“En primer lugar, ¿por qué criticamos? ¿Es con el fin de comprender? ¿O es simplemente un proceso de irritante censura? Si yo os crítico, ¿acaso os comprendo? ¿Viene la comprensión a través del juicio crítico? Si yo deseo comprender, si yo deseo captar, no de un modo superficial sino profundo, todo el significado de mi relación con vosotros, ¿empiezo por criticaros? ¿O me doy cuenta de esa relación entre vosotros y yo observándola en silencio, no proyectando mis opiniones, críticas, juicios, identificaciones o condenaciones, sino observando en silencio lo que ocurre? ¿Y qué sucede si no critico? Uno puede dormirse, ¿no es así? Lo cual no significa que no nos durmamos cuando regañamos o criticamos con insistencia. Tal vez eso se convierta en un hábito, y por hábito nos quedamos dormidos. ¿Lógrase una comprensión más amplia y más profunda de la convivencia por medio de la crítica? No importa que la crítica sea constructiva o destructiva; eso, por cierto, no viene al caso. Por lo tanto, la pregunta es ésta: ¿qué estado de la mente y del corazón se necesita para comprender nuestras relaciones con los demás? ¿Cuál es el proceso de la comprensión? ¿Cómo comprendemos algo?
Además, existe la
autocrítica. El asumir una actitud crítica hacia uno mismo, el criticarse,
condenarse o justificarse, ¿trae acaso comprensión de uno mismo? Cuando empiezo
a criticarme, ¿no limito el proceso de comprender, de explorar? ¿Es que la
introspección, que es una forma de autocrítica, revela el “yo”? ¿Qué es lo que
hace posible la revelación del “yo”? Ser constantemente analítico, temeroso,
crítico, eso, ciertamente, no ayuda a poner nada en claro. Lo que pone de
manifiesto al “yo” de modo tal que empezáis a comprenderlo, es la constante
captación del mismo sin condenación, sin identificación alguna. Ha de haber
cierta espontaneidad; no podéis estar analizándolo constantemente,
disciplinándolo, regulándolo. Esta espontaneidad es esencial para la
comprensión. Si lo único que hago es limitar, dominar, condenar, detengo el
movimiento del pensar y del sentir, ¿no es así? Es en el movimiento del pensar
y del sentir donde descubro, no en el simple dominio o restricción. Y cuando
uno descubre, resulta importante saber cómo hemos de actuar al respecto.
De
modo que sólo puede haber comprensión cuando la mente capta en silencio, cuando
observa; y ello es arduo, porque nos complace el estar activos, inquietos, el
criticar, condenar, justificar. Esa es toda la estructura de nuestro ser; y a
través de la pantalla de las ideas, prejuicios, puntos de vista, experiencias,
recuerdos, tratamos de comprender. ¿Será posible libertarnos de todos esos
tamices, y comprender al instante? Hacemos eso, sin duda, cuando el problema es
muy intenso. No pasamos por todos esos métodos: enfocamos el problema
directamente. La comprensión de nuestras relaciones se logra tan sólo cuando
ese proceso de autocrítica se comprende y la mente está serena. Si me
escucháis, y si tratáis de seguir sin gran esfuerzo lo que deseo transmitir, existe
una posibilidad de que nos comprendamos. Pero si no hacéis más que criticar, si
exponéis con énfasis vuestras opiniones, lo que habéis aprendido en los libros,
lo que alguien os ha dicho, y así sucesivamente, entonces vosotros y yo no
estamos en comunión porque entre nosotros se alza esa pantalla.
… Ciertamente, si quiero comprender algo, debo observar, no debo criticar, no debo condenar, no debo perseguirlo como placer o evitarlo como desagrado. Debe haber solamente la observación silenciosa de un hecho. No se persigue ningún fin, sino un darse cuenta de todo, conforme surge. Esa observación y la comprensión de la misma cesan cuando hay condena, identificación o justificación.
… La comprensión llega, sin duda, cuando existe la ágil ductilidad de una mente que está pasivamente alerta. Entonces es capaz de recibir, entonces es sensible. Una mente no es sensible cuando está atestada de ideas, prejuicios, opiniones, a favor o en contra de algo.
… Para comprender la vida de relación, debe haber captación alerta y pasiva, la cual no destruye la comunión. Por el contrario, ella hace que la relación sea mucho más vital, mucho más significativa. Entonces, en esa relación, existe una posibilidad de verdadero afecto; hay una cordialidad, una impresión de acercamiento, que no es simple sentimiento o sensación."
J. Krishnamurti
… La comprensión llega, sin duda, cuando existe la ágil ductilidad de una mente que está pasivamente alerta. Entonces es capaz de recibir, entonces es sensible. Una mente no es sensible cuando está atestada de ideas, prejuicios, opiniones, a favor o en contra de algo.
… Para comprender la vida de relación, debe haber captación alerta y pasiva, la cual no destruye la comunión. Por el contrario, ella hace que la relación sea mucho más vital, mucho más significativa. Entonces, en esa relación, existe una posibilidad de verdadero afecto; hay una cordialidad, una impresión de acercamiento, que no es simple sentimiento o sensación."
J. Krishnamurti