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DE UN EXTREMO AL OTRO DEL MUNDO, TODOS ESTAMOS INTERESADOS EN NOSOTROS MISMOS. ESO SIGNIFICA AISLARNOS DEL RESTO DE LA HUMANIDAD

              

   “… ¿Creéis que hay alguna relación entre el individuo y la masa, entre vosotros y lo colectivo? Al Estado, al gobierno le gustaría que nosotros fuésemos tan solo ciudadanos, lo colectivo. Pero primero somos hombres y después ciudadanos, no ciudadanos primero y hombres después. Al Estado le agradaría que no fuésemos hombres, individuos, sino masa. Porque, cuando más ciudadanos seamos, mayor será nuestra capacidad, mayor nuestra eficiencia; nos convertimos en el instrumento que los burócratas, los Estados autoritarios, los gobiernos, quieren que seamos.

   Debemos pues, distinguir entre el individuo particular y el ciudadano, entre el hombre y la masa. El individuo, el hombre, tiene sus propios sentimientos, esperanzas, fracasos, decepciones, anhelos, sensaciones, placeres. Y existe el punto de vista que quiere reducir todo eso a lo colectivo, porque es muy sencillo habérselas con lo colectivo. Se pasa un edicto y ya está. Se da un decreto y él se cumple. De suerte que cuantas más agrupaciones haya y más eficientemente estén organizadas, más se desconoce al individuo, ya sea por la iglesia o por el Estado. Entonces somos todos cristianos, todos hindúes, no individuos. Y con esa mentalidad, en ese estado de cosas que casi todos deseamos, ¿queda sitio alguno para la realidad individual? Reconocemos que ha de haber nación colectiva. ¿Pero se logra acaso la acción colectiva con la negación del individuo? ¿Está el individuo en oposición a lo colectivo? ¿No es acaso ficticio lo colectivo? ¿La masa no carece de realidad? Viendo la dificultad de habérnoslas con el individuo creamos lo opuesto, la masa, y entonces tratamos de establecer una relación entre el individuo y lo colectivo. Si el individuo es inteligente, cooperará. Ese, sin duda, es nuestro problema, ¿verdad? Primero creamos la masa, y luego tratamos de encontrar la relación entre el individuo y la masa. Pero investiguemos si la masa es real. El grupo aquí presente puede ser transformado en lo colectivo por medio del hipnotismo, de la propaganda; por diversos medios podemos ser incitados a actuar colectivamente en favor de una ideología, de un Estado, de una iglesia, de una idea, y así sucesivamente. Es decir, la acción colectiva puede ser exteriormente impuesta, dirigida, forzada, mediante el temor, la recompensa y todo lo demás. Habiendo producido esa situación, tratamos de establecer la relación del individuo, que es lo real, con aquello que es un producto. ¿No es posible, antes bien, que el individuo pierda su sentido separativo mediante la comprensión definida de todo lo que implica la “separatividad” y, por lo tanto, actúe cooperativamente? Pero como eso es tan difícil, los Estados, los gobiernos, las iglesias, las religiones organizadas, obligan e inducen al individuo a convertirse en lo corporativo.

   ¿Qué lugar ocupa el individuo en la historia? ¿Qué importancia tiene lo que vosotros y yo hagamos? El movimiento histórico sigue su curso. ¿Qué lugar ocupa la realidad en este movimiento? Probablemente ninguno, en absoluto. Vosotros y yo para nada contamos. Este movimiento es gigantesco y prosigue; tiene el impulso de los siglos, y habrá de proseguir. ¿Cuál es vuestra relación, como individuos, con este movimiento? ¿Algo de lo que vosotros hagáis podrá afectarlo? ¿Podréis impedir una guerra por el hecho de ser pacifistas? No sois pacifistas porque haya una guerra ni porque hayáis descubierto que algo tenéis que ver con ella, sino porque la guerra en sí es un mal, y sentís que no podéis matar, y ahí termina todo. Pero el tratar de encontrar una relación entre vuestro entendimiento, entre vuestra inteligencia y ese lógico y monstruoso movimiento de la guerra, paréceme absolutamente vano. Yo puedo ser un individuo y ello, no obstante, ver lo que crea en mí sentimientos antisociales, y de ese modo librarme de acciones separativas. Puede que posea una pequeña propiedad, mas eso, ciertamente no me convierte en un ente separativo. Pero lo que es calamitoso, lo que es destructivo, es todo ese estado psicológico de estar separado, de estar aislado, de ser algo. Y para sobreponernos a eso es que tenemos todos los decretos, sanciones e imposiciones externas.

   Estamos formulando todas estas preguntas como verdaderos amigos, no como un gurú. Quien habla no tiene en absoluto intención alguna de impresionarlos, de decirles lo que deben hacer o de ayudarles. Por favor, tengan esto presente durante todas las pláticas. Él no tiene ninguna intención de ayudarles. Les diré por qué, la razón, la lógica de ello. Ustedes han tenido muchísimos gurús, miles de ellos, muchísimos ayudadores (cristianos, hindúes, budistas, toda clase de líderes), no solo políticos, sino también los que se llaman religiosos. Han tenido líderes más grandes y más pequeños. Y al final de esta larga evolución, ¿dónde se encuentran?

   Se supone que hemos vivido sobre esta tierra por millones de años, y durante esa larga evolución hemos seguido siendo bárbaros. Podemos ser más limpios, más rápidos en las comunicaciones, tener más higiene, mejores transportes, etc., pero moralmente, éticamente y, si puedo usar esa palabra, espiritualmente, continuamos siendo bárbaros. Nos matamos unos a otros no solo en la guerra, sino también mediante palabras, mediante gestos. Somos muy competidores, muy ambiciosos. Cada cual se preocupa por sí mismo. El interés propio es la nota dominante en nuestra vida, interés en nuestro bienestar personal, en nuestra propia seguridad, en las posesiones, en el poder, etc. ¿Acaso no nos interesamos en nosotros mismos, espiritualmente, religiosamente, en los negocios? De un extremo al otro del mundo, todos estamos interesados en nosotros mismos. Eso significa aislarnos del resto de la humanidad. Es un hecho, no estamos exagerando. No decimos nada que no sea verdadero.

   … Una mente sencilla comprenderá en qué consiste la perfección porque es parte de la misma perfección. Una mente retorcida no puede comprender la Verdad. Una mente complicada y repleta de conocimientos entresacados de los libros, aunque estos conocimientos valgan algo, está propensa a cristalizarse. En todas las grandes obras de arquitectura, pintura y escultura hay sencillez y sobriedad. La sencillez mental es, por lo valiosísima, muy difícil de adquirir, y para ello se necesita mucha experiencia.

   La genuina sencillez es la suprema forma de espiritualidad.” 

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

CUANDO ME COMPRENDO A MÍ MISMO COMPRENDO AL OTRO, GRACIAS A ESA COMPRENSIÓN ADVIENE EL AMOR

                    

   “… Creo que la mayoría vemos la urgencia de una revolución interna, la única capaz de generar una transformación radical en lo externo, en la sociedad. Este es el problema que nos ocupa a mí y a todas aquellas personas con intenciones serias. Nuestro problema es cómo producir una transformación fundamental y radical en la sociedad, porque esa transformación externa no puede suceder sin una revolución interna. Debido a que la sociedad siempre es estática, cualquier acción, cualquier reforma que se realice sin esa revolución interna será igualmente estática. Por eso, sin esa permanente revolución interna no hay esperanza; sin ella la acción externa es reiterativa y tradicional. La acción de relacionarse con los demás, con unos y otros, eso es la sociedad, y esa sociedad será estática, no tendrá cualidades vivificantes mientras no se dé una revolución interna permanente, esa transformación psicológica creativa. Como no se da esa revolución interna permanente, la sociedad sigue siendo estática, cristalizada, y por eso tiene que ser demolida constantemente.

   … La sociedad no cambia por el ejemplo. La sociedad puede reformarse, puede producir ciertos cambios por medio de la revolución política o económica, pero solo el hombre religioso puede crear una transformación fundamental en la sociedad; y el hombre religioso no es aquel que practica el ayuno como ejemplo para impresionar la sociedad. El hombre religioso no se interesa nada por la sociedad, porque esta se basa en la adquisividad, la envidia, la codicia, la ambición, el miedo. Esto es, la mera reforma del modelo de la sociedad cambia solo la superficie, produce una forma más respetable de ambición. Por el contrario, el hombre verdaderamente religioso está totalmente fuera de la sociedad porque no es ambicioso, no tiene envidia, no sigue ningún rito, dogma ni creencia; y es solo un hombre así el que puede transformar fundamentalmente la sociedad, no el reformador. El hombre que se pone a dar ejemplo no hace más que engendrar conflicto, reforzar el temor y producir diversas formas de tiranía.

   Es muy extraño cómo adoramos los ejemplos, los ídolos. No queremos lo que es puro, verdadero en sí mismo; queremos intérpretes, ejemplos, maestros, gurús, como medio a través del cual alcanzar algo, todo lo cual es puro disparate, y se utiliza para explotar a la gente. Si cada uno de nosotros pudiera pensar claramente desde el principio mismo, o nos pudiéramos reeducar para pensar claramente, entonces todos estos ejemplos, maestros, gurús, sistemas, serían absolutamente innecesarios, como lo son de todos modos.

   Como veis, el mundo es, desgraciadamente, demasiado para la mayoría de nosotros; nuestras circunstancias pesan demasiado; nuestras familias, nuestro país, nuestros líderes, nuestros puestos de trabajo nos atan, nos sujetan al engranaje, y esperamos vagamente encontrar de alguna manera felicidad. Pero esta felicidad no viene vagamente, no viene si estáis sujetos por la sociedad, si sois esclavos del ambiente; viene solo cuando hay libertad de la mente, que no es libertad de pensamiento. El pensamiento nunca es libre; pero la mente puede serlo, y esa libertad viene, no mediante la penetración en las muchas capas de lo inconsciente, analizando el recuerdo de incidentes y experiencias, sino tan solo cuando hay completa atención. En el proceso de autoanálisis siempre tiene que estar el analizador; pero el analizador es parte de lo analizado, como el pensador es parte del pensamiento; y si no comprendéis la cuestión central, no haréis más que aumentar los problemas y producir más desdicha.

    … El patrón social lo establece el hombre; no es independiente del hombre, aunque tiene vida propia, y el hombre no es independiente de él; se encuentran interrelacionados. El cambio que se opere dentro de ese patrón no será cambio en lo más mínimo; será solo la modificación, una reforma. Solo separándonos del patrón social sin generar ningún otro patrón podremos «ayudar» a la sociedad. Mientras pertenezcamos a la sociedad, solo contribuiremos a su deterioro, Todas las sociedades, incluyendo las más maravillosamente utópicas, poseen dentro de sí mismas las semillas de su propia corrupción. Para cambiar la sociedad es necesario primero alejarnos de ella. Debemos dejar de ser lo que la sociedad es, codiciosa, ambiciosa, envidiosa, buscadora del poder, etc.

   … En un mundo de vastas organizaciones, enormes movilizaciones de personas, grandes movimientos de masas, tememos actuar en pequeña escala; nos atemoriza ser personas sin importancia que limpian y despejan su propia parcela. Nos decimos: «¿Qué puedo hacer personalmente? Para poder hacer reformas debo unirme a un movimiento de masas». Por el contrario, la verdadera revolución tiene lugar no por obra de movimientos de masas, sino por medio de una revolución interna de la relación; solo esa es una verdadera reforma, una revolución radical y constante. Tememos comenzar a actuar en una escala pequeña. Debido a que el problema es tan vasto, pensamos que debemos encararlo con gran cantidad de personas, con una gran organización, con movimientos de masas. Por cierto, tenemos que empezar a abordar el problema a una escala pequeña, y la escala pequeña es el «yo» y el «tú». Cuando me comprendo a mí mismo, comprendo al otro, gracias a esa comprensión adviene el amor. El amor es el factor ausente; hay falta de afecto, de calidez en la relación. A causa de que nos falta ese amor, esa ternura, esa generosidad, esa piedad en la relación, escapamos hacia la acción de masas, la cual produce más confusión, más desdicha. Llenamos nuestros corazones con planes para la reforma del mundo, y no prestamos atención a ese único factor resolutivo, que es el amor.

   Ahora bien, el hecho de que esto está ocurriendo en todas partes del mundo, significa que nosotros, los ciudadanos y educadores que somos responsables de los gobiernos existentes, no nos preocupamos fundamentalmente con respecto a si hay libertad o esclavitud, paz o guerra, bienestar o miseria para el hombre. Queremos una pequeña reforma aquí y allá; pero la mayor parte de nosotros tememos destruir la sociedad actual y edificar una estructura completamente nueva, porque esto necesariamente conllevaría una transformación radical en nosotros mismos.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

DEBEMOS SER SENCILLOS EN NUESTRA VIDA INTERNA Y EN NUESTRAS NECESIDADES EXTERNAS

    

   “… Para mirar, para observar, para prestar atención completa a algo hermoso, la mente debe estar libre de pensamientos, de problemas, de especulaciones, de preocupaciones, ¿verdad? Tan sólo cuando la mente está en completa calma uno puede observar de verdad, porque entonces la mente es sensible a esa belleza extraordinaria, y quizá esa es la clave para resolver el problema de la libertad. Ahora bien, ¿qué significa ser libre? ¿Consiste la libertad en hacer lo que a uno le conviene, ir adonde uno quiere, pensar lo que uno quiere? Eso es exactamente lo que hacen. El simple hecho de tener independencia, ¿es eso libertad? Muchas personas en el mundo son independientes, pero muy pocas son libres. Libertad significa enorme inteligencia. Ser libre es ser inteligente. Sin embargo, la inteligencia no llega con solo desear ser libre; surge únicamente cuando uno empieza a comprender todo su entorno, las influencias sociales, religiosas, familiares y tradicionales que constantemente nos bloquean.

   Para comprender estas múltiples influencias: la influencia de nuestros padres, del gobierno, de la sociedad, de la cultura a la que pertenecemos, de las creencias, de los dioses, de las supersticiones y de la tradición a la que uno se amolda sin reflexionar; para comprenderlas, para liberarse de todas esas influencias se requiere una percepción directa y profunda, pero normalmente uno claudica porque internamente tiene miedo. Tiene miedo de no conseguir una buena posición en la vida, de lo que pueda decir el sacerdote, de no seguir la tradición, de no hacer lo correcto. Pero, en realidad, la libertad es un estado de la mente en el cual no existe ningún miedo, ninguna coacción, ningún ansia de sentirse seguro.

   Ya sea en el mundo de los políticos, del poder, de la posición y de la autoridad, como en el llamado «mundo espiritual», donde uno aspira a ser virtuoso, noble y santo, en el momento en que deseamos ser alguien dejamos de ser libres. Sin embargo, en el hombre o en la mujer que se da cuenta de lo absurdo de todas estas cosas, su corazón se mantiene inocente y, en consecuencia, deja de moverse por deseo de ser alguien. Si comprende la sencillez de esto también verá su extraordinaria belleza y magnitud. No importa si sigue el ejemplo de un gurú, de un santo, de un maestro, de un familiar, o se aferra a una tradición particular; en todo eso está implícita la exigencia de llegar a «ser algo», y tan solo cuando uno realmente comprende este hecho tiene libertad.

   … De manera que el propósito de la educación es ayudarle desde la infancia a no imitar a nadie, ayudarle a que sea uno mismo todo el tiempo. Esa es una de las cosas más difíciles de hacer, ser siempre lo que uno es y comprenderlo, tanto si uno es feo o atractivo, envidioso o celoso. No es fácil ser uno mismo, porque pensamos que es despreciable ser lo que somos, y si pudiéramos cambiarlo por algo noble sería maravilloso, pero eso nunca sucede. No obstante, si miramos lo que realmente somos y lo comprendemos, esa misma comprensión es, entonces, transformación. De modo que la libertad no consiste en intentar llegar a ser algo diferente de lo que somos, ni en hacer todo lo que queremos hacer, ni tampoco se trata de seguir la autoridad de la tradición, de los padres o del gurú; la libertad significa comprender lo que uno es de instante en instante.

   Como saben, no nos educan de esa manera, sino que la actual educación nos incita a que seamos esto o aquello, pero eso no es comprenderse uno mismo. El «uno mismo» es algo muy complejo, no es simplemente la entidad que va a la escuela, que riñe, que juega, que tiene miedo; también es algo más oculto, no tan palpable; está constituido no solo por todos los pensamientos que uno tiene, sino también por todas aquellas cosas introducidas en nuestra mente por otras personas, por los libros, los periódicos, los líderes, y únicamente es posible comprender todo esto cuando uno no desea ser alguien, cuando no imita, cuando no sigue; es decir, cuando se rebela contra toda esa tradición de intentar llegar a ser algo. Esa es la única revolución verdadera que conduce a una libertad extraordinaria, y fomentar esa libertad es el verdadero propósito de la educación. La esperanza de un nuevo mundo está en aquellos que empiezan a darse cuenta de lo falso y se rebelan contra ello, no solo verbalmente sino, de hecho; por eso deben buscar una clase de educación correcta, porque sólo creciendo en libertad se puede crear un mundo nuevo que no esté basado en la tradición, ni moldeado según la visión particular de algún filósofo o idealista. No puede haber libertad mientras uno esté tratando de llegar a ser alguien o de imitar algún ejemplo noble.

   … Cuando la mente descarta el factor externo, divino o místico, o cualquier cosa que sea invención de una mente que no ha podido resolver el problema de liberarse de su propio condicionamiento; cuando descarta ese agente exterior, inventa otro, el «yo», el «observador», que dice: «voy a librarme de mi condicionamiento». Pero, de hecho, sólo existe una mente que se halla en estado condicionado, no la dualidad de una mente que dice que está condicionada, que tiene que ser libre, que tiene que ejercer la voluntad sobre su estado condicionado. Sólo existe una mente condicionada. Por favor, escuche esto con mucho cuidado. Si realmente escucha con atención, con todo su corazón, con toda su mente, verá lo que pasa. La mente está condicionada, solo eso. No hay nada más. Todas las invenciones psicológicas, relación permanente, divinidad, dioses, todo lo demás, nacen de esta mente condicionada. Sólo hay eso y ninguna otra cosa más. ¿Es esto un hecho para usted? Esta es la cuestión. Si usted puede llegar a este hecho es en verdad una cosa de extraordinaria importancia. Porque en la observación de eso solamente, y nada más, empieza el sentido de libertad, que es la liberación del conflicto.

   ... Educar a un niño es ayudarlo a comprender la libertad y la integración. Para tener libertad tiene que haber orden, que solo la virtud puede dar; y la integración sólo se produce en medio de una gran sencillez. Partiendo de innumerables complejidades debemos llegar a la sencillez. Debemos ser sencillos en nuestra vida interna y en nuestras necesidades externas.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LA VERDAD ES UNA TIERRA SIN CAMINOS, Y LLEGA A NOSOTROS CUANDO NOS HEMOS LIBERADO TOTALMENTE DEL CONDICIONAMIENTO

    

    “… El cerebro, ubicado en el interior del cráneo, es un instrumento extraordinario. Ha acumulado un enorme conocimiento de casi todo, ha inventado las cosas más increíbles, como las computadoras, los veloces medios de comunicación y los instrumentos de guerra. En ese campo, el cerebro tiene libertad absoluta para inquirir, para inventar y para investigar. Empieza con el conocimiento y acumula más y más saber. Si cierta teoría no funciona la descarta. Sin embargo, el cerebro no es tan libre a la hora de investigar el «yo»; está condicionado, moldeado, programado para ser hindú, musulmán, cristiano, budista, etc. Como una computadora, el cerebro humano está programado, que si son necesarias las guerras, que si hemos de pertenecer a cierto grupo, que si nuestras raíces son parte del mundo, etc. Y eso es verdad, no es una exageración. Todos estamos programados por la tradición, por la constante repetición en los periódicos y revistas, por miles de años de presión. El cerebro tiene libertad en una dirección, en el mundo de la tecnología; pero ese mismo cerebro que es enormemente capaz se ve limitado por su propio interés. Nuestro cerebro, que es por completo libre en una dirección, en lo psicológico está atrofiado.

   … Los seres humanos acumulan el conocimiento y le rinden culto, no solo el conocimiento científico sino también el así llamado conocimiento espiritual. Piensan que el conocimiento es de suma importancia en la vida, el conocimiento de lo que ha sucedido y de lo que va a suceder. Todo este proceso de acumular información, de rendir culto al conocimiento, ¿no surge de un trasfondo de temor? Tememos que sin el conocimiento estaríamos perdidos, que no sabríamos cómo conducirnos. Así, leyendo lo que los sabios han dicho, mediante las creencias y experiencias de otras personas y también mediante nuestras propias experiencias, paulatinamente construimos un trasfondo de conocimiento que se vuelve tradición, y buscamos refugio detrás de esta tradición. Pensamos que este conocimiento o que esta tradición es esencial, y que sin eso estaríamos perdidos, no sabríamos qué hacer.

   … El conocimiento es la acumulación de experiencias, no sólo la experiencia personal, sino la acumulación de la experiencia pasada que llamamos tradición. La tradición se nos transmite a cada uno de nosotros. Hemos acumulado no solo el conocimiento psicológico individual, personal, sino el conocimiento psicológico que se ha estado transmitiendo y que ha ido condicionando al hombre durante milenios. Nos preguntamos si ese conocimiento psicológico puede alguna vez transformar radicalmente al hombre, como para convertirlo en un ser humano totalmente incondicionado. Porque si hay cualquier forma de condicionamiento en lo psíquico, en lo interno, es imposible dar con la verdad. La verdad es una tierra sin caminos, y llega a nosotros cuando nos hemos liberado totalmente del condicionamiento.

   … ¿Por qué obedecemos? No sé si se han preguntado a sí mismos alguna vez por qué obedecen a alguien. El significado etimológico de la palabra obedecer es "escuchar". Cuando, día tras día, a uno se le repite que es hindú, musulmán, budista, cristiano o comunista, eso que escucha condiciona su mente, ¿no es cierto? Atiendan, por favor. En este país, y es algo que por desgracia está extendiéndose también a otros países, se les ha inculcado la idea de que necesitan un gurú. Esa es la tradición repetida una y otra vez; eso es lo que ustedes han sentido, repetir, e instintivamente se han sumado a ello, han obedecido. Pero vean qué se han hecho a sí mismos, qué le ha sucedido a la mente. Una mente que obedece, que se conforma y compara no es una mente religiosa. Antes de seguir razónenlo, pues si lo hacen no podrán pasar por alto la lógica de estas palabras. Quizá no les guste lo que digo, están en su derecho, pero primero deben examinarlo. Uno debe ser capaz de escuchar, no con el intelecto sino con el corazón. Escuchen a fin de comprender, intenten averiguar por qué deben aprender por sí mismos, y no de lo que dicen otros.

   … Ningún libro, ni el Gita ni las Upanishads puede enseñarles sobre sí mismos; ningún profesor, ningún filósofo ni psicólogo puede enseñarles salvo lo que cada uno de ellos piensa sobre lo que son ustedes, o lo que piensa que deberían ser; es decir, sólo pueden ofrecerles sus opiniones y conclusiones o sus percepciones, que no son las de ustedes. Durante siglos y siglos han aceptado la autoridad de los demás, de los gurús, de la tradición, de lo que otros han dicho; por eso están tan faltos de energía, tan faltos de sensibilidad, tan embotados; por eso son personas de segunda mano. Se ríen, pero esa risa es indicio de que no comprenden el significado de lo que se está diciendo; es como el joven que tras años de universidad se licencia, encuentra un trabajo y se asienta en su posición segura por siempre jamás. Por eso la autoridad les ha destruido, por eso les han destruido las religiones. Dense cuenta de eso, por favor.

   … A medida que escuchan observen el hecho de que, dado que la base de la creencia es el deseo de seguridad y certidumbre, dado que la creencia es resultado del miedo, una mente ofuscada por la creencia no tiene posibilidad alguna de percibir qué es la verdad, por más que la busque. A medida que escuchan esto, ¿ven que es verdad? Si lo ven, el condicionamiento ha desaparecido y sus mentes tienen ahora libertad para observar. A medida que escuchan, ¿observan sus propias creencias, sus propias conclusiones? ¿Se dan cuenta de que una mente en ese estado es incapaz de mirar y percibir con claridad? Si quieren percibir con claridad, su mente debe estar libre por completo de cualquier creencia, ya sea su Dios o mi Dios. Al escuchar, ¿se han desprendido de todo eso en lo que creen, o hasta tal punto están condicionados que, sin algo en lo que creer, se sienten perdidos, atemorizados, y no tienen más remedio que seguir aferrados a ello? Es obvio que una mente así no es una mente religiosa.

   … ¿Verdad que no necesitan creer que el Sol saldrá mañana? Saben que lo hará. Solo la mente que vive en la incertidumbre, en la confusión, y que busca seguridad y consuelo, necesita creer; de modo que uno ha de estar libre de toda creencia, de toda clase de conclusiones y, como es obvio, de todo tipo de ideales.” 

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

TODA LA VIDA ES ENERGÍA. SI A ESA ENERGÍA SE LE PERMITE FLUIR SIN CONTRADICCIÓN, SIN FRICCIÓN, SIN NINGÚN CONFLICTO, ENTONCES SERÁ INMENSA, INAGOTABLE

  

   “… El conflicto de cualquier clase, físico, psicológico, intelectual, es un desperdicio de energía. Por favor, es extraordinariamente difícil comprender esto y estar libre del conflicto, porque a casi todos nos han educado para luchar, para esforzarnos. Cuando vamos a la escuela, eso es lo primero que nos enseñan, que debemos esforzarnos. Y esa lucha, ese esfuerzo, son sostenidos a lo largo de toda la vida; es decir, para ser buenos debemos luchar, debemos combatir el mal, debemos resistir, controlar. Así, desde el punto de vista educativo, sociológico, religioso, al ser humano se le enseña a luchar. Se le dice que para encontrar a Dios debe trabajar, disciplinarse, practicar, retorcer y torturar su alma, su mente, su cuerpo, negando, reprimiendo; no debe mirar, tiene que luchar, luchar y luchar en el nivel así llamado espiritual, que no es espiritual en absoluto. Así pues, socialmente cada uno se esfuerza para sí mismo, para su familia.

   Por consiguiente, en todas partes estamos desperdiciando energía. Y ese desperdicio de energía es, en esencia, conflicto, el conflicto entre los «debería» y «no debería», los «debo» y «no debo». Una vez creada la dualidad, el conflicto es inevitable. Uno ha de comprender pues, todo este proceso de la dualidad; no es que no haya hombre y mujer, verde y rojo, luz y oscuridad, alto y bajo; todos esos son hechos. El desperdicio de energía tiene lugar en el esfuerzo que dedicamos a esta división entre el hecho y la idea.

   … Si usted dice: ¿Cómo he de ahorrar energía?, ha creado el modelo de una idea, el modo de ahorrar energía, y entonces conduce su vida conforme a ese modelo; en consecuencia, empieza otra vez una contradicción. Mientras que si percibe por sí mismo dónde se malgastan sus energías, verá que la principal fuerza de desgaste es el conflicto, el conflicto de tener un problema y no resolverlo jamás, de vivir con el recuerdo nocivo de algo ya muerto, de vivir en la tradición. Uno tiene que comprender la naturaleza de la disipación de energía, y esta comprensión no surge conforme a Shankara, el Buda o algún santo, sino en la observación real de nuestro conflicto en la vida cotidiana. Así pues, el desperdicio principal de energía es el conflicto, lo cual no quiere decir que uno haya de sentarse cómodo y dejar perezosamente que la vida transcurra. El conflicto existirá siempre en tanto la idea sea más importante que el hecho.

   Ahora nos preguntamos: ¿Existe una energía que no esté dentro del campo del pensamiento, que no sea el resultado de esa energía compulsiva, autocontradictoria, ni de la autorrealización con frustraciones? ¿Comprende la pregunta? Espero estar expresándome con claridad. Porque, a menos que descubramos la calidad de esa energía que no es meramente el producto del pensamiento, el cual poco a poco genera energía, pero una energía que es también mecánica; a menos que descubramos esa calidad de energía, la acción será destructiva, ya sea que hagamos reformas sociales, escribamos libros excelentes, seamos muy hábiles en los negocios, o generemos divisiones nacionalistas y participemos en otras actividades políticas y demás.

   … Ahora bien, la pregunta es si existe una energía semejante, no desde el punto de vista teórico, porque cuando nos enfrentamos con hechos es infantil e inmaduro introducir teorías. Es como el caso de un hombre que tiene cáncer y debe ser operado, de nada sirve discutir qué clase de instrumentos han de ser utilizados, etc.; uno tiene que enfrentarse al hecho de que debe ser operado. De igual modo, una mente tiene que profundizar en los hechos, debe hallarse en un estado en el que no sea esclava del pensamiento. Al fin y al cabo, todo pensamiento dentro del tiempo es invención; todos los artefactos, los aviones, los refrigeradores, los cohetes espaciales, la exploración dentro del átomo, todo eso es resultado del conocimiento, del pensar. Estas cosas no son creación, la invención no es creación, la capacidad no es creación; el pensamiento jamás puede ser creativo, porque el pensamiento está siempre condicionado y nunca puede ser libre. Sólo es creativa esa energía que no es producto del pensamiento.

   … Una idea acerca de la energía es por completo diferente del hecho de la energía en sí. Tenemos fórmulas o conceptos acerca de cómo generar una clase de energía de la más alta calidad. Pero la fórmula es enteramente distinta de la calidad restauradora, renovadora de la energía misma.  

   La forma más elevada, el apogeo de esta energía, es el estado de la mente cuando cesan las ideas, los pensamientos, todo sentido de dirección o motivo; cuando la mente es energía pura. Y esa calidad de energía no puede ser buscada. Usted no puede decir: «bueno, dígame cómo obtenerla, cuál es el método, el modus operandi». No hay método para ello. Para descubrir por nosotros mismos la naturaleza de esta energía, debemos empezar a comprender la energía que gastamos diariamente cuando hablamos, cuando oímos a un pájaro, una voz, cuando vemos el río, el vasto cielo, cuando vemos a los aldeanos sucios, descuidados, enfermos, medio muertos de hambre, y el árbol que en el atardecer se aparta de toda la luz del día. La observación misma de todo esto es energía. Y esta energía la obtenemos de los alimentos, de los rayos solares. Esta energía física cotidiana que uno tiene, es obvio que puede ser aumentada, incrementada mediante la correcta clase de alimentación y demás. Eso es, evidentemente, necesario. Pero esa misma energía, que se convierte en energía psíquica, o sea, en pensamiento, tan pronto entra en cualquier tipo de contradicción interna, esa energía es un desperdicio energético.

   … Cuando el meditador está totalmente ausente, ese estado de ser consciente es meditación. En ese silencio hay un estado de energía sin conflicto. La energía es acción y movimiento. Toda acción es movimiento, y toda acción es energía. Toda la vida es energía. Si a esa energía se le permite fluir sin contradicción, sin fricción, sin ningún conflicto, entonces será inmensa, inagotable. Sin fricción no hay fronteras para la energía. Es la fricción la que la limita. ¿Por qué entonces, viendo esto, el ser humano produce fricción dentro de esta energía? ¿Por qué crea fricción en este movimiento al que llamamos vida? ¿Es la energía pura, la energía sin limitaciones, simplemente una idea para él? ¿No tiene realidad?”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

A CAUSA DE QUE HAY MUCHOS INTÉRPRETES DE LA VERDAD Y MUCHOS OPUESTOS CAMINOS, CREENCIAS Y RELIGIONES, SE PIERDE EL HOMBRE EN SUS COMPLEJIDADES

DIÁLOGO: VIERNES, 24 de NOVIEMBRE                      c/Silva            Hora 18:00

                  Contacto:  angel2vv@hotmail.com

     “… El espíritu adquisitivo no es el amor a la belleza, nace del deseo de seguridad, pero tener seguridad es ser insensible. El deseo de seguridad crea el temor, y pone en movimiento un proceso de aislamiento que levanta paredes de resistencia alrededor de nosotros que impiden toda sensibilidad. No importa lo bello que sea un objeto, pronto pierde su atracción para nosotros, nos acostumbramos a él, y lo que antes era un placer se convierte en algo hueco e insípido. La belleza está todavía allí, pero ya no la vemos, fue absorbida por la monotonía del diario vivir.

    … Yo digo que jamás encontrarán la verdad cambiando gradualmente el objeto del deseo. Pero si comprenden que sólo en la percepción inmediata, en el discernimiento instantáneo se encuentra la plenitud de la sabiduría, entonces desaparecerá esta idea del cambio gradual de los objetos del deseo.

   ¿Qué es lo que hacemos, pues? Pensamos: “yo era diferente ayer, soy diferente hoy y seré diferente mañana”; por lo tanto, prestamos atención a las diferencias, a los cambios, no al discernimiento. Tomemos, por ejemplo, la idea del desapego. Nos decimos: “hace dos años yo estaba mucho más apegado, hoy estoy menos apegado y dentro de unos cuantos años lo estaré menos aún; finalmente llegaré a un estado en el cual me habré desapegado por completo”.  Pensamos así que hemos evolucionado desde el apego al desapego, a través del constante impacto de la experiencia, y a esto lo llamamos progreso, desarrollo del carácter.

   Para mí esto no es progreso. Si uno percibe con todo su ser la plena significación del apego, entonces no progresa hacia el desapego. La mera persecución del desapego no revela la superficialidad del apego, la cual puede ser comprendida sólo cuando la mente y el corazón no escapan a través de la idea del desapego. Esta comprensión no se origina en el tiempo, sino comprendiendo que en el apego mismo están tanto el dolor como la dicha pasajera. Entonces ustedes me preguntan: ¿no me ayudará el tiempo a percibir eso? El tiempo no lo hará. Lo que hará que perciban es, ya sea la transitoriedad de la dicha, o la intensidad del dolor que hay en el apego. Si están plenamente atentos a esto, entonces ya no se hallan atrapados en la idea de que son diferentes ahora de como lo fueron varios años atrás, y de que luego serán de nuevo diferentes. Se vuelve ilusoria la idea del tiempo progresivo.

   … Como he dicho, para mí la percepción o el discernimiento es intemporal. El tiempo no nos da discernimiento respecto a las experiencias, sólo nos hace más listos, más ingeniosos en el modo de enfrentarnos a las experiencias. Pero si ustedes perciben y viven de manera completa en la cosa misma que están experimentando, entonces desaparece esta idea del cambio desde lo no esencial a lo esencial, y así la mente se libera ella misma de la idea del tiempo progresivo.

   Ustedes consideran hoy que algo es esencial y van tras ello y lo obtienen. Y mañana eso se vuelve no esencial y dicen: "he aprendido". Lo que había considerado esencial se ha vuelto no esencial, de modo que prosiguen y prosiguen y a eso lo llaman crecimiento, evolución, obtener más y más, discernir más y más entre lo esencial y lo no esencial; sin embargo, no hay tal cosa como lo esencial y lo no esencial. ¿La hay? Porque eso que hoy consideran esencial se vuelve no esencial mañana, por lo cual ustedes desean otra cosa. Lo expondré de una manera diferente. Uno ve algún objeto agradable, piensa que desea poseerlo y lo posee; entonces, satisfecho, se mueve hacia otra cosa. Puede tratarse de algún anhelo emocional, un deseo. Uno quiere esa idea, la persigue y obtiene lo que busca. Y finalmente desea alcanzar a Dios, la verdad, la felicidad; al hombre que desea la felicidad, la verdad, que anhela a Dios ustedes lo consideran espiritual, y al hombre que desea un sombrero, una corbata o lo que fuere, lo llaman mundano, materialista. Lo no esencial es el sombrero y lo esencial es Dios o la verdad. ¿Qué hemos hecho? Tan solo hemos cambiado el objeto de nuestros deseos. Hemos dicho: “bueno, tengo suficientes sombreros, suficientes automóviles, casas y anhelo algo diferente”, y vamos tras de eso y lo obtenemos, y entonces terminamos con eso y queremos otra cosa; así proseguimos gradualmente hasta que al fin deseamos algo que llamamos Dios, y entonces pensamos que hemos alcanzado lo supremo. Todo cuanto hemos hecho es jugar con nuestros deseos, y a este proceso de elegir continuamente ustedes lo llaman evolución. ¿Es así o no?

   Deseamos hasta que hemos pasado por toda la gama de nuestro deseo. Mientras que, si comprendiéramos el significado de cada objeto que el deseo persigue, si comprendiéramos que no es esencial ni no esencial, comprenderíamos el verdadero significado de ese objeto; la evolución tendría, entonces, un sentido diferente, no este perpetuo logro, esta perpetua ganancia, este correr todo el tiempo tras del éxito.

   … A causa de que hay muchos intérpretes de la verdad y muchos opuestos caminos, creencias y religiones, se pierde el hombre en sus complejidades. Como la mariposa que choca contra el vidrio de la ventana y pugna por escapar al aire libre, así luchan los hombres cuando no tienen ni vislumbre de su meta, que es difícil de establecer, pero como está en tinieblas le parece lejanísima. Así como el alfarero moldea la arcilla a su arbitrio, así puede el hombre moldear su vida según el deseo de su corazón. Así como las vasijas de alfarero pueden moldearse en formas hermosas o feas, así la vida puede ser hermosa o repugnante según el propósito que hayáis establecido. Quiero ayudaros a establecer la meta que buscáis y deseáis alcanzar, la meta que aguarda a todas las gentes del mundo cualesquiera sean sus experiencias, pensamientos y emociones. Entonces seréis capaces de guiaros por entre las tinieblas del mundo, como el caminante se guía en noche obscura por la situación de las estrellas.” 

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

COMO A LA MAYORÍA DE NOSOTROS NO NOS AGRADA SER PERTURBADOS, PREFERIMOS SEGUIR EN LA EXISTENCIA EL CAMINO FÁCIL

  DIÁLOGO: VIERNES, 24 de NOVIEMBRE                      c/Silva            Hora 18:00

                  Contacto:  angel2vv@hotmail.com

   “… Para ver la inocencia de la mente, trátese de la suya o de la mía, primero tiene usted que ser inocente. No le estoy devolviendo el balón, señor. Para ver la inocencia de la mente, necesita ser libre, no debe tener miedo y tener además una cualidad que lleva al cerebro a funcionar sin esfuerzo alguno. ¿No es una clase de disciplina practicar el Yoga regularmente todos los días por dos horas? Usted sabe que el cuerpo le informa cuando está cansado, el cuerpo le dice: "no haga esto hoy por la mañana". Cuando hemos maltratado al cuerpo, empujándolo hacia toda clase de hábitos, deteriorando su inteligencia por medio de alimentos perjudiciales, el tabaco, la bebida y todo lo demás, el cuerpo se vuelve insensible al respecto. Y el pensamiento dice: "tengo que obligarlo". Tal manera de conducir el cuerpo, forzándolo, obligándolo, se vuelve disciplina. Por el contrario, cuando usted hace estas cosas con regularidad, fácilmente, sin esfuerzo, la regularidad misma depende de la sensibilidad del cuerpo. Un día lo hace, y al otro puede que el cuerpo esté cansado y que usted diga: "muy bien, no lo haré". No es una regularidad mecánica. Todo esto requiere cierta inteligencia no sólo de la mente sino también del cuerpo, y esa inteligencia le dirá lo que debe o no debe hacer.

   … No deben sólo destruir, dejar de lado, sino que deben ser creativos, y pueden ser creativos sólo cuando empiezan a comprender los valores genuinos. Por lo tanto, cuestionen el significado de las tradiciones y los hábitos, de la nacionalidad, de la disciplina, de los gurús y los Maestros. Pueden comprender solo si están completamente alerta, alerta con la totalidad del ser. Cuando dicen: “estoy buscando a Dios”, en lo fundamental quieren decir: “deseo fugarme, deseo escapar”. Cuando dicen: “busco la verdad y una organización podría ayudarme a encontrarla”, están buscando meramente un refugio. No estoy siendo duro, sólo quiero destacar y poner en claro lo que digo. Es cosa de ustedes actuar. Hemos creado obstáculos artificiales. No son obstáculos reales, fundamentales. Los hemos creado porque estamos buscando algo, recompensas, seguridad, consuelo, paz. Para obtener seguridad, para poder evitar el conflicto, necesitamos tener muchas ayudas, muchos apoyos. Y estas ayudas, estos apoyos, son la autodisciplina, los gurús, las creencias.

   … ¿Por qué la mente, en lugar de ver la cosa de inmediato y experimentarla directamente, se complace en todas estas ideas? ¿No es esto un hábito de la mente? Se nos presenta algo e inmediatamente actúa el viejo hábito de crear una idea, una teoría al respecto. Y la mente gusta de vivir a base de hábitos. Porque sin ellos está perdida. Si no hay una rutina, una respuesta habitual a la que se ha acostumbrado, la mente se siente confusa, insegura. Ese es un aspecto. Además, ¿acaso la mente no busca un resultado? Porque en el resultado está la permanencia.

   Y la mente aborrece la incertidumbre. Está buscando siempre la seguridad en diferentes formas, por medio de creencias, del conocimiento, de la experiencia. Y cuando esa seguridad es cuestionada hay perturbación, ansiedad.  De este modo, evitando la incertidumbre, la mente busca su propia seguridad haciendo esfuerzos para obtener un resultado.

   … Decimos que solo unos pocos pueden experimentar esa libertad extraordinaria que está fuera de la conciencia, por eso inventamos o confiamos que existe la evolución, es decir, confiamos que gradualmente el hombre será cada vez más libre, tendrá más y más amor, será más generoso, menos violento, etc. Pero en el momento que acepta el tiempo, acepta la continuación del sufrimiento. Si no quedara tiempo, ¿qué esperanza le quedaría sabiendo que es viejo, que está fuertemente condicionado, que le resulta muy difícil soltar sus hábitos, ¿incluso el hábito más insignificante? Por eso es necesario soltar nuestros hábitos instantáneamente, no mañana; no solo los hábitos superficiales, sino los más profundos, nuestra forma de pensar, nuestras creencias y dogmas. Tenemos que romper esos hábitos que están profundamente arraigados, pero decimos: «no es posible hacerlo de forma inmediata, necesitamos tiempo». En consecuencia, esperamos hacerlo en la próxima vida o la próxima semana, viene a ser lo mismo porque admitimos el tiempo.

   … He dicho que hay un arte de escuchar, y quizá pueda ahondar en ello algo más, porque creo importante el escuchar como es debido. Generalmente oímos lo que queremos oír, y excluimos todo lo que resulta perturbador. A toda expresión de una idea perturbadora le hacemos oídos sordos, y especialmente en asuntos que son profundos, religiosos, que tienen significación en la vida; somos propensos a escuchar muy superficialmente. Si algo oímos, es simplemente las palabras, no el contenido de las palabras, porque la mayoría de nosotros no deseamos ser perturbados. Casi todos queremos continuar con nuestros viejos hábitos porque el modificarse, el producir un cambio, significa perturbación, perturbación en nuestra vida diaria, perturbación en nuestra familia, perturbación entre marido y mujer, entre nosotros y la sociedad. Como a la mayoría de nosotros no nos agrada ser perturbados, preferimos seguir en la existencia el camino fácil, y que él conduzca a la desgracia, al disturbio y al conflicto, tiene al parecer muy poca importancia. Lo único que queremos es una vida fácil, no tener demasiadas dificultades ni perturbaciones, no pensar demasiado. Por eso, cuando escuchamos, en realidad nada oímos.

   … Después de todo, el amor no es un hábito, mientras que el placer lo es. Así que el acto de ver es la única cosa natural; ver la natural herencia animal en nosotros, que es violenta, agresiva y competitiva. Si uno puede comprender esta única cosa que es realmente de importancia primordial, el acto de ver, entonces no hay acumulación como el “yo”, lo “mío”, entonces no hay formación de hábitos, con la rutina y el fastidio que todo ello implica. Por consiguiente, si logramos ver lo que es, podemos amar.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LA VERDAD ES ALGO VIVO, PERO QUE NO ESTÁ DENTRO DE LOS LÍMITES DEL TIEMPO

        

   “… Estamos tan ocupados con nuestros empleos, con nuestras propias desdichas, que jamás tenemos un momento libre en el cual poder sentir qué es amar, qué es ser amable, generoso. No obstante, sin todo esto queremos saber qué es Dios. ¡Qué increíblemente estúpido e infantil! Por lo tanto, se torna muy importante para el individuo cobrar vida, no revivir; uno no puede revivir sentimientos muertos, la gloria que ha pasado. ¿Pero acaso no podemos vivir intensamente, plenamente, en abundancia, aunque sea un solo día? Porque un día así abarca un milenio. Esto no es una fantasía poética. Lo sabrán cuando hayan vivido un día espléndido en el cual no exista el tiempo, ni futuro ni pasado; entonces conocerán la plenitud de ese estado extraordinario. Un vivir semejante no tiene nada que ver con el conocimiento. 

   … Vamos a examinar ahora eso que llamamos ente espiritual. Es obvio que el ente espiritual no puede ser creado por mí. No tiene por origen mi mente, mi pensamiento, mi proyección. Tiene que ser independiente de mí. El ente espiritual, si es espiritual, no puede ser creado por mí. Tiene que ser otro que yo. Ahora bien, si es otro que yo, ha de ser atemporal, ha de ser lo eterno, ha de ser lo real; y aquello que es lo real, que es atemporal, que es inconmensurable, no puede evolucionar, crecer. No puede volver. Está más allá del tiempo, y por lo tanto es, sin muerte. Y si es inmortal, si está más allá de mí, no tengo sobre ello ningún dominio, y ello no está dentro del campo de mi conciencia; por consiguiente, no puedo pensar al respecto, no puedo investigar si puede o no puede reencarnarse. Es obvio que no puedo investigar aquello que está más allá de mi control. Sólo puedo investigar aquello que conozco, que es mi propia proyección; y si el ente espiritual que llamo Krishnamurti está más allá de mí, entonces es atemporal y no puedo pensar acerca de él; y aquello en que no puedo pensar carece de realidad para mí. Por lo tanto, como ese ente espiritual es atemporal e inmortal, y como yo tengo que ver con la muerte, con el tiempo, no puedo investigarlo. De ahí que no necesite molestarme al respecto. Pero nosotros sí nos molestamos. 

   Y la vida de casi todos nosotros es tan desdichada porque no sabemos cómo renovarnos; estamos agotados, nos vemos destruidos por el ayer, por los recuerdos, los reveses, las desdichas, los incidentes, los fracasos del ayer. El ayer pesa sobre nuestra mente y corazón; y con esa carga queremos comprender algo que no puede ser comprendido dentro de los límites del tiempo. Y por eso es esencial, si uno ha de ser creador en el sentido profundo de la palabra, que haya muerte para todas las acumulaciones de cada minuto. Esto no es fantástico, esto no es una experiencia mística. Uno puede experimentar esto directamente, simplemente, cuando uno comprende todo el significado de cómo el tiempo, como continuidad, impide la “creatividad”.

   … ¿Qué es la creación? No la del pintor, del poeta o del hombre que hace algo en mármol; todas esas son cosas manifiestas. ¿Hay algo que no se manifieste? ¿Existe algo que, porque no se manifiesta, no tiene principio ni fin? Lo que se manifiesta tiene un principio y un fin. Nosotros somos manifestaciones. No de algo divino; somos el resultado de miles de años de la llamada evolución, de crecimiento y desarrollo, y nosotros también llegamos a nuestro fin. Lo que se manifiesta siempre puede ser destruido, pero lo que no se manifiesta no tiene tiempo.

   Estamos preguntando si hay algo más allá de todo tiempo. Esta ha sido la investigación de filósofos, científicos y personas religiosas: descubrir lo que está más allá de la medida del hombre, más allá del tiempo. Porque si uno lo descubre, o si lo ve, eso es inmortalidad. Eso trasciende a la muerte. El hombre lo ha buscado de diversas maneras, en distintas partes del mundo, a través de diferentes creencias, porque cuando uno descubre o se da cuenta de eso, entonces la vida no tiene principio ni fin. Está más allá de todos los conceptos, de toda esperanza. Es algo inmenso.

   … ¿Hay algo realmente verdadero, algo más allá del tiempo, tan inmenso que el pensamiento no puede alcanzarlo? El hombre ha indagado en esto y, al parecer, solo muy pocas personas han sido libres para penetrar en ese mundo. Desde los tiempos antiguos, los sacerdotes se han interpuesto entre el buscador y lo que este espera encontrar. El sacerdote interpreta, se convierte en el hombre que sabe, o que cree saber, y el buscador acaba apartado, desviado de su camino, perdido. 

   … Si dedicamos nuestra mente y corazón a terminar con la enfermedad de la ignorancia y el egoísmo, crearemos un mundo sano y feliz. No debemos pensar y sentir horizontalmente, sino verticalmente. Es decir, en vez de seguir la corriente de la pereza, del egoísmo, de la ignorancia del pensar y del sentir gradual, del lento proceso a través del tiempo para tener claridad, de seguir esta corriente de constante conflicto y desdicha, de asesinatos en masa y de ciertas treguas llamadas paz, con la idea final de tener un paraíso en la Tierra; en vez de pensar y sentir a lo largo de estas corrientes horizontales, ¿podemos dejar de pensar y sentir horizontalmente? ¿Podemos pensar y sentir verticalmente? ¿Es posible salirse de esa continuidad horizontal de confusión y lucha, para pensar y sentir de forma diferente, nueva, vertical, sin intervención del tiempo?

   La percepción ocurre cuando hay observación sin movimiento alguno del pensar, cuando hay un silencio absoluto de la memoria, la cual es tiempo, pensamiento. Miren algo sin que intervenga el pasado. Háganlo. Miren a quien les habla, sin todos los recuerdos que han acumulado acerca de él. Obsérvenlo u observen de ese modo a sus padres, a sus esposas y maridos, a sus amigos, etc., no importa a quién, observen sin que se introduzca en la observación ningún recuerdo del pasado, ninguna ofensa, ningún sentimiento de culpa y demás. Simplemente observen. Cuando observan así, sin prejuicio alguno, están libres de aquello que ya ha sido, están libres del pasado.

   La verdad nunca está en el pasado. La verdad del pasado es la ceniza de la memoria. La memoria pertenece al tiempo, y en las cenizas muertas del ayer no se halla la verdad. La verdad es algo vivo, pero que no está dentro de los límites del tiempo.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LO QUE DE VERDAD TRAERÁ PAZ ES LA TRANSFORMACIÓN INTERNA, LA CUAL DIRIGIRÁ NUESTRA ACCIÓN EXTERNA

             

   “… Tener confianza en los gobiernos, buscar en las organizaciones y autoridades la paz que debe empezar por la comprensión de nosotros mismos, es crear nuevos y más complicados conflictos; y no puede haber felicidad duradera mientras aceptemos un orden social en el que hay lucha sin fin y antagonismo entre los hombres. Si queremos cambiar las condiciones existentes, tenemos que empezar por transformarnos nosotros mismos, lo cual significa que debemos comprender nuestras acciones, pensamientos y sentimientos en la vida diaria.

   Con nuestras ambiciones, nuestros nacionalismos, nuestra diplomacia, nuestras mentiras, constantemente exacerbamos los horrores de la guerra y, cansados de todo eso, queremos paz. Queremos encontrar en alguna parte cierto estado de tranquilidad, de dicha; por eso nos inventamos un Dios, un salvador o un nuevo mundo que nos dará esa paz que anhelamos, siempre que hagamos o creamos en ciertas cosas. Sin embargo, por mucho que una mente condicionada quiera la paz, sólo genera su propia destrucción; eso es lo que realmente está sucediendo en el mundo. Todos los políticos, ya sean de derechas o de izquierdas, utilizan la palabra «paz», pero eso no tiene ningún valor. Estoy hablando de algo que está mucho más allá de todo eso.

   … Para que haya paz en el mundo, para que terminen todas las guerras tiene que haber una revolución en el individuo, en cada uno de nosotros. Cualquier revolución económica no tiene sentido sin una revolución individual, porque el hambre es la consecuencia de un desajuste económico generado por nuestro propio estado psicológico que se caracteriza por la codicia, la envidia, la mala voluntad y la posesividad. Para poner fin al sufrimiento, al hambre, a las guerras, tiene que darse una revolución psicológica, y muy pocos están dispuestos a ello; preferimos hablar de paz, proponer planes legislativos, crear nuevas alianzas, establecer las Naciones Unidas, etc.; pero no logramos la paz porque no queremos renunciar a nuestra posición, nuestra autoridad, nuestro dinero, nuestras posesiones, nuestras vidas sin sentido. El simple hecho de confiar en otro es por completo inútil; nadie puede darnos la paz, ningún dirigente, ningún gobierno, ningún ejército, ninguna patria puede darnos la paz. Lo que de verdad traerá paz es la transformación interna, la cual dirigirá nuestra acción externa. Sin embargo, transformación interna no significa aislamiento, no implica dejar de lado la acción externa; todo lo contrario, solo puede haber una acción correcta cuando hay un recto pensar, y sin conocimiento propio no puede haber recto pensar; sin conocimiento propio la paz es imposible.

   … Pero si estamos constantemente agarrotando a los demás, si somos incapaces de lograr la paz y el orden en el mundo, cambiando profundamente nuestra manera de ser, ¿de qué valen los libros sagrados y los mitos de las varias religiones?

   … La paz no se alcanza por medio de ninguna ideología; no depende de ninguna legislación; solo vendrá cuando nosotros, como individuos, comencemos a entender nuestros propios procesos psicológicos. Si evitamos la responsabilidad de actuar como individuos y esperamos que algún nuevo sistema establezca la paz, nos convertiremos simplemente en esclavos de este sistema.

   … Se ha esforzado toda su vida. Si tiene dinero acude al psicoanalista; si no lo tiene acude a un sacerdote, o si no hace ninguna de esas cosas, se vigila a sí mismo, se controla, se disciplina, hace esto o aquello, hace diez cosas diferentes. A pesar de todos sus esfuerzos, no hay florecer, belleza, libertad, paz; se encuentra en un callejón sin salida. Los que lo han investigado saben que es así. Por tanto, ¿qué puede producir un cambio? ¿Cómo responde esa pregunta? Sería muy valioso que cada uno respondiera a esa pregunta por sí mismo, que la contestara y no esperara a que otro lo hiciese. Si esperan a que otro la conteste no aprenderán. Como dije, estamos haciendo el viaje juntos; no hay ni maestro ni discípulo, no hay ninguna autoridad, lo único que existe es la interioridad, la soledad de su propia indagación y descubrimiento. Si uno lo descubre por sí mismo, entonces, de ese descubrimiento nace una nueva energía, un nuevo resurgir. Pero si uno espera simplemente a que otro la responda, estará de vuelta en la vieja rutina que tan poco valor tiene.

   … Sin la comprensión de nosotros mismos, la mera ocupación nos lleva a la frustración, con sus inevitables evasiones a través de toda clase de actividades perjudiciales. La técnica sin la verdadera comprensión conduce a la enemistad y a la crueldad, las cuales tratamos de enmascarar con frases agradables al oído. ¿De qué vale recalcar la técnica y convertirse en seres eficientes si el resultado es la mutua destrucción? Nuestro progreso técnico es fantástico, pero solo ha logrado aumentar nuestro poder para destruirnos los unos a los otros, y hay hambre y miseria en todas las regiones de la Tierra. No somos felices ni tenemos paz. 

   … Para ayudar a otro, usted debe conocerse a sí mismo. El otro, igual que usted, es producto del pasado. Estamos todos relacionados unos con otros. Si usted está internamente enfermo de ignorancia, mala voluntad y pasiones, difundirá inevitablemente enfermedad y tinieblas. Si está internamente sano, si es íntegro, difundirá luz y paz; de lo contrario, contribuirá a producir un caos mayor y mayores desdichas. Comprendernos a nosotros mismos requiere paciencia, un estado de tolerante percepción alerta; el "yo" es una obra de muchos volúmenes que uno no puede leer en un día, pero una vez que se comienza a leerla, es preciso leer cada palabra, cada frase, cada párrafo, porque en ello están las insinuaciones de lo total. El comienzo de la obra es el final. Si uno sabe cómo leer, encontrará allí la suprema sabiduría.

   … El individuo es de primordial importancia, no el sistema; y mientras el individuo no comprenda el proceso total de su propia existencia, no hay sistema, sea de derecha o de izquierda, que pueda traer orden y paz al mundo.”

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

SOLO LA INTELIGENCIA CREADORA, EL ENTENDIMIENTO CREADOR, PUEDE TRAEROS UNA NUEVA CULTURA, UN MUNDO NUEVO Y UNA NUEVA FELICIDADD


   “… A quien les habla, le parece que no estamos liberando energía creativa como para dar origen a una nueva cultura, a un nuevo estilo de vida, porque la antigua cultura brahmánica de este país ha desaparecido completamente; una cultura que no decimos que fuera buena o mala, una cultura que ha existido quizá por cinco mil años ha muerto totalmente de la noche a la mañana, ha desaparecido por completo. Y uno se pregunta por qué ha desaparecido por completo una cultura particular con la cual los seres humanos han vivido durante tanto tiempo. Tal vez no era una cultura en absoluto. Quizás era nada más que una serie de palabras, de tradiciones sin ninguna vida tras de ellas. Por tanto, al explorar juntos la condición de nuestra mente y de nuestro corazón, al investigar la naturaleza del cerebro que es el centro de todas nuestras acciones, de todos nuestros sentimientos y pensamientos, veremos si es posible liberar esa energía creativa. Y vamos a investigar esto muy cuidadosamente. 

      … Ustedes se nutren de palabras, por eso hay desorden. Por eso hay que descartar todo esto, de manera que empecemos de nuevo. Para empezar de nuevo hay que comprender toda esta estructura del pensamiento. Ahora bien, usted entiende esta estructura del pensamiento sólo cuando empieza a comprenderse a sí mismo como un movimiento vital; no se trata de que, habiendo comprendido, le añada más, en cuyo caso se convierte en algo muerto. Usted es un ser vivo enmarcado en una cultura, y esa cultura, esa tradición, esa autoridad lo confina. Dentro de ese marco de la conciencia se encuentra el desorden. El comprender todo este proceso e ir muchísimo más allá, que es lo que vamos a hacer ahora, es meditación. 

   … Ahora bien, la totalidad de la vida es energía, es un movimiento infinito. Y esa energía, en su movimiento, crea un patrón que se basa en la autoprotección y la seguridad, es decir, en la supervivencia. La energía, el movimiento, al quedar atrapada en un patrón de supervivencia, y la consiguiente repetición de ese patrón, constituye el inicio del pensamiento. El pensamiento es mente. La energía es movimiento; ese movimiento atrapado en un patrón de supervivencia y la repetición de la supervivencia en el sentido de placer, de temor, etc., es el origen del pensamiento.

   Estamos hablando de algo vivo. Y usted ha practicado estas cosas mecánicas durante muchos siglos. Aquellos que las han practicado están muertos, y sus visiones son proyecciones de su propio pasado, de su propio condicionamiento. Pero estamos hablando de una meditación viva, no de una meditación mecánica, reiterativa, disciplinaria. A menos que usted sepa lo que es la meditación, que sepa lo que es la muerte, no habrá nueva cultura, no nacerá nada nuevo. La cultura es algo de lo más maravilloso. No la cultura muerta de la que ustedes hablan incesantemente, la cultura india, la cultura hindú; eso está sepultado, agotado, acabado. La cultura viva es lo que está sucediendo ahora mismo. Ver la confusión, el desorden, el sufrimiento terrible, y a partir de ahí crecer y florecer, eso es cultura, no el volver a sus difuntos antepasados.

   … Siguiendo con lo que hablábamos, la cultura de la civilización occidental se fundamenta en el pensamiento, en la medida, y de esa medida surge todo el mundo de la tecnología, del arte de la guerra en este mundo; la religión es un asunto de creencias, de aceptar, de propaganda, de salvadores, etc. En Oriente utilizan el pensamiento para ir más allá del propio pensamiento, mientras que en Occidente han aceptado la medida, el progreso; y su forma de vida se basa en la tecnología, en lograr más y más disfrute, obtener gran placer en las posesiones, que incluyen la literatura y la poesía.

   … Hemos estado hablando de las relaciones entre el cerebro y la computadora: ¿son similares o son intrínsecamente distintos, y cuál es la diferencia? Tal y como yo lo entiendo hay muy poca diferencia. El cerebro, que es el almacén de la memoria, del conocimiento, está programado de acuerdo con una cultura, una religión y unas condiciones económicas particulares. La computadora está programada también por los seres humanos. De ahí que haya una gran similitud entre ambos. Si lo entiendo bien, la gente de las computadoras está investigando cuál es la diferencia entre el cerebro y la computadora, que también ha sido programada y que está aprendiendo, corrigiéndose a sí misma y perfeccionándose más y más. La computadora es también el almacén de cierta clase de conocimiento. Entonces, ¿cuál es la diferencia esencial entre aquella y el cerebro? ¿O existe una actividad totalmente distinta del cerebro que no puede compararse con la computadora?

   … Por favor, sean conscientes de que no hay ningún método; si se dan cuenta de esto, estarán libres de la enorme carga de cualquier autoridad y, por tanto, libres del pasado. El pasado forma parte de nuestra cultura, que consideramos como algo muy valioso, con su tradición, sus creencias, sus recuerdos; todo esto queda descartado para siempre cuando somos conscientes de que no hay ningún método que pueda generar libertad en esa "pequeña esquina", tenemos que aprender todo el contenido de esa diminuta esquina, y entonces estaremos libres de esa carga que nos hace insensibles.

   … Cuando la mente está libre para observar, para prestar plena atención, sólo entonces hay realización creadora. Es extraordinario que la mayoría de nosotros hayamos llegado a ser espectadores de la vida, no actores. Casi todos leemos libros, y cuando leemos se trata de tonterías o de disparates. Hemos perdido el arte de la belleza, hemos perdido la religión. Lo importante es volver a descubrir la belleza y la realidad. Ese nuevo descubrimiento se produce tan solo cuando reconocemos la vacuidad de nuestra propia mente y corazón, cuando no sólo nos damos cuenta de esa vacuidad sino de su hondura, cuando no procuramos huir de ella. Tratamos de huir mediante los cuadros, el dinero, los diamantes, los "saris", los "mantrams", innumerables expresiones externas. Solo la inteligencia creadora, el entendimiento creador, puede traeros una nueva cultura, un mundo nuevo y una nueva felicidad.” 

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

¿PODEMOS, COMO INDIVIDUOS, PONER FIN DENTRO DE NOSOTROS MISMOS A LAS CAUSAS DE LA GUERRA?

    DIÁLOGO: JUEVES, 19 de OCTUBRE                      c/Silva            Hora 18:00

                  Contacto:  angel2vv@hotmail.com

    “… Por favor, escuchen; estamos dispuestos a matarnos unos a otros por una palabra, una idea, una imagen. El hombre no ha resuelto el problema de la guerra. La primera mujer o el padre, probablemente, lloraron en la primera batalla; nosotros seguimos llorando. 

   … La guerra es una de las mayores catástrofes, lo más mezquino es matar a otro. Cuando admitimos algo tan bajo en nuestro corazón, nos permitimos olvidarnos de los desastres menores. No condenamos la guerra por sí misma, sino a quien se comporta cruelmente en ella. Somos responsables de la guerra, la hemos producido a través de nuestras acciones codiciosas de todos los días, a través de una pasión enfermiza. Cada uno de nosotros ha contribuido a esta civilización competitiva y despiadada en la que el hombre se enfrenta con el hombre. Queremos cortar de raíz las causas de la guerra, de la barbarie de los demás, mientras que al mismo tiempo nos complacemos en ellas. Esto conduce a la hipocresía y a guerras futuras.

   … Es posible que no seamos capaces de evitar la Tercera Guerra Mundial, pero podemos liberar nuestro corazón y nuestra mente de la violencia y de las causas que provocan enemistad e impiden el amor. De esa manera, habrá en este mundo personas puras de mente y corazón, a partir de las cuales tal vez pueda generarse la semilla de una verdadera cultura.

   … Han existido guerras religiosas, a las que se ha considerado como guerras justas. ¿Cómo puede haber una guerra justa? ¿Cómo puede ser justo matar a una persona? Nuestra vida de odio, de competencia, de antagonismo, de ambición, de búsqueda de poder, de posición y de prestigio genera la guerra. Y la guerra, que es violencia, es la verdadera esencia del desorden.

   … ¿No es necesario que cada uno sepa por sí mismo cuáles son los rectos medios de vida? Si somos avaros, envidiosos, si buscamos el poder, entonces nuestros medios de vida corresponderán a nuestros requerimientos internos y, por consiguiente, producirán un mundo de competencia, crueldad y opresión que finalmente termina en la guerra.

   … La guerra es una proyección espectacular y sangrienta de nuestro vivir cotidiano. Fomentamos la guerra con nuestra manera de vivir, y sin una transformación interna en cada uno de nosotros, sin duda, seguirán existiendo los antagonismos raciales y nacionales, las infantiles disputas a causa de nuestras ideologías, la multiplicación de los soldados, los saludos a la bandera, y todas las numerosas brutalidades que contribuyen a crear la matanza organizada.

   … Mientras la humanidad siga dividida por la religión, por las sectas, los credos, las clases, las nacionalidades, tendrá que haber guerra, explotación, sufrimiento. Solo cuando la mente comienza a liberarse de estas limitaciones, solo cuando la mente se derrama en el corazón hay verdadera inteligencia, la cual es la única solución perdurable para las crueldades bárbaras de esta civilización.

   … ¿Podemos, como individuos, poner fin dentro de nosotros mismos a las causas de la guerra? Una de las causas es, obviamente, la creencia; nuestra propia división como hindúes, budistas, cristianos, comunistas o capitalistas. ¿Podemos desechar todo eso? 

   … De suerte que, si echamos una mirada a nuestra vida y observamos nuestra vida de relación, vemos que ella es un proceso de erigir resistencias contra los demás, muros por encima de los cuales miramos y observamos al prójimo, y ese muro siempre lo retenemos y detrás de él permanecemos, ya se trate de un muro psicológico, material, económico o nacional. Mientras vivimos en aislamiento, detrás de un muro, no existe la convivencia con los demás, y vivimos encerrados porque resulta mucho más satisfactorio y creemos que es mucho más seguro. El mundo está tan desgarrado, hay tanto dolor, tanta pesadumbre, guerra, destrucción y miseria, que deseamos escapar y vivir dentro de los muros de seguridad de nuestro propio ser psicológico. De suerte que, para la mayoría de nosotros, la vida de relación es en realidad un proceso de aislamiento; y es obvio que tal relación construye una sociedad que es también aisladora. Eso, exactamente, es lo que ocurre a través del mundo; permanecéis en vuestro aislamiento y extendéis la mano por sobre el muro, llamando a eso nacionalismo, fraternidad o lo que os plazca, pero lo cierto es que los gobiernos soberanos y los ejércitos continúan. Es decir, aferrándoos a vuestras propias limitaciones, creéis que podéis establecer la unidad mundial, la paz del mundo, y ello es imposible. Mientras haya una frontera nacional, económica, religiosa o social es un hecho evidente que no puede haber paz en el mundo. 

   … Lo que causa la guerra, evidentemente, es el deseo de poder, de posición, de prestigio, de dinero, como asimismo la enfermedad llamada nacionalismo, el culto de una bandera; y la enfermedad de la religión organizada, el culto de un dogma. Todo eso es causa de guerra; y si vosotros como individuos pertenecéis a cualquiera de las religiones organizadas, si sois codiciosos de poder, si sois envidiosos, forzosamente produciréis una sociedad que acabará en la destrucción. Nuevamente ello depende de vosotros y no de los dirigentes, no de los llamados hombres de Estado, ni de ninguno de los otros. Depende de vosotros y de mí, pero no parece darnos cuenta de ello. Si por una vez sintiéramos realmente la responsabilidad de nuestros propios actos, cuán pronto podríamos poner fin a todas estas guerras, a toda esta miseria aterradora. Pero, como veis, somos indiferentes. 

   … Vemos que la explicación de la guerra no detiene la guerra; hay innumerables historiadores, teólogos y gente religiosa que explican la guerra y cómo ella se origina, pero las guerras han de continuar, tal vez más destructivas que nunca. Aquellos de nosotros que somos realmente serios debemos ir más allá de la palabra, debemos buscar esta revolución fundamental dentro de nosotros mismos; ese es el único remedio que puede producir una duradera y fundamental redención del género humano.”

   J. Krishnamurti

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