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LA RELIGIÓN NACIDA DEL TEMOR SE CONVIERTE EN UNA FEA SUPERSTICIÓN

 

   “… ¿Por qué la gente mayor practica las ceremonias religiosas? Yo no lo sé, vosotros no lo sabéis y ellos no lo saben. Las practican porque así lo han hecho sus padres, y también porque creen que eso les produce ciertos sentimientos, determinadas sensaciones, porque los tranquiliza. Cantan algunas “slokas” (versículos). Sienten que si no lo hacen están perdidos y por eso lo hacen. Y vosotros, jóvenes, copiáis eso, y vuestra imitación empieza. Si el maestro examina eso, si piensa al respecto, cosa que muy poca gente hace, si él realmente emplea su inteligencia; es decir, si investiga, inquiere y no tiene prejuicios, encontrará que eso carece de sentido. Pero el descubrir cuál es la verdad al respecto requiere mucha libertad; sólo entonces podéis investigar y descubrir la verdad. Si decís que ello os agrada y luego tratáis de investigar, eso significa que solo vais a acentuar vuestras simpatías; y eso no es investigación. Si ya tenéis prejuicios en favor de ello y luego procedéis a investigarlo, solo aumentáis vuestra parcialidad, vuestro prejuicio.

   … A medida que los hombres envejecen pierden esta cualidad de sentir, esta simpatía, esta ternura por los otros. Habiéndola perdido, comienzan a inventar religiones. Acuden a los templos, beben, se drogan para despertar esta espontaneidad. Se vuelven religiosos. Pero las religiones del mundo están construidas por el hombre. Todos los templos, las iglesias, los dogmas, las creencias, han sido inventados por el hombre. El hombre tiene miedo, porque sin un profundo sentido de belleza, de afecto, está perdido. Y habiendo perdido esto se vuelven muy importantes las ceremonias superficiales, los ritos, el acudir a los templos, el repetir mantras. En realidad, todo eso carece en absoluto de importancia. La religión nacida del temor se convierte en una fea superstición.

  … Estamos todo el tiempo atemorizados en lo religioso, en lo espiritual y en lo ético. Nuestras acciones, o sea, nuestro pensar y nuestro sentir, se originan en el temor. Todas nuestras ceremonias religiosas, nuestras ofrendas a los dioses y nuestra autoridad espiritual, todo eso es inmolación propia, la cual pensamos que producirá un equilibrio correcto: “A causa de que he sido cruel, ahora voy a ser cruel conmigo mismo”. Esperamos que eso producirá un justo equilibrio en nuestro pensamiento. O teniendo una idea de lo que es Dios, de lo que es la verdad, actuamos conforme a esa idea. Entonces, si observamos nuestra acción en los negocios, nuestra acción social y nuestras acciones religiosas, veremos que no tienen nada que ver con tal idea. Esas acciones indican, en un sentido muy sutil, que queremos preservarnos a nosotros mismos como entidad.

   … Ver lo falso como falso y lo verdadero como verdadero es transformación. Porque cuando veis muy claramente que algo es la verdad, esa verdad es libertadora. Cuando veis que algo es falso, esa cosa falsa se desprende. Cuando veis que las ceremonias son simples y vanas repeticiones; cuando veis la verdad acerca de ellas y no las justificáis, prodúcese la transformación, porque otra atadura ha desaparecido. Cuando veis que la división de la sociedad en clases es falsa, que ella engendra conflictos, miseria y desunión entre las personas; cuando veis la verdad al respecto, esa verdad resulta libertadora. La percepción misma de esa verdad es transformación. Y como estamos rodeados de tantas cosas falsas, el percibir de instante en instante esa falsedad es transformación. La verdad no se acumula, ella es de momento en momento. Lo que se acumula, lo acumulado es la memoria; y mediante la memoria jamás podréis hallar la verdad.

   … Ustedes hablan muchísimo acerca de Dios, ¿no es así? Sus libros están llenos de eso. Construyen iglesias, templos, hacen sacrificios, practican rituales, ceremonias, están repletos de ideas acerca de Dios. Repiten la palabra, pero sus actos sobre Dios no son divinos, ¿verdad? Aunque adoren lo que llaman Dios, sus comportamientos, sus pensamientos, sus existencias no tienen nada de divino. Ustedes tienen sus dioses, hindú, musulmán, cristiano y demás. Construyen templos, y cuanto más ricos llegan a ser, más templos construyen. No se rían, ustedes harían lo mismo, sólo que todavía están tratando de hacerse ricos, eso es todo. De modo que están muy familiarizados con Dios, al menos con la palabra; pero la palabra no es Dios, la palabra no es la cosa. Seamos muy claros en ese punto, la palabra no es Dios.

   El hecho de que la usen no significa que conozcan a Dios; conocen meramente la palabra. Yo no uso esa palabra por la muy sencilla razón de que ustedes la conocen. Lo que conocen no es lo real. Además, para poder dar con la realidad tienen que cesar todos los murmullos verbales, ¿no es así? Ustedes tienen imágenes de Dios, pero la imagen no es Dios, por cierto. ¿Cómo pueden conocer a Dios? Obviamente, no por medio de una imagen, no por medio de un templo. Para recibir a Dios, lo desconocido, la mente tiene que ser lo desconocido. Si usted persigue a Dios, entonces ya conoce a Dios, conoce la meta. Conoce aquello que está persiguiendo, ¿no es así? Si busca a Dios, debe saber lo que Dios es, de lo contrario no lo buscaría, ¿verdad? Lo busca ya sea de acuerdo con sus libros o de acuerdo con sus sentimientos, y sus sentimientos son simplemente la respuesta de la memoria. Por lo tanto, lo que busca ya ha sido creado por la memoria o de oídas, y eso que ha sido creado no es lo eterno, sólo es el producto de la mente. 

   … Pasamos regularmente por esto. Si usted disfruta las ceremonias, disfrútelas. ¿Por qué quiere una razón para ello? Usted nunca formularía esta pregunta en relación con la música. Nunca dice: “¿Debo disfrutar la música?”, o “¿debo disfrutar una pintura?” Entonces, por qué dice: “¿No debo disfrutar las ceremonias?”

   J. Krishnamurti