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CUANDO AMÁIS ALGO CON TODO VUESTRO SER LA PERCEPCIÓN ES INMEDIATA

                        

    “… Dándoos cuenta pues, de que vuestra mente es superficial, no intentéis volveros profundos. Una mente superficial jamás podrá conocer grandes honduras. Puede tener abundancia de conocimientos, de información, puede repetir palabras; ya conocéis todas las galas de una mente superficial que es activa. Mas si sabéis que sois superficiales, poco profundos, si os dais cuenta de la superficialidad y observáis todas sus actividades sin juzgar, sin condenar, pronto veréis que esa cosa superficial desaparece por completo sin que actuéis sobre ella. Pero eso requiere paciencia, vigilancia, no el ansioso deseo de un resultado, de un logro. Solo una mente superficial desea un logro, un resultado. Cuanto más percibáis todo este proceso, tanto más descubriréis las actividades de la mente; pero debéis observarlas sin tratar de darles término, porque no bien perseguís un fin os veis de nuevo atrapados en la dualidad del “yo” y del “no yo”, con lo cual continúa el problema.

   … Por ejemplo, la última moda es ahora interesarse en el Zen, esa es la manía. Y si durante estas pláticas tratáis de comparar lo que se está diciendo con lo que habéis leído, en ese proceso no estáis escuchando en absoluto, ¿verdad? Sólo estáis comparando, y esta comparación es una forma de pereza. Mientras que, si escucháis sin el intermedio de lo que habéis aprendido, oído o leído, entonces estáis escuchando y respondiendo directamente sin ningún prejuicio. Estáis viendo la verdad o la falsedad de lo que se está diciendo, y eso es mucho más importante que limitarse a comparar, valorar, juzgar.

   … Pues bien, si observáis vuestra propia mente mientras estáis sentados aquí, notaréis que estáis escuchando a través de diversas pantallas, la pantalla de lo que conocéis o de lo que habéis oído o leído, la pantalla de vuestras propias experiencias, y estas pantallas, de hecho, impiden escuchar. Realmente nunca escucháis, siempre estáis interpretando lo que oís, según vuestro trasfondo, vuestros prejuicios, según las conclusiones a que habéis llegado; por lo tanto, no escucháis. Y solamente hay transformación inmediata cuando uno escucha plenamente, esto es, no permite que se interpongan las cosas que uno ha aprendido. Escuchar completamente es no juzgar, no evaluar, de modo que todo vuestro ser está atento, y cuando estáis escuchando de esa manera hallaréis que hay esclarecimiento inmediato. Ese esclarecimiento es libertad atemporal, liberación.

   … El nombrar, la clasificación, la opinión, el juicio, la elección, todas esas cosas os impiden ver realmente. Del mismo modo, para ponerse en contacto emocional con un hecho, es preciso no nombrar, no ponerlo en una categoría, no juzgarlo; tiene que cesar todo pensamiento, toda reacción. Sólo entonces podéis mirar. Tratad alguna vez de mirar una flor, un niño, una estrella, un árbol o lo que queráis, sin todo el proceso del pensar, y entonces veréis mucho más. Entonces no habrá ninguna pantalla de palabras entre vosotros y el hecho y, por consiguiente, habrá un contacto inmediato con él. Valorar, condenar, aprobar, poner en una categoría ha sido nuestro ejercicio durante siglos; y darse cuenta de todo esto es comenzar a ver un hecho.

   … Nuestros ojos y cerebro registran las cosas externas, los árboles, las montañas, las rápidas corrientes; acumulan conocimiento, técnica, etc. Con esos mismos ojos y cerebro entrenados para observar, escoger, condenar y justificar, nos volvemos hacia adentro, miramos dentro de nosotros, reconocemos objetos, construimos ideas que se organizan en razonamientos. Esta mirada interna no llega muy lejos, porque está aún dentro de la limitación de su propio observar y razonar. Este fijar la mirada en lo interno sigue siendo la mirada externa y, por lo tanto, no hay mucha diferencia entre ambas. Lo que pueda aparecer como diferente, puede ser similar. Pero existe una observación interna que no es la observación externa vuelta hacia adentro. El cerebro y el ojo que observan solo parcialmente no contienen la visión total. Ellos deben estar completamente activos pero quietos, deben cesar de escoger y juzgar, pero tienen que hallarse pasivamente atentos. Entonces existe la visión total sin la frontera del tiempo-espacio. En este relámpago nace una nueva percepción.

   … La mayoría de nosotros estamos interesados en la solución, en la respuesta, de modo que prestamos al problema una atención dividida; por consiguiente, el problema nunca se comprende y así no hay respuesta. Para indagar sobre el problema se requiere una mente que no esté buscando una respuesta, sino que sea capaz de investigar sin juzgar ni condenar. ¿Podemos mirar algo sin comparar, juzgar, o condenar? Si queréis experimentar con ello veréis cuán extraordinariamente difícil es, porque todo el proceso de nuestro pensar se basa en la comparación, en el juicio, en la condenación. Mas si podemos indagar el problema sin esperar una respuesta, entonces el problema mismo se resuelve sin buscar respuesta.

   … El aprender no es un proceso de sentar las bases del conocimiento. El aprender es de instante en instante, es un movimiento en el cual uno se observa infinitamente a sí mismo, sin condenar, juzgar ni evaluar jamás, simplemente observa. Tan pronto condena, interpreta o evalúa, tiene un patrón de conocimiento, de experiencia, y ese patrón le impide aprender.

   … ¿Y existe progreso interiormente? Para mí, no. Solo existe el ver inmediatamente, y para ver de inmediato la mente no debe ser perezosa. No, por favor, no estéis de acuerdo conmigo, porque es muy difícil. Sólo seguidlo. Para ver claramente, lo cual ocurre siempre de inmediato, la mente ya no ha de tener la capacidad de elegir. Para ver las cosas como son, inmediatamente, la mente debe dejar de condenar, de evaluar, de juzgar. Eso no requiere progreso, no exige tiempo. Señor, cuando hay algo peligroso veis las cosas inmediatamente, vuestra respuesta es inmediata. En eso no hay progreso. Cuando amáis algo con todo vuestro ser la percepción es inmediata.” 

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

UNA MENTE SENSIBLE, UN CORAZÓN SENSIBLE, SON ESENCIALES, PUES ASÍ UNO ES CAPAZ DE PERCEPCIÓN RÁPIDA, DE PRONTA CAPTACIÓN

  

   “… Los problemas del mundo son tan colosales, tan complejos, que para comprenderlos y resolverlos hay que abordarlos de un modo muy sencillo y directo; y la sencillez y visión directa no dependen de las circunstancias exteriores ni de nuestros prejuicios y estados de ánimo individuales. Como ya lo he señalado, la solución no ha de encontrarse mediante conferencias o proyectos, ni substituyendo a los viejos dirigentes por otros nuevos y lo demás.

   Es evidente que la solución está en el creador del problema, en el creador de la maldad, del odio y de la enorme falta de comprensión que existe entre los seres humanos. El causante de estos daños, el creador de estos problemas, es el individuo, vosotros y yo, no el mundo, como creemos. El mundo es vuestra relación con otro. El mundo no es algo que existe aparte de vosotros y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o procuramos establecer entre unos y otros.

   De suerte que vosotros y yo somos el problema, no el mundo; porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para comprender al mundo tenemos que comprendernos a nosotros mismos. El mundo no está separado de nosotros; somos el mundo, y nuestros problemas son los problemas del mundo. Esto no puede repetirse con demasiada frecuencia, porque somos de mentalidad tan indolente que no creemos de nuestra incumbencia los problemas del mundo; creemos que deben ser resueltos por las Naciones Unidas o reemplazando los viejos dirigentes por otros nuevos. Es una mentalidad bien torpe la que piensa de ese modo; porque nosotros somos responsables de la horrible miseria y confusión que hay en el mundo, de la guerra que nos amenaza. Para transformar el mundo debemos empezar por nosotros mismos; y lo importante al empezar por nosotros es la intención. La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos, y en no dejar para otros el transformarse o producir un cambio modificado mediante la revolución, de izquierda o de derecha. Es pues, importante comprender que esta es nuestra responsabilidad, la vuestra y la mía; porque, por pequeño que sea el mundo en que vivimos, si podemos transformarnos, si podemos hacer surgir un punto de vista radicalmente diferente en nuestra existencia diaria, entonces, tal vez, afectaremos al mundo en general, las extensas relaciones de unos con otros.

   … Quisiera dilucidar qué es la sencillez, y de ahí quizá podamos llegar al descubrimiento de la sensibilidad. Pensamos, al parecer, que la sencillez es mera expresión externa, vida retirada, tener pocas posesiones, andar de taparrabo, carecer de hogar, usar poca ropa, tener una exigua cuenta bancaria. Eso, evidentemente, no es sencillez. Eso es mero exhibicionismo. Y a mí me parece que la sencillez es esencial. Pero la sencillez solo puede surgir cuando empezamos a comprender el significado del conocimiento propio.

   La sencillez no es mera adaptación a un patrón de vida. Se requiere mucha inteligencia para ser sencillo y no, simplemente, amoldarse a cierta norma por meritoria que ella sea en su aspecto externo. Por desgracia, casi todos empezamos por ser sencillos en apariencia, en las cosas externas. Es relativamente fácil tener pocas cosas y estar satisfecho con ellas, contentarse con poco y hasta compartir ese poco con los demás. Pero una mera expresión externa de sencillez en las cosas, en las posesiones, no implica por cierto sencillez en el fuero íntimo. Porque, tal como el mundo es actualmente, se nos incita desde afuera, desde lo exterior, a tener más y más cosas. La vida está haciéndose cada vez más compleja. Y con el fin de escapar a todo eso, tratamos de renunciar o de desprendernos de las cosas, automóviles, casas, organizaciones, cines, y de las innumerables circunstancias que desde lo externo se nos imponen.

   Creemos que seremos sencillos viviendo retirados. Muchos santos, muchos instructores, han renunciado al mundo; y me parece que tal renunciación por parte de cualquiera de nosotros no resuelve el problema. La verdadera sencillez, la sencillez fundamental, sólo puede originarse en el fuero intimo; y de ahí proviene la expresión externa. Cómo ser sencillos es entonces nuestro problema; porque esa sencillez nos hace más y más sensibles. Una mente sensible, un corazón sensible, son esenciales, pues así uno es capaz de percepción rápida, de pronta captación.

   Es pues, indudable, que sólo se puede ser interiormente sencillo cuando uno comprende los innumerables impedimentos, apegos, temores, que a uno lo tienen sujeto. Pero a la mayoría de nosotros nos gusta estar sujetos a las personas, a las posesiones, a las ideas. Nos gusta ser prisioneros. Interiormente somos prisioneros, aunque en lo externo parezcamos muy sencillos. Interiormente somos prisioneros de nuestros deseos, de nuestros apetitos, de nuestros ideales, de innumerables móviles. Y la sencillez no puede hallarse a menos que seamos interiormente libres. Ella, por lo tanto, ha de empezar primero en lo interno, no en lo exterior.

   Hay, por cierto, una extraordinaria libertad cuando uno comprende todo el proceso del creer, cuando uno comprende por qué la mente se apega a una creencia. Y cuando uno se ve libre de creencias, hay sencillez. Pero esa sencillez requiere inteligencia, y para ser inteligente hay que darse cuenta de los propios impedimentos. Para darse cuenta hay que estar constantemente en guardia, sin asentarse en determinada rutina, en determinado tipo de acción o de pensamiento.

   Porque, después de todo, lo que uno es en su interior influye sobre lo externo. La sociedad, o cualquier forma de acción, es la proyección de nosotros mismos; y si no nos transformamos interiormente, la mera legislación significa muy poco en lo externo; puede traer ciertas reformas, ciertos reajustes, pero lo que uno es en su interior se sobrepone siempre a lo externo. Si internamente uno es codicioso, ambicioso, si persigue ciertos ideales, esa complejidad íntima terminará por trastornar, por demoler la sociedad externa, por cuidadosamente planeada que ella pueda estar.

   … Para terminar con el dolor, uno debe tener una mente muy clara, muy sencilla. La sencillez no es una mera idea. Ser sencillo, simple, exige muchísima inteligencia y sensibilidad.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

SI QUERÉIS REALIZAR VERDADERA EDUCACIÓN, DEBÉIS COMPRENDER EL SENTIDO, EL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA, LO CUAL SIGNIFICA COMPRENSIÓN DE VOSOTROS MISMOS

    

   “… Si dudamos, es decir, si es mucho nuestro deseo de averiguar, debemos abandonar aquellas cosas a las que nos asimos con tanta fuerza. No puede haber una verdadera comprensión si se conserva lo que se posee. No podemos decir: «Me voy a asir a este prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia, y al mismo tiempo voy a analizar lo que usted dice». ¿Cómo podría hacerlo? Tal actitud no refleja duda, ni tampoco una crítica inteligente. Ciertamente que no. Como sabéis, dos mil o cinco mil años de enseñanza que os persuade para creer en ciertas cosas, no es religión. Es propaganda. Durante siglos se os ha dicho que sois francés, inglés, católico, hindú, budista o musulmán, y repetís sin cesar esas palabras. ¿Y queréis decir que una mente que ha sido así condicionada, así influenciada, y que se ha hecho tan esclava de la propaganda, de la ceremonia y el espectáculo de la religión, puede ser liberada dentro de ese condicionamiento?

   … Es una cuestión muy compleja. Juntos vamos a descubrir qué es una mente religiosa, no una mente que practica puja, las ceremonias, las creencias y todas esas cosas. Eso no es religión. Son todas invenciones del pensamiento. Debido a que la vida de ustedes es tan insípida, tan aburrida, han inventado a dios. ¡Es una vida tan penosa! Así que inventan a dios, que es todo perfección, todo amor, y adoran eso. Adoran lo que ustedes mismos han fabricado con el pensamiento. De modo que el pensamiento los está engañando. Pero continúan con ello, porque les agrada vivir en la ilusión. Tenemos que descubrir qué es una mente religiosa, porque una mente religiosa genera un mundo nuevo, una nueva civilización, una nueva cultura, una nueva explosión de energía. Y esto tiene que descubrirlo uno por sí mismo. No que nos digan qué es una mente religiosa, que nos dirijan, que nos den explicaciones al respecto. ¿Qué es, entonces, una mente religiosa? Ustedes pueden descubrirlo si niegan por completo la presente estructura religiosa, las creencias e ideas religiosas, porque es sólo una mente libre la que puede descubrir cuál es la cualidad de la mente religiosa.

   … La mayoría de vosotros ha leído muchos libros. ¿Y a qué habéis llegado? Tenéis dinero o podéis ganarlo, tenéis vuestros placeres y ceremonias y estáis en conflicto; ¿y en qué queda la educación, el aprender a ganar unas cuantas rupias, cuando toda vuestra existencia conduce a la desdicha y a la guerra? La verdadera educación pues, debe empezar por el educador, el progenitor, el maestro; y el investigar la verdadera educación significa investigar la vida, la existencia, ¿no es así?

   ¿A qué conduce que se os eduque para ser abogados si sólo habréis de acrecentar los conflictos y mantener los litigios? Pero en eso hay dinero y con eso medráis. De suerte que, si queréis realizar verdadera educación, es obvio que debéis comprender el sentido, el significado de la existencia. No se trata tan sólo de ganar dinero, de tener comodidades, sino de poder pensar de un modo verdadero, directo, no “consecuente”, porque el pensar consecuentemente es mera adaptación a una pauta. Un pensador consecuente es una persona irreflexiva, no hace más que repetir ciertas frases, y piensa siguiendo una rutina. Para descubrir qué es la verdadera educación tiene que haber comprensión de la existencia, lo cual significa comprensión de vosotros mismos, porque no podéis comprender la existencia en abstracto. No podéis comprenderos a vosotros mismos teorizando acerca de lo que debiera ser la educación. Lo cierto es que la verdadera educación empieza con la justa comprensión del educador. 

   ¿Cuál será el futuro de estos niños? Está el entretenimiento del deporte, treinta, cuarenta mil espectadores mirando a unas pocas personas en el campo de juego y gritando hasta quedarse roncos. Y uno también va y presencia alguna ceremonia que se realiza en una gran catedral, algún ritual, y eso también es una forma de entretenimiento, sólo que lo llamamos sagrado, religioso, pero sigue siendo un entretenimiento, una experiencia romántica, sentimental, una sensación de religiosidad. Observando todo esto en diferentes partes del mundo, viendo cómo la mente está ocupada con la diversión, el entretenimiento, el deporte, es inevitable que uno se pregunte, si es que de algún modo le interesa, ¿Qué será del futuro? ¿Más de lo mismo en formas diferentes? ¿Una variedad de diversiones? 

   … Por eso es tan importante mirar el hecho, considerarlo, explorarlo, investigar profundamente lo que es, porque en lo que es, no existe el tiempo, no existe el futuro. Lo que es, es eterno; lo que es, es la vida; lo que es, es la muerte; lo que es, es el amor, en el cual no hay ni realización ni frustración. Estos son hechos, realidades objetivas de la existencia. Pero una mente que ha sido nutrida, condicionada en las múltiples vías de escape, encuentra extraordinariamente difícil mirar lo que es; por lo tanto, dedica años al estudio de los símbolos y mitos, acerca de los cuales se han escrito infinidad de volúmenes, o se deja absorber en las ceremonias, en la práctica de un método, un sistema, una disciplina. Lo importante, por cierto, es observar el hecho y no aferrarse a opiniones o meramente discutir el símbolo que representa al hecho. ¿Comprenden? 

   … Sea la que fuere la legislación, los castigos que introduzcáis, la mente seguirá laborando en su propio beneficio. Hemos visto esto históricamente revolución tras revolución. Así pues, para aquellos de nosotros que sentimos que es imperativo que la mente sufra una revolución, ¿cómo ha de realizarse esta revolución religiosa? Al decir ‘religiosa’ no me refiero a lo dogmático, a lo tradicional, a la aceptación de esta o aquella doctrina, creencia; para mí, estas cosas no son religiosas. Las personas que practican ciertas formas de ceremonia, que llevan el cordón sagrado, que se ponen algo en las frentes, o que meditan durante cierto número de horas cada día, no son nada religiosas; se limitan a aceptar la autoridad y a seguirla sin pensar. Religión, por cierto, es algo totalmente distinto.

   … Todo esto es lo que vosotros y yo hemos creado. Se pueden producir reformas sociales mediante la legislación o por la tiranía, pero a menos que el individuo cambie radicalmente, siempre llegará él a sobreponerse a las nuevas normas, para acomodarlas a sus exigencias psicológicas.”

    J. Krishnamurti 

           Audiotexto:

           

EL CONFLICTO DE CUALQUIER CLASE, EN CUALQUIER NIVEL Y A CUALQUIER ROFUNDIDAD DE NUESTRO SER, ES UN DESPERDICIO DE ENERGÍA


   “… El ser humano no es solo intelecto, es también un organismo nervioso, tiene emociones, una compleja estructura, y si tomamos una parte y a través de ella intentamos encontrar la causa, nuestra comprensión será siempre parcial, o sea, incompleta. Para entender que es así, necesitan energía, ¿no es cierto? Y el problema es que también nuestra energía está fragmentada. Cada fragmento que hay en nosotros posee su energía propia, el odio tiene su energía particular, y el intentar controlar esa energía es, asimismo, energía. Somos nosotros quienes hemos dividido la energía en fragmentos; sin embargo, la energía humana, la energía cósmica, cualquier tipo de energía es un movimiento unitario, y es esa la energía a la que uno debe acceder con el fin de poder comprender la estructura y naturaleza del conflicto, y lo que significa poner fin al conflicto. Van a necesitar una energía muy intensa, y no una energía fragmentada, pues la energía fragmentada dirá: «tengo que liberarme del conflicto o, si no, reprimirlo». ¿Quién es el "'yo" que dice eso? Es una parte de la energía que habla sobre otra parte de la energía, y entre una y otra hay conflicto.

   … Sin embargo, si quiere ver algo total, completamente, entonces la mente estará de forma natural en silencio, ¿no es cierto? De modo que, si la mente está investigando algo que el pensamiento no ha creado, debe prestar atención completa y, en consecuencia, estar en completo silencio, en quietud. La mayoría de nosotros encontramos esto muy difícil porque físicamente nunca estamos quietos, siempre estamos haciendo algo con las manos, con los pies, con los ojos, siempre está sucediendo algo, nunca nos damos cuenta de nuestro propio cuerpo, pero si lo observamos, descubriremos que el cuerpo tiene su propia inteligencia, no basada en el gusto, en la lengua, ni impuesta por el deseo artificial del tabaco, el alcohol o las drogas. Una mente que investiga la realidad, la verdad, tiene que estar libre de cualquier autoridad, de cualquier creencia, lo cual significa, en completo orden. Pero una mente que siempre está parloteando, analizando, inquiriendo, malgasta su energía; por el contrario, una mente que está en completo silencio se regenera a sí misma.

    … ¿De dónde obtenemos nuestra energía? Si comemos cierta cantidad de alimentos tenemos vitalidad, pero la vitalidad física no es la razón que nos hace vivir, actuar y ser conscientes. Así pues, ¿qué nos proporcionará energía, energía psicológica, energía para actuar? La mayoría de las personas obtienen esa energía teniendo una meta, un ego, manteniendo una creencia, un ideal, algo por lo que deban esforzarse en busca de un resultado; todo eso aporta una gran energía; mire a todos los santos y a los políticos, el deseo de éxito les da enorme energía. El hombre que tiene un ideal en mente, y cree que debe extenderlo sobre la Tierra, recorrerá el mundo, conseguirá la energía psicológica a costa de su cuerpo, porque siente que eso es lo que debe hacer, porque cree que es bueno para las personas y eso le da gran energía; pero si no lo logra, se siente frustrado, deprimido, infeliz, aunque lo disimula y sigue adelante.

   La mayoría obtiene la energía cuando quiere conseguir algún resultado, mediante el deseo de alcanzar una posición, de alcanzar una ambición o un ideal, pero si bien obtiene energía, esa energía viene acompañada de decepción, de frustración y desesperación, todo lo cual supone malgastar la energía. Si tiene interés en Dios, lo que quiere es crear el dios más hermoso del mundo, y eso le motiva, se esfuerza hasta el máximo, y cuando ese esfuerzo resulta inútil, entonces se desespera y se deprime. De este modo lo que hace es juntar una energía activa con una energía negativa, como lo es la depresión y el sufrimiento; por tanto, ha iniciado una contradicción.

   … Cuando una acción contradice otra, decir una cosa y hacer otra, hay un gran derroche de energía.

   … Si usted está preparado para desprenderse de esas cosas, ¿qué ocurre entonces? Eso significa que usted se desprende del talento, de la realización, de la perpetuación del ‘yo’. Ahora bien; ¿cuándo tiene lugar esta mutación que la energía produce en las células del cerebro?

   Vea, donde la energía se disipa a través del talento y de otros canales, ella no puede ser completamente retenida. Cuando esta energía no se mueve en absoluto, entonces pienso que algo ocurre, entonces esa energía tiene que estallar. Pienso que entonces cambia la cualidad de la célula cerebral misma. Es por eso que preguntaba por qué siempre pensamos en términos de movimiento.

   Cuando no hay movimiento ni interna ni externamente, cuando no hay deseo de experimentar ni de despertar ni de ver, ni movimiento de ninguna clase, entonces la energía se halla a su máximo nivel. Lo que significa que uno debe negar todo movimiento. Cuando ello ocurre, la energía está completamente quieta, y eso es silencio. Como decíamos el otro día, cuando hay silencio la mente se está transformando a sí misma.

   Cuando se la abandona por completo, cuando nadie la está cultivando, ella está quieta como la matriz. La mente es el vaso del movimiento, y cuando ese movimiento no tiene forma, no tiene ‘yo’, ni visiones ni imágenes, entonces la mente está por completo quieta. En esa mente no hay memoria. Entonces las células cerebrales experimentan un cambio.

   Hay un desperdicio de energía en la mera repetición, en las reacciones que encuentran su origen en la memoria, en la experiencia. Si observa su propia mente, verá que un suceso agradable se repite una y otra vez. Quiere repetirlo, piensa en él, y eso genera un movimiento. Cuando la mente está atenta, no hay disipación; por tanto, ¿es posible dejar que ese movimiento fluya, permitir que ese pensamiento florezca? Lo cual significa no decir nunca: «esto está bien o está mal», sino permitir que el pensamiento se expanda, sentir cómo el pensamiento florece y por sí mismo termina.

   … Uno de tantos problemas que tenemos consiste en conservar esa energía, esa energía tan necesaria para producir una explosión en la conciencia, una explosión que no sea premeditada, que no sea producto del pensamiento, sino una explosión que se produce de forma natural cuando la energía no se malgasta. El conflicto de cualquier clase, en cualquier nivel y a cualquier profundidad de nuestro ser, es un desperdicio de energía.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto: