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LA PERCEPCIÓN DIRECTA NO CONTIENE NINGÚN ELEMENTO DE TIEMPO NI DE MEMORIA

 

   “… La serenidad de la mente es esencial para comprender toda la significación de la vida. El pensamiento nunca puede estar tranquilo; el pensamiento, que es el producto del tiempo, jamás podrá encontrar lo que es atemporal, jamás podrá conocer aquello que está más allá del tiempo. La naturaleza misma de nuestro pensar es una contradicción, porque siempre pensamos en términos de pasado o de futuro; y por ello nunca podemos ser plenamente conocedores, plenamente conscientes del presente. Ser plenamente consciente del presente es tarea extraordinariamente difícil, porque la mente es incapaz de enfrentar un hecho de un modo directo, sin engaño. El pensamiento es producto del pasado, y por eso sólo puede pensar en términos de pasado o de futuro; el pensamiento no puede ser completamente consciente de un hecho en el presente. Así, pues, mientras el pensamiento, que es producto del pasado, trate de eliminar la contradicción y todos los problemas que ella origina, él persigue tan sólo un resultado, procura lograr un fin; y semejante pensamiento sólo crea más contradicción, y con ella conflicto, desdicha y confusión en nosotros y por lo tanto en torno nuestro.

   … Si uno pone atención, toda la conciencia permanece en silencio, el pensamiento no interfiere, y esa es la manera de descubrir, de aprender. Así, pues, ¿existe una dimensión más allá y por encima de esta conciencia? No salten a la conclusión de que es Dios, eso es absurdo. Una mente consciente que piensa en Dios sigue estando dentro de los límites de su propia conciencia, ¿entienden? Si piensan en Dios, ese Dios es una creación de su propio pensar, y como su pensar es el resultado del tiempo, su Dios también es tiempo, no tiene ningún valor. Aun así, creemos, queremos tener claridad, queremos encontrar la verdad, todo a través del proceso del pensamiento. Uno puede preguntarse si existe una dimensión diferente, esa no es una pregunta teórica, sino una pregunta muy válida, una pregunta fundamental cuando uno ha comprendido la naturaleza del tiempo. ¿Comprenden?

   … Si la mente no está en silencio, quieta, ¿cómo puede comprender algo? ¿Cómo puede captar, mirar, estar en completa intimidad y familiarizada con la muerte, con el tiempo o con el dolor? Y, ¿qué es eso que dice: «estoy apenado», «soy desdichado», «he pasado días en conflicto, en sufrimiento, en completa desesperación»? ¿Qué es esa cosa que sigue repitiendo: «no puedo dormir», «no me he sentido bien», «soy esto, soy aquello», «soy infeliz», «usted no me ha mirado», «usted no me ha amado»? ¿Qué es esa cosa que sigue hablándose a sí misma? Seguramente, es el pensamiento.

   … Cuando está hambriento, eso es un hecho; nadie necesita decirle que tiene hambre; ni describir lo que es el hambre. Así pues, el hecho revela la estructura del desorden, del tiempo, y a menos que uno llegue a ese punto en que su comprensión es un hecho, no puede seguir adelante. Cuando la mente se da cuenta de que el tiempo engendra desorden y que eso es un hecho real, no una teoría, una afirmación verbal ni un concepto intelectual, esa misma percepción produce una revolución enorme porque uno ha negado el tiempo psicológico.

   … Para percibir de forma directa se requiere una mente que no sea esclava del tiempo. Por favor, comprendan esto, pues una vez entiendan este hecho, la estructura entera del pensamiento cambiará. Para percibir y comprender, el tiempo no es necesario en absoluto; lo único que se necesita es ver con claridad, y para ver con claridad uno ha de tener espacio, no sólo espacio externo, sino espacio interior; es decir, espacio en la mente. Porque cuando la mente parlotea se llena de conocimiento, entendiendo por conocimiento, no la información técnica, obvia y necesaria, sino el pasado; cuando la mente está atestada del conocimiento de ayer, de los hechos de ayer, del dolor y de los diversos recuerdos de ayer, no hay espacio en ella; y cuando no hay espacio hay conflicto.

   … Escuche, si como decíamos hace un momento, la percepción directa no contiene ningún elemento de tiempo ni de memoria, sino que simplemente sucede, ya que es intemporal, está claro que no es posible llegar a ella gradualmente, que no es algo que el pensamiento pueda cultivar. Para tener una percepción directa de uno mismo, ha de suceder instantáneamente, no paso a paso; y pregunto, ¿es eso posible? 

   … Lo que estamos diciendo es, el cerebro ha evolucionado en el tiempo y solo puede pensar en términos de tiempo, en que la crisis «se solucionará»; en el momento en que utiliza las palabras «se solucionará», ya está pensando en términos de tiempo. No sé si lo entienden. ¿De acuerdo? Señor, ambos estamos hablando juntos. Decimos que esa actividad del cerebro, que ha sido cultivada a través del tiempo, puede detenerse cuando afrontamos la crisis y nos liberamos de la idea, del concepto, del deseo, del «finalmente lo cambiaremos». ¿Entiende este punto?

   … De suerte que la regeneración sólo es posible en el presente, no en el futuro ni mañana. El hombre que confía en el tiempo como medio por el cual puede lograr la felicidad, comprender la verdad o Dios, sólo se engaña a sí mismo; vive en la ignorancia, y por lo tanto en conflicto. Pero el que ve que el tiempo no es la salida de nuestra dificultad, y por lo tanto está libre de lo falso, un hombre así, naturalmente, tiene la intención de comprender; su mente, por consiguiente, está quieta espontáneamente, sin compulsión, sin ejercitación. Cuando la mente está serena, tranquila, sin buscar respuesta ni solución alguna, sin resistir ni esquivar, sólo entonces puede haber regeneración, porque entonces la mente es capaz de captar lo que es verdadero; y es la verdad lo que libera, no vuestro esfuerzo por ser libres.

   J. Krishnamurti