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TODA LA VIDA ES ENERGÍA. SI A ESA ENERGÍA SE LE PERMITE FLUIR SIN CONTRADICCIÓN, SIN FRICCIÓN, SIN NINGÚN CONFLICTO, ENTONCES SERÁ INMENSA, INAGOTABLE

  

   “… El conflicto de cualquier clase, físico, psicológico, intelectual, es un desperdicio de energía. Por favor, es extraordinariamente difícil comprender esto y estar libre del conflicto, porque a casi todos nos han educado para luchar, para esforzarnos. Cuando vamos a la escuela, eso es lo primero que nos enseñan, que debemos esforzarnos. Y esa lucha, ese esfuerzo, son sostenidos a lo largo de toda la vida; es decir, para ser buenos debemos luchar, debemos combatir el mal, debemos resistir, controlar. Así, desde el punto de vista educativo, sociológico, religioso, al ser humano se le enseña a luchar. Se le dice que para encontrar a Dios debe trabajar, disciplinarse, practicar, retorcer y torturar su alma, su mente, su cuerpo, negando, reprimiendo; no debe mirar, tiene que luchar, luchar y luchar en el nivel así llamado espiritual, que no es espiritual en absoluto. Así pues, socialmente cada uno se esfuerza para sí mismo, para su familia.

   Por consiguiente, en todas partes estamos desperdiciando energía. Y ese desperdicio de energía es, en esencia, conflicto, el conflicto entre los «debería» y «no debería», los «debo» y «no debo». Una vez creada la dualidad, el conflicto es inevitable. Uno ha de comprender pues, todo este proceso de la dualidad; no es que no haya hombre y mujer, verde y rojo, luz y oscuridad, alto y bajo; todos esos son hechos. El desperdicio de energía tiene lugar en el esfuerzo que dedicamos a esta división entre el hecho y la idea.

   … Si usted dice: ¿Cómo he de ahorrar energía?, ha creado el modelo de una idea, el modo de ahorrar energía, y entonces conduce su vida conforme a ese modelo; en consecuencia, empieza otra vez una contradicción. Mientras que si percibe por sí mismo dónde se malgastan sus energías, verá que la principal fuerza de desgaste es el conflicto, el conflicto de tener un problema y no resolverlo jamás, de vivir con el recuerdo nocivo de algo ya muerto, de vivir en la tradición. Uno tiene que comprender la naturaleza de la disipación de energía, y esta comprensión no surge conforme a Shankara, el Buda o algún santo, sino en la observación real de nuestro conflicto en la vida cotidiana. Así pues, el desperdicio principal de energía es el conflicto, lo cual no quiere decir que uno haya de sentarse cómodo y dejar perezosamente que la vida transcurra. El conflicto existirá siempre en tanto la idea sea más importante que el hecho.

   Ahora nos preguntamos: ¿Existe una energía que no esté dentro del campo del pensamiento, que no sea el resultado de esa energía compulsiva, autocontradictoria, ni de la autorrealización con frustraciones? ¿Comprende la pregunta? Espero estar expresándome con claridad. Porque, a menos que descubramos la calidad de esa energía que no es meramente el producto del pensamiento, el cual poco a poco genera energía, pero una energía que es también mecánica; a menos que descubramos esa calidad de energía, la acción será destructiva, ya sea que hagamos reformas sociales, escribamos libros excelentes, seamos muy hábiles en los negocios, o generemos divisiones nacionalistas y participemos en otras actividades políticas y demás.

   … Ahora bien, la pregunta es si existe una energía semejante, no desde el punto de vista teórico, porque cuando nos enfrentamos con hechos es infantil e inmaduro introducir teorías. Es como el caso de un hombre que tiene cáncer y debe ser operado, de nada sirve discutir qué clase de instrumentos han de ser utilizados, etc.; uno tiene que enfrentarse al hecho de que debe ser operado. De igual modo, una mente tiene que profundizar en los hechos, debe hallarse en un estado en el que no sea esclava del pensamiento. Al fin y al cabo, todo pensamiento dentro del tiempo es invención; todos los artefactos, los aviones, los refrigeradores, los cohetes espaciales, la exploración dentro del átomo, todo eso es resultado del conocimiento, del pensar. Estas cosas no son creación, la invención no es creación, la capacidad no es creación; el pensamiento jamás puede ser creativo, porque el pensamiento está siempre condicionado y nunca puede ser libre. Sólo es creativa esa energía que no es producto del pensamiento.

   … Una idea acerca de la energía es por completo diferente del hecho de la energía en sí. Tenemos fórmulas o conceptos acerca de cómo generar una clase de energía de la más alta calidad. Pero la fórmula es enteramente distinta de la calidad restauradora, renovadora de la energía misma.  

   La forma más elevada, el apogeo de esta energía, es el estado de la mente cuando cesan las ideas, los pensamientos, todo sentido de dirección o motivo; cuando la mente es energía pura. Y esa calidad de energía no puede ser buscada. Usted no puede decir: «bueno, dígame cómo obtenerla, cuál es el método, el modus operandi». No hay método para ello. Para descubrir por nosotros mismos la naturaleza de esta energía, debemos empezar a comprender la energía que gastamos diariamente cuando hablamos, cuando oímos a un pájaro, una voz, cuando vemos el río, el vasto cielo, cuando vemos a los aldeanos sucios, descuidados, enfermos, medio muertos de hambre, y el árbol que en el atardecer se aparta de toda la luz del día. La observación misma de todo esto es energía. Y esta energía la obtenemos de los alimentos, de los rayos solares. Esta energía física cotidiana que uno tiene, es obvio que puede ser aumentada, incrementada mediante la correcta clase de alimentación y demás. Eso es, evidentemente, necesario. Pero esa misma energía, que se convierte en energía psíquica, o sea, en pensamiento, tan pronto entra en cualquier tipo de contradicción interna, esa energía es un desperdicio energético.

   … Cuando el meditador está totalmente ausente, ese estado de ser consciente es meditación. En ese silencio hay un estado de energía sin conflicto. La energía es acción y movimiento. Toda acción es movimiento, y toda acción es energía. Toda la vida es energía. Si a esa energía se le permite fluir sin contradicción, sin fricción, sin ningún conflicto, entonces será inmensa, inagotable. Sin fricción no hay fronteras para la energía. Es la fricción la que la limita. ¿Por qué entonces, viendo esto, el ser humano produce fricción dentro de esta energía? ¿Por qué crea fricción en este movimiento al que llamamos vida? ¿Es la energía pura, la energía sin limitaciones, simplemente una idea para él? ¿No tiene realidad?”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

A CAUSA DE QUE HAY MUCHOS INTÉRPRETES DE LA VERDAD Y MUCHOS OPUESTOS CAMINOS, CREENCIAS Y RELIGIONES, SE PIERDE EL HOMBRE EN SUS COMPLEJIDADES

DIÁLOGO: VIERNES, 24 de NOVIEMBRE                      c/Silva            Hora 18:00

                  Contacto:  angel2vv@hotmail.com

     “… El espíritu adquisitivo no es el amor a la belleza, nace del deseo de seguridad, pero tener seguridad es ser insensible. El deseo de seguridad crea el temor, y pone en movimiento un proceso de aislamiento que levanta paredes de resistencia alrededor de nosotros que impiden toda sensibilidad. No importa lo bello que sea un objeto, pronto pierde su atracción para nosotros, nos acostumbramos a él, y lo que antes era un placer se convierte en algo hueco e insípido. La belleza está todavía allí, pero ya no la vemos, fue absorbida por la monotonía del diario vivir.

    … Yo digo que jamás encontrarán la verdad cambiando gradualmente el objeto del deseo. Pero si comprenden que sólo en la percepción inmediata, en el discernimiento instantáneo se encuentra la plenitud de la sabiduría, entonces desaparecerá esta idea del cambio gradual de los objetos del deseo.

   ¿Qué es lo que hacemos, pues? Pensamos: “yo era diferente ayer, soy diferente hoy y seré diferente mañana”; por lo tanto, prestamos atención a las diferencias, a los cambios, no al discernimiento. Tomemos, por ejemplo, la idea del desapego. Nos decimos: “hace dos años yo estaba mucho más apegado, hoy estoy menos apegado y dentro de unos cuantos años lo estaré menos aún; finalmente llegaré a un estado en el cual me habré desapegado por completo”.  Pensamos así que hemos evolucionado desde el apego al desapego, a través del constante impacto de la experiencia, y a esto lo llamamos progreso, desarrollo del carácter.

   Para mí esto no es progreso. Si uno percibe con todo su ser la plena significación del apego, entonces no progresa hacia el desapego. La mera persecución del desapego no revela la superficialidad del apego, la cual puede ser comprendida sólo cuando la mente y el corazón no escapan a través de la idea del desapego. Esta comprensión no se origina en el tiempo, sino comprendiendo que en el apego mismo están tanto el dolor como la dicha pasajera. Entonces ustedes me preguntan: ¿no me ayudará el tiempo a percibir eso? El tiempo no lo hará. Lo que hará que perciban es, ya sea la transitoriedad de la dicha, o la intensidad del dolor que hay en el apego. Si están plenamente atentos a esto, entonces ya no se hallan atrapados en la idea de que son diferentes ahora de como lo fueron varios años atrás, y de que luego serán de nuevo diferentes. Se vuelve ilusoria la idea del tiempo progresivo.

   … Como he dicho, para mí la percepción o el discernimiento es intemporal. El tiempo no nos da discernimiento respecto a las experiencias, sólo nos hace más listos, más ingeniosos en el modo de enfrentarnos a las experiencias. Pero si ustedes perciben y viven de manera completa en la cosa misma que están experimentando, entonces desaparece esta idea del cambio desde lo no esencial a lo esencial, y así la mente se libera ella misma de la idea del tiempo progresivo.

   Ustedes consideran hoy que algo es esencial y van tras ello y lo obtienen. Y mañana eso se vuelve no esencial y dicen: "he aprendido". Lo que había considerado esencial se ha vuelto no esencial, de modo que prosiguen y prosiguen y a eso lo llaman crecimiento, evolución, obtener más y más, discernir más y más entre lo esencial y lo no esencial; sin embargo, no hay tal cosa como lo esencial y lo no esencial. ¿La hay? Porque eso que hoy consideran esencial se vuelve no esencial mañana, por lo cual ustedes desean otra cosa. Lo expondré de una manera diferente. Uno ve algún objeto agradable, piensa que desea poseerlo y lo posee; entonces, satisfecho, se mueve hacia otra cosa. Puede tratarse de algún anhelo emocional, un deseo. Uno quiere esa idea, la persigue y obtiene lo que busca. Y finalmente desea alcanzar a Dios, la verdad, la felicidad; al hombre que desea la felicidad, la verdad, que anhela a Dios ustedes lo consideran espiritual, y al hombre que desea un sombrero, una corbata o lo que fuere, lo llaman mundano, materialista. Lo no esencial es el sombrero y lo esencial es Dios o la verdad. ¿Qué hemos hecho? Tan solo hemos cambiado el objeto de nuestros deseos. Hemos dicho: “bueno, tengo suficientes sombreros, suficientes automóviles, casas y anhelo algo diferente”, y vamos tras de eso y lo obtenemos, y entonces terminamos con eso y queremos otra cosa; así proseguimos gradualmente hasta que al fin deseamos algo que llamamos Dios, y entonces pensamos que hemos alcanzado lo supremo. Todo cuanto hemos hecho es jugar con nuestros deseos, y a este proceso de elegir continuamente ustedes lo llaman evolución. ¿Es así o no?

   Deseamos hasta que hemos pasado por toda la gama de nuestro deseo. Mientras que, si comprendiéramos el significado de cada objeto que el deseo persigue, si comprendiéramos que no es esencial ni no esencial, comprenderíamos el verdadero significado de ese objeto; la evolución tendría, entonces, un sentido diferente, no este perpetuo logro, esta perpetua ganancia, este correr todo el tiempo tras del éxito.

   … A causa de que hay muchos intérpretes de la verdad y muchos opuestos caminos, creencias y religiones, se pierde el hombre en sus complejidades. Como la mariposa que choca contra el vidrio de la ventana y pugna por escapar al aire libre, así luchan los hombres cuando no tienen ni vislumbre de su meta, que es difícil de establecer, pero como está en tinieblas le parece lejanísima. Así como el alfarero moldea la arcilla a su arbitrio, así puede el hombre moldear su vida según el deseo de su corazón. Así como las vasijas de alfarero pueden moldearse en formas hermosas o feas, así la vida puede ser hermosa o repugnante según el propósito que hayáis establecido. Quiero ayudaros a establecer la meta que buscáis y deseáis alcanzar, la meta que aguarda a todas las gentes del mundo cualesquiera sean sus experiencias, pensamientos y emociones. Entonces seréis capaces de guiaros por entre las tinieblas del mundo, como el caminante se guía en noche obscura por la situación de las estrellas.” 

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

COMO A LA MAYORÍA DE NOSOTROS NO NOS AGRADA SER PERTURBADOS, PREFERIMOS SEGUIR EN LA EXISTENCIA EL CAMINO FÁCIL

  DIÁLOGO: VIERNES, 24 de NOVIEMBRE                      c/Silva            Hora 18:00

                  Contacto:  angel2vv@hotmail.com

   “… Para ver la inocencia de la mente, trátese de la suya o de la mía, primero tiene usted que ser inocente. No le estoy devolviendo el balón, señor. Para ver la inocencia de la mente, necesita ser libre, no debe tener miedo y tener además una cualidad que lleva al cerebro a funcionar sin esfuerzo alguno. ¿No es una clase de disciplina practicar el Yoga regularmente todos los días por dos horas? Usted sabe que el cuerpo le informa cuando está cansado, el cuerpo le dice: "no haga esto hoy por la mañana". Cuando hemos maltratado al cuerpo, empujándolo hacia toda clase de hábitos, deteriorando su inteligencia por medio de alimentos perjudiciales, el tabaco, la bebida y todo lo demás, el cuerpo se vuelve insensible al respecto. Y el pensamiento dice: "tengo que obligarlo". Tal manera de conducir el cuerpo, forzándolo, obligándolo, se vuelve disciplina. Por el contrario, cuando usted hace estas cosas con regularidad, fácilmente, sin esfuerzo, la regularidad misma depende de la sensibilidad del cuerpo. Un día lo hace, y al otro puede que el cuerpo esté cansado y que usted diga: "muy bien, no lo haré". No es una regularidad mecánica. Todo esto requiere cierta inteligencia no sólo de la mente sino también del cuerpo, y esa inteligencia le dirá lo que debe o no debe hacer.

   … No deben sólo destruir, dejar de lado, sino que deben ser creativos, y pueden ser creativos sólo cuando empiezan a comprender los valores genuinos. Por lo tanto, cuestionen el significado de las tradiciones y los hábitos, de la nacionalidad, de la disciplina, de los gurús y los Maestros. Pueden comprender solo si están completamente alerta, alerta con la totalidad del ser. Cuando dicen: “estoy buscando a Dios”, en lo fundamental quieren decir: “deseo fugarme, deseo escapar”. Cuando dicen: “busco la verdad y una organización podría ayudarme a encontrarla”, están buscando meramente un refugio. No estoy siendo duro, sólo quiero destacar y poner en claro lo que digo. Es cosa de ustedes actuar. Hemos creado obstáculos artificiales. No son obstáculos reales, fundamentales. Los hemos creado porque estamos buscando algo, recompensas, seguridad, consuelo, paz. Para obtener seguridad, para poder evitar el conflicto, necesitamos tener muchas ayudas, muchos apoyos. Y estas ayudas, estos apoyos, son la autodisciplina, los gurús, las creencias.

   … ¿Por qué la mente, en lugar de ver la cosa de inmediato y experimentarla directamente, se complace en todas estas ideas? ¿No es esto un hábito de la mente? Se nos presenta algo e inmediatamente actúa el viejo hábito de crear una idea, una teoría al respecto. Y la mente gusta de vivir a base de hábitos. Porque sin ellos está perdida. Si no hay una rutina, una respuesta habitual a la que se ha acostumbrado, la mente se siente confusa, insegura. Ese es un aspecto. Además, ¿acaso la mente no busca un resultado? Porque en el resultado está la permanencia.

   Y la mente aborrece la incertidumbre. Está buscando siempre la seguridad en diferentes formas, por medio de creencias, del conocimiento, de la experiencia. Y cuando esa seguridad es cuestionada hay perturbación, ansiedad.  De este modo, evitando la incertidumbre, la mente busca su propia seguridad haciendo esfuerzos para obtener un resultado.

   … Decimos que solo unos pocos pueden experimentar esa libertad extraordinaria que está fuera de la conciencia, por eso inventamos o confiamos que existe la evolución, es decir, confiamos que gradualmente el hombre será cada vez más libre, tendrá más y más amor, será más generoso, menos violento, etc. Pero en el momento que acepta el tiempo, acepta la continuación del sufrimiento. Si no quedara tiempo, ¿qué esperanza le quedaría sabiendo que es viejo, que está fuertemente condicionado, que le resulta muy difícil soltar sus hábitos, ¿incluso el hábito más insignificante? Por eso es necesario soltar nuestros hábitos instantáneamente, no mañana; no solo los hábitos superficiales, sino los más profundos, nuestra forma de pensar, nuestras creencias y dogmas. Tenemos que romper esos hábitos que están profundamente arraigados, pero decimos: «no es posible hacerlo de forma inmediata, necesitamos tiempo». En consecuencia, esperamos hacerlo en la próxima vida o la próxima semana, viene a ser lo mismo porque admitimos el tiempo.

   … He dicho que hay un arte de escuchar, y quizá pueda ahondar en ello algo más, porque creo importante el escuchar como es debido. Generalmente oímos lo que queremos oír, y excluimos todo lo que resulta perturbador. A toda expresión de una idea perturbadora le hacemos oídos sordos, y especialmente en asuntos que son profundos, religiosos, que tienen significación en la vida; somos propensos a escuchar muy superficialmente. Si algo oímos, es simplemente las palabras, no el contenido de las palabras, porque la mayoría de nosotros no deseamos ser perturbados. Casi todos queremos continuar con nuestros viejos hábitos porque el modificarse, el producir un cambio, significa perturbación, perturbación en nuestra vida diaria, perturbación en nuestra familia, perturbación entre marido y mujer, entre nosotros y la sociedad. Como a la mayoría de nosotros no nos agrada ser perturbados, preferimos seguir en la existencia el camino fácil, y que él conduzca a la desgracia, al disturbio y al conflicto, tiene al parecer muy poca importancia. Lo único que queremos es una vida fácil, no tener demasiadas dificultades ni perturbaciones, no pensar demasiado. Por eso, cuando escuchamos, en realidad nada oímos.

   … Después de todo, el amor no es un hábito, mientras que el placer lo es. Así que el acto de ver es la única cosa natural; ver la natural herencia animal en nosotros, que es violenta, agresiva y competitiva. Si uno puede comprender esta única cosa que es realmente de importancia primordial, el acto de ver, entonces no hay acumulación como el “yo”, lo “mío”, entonces no hay formación de hábitos, con la rutina y el fastidio que todo ello implica. Por consiguiente, si logramos ver lo que es, podemos amar.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           

LA VERDAD ES ALGO VIVO, PERO QUE NO ESTÁ DENTRO DE LOS LÍMITES DEL TIEMPO

        

   “… Estamos tan ocupados con nuestros empleos, con nuestras propias desdichas, que jamás tenemos un momento libre en el cual poder sentir qué es amar, qué es ser amable, generoso. No obstante, sin todo esto queremos saber qué es Dios. ¡Qué increíblemente estúpido e infantil! Por lo tanto, se torna muy importante para el individuo cobrar vida, no revivir; uno no puede revivir sentimientos muertos, la gloria que ha pasado. ¿Pero acaso no podemos vivir intensamente, plenamente, en abundancia, aunque sea un solo día? Porque un día así abarca un milenio. Esto no es una fantasía poética. Lo sabrán cuando hayan vivido un día espléndido en el cual no exista el tiempo, ni futuro ni pasado; entonces conocerán la plenitud de ese estado extraordinario. Un vivir semejante no tiene nada que ver con el conocimiento. 

   … Vamos a examinar ahora eso que llamamos ente espiritual. Es obvio que el ente espiritual no puede ser creado por mí. No tiene por origen mi mente, mi pensamiento, mi proyección. Tiene que ser independiente de mí. El ente espiritual, si es espiritual, no puede ser creado por mí. Tiene que ser otro que yo. Ahora bien, si es otro que yo, ha de ser atemporal, ha de ser lo eterno, ha de ser lo real; y aquello que es lo real, que es atemporal, que es inconmensurable, no puede evolucionar, crecer. No puede volver. Está más allá del tiempo, y por lo tanto es, sin muerte. Y si es inmortal, si está más allá de mí, no tengo sobre ello ningún dominio, y ello no está dentro del campo de mi conciencia; por consiguiente, no puedo pensar al respecto, no puedo investigar si puede o no puede reencarnarse. Es obvio que no puedo investigar aquello que está más allá de mi control. Sólo puedo investigar aquello que conozco, que es mi propia proyección; y si el ente espiritual que llamo Krishnamurti está más allá de mí, entonces es atemporal y no puedo pensar acerca de él; y aquello en que no puedo pensar carece de realidad para mí. Por lo tanto, como ese ente espiritual es atemporal e inmortal, y como yo tengo que ver con la muerte, con el tiempo, no puedo investigarlo. De ahí que no necesite molestarme al respecto. Pero nosotros sí nos molestamos. 

   Y la vida de casi todos nosotros es tan desdichada porque no sabemos cómo renovarnos; estamos agotados, nos vemos destruidos por el ayer, por los recuerdos, los reveses, las desdichas, los incidentes, los fracasos del ayer. El ayer pesa sobre nuestra mente y corazón; y con esa carga queremos comprender algo que no puede ser comprendido dentro de los límites del tiempo. Y por eso es esencial, si uno ha de ser creador en el sentido profundo de la palabra, que haya muerte para todas las acumulaciones de cada minuto. Esto no es fantástico, esto no es una experiencia mística. Uno puede experimentar esto directamente, simplemente, cuando uno comprende todo el significado de cómo el tiempo, como continuidad, impide la “creatividad”.

   … ¿Qué es la creación? No la del pintor, del poeta o del hombre que hace algo en mármol; todas esas son cosas manifiestas. ¿Hay algo que no se manifieste? ¿Existe algo que, porque no se manifiesta, no tiene principio ni fin? Lo que se manifiesta tiene un principio y un fin. Nosotros somos manifestaciones. No de algo divino; somos el resultado de miles de años de la llamada evolución, de crecimiento y desarrollo, y nosotros también llegamos a nuestro fin. Lo que se manifiesta siempre puede ser destruido, pero lo que no se manifiesta no tiene tiempo.

   Estamos preguntando si hay algo más allá de todo tiempo. Esta ha sido la investigación de filósofos, científicos y personas religiosas: descubrir lo que está más allá de la medida del hombre, más allá del tiempo. Porque si uno lo descubre, o si lo ve, eso es inmortalidad. Eso trasciende a la muerte. El hombre lo ha buscado de diversas maneras, en distintas partes del mundo, a través de diferentes creencias, porque cuando uno descubre o se da cuenta de eso, entonces la vida no tiene principio ni fin. Está más allá de todos los conceptos, de toda esperanza. Es algo inmenso.

   … ¿Hay algo realmente verdadero, algo más allá del tiempo, tan inmenso que el pensamiento no puede alcanzarlo? El hombre ha indagado en esto y, al parecer, solo muy pocas personas han sido libres para penetrar en ese mundo. Desde los tiempos antiguos, los sacerdotes se han interpuesto entre el buscador y lo que este espera encontrar. El sacerdote interpreta, se convierte en el hombre que sabe, o que cree saber, y el buscador acaba apartado, desviado de su camino, perdido. 

   … Si dedicamos nuestra mente y corazón a terminar con la enfermedad de la ignorancia y el egoísmo, crearemos un mundo sano y feliz. No debemos pensar y sentir horizontalmente, sino verticalmente. Es decir, en vez de seguir la corriente de la pereza, del egoísmo, de la ignorancia del pensar y del sentir gradual, del lento proceso a través del tiempo para tener claridad, de seguir esta corriente de constante conflicto y desdicha, de asesinatos en masa y de ciertas treguas llamadas paz, con la idea final de tener un paraíso en la Tierra; en vez de pensar y sentir a lo largo de estas corrientes horizontales, ¿podemos dejar de pensar y sentir horizontalmente? ¿Podemos pensar y sentir verticalmente? ¿Es posible salirse de esa continuidad horizontal de confusión y lucha, para pensar y sentir de forma diferente, nueva, vertical, sin intervención del tiempo?

   La percepción ocurre cuando hay observación sin movimiento alguno del pensar, cuando hay un silencio absoluto de la memoria, la cual es tiempo, pensamiento. Miren algo sin que intervenga el pasado. Háganlo. Miren a quien les habla, sin todos los recuerdos que han acumulado acerca de él. Obsérvenlo u observen de ese modo a sus padres, a sus esposas y maridos, a sus amigos, etc., no importa a quién, observen sin que se introduzca en la observación ningún recuerdo del pasado, ninguna ofensa, ningún sentimiento de culpa y demás. Simplemente observen. Cuando observan así, sin prejuicio alguno, están libres de aquello que ya ha sido, están libres del pasado.

   La verdad nunca está en el pasado. La verdad del pasado es la ceniza de la memoria. La memoria pertenece al tiempo, y en las cenizas muertas del ayer no se halla la verdad. La verdad es algo vivo, pero que no está dentro de los límites del tiempo.”

   J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: