“… En cualquier acción
creativa, el individuo es quien importa. Estoy hablando al individuo, porque
sólo el individuo puede cambiar, no la masa; sólo uno puede transformarse a sí
mismo. Por tanto, el individuo es infinitamente importante. Sé que está de moda
hablar de grupos, de masa, de raza, como si el individuo no importara en
absoluto; pero en cualquier acción creativa, el individuo es quien importa.
Toda acción verdadera, toda decisión importante, como la búsqueda de libertad,
el investigar lo que es la verdad, sólo puede surgir del individuo que
comprende…; si alguno de nosotros es realmente un individuo, en el sentido de
que está tratando de comprender el proceso completo de su mente, entonces será
una entidad creativa, una persona libre, no condicionada, capaz de buscar la
verdad por sí misma y no como un resultado.
… Mientras uno sea
codicioso, envidioso, ambicioso, busque poder, posición y prestigio, la
sociedad le apoyará, y uno basará su acción en eso; esa acción se considerará
respetable, moral, pero no tiene nada de moral. El poder en cualquiera de sus
formas es dañino, ya sea el poder del esposo sobre su esposa, de la esposa
sobre su esposo o el poder de los políticos. Cuanto más tiránica, más fanática
sea y más fuerza tenga la religión, más dañina será, lo cual es un hecho, un
hecho que puede observarse y comprobarse. La sociedad lo aprueba; todos veneran
a la persona que tiene poder y actúa con poder. Si uno observa que su propia
acción se basa en la ambición de poder, en el deseo de triunfar, de ser alguien
en este mundo corrupto, entonces, si afronta ese hecho, actuará de forma
completamente diferente; ésa será la verdadera acción, y no la acción que la
sociedad impone al individuo. De modo que la moralidad social no es moralidad
en absoluto; es inmoral, es otra forma de defendernos a nosotros mismos, y de
esa manera destruimos la sociedad de forma gradual.
El hombre que quiera
comprender lo que es la libertad, debe dejar de depender de la sociedad con
determinación, no física, sino psicológicamente. Físicamente, uno no puede
dejar de depender de la sociedad, porque para cualquier cosa necesita a la
sociedad, para conseguir la ropa que lleva, para tener dinero, etc.; en lo
externo, no en lo psicológico, uno depende de la sociedad. Sin embargo, no
depender psicológicamente de la sociedad significa tener libertad, es decir,
estar completamente libre de ambición, envidia, codicia, deseo de poder, de
posición y de prestigio.
… Cualquier clase de
conflicto, el conflicto entre naciones, entre distintos grupos sociales, entre
individuos, o el conflicto dentro de uno mismo. ¿No es inevitable el conflicto
mientras no haya una integración entre el actor y su acción, entre el reto y la
respuesta? Nuestro problema es el conflicto, ¿verdad? No un conflicto en
particular, sino cualquier conflicto, la lucha entre ideas, entre creencias,
entre ideologías, entre opuestos. Si no hubiera conflicto no habría problemas.
… Sufro. Psicológicamente estoy
terriblemente perturbado y tengo una idea al respecto, qué debería hacer, qué
no debería hacer, cómo debería cambiarse eso. Esa idea, esa fórmula, ese
concepto me impide mirar el hecho de lo que es. La ideación y la fórmula
son maneras de escapar de lo que es. Cuando existe un gran peligro, hay
acción inmediata. Entonces no tengo una idea al respecto. No formulo una idea y
después actúo conforme a esa idea. La mente se ha vuelto perezosa, floja, a
causa de una fórmula, la cual le ha proporcionado un medio para escapar de la
acción con respecto a lo que es. Viendo por nosotros mismos toda la
estructura de lo que se ha dicho, y no porque ello nos haya sido señalado, ¿es
posible enfrentarse al hecho, al hecho de que somos violentos, por ejemplo?
Somos seres humanos violentos, y hemos elegido la violencia como nuestro estilo
de vida, la guerra y todo eso.
El escuchar es, en sí
mismo, una acción completa; el puro acto de escuchar trae su propia libertad.
Pero, ¿estamos realmente interesados en escuchar, en transformar nuestra
confusión interna? Si usted escuchara... en el sentido de estar alerta a sus
conflictos y contradicciones, sin forzarlos dentro de ningún patrón particular
de pensamiento, tal vez estos conflictos y estas contradicciones podrían cesar
por completo. Vea, estamos constantemente tratando de ser esto o aquello, de
lograr un estado especial, de capturar una clase de experiencia y de evitar
otra, de modo tal que la mente está siempre ocupada con algo, jamás está quieta
para escuchar el ruido de sus propias luchas y dificultades. Sea sencillo... y
no trate de llegar a ser alguna cosa o de capturar alguna experiencia.
… Únicamente cuando la mente se comprende
totalmente a sí misma, tan profundamente que muere a todo lo conocido y no
queda en ella ninguna barrera, sólo entonces la verdad se manifiesta. De manera
que la transformación del individuo sólo puede suceder cuando se comprenden por
completo los movimientos de la mente, lo cual es meditación. Comprenderse uno
mismo es un proceso en el cual no hay condena ni justificación; significa
simplemente ver lo que uno es, observando sin juicio, sin interferencia, sin
control y sin distorsión. Percibir lo que uno es, sin ninguna valoración, lleva
a la mente hacia una extraordinaria profundidad, y sólo en esa profundidad
puede haber transformación. Como es lógico, esa acción que surge de una
comprensión profunda, nada tiene que ver con la acción de adaptarse.
… Cuando tenéis una
clara conciencia, veis el proceso total de vuestro pensar y de vuestra acción;
pero esto puede ocurrir tan sólo cuando no hay condenación alguna. Cuando yo
condeno algo, no lo comprendo; y este es un modo de evitar toda comprensión.
Creo que la mayoría de nosotros lo hace adrede; condenamos inmediatamente y
creemos haber comprendido. Si en vez de condenar algo, lo consideramos, nos
damos cuenta de lo que es, entonces el contenido de esa acción, su significado,
empieza a revelarse. Experimentad con esto y lo veréis por vosotros mismos.
Daos cuenta simplemente, sin sentido alguno de justificación, lo cual podría
aparecer más bien negativo, pero no lo es. Por el contrario, tiene la cualidad
de la pasividad, que es acción directa. Esto lo descubriréis si lo ponéis a
prueba.”
J. Krishnamurti