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¿HAY ALGUNA ACCIÓN BUENA QUE LO SEA EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS?

        

    “… Me gustaría saber si alguna vez usted se ha hecho una pregunta fundamental, la pregunta que, por el hecho mismo de hacerla, indica profunda seriedad y cuya respuesta no depende necesariamente de otra persona ni de ninguna filosofía, maestro, etc. Quisiera hacer esta mañana una de estas preguntas serias y fundamentales. ¿Hay alguna acción buena que lo sea en todas las circunstancias? ¿O es que sólo existe la acción como tal, ni buena ni mala? La acción correcta varía con el individuo y las diferentes circunstancias en que éste se ve colocado. Al individuo en oposición a la comunidad, por ejemplo, al soldado, podría preguntársele: «¿cuál es la acción correcta?» Evidentemente, para él la acción correcta sería, mientras esté en el frente, matar. Y para el individuo encerrado con su familia, dentro de las cuatro paredes de la idea de «lo mío», de «mi familia», de «mis posesiones», también hay una acción correcta. Y también la hay para el hombre de negocios en la oficina. Y así, la acción correcta crea oposición, la acción individual, opuesta a la colectiva.

   Cada uno sostiene que su acción es la correcta. El hombre religioso, con sus creencias y dogmas exclusivos, se dedica a lo que considera una buena acción, y ésta lo separa del incrédulo, de los que piensan o sienten lo contrario de lo que él cree. Existe la acción del especialista que está trabajando con arreglo a cierto conocimiento especializado. Dice él: «esta acción es la correcta». Están los políticos, con sus acciones buenas o malas, los comunistas, los socialistas, los capitalistas, etc. Existe toda una corriente de vida comercial, política, religiosa, familiar, y también una corriente de vida en que hay belleza, amor, bondad, generosidad, etc.

   Uno se pregunta al ver todas estas acciones fragmentarias que engendran sus propios opuestos; al ver todo esto, se pregunta: ¿Qué acción es buena en todas las circunstancias? ¿O es que sólo hay acción como tal, que no es buena ni mala? Esta última es una afirmación muy difícil, incluso de hacer o de creer, porque evidentemente matar es una acción mala, y evidentemente también es una acción mala el estar cautivo de un determinado dogma y actuar de acuerdo con él.

   Hay quienes, al ver todo esto, dicen: Somos activistas, no nos interesan las filosofías, las teorías, las diversas formas de ideología especulativa, nos interesa la acción, «actuar». Y hay los que dejan de «actuar» y se retiran a los monasterios, se vuelven a su interior y se escapan a su propio paraíso, o se pasan años en meditación creyendo encontrar así la verdad para entonces actuar.

   Cuando se observan estos fenómenos, las acciones opuestas y fragmentarias de los que dicen: «tenemos razón» y «esta es la acción correcta», «esto resolverá los problemas del mundo» y que, sin embargo, crean de ese modo, consciente o inconscientemente actividades opuestas, perpetuando así las divisiones y actitudes agresivas, uno se pregunta: ¿qué vamos a hacer?

   … ¿Comprende usted lo que estamos haciendo? Estamos viendo los factores del condicionamiento. Estamos viéndolos, no haciendo algo en relación con ellos. El verlos constituye el hecho en sí, ¿no es cierto? Si veo un abismo, actúo, surge la acción inmediata. Si veo algo que es venenoso no lo tomo, para mí ha terminado; la no acción es instantánea. Vemos pues, el hecho de que uno de los grandes factores condicionantes es esta aceptación de sistemas, con toda la autoridad, con todas las sutiles gradaciones involucradas en los mismos. ¿Podemos discutirlo? ¿O el que habla les ha abrumado? Espero que no.

   … Hoy en día, la educación moderna está desarrollando el intelecto, ofreciendo más y más explicaciones acerca de la vida, más y más teorías, sin que en eso intervenga la calidad armoniosa del afecto. Así es como hemos desarrollado mentes con habilidad para escapar del conflicto; por esto nos satisfacemos con las explicaciones que nos ofrecen los científicos y los filósofos. La mente, el intelecto, se contenta con estas innumerables explicaciones, pero la inteligencia no, porque para comprender tiene que existir, en la acción, unidad completa del corazón y la mente.

   … El adiestramiento del intelecto no resulta en inteligencia. Antes bien, la inteligencia nace cuando actuamos en perfecta armonía, tanto intelectual como emocionalmente. Hay una diferencia enorme entre intelecto e inteligencia. El intelecto no es sino pensamiento funcionando independientemente de la emoción. Cuando el intelecto, prescindiendo de la emoción, es adiestrado en cualquier dirección determinada, uno puede poseer un gran intelecto, pero carece de inteligencia, porque en la inteligencia hay una capacidad inherente tanto de sentir como de razonar; en la inteligencia ambas capacidades están igualmente presentes de manera intensa y armoniosa.

   … Hay que estar libre de la respuesta del condicionamiento, que es el pensar. Cada problema se resuelve sólo cuando no existe la idea, la conclusión; conclusiones, ideas y pensamientos son la agitación de la mente. ¿Cómo puede haber comprensión cuando la mente está agitada? La seriedad debe estar templada en el veloz juego de la espontaneidad. Usted encontrará, si ha escuchado todo lo que se dijo, que la verdad llegará en momentos en que no la espera. Si me permite decirlo, sea sensible, esté abierto y plenamente alerta a lo que es de instante en instante. No levante en torno de sí mismo un muro de inexpugnable pensamiento. La bienaventuranza de la verdad adviene cuando la mente no se halla ocupada con sus propias actividades y sus luchas. 

   … Educar al educador, es decir, hacer que se entienda a sí mismo, es una de las empresas más difíciles, porque la mayor parte de nosotros estamos ya cristalizados dentro de un sistema de pensamiento o dentro de un molde de acción; nos hemos dado ya a una ideología, a una religión o a una norma determinada de conducta. Por esto enseñamos al niño qué, y no cómo pensar.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:




NUESTROS ACTUALES HÁBITOS DE PENSAMIENTO Y MORALIDAD SE BASAN EN LA SEGURIDAD Y EL PROVECHO INDIVIDUALES

             

   “… La mayoría de nosotros tenemos hábitos de pensamiento, de ideas, de inclinaciones físicas, tan fijos, tan profundamente arraigados que parece casi imposible abandonarlos. Hemos establecido ciertos modos de comer, insistimos en ciertos alimentos, varias formas de vestir, hábitos físicos, hábitos emocionales y hábitos de pensamiento, etc., y resulta realmente muy difícil producir un cambio profundo, radical, sin alguna amenaza compulsiva. El cambio que conocemos es siempre muy superficial. Una palabra, un gesto, una idea, un invento, pueden hacer que rompamos un hábito y nos ajustemos a una nueva norma, y creemos que hemos cambiado. Dejar una iglesia e incorporarse a otra, dejar de llamarse francés para llamarse europeo o internacionalista, esa clase de cambio es muy superficial, es mera cuestión de comercio, de intercambio. Un cambio en la manera de vivir, el emprender un viaje alrededor del mundo, el cambiar de ideas, de actitudes, de valores, todo este proceso me parece muy superficial porque es resultado de alguna fuerza compulsiva, exterior o interior. Podemos pues, ver muy claramente que el cambiar debido a cualquier influencia exterior, por temor o debido al deseo de lograr un resultado, no es un cambio radical. Y nosotros necesitamos un cambio completo, una tremenda revolución.

   … Sabemos que nuestros actuales hábitos de pensamiento y moralidad se basan en la seguridad y el provecho individuales, y que de este modo hemos creado una sociedad que se sostiene por obra de nuestro propio deseo. Al darse cuenta de esto hay quienes tratan de crear nuevos hábitos, nuevas virtudes, en la esperanza de dar origen a una nueva sociedad no basada en el provecho personal y demás. Pero el deseo sigue persistiendo en diferentes formas y hasta que comprendamos todo el proceso del deseo mismo, significará muy poco la mera transformación de las condiciones externas.

   … Si podemos comprender todo el proceso del hábito, quizá entonces podamos eliminar para siempre el mecanismo que crea los hábitos. Simplemente poner fin a un hábito particular es relativamente fácil, pero eso no resuelve el problema. Tenemos todos varios hábitos, somos conscientes de algunos y de otros no, por eso debemos descubrir si la mente está atrapada en el hábito y por qué crea hábitos. En su mayor parte, ¿no es nuestro pensar un hábito? Desde la niñez nos enseñan a pensar de acuerdo con ciertas pautas, ya sean cristianas, comunistas o hindúes, y no nos atrevemos a salirnos de esas normas porque tenemos miedo de no seguir lo estipulado. De modo que, en esencia, nuestro pensar es un hábito, está condicionado; de ahí que nuestras mentes operan siguiendo los cauces establecidos y, como es natural, también tenemos hábitos superficiales que intentamos controlar.

   … Tiene que haber un enfoque diferente para "descondicionar" de recuerdos la totalidad del ser, a fin de que la mente sea nueva en todo instante. ¿Cómo habrá de hacerse? ¿Comprendéis el problema? Es este, estamos acostumbrados a hacer frente a la vida con los viejos recuerdos, las viejas tradiciones, los viejos hábitos; enfrentamos el hoy con el ayer. Ahora bien, ¿puede uno hacer frente al hoy, al presente, sin el pensamiento de ayer? Eso, por cierto, es una cuestión nueva, ¿verdad? Conocemos el viejo método de ir paso a paso, analizando cada respuesta, disolviéndola mediante la práctica, la disciplina, etc. Vemos que semejante método implica tiempo y cuando os valéis del tiempo como medio de acabar con el "condicionamiento", es obvio que ello no hace más que fortalecer la condición. Si utilizo el tiempo como medio de libertarme, en ese mismo proceso me vuelvo condicionado. ¿Qué he de hacer pues? Puesto que es una cuestión nueva debo abordarla de un modo nuevo. Es decir, ¿puede uno ser libre inmediatamente, al instante? ¿Puede haber regeneración sin el elemento del tiempo, que no es sino memoria? Yo digo que la regeneración, la transformación es ahora, no mañana, y que la transformación sólo puede llegar cuando se está completamente libre del ayer.

   … Dije que le da seguridad y otras cosas. Al examinar un solo hábito hemos visto que todos los demás hábitos se basan en eso. En vista de que los hábitos son mecánicos, repetitivos, cuando digo: "Me gustaría ser un gran hombre", me siento atrapado porque en ese hábito encuentro seguridad y voy tras ella. En el fondo, no estamos discutiendo sobre hábitos buenos o malos, todos los hábitos son mecánicos. Cualquier cosa que haga reiterativamente, que significa hacer algo desde ayer, hasta hoy y mañana, tiene que ser mecánica. Alguna acción mecánica puede que tenga un poco más de refinamiento, que funcione con cierta suavidad, pero sigue siendo hábito, sigue siendo repetitiva; eso es evidente.

   … Queremos liberarnos de los hábitos que nos producen dolor o que no tienen sentido, creando nuevos hábitos de pensamiento o nuevas afirmaciones, pero este proceso de sustitución no es muy inteligente. Si de verdad observa descubrirá que la mente no es otra cosa que una masa de hábitos, de pensamientos y recuerdos. Si sustituimos estos hábitos por otros, la mente sigue estando en una prisión, sigue confundida y sufriendo. Únicamente cuando comprendemos en toda su profundidad el proceso de las reacciones de autoprotección, que se convierten en los hábitos del pensamiento y limitan toda acción, existe la posibilidad de despertar la inteligencia, y sólo ella puede disolver el conflicto de los opuestos.

   … El organismo físico tiene su propia inteligencia, la cual se embota con los hábitos del placer. Estos hábitos destruyen la sensibilidad del organismo, y es esta falta de sensibilidad la que embota la mente. Una mente semejante puede estar alerta en una dirección estrecha y limitada, y ser, sin embargo, insensible. La profundidad de una mente así es mensurable y se halla presa en imágenes e ilusiones. Su única brillantez es su propia superficialidad. La meditación requiere un organismo liviano e inteligente. La relación mutua entre la mente meditativa y su organismo es un ajuste constante de la sensibilidad, porque la meditación necesita libertad. La libertad es su propia disciplina. Sólo en la libertad puede haber atención. Darse cuenta de la intención es estar atento. La atención completa es amor. Sólo ella puede ver y el ver es la acción.”

   J. Krishnamurti

            
Audiotexto:

           


EL APRENDIZAJE ACERCA DE USTED MISMO ESTÁ SIEMPRE EN EL PRESENTE

  

   “… ¿Qué es el aprender? ¿Puede uno aprender a través de la relación? ¿Sería posible investigar eso? ¿Qué entendemos por aprender? Pienso que ésta es una pregunta sumamente importante si podemos investigarla más bien despacio y cuidadosamente. Aprendemos de los libros, de los padres, de los colegios y las universidades, y también aprendemos por medio de la experiencia, de los acontecimientos e incidentes que ocurren en nuestra vida y, desde todas estas cosas, acumulamos conocimiento y a partir de ese conocimiento actuamos. Esa es una manera de aprender. 

   … La comprensión no es un proceso intelectual. Adquirir conocimiento sobre usted mismo y aprender sobre usted mismo son dos cosas diferentes, porque el conocimiento acumulado es siempre del pasado y una mente que lleva la carga del pasado está llena de pesadumbre. Aprender sobre usted mismo no es como aprender un lenguaje, una técnica o una ciencia, es obvio que entonces usted tiene que acumular y recordar; sería absurdo empezar todo de nuevo, pero en el campo psicológico, el aprendizaje acerca de usted mismo está siempre en el presente y el conocimiento está siempre en el pasado. Y como la mayoría de nosotros vivimos en el pasado el conocimiento se vuelve extraordinariamente importante para nosotros. Por eso reverenciamos al erudito, al experto, al ingenioso. Pero si usted está siempre aprendiendo, aprendiendo cada minuto, aprendiendo mientras observa y escucha, aprendiendo mientras ve y actúa, entonces descubrirá que el aprender es un acto constante, sin pasado.

   … Para aprender, para descubrir algo fundamental ha de tener la capacidad de penetrar profundamente. Si depende de un instrumento embotado, un instrumento obtuso, no será capaz de hacerlo. Así, lo que hacemos ahora es afilar el instrumento que es la mente, la mente que se ha entorpecido en este continuo justificar y condenar. Usted sólo podrá calar a gran profundidad si su mente es como una aguja afilada y tan fuerte como un diamante. No es bueno decir simplemente, sin mayor interés, ¿cómo lograré una mente así? Tiene usted que desearlo como desearía su próxima comida. Y para lograrlo ha de ver que lo que embota y entorpece la mente es ese sentido de invulnerabilidad que ha levantado muros a su alrededor, y que es también parte de esa condenación y justificación. Si la mente puede librarse de ello entonces será capaz de ver, estudiar, penetrar, y quizás llegar a un estado en que sea totalmente consciente de todo el problema.

   …. El aprender es un proceso constante, no un proceso aditivo, no un proceso mediante el cual uno acumula y, entonces, desde allí actúa. Casi todos nosotros reunimos conocimiento como memoria, como una idea, lo almacenamos como experiencia y actuamos a partir de eso. Es decir, actuamos desde el conocimiento, conocimiento tecnológico, conocimiento como experiencia, conocimiento como tradición, conocimiento que uno ha derivado de las tendencias particulares de su idiosincrasia; con ese trasfondo, con esa acumulación de conocimiento, experiencia, tradición, actuamos. En ese proceso no hay aprender alguno. El aprender jamás es acumulativo, es un movimiento constante. No sé si alguna vez han investigado esta pregunta: ¿Qué es el aprender y qué es la adquisición de conocimiento? El aprender jamás es acumulativo. Ustedes no pueden almacenar el aprender y después actuar desde ese depósito. Aprenden sobre la marcha. Debido a eso jamás hay un instante de regresión o deterioro o decadencia.

   … Usted ve, siente que el enseñar y el aprender son ambos lo mismo. ¿Qué es lo que aquí tiene lugar? Yo no le estoy enseñando, no soy su maestro o autoridad. Simplemente exploro y le comunico mi exploración. Usted puede tomarlo o dejarlo. La posición es la misma con respecto a los estudiantes.

   … Por medio de la experiencia, de la lectura, de lo que escucha, la mente acumula conocimiento; es un proceso adquisitivo, un proceso de sumar a lo que ya conocemos, y desde ese trasfondo de conocimiento funcionamos. Ahora bien, lo que por lo general llamamos aprender, es este mismo proceso de adquirir información nueva y agregarla al depósito de conocimientos que ya poseemos. Pero yo estoy hablando de algo por completo diferente. Por aprender no entiendo agregar a lo que uno ya conoce. Podemos aprender sólo cuando la mente no está atada al pasado como conocimiento, es decir, cuando vemos algo nuevo y no lo traducimos a los términos de lo conocido.

   … Cuando uno aprende, la mente siempre está atenta y nunca acumula; por consiguiente, no hay acumulación con la cual uno juzgue, evalúe, condene y compare; observar, mirar, ver, escuchar, todo es parte del aprender, para aprender sobre uno hay que poner fin a todo conocimiento previo sobre uno.

   … La conciencia es limitada, su misma naturaleza es la restricción, funciona dentro de la estructura de su propia existencia que es el conocimiento, la experiencia, la memoria. El aprender acerca de este condicionamiento demuele la estructura, entonces el pensamiento y el sentimiento tienen la función limitada que les corresponde, no pueden interferir con las cuestiones más amplias y profundas de la vida. Donde el yo llega a su fin con todas sus intrigas ocultas y evidentes, sus instintos compulsivos y sus exigencias, penas y alegrías, ahí comienza un movimiento de la vida que está más allá del tiempo con su esclavitud.

   … Yo digo, aprenda también a vivir. ¿Qué ocurre entonces? Si aprendo cómo vivir, también aprendo cómo morir. Yo quiero aprender a vivir. Quiero aprender acerca del dolor, el placer, el sufrimiento, la belleza. Aprendo. A causa de que estoy aprendiendo acerca de la vida, estoy aprendiendo acerca de la muerte. El acto de aprender es un acto de purificación, no de adquisición de conocimientos. Aprender es purificarse. Yo no puedo aprender si mi mente está llena. La mente debe purificarse a sí misma a fin de aprender. Por lo tanto, cuando la mente quiere aprender tiene que vaciarse de todo cuanto ha conocido, entonces sí puede aprender.”

   J. Krishnamurti

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NO PUEDE HABER PAZ EN EL MUNDO SI CADA UNO DE USTEDES ESTÁ SUBJETIVAMENTE EN GUERRA

 

   “… Durante siglos y siglos hemos tenido esta creencia en Dios, pero, no obstante, hemos creado un mundo terrible. El salvaje y el sacerdote altamente civilizado creen en Dios. El hombre primitivo mata con arcos y flechas y danza alocadamente, el sacerdote civilizado bendice los buques de guerra y los bombarderos y ofrece buenas razones para hacerlo. No digo esto con espíritu cínico ni despectivo, así que tengan la bondad de no sonreír, es un asunto muy serio. Ambos creen y también está el otro, el no creyente, pero también él recurre a la liquidación de aquéllos que se interponen en su camino. El hecho de adherirse a una creencia o a una ideología no pone fin a las matanzas, a la opresión y la explotación. Por el contrario, ha habido y continúa habiendo terribles, despiadadas guerras y destrucciones y persecuciones en el nombre de la paz, en el nombre de Dios. Si pudiéramos dejar de lado estas creencias e ideologías en pugna y dar origen a un cambio profundo en nuestra vida cotidiana, habría oportunidad para un mundo mejor. Es nuestra vida de todos los días la que ha generado, ahora y antes, estas catástrofes y estos horrores, nuestra irracionalidad, nuestros privilegios nacionales y económicos exclusivos con sus barreras, nuestra falta de buena voluntad y compasión han dado origen a estas guerras y a otros desastres.

   … ¿Cómo pueden cesar las guerras mientras existan las divisiones de nacionalidades y de gobiernos soberanos? ¿Cómo puede prevenirse la guerra cuando hay divisiones de clase, explotación, cuando cada uno está buscando su propia seguridad individual y creando temor? No puede haber paz en el mundo si cada uno de ustedes está subjetivamente en guerra. Para producir verdadera paz en el mundo, de modo que el hombre no sea matado despiadadamente por un ideal llamado prestigio, honor nacional, que no es sino interés creado, usted, el individuo, tiene que liberarse de la codicia. Mientras ésta exista, habrá por fuerza conflicto y desdicha. Así que, para resolver el dolor humano, no recurran meramente a un sistema, sino vuélvanse inteligentes. Desechen todas las estupideces que ahora abruman la mente y piensen de una manera nueva, simple y directa con respecto a la guerra, a la explotación y a la codicia. Entonces no necesitarán esperar que los gobiernos, que actualmente no son sino expresiones del interés establecido, cambien las absurdas y crueles condiciones que imperan en el mundo.

    … Ciertamente, la paz y la buena voluntad son muy difíciles de crear. Podéis construir un puente o trabajar juntos en una oficina, porque tenéis un jefe por encima de vosotros, alguien que os dice lo que hay que hacer, pero la verdadera cooperación no puede ser impuesta, ni surge siguiendo la pauta trazada por un arquitecto. La paz y la buena voluntad sólo pueden crearse cuando sentimos que este mundo es nuestro, no de los comunistas, de los socialistas o de los capitalistas, sino vuestro y mío. Es nuestro mundo que debemos enriquecer, compartir y no dividir en naciones, en razas, ni según las creencias, los credos y dogmas de las diversas religiones organizadas.

  …Si un hombre es internamente pacífico y afectuoso, si está libre de codicia no necesita, por cierto, leyes que le impongan la paz, policía que regule su conducta ni instituciones que aseguren su moralidad. Hoy en día hemos concedido un gran significado a lo externo, a mantener la paz por medio de instituciones, leyes, policías, ejércitos, iglesias y demás, buscamos sostener una paz que no existe. Por la imposición y la dominación, oponiendo violencia a la violencia, esperamos crear un estado humano pacífico.

    Si de verdad comprenden esto a fondo y sinceramente, verán la importancia de no abordar los múltiples problemas de la vida desde el punto de vista de lo externo y lo interno, sino desde lo comprensivo e integral.

   … ¿Cómo vamos a producir este cambio que todos deseamos? O bien por medio de la fuerza, o despertando cada individuo a la necesidad de un cambio fundamental; o bien por la coacción, por la revolución social y la dominación, o por el despertar del individuo a la realidad. La verdadera libertad surge por obra del conocimiento propio que da origen al recto pensar; gracias al conocimiento propio existe el descubrimiento de lo verdadero, lo único que pone fin a nuestra ignorancia y a nuestro dolor.

   … Los valores externos y temporales adquieren prioridad sobre el valor eterno. La felicidad y la paz se buscan en las posesiones, ya sea de origen manual o mental, en la afición a las cosas o al mero conocimiento. Recorran cualquiera de las calles principales y verán tienda tras tienda que venden las mismas cosas en colores y formas diferentes, innumerables revistas y miles de libros. Queremos que se nos distraiga, que se nos entretenga, que se nos aparte de nosotros mismos, dado que internamente somos tan desdichados y pobres, tan vacíos y tristes. Así pues, donde hay demanda hay producción y se impone la tiranía de la máquina. Y ustedes creen que la mera industrialización va a resolver el problema económico y social. ¿Lo hará? Podrán lograrlo temporalmente, pero con ella llegan las guerras, las revoluciones, la opresión, la explotación; trayendo la así llamada civilización, la industrialización con todas sus implicaciones, a los pueblos "no civilizados".

   … Yo puedo exponeros mi ideal de la Verdad, de paz perfecta y amorosa ternura, pero debéis esforzaros en alcanzarla por vosotros mismos. Puedo exponeros los principios de la verdad, pero vosotros, por medio de vuestra propia Voz, y obedientes a esa Voz, debéis desarrollar vuestra Intuición, vuestras propias ideas, y así alcanzaréis la meta donde todos nos hemos de encontrar. 

   Esto es para mí lo más importante en la vida. No quiero obedecer a nadie, sea quien sea, mientras no esté yo convencido de que tiene razón. No quiero tener creencias a las que no pueda responder ni darles mi alma, mi corazón y todo mi ser. Debéis escuchar vuestra Voz, cultivar la Intuición, y descubriréis nuevas sendas de vida en lugar de ir a la aventura por senderos ajenos...”

    J. Krishnamurti

           Audiotexto: