“… Vamos a viajar
juntos y a adentrarnos en este asunto tan complejo que es comprenderse a uno
mismo. Les ruego que vean la importancia de esa comprensión, y que nadie puede
enseñarles sobre sí mismos excepto ustedes. Tienen que ser su propio gurú, el
discípulo, el maestro, y aprender de sí mismos. Lo que aprenden de otros no es
verdad; han de averiguar por sí mismos lo que son y aprender a observarse. Como
ya saben, una de las tareas más difíciles que existen es hablar sobre esto. Es
como emprender un viaje juntos. Para caminar junto a otra persona ha de haber
amistad, se ha de disfrutar de verdad del hecho de caminar juntos, ha de haber
amor; y eso es algo muy difícil. Aprender sobre uno mismo no consiste en
acumular conocimientos sobre uno mismo; para aprender sobre lo que soy tengo
que observarme. Si aprendo sobre mí mismo a base de acumular conocimientos, en
realidad no aprendo nada.
… Habiendo sido
condicionados por la tradición, por los temores, como lo expliqué ayer, pronto
encontraréis, si se os deja librados a vosotros mismos, que el quedaros solos
es el mayor peligro. Nunca deseáis estar solos. Nunca queréis pensar algo
cabalmente por vosotros mismos. Nunca deseáis salir a caminar solos. Todos
deseáis ser activos como hormigas, hablar, charlar, hacer algo. Cuando se os
deja solos para reflexionar sobre algún problema, para hacer frente a alguna de
las cosas que la vida reclama, vosotros, que habéis sido educados al amparo de
ideas, de vuestros padres, de los sacerdotes, de los guías espirituales, os
sentís totalmente perplejos y os asustáis. Y estando asustados, hacéis las
cosas más caóticas y absurdas; aceptáis como lo hace un hombre con una escudilla
de mendigo, que acepta cualquier cosa irreflexivamente.
… Pero yo no soy vuestro maestro, ni
vosotros sois mis seguidores, ¡líbrenos Dios!, porque en el momento en que
seguís a alguien habéis destruido la verdad. Así que todo lo que podemos hacer
es considerar juntos la jornada, no que yo os conduzca a lo largo de un sendero
u os lo muestre, sino que juntos participemos, que compartamos juntos este
problema, y entre todos descubramos los distintos retos y su solución.
… Entonces,
participación no quiere decir meramente extender las manos y recibir algo.
Participar significa que debéis estar extraordinariamente dispuestos, ser
perspicaces para descubrir; de lo contrario no podéis participar. Alguien puede
obsequiaros la más bella joya; pero si no sabéis que es la cosa más preciada,
la arrojaréis y no podréis participar de ella. De modo que para viajar juntos
debéis ser capaces de caminar al unísono. Pero la capacidad para caminar, para
participar y observar depende de vuestro interés. Y ese interés, esa seriedad,
llega cuando contempláis la inmensidad del problema. Es el problema lo que os
hace ser serios, no se trata de que os volváis serios. ¿Comprendéis la
diferencia? Decimos que somos serios y entonces atacamos el problema. No es así
en absoluto. El problema en sí mismo es tan grande que esa misma grandeza hace
que seamos serios. Entonces esa seriedad tiene vitalidad, tiene una enorme
fuerza, flexibilidad y uno puede llegar hasta el fin mismo del problema.
… Muy bien, señor. Como usted ve, todo eso
implica que hay un sendero hacia la verdad, el sendero cristiano, el hindú, el
zen, los de los diversos gurúes y sistemas; hay un sendero hacia la iluminación
o la verdad o lo inmensurable, hacia una cosa u otra. Y eso está allí, todo lo
que uno tiene que hacer es caminar, caminar y caminar hacia ello. Lo cual significa
que la cosa está establecida, que es fija, estática, que no se mueve, que no
está viva.
… En nosotros mismos no
somos plenos, completos, y la fusión en otro sólo es posible cuando hay
integración interna. Nos da miedo la soledad porque ella abre la puerta a
nuestra insuficiencia, a la pobreza de nuestro propio ser; pero es la soledad
la que cura la herida, cada vez más profunda, de la sensación de soledad.
Caminar solo, no estorbado por el pensamiento, por el rastro de nuestros
deseos, es ir más allá de los límites de la mente. Es la mente la que aísla,
separa y destruye la comunión. La mente no puede hacerse plena; no puede
hacerse completa porque ese esfuerzo mismo es un proceso de aislamiento, es
parte de la soledad que nada puede encubrir. La mente es el producto de los
muchos y lo que es compuesto nunca puede estar solo. La verdadera soledad no es
el resultado del pensamiento. Únicamente cuando el pensamiento está
completamente en calma existe el vuelo de lo solo hacia lo único.
… La meditación es esa capacidad del cerebro
que ha dejado de funcionar parcialmente, del cerebro que se ha liberado a sí
mismo de su condicionamiento y, por tanto, funciona como un todo. La meditación
de ese cerebro es diferente de la mera contemplación de la persona que está
condicionada como cristiano o como hindú, cuya contemplación viene del
trasfondo de una mente condicionada. La contemplación no nos libera del
condicionamiento. La meditación requiere investigar mucho, y se vuelve
enormemente seria para no funcionar de forma parcial. Parcial quiere decir
funcionar en una especialización u ocupación concreta, lo cual limita el
cerebro porque acepta creencias, tradiciones, dogmas y rituales; todo eso son
inventos del pensamiento. Los cristianos utilizan la palabra "fe", fe
en Dios, fe en la providencia para que todas las cosas mejoren. Los asiáticos
tienen sus propias formas de fe, el karma, la reencarnación y la evolución
espiritual. Meditar y contemplar son diferentes, en el sentido que la
meditación requiere que el cerebro actúe como un todo, y deje de estar
condicionado a funcionar de forma parcial. Ese es el requisito para meditar; de
lo contrario, no tiene ningún sentido.”
J. Krishnamurti