“… La
mayoría de nosotros tenemos hábitos de pensamiento, de ideas, de inclinaciones
físicas, tan fijos, tan profundamente arraigados que parece casi imposible
abandonarlos. Hemos establecido ciertos modos de comer, insistimos en ciertos
alimentos, varias formas de vestir, hábitos físicos, hábitos emocionales y
hábitos de pensamiento, etc., y resulta realmente muy difícil producir un
cambio profundo, radical, sin alguna amenaza compulsiva. El cambio que
conocemos es siempre muy superficial. Una palabra, un gesto, una idea, un
invento, pueden hacer que rompamos un hábito y nos ajustemos a una nueva norma,
y creemos que hemos cambiado. Dejar una iglesia e incorporarse a otra, dejar de
llamarse francés para llamarse europeo o internacionalista, esa clase de cambio
es muy superficial, es mera cuestión de comercio, de intercambio. Un cambio en
la manera de vivir, el emprender un viaje alrededor del mundo, el cambiar de
ideas, de actitudes, de valores, todo este proceso me parece muy superficial
porque es resultado de alguna fuerza compulsiva, exterior o interior. Podemos
pues, ver muy claramente que el cambiar debido a cualquier influencia exterior,
por temor o debido al deseo de lograr un resultado, no es un cambio radical. Y
nosotros necesitamos un cambio completo, una tremenda revolución.
… Sabemos que nuestros actuales hábitos de
pensamiento y moralidad se basan en la seguridad y el provecho individuales, y
que de este modo hemos creado una sociedad que se sostiene por obra de nuestro
propio deseo. Al darse cuenta de esto hay quienes tratan de crear nuevos
hábitos, nuevas virtudes, en la esperanza de dar origen a una nueva sociedad no
basada en el provecho personal y demás. Pero el deseo sigue persistiendo en
diferentes formas y hasta que comprendamos todo el proceso del deseo mismo,
significará muy poco la mera transformación de las condiciones externas.
… Si podemos comprender todo el proceso del
hábito, quizá entonces podamos eliminar para siempre el mecanismo que crea los
hábitos. Simplemente poner fin a un hábito particular es relativamente fácil,
pero eso no resuelve el problema. Tenemos todos varios hábitos, somos
conscientes de algunos y de otros no, por eso debemos descubrir si la mente
está atrapada en el hábito y por qué crea hábitos. En su mayor parte, ¿no es
nuestro pensar un hábito? Desde la niñez nos enseñan a pensar de acuerdo con
ciertas pautas, ya sean cristianas, comunistas o hindúes, y no nos atrevemos a
salirnos de esas normas porque tenemos miedo de no seguir lo estipulado. De
modo que, en esencia, nuestro pensar es un hábito, está condicionado; de ahí
que nuestras mentes operan siguiendo los cauces establecidos y, como es
natural, también tenemos hábitos superficiales que intentamos controlar.
… Tiene que haber un enfoque diferente para
"descondicionar" de recuerdos la totalidad del ser, a fin de que la
mente sea nueva en todo instante. ¿Cómo habrá de hacerse? ¿Comprendéis el
problema? Es este, estamos acostumbrados a hacer frente a la vida con los
viejos recuerdos, las viejas tradiciones, los viejos hábitos; enfrentamos el
hoy con el ayer. Ahora bien, ¿puede uno hacer frente al hoy, al presente, sin
el pensamiento de ayer? Eso, por cierto, es una cuestión nueva, ¿verdad?
Conocemos el viejo método de ir paso a paso, analizando cada respuesta,
disolviéndola mediante la práctica, la disciplina, etc. Vemos que semejante
método implica tiempo y cuando os valéis del tiempo como medio de acabar con el
"condicionamiento", es obvio que ello no hace más que fortalecer la
condición. Si utilizo el tiempo como medio de libertarme, en ese mismo proceso
me vuelvo condicionado. ¿Qué he de hacer pues? Puesto que es una cuestión nueva
debo abordarla de un modo nuevo. Es decir, ¿puede uno ser libre inmediatamente,
al instante? ¿Puede haber regeneración sin el elemento del tiempo, que no es
sino memoria? Yo digo que la regeneración, la transformación es ahora, no
mañana, y que la transformación sólo puede llegar cuando se está completamente
libre del ayer.
… Dije que le da seguridad y otras cosas. Al
examinar un solo hábito hemos visto que todos los demás hábitos se basan en
eso. En vista de que los hábitos son mecánicos, repetitivos, cuando digo:
"Me gustaría ser un gran hombre", me siento atrapado porque en ese
hábito encuentro seguridad y voy tras ella. En el fondo, no estamos discutiendo
sobre hábitos buenos o malos, todos los hábitos son mecánicos. Cualquier cosa
que haga reiterativamente, que significa hacer algo desde ayer, hasta hoy y
mañana, tiene que ser mecánica. Alguna acción mecánica puede que tenga un poco
más de refinamiento, que funcione con cierta suavidad, pero sigue siendo
hábito, sigue siendo repetitiva; eso es evidente.
… Queremos liberarnos de los hábitos que nos
producen dolor o que no tienen sentido, creando nuevos hábitos de pensamiento o
nuevas afirmaciones, pero este proceso de sustitución no es muy inteligente. Si
de verdad observa descubrirá que la mente no es otra cosa que una masa de
hábitos, de pensamientos y recuerdos. Si sustituimos estos hábitos por otros,
la mente sigue estando en una prisión, sigue confundida y sufriendo. Únicamente
cuando comprendemos en toda su profundidad el proceso de las reacciones de
autoprotección, que se convierten en los hábitos del pensamiento y limitan toda
acción, existe la posibilidad de despertar la inteligencia, y sólo ella puede
disolver el conflicto de los opuestos.
… El organismo físico tiene su propia
inteligencia, la cual se embota con los hábitos del placer. Estos hábitos
destruyen la sensibilidad del organismo, y es esta falta de sensibilidad la que
embota la mente. Una mente semejante puede estar alerta en una dirección
estrecha y limitada, y ser, sin embargo, insensible. La profundidad de una
mente así es mensurable y se halla presa en imágenes e ilusiones. Su única
brillantez es su propia superficialidad. La meditación requiere un organismo
liviano e inteligente. La relación mutua entre la mente meditativa y su
organismo es un ajuste constante de la sensibilidad, porque la meditación
necesita libertad. La libertad es su propia disciplina. Sólo en la libertad
puede haber atención. Darse cuenta de la intención es estar atento. La atención
completa es amor. Sólo ella puede ver y el ver es la acción.”
J. Krishnamurti