“… Si dudamos, es
decir, si es mucho nuestro deseo de averiguar, debemos abandonar aquellas cosas
a las que nos asimos con tanta fuerza. No puede haber una verdadera comprensión
si se conserva lo que se posee. No podemos decir: «Me voy a asir a este
prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia, y al mismo tiempo voy a analizar
lo que usted dice». ¿Cómo podría hacerlo? Tal actitud no refleja duda, ni
tampoco una crítica inteligente. Ciertamente que no. Como sabéis, dos mil o
cinco mil años de enseñanza que os persuade para creer en ciertas cosas, no es religión.
Es propaganda. Durante siglos se os ha dicho que sois francés, inglés,
católico, hindú, budista o musulmán, y repetís sin cesar esas palabras. ¿Y
queréis decir que una mente que ha sido así condicionada, así influenciada, y
que se ha hecho tan esclava de la propaganda, de la ceremonia y el espectáculo
de la religión, puede ser liberada dentro de ese condicionamiento?
… Es una cuestión muy compleja. Juntos vamos
a descubrir qué es una mente religiosa, no una mente que practica puja, las
ceremonias, las creencias y todas esas cosas. Eso no es religión. Son todas
invenciones del pensamiento. Debido a que la vida de ustedes es tan insípida,
tan aburrida, han inventado a dios. ¡Es una vida tan penosa! Así que inventan a
dios, que es todo perfección, todo amor, y adoran eso. Adoran lo que ustedes
mismos han fabricado con el pensamiento. De modo que el pensamiento los está
engañando. Pero continúan con ello, porque les agrada vivir en la ilusión.
Tenemos que descubrir qué es una mente religiosa, porque una mente religiosa
genera un mundo nuevo, una nueva civilización, una nueva cultura, una nueva
explosión de energía. Y esto tiene que descubrirlo uno por sí mismo. No que nos
digan qué es una mente religiosa, que nos dirijan, que nos den explicaciones al
respecto. ¿Qué es, entonces, una mente religiosa? Ustedes pueden descubrirlo si
niegan por completo la presente estructura religiosa, las creencias e ideas
religiosas, porque es sólo una mente libre la que puede descubrir cuál es la
cualidad de la mente religiosa.
… La mayoría de vosotros ha leído muchos
libros. ¿Y a qué habéis llegado? Tenéis dinero o podéis ganarlo, tenéis
vuestros placeres y ceremonias y estáis en conflicto; ¿y en qué queda la
educación, el aprender a ganar unas cuantas rupias, cuando toda vuestra
existencia conduce a la desdicha y a la guerra? La verdadera educación pues,
debe empezar por el educador, el progenitor, el maestro; y el investigar la
verdadera educación significa investigar la vida, la existencia, ¿no es así?
¿A qué conduce que se os eduque para ser
abogados si sólo habréis de acrecentar los conflictos y mantener los litigios?
Pero en eso hay dinero y con eso medráis. De suerte que, si queréis realizar
verdadera educación, es obvio que debéis comprender el sentido, el significado
de la existencia. No se trata tan sólo de ganar dinero, de tener comodidades,
sino de poder pensar de un modo verdadero, directo, no “consecuente”, porque el
pensar consecuentemente es mera adaptación a una pauta. Un pensador consecuente
es una persona irreflexiva, no hace más que repetir ciertas frases, y piensa
siguiendo una rutina. Para descubrir qué es la verdadera educación tiene que
haber comprensión de la existencia, lo cual significa comprensión de vosotros
mismos, porque no podéis comprender la existencia en abstracto. No podéis
comprenderos a vosotros mismos teorizando acerca de lo que debiera ser la
educación. Lo cierto es que la verdadera educación empieza con la justa
comprensión del educador.
¿Cuál será el futuro de estos niños? Está el
entretenimiento del deporte, treinta, cuarenta mil espectadores mirando a unas
pocas personas en el campo de juego y gritando hasta quedarse roncos. Y uno
también va y presencia alguna ceremonia que se realiza en una gran catedral,
algún ritual, y eso también es una forma de entretenimiento, sólo que lo
llamamos sagrado, religioso, pero sigue siendo un entretenimiento, una
experiencia romántica, sentimental, una sensación de religiosidad. Observando
todo esto en diferentes partes del mundo, viendo cómo la mente está ocupada con
la diversión, el entretenimiento, el deporte, es inevitable que uno se
pregunte, si es que de algún modo le interesa, ¿Qué será del futuro? ¿Más de lo
mismo en formas diferentes? ¿Una variedad de diversiones?
… Por eso es tan importante mirar el hecho,
considerarlo, explorarlo, investigar profundamente lo que es, porque en lo que
es, no existe el tiempo, no existe el futuro. Lo que es, es eterno; lo que es,
es la vida; lo que es, es la muerte; lo que es, es el amor, en el cual no hay
ni realización ni frustración. Estos son hechos, realidades objetivas de la
existencia. Pero una mente que ha sido nutrida, condicionada en las múltiples
vías de escape, encuentra extraordinariamente difícil mirar lo que es; por lo
tanto, dedica años al estudio de los símbolos y mitos, acerca de los cuales se
han escrito infinidad de volúmenes, o se deja absorber en las ceremonias, en la
práctica de un método, un sistema, una disciplina. Lo importante, por cierto,
es observar el hecho y no aferrarse a opiniones o meramente discutir el símbolo
que representa al hecho. ¿Comprenden?
… Sea la que fuere la legislación, los
castigos que introduzcáis, la mente seguirá laborando en su propio beneficio.
Hemos visto esto históricamente revolución tras revolución. Así pues, para
aquellos de nosotros que sentimos que es imperativo que la mente sufra una
revolución, ¿cómo ha de realizarse esta revolución religiosa? Al decir
‘religiosa’ no me refiero a lo dogmático, a lo tradicional, a la aceptación de
esta o aquella doctrina, creencia; para mí, estas cosas no son religiosas. Las
personas que practican ciertas formas de ceremonia, que llevan el cordón
sagrado, que se ponen algo en las frentes, o que meditan durante cierto número
de horas cada día, no son nada religiosas; se limitan a aceptar la autoridad y
a seguirla sin pensar. Religión, por cierto, es algo totalmente distinto.
… Todo esto es lo que vosotros y yo hemos
creado. Se pueden producir reformas sociales mediante la legislación o por la
tiranía, pero a menos que el individuo cambie radicalmente, siempre llegará él
a sobreponerse a las nuevas normas, para acomodarlas a sus exigencias
psicológicas.”
J. Krishnamurti
Audiotexto: