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TODA LA VIDA ES ENERGÍA. SI A ESA ENERGÍA SE LE PERMITE FLUIR SIN CONTRADICCIÓN, SIN FRICCIÓN, SIN NINGÚN CONFLICTO, ENTONCES SERÁ INMENSA, INAGOTABLE

  

   “… El conflicto de cualquier clase, físico, psicológico, intelectual, es un desperdicio de energía. Por favor, es extraordinariamente difícil comprender esto y estar libre del conflicto, porque a casi todos nos han educado para luchar, para esforzarnos. Cuando vamos a la escuela, eso es lo primero que nos enseñan, que debemos esforzarnos. Y esa lucha, ese esfuerzo, son sostenidos a lo largo de toda la vida; es decir, para ser buenos debemos luchar, debemos combatir el mal, debemos resistir, controlar. Así, desde el punto de vista educativo, sociológico, religioso, al ser humano se le enseña a luchar. Se le dice que para encontrar a Dios debe trabajar, disciplinarse, practicar, retorcer y torturar su alma, su mente, su cuerpo, negando, reprimiendo; no debe mirar, tiene que luchar, luchar y luchar en el nivel así llamado espiritual, que no es espiritual en absoluto. Así pues, socialmente cada uno se esfuerza para sí mismo, para su familia.

   Por consiguiente, en todas partes estamos desperdiciando energía. Y ese desperdicio de energía es, en esencia, conflicto, el conflicto entre los «debería» y «no debería», los «debo» y «no debo». Una vez creada la dualidad, el conflicto es inevitable. Uno ha de comprender pues, todo este proceso de la dualidad; no es que no haya hombre y mujer, verde y rojo, luz y oscuridad, alto y bajo; todos esos son hechos. El desperdicio de energía tiene lugar en el esfuerzo que dedicamos a esta división entre el hecho y la idea.

   … Si usted dice: ¿Cómo he de ahorrar energía?, ha creado el modelo de una idea, el modo de ahorrar energía, y entonces conduce su vida conforme a ese modelo; en consecuencia, empieza otra vez una contradicción. Mientras que si percibe por sí mismo dónde se malgastan sus energías, verá que la principal fuerza de desgaste es el conflicto, el conflicto de tener un problema y no resolverlo jamás, de vivir con el recuerdo nocivo de algo ya muerto, de vivir en la tradición. Uno tiene que comprender la naturaleza de la disipación de energía, y esta comprensión no surge conforme a Shankara, el Buda o algún santo, sino en la observación real de nuestro conflicto en la vida cotidiana. Así pues, el desperdicio principal de energía es el conflicto, lo cual no quiere decir que uno haya de sentarse cómodo y dejar perezosamente que la vida transcurra. El conflicto existirá siempre en tanto la idea sea más importante que el hecho.

   Ahora nos preguntamos: ¿Existe una energía que no esté dentro del campo del pensamiento, que no sea el resultado de esa energía compulsiva, autocontradictoria, ni de la autorrealización con frustraciones? ¿Comprende la pregunta? Espero estar expresándome con claridad. Porque, a menos que descubramos la calidad de esa energía que no es meramente el producto del pensamiento, el cual poco a poco genera energía, pero una energía que es también mecánica; a menos que descubramos esa calidad de energía, la acción será destructiva, ya sea que hagamos reformas sociales, escribamos libros excelentes, seamos muy hábiles en los negocios, o generemos divisiones nacionalistas y participemos en otras actividades políticas y demás.

   … Ahora bien, la pregunta es si existe una energía semejante, no desde el punto de vista teórico, porque cuando nos enfrentamos con hechos es infantil e inmaduro introducir teorías. Es como el caso de un hombre que tiene cáncer y debe ser operado, de nada sirve discutir qué clase de instrumentos han de ser utilizados, etc.; uno tiene que enfrentarse al hecho de que debe ser operado. De igual modo, una mente tiene que profundizar en los hechos, debe hallarse en un estado en el que no sea esclava del pensamiento. Al fin y al cabo, todo pensamiento dentro del tiempo es invención; todos los artefactos, los aviones, los refrigeradores, los cohetes espaciales, la exploración dentro del átomo, todo eso es resultado del conocimiento, del pensar. Estas cosas no son creación, la invención no es creación, la capacidad no es creación; el pensamiento jamás puede ser creativo, porque el pensamiento está siempre condicionado y nunca puede ser libre. Sólo es creativa esa energía que no es producto del pensamiento.

   … Una idea acerca de la energía es por completo diferente del hecho de la energía en sí. Tenemos fórmulas o conceptos acerca de cómo generar una clase de energía de la más alta calidad. Pero la fórmula es enteramente distinta de la calidad restauradora, renovadora de la energía misma.  

   La forma más elevada, el apogeo de esta energía, es el estado de la mente cuando cesan las ideas, los pensamientos, todo sentido de dirección o motivo; cuando la mente es energía pura. Y esa calidad de energía no puede ser buscada. Usted no puede decir: «bueno, dígame cómo obtenerla, cuál es el método, el modus operandi». No hay método para ello. Para descubrir por nosotros mismos la naturaleza de esta energía, debemos empezar a comprender la energía que gastamos diariamente cuando hablamos, cuando oímos a un pájaro, una voz, cuando vemos el río, el vasto cielo, cuando vemos a los aldeanos sucios, descuidados, enfermos, medio muertos de hambre, y el árbol que en el atardecer se aparta de toda la luz del día. La observación misma de todo esto es energía. Y esta energía la obtenemos de los alimentos, de los rayos solares. Esta energía física cotidiana que uno tiene, es obvio que puede ser aumentada, incrementada mediante la correcta clase de alimentación y demás. Eso es, evidentemente, necesario. Pero esa misma energía, que se convierte en energía psíquica, o sea, en pensamiento, tan pronto entra en cualquier tipo de contradicción interna, esa energía es un desperdicio energético.

   … Cuando el meditador está totalmente ausente, ese estado de ser consciente es meditación. En ese silencio hay un estado de energía sin conflicto. La energía es acción y movimiento. Toda acción es movimiento, y toda acción es energía. Toda la vida es energía. Si a esa energía se le permite fluir sin contradicción, sin fricción, sin ningún conflicto, entonces será inmensa, inagotable. Sin fricción no hay fronteras para la energía. Es la fricción la que la limita. ¿Por qué entonces, viendo esto, el ser humano produce fricción dentro de esta energía? ¿Por qué crea fricción en este movimiento al que llamamos vida? ¿Es la energía pura, la energía sin limitaciones, simplemente una idea para él? ¿No tiene realidad?”

   J. Krishnamurti

                
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