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MUCHOS DE NOSOTROS DESEAMOS PERTENECER A LOS ELEGIDOS SOCIALES

 

     “… Aunque los mayores de la presente generación han afrontado dos guerras catastróficas parece que no han aprendido. Continuamos viviendo psicológicamente en una sociedad en la cual existe la competencia, la codicia, la envidia y la adoración del éxito, que son todos indicadores de conflicto, de batalla. Como ser humano tengo que aprender una forma de vivir por completo diferente, si en alguna forma soy serio. Si quiero hallar una modalidad de vida totalmente pacífica tengo que aprender todo acerca de ella como si nunca la hubiera vivido antes. Es tan sólo cuando la mente está en paz que podemos aprender, podemos ver, descubrir.

   … Usted es sij y yo soy hindú, él es musulmán y el otro es budista. Al ver toda esta confusión y separación uno se da cuenta de que tiene que haber una forma distinta de pensar, pero es evidente que esa forma distinta de pensar no puede emerger mientras uno siga siendo hindú, cristiano o lo que fuere. Para librarse de todo eso usted debe conocerse a sí mismo, toda la estructura de su ser; tiene que ver por qué acepta, por qué sigue a la autoridad, lo cual es bastante obvio. Usted quiere tener éxito, quiere que le aseguren que existe un dios en quien pueda ampararse en momentos difíciles. Un hombre que sea realmente dichoso, feliz, no piensa nunca en Dios. Nosotros pensamos en Dios cuando nos encontramos sumidos en la desdicha, en el conflicto, pero somos nosotros los que hemos creado el sufrimiento, el conflicto, y sin comprender todo su proceso, la mera búsqueda de Dios sólo conduce a la más absoluta ilusión.

   … Todos queremos ser algo, y el deseo de ser algo surge del ansia de poder. Si os examináis a vosotros mismos veréis que lo que queréis es éxito y que se reconozca vuestro éxito, no sólo en este mundo, sino en el próximo, si es que hay un mundo próximo. Queréis que se os reconozca y, para ese reconocimiento, dependéis de la sociedad. La sociedad sólo reconoce a los que tienen poder, posición, prestigio; y lo que buscamos la mayoría de nosotros es la vanidad, la arrogancia del poder, la posición, el prestigio. Nuestro hondo motivo subyacente es el orgullo del logro, y este orgullo se manifiesta de diferentes maneras.

   … Nuestra estructura social se basa en la envidia y la imitación. Una de las causas principales de división en la sociedad son la envidia y el anhelo de éxito; cada cual imita, entonces, al que está por encima de él. Muchos de nosotros deseamos pertenecer a los elegidos sociales. Este proceso imitativo mantiene la división social, la mantiene de generación en generación. Esta misma actitud y acción existen en el así llamado reino espiritual. Allí también pensamos en términos de progresivos logros jerárquicos. Tal actitud nace de la codicia y la envidia, que producen imitación y fomentan el miedo; la idea de que algún día uno llegará a ser un Maestro o un ser superior, es similar a la idea de que algún día llegará a ser caballero o duque. Para un hombre serio, inteligente, es una idea repulsiva, nada ennoblecedora.

   … Si ustedes piensan que el sistema capitalista oprime y destruye la inteligencia y la realización individual, entonces, como individuos, deben liberarse de él comprendiendo las causas que lo crean. El sistema, como dije, se basa en el afán adquisitivo, en la seguridad personal tanto religiosa como económica. Ahora bien, si como individuos disciernen esto y se liberan de ello, entonces surgirá naturalmente a la existencia una organización auténtica de cooperación inteligente. Pero si sólo crean una organización sin discernimiento se volverán esclavos de ella. Si cada individuo trata realmente de liberarse de los deseos egoístas, de las ambiciones y el éxito, entonces, cualesquiera que puedan ser las expresiones de esa inteligencia, no dominarán ni oprimirán al hombre.

   … ¿Cómo puede haber fraternidad en el mundo si somos intolerantes, si odiamos, si somos codiciosos? Es algo obvio, ¿verdad? Si cada uno de nosotros se siente impulsado por esa ambición que nos consume, si luchamos para tener éxito, si buscamos la felicidad en las cosas, sin lugar a dudas crearemos una sociedad caótica, cruel y destructiva. Si todos los que estamos aquí comprendemos y estamos realmente de acuerdo en este punto, de que el mundo es lo que nosotros somos y lo que somos es el mundo, entonces podemos empezar a pensar cómo producir ese cambio tan necesario en nosotros. 

   … De diversas maneras todos sufrimos. Está el sufrimiento que produce la muerte de alguien, el sufrimiento por toda esta pobreza que conocen muy bien en Oriente, y el enorme sufrimiento de la ignorancia. Por "ignorancia" no me refiero al sentido del conocimiento libresco, sino a la ignorancia de no conocerse a sí mismo completamente, de no conocer todas las complejidades del 'yo'. Si eso no lo comprendemos muy bien, entonces el sufrimiento de la ignorancia seguirá. También está el sufrimiento de nunca ser capaces de darnos cuenta de algo fundamental, profundo, aunque seamos muy hábiles en cuanto a alcanzar con éxito logros tecnológicos y otros éxitos en este mundo. 

   … Podemos ver por nosotros mismos, sin depender de expertos, que nuestra vida es muy insignificante. Estamos tremendamente interesados en nosotros mismos, en nuestro éxito, en nuestras desdichas, en toda la confusión de nuestra propia vida limitada, en el sufrimiento, en la ansiedad, en las diferentes clases de reacciones que surgen de nuestros prejuicios, inclinaciones y tendencias. Todo eso condiciona nuestro cerebro y por eso nunca somos conscientes de la totalidad de la vida, de esa amplia, inmensa y poderosa existencia.

   … Para comprender lo total debemos comprendernos primeramente a nosotros mismos. En uno mismo se encuentra la raíz de la comprensión, y si no nos comprendemos a nosotros mismos no podemos comprender el mundo, porque el mundo es uno mismo. El otro, el amigo, la relación, el enemigo, el vecino cercano o distante, es uno mismo. El conocimiento propio es el principio de la comprensión. Y tal como somos nosotros así es el mundo.”

   J. Krishnamurti