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SIN LIBERTAD NO PUEDEN IR MÁS ALLÁ DE LAS LIMITACIONES DE LA MENTE

    “… Pensamos que algún otro va a enseñarnos cómo mirar, que algún otro va a mostrarnos el camino y a salvarnos de nuestra interminable lucha y desdicha. Si ustedes observan, tanto externa como internamente, se darán cuenta de que no hay nadie que pueda darnos la llave, la comprensión de nuestra vida tan desesperadamente desconcertante, compleja y desgraciada. Pero rehusamos mirar, nos negamos a escuchar las sugestiones, las insinuaciones de eso que nos está contando la historia, tanto en detalle como en su totalidad abarcadora; eso nos dice lo que realmente está ocurriendo. Por lo tanto, si se me permite señalarlo, quien les habla no tiene nada que enseñarles, y eso es lo que realmente quería decir; ninguna nueva filosofía, ningún nuevo sistema, ningún nuevo sendero hacia la realidad. No hay sendero que conduzca a la realidad; los muchos senderos que el hombre ha inventado hacia la realidad han nacido del miedo; de hecho, no hay en absoluto sendero alguno. Un sendero implica algo permanente, estático, que está ahí inmóvil; lo único que tienen que hacer es andar por el sendero y llegarán allá. Me temo que no es así en lo más mínimo.

   Es mucho más complejo, mucho más sutil y extraordinariamente bello si uno comprende que no hay sendero, que no hay salvador, que nadie puede liberarnos de nuestra propia confusión, de nuestra lucha y de nuestra eterna búsqueda. Porque, como dijimos, todo está ahí si uno sabe cómo explorar, cómo mirar; está todo dentro de nosotros mismos, porque somos el resultado del tiempo, el resultado de una experiencia infinita, de una vasta tradición.

   Queremos que se nos diga cómo mirar, cómo escuchar, qué hacer. No formulen esas preguntas nunca, a nadie, qué hacer, cómo escuchar, cómo estar atentos. Todo lo que tienen que hacer es mirar. No es cuestión de “cómo” mirar; sólo mirar, con todo el corazón, con toda la mente, de modo que vean las cosas tal como realmente son. Rehusamos mirar porque nuestros corazones se hallan repletos con las cosas de la mente, la cual tiene múltiples imágenes que no podemos mirar ni con claridad ni con afecto. Y el afecto no puede enseñarse, no hay escuela, no hay maestro ni libro que puedan dar origen a esta calidad del amor. Y sin amor, hagan lo que hagan, aunque vayan a todos los templos, mezquitas e iglesias y se sacrifiquen, y se comprometan con un particular curso de acción y pertenezcan a algún partido político; sin amor, la desdicha de ustedes, la dolorosa soledad y la desesperación que padecen jamás tendrán fin.

   La libertad no puede otorgarse, la libertad es algo que aparece cuando uno no lo busca. Surge sólo cuando uno sabe que es un prisionero, cuando conoce completamente, por sí mismo, su estado de condicionamiento, cuando sabe hasta qué punto está atrapado por la sociedad, por la cultura, por la tradición, por todo lo que le han dicho. La libertad es orden, jamás es desorden, y uno debe tener completa libertad, tanto externa como internamente; sin libertad no hay claridad, sin libertad ustedes no pueden amar, sin libertad no pueden dar con la verdad. Sin libertad no pueden ir más allá de las limitaciones de la mente. Tiene que haber libertad y deben exigirla con la totalidad del ser. Cuando la exijan así descubrirán por sí mismos qué es el orden, un orden que no consiste en seguir un patrón o un diseño, que no es el resultado del hábito. Hagan el favor de escuchar todo esto, solo escuchen, sin aceptar ni rechazar. Sin libertad sólo hay desorden.

   … La comprensión de nosotros mismos nada tiene que ver con el hecho de seguir una doctrina, una filosofía, una fórmula, o de procurar imitar determinado ideal. Todo eso, ciertamente, es el proceso del “yo". Y en la comprensión de nuestros diversos “condicionamientos", la sinceridad no hace falta; pero es esencial ser serio, lo cual es del todo diferente. La seriedad no depende de una disposición de ánimo; ella es el comienzo de la comprensión de nosotros mismos. Si uno no es decidido, en efecto, si uno no es realmente serio, no puede llegar muy lejos. Pero nuestra seriedad, nuestra decisión, se aplica por lo general a seguir determinada idea, creencia o esperanza; y lo importante es entendernos a nosotros mismos. La propia comprensión no exige imitación, copia, aproximación a un ideal. Antes bien, debemos entendernos a nosotros mismos tal cuales somos de instante en instante, seamos como seamos; y para eso se necesita una seriedad que no depende de ninguna tendencia o disposición de ánimo en particular.

    … La creencia es fruto del miedo. Si no hay miedo, uno puede ver la hoja, el árbol, el cielo espléndido, la luz, los pájaros, la expresión de un rostro; y hay belleza. Cuando hay belleza hay bondad, y cuando hay bondad, la verdad se revela.

   Por eso es tan importante que comprendamos nuestro vivir diario. Uno debe comprender por qué se ha vuelto su vida tan mecánica, por qué sigue a otros, por qué es tan infantil y vive creyendo o no creyendo, forcejeando, actuando con violencia. Tiene que comprenderlo, porque ustedes saben perfectamente que eso es lo que ocurre a diario en nuestras vidas, y que esa es la razón de que queramos escapar y anhelemos una experiencia más vasta, más profunda. Por eso acudimos a los libros, gurús y maestros que nos prometen la iluminación, ese algo extraordinario; pues eso es precisamente lo que nos ofrecen los sistemas: «haz esto y aquello y llegarás a lo que buscas; sigue este camino y alcanzarás la meta», como si la verdad fuera una estación inamovible a la que todos los caminos conducen.

   Esa ridícula idea de que hay una estación en la que los innumerables caminos desembocan, significa que no importa cuál tome uno, porque todos conducen al mismo sitio y, por tanto, seamos tolerantes con todos los caminos. 

   Escuchen, no hay camino ni sendero ni verdad inamovible. No hay ningún sendero, ¿entienden?; por eso deben tener una mente muy despierta, viva, que investigue, que aprenda.”

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           


COMO LA BELLEZA Y EL AMOR, LA VERDAD NO ESTÁ EN EL REINO DE LAS POSESIONES

    “… Dialogar no consiste en compartir experiencias mutuas; de hecho, no hay compartir, solo existe la belleza de la verdad, la cual ni ustedes ni yo podemos poseer; simplemente existe. Para dialogar con inteligencia no solo debe haber afecto, sino también duda. Como saben, a menos que uno dude, no puede haber investigación, porque investigar significa cuestionar, descubrir por uno mismo paso a paso. Si lo hacen, no necesitarán seguir a nadie ni pedir a nadie que reafirme o constate su descubrimiento; pero todo eso exige una inteligencia y sensibilidad extrema. 

   … Para inquirir, para investigar todas las cuestiones que afectan a nuestras vidas, como la muerte, el nacimiento, el matrimonio, el sexo, la relación, la virtud, si existe o no algo más allá de la acción de la mente, se requiere libertad; libertad para desprenderse, porque solo cuando uno puede derribar por completo todo aquello que había considerado sagrado, sólido o virtuoso, puede descubrir la verdad. A fin de averiguar lo que es la verdad, vamos a investigarlo todo, a cuestionarlo todo; vamos a desmantelar esa casa que el hombre ha construido a lo largo de los siglos. Para hacerlo se necesita libertad, se requiere una mente capaz de inquirir, una mente seria. Con «seriedad» me refiero a esa cualidad que permite seguir un pensamiento hasta el final, me refiero a cuestionar sin temor a las consecuencias; de lo contrario, no se trata de inquirir, de investigación, sino que uno se queda simplemente en la superficie y juega con las palabras y con ideas.

   … Cuando ustedes dicen: “estoy buscando”, implican que están buscando lo desconocido. Desean lo desconocido, y ese es el objeto de su búsqueda. A causa de que lo conocido es para ustedes terrible, insatisfactorio, vano y conduce al dolor, anhelan descubrir lo desconocido y, de aquí, las preguntas: “¿qué es la verdad? ¿Qué es Dios?” De esto surge la pregunta: ¿quién me ayudará a lograr la verdad? En ese intento mismo de hallar la verdad, de encontrar a Dios, ustedes crean a los gurús, a los maestros, quienes se convierten en sus explotadores.

   Por favor, no se ofendan por mis palabras, no prejuzguen contra lo que estoy diciendo y no piensen que me dejo llevar por mi pasatiempo favorito. Solo les muestro la causa de que sean explotados; esa causa es su búsqueda de una meta, de un objetivo. Cuando comprendan la falsedad de la causa, esa comprensión los liberará. No les pido que sigan mis enseñanzas, porque si lo que desean es comprender la verdad, no pueden seguir a nadie; si desean comprender la verdad, tienen que permanecer completamente solos.

   … No hay sendero hacia la verdad, ella debe llegar a uno. La verdad puede llegar a nosotros solo cuando la mente y el corazón son sencillos, claros, y en nuestro corazón hay amor; no si nuestro corazón está lleno con las cosas de la mente. Cuando en el corazón hay amor, no hablamos acerca de organizar la fraternidad; no hablamos de creencias, de división o de poderes que crean división, no necesitamos reconciliarnos. Entonces somos, cada uno de nosotros, simplemente un ser humano, sin rótulo alguno, sin una nacionalidad. Esto significa que usted debe despojarse de todas esas cosas y permitirle a la verdad que se manifieste; y la verdad puede manifestarse solo cuando la mente está vacía, cuando cesa en sus creaciones. Entonces la verdad vendrá sin que la inviten. Llegará tan rápida y sorpresivamente como el viento. Llega en secreto, no cuando la aguardamos, cuando la deseamos. Está ahí, tan súbita como la luz del sol, tan pura como la noche. Pero para recibirla, el corazón debe estar lleno y la mente vacía. Ahora tiene usted la mente llena y su corazón está vacío.

   … Caballeros, estoy seguro de que, en los viejos tiempos, antes de que se publicaran libros, antes de que hubiera seguidores, maestros y gurús, hubo descubridores originales que nunca habían leído un libro. Debido a que no existía ningún Bhagavad Gita, ninguna Biblia, ningún libro de ningún tipo, tenían que descubrir las cosas por si mismos, ¿verdad? ¿Cómo lo hicieron? Es obvio que no tenían reglas, ni tampoco citaban estúpidamente la autoridad de algunos individuos. Buscaban la verdad por sí mismos, y la encontraban en los sitios sagrados de sus propias mentes y de sus corazones. Sin duda alguna, también nosotros podemos descubrir la verdad por nosotros mismos en los lugares sagrados de nuestras mentes y nuestros corazones.

   … Ahora bien, dándoos cuenta de ese hecho, ¿cómo os vais a poner a descubrir lo real por vosotros mismos? ¿Comprendéis, señores? Dios, la verdad, o lo que sea, tiene que ser totalmente nuevo, algo que está fuera del tiempo, fuera de la memoria, ¿no es así? No puede ser algo que se recuerde del pasado, algo que os han dicho o que la mente ha conjeturado, creado. ¿Y cómo lo encontraréis? Sólo puede hallarse, seguramente, cuando la mente está libre del pasado, cuando la mente cesa de formular cualquier imagen, cualquier símbolo. ¿No es un factor de real deterioro el hecho de que la mente formule imágenes, símbolos? Y esto puede ser lo que está ocurriendo en la India, así como en el resto del mundo. ¿Estoy explicando bien el problema? ¿O no es problema para vosotros?

   … La verdad no ha de buscarse en los libros, a través de la devoción o de la inmolación, sino que surge cuando la mente es libre y está serena; y esa libertad, esa serenidad de la mente llega sólo cuando se comprenden los hechos de sus relaciones. Si no comprendemos sus relaciones, hagamos lo que hagamos, la mente solo creará problemas posteriores; sin embargo, cuando la mente está libre de todas sus proyecciones, hay un estado de serenidad en el cual los problemas cesan. Y solo entonces lo intemporal, lo eterno se puede hacer presente. Así pues, la verdad no es cuestión de conocimiento, no es algo que se recuerde, que se repita, que se imprima y se difunda en todas direcciones. La verdad es lo que es, no tiene nombre, por ello la mente no puede aproximarse a ella.

    … La verdad no es suya ni mía. Lo que es suyo puede ser organizado, explotado o guardado como una reliquia. Eso es lo que está sucediendo en el mundo; pero la verdad no puede organizarse. Como la belleza y el amor, la verdad no está en el reino de las posesiones.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

LO QUE USTEDES LLAMAN POSITIVO ES QUE LES DEN UN PLAN DEFINIDO, QUE LES DIGAN EXACTAMENTE LO QUE DEBEN HACER

   “… ¿Qué es realmente lo que andamos buscando? ¿Estamos cansados de la vida, cansados de una serie de ceremonias, de una serie de dogmas y ritos religiosos, y por eso pasamos a otra? ¿Es porque se trata de algo nuevo, más excitante, palabras sánscritas, hombres de barba, “togas” y todo lo demás? ¿Es esa la razón? ¿O es que deseamos encontrar un escape, un refugio en el budismo, en el hinduismo, o en alguna otra creencia religiosa organizada? ¿O lo que buscamos es satisfacción? Es muy difícil distinguir y darnos cuenta de lo que en realidad buscamos, ya que cambiamos según el momento; cuando estamos cansados, cuando nos sentimos desdichados, deseamos algo fundamental, perdurable, final, absoluto. Muy pocos son los que persisten en su búsqueda, en su indagación, mejor dicho. La mayoría de nosotros desea distracción. Si somos intelectuales, deseamos distracción intelectual, y así sucesivamente.

   Algunos tratan de entrar en contacto con los muertos a través de un médium, de la escritura automática y de otros recursos infantiles; y están los que buscan la guía de los que ellos llaman Maestros, haciéndolo por intermedio de sus representantes, lo cual es igualmente infantil. Así que, por favor, no condenen a los que acuden a un médium y asisten a sesiones espiritistas, cuando ustedes mismos, diligentemente, buscan mensajes y sistemas que les entregan los que ustedes llaman representantes de los Maestros. Hay otras personas que dependen, para guiarse, de sacerdotes y ceremonias, de tradiciones y convencionalismos. Están todos en la misma categoría. Una mente que desea comprender la verdad, debe estar libre de estas tres ilusiones: de la creencia organizada con su autoridad y sus dogmas, de las ceremonias con su boato y su sensación, y de esas ilusiones que, creadas por la propia mente, van acompañadas de satisfacciones y de una destructiva felicidad. Cuando la mente se halla en verdad exenta de todo prejuicio, cuando no busca una recompensa ni cultiva una deidad ni espera la inmortalidad, entonces, en esa claridad de discernimiento, surge a la vida la realidad. 

   Esta actitud ultramundana basada en la fe y, por ende, en el temor, ha desarrollado creencias, dogmas, ceremonias, y ha fomentado una moral dirigida a la seguridad individual; su resultado es un sistema de evasiones respecto de este mundo de conflicto y dolor. Ha generado pues, una división entre lo real y lo ideal, entre el aquí de este mundo y el más allá, entre la Tierra y el cielo, entre lo interno y lo externo. A causa de este concepto se ha desarrollado una moralidad basada en el temor, en el afán adquisitivo, en la seguridad y el bienestar individual aquí y en el otro mundo, así como una serie de valores inmorales, hipócritas y enfermizos que están totalmente en desacuerdo con la vida. Esta concepción de la existencia, junto con sus escapes, todo ello basado en la fe, también priva al hombre de la verdadera experiencia de la realidad.

   Una vez que usted ha visto que un acto es totalmente necio, no vuelve sobre lo mismo. Si percibe profundamente, como yo lo he hecho, la completa insensatez de las ceremonias, jamás podrán volver a ejercer ninguna influencia sobre usted. Ninguna opinión, así sea la de la mayoría, ninguna autoridad, ni de la tradición ni de las circunstancias, puede persuadir en contrario a uno que ha discernido la inutilidad de las ceremonias. Pero hasta tanto uno no haya visto completamente su significado, volverá a ellas. Es lo mismo en relación con la Sociedad Teosófica. La idea de la creencia organizada, con sus autoridades, su propaganda, sus conversiones y su explotación, para mí es fundamentalmente nociva.

   Por favor, he expresado por última vez mi opinión con respecto a las ceremonias. Repetimos esto una y otra vez cada año, y no voy a responder más a ello. Puedo responderlo a aquellos que lo escuchan por primera vez, pero no al oído acostumbrado, al hombre que ya ha arreglado su mente para hacer lo que él quiere hacer y sólo necesita mi confirmación. ¿Por qué me pregunta? Si quiere hacer algo y piensa que es correcto, hágalo. Entonces descubrirá. Pero para descubrir, sea abierto al respecto, sea franco, no hipócrita. No base sus acciones en la autoridad. No practique ceremonias porque alguien haya dicho: “hay poder en las ceremonias”, o porque usted mismo obtiene cierto estímulo y piensa que eso es algo espiritual, divino. Para mí, no existe un poder espiritual externo, ni esa cosa subjetiva que llamamos el “yo”, o el yo superior del cual derivamos poder. Ambos son sensación. Y cuando la mente está libre tanto del objeto como del sujeto, usted conocerá lo que es; entonces experimentará ese éxtasis del vivir en el cual no existe el temor.

   Además, ustedes han descartado ciertas ceremonias y han adoptado otras nuevas. Entonces, ¿por qué han abandonado las ceremonias viejas? Las han abandonado porque no los satisfacían, y han adoptado las ceremonias nuevas porque son más prometedoras, más atractivas, ofrecen una esperanza mayor. Nunca han dicho: “voy a descubrir el valor intrínseco de las ceremonias, ya sean hindúes, cristianas o de cualquier otro credo”. Para descubrir su valor intrínseco deben desechar las esperanzas, los atractivos que ofrecen, y examinar críticamente toda la cuestión. No puede existir esta actitud de aceptación. Uno acepta sólo cuando desea ganar, cuando está buscando consuelo, refugio, seguridad y, en esa búsqueda de seguridad, de consuelo, hace de la duda un impedimento, una ilusión que debe ser desterrada y destruida. 

   … Lo que ustedes llaman positivo es que les den un plan definido, que les digan exactamente lo que deben hacer. Pero si pueden comprender por sí mismos cuáles son los obstáculos que se oponen a su profunda y auténtica realización, entonces no se volverán meros seguidores ni serán explotados. Todo seguimiento es nocivo para la plenitud de la realización.”

    J. Krishnamurti 
             
            Audiotexto:

           


TENEMOS QUE COMPRENDER LA CAUSA PRIMORDIAL DEL DESCONTENTO

   “… Para la mayoría, la ambición parece ser la meta, el modo de vida; y cuando los empeños de esa ambición se ven desbaratados hay frustración, hay dolor, lo cual conduce a una serie de evasiones. Por cierto, esfuerzo implica fundamentalmente, no sólo ambición de adelanto personal, sino también ambición de progreso social y político; y si no logramos éxito en asuntos de este mundo, volvemos nuestra ambición hacia los asuntos llamados espirituales. Si no llego a ser alguien en este mundo deseo llegar a serlo en el otro, y eso se considera espiritual, más digno, más significativo; pero la ambición en cualquier sentido, sea cual fuere el nombre que le demos, sigue siendo ambición. La adquisición de capacidad, de técnica y eficiencia, el deseo de poder para hacer el bien, del poder de hablar, de escribir, de pensar claramente; el deseo de poder en cualquier forma implica ambición, ¿no es así?

   … Usted probablemente haya escuchado todo esto sólo de forma verbal o intelectual, porque se dice para sí: ¿Qué haría yo en la vida si no tuviera la menor ambición? Acabaría siendo destruido por la sociedad. Me pregunto si realmente sería destruido por la sociedad. En el momento en que comprende lo que es la sociedad y rechaza toda la estructura sobre la que se basa; o sea, la ambición, la envidia, la búsqueda del éxito, los dogmas, creencias y supersticiones religiosas, usted se encuentra fuera de la sociedad y, por consiguiente, puede reflexionar de un modo nuevo sobre todo el asunto, y tal vez entonces se acaben todos los problemas. Pero usted probablemente haya escuchado sólo verbalmente y continúe mañana con la misma rutina de siempre; leerá el Gita o la Biblia, acudirá a su gurú o a un sacerdote y todo eso. Puede escuchar todo esto y aceptarlo intelectual o verbalmente, pero su vida sigue orientada en dirección contraria, por lo que usted no ha hecho más que crearse otro conflicto. De modo que es mejor no escuchar en absoluto, porque usted ya tiene bastantes conflictos, bastantes problemas y no necesita introducir uno más. Es muy agradable sentarse y escuchar lo que se dice aquí, pero si no tiene ninguna relación con su vida real es mejor que se tapen los oídos, pues si oyen la verdad y no la viven, su vida se convierte en una confusión horrible, en el penoso desastre que ya es.

   … Indague acerca de sí mismo. Usted está buscando, dice que en esta vida le falta algo interiormente, no en el nivel técnico o de tener un pequeño empleo o más dinero. ¿Qué es lo que estamos buscando? Buscamos porque por dentro nos sentimos profundamente insatisfechos con nuestra familia, con la sociedad, con la cultura, con nosotros mismos, y queremos satisfacer, ir más allá de este descontento que nos corroe y destruye. ¿Y por qué estamos descontentos? Sé que el descontento puede ser satisfecho muy fácilmente. Dele al joven que ha estado descontento, a un comunista o a un revolucionario, un buen empleo y se olvidará por completo del asunto. Dele una buena vivienda, un buen coche, un hermoso jardín, una buena posición, y verá cómo desaparece el descontento. Si él puede alcanzar un éxito ideológico, ese descontento también desaparece. Pero ustedes, aquellos que ya tienen empleo y quieren conseguir uno mejor, nunca se preguntan por qué están descontentos. Primero tenemos que comprender la causa primordial del descontento, antes de que podamos examinar toda la estructura y significado del placer y, por lo tanto, del sufrimiento.

   … Como sabéis, todos queremos ser terriblemente respetables, ¿no es así?, los jóvenes tanto como los viejos. La respetabilidad significa reconocimiento por parte de la sociedad; y la sociedad sólo reconoce a los que tienen éxito, a los que son importantes, a los famosos e ignora a los demás. Adoramos pues, el éxito y la respetabilidad. Y cuando no os preocupa que la sociedad os crea o no respetables, cuando no buscáis éxito, no queréis llegar a ser alguien, entonces hay intensidad, lo que significa que no hay miedo y que no hay conflicto, ni interna contradicción y, por consiguiente, tenéis abundante energía para seguir el hecho hasta el fin mismo.

   … ¿Quién es el yo que le ofrece resistencia al miedo? ¿Comprenden, señores? Es decir, yo estoy asustado; tengo miedo de lo que la gente pueda decir de mí, porque quiero ser una persona muy respetable; quiero triunfar en el mundo; quiero tener renombre, posición y autoridad. Así que una parte de mí está persiguiendo eso y por dentro sé que cualquier cosa que haga conducirá a la frustración, que lo que quiero hacer me obstaculizará. De modo que hay estos dos movimientos funcionando en mi interior; el primero, la entidad que quiere alcanzar su objetivo, convertirse en hombre de bien, tener éxito; y el otro, la entidad que siempre está temiendo que acaso no vaya a conseguirlo.

   … Hay organizaciones para ayudar al hombre en el mundo físico, y están controladas por hombres que en sí mismos tienen sus problemas y sus ambiciones y sus logros personales, hombres que cultivan el éxito; pero eso parece ser casi inevitable, y esa clase de cosas ha estado ocurriendo por miles y miles de años. Pero, ¿hay instituciones para estudiar verdaderamente al hombre o para traer verdadera paz al hombre? ¿Ayudan realmente al hombre los diversos sistemas basados en alguna conclusión? Aparentemente todos los organizadores del mundo sienten lo que hacen, pero ¿han ayudado verdaderamente al hombre a librarse de su dolor, de su angustia, de su ansiedad y de todo el tormento de la existencia? ¿Puede un agente externo, por exaltado que sea, por bien afirmado que se encuentre en alguna ideacional tradición mística, puede en modo alguno cambiar al hombre?

   … Aquel que realmente quiera descubrir lo que es la verdad, lo que Dios es, no puede tener autoridad alguna, ya sea del libro, del gobierno, de la imagen o del sacerdote; debe estar totalmente libre de todo eso. Esto es muy difícil para la mayoría de nosotros, porque significa estar inseguro, valerse completamente por sí solo, buscar, tantear, no estar nunca satisfecho, nunca perseguir el éxito. Pero si experimentamos en serio con esto, entonces creo que descubriremos que ya no se trata en absoluto de crear o de seguir la autoridad, porque entra en funcionamiento otra cosa, lo cual no es una mera afirmación verbal, sino un hecho real. El hombre que incesantemente está cuestionando, que no tiene autoridad, que no sigue ninguna tradición, ningún libro o maestro, se convierte en su propia luz.” 

   J. Krishnamurti

            Audiotexto: