“… Entre tantos remedios, ideales y teorías en conflicto, ¿cuál es la verdadera cura para nuestras complejidades y crueldades sociales, para los profundos malentendidos que están creando confusión y caos en el mundo? Hay numerosos maestros con sus métodos, muchos filósofos con sus sistemas. ¿Cómo elegir lo que es verdadero? Cada sistema, cada maestro, hace hincapié en alguna parte de la existencia humana total.
¿Como ha de hacer uno,
entonces, para comprender el proceso total de la vida y cómo ha de liberar la
mente de modo tal que pueda haber percepción de lo verdadero? Cada líder tiene
su propio grupo en conflicto con otro grupo, con otro líder. Hay desacuerdo,
desorden, caos. Ciertos grupos se vuelven despiadados y otros tratan de ser
tolerantes, liberales, porque sus líderes les dicen: "Cultiven la
tolerancia, ya que todos los caminos conducen hacia la realidad". Así,
tratando de desarrollar el espíritu de tolerancia, de hermandad, poco a poco se
vuelven indiferentes, perezosos e incluso brutales.
… Tal como la sociedad
está organizada no podemos tener hermandad internacional. No podemos
permanecer siendo usted neozelandés, yo hindú y hablar de hermandad. ¿Cómo
puede haber verdadera hermandad si estamos limitados por las condiciones
económicas, por este patriotismo que es una cosa tan falsa? Es decir, ¿cómo
puede haber hermandad si usted permanece siendo un neozelandés aferrado a sus
prejuicios particulares, a sus vallas arancelarias, a su patriotismo y demás, y
yo un hindú que vivo en la India con mis propios prejuicios? Podemos hablar de
tolerancia, dejarnos mutuamente tranquilos, o yo enviándole misioneros y usted
enviándome misioneros, pero no puede haber hermandad. ¿Cómo podría haberla
cuando usted es cristiano y yo soy hindú, cuando usted está dominado por los
sacerdotes y yo también estoy dominado por los sacerdotes, cuando usted tiene
una forma de adoración y yo tengo otra? Lo cual no quiere decir que usted deba
adoptar mi forma de adoración o que yo deba adoptar la suya.
… Ahora bien, señores, me gustaría decirles que, a mi entender, la verdad no tiene aspectos. Creo que especialmente los teósofos, y también algunos otros, están habituados a afirmar que la verdad tiene muchos aspectos; el cristianismo es un aspecto, el budismo otro, el hinduismo otro y así sucesivamente. Esto no hace sino demostrar que queremos apegarnos a nuestro propio temperamento particular, a nuestros propios prejuicios, y ser tolerantes con los prejuicios de otras personas. Mientras que, para mí, reitero, la verdad no tiene aspectos. No es como una luz con muchas lámparas coloreadas. O sea, ustedes hacen pasar esa luz por lámparas con vidrios de colores y después tratan de ser tolerantes con una luz roja si ustedes son una luz verde; inventan esa desafortunada palabra tolerancia, tan artificial, tan árida y carente de valor. Por cierto, ustedes no son tolerantes con sus hermanos, con sus hijos; cuando hay verdadero afecto no hay tolerancia, es sólo cuando el corazón se ha marchitado que hablamos acerca de tolerancia. A mí, personalmente, no me importa en qué creen o no creen ustedes, puesto que mi afecto no se basa en la creencia. La creencia es una cosa artificial, mientras que el afecto es una condición innata, y cuando ese afecto se marchita tratamos de diseminar hermandad por el mundo y hablamos de tolerancia, de la unidad de las religiones. Pero donde hay verdadera comprensión no se habla acerca de la tolerancia.
… Cada religión sostiene que sólo hay una
religión verdadera, ella misma, y trata de atraer dentro de su redil, de su
limitación, a las personas que sufren. De este modo, las religiones crean
división entre los hombres. La pregunta es: ¿Por qué desean ustedes tener una
religión, cualquiera que sea, siendo la religión un sistema organizado de
creencias, dogmas y credos? Se aferran a ella porque esperan que actuará como
una guía, que les dará consuelo y solaz en tiempos de infortunio. Así, la
religión organizada se convierte en un refugio, un modo de escapar del continuo
impacto de la experiencia y de la vida. A causa de su propio deseo de
protección crean ustedes una estructura artificial a la que llaman religión,
la cual es, en esencia, una droga consoladora contra la realidad.
Si la mente discierne su propio proceso de construir refugios y así eludir la vida, comenzará a desenredarse de todos los valores incuestionables que ahora la limitan. Cuando el hombre comprenda de verdad esto, no tendremos el espectáculo de una religión compitiendo con otras, porque entonces estará libre de las ilusiones que él mismo ha creado, y así habrá despertado en sí mismo esa genuina inteligencia, lo único que puede destruir todas las discriminaciones artificiales y las múltiples crueldades de la intolerancia.
… Casi todos deseamos
un mundo en el que haya paz y hermandad, en el cual no tengan cabida la
crueldad y la guerra, en el que haya bondad y tolerancia, ¿Cómo hemos de
lograrlo? Es indudable que para obtener buenos fines debemos emplear buenos
medios. Si ustedes desean que haya tolerancia deben ser tolerantes, tienen que
acabar con la intolerancia desde sí mismos. Si quieren tener paz deben emplear
medios correctos para ello, no los métodos falsos de la brutalidad y la
violencia. Esto es obvio, ¿verdad? Si usted quiere ser amigo de alguien debe
ser cortés y bondadoso con él, no ha de haber ira ni causa alguna de enemistad.
Debe pues, emplear buenos medios para crear buenos fines, porque en el medio
mismo está el fin. No están separados, no se hallan distantes el uno del otro.
… La tolerancia no es compasión, es una cosa creada por la astucia de la mente. La tolerancia es la reacción de la intolerancia, pero ni el tolerante ni el intolerante serán nunca compasivos. Sin amor, toda la llamada buena acción sólo puede conducir a mayor daño y desdicha. Una mente ambiciosa, que busca poder, no conoce el amor y nunca será compasiva. El amor no es reforma, sino acción total.”
J. Krishnamurti
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