

   “… Los problemas del mundo son tan colosales, tan complejos, que para comprenderlos y resolverlos hay que abordarlos de un modo muy sencillo y directo; y la sencillez y visión directa no dependen de las circunstancias exteriores ni de nuestros prejuicios y estados de ánimo individuales. Como ya lo he señalado, la solución no ha de encontrarse mediante conferencias o proyectos, ni substituyendo a los viejos dirigentes por otros nuevos y lo demás.

   Es evidente que la solución está en el creador del problema, en el creador de la maldad, del odio y de la enorme falta de comprensión que existe entre los seres humanos. El causante de estos daños, el creador de estos problemas, es el individuo, vosotros y yo, no el mundo, como creemos. El mundo es vuestra relación con otro. El mundo no es algo que existe aparte de vosotros y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o procuramos establecer entre unos y otros.

   De suerte que vosotros y yo somos el problema, no el mundo; porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para comprender al mundo tenemos que comprendernos a nosotros mismos. El mundo no está separado de nosotros; somos el mundo, y nuestros problemas son los problemas del mundo. Esto no puede repetirse con demasiada frecuencia, porque somos de mentalidad tan indolente que no creemos de nuestra incumbencia los problemas del mundo; creemos que deben ser resueltos por las Naciones Unidas o reemplazando los viejos dirigentes por otros nuevos. Es una mentalidad bien torpe la que piensa de ese modo; porque nosotros somos responsables de la horrible miseria y confusión que hay en el mundo, de la guerra que nos amenaza. Para transformar el mundo debemos empezar por nosotros mismos; y lo importante al empezar por nosotros es la intención. La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos, y en no dejar para otros el transformarse o producir un cambio modificado mediante la revolución, de izquierda o de derecha. Es pues, importante comprender que esta es nuestra responsabilidad, la vuestra y la mía; porque, por pequeño que sea el mundo en que vivimos, si podemos transformarnos, si podemos hacer surgir un punto de vista radicalmente diferente en nuestra existencia diaria, entonces, tal vez, afectaremos al mundo en general, las extensas relaciones de unos con otros.

   … Quisiera dilucidar qué es la sencillez, y de ahí quizá podamos llegar al descubrimiento de la sensibilidad. Pensamos, al parecer, que la sencillez es mera expresión externa, vida retirada, tener pocas posesiones, andar de taparrabo, carecer de hogar, usar poca ropa, tener una exigua cuenta bancaria. Eso, evidentemente, no es sencillez. Eso es mero exhibicionismo. Y a mí me parece que la sencillez es esencial. Pero la sencillez solo puede surgir cuando empezamos a comprender el significado del conocimiento propio.

   La sencillez no es mera adaptación a un patrón de vida. Se requiere mucha inteligencia para ser sencillo y no, simplemente, amoldarse a cierta norma por meritoria que ella sea en su aspecto externo. Por desgracia, casi todos empezamos por ser sencillos en apariencia, en las cosas externas. Es relativamente fácil tener pocas cosas y estar satisfecho con ellas, contentarse con poco y hasta compartir ese poco con los demás. Pero una mera expresión externa de sencillez en las cosas, en las posesiones, no implica por cierto sencillez en el fuero íntimo. Porque, tal como el mundo es actualmente, se nos incita desde afuera, desde lo exterior, a tener más y más cosas. La vida está haciéndose cada vez más compleja. Y con el fin de escapar a todo eso, tratamos de renunciar o de desprendernos de las cosas, automóviles, casas, organizaciones, cines, y de las innumerables circunstancias que desde lo externo se nos imponen.

   Creemos que seremos sencillos viviendo retirados. Muchos santos, muchos instructores, han renunciado al mundo; y me parece que tal renunciación por parte de cualquiera de nosotros no resuelve el problema. La verdadera sencillez, la sencillez fundamental, sólo puede originarse en el fuero intimo; y de ahí proviene la expresión externa. Cómo ser sencillos es entonces nuestro problema; porque esa sencillez nos hace más y más sensibles. Una mente sensible, un corazón sensible, son esenciales, pues así uno es capaz de percepción rápida, de pronta captación.

   Es pues, indudable, que sólo se puede ser interiormente sencillo cuando uno comprende los innumerables impedimentos, apegos, temores, que a uno lo tienen sujeto. Pero a la mayoría de nosotros nos gusta estar sujetos a las personas, a las posesiones, a las ideas. Nos gusta ser prisioneros. Interiormente somos prisioneros, aunque en lo externo parezcamos muy sencillos. Interiormente somos prisioneros de nuestros deseos, de nuestros apetitos, de nuestros ideales, de innumerables móviles. Y la sencillez no puede hallarse a menos que seamos interiormente libres. Ella, por lo tanto, ha de empezar primero en lo interno, no en lo exterior.

   Hay, por cierto, una extraordinaria libertad cuando uno comprende todo el proceso del creer, cuando uno comprende por qué la mente se apega a una creencia. Y cuando uno se ve libre de creencias, hay sencillez. Pero esa sencillez requiere inteligencia, y para ser inteligente hay que darse cuenta de los propios impedimentos. Para darse cuenta hay que estar constantemente en guardia, sin asentarse en determinada rutina, en determinado tipo de acción o de pensamiento.

   Porque, después de todo, lo que uno es en su interior influye sobre lo externo. La sociedad, o cualquier forma de acción, es la proyección de nosotros mismos; y si no nos transformamos interiormente, la mera legislación significa muy poco en lo externo; puede traer ciertas reformas, ciertos reajustes, pero lo que uno es en su interior se sobrepone siempre a lo externo. Si internamente uno es codicioso, ambicioso, si persigue ciertos ideales, esa complejidad íntima terminará por trastornar, por demoler la sociedad externa, por cuidadosamente planeada que ella pueda estar.

   … Para terminar con el dolor, uno debe tener una mente muy clara, muy sencilla. La sencillez no es una mera idea. Ser sencillo, simple, exige muchísima inteligencia y sensibilidad.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

SI QUERÉIS REALIZAR VERDADERA EDUCACIÓN, DEBÉIS COMPRENDER EL SENTIDO, EL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA, LO CUAL SIGNIFICA COMPRENSIÓN DE VOSOTROS MISMOS

    

   “… Si dudamos, es decir, si es mucho nuestro deseo de averiguar, debemos abandonar aquellas cosas a las que nos asimos con tanta fuerza. No puede haber una verdadera comprensión si se conserva lo que se posee. No podemos decir: «Me voy a asir a este prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia, y al mismo tiempo voy a analizar lo que usted dice». ¿Cómo podría hacerlo? Tal actitud no refleja duda, ni tampoco una crítica inteligente. Ciertamente que no. Como sabéis, dos mil o cinco mil años de enseñanza que os persuade para creer en ciertas cosas, no es religión. Es propaganda. Durante siglos se os ha dicho que sois francés, inglés, católico, hindú, budista o musulmán, y repetís sin cesar esas palabras. ¿Y queréis decir que una mente que ha sido así condicionada, así influenciada, y que se ha hecho tan esclava de la propaganda, de la ceremonia y el espectáculo de la religión, puede ser liberada dentro de ese condicionamiento?

   … Es una cuestión muy compleja. Juntos vamos a descubrir qué es una mente religiosa, no una mente que practica puja, las ceremonias, las creencias y todas esas cosas. Eso no es religión. Son todas invenciones del pensamiento. Debido a que la vida de ustedes es tan insípida, tan aburrida, han inventado a dios. ¡Es una vida tan penosa! Así que inventan a dios, que es todo perfección, todo amor, y adoran eso. Adoran lo que ustedes mismos han fabricado con el pensamiento. De modo que el pensamiento los está engañando. Pero continúan con ello, porque les agrada vivir en la ilusión. Tenemos que descubrir qué es una mente religiosa, porque una mente religiosa genera un mundo nuevo, una nueva civilización, una nueva cultura, una nueva explosión de energía. Y esto tiene que descubrirlo uno por sí mismo. No que nos digan qué es una mente religiosa, que nos dirijan, que nos den explicaciones al respecto. ¿Qué es, entonces, una mente religiosa? Ustedes pueden descubrirlo si niegan por completo la presente estructura religiosa, las creencias e ideas religiosas, porque es sólo una mente libre la que puede descubrir cuál es la cualidad de la mente religiosa.

   … La mayoría de vosotros ha leído muchos libros. ¿Y a qué habéis llegado? Tenéis dinero o podéis ganarlo, tenéis vuestros placeres y ceremonias y estáis en conflicto; ¿y en qué queda la educación, el aprender a ganar unas cuantas rupias, cuando toda vuestra existencia conduce a la desdicha y a la guerra? La verdadera educación pues, debe empezar por el educador, el progenitor, el maestro; y el investigar la verdadera educación significa investigar la vida, la existencia, ¿no es así?

   ¿A qué conduce que se os eduque para ser abogados si sólo habréis de acrecentar los conflictos y mantener los litigios? Pero en eso hay dinero y con eso medráis. De suerte que, si queréis realizar verdadera educación, es obvio que debéis comprender el sentido, el significado de la existencia. No se trata tan sólo de ganar dinero, de tener comodidades, sino de poder pensar de un modo verdadero, directo, no “consecuente”, porque el pensar consecuentemente es mera adaptación a una pauta. Un pensador consecuente es una persona irreflexiva, no hace más que repetir ciertas frases, y piensa siguiendo una rutina. Para descubrir qué es la verdadera educación tiene que haber comprensión de la existencia, lo cual significa comprensión de vosotros mismos, porque no podéis comprender la existencia en abstracto. No podéis comprenderos a vosotros mismos teorizando acerca de lo que debiera ser la educación. Lo cierto es que la verdadera educación empieza con la justa comprensión del educador. 

   ¿Cuál será el futuro de estos niños? Está el entretenimiento del deporte, treinta, cuarenta mil espectadores mirando a unas pocas personas en el campo de juego y gritando hasta quedarse roncos. Y uno también va y presencia alguna ceremonia que se realiza en una gran catedral, algún ritual, y eso también es una forma de entretenimiento, sólo que lo llamamos sagrado, religioso, pero sigue siendo un entretenimiento, una experiencia romántica, sentimental, una sensación de religiosidad. Observando todo esto en diferentes partes del mundo, viendo cómo la mente está ocupada con la diversión, el entretenimiento, el deporte, es inevitable que uno se pregunte, si es que de algún modo le interesa, ¿Qué será del futuro? ¿Más de lo mismo en formas diferentes? ¿Una variedad de diversiones? 

   … Por eso es tan importante mirar el hecho, considerarlo, explorarlo, investigar profundamente lo que es, porque en lo que es, no existe el tiempo, no existe el futuro. Lo que es, es eterno; lo que es, es la vida; lo que es, es la muerte; lo que es, es el amor, en el cual no hay ni realización ni frustración. Estos son hechos, realidades objetivas de la existencia. Pero una mente que ha sido nutrida, condicionada en las múltiples vías de escape, encuentra extraordinariamente difícil mirar lo que es; por lo tanto, dedica años al estudio de los símbolos y mitos, acerca de los cuales se han escrito infinidad de volúmenes, o se deja absorber en las ceremonias, en la práctica de un método, un sistema, una disciplina. Lo importante, por cierto, es observar el hecho y no aferrarse a opiniones o meramente discutir el símbolo que representa al hecho. ¿Comprenden? 

   … Sea la que fuere la legislación, los castigos que introduzcáis, la mente seguirá laborando en su propio beneficio. Hemos visto esto históricamente revolución tras revolución. Así pues, para aquellos de nosotros que sentimos que es imperativo que la mente sufra una revolución, ¿cómo ha de realizarse esta revolución religiosa? Al decir ‘religiosa’ no me refiero a lo dogmático, a lo tradicional, a la aceptación de esta o aquella doctrina, creencia; para mí, estas cosas no son religiosas. Las personas que practican ciertas formas de ceremonia, que llevan el cordón sagrado, que se ponen algo en las frentes, o que meditan durante cierto número de horas cada día, no son nada religiosas; se limitan a aceptar la autoridad y a seguirla sin pensar. Religión, por cierto, es algo totalmente distinto.

   … Todo esto es lo que vosotros y yo hemos creado. Se pueden producir reformas sociales mediante la legislación o por la tiranía, pero a menos que el individuo cambie radicalmente, siempre llegará él a sobreponerse a las nuevas normas, para acomodarlas a sus exigencias psicológicas.”

    J. Krishnamurti 

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