“… La
memoria, ciertamente, es tiempo, ¿verdad? Es decir, la memoria crea el ayer, el
hoy y el mañana. El recuerdo del ayer condiciona el hoy y por lo tanto plasma
el mañana. Esto es, el pasado a través del presente crea el futuro. Hay un
proceso de tiempo que se desarrolla, y él es la voluntad de llegar a ser algo.
La memoria es tiempo, y a través del tiempo esperamos lograr un resultado. Hoy
soy un simple empleado y dándoseme tiempo y oportunidad llegaré a ser el
gerente o el propietario. Es preciso pues, que disponga de tiempo, y con la
misma mentalidad decimos: ‘lograré la realidad, me acercaré a Dios’. Por
consiguiente, debo disponer de tiempo para realizar mi fin, lo cual significa
que debo cultivar la memoria, fortalecer la memoria con la práctica y la
disciplina para ser algo, para lograr, para ganar; y esto significa
continuación en el tiempo.
… Del mismo modo, decimos que el tiempo es
necesario para llegar a la comprensión. ¿Lo es? Decimos que lo es, porque nunca
prestamos atención a nada. Solo atendemos a algo cuando hay una enorme crisis,
y el mundo se halla en un estado de crisis todo el tiempo, no solo cuando
queréis que lo esté. Mientras estáis sentados en esta sala, existe una crisis,
hay desdichas, hay hambre en el mundo, tal vez no en París, no en Francia; pero
volad en un avión durante ocho horas, y lo sabréis todo sobre la inanición, la
desgracia, la enfermedad, lo feo. Y sin embargo, os recostáis en vuestra cómoda
butaca y decís que se tardará tiempo en comprender. La crisis está ahí, pero no
queremos encararnos con ella; ¡por Dios! Ved que la comprensión no invierte
tiempo. Como vimos el otro día cuando hablamos sobre ello..., el tiempo no hace
sino crear más desorden. Esto es muy sencillo.
… Así pues, vamos a investigar en primer
lugar qué es el tiempo. Existe el tiempo que marca el reloj, pero ¿hay alguna
otra clase de tiempo aparte de ese? Hablamos del tiempo como devenir gradual,
como proceso que lo que es, necesita para convertirse en lo que debería ser.
Tradicionalmente se ha entendido que el cambio requiere tiempo, ¿no es así?,
que si soy de determinada manera, necesito tiempo para cambiar progresivamente
y llegar a ser algo distinto. Pero, ¿existe tal cosa como el devenir
psicológico, como la evolución psicológica? ¿Comprenden la pregunta? No es una
pregunta que yo les planteo, sino una pregunta de ustedes que deben responderse
a sí mismos; por eso vamos a explorar ahora esta cuestión tan crucial, y así
poder abordar entonces el tema de la muerte, la cual forma parte del tiempo.
… A través del tiempo pues, esperamos
alcanzar lo atemporal; a través del tiempo esperamos conquistar lo eterno.
¿Podéis acaso hacer eso? ¿Podéis atrapar lo eterno en la red del tiempo
mediante la memoria que es el tiempo? Lo atemporal solo puede ser cuando la
memoria, que es el ‘yo’ y lo ‘mío’, cesa. Si veis la verdad de esto, que a
través del tiempo lo atemporal no puede ser comprendido o captado, entonces
podemos examinar el problema de la memoria. La memoria de cosas técnicas es
esencial, pero la memoria psicológica que mantiene el ‘yo’ ‘y lo ‘mío’, que da
identificación y autocontinuación, es totalmente perjudicial para la vida y la
realidad. Cuando uno ve la verdad de ello, lo falso desaparece y, por lo tanto,
no hay retención psicológica de la experiencia de ayer.
… La memoria se extiende a lo largo del
tiempo, coagulándose y solidificándose en la conciencia egocéntrica del ‘yo’.
Cuando hablamos del ‘yo’, de eso se trata. Es la cristalización, la
solidificación de la memoria de nuestras reacciones, las reacciones de la
experiencia, los incidentes, las creencias, los ideales; después de convertirse
en una masa solidificada, esa memoria se identifica y confunde con la mente. Si
reflexiona sobre ello lo verá; la conciencia egocéntrica, esa conciencia de lo
individual, el ‘yo’, es nada más que el manojo de la memoria, y el tiempo no es
sino el campo donde esa memoria puede funcionar y actuar.
… La memoria es el pasado, por tanto, somos
el pasado. ¿Puede terminar todo este movimiento del pasado, que es tiempo y
pensamiento? No nos referimos al pensamiento en la vida cotidiana, no hablamos
del pensamiento necesario para conducir un auto, para escribir una carta o un
poema; ahí, el pensamiento y el conocimiento son absolutamente imprescindibles.
Estamos hablando de la totalidad del movimiento psicológico basado en la
memoria. No obstante, planteamos una pregunta mucho más profunda: ¿puede el
"yo’, el mí, el ego, toda esa actividad egocéntrica que es el movimiento
de la memoria, puede ese ‘yo’ terminar? No a través de la disciplina, del
control, de la represión o de la identificación con algo superior, lo cual
sigue siendo un movimiento del ‘yo’. ¿Puede el ‘yo’ ‘terminar? Seguramente
preguntará, si el ‘yo’ termina, ¿cuál es mi lugar en la sociedad? ¿Qué haré?
Primero ponga fin al ‘yo’ y luego lo descubrirá, no al revés.
… Usted me pregunta si el ‘yo’ evolucionará,
si llegará a ser glorioso, divino. Espera que el tiempo destruya o aminore el
dolor. Mientras la mente permanezca atada al tiempo, habrá conflicto y dolor.
Mientras la conciencia se identifique, se renueve y se reconstituya como el
‘yo’ mediante sus propias actividades determinadas por el miedo y sujetas al
tiempo, tiene que haber sufrimiento. No es el tiempo lo que los liberará del
sufrimiento. El ansia de experiencias, de oportunidades, el comparar recuerdos,
no puede traer consigo la plenitud de la vida, el éxtasis de la verdad. La
ignorancia busca perpetuar el proceso del ‘yo’, y la sabiduría llega cuando
cesa la renovación automática de la conciencia limitada. La mera complejidad de
lo acumulado no es sabiduría, inteligencia. La acumulación, el crecimiento, el
tiempo, no dan origen a la plenitud de la vida. Una vida sin temor es el
comienzo de la comprensión, la cual se halla siempre en el presente.
… La verdad no es perceptible a través del
tiempo. La verdad no existe cuando el ‘yo’ está presente. La verdad no se
manifiesta si el pensamiento se está moviendo en una u otra dirección. La
verdad es algo que no puede ser medido. Y la verdad no puede existir sin amor,
sin compasión, sin su inherente inteligencia.”
J. Krishnamurti
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