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LA REALIDAD DEBE VENIR A UNO, Y NO VENDRÁ MIENTRAS EXISTA LA CORRUPCIÓN DE LO COLECTIVO

     

   “… Escuchad, por favor, no os canséis. Esto es vuestra vida, tenéis que hacer frente a estas cosas. Y finalmente hay esa creación, no la de los hijos, esa creación que está más allá del tiempo y medida, que siempre hace nuevas todas las cosas porque está fuera del tiempo. Pero, no obstante, estamos siempre buscando nuevas expresiones en el mundo del arte, en el mundo de lo estético. Expresiones nuevas, eso es todo lo que nos preocupa. No nos interesamos en la creación.

   Así pues, son esos los muchos problemas que tenemos frente a nosotros, y vosotros debéis encontrar la respuesta precisa por vosotros mismos. Existe la respuesta precisa, y es que debe haber completa libertad para vosotros, completa libertad de esta estructura sociológica, la estructura psicológica de la sociedad, que es temor, codicia, envidia, ambición, búsqueda de poder, búsqueda de posición, dependencia del dinero; la corrupción de la sociedad, uno tiene que estar libre de ello. Y, no obstante, tiene uno que vivir en este mundo vitalmente, fuertemente, con energía; y para hacer eso tenéis que trabajar, debéis trabajar internamente, despiadadamente, para despojarnos de todas las escorias de la sociedad, de toda la corrupción de la sociedad. Cuando os convencéis de que tenéis que hacer eso por vosotros mismos, completamente, de que nadie va a ayudaros, disponéis de una tremenda energía. Entonces toda vuestra atención da a eso, entonces tenéis una mente, un corazón tremendamente vivo, activo.

   Así pues, el autoconocimiento es operante, no es cuestión de creencia; funciona, opera si vais tras de ello firmemente día tras día. Del autoconocimiento viene la perceptividad, es decir, darse cuenta de los pájaros, los árboles, la escualidez, lo sucio, de lo bello, del color, de todo lo que os rodea. Porque el movimiento externo os trae el movimiento interno. No podéis cabalgar en lo interno sin comprender el movimiento externo. Ellos son uno, son un proceso unitario, exactamente igual a la marea que va hacia fuera y hacia dentro, y sobre esa marea debéis cabalgar sin esfuerzo. Podéis cabalgar sin esfuerzo sobre esa marea cuando observáis y cuando escucháis todas las intimaciones del pensamiento y las implicaciones de vuestro ser, cuando simplemente escucháis. Eso no exige análisis e introspección, que son mortíferos; todo lo que demanda es que miréis, que escuchéis y que mantengáis ese espacio entre el observador y la cosa observada. Si conserváis ese espacio completamente vacío, no hay ni el observador ni lo observado, existe sólo un movimiento.

   Y partiendo de este autoconocimiento viene la libertad que nadie, ningún Dios, ningún santo, ninguna sociedad puede daros. Debéis tener esta libertad, porque de otra manera, las iglesias con su creencia organizada, y las diversiones, van a dominar; y viviréis mecánicamente, estúpidamente, de modo insignificante. De esta libertad viene ese estado de mente en que el cerebro está altamente sensitivo porque ha comprendido todo movimiento del pensamiento, cada ola del sentimiento, porque pensamiento y sentimiento no son dos cosas separadas, es un proceso total. Y de esa comprensión, de esa libertad la mente surge joven, fresca e inocente. Tan sólo partiendo de este vacío viene la mutación, y de allí solamente puede provenir la salvación para el hombre. Sólo cuando la mente ha pasado completamente por esta tremenda mutación fuera del tiempo, no dentro de los límites de la sociedad, sino fuera de ella, por completo, no convirtiéndose en un sannyasi, eso es demasiado falto de madurez; cuando la mente ha comprendido el tejido total de la sociedad que es vosotros mismos es cuando, naciendo de esa comprensión, viene este extraordinario sentido de soledad.

   Entonces estáis completa, indisolublemente solos. Y únicamente entonces, en ese estado de soledad completa, tiene lugar ese movimiento que es el principio y el fin de todas las cosas. Eso es religión y ninguna otra cosa. En ese estado hay amor, hay compasión y piedad infinita. Y en ese estado no existe ni dolor ni placer, sino una vida que es vitalmente viviente, fuerte, clara.

   … Existe en el mundo una gran corrupción y un gran desorden. La gente está muy, muy alterada. Resulta peligroso pasear por las calles. Cuando hablamos de estar libres del miedo queremos libertad exterior, libertad del caos, la anarquía o la dictadura. Pero nunca nos preguntamos si existe alguna clase de libertad interior, una libertad de la mente. ¿Es esa libertad real o teórica? Vemos al Estado como un impedimento a nuestra libertad. Los comunistas y otros sistemas totalitarios afirman que no existe eso que se entiende como libertad; el Estado, el gobierno, constituyen la única autoridad y suprimen cualquier forma de libertad. Entonces, ¿qué tipo de libertad queremos? ¿La que está fuera, o la que está dentro de nosotros? Cuando hablamos acerca de libertad, ¿nos estamos refiriendo a la libertad de poder escoger entre una u otra forma de gobierno, aquí y allí, entre la libertad interior o exterior? La psique, la estructura interna del hombre, sus pensamientos, emociones y ambiciones, su codicia y sus acciones, siempre están conquistando lo exterior. Por tanto, ¿dónde buscamos libertad? ¿Podríamos discutir esto? ¿Podemos obtener libertad de los nacionalismos, que nos ofrecen un sentido de seguridad? ¿Podemos obtener libertad de todas las supersticiones, las religiones y los dogmas? Sólo a través de la religión verdadera se podrá acceder a una nueva civilización, no a través de los dogmas, las supersticiones y las religiones tradicionales.

   … La realidad debe venir a uno, y no vendrá mientras exista la corrupción de lo colectivo. Por ese motivo la mente debe estar completamente sola, libre de influencias, de corrupción y, en consecuencia, libre del tiempo psicológico, porque sólo entonces aquello que es inconmensurable, intemporal, se manifestará”.

   J. Krishnamurti

                
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