“… El hombre afectuoso,
bondadoso, no tiene sentido ninguno del poder y, por lo tanto, ese hombre no
está atado a ninguna nacionalidad, a ninguna bandera. Carece de bandera. Pero
el que busca poder en cualquier forma, ya sea derivado de la burocracia o de la
autoproyección a la que llama Dios, continúa atrapado en un proceso de
aislamiento. Si lo examináis con sumo cuidado veréis que, por su propia
naturaleza, el deseo de poder es un proceso de encierro. Cada cual busca su
propia posición, su propia seguridad, y mientras exista ese móvil, la sociedad
tendrá que estar basada en un proceso de aislamiento. Donde hay búsqueda de
poder hay proceso de aislamiento, y lo que está aislado tiene forzosamente que
engendrar conflicto. Eso, exactamente es lo que ocurre a través del mundo, cada
grupo busca el poder y así se aísla. Este es el proceso del nacionalismo, del
patriotismo que al final lleva a la guerra y a la destrucción.
… El separativo
espíritu nacionalista se está propagando como el fuego por todo el mundo.
Quienes buscan una mayor expansión, poder y riqueza, cultivan astutamente el
patriotismo, y cada uno de nosotros forma parte de este proceso al desear
también todo eso. Conquistar otras tierras o a otros pueblos proporciona nuevos
mercados para los bienes económicos, así como para las ideologías políticas y
religiosas.
… ¿Cómo nos libramos del nacionalismo? Sólo
comprendiendo plenamente lo que él implica, examinándolo, captando su
significación en la acción externa e interna. En lo externo, él causa
divisiones entre los hombres, clasificaciones, guerras y destrucción, lo cual
es obvio para cualquiera que sea observador. En el fuero íntimo,
psicológicamente, esta identificación con lo más grande, con la patria, con una
idea, es evidentemente una forma de autoexpansión.
… Viviendo en una pequeña aldea, o en una
gran ciudad, o donde sea, yo no soy nadie; pero si me identifico con lo más
grande, con el país, si me llamo a mí mismo hindú, ello halaga mi vanidad, me
brinda satisfacción, prestigio, una sensación de bienestar; y esa
identificación con lo más grande, que es una necesidad psicológica para los que
sienten que la expansión del “yo” es esencial, engendra asimismo conflicto,
lucha entre los hombres. De suerte que el nacionalismo no sólo causa conflictos
externos, sino frustraciones íntimas; y cuando uno comprende el nacionalismo,
todo el proceso del nacionalismo, éste se desvanece. La comprensión del
nacionalismo llega mediante la inteligencia. Es decir, observando
cuidadosamente, penetrando el proceso íntegro del nacionalismo, del
patriotismo, surge de ese examen la inteligencia; y entonces no se produce la
sustitución del nacionalismo por alguna otra cosa.
… En el momento en que reemplazáis el nacionalismo por la
religión, la religión se convierte en otro medio de autoexpansión, en una
fuente más de ansiedad psicológica, en un medio de alimentarse uno mismo con
una creencia. Por lo tanto, cualquier forma de sustitución, por noble que sea,
es una forma de ignorancia. Es como alguien que substituyera el fumar por la
goma de mascar o el fruto del betel. En cambio, si uno comprende realmente, y
en su totalidad, el problema del fumar, de los hábitos, sensaciones, de las
exigencias psicológicas y todo lo demás, el vicio de fumar desaparece.
… Sólo podéis
comprender cuando hay un desarrollo de la inteligencia, cuando la inteligencia
funciona; y la inteligencia no funciona cuando hay sustitución. La sustitución
es simplemente una forma de autosoborno, de incitaros a que no hagáis esto,
pero sí hagáis aquello. El nacionalismo, con su veneno, sus miserias y la lucha
mundial que acarrea, sólo desaparece cuando hay inteligencia, y la inteligencia
no surge por el mero hecho de pasar exámenes y estudiar libros. La inteligencia
surge cuando comprendemos los problemas a medida que se presentan. Cuando hay
comprensión del problema en sus diferentes niveles, no sólo en la parte externa,
sino de lo que él implica en su aspecto interno, psicológico, entonces, en ese
proceso, la inteligencia se manifiesta. Cuando hay, pues, inteligencia, no hay
sustitución; y cuando hay inteligencia desaparece el nacionalismo, el
patriotismo, que es una forma de estupidez.
… Mientras usted sea neozelandés y yo hindú, es absurdo hablar de unidad del género humano. ¿Cómo vamos a unirnos como seres humanos, si usted en su país y yo en el mío, conservamos nuestros prejuicios religiosos y formas económicas? ¿Cómo puede haber fraternidad mientras el patriotismo separa al hombre del hombre, y millones de seres están restringidos por condiciones económicas deprimentes, en tanto que otros gozan de la abundancia? ¿Cómo puede haber unidad entre los hombres cuando las creencias nos dividen, cuando hay dominio de un grupo por otro, cuando los ricos son poderosos y los pobres tratan de alcanzar ese mismo poder, cuando hay mala distribución de las tierras, cuando unos pocos están bien nutridos mientras las multitudes se mueren de hambre?
… Por nuestro nacionalismo, o nuestra modalidad de culto religioso,
propendemos a pensar que somos diferentes de otras personas; tratamos al mundo
como si estuviese independiente de nosotros, y llegamos a ser exclusivos en
nuestras perspectivas. Destruiremos en vez de crear si tenemos tan limitada
visión y tan restringidas ideas. Yo deseo, en cuanto se me alcance, despertar
en cada uno de vosotros esta Voz, que os guiará por el camino que queráis
seguir, que es vuestra propia vida, el sendero por vosotros mismos trazado. Y
mientras obedezcáis a esta Voz, a esta Intuición, no podréis errar; pero
erraréis si tratáis de obedecer y seguir las órdenes, las ideas, las visiones
de los demás.”
J. Krishnamurti