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LLEGAR A SER

   “… El problema del esfuerzo, de la lucha, del afán por lograr algo, debería ser cabalmente entendido; porque, a mi parecer, cuanto más nos esforzamos, cuanto más luchamos por llegar a ser algo, tanto mayor es la complejidad que alcanza el problema. Nunca hemos ahondado realmente esta cuestión del esfuerzo en pos de algo. Realizamos grandes
esfuerzos, espirituales y físicos, en todos los órdenes de la vida. Nuestra existencia, positiva o negativamente, es un proceso de constante esfuerzo, ya sea por llegar a ser algo o por evitar algo. Toda nuestra estructura social, así como nuestra existencia religiosa y filosófica, se basa, ¿no es así?, en el afán de lograr o de evitar un resultado.
   … La mayoría de nosotros ansiamos la satisfacción de tener una posición en sociedad porque tememos ser un don nadie. La sociedad está estructurada de tal modo que un ciudadano que ocupa un lugar respetable es tratado con gran cortesía, mientras que un hombre sin posición es maltratado. Todos en el mundo quieren una posición, ya sea en sociedad, en la familia, o sentarse a la diestra de Dios, y esta posición, desde luego debe ser reconocida por los otros: de lo contrario, no es posición en absoluto.
   … en el así llamado sentido espiritual, quieren ustedes llegar a ser alguien, aunque puedan ocultar esa ambición bajo un montón de palabras. ¿No han advertido esto? Y piensan que todo eso está perfectamente bien, ¿no es así? Piensan que es perfectamente normal, justificable, correcto. Ahora bien, ¿qué es lo que la ambición ha hecho en el mundo? Muy pocos de nosotros hemos pensado alguna vez en eso. Cuando ustedes ven a un hombre luchando por sacar ventaja, por alcanzar y adelantarse a algún otro, ¿alguna vez se han preguntado qué hay en su corazón? Si miraran en su propio corazón cuando son ambiciosos, cuando están bregando por llegar a ser alguien, espiritualmente o en el sentido mundano, encontrarían allí el gusano del miedo.
   … Ustedes quieren que les aseguren que están progresando, que están creciendo, que sus esfuerzos tienen un fin y que producirán un resultado. Así, cuando eso es lo que buscan, es natural que surjan las personas que les dirán: “Hay resultados, te lo aseguro, puedes tener la certeza de ello”. Y entonces se sienten sumamente felices en su acción porque, al final de ella, van a obtener algo. O sea, si se comportan virtuosamente, si hacen ciertas cosas, obtendrán algo a cambio -que es la vieja idea primitiva de que matan a un animal para agradar a Dios-. Sólo que ahora lo hacemos intelectualmente, de una manera más sutil: matamos nuestro propio pensar individual, nuestra libertad, ese éxtasis del vivir, por una recompensa que buscamos.
   … Sabemos que el tiempo es necesario para aprender una habilidad, un idioma o un tema técnico. Pero, a la vez, han empezado a darse cuenta de que el hecho de «llegar a ser», el movimiento de «lo que es» a «lo que debería ser» implica tiempo, y que eso puede ser totalmente erróneo, que puede que no sea una verdad.
   … El tiempo es necesario para que crezca una planta, y creemos que también es necesario para que lleguemos a ser alguna cosa. Ahora bien, en ese "llegar a ser" residen todos nuestros problemas: yo debo ser mejor, más afectuoso. O soy codicioso de dinero, y siempre estoy buscando dinero, dinero y dinero; con el tiempo, dejaré de ser codicioso. Plantamos una semilla; deviene planta, árbol, lo cual toma tiempo. Así, el mismo movimiento es aceptado en el mundo psicológico. Estamos cuestionando eso. Decimos que cualquier forma de devenir psicológico no sólo impide la acción verdadera, sino que es una ilusión.
   … Si admitimos la posibilidad del progreso y de la evolución psicológica, entonces debemos admitir el tiempo, pero el tiempo es un producto del pensamiento. Cuando decimos: «De acuerdo, esto es lo que soy ahora», lo cual es un producto del pensamiento; «pero mañana, la próxima semana o en una fecha futura, seré del todo diferente», igualmente es una idea creada por el pensamiento; es obvio.
   … El pensamiento controla la psique: «no debo sentir esto», «debo llegar a ser aquello». Por eso, el llegar a ser, es el proceso psicológico inventado por el pensamiento. Y de ahí que todo el proceso sea mecánico.
   … Sólo hay cesación del devenir cuando existe la comprensión de lo que es, y la comprensión de lo que es, nos viene por medio del conocimiento propio, el cual revela exactamente lo que uno es. Y cuando cesa todo deseo (lo que sólo puede ocurrir mediante el conocimiento propio), la mente está serena.
   … Estamos acostumbrados a pensar en función del tiempo, para llegar a ser algo. Al encontrarnos confundidos, sufriendo, sin amor, llenos de la amargura de la frustración en la continua lucha por llegar a ser algo, decimos: «Debo tener tiempo para librarme de todo esto», pero nunca nos preguntamos: «¿Puedo librarme, no con el tiempo, sino inmediatamente?». Siempre es necesario hacerse preguntas fundamentales, pero sin buscar nunca respuestas, porque para esas preguntas no existen respuestas. En sí misma la pregunta, con su profundidad y claridad, constituye su propia respuesta.
   … ¿Acaso no es necesario tener una mente dúctil, alerta? ¿No debe uno tener una mente que sea supremamente flexible? ¿No debe la mente ser como un árbol que tiene sus profundas raíces en la tierra y, no obstante, se doblega al paso de los vientos? Es él mismo, por eso puede ser flexible. Ahora bien, ¿en qué nos ocupamos nosotros? Tratamos de llegar a ser alguna cosa y nos vanagloriamos de ello. Ese "llegar a ser" no es plenitud de realización, sino imitación, la copia de un modelo de lo que llamamos perfección; es un seguir, un obedecer a fin de lograr, de tener éxito. Esa no es verdadera realización. Una rosa o una violeta es una flor perfecta en su belleza, y eso, en sí mismo, es realización; sería vano desear que una violeta pudiera ser como una rosa. Nosotros hacemos un esfuerzo constante por ser esto o aquello, y así la mente-corazón se vuelve cada vez más rígida, limitada, estrecha e incapaz de una profunda flexibilidad. Por eso crea ulteriores resistencias de autoprotección contra el movimiento de la vida.
   … ¿es posible darse cuenta internamente del hecho real de que cualquier acción es una reacción, de que todas nuestras acciones nacen del afán de conseguir de alcanzar, de ser algo, de llegar a alguna parte? ¿Es uno capaz de darse cuenta de este simple hecho sin introducir el «qué haré», «qué sucederá con mi familia, con mi trabajo», y todas esas cosas? Porque si la mente ve el hecho sin interpretarlo basándose en lo viejo, entonces hay percepción inmediata, uno comprende esa acción que no es una reacción. Esa comprensión es la esencia de la nueva mente.
   … El hombre que dice que sabe ya está muerto; pero el hombre que piensa que no sabe, el hombre que descubre, que averigua, que no busca un fin, que ya no piensa únicamente en alcanzar el éxito y en llegar a ser alguien, ese hombre está vivo, y ese vivir es la verdad.”
    J. Krishnamurti