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DEBEMOS SER SENCILLOS EN NUESTRA VIDA INTERNA Y EN NUESTRAS NECESIDADES EXTERNAS

    

   “… Para mirar, para observar, para prestar atención completa a algo hermoso, la mente debe estar libre de pensamientos, de problemas, de especulaciones, de preocupaciones, ¿verdad? Tan sólo cuando la mente está en completa calma uno puede observar de verdad, porque entonces la mente es sensible a esa belleza extraordinaria, y quizá esa es la clave para resolver el problema de la libertad. Ahora bien, ¿qué significa ser libre? ¿Consiste la libertad en hacer lo que a uno le conviene, ir adonde uno quiere, pensar lo que uno quiere? Eso es exactamente lo que hacen. El simple hecho de tener independencia, ¿es eso libertad? Muchas personas en el mundo son independientes, pero muy pocas son libres. Libertad significa enorme inteligencia. Ser libre es ser inteligente. Sin embargo, la inteligencia no llega con solo desear ser libre; surge únicamente cuando uno empieza a comprender todo su entorno, las influencias sociales, religiosas, familiares y tradicionales que constantemente nos bloquean.

   Para comprender estas múltiples influencias: la influencia de nuestros padres, del gobierno, de la sociedad, de la cultura a la que pertenecemos, de las creencias, de los dioses, de las supersticiones y de la tradición a la que uno se amolda sin reflexionar; para comprenderlas, para liberarse de todas esas influencias se requiere una percepción directa y profunda, pero normalmente uno claudica porque internamente tiene miedo. Tiene miedo de no conseguir una buena posición en la vida, de lo que pueda decir el sacerdote, de no seguir la tradición, de no hacer lo correcto. Pero, en realidad, la libertad es un estado de la mente en el cual no existe ningún miedo, ninguna coacción, ningún ansia de sentirse seguro.

   Ya sea en el mundo de los políticos, del poder, de la posición y de la autoridad, como en el llamado «mundo espiritual», donde uno aspira a ser virtuoso, noble y santo, en el momento en que deseamos ser alguien dejamos de ser libres. Sin embargo, en el hombre o en la mujer que se da cuenta de lo absurdo de todas estas cosas, su corazón se mantiene inocente y, en consecuencia, deja de moverse por deseo de ser alguien. Si comprende la sencillez de esto también verá su extraordinaria belleza y magnitud. No importa si sigue el ejemplo de un gurú, de un santo, de un maestro, de un familiar, o se aferra a una tradición particular; en todo eso está implícita la exigencia de llegar a «ser algo», y tan solo cuando uno realmente comprende este hecho tiene libertad.

   … De manera que el propósito de la educación es ayudarle desde la infancia a no imitar a nadie, ayudarle a que sea uno mismo todo el tiempo. Esa es una de las cosas más difíciles de hacer, ser siempre lo que uno es y comprenderlo, tanto si uno es feo o atractivo, envidioso o celoso. No es fácil ser uno mismo, porque pensamos que es despreciable ser lo que somos, y si pudiéramos cambiarlo por algo noble sería maravilloso, pero eso nunca sucede. No obstante, si miramos lo que realmente somos y lo comprendemos, esa misma comprensión es, entonces, transformación. De modo que la libertad no consiste en intentar llegar a ser algo diferente de lo que somos, ni en hacer todo lo que queremos hacer, ni tampoco se trata de seguir la autoridad de la tradición, de los padres o del gurú; la libertad significa comprender lo que uno es de instante en instante.

   Como saben, no nos educan de esa manera, sino que la actual educación nos incita a que seamos esto o aquello, pero eso no es comprenderse uno mismo. El «uno mismo» es algo muy complejo, no es simplemente la entidad que va a la escuela, que riñe, que juega, que tiene miedo; también es algo más oculto, no tan palpable; está constituido no solo por todos los pensamientos que uno tiene, sino también por todas aquellas cosas introducidas en nuestra mente por otras personas, por los libros, los periódicos, los líderes, y únicamente es posible comprender todo esto cuando uno no desea ser alguien, cuando no imita, cuando no sigue; es decir, cuando se rebela contra toda esa tradición de intentar llegar a ser algo. Esa es la única revolución verdadera que conduce a una libertad extraordinaria, y fomentar esa libertad es el verdadero propósito de la educación. La esperanza de un nuevo mundo está en aquellos que empiezan a darse cuenta de lo falso y se rebelan contra ello, no solo verbalmente sino, de hecho; por eso deben buscar una clase de educación correcta, porque sólo creciendo en libertad se puede crear un mundo nuevo que no esté basado en la tradición, ni moldeado según la visión particular de algún filósofo o idealista. No puede haber libertad mientras uno esté tratando de llegar a ser alguien o de imitar algún ejemplo noble.

   … Cuando la mente descarta el factor externo, divino o místico, o cualquier cosa que sea invención de una mente que no ha podido resolver el problema de liberarse de su propio condicionamiento; cuando descarta ese agente exterior, inventa otro, el «yo», el «observador», que dice: «voy a librarme de mi condicionamiento». Pero, de hecho, sólo existe una mente que se halla en estado condicionado, no la dualidad de una mente que dice que está condicionada, que tiene que ser libre, que tiene que ejercer la voluntad sobre su estado condicionado. Sólo existe una mente condicionada. Por favor, escuche esto con mucho cuidado. Si realmente escucha con atención, con todo su corazón, con toda su mente, verá lo que pasa. La mente está condicionada, solo eso. No hay nada más. Todas las invenciones psicológicas, relación permanente, divinidad, dioses, todo lo demás, nacen de esta mente condicionada. Sólo hay eso y ninguna otra cosa más. ¿Es esto un hecho para usted? Esta es la cuestión. Si usted puede llegar a este hecho es en verdad una cosa de extraordinaria importancia. Porque en la observación de eso solamente, y nada más, empieza el sentido de libertad, que es la liberación del conflicto.

   ... Educar a un niño es ayudarlo a comprender la libertad y la integración. Para tener libertad tiene que haber orden, que solo la virtud puede dar; y la integración sólo se produce en medio de una gran sencillez. Partiendo de innumerables complejidades debemos llegar a la sencillez. Debemos ser sencillos en nuestra vida interna y en nuestras necesidades externas.”

   J. Krishnamurti

                
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