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LA INTENSA ENERGÍA DE LA VIDA ESTÁ SIEMPRE AHÍ, DÍA Y NOCHE

 

   “… Hay una gran diferencia entre ser informado que uno tiene hambre y el estar en realidad hambriento. Los dos estados son completamente distintos. En el segundo caso usted sabe que está hambriento al percibir y sentir el hambre directamente, entonces actúa. Pero si alguien le dice que puede que usted tenga hambre, llevará a cabo una actividad completamente distinta. De igual manera tenemos que observar y ver por nosotros mismos lo que realmente somos. Y eso es lo que vamos a hacer, conocernos a nosotros mismos. Se ha dicho que el conocimiento de uno mismo es la más alta sabiduría, pero pocos lo hemos logrado. No tenemos la paciencia, la intensidad o la pasión, para averiguar lo que somos. Tenemos la energía, pero hemos transferido esa energía a otros, y por eso necesitamos que nos digan lo que somos.

   … Y para explorar hay que disponer de energía, no sólo energía física, sino energía mental, de modo que el cerebro funcione con agilidad y no embotado por la repetición. Sólo cuando hay fricción hay desgaste de energía. Por favor, préstenle un poco de atención a esto. No acepten lo que dice el que habla, porque eso no tiene sentido. Lo que nos concierne es la libertad, no cierta clase de libertad, sino la libertad total del hombre. De modo que necesitamos energía, no sólo para llevar a cabo una revolución psicológica o espiritual en nosotros mismos, sino también para investigar, para observar, para actuar. Y en tanto haya fricción de cualquier tipo, fricción en la relación entre marido y mujer, entre un hombre y otro, entre una comunidad y otra, entre un país y otro, interior o exteriormente, en tanto haya conflicto en cualquiera de sus formas, por muy leve que sea, hay desgaste de energía. Pero cuando hay libertad, hay un máximo de energía.

   … Así que nuestro problema es, ¿puede el conflicto, la confusión, solucionarse a lo largo de un período de tiempo, ya sea de unos días, años o vidas? ¿Qué sucede cuando uno dice: «Voy a practicar la no violencia durante cierto período de tiempo»? El hecho mismo de practicarla indica que uno está en conflicto, ¿no es cierto? Uno no necesita practicar si no está en lucha con el conflicto, pero dice que es necesaria la lucha para poder superarlo, y para luchar se necesita tiempo; pero luchar con el conflicto es en sí mismo una forma de conflicto. Uno malgasta su energía luchando contra el conflicto, que se expresa en cierta forma, ya sea codicia, envidia o violencia, pero la mente sigue estando en conflicto. Por eso es tan importante ver la falsedad de este proceso, que depende del tiempo como un medio para superar la violencia y, en consecuencia, liberarse de ese proceso. Entonces uno puede ser ‘lo que es’.

   … El otro día explicaba que, para vivir con la muerte o para vivir con cualquier cosa, con vuestra esposa, con vuestro marido, vuestros hijos, vuestro prójimo, necesitáis energía. La necesitáis para vivir con una cosa bella o con una cosa fea. Si no tenéis energía para vivir con la belleza os habituáis a ella; y si no tenéis energía para vivir con algo feo, esa fealdad os corrompe, os corroe. Y del mismo modo, para vivir con la muerte, que es morir para todo, cada día, cada minuto, hace falta energía. Y entonces no hay miedo de la muerte, cosa que examinamos el otro día. Y esa misma energía se necesita en la comprensión de sí mismo. ¿Cómo podéis comprenderos a vosotros mismos si no tenéis la energía para ello? Y esta energía surge cuando no hay temor, ni apego a vuestra propiedad, a vuestro marido, esposa, hijos, país, dioses y creencias. Esta energía no es algo que pueda medirse poco a poco; tenéis que tenerla por completo para penetrar en esto. No hay diferencia entre energías, sólo hay energía.

   … Como la vida es incierta, nada está seguro, nada es permanente, ni la esposa, ni el marido, ni la familia, ni la nación; aunque tengamos una buena cuenta bancaria, nos durará sólo mientras vivamos. Comprende uno, pues, que no existe en absoluto nada que sea permanente, ninguna relación, nada, y de ahí nace el temor. El temor es una forma de energía, y esta energía es apresada por los que prometen y dicen: «yo sé y usted no sabe», «he tenido la experiencia y usted no», «esto es real y eso no lo es», «siga este sistema y encontrará lo que busca». Pues bien, para ver todo eso como lo falso por completo, usted ha de tener energía, y esa energía se disipa cuando no ha comprendido usted el temor. Cuando hay una parte de usted que tiene miedo y otra que dice: «he de tener algo perdurable», surge la contradicción, y esto es un desperdicio de energía.

   … La intensa energía de la vida está siempre ahí, día y noche. Es una energía sin fricción, sin dirección, sin opción ni esfuerzo. Está ahí con tal intensidad que el pensamiento y el sentimiento no pueden atraparla para moldearla de acuerdo con sus antojos, creencias, experiencias y requerimientos. Está ahí con una abundancia tal que nada puede disminuirla. Pero nosotros tratamos de usarla, de dirigirla, de atraparla dentro del molde de nuestra existencia, y de ese modo torcerla para ajustarla a nuestro patrón, a nuestra experiencia y conocimiento.

   … Sin embargo, sólo la mente que tiene esa energía intensa es capaz de seguir el rápido movimiento de la verdad. La verdad no es estática, es mucho más rápida que el pensamiento, y la mente no tiene ninguna posibilidad de alcanzarla. Para comprender la verdad es imprescindible tener esa inmensa energía que no puede almacenarse ni cultivarse. Esta energía no nace del sacrificio ni de la represión; todo lo contrario, exige dejar de protegerse por completo. Y no es posible dejar de protegerse a sí mismo, o abandonar todo lo que uno tiene, cuando se espera un resultado.

   … Donde hay silencio hay espacio, no la distancia de un punto a otro, como habitualmente imaginamos al espacio. Donde hay silencio no hay punto alguno, sino sólo silencio. Y ese silencio tiene la extraordinaria energía del Universo. El universo carece de causa; existe. Ese es un hecho científico. Pero nosotros, los seres humanos, estamos enredados en las causas.

   … El deseo de conservar la energía implica codicia. No es posible conservar o acumular esta energía esencial; llega al cesar la contradicción con uno mismo.”

   J. Krishnamurti