Translate

PARA ENCONTRAR LA REALIDAD NO TIENE QUE HABER EXIGENCIA, NI PETICIÓN, NI SÚPLICA

     “… No se trata de lo que yo diga sobre la oración, porque entonces eso se convierte meramente en una opinión frente a otra, y la opinión no tiene validez, pero lo que podemos hacer es descubrir cuáles son los hechos.

   «Yo le ruego a Dios, y mis plegarias son contestadas.» Vamos a examinar eso. ¿Qué entiende usted por ruego u oración? ¿Reza usted cuando está alegre, cuando es feliz, cuando no hay confusión ni desdicha? Reza cuando hay aflicción, cuando hay confusión, miedo, agitación y su plegaria es súplica, petición. Cuando usted se siente afligido, quiere que alguien lo ayude a salir de la situación, una entidad superior que le eche una mano, y a ese proceso de súplica se le llama oración. Por lo tanto, ¿qué sucede? Usted le presenta a alguien su cuenco de mendicante, no importa quien sea, a un ángel o a su propia proyección, a la que usted da el nombre de Dios.    

   En el momento en que pide limosna, usted obtiene algo, pero si ese algo es real o no, es otra cuestión. Usted quiere que se solucionen su confusión y sus infortunios, así que echa mano de sus frases tradicionales, pone en marcha su devoción, y la continua repetición, sin duda, aquieta la mente. Pero eso no es quietud, la mente es meramente insensibilizada y adormecida. En esa quietud inducida, cuando hay súplica, hay una respuesta. Pero no es en absoluto una respuesta de Dios, procede de su propia proyección ornamental. Ahí tiene la respuesta a la pregunta. Pero usted no quiere inquirir en todo esto, por eso formula la pregunta. Su oración es súplica; a usted sólo le interesa conseguir una respuesta a su plegaria, porque quiere librarse de molestias. Algo le está royendo el corazón, y al rezar, se embota y tranquiliza. En esa quietud artificial hay, obviamente, una respuesta satisfactoria, de otro modo usted la rechazaría. Su oración es satisfactoria y, por lo tanto, es lo que usted mismo ha creado. Es su propia proyección que le ayuda a salir del paso. Esa es una clase de oración.

   Luego está el tipo de oración que busca conscientemente hacer que la mente se sosiegue y sea receptiva y abierta. ¿Cómo puede la mente abrirse cuando está condicionada por la tradición, por el bagaje del pasado? Apertura significa entendimiento, la capacidad de comprender lo imponderable. Cuando la mente se mantiene atada a una creencia no puede abrirse. Cuando se abre a fuerza de voluntad, obviamente cualquier respuesta que reciba será una proyección de sí misma. Sólo cuando la mente está incondicionada, cuando sabe cómo hacerle frente a cada problema conforme se presenta, sólo entonces dejan de existir todos los problemas. Mientras el bagaje histórico continúe, tiene que crear problemas; en tanto haya continuidad, tiene que haber cada vez mayor agitación y desasosiego.

   Psicológicamente oráis, solicitáis, rogáis, y tendréis una respuesta, ¿pero es ella la respuesta de la realidad? Para encontrar la realidad no tiene que haber exigencia, ni petición, ni súplica. Después de todo, sólo rezáis cuando os halláis confusos, cuando estáis afligidos y en desgracia, ¿verdad? No siendo así, no rezáis. Sólo cuando estáis confusos, cuando os sentís miserables deseáis la ayuda de alguien; y la oración, que es un proceso de exigencia, debe necesariamente tener respuesta. La respuesta puede provenir de las capas inconscientes profundas de uno mismo, o puede ser resultado de lo colectivo, pero ella no es, evidentemente, la respuesta de la realidad. Y uno puede ver que, por medio de la plegaria, de una postura, de la constante repetición de ciertas palabras y frases, la mente es aquietada. Cuando la mente, luego de luchar con un problema, está quieta, hay evidentemente una respuesta, pero esa respuesta, a buen seguro, no proviene de aquello que está más allá del tiempo. Vuestra demanda está en la esfera del tiempo, y por lo tanto la respuesta debe también estar dentro de lo temporal. He aquí pues, una parte de la cuestión, siempre que recemos, lo cual es una petición, una exigencia, tiene que haber una respuesta, pero esta no es la respuesta de la realidad. 

   Ahora bien, el que hizo la pregunta desea saber si es posible, por medio de la oración, entrar en contacto directo con Dios, con la realidad. Serenando la mente, forzándola mediante la disciplina o la repetición de palabras, adoptando ciertas posturas, logrando un control y subyugación constantes, ¿es posible, de ese modo, entrar en contacto con la realidad? No, evidentemente. Una mente que se ajusta a las circunstancias, al medio ambiente, al deseo, a la disciplina, jamás puede ser libre. Sólo la mente libre puede descubrir, sólo la mente libre puede entrar en contacto con la realidad.

   … ¿Alguna vez os habéis observado rezando? Os arrodilláis u os sentáis tranquilamente, adoptáis cierta postura física, ¿no es así? O aún, vuestra mente reza mientras camináis. Bueno, ¿qué ocurre en ese proceso? Seguid esto, por favor, y veréis. Cuando rezáis, vuestra mente repite ciertas palabras, ciertas frases cristianas o sánscritas; y la repetición de esas frases aquieta la mente, ¿verdad? Probadlo, y veréis que si proseguís repitiendo ciertas palabras, ciertas frases, las capas superficiales o superiores de la mente resultan aquietadas, lo cual no es verdadera quietud, sino una forma de hipnosis. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando la mente superior o superficial es aquietada? Es obvio que las capas más profundas de la mente brindan su intimación, ¿no es así? Todos los niveles más profundos de la conciencia, las acumulaciones raciales, las experiencias individuales, los recuerdos y conocimientos del pasado, todo ello está ahí; pero nuestra vida diaria, nuestras diarias actividades, están tan sólo en la superficie de la mente, y a la mayoría de nosotros no le interesa para nada los niveles más profundos.

   … Cuando hay percepción interna de toda actividad de vuestra mente y vuestro cuerpo, cuando os dais cuenta de vuestros pensamientos, sentimientos, tanto secretos como manifiestos, conscientes e inconscientes, entonces sale de esta percepción una claridad que no es inducida, no es confeccionada por la mente. Y, sin esa claridad, podéis hacer lo que queráis, podéis rebuscar en cielos, en tierra y en las profundidades, mas nunca descubriréis lo que es verdadero.”

    J. Krishnamurti