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LA VERDAD ES ALGO VIVO, PERO QUE NO ESTÁ DENTRO DE LOS LÍMITES DEL TIEMPO

        

   “… Estamos tan ocupados con nuestros empleos, con nuestras propias desdichas, que jamás tenemos un momento libre en el cual poder sentir qué es amar, qué es ser amable, generoso. No obstante, sin todo esto queremos saber qué es Dios. ¡Qué increíblemente estúpido e infantil! Por lo tanto, se torna muy importante para el individuo cobrar vida, no revivir; uno no puede revivir sentimientos muertos, la gloria que ha pasado. ¿Pero acaso no podemos vivir intensamente, plenamente, en abundancia, aunque sea un solo día? Porque un día así abarca un milenio. Esto no es una fantasía poética. Lo sabrán cuando hayan vivido un día espléndido en el cual no exista el tiempo, ni futuro ni pasado; entonces conocerán la plenitud de ese estado extraordinario. Un vivir semejante no tiene nada que ver con el conocimiento. 

   … Vamos a examinar ahora eso que llamamos ente espiritual. Es obvio que el ente espiritual no puede ser creado por mí. No tiene por origen mi mente, mi pensamiento, mi proyección. Tiene que ser independiente de mí. El ente espiritual, si es espiritual, no puede ser creado por mí. Tiene que ser otro que yo. Ahora bien, si es otro que yo, ha de ser atemporal, ha de ser lo eterno, ha de ser lo real; y aquello que es lo real, que es atemporal, que es inconmensurable, no puede evolucionar, crecer. No puede volver. Está más allá del tiempo, y por lo tanto es, sin muerte. Y si es inmortal, si está más allá de mí, no tengo sobre ello ningún dominio, y ello no está dentro del campo de mi conciencia; por consiguiente, no puedo pensar al respecto, no puedo investigar si puede o no puede reencarnarse. Es obvio que no puedo investigar aquello que está más allá de mi control. Sólo puedo investigar aquello que conozco, que es mi propia proyección; y si el ente espiritual que llamo Krishnamurti está más allá de mí, entonces es atemporal y no puedo pensar acerca de él; y aquello en que no puedo pensar carece de realidad para mí. Por lo tanto, como ese ente espiritual es atemporal e inmortal, y como yo tengo que ver con la muerte, con el tiempo, no puedo investigarlo. De ahí que no necesite molestarme al respecto. Pero nosotros sí nos molestamos. 

   Y la vida de casi todos nosotros es tan desdichada porque no sabemos cómo renovarnos; estamos agotados, nos vemos destruidos por el ayer, por los recuerdos, los reveses, las desdichas, los incidentes, los fracasos del ayer. El ayer pesa sobre nuestra mente y corazón; y con esa carga queremos comprender algo que no puede ser comprendido dentro de los límites del tiempo. Y por eso es esencial, si uno ha de ser creador en el sentido profundo de la palabra, que haya muerte para todas las acumulaciones de cada minuto. Esto no es fantástico, esto no es una experiencia mística. Uno puede experimentar esto directamente, simplemente, cuando uno comprende todo el significado de cómo el tiempo, como continuidad, impide la “creatividad”.

   … ¿Qué es la creación? No la del pintor, del poeta o del hombre que hace algo en mármol; todas esas son cosas manifiestas. ¿Hay algo que no se manifieste? ¿Existe algo que, porque no se manifiesta, no tiene principio ni fin? Lo que se manifiesta tiene un principio y un fin. Nosotros somos manifestaciones. No de algo divino; somos el resultado de miles de años de la llamada evolución, de crecimiento y desarrollo, y nosotros también llegamos a nuestro fin. Lo que se manifiesta siempre puede ser destruido, pero lo que no se manifiesta no tiene tiempo.

   Estamos preguntando si hay algo más allá de todo tiempo. Esta ha sido la investigación de filósofos, científicos y personas religiosas: descubrir lo que está más allá de la medida del hombre, más allá del tiempo. Porque si uno lo descubre, o si lo ve, eso es inmortalidad. Eso trasciende a la muerte. El hombre lo ha buscado de diversas maneras, en distintas partes del mundo, a través de diferentes creencias, porque cuando uno descubre o se da cuenta de eso, entonces la vida no tiene principio ni fin. Está más allá de todos los conceptos, de toda esperanza. Es algo inmenso.

   … ¿Hay algo realmente verdadero, algo más allá del tiempo, tan inmenso que el pensamiento no puede alcanzarlo? El hombre ha indagado en esto y, al parecer, solo muy pocas personas han sido libres para penetrar en ese mundo. Desde los tiempos antiguos, los sacerdotes se han interpuesto entre el buscador y lo que este espera encontrar. El sacerdote interpreta, se convierte en el hombre que sabe, o que cree saber, y el buscador acaba apartado, desviado de su camino, perdido. 

   … Si dedicamos nuestra mente y corazón a terminar con la enfermedad de la ignorancia y el egoísmo, crearemos un mundo sano y feliz. No debemos pensar y sentir horizontalmente, sino verticalmente. Es decir, en vez de seguir la corriente de la pereza, del egoísmo, de la ignorancia del pensar y del sentir gradual, del lento proceso a través del tiempo para tener claridad, de seguir esta corriente de constante conflicto y desdicha, de asesinatos en masa y de ciertas treguas llamadas paz, con la idea final de tener un paraíso en la Tierra; en vez de pensar y sentir a lo largo de estas corrientes horizontales, ¿podemos dejar de pensar y sentir horizontalmente? ¿Podemos pensar y sentir verticalmente? ¿Es posible salirse de esa continuidad horizontal de confusión y lucha, para pensar y sentir de forma diferente, nueva, vertical, sin intervención del tiempo?

   La percepción ocurre cuando hay observación sin movimiento alguno del pensar, cuando hay un silencio absoluto de la memoria, la cual es tiempo, pensamiento. Miren algo sin que intervenga el pasado. Háganlo. Miren a quien les habla, sin todos los recuerdos que han acumulado acerca de él. Obsérvenlo u observen de ese modo a sus padres, a sus esposas y maridos, a sus amigos, etc., no importa a quién, observen sin que se introduzca en la observación ningún recuerdo del pasado, ninguna ofensa, ningún sentimiento de culpa y demás. Simplemente observen. Cuando observan así, sin prejuicio alguno, están libres de aquello que ya ha sido, están libres del pasado.

   La verdad nunca está en el pasado. La verdad del pasado es la ceniza de la memoria. La memoria pertenece al tiempo, y en las cenizas muertas del ayer no se halla la verdad. La verdad es algo vivo, pero que no está dentro de los límites del tiempo.”

   J. Krishnamurti

                
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