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COOPERACIÓN

   “… Tenemos que crear un mundo nuevo. Estas no son meras palabras, una simple idea. Tenemos que crear, efectivamente, un mundo por completo diferente, en el que, como seres humanos, no estemos combatiendo unos con otros, destruyéndonos mutuamente; en que uno no domine al otro con sus ideas ni con sus conocimientos; en que cada ser humano sea libre en realidad, no en teoría. Y sólo en esta libertad es posible aportar orden al mundo. Vamos, pues, a desenredar si es que podemos, la red que hemos tejido en torno a nosotros mismos, la cual impide la cooperación y nos divide; y produce tan intensa ansiedad, dolor y aislamiento.
   … Solamente el hombre que es libre es el que puede cooperar, y es el hombre libre el que dice: no cooperaré. La cooperación, como generalmente se entiende, implica cooperar en torno de una persona, de una idea, o de una utopía; alrededor de la autoridad de una persona, o la autoridad de una idea, como la del Estado. Si lo observáis, esa clase de cooperación no es en absoluto cooperación, es un beneficio mutuo y cuando cambia la autoridad, cambiáis con el fin de derivar de ello vuestro beneficio; por lo cual es una forma compulsiva de ajuste.
   Hablamos de una cooperación que es enteramente distinta, porque el hombre debe cooperar. No podemos vivir sin cooperación. La vida es interrelación, la vida es cooperación. No es posible que vosotros y yo podamos existir sin cooperación. Pero para cooperar debe haber libertad. Usted debe ser libre y yo debo ser libre para cooperar. Libertad no quiere decir hacer lo que a uno le place: ser despiadado y todo el resto de la reacción estúpida conectada con esa palabra.
   … Si no trabajamos a favor de lo que es bueno, ¿de qué otro modo podrá realizarse? Lo bueno no vendrá si abandonamos la sociedad, al contrario, todos debemos colaborar, desde el mayor hasta el menor de entre nosotros, para lograrlo. Desde luego que tenemos que trabajar juntos, es muy natural; pero la cooperación no es cuestión de seguir una norma establecida por el Estado, por el jefe de un partido o de un grupo, ni por ninguna otra autoridad. Colaborar por miedo o por codicia de recompensa no es cooperación. La cooperación viene, natural y fácilmente, cuando amamos lo que estamos haciendo; y entonces ella es un deleite. Pero, para amar, debe primero extinguirse la ambición, la codicia y la envidia. ¿No es así?
   … Nadie puede enseñarle a amar; si fuera posible enseñar a la gente a amar, el problema del mundo sería muy fácil de solucionar, ¿no le parece? Si pudiéramos aprender de un libro cómo amar, igual que aprendemos matemáticas, el mundo sería algo maravilloso; no habría odio, explotación, guerras, ni división entre ricos y pobres; todos seríamos realmente afectuosos, los unos con los otros. Sin embargo, el amor no se consigue tan fácil; lo fácil es odiar, y el odio finalmente agrupa a las personas en costumbres, crea toda clase de fantasías, propicia diferentes clases de cooperación como puede ser la guerra.
   … Así como en una familia, cuando hay afecto, cuando hay misericordia, no se necesita una organización para la paz, lo que nosotros necesitamos es mutua comprensión, cooperación recíproca. Cuando no hay amor, es inevitable que haya guerra. Vosotros os aferráis a vuestros ejércitos, yo me aferro a los míos. ¿Existe buena voluntad entre dos salteadores? Lo que hay es cooperación para compartir el botín. La buena voluntad, por cierto, es algo enteramente diferente; no pertenece a ningún grupo, a ninguna nación, a ningún gobierno soberano.
   … Sentimos que, si tan sólo hubiera un buen líder, el mundo estaría perfectamente bien. Así, prestamos atención a los líderes y a la verdadera función de la individualidad. Cuando procuran comprender la verdadera individualidad, es inevitable que cooperen, porque eso forma parte de la comprensión. En ella no existe la individualidad como algo contrario a la cooperación. Ahora ustedes colocan a la cooperación como opuesta a la individualidad, y eso, en mi sentir, ocasiona el completo caos que reina en este mundo.
    … La unidad del hombre no se apoya en ninguna de las estructuras que ha inventado la mente humana. La cooperación no está en la naturaleza del intelecto. Entre el amor y el odio no puede haber unidad, sin embargo, eso es lo que la mente está tratando de encontrar y establecer. La unidad se halla totalmente fuera de este campo, y el pensamiento no puede alcanzarla. El pensamiento ha construido esta cultura de agresión, competencia y guerra y, sin embargo, este mismo pensamiento está buscando a tientas el orden y la paz. Pero haga lo que haga, el pensamiento no puede hallar el orden y la paz. Para que haya amor, el pensamiento debe estar silencioso.
   … Cuando examinen este proceso, discernirán que el "yo" se está reconstituyendo a sí mismo a cada instante, por medio de sus propias actividades volitivas basadas en la ignorancia, el deseo y el temor. Cuando comiencen a darse cuenta de que el "yo" carece, por lo tanto, de permanencia, habrá un cambio vital en su conducta y moralidad. Entonces no puede haber servilismo ni aquiescencia, sino sólo la acción de la inteligencia despierta, que crea condiciones siempre nuevas, sin que ustedes sean esclavizados por ellas. Sólo esta inteligencia puede producir cooperación verdadera sin frustración.
   … Con la comprensión del proceso total de la mente, hay una radical revolución interna, y de ella surgen las acciones de la verdadera cooperación, que no es cooperación de acuerdo con un modelo, con la autoridad, con alguien que «sabe». Cuando usted tiene bien en claro cómo cooperar, porque existe esta revolución interna, también sabe cuándo no cooperar, lo cual es de veras muy importante, quizá más importante aún. Ahora cooperamos con cualquier persona que ofrece una reforma, un cambio, y eso sólo perpetúa el conflicto y la desdicha; pero si sabemos qué es tener el espíritu de cooperación, que adviene con la comprensión del proceso total de la mente, que implica libertad con respecto al «yo», entonces hay posibilidad de crear una civilización nueva, un mundo por completo diferente, exento de espíritu adquisitivo, de envidia, de comparación. Esto no es una utopía teórica, sino el verdadero estado de la mente que, de manera constante, investiga y va en pos de aquello que es verdadero y bienaventurado.
   … Sólo podrá haber cooperación, cooperación inteligente, humana, creativa, no cooperación egoísta, cuando ustedes, como individuos, llegan a ser individuos completos. O sea, cuando vean que, para tener verdadera cooperación en el mundo, no tiene que existir la competitiva búsqueda de la seguridad propia. Eso implica transformar toda la estructura de nuestra civilización, con sus intereses creados, su espíritu posesivo de clase, sus nacionalidades, su conciencia racial, sus religiones que dividen a la gente.
   … Si cooperan con algo sin comprenderlo, están meramente imitando, copiando. Pero si comprenden, si descubren la verdad de algo, entonces al cooperar están viviendo, moviéndose con ello y ello forma parte de ustedes.”
   Jiddu Krishnamurti 



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