“… Los seres humanos, tanto en el pasado como en el
presente, han preguntado siempre si existe algo trascendental, mucho más real
que la existencia cotidiana con toda su monótona rutina, su violencia,
desesperación y sufrimiento. Pero como no son capaces de descubrirlo, han
adorado un símbolo, dándole gran significación. Para investigar si existe algo
en realidad verdadero y sagrado, estoy usando la palabra más bien con
vacilación. Tenemos que buscar algo que no sea creado por el deseo y la esperanza,
por el temor y el anhelo; que no dependa del ambiente, de la cultura y la
educación, sino algo que el pensamiento no haya tocado jamás; algo que es total
e incomprensiblemente nuevo.
… Creo que
todo ser humano desea alguna experiencia trascendente, alguna emoción o un
estado mental que no esté preso en la monotonía cotidiana, en la soledad y el
fastidio de la vida. Todos queremos un objeto por qué vivir. Queremos dar un
significado a la vida, porque la encontramos más bien aburrida, llena de turbulencia,
y al parecer, sin sentido; por eso inventamos un propósito, una significación,
llenamos la vida de palabras, de símbolos, de sombras. La mayoría de nosotros
aceptamos involuntariamente una vida superficial, pero rodeándola de gran
misterio.
… Los objetos
que persigo son las proyecciones de la mente como símbolos de los cuales ella
deriva sensaciones. La palabra “Dios”, la palabra “amor”, la palabra
“comunismo’, la palabra “democracia”, la palabra “nacionalismo”, todo esto son
símbolos que despiertan sensaciones en la mente y, por lo tanto, la mente se
apega a ellos. Como vosotros y yo sabemos, toda sensación termina, y así
pasamos de una sensación a otra; y cada sensación fortalece el hábito de buscar
más sensación. De tal suerte la mente llega a ser mero instrumento de sensación
y memoria, y en ese proceso estamos atrapados.
… La
conciencia humana es una totalidad; no es la conciencia de ustedes o mi
conciencia. Esto es lógico, cuerdo, racional; por donde uno vaya, cualquiera
sea el clima en que viva, ya sea uno rico o sufra una degradante pobreza, si
cree en Dios o en alguna otra entidad, esa creencia y fe son comunes a todos
los seres humanos, las imágenes y los símbolos pueden ser diferentes en
distintas localidades, pero emanan de algo que es común a toda la humanidad.
Esto no es una mera declaración verbal. Si lo toman ustedes como una
declaración verbal, como una idea, un concepto, entonces no verán la profunda
significación que ello envuelve.
… La palabra,
el símbolo, la imagen y el culto de la imagen, la reverencia por el símbolo, el
seguir las palabras y atribuirles significación, todo eso resulta muy
destructivo porque entonces la palabra, el símbolo, la imagen, adquiere suprema
importancia. Así es como los templos, “stupas” (santuario budista) e iglesias
llegan a ser organizaciones muy importantes, y los símbolos, las ideas, los
dogmas, llegan a ser los factores que impiden a la mente ir más allá y
descubrir qué es la verdad. No os dejéis, pues, atrapar en palabras, en
símbolos, que automáticamente cultivan el hábito.
… Observen
cómo funcionan nuestras mentes; primero inventamos el símbolo, la imagen de la
iglesia o del templo, o bien los escritos de la mezquita, y de la veneración de
aquello que hemos creado con nuestro pensamiento sacamos fuerzas. Observen lo
que hacemos. El símbolo no es la realidad; esa realidad puede que nunca exista,
pero el símbolo nos satisface y nos da vitalidad con sólo verlo, con sólo
pensar en él o estando con él. Indudablemente aquello que hemos creado con el
pensamiento debe ser una ilusión.
… El hindú, el
musulmán, el budista, el cristiano, todos tienen sus mundos de artificio hechos
de símbolos e imágenes, y en esos mundos se hallan atrapados. Para ellos, el
símbolo tiene mayor significación y es mucho más importante que el vivir; está
incrustado en el inconsciente y juega un papel inmenso en la vida de todos
aquellos que pertenecen a una u otra de las diversas culturas, civilizaciones o
religiones organizadas. Por lo tanto, si queremos estar libres del dolor,
pienso que es importante, antes que nada, comprender el mundo de artificio en
que vivimos.
… No
podemos llevar un arma en una mano y a Dios en la otra. Dios es sólo un
símbolo, una palabra que realmente ha perdido su sentido porque, las iglesias y
los lugares dedicados a adorarle, lo han destruido. Por supuesto, si uno no
cree en Dios, es igual que el creyente; ambos sufren y pasan por el infortunio
de una vida corta y vana.
… El lenguaje
en sí mismo es un símbolo y estamos acostumbrados a símbolos. Vemos el árbol a
través de la imagen que es el símbolo del árbol, vemos a nuestro vecino a
través de la imagen que tenemos de él. Aparentemente, una de las cosas más
difíciles para un ser humano es mirar cualquier cosa de manera directa, no a través
de imágenes, opiniones y conclusiones, que todas ellas son símbolos. De forma
similar, los símbolos juegan un gran papel en los sueños, por eso hay tanto
engaño y peligro. El significado de un sueño no siempre es entendible para
nosotros, aun cuando nos demos cuenta de que se manifiesta en símbolos y
tratemos de descifrarlo.
… Es evidente
que la relación entre las imágenes nunca puede traer paz en la convivencia,
porque tales imágenes son ficticias, y no podemos vivir en una abstracción. Sin
embargo, esto es lo que todos hacemos: vivir de ideas, de teorías, de símbolos,
de imágenes que hemos creado de nosotros mismos y de los demás, que no son
realidades de manera alguna. Todas nuestras relaciones, ya sean con la
propiedad, con las ideas o con las personas, se basan esencialmente en esta
formación de imágenes, y de ahí que siempre haya conflicto.
… Dándonos
cuenta de esto, asignamos entonces significación y mérito a un símbolo, a una
idea, a un Dios; es obvio que éstas son invenciones de la mente. Están los que
desde la infancia han sido educados para negar a Dios, y están los que son
educados para creer en Dios.”
J. Krishnamurti