traductor para el blog blogger web

LA AFIRMACIÓN MISMA DE QUE EXISTEN SENDEROS HACIA LA VERDAD ES LA NEGACIÓN DE LA VERDAD

 

   “… ¿Es verdaderamente serio el hombre que busca a Dios? ¿Cómo puede buscar a Dios si no lo conoce? Y si conoce al Dios que busca, lo que conoce es solo lo que se le ha dicho o lo que ha leído; o bien se basa en su experiencia personal, que también está conformada por la tradición y por su propio deseo de hallar seguridad en otro mundo.

   Espere. Investiguemos esto, ¿qué es lo sagrado? Pero yo no quiero aceptar la tradición, o lo que alguien haya dicho acerca de lo sagrado. Señor, yo no sé si usted ha experimentado con esto. Hace algunos años, por diversión, tomé un trozo de roca del jardín, lo puse sobre la repisa de la chimenea y jugué con él, le traje flores todos los días. Al cabo de un mes él se transformó en algo terriblemente sagrado.

   Para comprender pues, aquello que es perdurable, eterno, tiene que haber conflicto entre el individuo y el medio, y sólo en ese conflicto pueden ustedes atravesar los muros de la limitación. Aceptamos irreflexivamente o inconscientemente innumerables condiciones impuestas por la sociedad o por la religión, las aceptamos como verdaderas. Por tradición, nuestra mente es empujada dentro de un molde y aceptamos inconscientemente estas cosas; a causa de eso, nos esclavizamos a ellas. Sólo mediante el continuo cuestionamiento, la constante percepción alerta, podemos hacer que la mente se libere del medio y, en consecuencia, volvernos los amos del medio.

   Después de todo, uno es desdichado porque no hay inteligencia, la cual es comprensión. Cuando uno comprende una cosa ya no está más en conflicto, ya no está limitado por lo que le han impuesto, la autoridad, la tradición, los prejuicios profundamente arraigados. Por consiguiente, la inteligencia es necesaria para ser supremamente feliz y, a fin de despertar esa inteligencia, la mente debe estar libre del medio. Las innumerables incrustaciones creadas en el curso de los tiempos por las religiones y la sociedad se han convertido en nuestro medio. Uno puede estar libre del medio que los individuos han creado solo cuando comprende sus patrones, sus valores, sus prejuicios, sus autoridades. Y entonces comienza a averiguar que la causa fundamental del sufrimiento es la falta de verdadera inteligencia, y esa inteligencia no puede descubrirse por algún proceso milagroso, sino estando continuamente alerta y, por lo tanto, cuestionando constantemente, tratando de descubrir lo falso y lo verdadero que hay en el medio establecido en torno a nosotros.

   … La mente es resultado del pasado, está compuesta por el tiempo, por las circunstancias, por incidentes y experiencias basadas en el pasado. Pero todo lo que le ocurre, exterior e interiormente le afecta. No continúa como estaba ni será como es. “¿Es eso siempre así?” Solo una cosa especializada queda fija para siempre en un molde. La semilla del arroz nunca, bajo ninguna circunstancia, se convertirá en trigo, y la rosa nunca puede llegar a ser palmera. Pero afortunadamente la mente humana no está especializada y siempre puede romper con lo que ha sido, no tiene por qué ser necesariamente esclava de la tradición.

   … Por lo tanto, si se me permite señalarlo, quien les habla no tiene nada que enseñarles, y eso es lo que realmente quería decir, ninguna nueva filosofía, ningún nuevo sistema, ningún nuevo sendero hacia la realidad. No hay sendero que conduzca a la realidad; los muchos senderos que el hombre ha inventado hacia la realidad han nacido del miedo; de hecho, no hay en absoluto sendero alguno. Un sendero implica algo permanente, estático, que está ahí inmóvil; lo único que tienen que hacer es andar por el sendero y llegarán allá. Me temo que no es así en lo más mínimo. Es mucho más complejo, mucho más sutil y extraordinariamente bello si uno comprende que no hay sendero, que no hay salvador, que nadie puede liberarnos de nuestra propia confusión, de nuestra lucha y de nuestra eterna búsqueda. Porque como dijimos, todo está ahí si uno sabe cómo explorar, cómo mirar; está todo dentro de nosotros mismos, porque somos el resultado del tiempo, el resultado de una experiencia infinita, de una vasta tradición.

   … Por medio de la religión, de la cultura, de la civilización, hemos pulido la parte externa, hemos mejorado nuestros modales, puede que algunos de nosotros tengamos mejores modales, hemos adquirido más conocimientos, hemos avanzado mucho en lo tecnológico; somos capaces de dialogar sobre filosofía oriental y occidental, sobre literatura; podemos viajar por todo el mundo, pero internamente, en lo profundo, esas raíces están firmemente arraigadas. Al ver todo esto, cómo puede uno, usted y yo como seres humanos, ¿cómo podemos cambiar? Sin duda no es a través de las lágrimas, no es a través del intelecto, no es siguiendo una utopía ideológica, ni a través de la tiranía externa o la que nos imponemos a nosotros mismos. De modo que uno debe descartar todo esto; espero que lo hagan, ¿entienden? Uno debe descartar su nacionalidad, sus propios dioses, su propia tradición, sus propias creencias; debe descartar todas esas cosas que les han enseñado a creer. Sin embargo, descartar todo eso es una tarea muy ardua; puede que intelectualmente estemos de acuerdo en hacerlo, pero en lo más profundo del inconsciente algo insiste en la importancia del pasado al cual nos aferramos. Ahora ya saben cuál es el problema.

   … Además, estamos tan atrincherados en el prejuicio, en la tradición con sus creencias y dogmas especiales, que repetimos dogmáticamente, sin dificultad alguna, que existen muchos senderos hacia la verdad. Para inducir tolerancia entre las múltiples divisiones que ocasiona el pensamiento antagónico y condicionado, los dirigentes de los intereses organizados tratan de disimular, mediante frases importantes, la brutalidad de la división. La afirmación misma de que existen senderos hacia la verdad es la negación de la verdad. ¿Cómo puede alguien indicar un sendero hacia la verdad, si esta no tiene morada, no puede ser medida y no puede buscarse? Lo que se halla fijo está muerto y hacia eso puede haber senderos. La ignorancia crea la ilusión de muchos caminos y métodos.

   La tradición incapacita y entorpece la mente de manera inevitable.”

   J. Krishnamurti

                
    Audiotexto:

           

SER CONSCIENTES DE LO QUE REALMENTE SON ES EL PROCESO DE COMPRENDER

 

   “… En vez de ocuparnos del cambio que debe ocurrir en nosotros, veamos si tenemos ideas preconcebidas acerca de lo que deberíamos ser. Puesto que las tenemos, nuestra atención debe volverse hacia la investigación de cómo y por qué han surgido. Si investigamos seriamente, encontramos que el miedo crea diversos patrones, ideas preconcebidas sobre nosotros mismos y sobre lo que deberíamos ser. Sin estos conceptos previos, ¿qué somos? Y así, teniendo conceptos e imágenes acerca de lo que deberíamos ser, nos esforzamos en pos de tales conceptos e imágenes, lo cual solo contribuye a deformar la comprensión crítica respecto de nosotros mismos, erigiendo de este modo todo tipo de resistencias. Pero si somos capaces de mirarnos tal como somos, existe entonces la posibilidad de un cambio radical que no habrá de producirse mediante la comparación. Todo cambio comparativo es solo un cambio en la resistencia.

   … Por favor, escuchen todo esto muy cuidadosamente y compréndanlo, para que no necesiten seguir líderes, ejemplos, ideales que necesiten imitar o copiar, para que sean individuos libres con dignidad humana. No podrán ser libres si eternamente se comparan con el ideal, con lo que deberían ser. Comprender lo que realmente son, sin importar cuán feos o atractivos, o cuán atemorizados están, no es cuestión de memoria, el mero recuerdo de un ideal. Necesitan vigilarse, ser conscientes de ustedes mismos momento tras momento en las relaciones diarias. Ser conscientes de lo que realmente son es el proceso de comprender. Si realmente comprenden lo que estoy hablando, lo escuchan completamente, serán libres de todas las cosas totalmente falsas que crearon las generaciones pasadas. No se verán con la carga de la imitación, el mero recuerdo de un ideal, que sólo mutila la mente y el corazón, engendrando temor y envidia. Inconscientemente estarán escuchando esto muy profundamente. Espero que así sea, porque entonces presenciarán una extraordinaria transformación que surge de escuchar profundamente y liberarse de la imitación.

    … Mirad, saber es una cosa, y vivenciar es otra. Saber sobre Dios o la verdad es una cosa, pero vivenciar efectivamente algo de esa inmensidad es muy diferente. La mayoría de nosotros somos conscientes de que estamos funcionando desde un centro, el centro que ha llegado a ser conocimiento, el centro que es experiencia, el centro desde el cual se producen todas las compulsivas ansias y las resistencias, el centro que siempre está buscando seguridad.

   Os ruego que no aceptéis mis palabras, sino que experimentéis de hecho el centro desde el cual pensáis, el ‘yo’. Y donde hay un centro tiene que haber una circunferencia, y la batalla se entabla para alcanzar la circunferencia, lo que debería ser. La circunferencia es siempre cosa diferente de lo que es. ¿No es eso así? Todo esto lo sabemos. Sabemos que, habiendo experimentado eso, todas nuestras actividades, pensamientos y sentimientos son moldeados, proyectados, condicionados por el centro, y el centro inmediatamente dice: ‘tengo que librarme de ello’. Hay pues una división entre el centro y la cosa que debería ser o la cosa que ha sido. Siempre hay esta división, y el conflicto es esencialmente la guerra entre lo que debería ser y lo que es. Lo que es, que es el centro, siempre está tratando de amoldarse a lo que debería ser, y de esa dualidad surge el conflicto.

   De manera que lo importante es aprender sobre uno mismo sin que exista un censor, porque el censor es un ente separado, ¿no es cierto? Cuando existe ese censor que va diciéndole a uno lo que debe y no debe hacer, lo que está bien y lo que está mal, cómo debería y cómo no debería ser algo, uno deja de observar, pues su condicionamiento previo, su tradición, sus recuerdos anteriores interfieren en la observación. ¿Son capaces de ver este hecho tan simple? Y es necesario que aprendan sobre sí mismos porque, de lo contrario, no tienen ninguna base para una percepción clara.

   … ¿Por qué dividimos la vida en la cosa llamada «bien» y la cosa llamada «mal»? ¿No hay, en realidad, una sola cosa, que es una mente inatenta? Por cierto, cuando hay atención completa, o sea, cuando la mente está totalmente despierta, alerta, vigilante, no hay tal cosa como el mal o el bien, sólo hay un estado lúcido, despierto. La bondad no es una cualidad, no es una virtud, es un estado de amor. Cuando hay amor no hay bien ni mal, sólo hay amor. Cuando amamos realmente a alguien, no pensamos si eso es bueno o malo, todo nuestro ser está lleno de ese amor. Sólo cuando cesa la atención completa, el amor, surge el conflicto entre lo que soy y lo que debería ser. Entonces eso que soy es «malo» y lo que debería ser es lo así llamado «bueno». ¿Es de algún modo posible no pensar en términos de fragmentación, no dividir la vida en lo bueno y lo malo, no estar atrapado en este conflicto? El conflicto del bien y el mal es la lucha por llegar a ser alguna cosa. En el momento en que la mente desea ser algo, tiene que haber esfuerzo, conflicto entre los opuestos. Esto no es una teoría. Obsérvese su propia mente y verá que, apenas la mente deja de pensar en términos de llegar a ser esto o aquello, la acción se detiene; esto no es estancamiento, sino un estado de atención total que es bondad. Pero esa atención total no es posible mientras la mente está atrapada en el esfuerzo de llegar a ser alguna cosa.

   … La propia idea de cambiarse uno a sí mismo, contiene un patrón preconcebido que impide la comprensión crítica. Si tenemos un concepto previo de lo que queremos ser, de lo que deberíamos ser, entonces la percepción de lo que somos no es crítica, ya que sólo nos interesa amoldarnos o rechazar. Queremos ser esto o aquello, en consecuencia, estamos incapacitados para realizar un verdadero examen crítico de lo que somos y, por lo tanto, cuando cambiamos en relación con lo que deseamos ser, estamos obligados a crear resistencias y, de ese modo, el cambio fundamental no ocurre en absoluto.

   … Nos ofendemos por amor propio y tenemos amor propio porque tenemos una idea, un símbolo, una imagen de nosotros mismos, de lo que deberíamos ser, de lo que somos o de lo que no deberíamos ser. Uno no es lastimado cuando no tiene una imagen de sí mismo, ni conclusión ni ideología alguna.”

   J. Krishnamurti

    
            Audiotexto:

           


SI SON MUY SENCILLOS, SI SON PROFUNDAMENTE SENCILLOS EN LO INTERNO, DESCUBRIRÁN ALGO EXTRAORDINARIO

    

   “… En lo profundo, nuestra vida es confusión, desorden, desdicha, agonía; cuanto más sensibles somos, más desesperación, más ansiedad, más sentido de culpa tenemos, y como es natural, más queremos escapar porque no encontramos una respuesta, no sabemos cómo liberarnos de esa confusión. Queremos alcanzar algún otro estado, alguna otra dimensión, y escapamos a través de la música, del arte, de la literatura, pero eso tan solo es escape, no tiene nada que ver con lo que buscamos. Todos los escapes son parecidos, ya sea una iglesia, Dios, un salvador, o bien la bebida u otras drogas. Por eso, no solo debemos comprender qué y por qué buscamos, sino que también debemos comprender esta exigencia de una experiencia profunda y duradera. Únicamente la mente que no busca nada, que no pide ninguna clase de experiencia puede entrar en un estado, en una dimensión totalmente nueva. Esto es lo que vamos a investigar esta tarde, espero. Nuestras vidas son superficiales, muy limitadas en sí mismas, y queremos algo más, una experiencia mayor y más profunda. Como nos sentimos tremendamente solos, toda nuestra actividad, nuestros pensamientos, nuestro comportamiento, todo nos conduce al aislamiento, a la soledad, y por eso queremos escapar de ello.

   … Decís que la mente es ocupación, lo que significa, ¿verdad? que la mente que no esté ocupada, activa, pensando, funcionando, inquiriendo, respondiendo, planteando cuestiones -todos estos son síntomas de la mente-, no es una mente, ¿no es así? La palabra ‘puerta’ no es la puerta, y la palabra ‘mente’ no es la mente. La mente se considera a sí misma como ocupación, ¿o es que hay una mente que dice, ‘estoy ocupada’? Quiero descubrir por qué insiste la mente en estar ocupada. ¿Por qué decimos que, si la mente no está ocupada, activa, buscando, defendiendo, teniendo ansiedad, miedo, culpa, no es una mente? Si todas esas cosas no están ahí, ¿no hay entonces mente?

   … La ansiedad, la culpa, el miedo, las reacciones, eso es lo único que conocemos, ¿verdad? ¿Y qué es la totalidad de la mente tal como la conocemos? La totalidad de la mente, como la conocemos, es lo inconsciente y lo consciente. Retrocedamos un poco. ¿Por qué está la mente ocupada? ¿Y qué pasaría si la mente no estuviera ocupada?

   … Señores, os ruego que no respondáis. Por favor, no le deis expresión verbal aún. Esperad, por favor. No lo expreséis ni aun a vosotros mismos, porque es algo enteramente nuevo, ¿lo seguís? Y por lo tanto no tenéis aún palabras para ello. Si ya tenéis las palabras, de hecho, no estáis observando todavía. Como veis, ese estado es la revolución, ¿no es así?, la rebelión que no es una reacción, la rebelión con respecto a toda la tradición sobre la manera de ser libres, de conseguir, de llegar. No sé si captáis esto. Vamos a cambiarlo un poquito, dejadlo cocer lentamente cierto tiempo. Como sabéis, la mayoría de nosotros sabemos lo que es sentirse ansioso, sentirse culpable; ponerse ropas nuevas, cuando hay millones en Oriente que no tienen ropa alguna; tomar una buena comida cuando millones están hambrientos. Quizá, viviendo en un país próspero donde estáis seguros desde antes de nacer hasta la tumba, no sabéis lo que es ese sentimiento. Existe no solo la culpa colectiva de la raza, sino también la culpa de la familia, el nombre, el gran nombre y el pequeño nombre, la culpa de los personajes muy importantes y la de los nadie, y la culpa del individuo, las cosas malas que hemos hecho, las que hemos dicho y pensado, la desesperación por todo ello. Estoy seguro que todos conocéis esto. Y partiendo de esta desesperación, hacemos las cosas más extraordinarias. Corremos por acá y por allá, ingresamos en esto o lo otro, nos hacemos esto y dejamos aquello, esperando todo el tiempo eliminar la íntima desesperación. Y la desesperación también tiene sus raíces en el miedo y engendra muchas filosofías; y de esa manera pasamos a través de muchas muertes. No hablo en forma dramática ni romántica. Este es el estado común por el que pasan todos, ya sea en forma intensa o muy superficialmente. Cuando es superficial, acude uno a la radio, toma un libro, se va a un cine o a una iglesia o a ver un desfile. Cuando es muy profundo, se llega a algún extremo y se vuelve uno neurótico, o se suma a alguno de los movimientos intelectuales nuevos y de moda.

   Esto es lo que está pasando en todo el mundo. Hemos negado a Dios, las iglesias han perdido su sentido, la autoridad del sacerdote se ha terminado. Cuanto más piensa uno más depura la mente de todos estos absurdos. Tenéis pues, que hacer frente al temor, tenéis que comprenderlo. ¿Lo seguís? Tenéis que descubrir. Porque no solo existe el temor de la muerte, el de las cosas que habéis hecho y las que no habéis hecho, sino que está la desesperación, la ansiedad y la culpa que nacen del temor. Todas estas son expresiones del miedo. De modo que, si la mente no ha de deteriorarse, si ha de ser viviente, activa, rica, tiene que eliminar el temor. Hasta que no hagamos eso, no creo que podamos saber lo que significa amar ni lo que significa tener paz; no la paz política y todo eso, sino un verdadero sentido de quietud interna, no afectado por el tiempo, incorruptible; esto no tiene relación con esa cosa llamada paz, que es concebida por la mente del hombre.

   Es pues imperativo que la mente esté libre de miedo, porque es solo la mente libre la que puede descubrir si hay algo más allá. Podéis llamarlo verdad, Dios o lo que queráis, eso es lo que el hombre ha estado buscando por centurias, por milenios.

    … Señor, un ser humano tiene innumerables problemas. Primero tiene que resolverlos, ¿verdad? Tiene que poner orden en la casa en que vive, la casa que es el "yo"; mis pensamientos, mis sentimientos, mis ansiedades, mi culpa, mi dolor, tengo que poner orden ahí. Sin ese orden, ¿cómo puedo proseguir?

   … ¿Pueden ustedes liberarse de sí mismos? ¿Comprenden mi pregunta? No, no comprenden esto; son demasiado ingeniosos; están cubiertos por un montón de conocimientos, de experiencias, etc. Eso es lo que ocurre con todos ustedes, demasiada erudición. No son lo suficientemente sencillos. Si son muy sencillos, si son profundamente sencillos en lo interno, descubrirán algo extraordinario.”

   J. Krishnamurti

       Audiotexto:

           


SI LA EDUCACIÓN NOS HA DE LLEVAR A LA GUERRA, SI NOS ENSEÑA A DESTRUIR O SER DESTRUIDOS, ¿NO HA FRACASADO TOTALMENTE?

     

   “… Si comprendemos un problema, la solución puede estar en el mismo problema. Tomemos un ejemplo bien simple. Nunca hemos podido terminar con las guerras, el ser humano ha tenido guerras desde sus orígenes en la Tierra, y nunca ha podido solucionar ese problema de la guerra; lo único que hemos conseguido es mejorar la manera de matarnos, a lo cual llamamos progreso; esto no es un chiste. Nos movemos de una organización a otra, primero tuvimos la Sociedad de Naciones, ahora tenemos las Naciones Unidas, pero las guerras continúan, y aunque cambiamos de una organización a otra esperando que los problemas se solucionen, siguen multiplicándose y las guerras nunca terminan. La causa de las guerras son el nacionalismo, las divisiones económicas, lingüísticas, raciales, religiosas, económicas, también las divisiones culturales nos separan; y como todos somos seres humanos, sufrimos, todos padecemos dolores, ansiedades, aburrimiento, soledad y desesperación, pero no tratamos de resolver esto, sin embargo, queremos resolver los problemas que tienen causas externas.

   … Las causas de la guerra están en uno, no en la tecnología. Uno no puede eliminar la industria, no puede deshacerse del avión, pero puede erradicar por completo las causas que producen su mal uso. Las causas de este horrible mal uso están en uno y uno puede erradicarlas, aunque no es tarea fácil. Como no afrontamos esta tarea, tratamos de legalizar la guerra, hacemos pactos, creamos federaciones, seguridad internacional, etc., pero la envidia y la ambición invalidan todo esto e inevitablemente la guerra y la catástrofe continúan.

   … Y está el dolor de esas personas que poseen muy poco en sus vidas, nada de dinero y solo unos pocos muebles. Viven en la ignorancia, no la ignorancia con respecto a algo grande, sino la simple ignorancia de sus vidas cotidianas, de no tener nada internamente, tampoco lo tienen las personas ricas, tienen mucho en sus cuentas bancarias, pero nada internamente. Luego está el inmenso dolor de la humanidad que es la guerra. Millones han sido muertos; uno ha visto en Europa miles de cruces, todas dispuestas en filas rectas. Cuántas mujeres, hombres, niños, han llorado en cada comunidad, en cada país, en cada Estado. 

   … En todas las épocas históricas ha habido guerras año tras año; guerras tribales, guerras nacionales, guerras ideológicas, guerras religiosas. En la Edad Media se torturaba a las personas consideradas herejes. Desde los comienzos del hombre, el dolor ha continuado en diferentes formas. El dolor de la pobreza, la pobreza de no poder satisfacer nuestros deseos, la pobreza del logro (porque siempre hay más que lograr); todo ello ha ocasionado inmenso dolor, no solo dolor personal, sino el dolor de la humanidad. Leemos acerca de lo que está pasando en los Estados totalitarios, pero nunca derramamos una lágrima. Somos indiferentes a todo eso, porque nos consumen nuestro propio dolor, nuestra propia soledad, nuestra propia insuficiencia. De modo que nos preguntamos: ¿Hay un final para el dolor? ¿Hay un final para nuestros dolores personales, con todas las implicaciones de ese final? Si estamos de algún modo seriamente involucrados en esto, comprometidos a descubrir, nos preguntamos: ¿existe un final para el dolor?  Y si existe un final, ¿qué hay después?... porque siempre deseamos una recompensa: “Si terminamos con esto, debemos tener eso otro”. Jamás terminamos con nada por sí mismo, per se.

   … Decimos que amamos a la familia, a los hijos, pero ¿aman a sus hijos? Si los amaran con todo su corazón y no con sus pequeñas y mezquinas mentes, ¿creen que mañana habría una guerra? Si amaran a sus hijos, ¿los educarían para que se amoldaran a esa sociedad corrupta, los adiestrarían, los forzarían para que aceptaran el orden establecido? Si realmente amaran a sus hijos, ¿permitirían que los mataran en las horribles guerras? Al considerar todo esto, vemos que no hay amor en absoluto, porque el amor no es sentimiento, no es una tontería emocional y, sobre todo, el amor no es placer. 

   Hay una eficacia inspirada por el amor, que va mucho más lejos y es mucho más grande que la eficacia inspirada por la ambición; y sin amor, que es lo que nos da una comprensión integral de la vida, la eficacia solo engendra crueldad. ¿No es esto lo que está sucediendo actualmente en todas partes del mundo? Nuestra educación actual está acoplada a la industrialización y a la guerra, siendo su fin principal desarrollar la eficiencia, y nosotros nos encontramos atrapados en esta maquinaria de competencia despiadada y mutua destrucción. Si la educación nos ha de llevar a la guerra, si nos enseña a destruir o ser destruidos, ¿no ha fracasado totalmente? 

   Si aquellos de nosotros que amamos a nuestros hijos, y vemos la urgencia del problema ponemos nuestra mente y nuestro corazón al servicio de la causa, entonces, por pocos que seamos, a través de la verdadera educación y de un ambiente hogareño inteligente, podemos ayudar a desarrollar seres humanos integrados. Pero si como tantos otros llenamos nuestro corazón de las astucias de la mente, entonces continuaremos viendo a nuestros hijos destruidos por la guerra, el hambre y por sus propios conflictos psicológicos.

   Si los padres amaran a sus hijos no serían nacionalistas, no se identificarían con ningún país, porque el culto al Estado conduce a la guerra, mata o mutila a sus hijos. Si los padres amaran a sus hijos, descubrirían cuál es la verdadera relación con la propiedad, porque el instinto posesivo ha dado a la propiedad un significado desfasado y falso que destruye el mundo. Si los padres amaran a sus hijos no pertenecerían a ninguna religión organizada, porque el dogma y la creencia dividen a la gente en grupos conflictivos, creando antagonismos entre los hombres. Si los padres amaran a sus hijos dejarían de ser envidiosos y conflictivos, y generarían un cambio fundamental en la estructura de la sociedad actual.

   … Vosotros y yo podemos ver qué es lo que engendra las guerras, y si nos interesa detenerlas podemos empezar a transformarnos a nosotros mismos, que somos las causas de la guerra.”

   J. Krishnamurti
        
        Audiotexto: