“… Reaccionamos, nos
rebelamos, acumulamos, nos defendemos, oponemos resistencia, conseguimos, nos
sometemos; todo eso son reacciones. Si le digo algo que no le gusta, de
inmediato hace algo para responder a eso que no quiere aceptar; así es como
normalmente actuamos. Nos han condicionado y educado en un modelo concreto de
vida, así es como uno vive su vida diaria, ese es su modelo de vida, tanto
interno como externo, y cuando eso es cuestionado se rebela; con su
condicionamiento reacciona de acuerdo con sus hábitos, y de esa reacción surge
otra acción. Con lo cual nos movemos de reacción en reacción todo el tiempo, y
por eso, nunca somos libres. Esta es una de las fuentes del sufrimiento.
Comprendan esto, por favor. Cierta forma de reacción debe existir. Si veo algo
feo, reacciono; si veo algo hermoso, reacciono; si veo una serpiente venenosa, reacciono; de otra forma estaría muerto, no estaría vivo, sería insensible y
torpe. Pero esa reacción es diferente de la reacción que la sociedad y uno
mismo han creado a través de las experiencias, que se han convertido en nuestro
condicionamiento.
… En la mayoría de
nosotros el cerebro sólo actúa conforme a ciertas directrices, siguiendo
determinados surcos que usamos de manera continua como fuente de recuerdos,
rutinas, hábitos, reacciones, surcos que nos resultan familiares; así, el
cerebro se vuelve cada vez más mezquino, obtuso, está cada vez más fatigado; el
cerebro mismo y cada una de sus células. No sé si lo han observado ustedes,
aunque no estoy utilizando un lenguaje científico, ya saben de lo que estoy
hablando. Es necesario activar ese cerebro; ese cerebro debe volverse
extraordinariamente activo y, para generar esa intensa actividad, uno necesita
darse cuenta de todo lo que hace.
… El interlocutor no ha entendido a qué me
refiero por ‘darse cuenta’. Si tiene un hábito, por ejemplo, el esnobismo, no
tiene sentido cambiar ese hábito por otro, por uno opuesto; es inútil combatir
un hábito con otro hábito. Lo que libera a la mente de un hábito es la
inteligencia, y el darse cuenta es el proceso de despertar la inteligencia, no
de crear nuevos hábitos para combatir los viejos. De manera que debe ser
consciente de los hábitos de su pensamiento y no intentar cultivar ciertas
habilidades o hábitos opuestos. Si pone toda su atención, si permanece en ese
estado de observación sin elección alguna, entonces percibirá todo el proceso
que crea el hábito, y también el proceso opuesto de superarlo. Esta percepción
despierta una inteligencia que elimina todos los hábitos del pensamiento.
… Uno de los
principales factores del deterioro es la imitación, la imitación psicológica,
no el ponerse una camisa o un abrigo, o ir a la oficina, o aprender una
determinada técnica que uno repite; es demasiado superficial. Se trata del
mecanismo de formación de hábitos que operan en la mente, el cual, en los
estados psicológicos, funciona como creencias, dogmas, opiniones. Si observan,
verán cómo sus mentes funcionan dentro de hábitos. La mente funciona de ese
modo porque teme, en esencia, carecer de seguridad. Por consiguiente, uno de
los verdaderos factores de deterioro es el temor, el temor psicológico, no el
temor natural de ser mordido por una serpiente, temor gracias al cual uno se
protege; ésa es una cuestión diferente.
… Es un grupo grande de
personas que le dicen lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. También
es la cultura, las costumbres, los hábitos de una comunidad determinada; la
estructura social, moral, ética y religiosa en la cual el hombre vive, es
generalmente llamada sociedad. Ahora bien, si cada individuo de esa sociedad
hiciera lo que le gusta, sería un peligro para tal sociedad. Si usted hiciera
su gusto aquí en la escuela, ¿qué ocurriría? Sería un peligro para el resto de
la escuela, ¿verdad? De modo que, en general, la gente no desea que los otros
sean libres. Un hombre que es libre de verdad, no en ideas, sino que está
internamente libre de codicia, ambición, envidia, crueldad, es considerado un
peligro para los demás, porque él es por completo diferente del hombre común. Entonces
la sociedad, o le rinde culto, o lo mata, o se muestra indiferente con él.
… Cada vez que sus creencias son
cuestionadas se irrita, pero continúa en lo mismo. Los niños son educados para
pensar, para formar surcos de hábitos y funcionar en esos hábitos por el resto
de sus vidas. Van a obtener empleos, serán ingenieros, médicos, y el patrón ya
estará establecido para todo el resto de sus vidas. Cualquier desvío con
respecto al patrón, es perturbador. Esa perturbación se ve aminorada mediante
el matrimonio, las responsabilidades, los hijos; y así, poco a poco, el molde
se solidifica. Y todo el pensar transcurre entre lo que es conveniente, lo que
no es conveniente, lo que es beneficioso, lo que vale la pena, siempre dentro
de ese campo.
… Así, pues, nunca podrá la mente hacerse
libre por medio de un sistema. Sin embargo, la mayor parte de las mentes están
atrapadas en un sistema, que es el camino de la tradición, y que
invariablemente engendra mediocridad. Esto es lo que nos ha ocurrido a casi todos
nosotros, ¿no es así? Al funcionar en los hábitos, en la tradición antigua o
moderna, a la que llamamos conocimiento, la mente se enfrenta con un problema
inmenso, un problema que está siempre cambiando. Sea personal o impersonal,
colectivo o individual, ningún problema es estático. Pero la mente es estática,
porque está presa en un carril de tradición, de costumbres, está habituada a
cierta manera de pensar; hay, pues, siempre una contradicción entre la
condición estática de la mente y el problema que está siempre cambiando,
moviéndose. Una mente así es incapaz de hacer frente al problema y resolverlo,
lo cual creo que es bastante claro.”
J. Krishnmaurti